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Full text of "Historia de la dominacion de los Arabes en España: Sacada de varios manuscritos y memorias arabigas"

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HISTORIA 

DE LA 

SACADA DE VARIOS MANUSCRITOS Y MEMORIAS 
ARÁBIGAS; 

pox, el dodox^ 

D. SO^É AIVTOHÍIO COKDE. 




IMPRENTA Y LIBRERÍA ESPAÑOLA , 

CALLB ANCHA. 



1844. 



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CAPÍTULO XX¥I. 



INSURRECCIÓN EN CÓRDOBA CONTRA LOS ALMORÁVIDES. 

ALBOROTO EN ÁFRICA. ORÍGEN DE ABDALA Ó EL 

MEHEDI. 



Al año siguiente de 515 se volvió el rey Aly H24 
á África dejando encargadas las cosas de Espa- 
ña á su hermano Tamim que no tuvo hora de reposo. 

Dice Yahye que la ocasión de la cuarta venida del 
i'ey Aly á España en el año mismo de 515 fué á causa 
de un alboroto é insurrección popular que sucedió en 
Córdoba, siendo walí de ella un principal caudillo llama- 
do Abu Yahye ben Tobada. Fué la causa que suscitó el 
alboroto la insolencia de los almorávides que componían 
aquella guarnición , que hacían todo género de agravios á 
los naturales y vecmos de la ciudad, pues no solo les ro- 
baban sus bienes y estragaban sus jardines, sino que en- 
traban en sus casas y les forzaban sus hijas y mujeres. 
No bastando quejas ni venganzas particulares para con- 
tener la insolencia de aquella tropa de arro^ante^ %fcv- 



I 



canos, Io3 vecincÁ se amotinaron y tomando las armas á 
voz de común acometieron á los almorávides y mataron 
muchos de ellos, y como se hiciesen fuertes en casas y 
torres los cercaron y minaron entrando en ellas con furor 
y degollaron á cuantos se les ponían delante. La nueva 
de este alboroto llegó muy presto al rey Aly que estaba 
en Marruecos, y creyendo que era necesario su presencia 
para remediar los inconvenientes que de este suceso po- 
dian resultar , si las demás ciudades de España seguian 
el ejemplo de Córdoba , luego dispuso volver á gran prisa, 
' para esto congregó mucha gente de guerra de las ca- 
lilas de Zanhaga y Zeneta y Masamuda y de los berberíes 
de las sierras ( 1 ) de Dar en y con innumerable gente de 
á pié y de á caballo pasó á Andalucía , y sin detenerse 
llegó delante de Córdoba, y encontró las reliquias de la 
guarnición y al walí Abu i ahye que habían podido sal- 
varse huyendo del furor y venganza popular. Los de la 
cmdad como entendiesen la venida del rey Aly cerraron 
las puertas de Córdoba y barrearon las calles que salían á 
la muralla., y se fortificaron y apercibieron para esperar 
un largo y riguroso cerco : asimismo tuvieron su consejo 
sobre lo que convenia hacer en estas circunstancias, y có- 
mo podían obar contra su rey Aly en aquel caso en que 
sus propios ministros y soldados les habían dado motivo y 
causa justa de tomar las armas, y los alimes y alfakies de 
CórdoSa dijeron que convenía hacer saber al rey que 
aquel alboroto y rebelión no había sido voluntario en los 
de la ciudad, sino forzados del natural derecho defendien- 
do sus propias vidas , sus familias y mujeres , no solo sus 
haciendas : que el origen y causa del mal había sido la 
insolencia de los almorávides, y en ellos estaba y de su 
parta ia injusticia del caso ; que si el rey Aly, después de 
loformado de la verdad de aquel suceso , porfiase en 

( 1 ; Atlas ó montes claros. 



ayudar y protejer el partido de los insolentes y soberbios 
causadores del mal, en este caso los de Córdoba barian 
justa resistencia al rey Aly en defensa de sus personas, 
vidas, honras y haciendas, y debian mantenerlas hasta 
que Dios quisiese poner remedio á las desgracias. Con es- 
te parecer los de Córdoba negaron la entrada al rey Aly, 
que combatió la ciudad por muchos dias hasta que can- 
sados los vecino» de las fatigas é incomodidades del cer- 
co , y de los combates se convinieron en enviar una em- 
bajada al rey Aly, para rogarle que tratase á la ciudad 
como suya y se acordase de los encaraos que al morir le 
habia hecho el rey Juzef su padre acerca de Córdoba, 
que perdonase sus excesos; pues sí miraba, la ocasión de 
ellos eran harto disculpables. Los enviados fueron los 
mas nobles de la ciudad , y el rey los recibió bien y se 
concertó que la ciudad pagase cierta cantidad de doblas 
para recompensar á los almorávides que habían perdido 
sus bienes en la insurrección , y cuyas huertas y casas 
habian saaueado. Así se concluyó la avenencia á satisfac- 
ción de tocios , y entró el rey en la ciudad y todo quedó 
sosegado. Pocos dias se detuvo el rey Aly en Córdoba 
pues le avisaron de África que en el reino de Sus Alaksa 
se habia levantado el Mehedfi. 

Las asonadas de guerra y levantamiento de gentes en 
África que fueron causa de la partida del rey Aly fueron 
ocasionadas por el Mehedi cuyo aparecimiento alborotó 
toda el África y la puso en armas por muchos años, y fué 
ca&sa de arruinar el poderoso imperio de los almorávides 
dueños de la principal parte de África y de España, y 
que en ambas regiones apenas habia pueblos que no le 
obedeciesen y temiesen su potencia. Él origen de estas 
cosas fué de esta manera. 

Un hombre llamado Abdala hijo de Tamurt , que des- 
pués tomó el nombre de el Mehedi, africano de la tierra de 
Sus de la cabila Hasamuda partió á oriente y oyó á los 



10 

lelras, y eu otras muchas cosas , y al fin enterados del 
carácter, ánimo é intentos del Mehedi , y no engañados 
en sus sospechas, vinieron al rey y le dijeron el juicio 
que habian formado de aquel hombre , y cómo enten- 
dían que se debia hacer con él. Señor, dijeron los alimes, 
no hay duda que este trata de seducir y alborotar los pue- 
blos con graves novedades y escándalos, conviene poner- 
le en prisión y apartarle de la comunicación del ignorante 
vulgo ; y Melik ben Wahib uno de ellos dijo: oh rey, 
que Dios perpetúe , haz para este hombre una prisión de 
hierro, sino quieres que te haga gastar una casa de oro: 
otros le dijeron : Señor, pon á este hombre en hierros y 
cadenas , sino quieres que te haga mañana oir los atam- 
bores en campaña. En esta junta que el rey tuvo de 
alimes y de jeques estaba su visir Otman ben Omar, y 
pareciéndole mucho temor el de aquellos alimes , y que 
no debia de dar temor á un tan poderoso rey como Aly un 
hombre bajo y de ningún valor, solo y mezquino , dijo 
al rey : oh señor, vano y sin razón es el temor y recelo 
que manifiestan estos Alimes: no cuide vuestra grandeza 
muy sublimada de poner sus ojos y atención en un hom- 
bre miserable ni en sus opiniones y estravagancias. Con 
este consejo se sosegó el ánimo del rey que no hizo mas 
caso por entonces del Mehedi. Este continuaba su pre- 
dicación y le dejaron ir libre divulgando sus opiniones; 
retiróse á Fez y estuvo en aquella mezquita cua- 
tro años, hasta el 514 en que pasó á Marruecos 4 420 
sin contenerle la presencia del rey y de la corte en 
sus celosas predicaciones. Entraba en plazas y aljamas siem- 
pre acompañado de su visir Abdelmumen y con su acostum- 
orada libertad de filósofo reprendía los vicios y el hbertina- 
je , los abusos en el vino y deleites, y rompia lleno de celo 
ios instrumentos músicos aue acompañaban los bailes y 
cantares de disolacion: todo esto sin licencia de los mi* 
nidtrofi de las aljamas, ni del rey, que selo toleraba y 



í 



11 

consenlia esle escándalo por que se lo ocultaban ó dismi-- 
nuian. Llegó en fín á sus oídos el alboroto y la inquietud 
que este hombre excitaba, y le hizo venir á su presencia, 
y le dijo: ;01a, buen, hombre, ¿qué es loque de tí me 
dicen? y respondió con mucho reposo y gravedad : ¿qué 
te pueden decir de mí , sino que soy un hombre que 
anhela por la otra vida y nada quiere de ésta?' yo no tengo 
en este mundo mas negocio que el mió propio, que no es 
en verdad de este mundo. Maravillóse el rey Aly de su 
respuesta, y mandó que los a imes disputasen con él en su 
presencia. La plática fué larga y docta ; pero el fin de ella 
no fué de satisfacción para el rey, ni de convencimiento 
para los sabios, que repitieron al rey sus recelos , y le 
aconsejaron que no permitiese que aquel hombre predicar 
se ni enseñase sus doctrinas y novedades : quesería bue- 
no que le hiciese á lo menos salir de la ciudad, por que 
seducía y alborotaba los leves ánimos del ignorante vul- 

Así lo mandó el rey , y partió con su wisir y amigo Ab«- 
delmumen fuera de la ciudad , y no muy lejos de ella: 
allí entre unos sepulcros hicieron una choza , y allí per- 
maneció , y allí acudía por verle y oírle mucha gente , y 
tantos venían á buscarle y tantos concurrían , y tal fama 
se divulgó de su virtud , que lo rodeaban de continuo mas 
de mil y quinientos hombres , dripuestos á seguirle adonde 
fueso, y prontos también á cumplir en cuanto les manda- 
se su voluntad. Aquí principió á ponderar la irreligión y 
liviandad de los almorávides , hablando con osadía asi cb 
los vicios del común de ellos , como también de los prín- 
cipes en que hallaba harta materia , y en este tiempo co- 
menzó á decir que él era el Mehedi prometido por Dios, 
<me venía al mundo á reformar las costumbres estragadas 
de los hombres , y á darles instrucciones rectas , y enca- 
minarlos en la senda de la verdad y camino de la justicia^ 
y á enseñarles que solo Dios eseW^^'iax^'^jteíss^.^^'^^ 



\ 



12 

el crédito delMehedi y el número de sus secuaces, y el rey 
Aly temió que se suscitase alguna sublevación por causa 
de aquel fanático , y le envió á decir : que temiese áDios, 
que^no inquietase al pueblo , que no estuviese mas en la 
ciudad : y respondió el Mehedi : ya obedecí tu manda- 
miento , y vivo entre los muertos , en una miserable cho- 
za , y no pienso smo en la vida eterna y en no hacer caso 
de los herejes. Entonces el rey mandó que le prendiesen 
y le cortasen la cabeza ; pero el mandamiento no fué tan 
secreto como convenia , y avisado de ello el Mehedi se 
pasóá Agmát , seguido de sus mas fervorosos discípulos, 
y desde allí pasó á Tinmál en tierra de Suz , y 
entró allí en la luna de xewal del año 514. Allí 11210 
predicaba con entera libertad sus nuevas opiniones 
y ceremonias , siguiéndole muchedumbre de gentes de 
aquellos bárbaros , y conociendo que ya era tiempo de 
predicar armas , violencias y guerra á los que él llamaba 
tiranos y herejes , habló un dia á sus secuaces estas razo- 
nes. Las alabanzas á Dios que hace su voluntad sin que su 
cumplimiento pueda resistirle ninguna potencia , ¡ ni 
quién estorbará sus eternos decretos ! la gracia de Dios 
sea con nuestroseñorMuhamadsu enviado : el cual anun- 
ció la venida del Mehedi Imam , que llenará la tierra de 
justicia y de equidad , en vez de las injusticias y maldades 
de que está cubierta , arrancará la tiranía que la oprime y 
hace gemir debajo de sus injustos pies. Enviarále el Se- 
ñor cuando la verdad esté obscurecida de la falsía , cuan- 
do la justicia esté desterrada y suplantada de la iniauidad, 
y'en el trono de la bondad y rectitud esté sentada la tira- 
nía. Su patria será el apartado Suz Alaksá , su tiempo el 
último , su nombre el nombre , y su empresa la de enca- 
minar como buen encaminador , y este es el intento que 
me ocupa. Acabadas estas palabras se levantaron diez 
varones de los que le seguian , y entre ellos su visir y 
amigo Abdelmumen , y le dijeron : Señor nuestro , lo que 



13 

nos acabas de decir , y la descripción que nos has hecho 
del prometido Mehedi á ti solo conviene , tú eres nuestro 
Mebedi , nuestro Imam , y á tí juramos cumplida obedien- 
cia : y le juraron allí debajo de un algarrobo , prometién- 
dole de estar siempre aunados con él , y ser sus mismas 
manos para defenderle y ayudarle, haciendo guerra á todas 
gentes que se le opusiesen , y derramar su sangre en su 
servicio. Los berberíes á imitación de los diez varones se 
levantaron también , y juraron seguirle , defenderle y am- 
pararle , haciendo guerra por su mandado á quien él Qui- 
siere , y morir si necesario fuese por servirle , pues él era 
su Mehedi , sin que les intimidasen los trabajos , muerte y 
aflicciones que por su causa se les ofrocerian. Los diez va- 
rones que primero le juraron fueron estos ( 1 ). Abdelmu— 
men ben Aly , Omar ben Aly , Aznág Abu Muhamad Al- 
baxir , Abu Chiafax , Aben Yahye ben Yanti , Solimán 
benChaluf , Ibrahim ben Ismail Alhezregi , Abu Muhamad 
Abdel Wahid Aladri , Abu Amran Muza ben Temar , y 
Abu Yahye ben Jalút. 

Después de estos diez le juraron otros cincuenta , que 
fueron de los principales , y después de estos cincuenta se 
presentaron á jurarle setenta varones , que hicieron los 
mismos Juramentos y ceremonias , que se habían hecho en 
el diade la jura común , y de estos formó dos consejos, 
que llamó el de los cincuenta y el de los setenta : y para 
mayor autoridad suya , los negocios mas graves los trata- 
ba solo con los diez principales ministros : los negocios de 
menos importancia los determinaban los del consejo de los 
cincuenta , y los fáciles y ordinarios se trataban y deci- 
dían en el de los setenta , y en todos era absoluta su po- 
testad. Detuviéronse los que le juraron en Tinmál, 
hasta la luna de ramazan del año 515, y la jura 4421 
solemne se celebró el jiuma quince de dicha fuña 

( 1 ; Hay alguna diferencia en los nombres de esto^ x^^- 
lies en lodos los historiadores. 



14 

de ramazan , á la hora de la azala de adobar , y á la ma- 
ñana del día siguiente sábado pasó á la mezquita , y su- 
bió al almimbar , y les predicó á lodos , y confirmó su car- 
go de Mehedi diciendo : varones de Tinmál , yo soy vues- 
tro Mehedi ó encaminador , que vengo á enseñaras á co- 
nocer á Dios y Señor y Criador de todas las cosas , justo 
juez de todas las criaturas , y los exhortó á seguir sus 
banderas contra los herejes , y él estaba rodeado de sus 
diez ministros que tenian desnudas sus espadas. Partió 
luego por aquellos montes y anduvo vago y errante , pre- 
dicando y atrayendo asi á los rústicos moradores de aque- 
llas montañas , de manera que congregó gentío innume- 
rable j y cada dia se acrecentaba viniendo á él gente de 
todas partes , y todos le admiraban y aplaudían , y le lle- 
naban de bendiciones : sus discípulos enseñaban la unidad 
de Dios en lengua berberí , y como toda era gente muy 
rústica é ignorante , y su unidad de Dios muy simple y 
sencilla , que no les hablaba de atributos ni de Alcorán , 
todos los oían con gusto , y se acomodaban á su doctrina: 
asi fué que llevaba tras si de la tribu Masamuda mas de 
veinte mil hombres , y de estos escogió para las armas diez 
mil valientes , y con la bandera blanca los encargó á Mu- 
hamad Albaxir , y pasó con ellos á Medina Agmát. 

CAPÍTULO XXVII. 

guerbá entre los almohades y almorávides. 

Cuando esto supo el Amir Aly que estaba en Espa- 
ña vino luego á África , y envió contra ellos un ejército 
de los almorávides , que encargó al walí de Suz Abu 
Bekir de Lamtuna , el cual fué á buscar al rebelde y al- 
borotador Mehedi , pensando que de una vez acabaría 
€on sus imposturas y escándalos ; pero informado de la 
infinita chusma que le seguía de las cabilas de Herga , 



Tinuiál , Hinteta , Gidmitua y Hescura , que todas son- 
tribus y familias diferentes de berberíes , y del orden y 
disposición de guerra que traían, temió el pelear con ellos 
y se retiró , y refino al rey lo que pasaba : que el Me— 
hedi no Venía seguido de sola gente mezquina y allega- 
diza ; sino de bien ordenadas banderas de combatientes, 
que á cada diez hombres de guerra tenia un cabo ú al- 
mocaden que los dírigia , bien repartida la caballería , y 
los tiradores y ballesteros con muchos caudillos esforza- 
dos, dispuestos á morir en defensa de su Imam. Entonces 
el rey Aly mandó allegar mas tropas y que unidas á las 
que tenia Abu Bekír , y acaudilladas todas por su her- 
mano Abu Ishac Ibrahim fuesen en busca de los rebeldes. 
Encontráronse en batalla campal , y estando los ejér- 
citos en orden de batalla unos enfrente de otros y á punto 
de acometerse , no se sabe por qué súbito temor , ni qué 
hubieron de ver los agemíes y demás caballeros que es- 
taban en la delantera , que todos volvieron brida y hu- 
Íreron á rienda suelta, desordenando y atrepellando á todo 
o demás del ejército , que también hizo lo mismo , y en 
un punto quedó el campo desbaratado, de manera que sin 
pelear quedaron vencidos los del rey Aly , pero los del 
Mebedi que los siguieron ensangrentaron bien sus lan- 
zas en sus espaldas, y mataron muchos de ellos. Se apo- 
deraron del campo y de las riquezas , armas y caballos 
que traían el tren de pabellones y provisión de los almo- 
rávides. Cuenta Abu Jair que no dio tanto pesar al rey 
ia derrota y vencimiento de este ejército , cuanto le en- 
tristeció el saber de cierto que se le habia rebelado la 
tribu de Uinteta , y otras tribus de gente muy esforzada : 
así que muy encolerizado mandó poner luego en orden 
otro ejército muy numeroso , y lo encargó á un caballe- 
ro llamado Syr'ben Musladi deLamtuna , que viniendo 
á encontrar á los del Mehedi trabó con ellos muy reñida 
y sangrienta batalla , y fueron vencidos los alcN5¡t«vNá«b 



16 

con horrible matanza. Ufano con estas victorias pregun- 
taba el Mebedi á los suyos : oh almoades ! que asi se 
llamaban sus secuaces , ¿ qué dicen de vosotros los de 
Lamtuna? y le respondieron que los llamaban por infa- 
marles Abarijes , apóstatas , renegados : y les dijo Me- 
hedi : pues con mas razón los podéis vosotros llamar 
Muxesimines y Zerragines , como apartados de la verdad 
y extraviados del verdadero camino. En esta ocasión es- 
cribió el Mehedi una carta para los almorávides llena 
de soberbia y arrogancia , que decia así : «A la gente 
engañada del demonio , contra quien Dios misericordioso 
está airado, á la junta y compañía enenviga, á la sober- 
bia gente de Lamtuna:» después de esto : «en verdad que 
os mandamos hacer lo que mandamos á nuestra gente y 
á nuestra misma persona , asi acerca del temor de Dios 
y de su perpetua obediencia , como para que creáis 
que el mundo fué criado para después acabar en nada, y 
que el paraiso es para los que sirven á Dios y le temen, 
y Gikenam y sus tormentos de eternidad para los des- 
creyentes que ofenden su divina majestad : pues es ra- 
zón cierta según la ley de nuestro Señor y profeta Ma- 
homad , que nos tenemos imperio con derecno sobre vo- 
sotros , y que si pagáis este derecho , y cumplís esta 
obligación tendréis paz ; pero sino sabed , que ayudados 
del invencible poder de Dios , os haremos gerra matán- 
doos y destruyendo vuestras haciendas, hasta borrar del 
mundo la memoria de vuestro nombre. Quemaremos 
vuestros pueblos , asolaremos vuestras ciudades , no que- 
dará de vuestras casas ni de vosotros rastro alguno : y 
sabed que esta carta servirá de disculpa de lo que justa- 
mente padeceréis , pues os avisa con tiempo de lo que 
os conviene , y es bien cierto que se disculpa quiea an- 
tes avisa : salud en cuanto permite la ley que os salude: 
pero esta no concede ni consiente que os demos salud 
de amistad.)) 



í 



17 

Cuenta el Hedaiki que al rey Aly dieron gran cuidado 
las victorias del Mehedi , que estaba triste y muy soli- 
cito sin poder deshechar de su corazón el deseo de veiv- 
ganza que le atormentaba , y traía á todas horas en su 
imaginación mil pensamientos y trazas para acabarle y 
vencerle : así que , luego dispuso nuevo ejército que 
fuese contra él , y escribió á los pueblos y cabilas que 
todavía no estaban revelados , exortando á todos á que 
hiciesen guerra al rebelde. En tres de xaban del 
año 51 6, se juntó un nuevo ejército con orden de 4 4 22 
que peleasen de poder á poder con los rebeldes 
almenados. Encontráronse los ejércitosy trabaron cruel ba- 
talla; pero los enemigos que teman mucha y buena caballe- 
ría los rompieron y desbarataron, de manera que entró en 
los Almorávides tal espanto y temor, que estaban atónitos 

Íf atemorizados que no osali^n esperar el encuentro de 
os enemigos , y todos llegaron á sospechar un desventu- 
rado suceso de aquella revolución y alzamiento de él , y 
cuenta el Zuhairi que se halló presente en Marruecos , y 
vio salir un florido ejército , que el rey Aly envió á las 
montañas contra los almohades , que iba por caudillo de 
la hueste Abu Tahir Temim su hermano , caudillo de 
tanto valor y esperanza , que este poderoso ejército su- 
bió las sierras en busca del enemigo , y estando al pié 
de los montes en que andaba la gente del Mehedi ordenó 
Temim sus tropas con sumo concierto , que principiaron 
á subir la cima de la montaña por diversas partes ; pero 
cuando llegaron á las mayores asperezas y cuajaras de 
aquellos riscos , sin saber porqué á la entrada de la no- 
che se desordenaron y comenzaron á echarse por aque- 
llas breñas y despeñaderos , asi los de á pié como los 
caballeros con tanta precipitación , que la mayor parle 
de ellos fueron despeñados y quedaron muertos en los 
barrancos , y fueron vencidos sin pelear ni ver al ene- 
migo , de suerte que pocos volvieron á Mar^rosRRR^^'^^í&i 



18 

esta desgracia cerca de un pueblo llamado Cuíg. Los al- 
mohades bajaron persiguiendo las reliquias del ejército 
que habian quedado en compañía de Temim hasta llegar 
á la sierra de Yirikua (4), alli salió al paso de los al- 
mohades el caudillo Yetti de Lamtuna con tropas de al- 
morávides , que pelearon con harto valor en ayuda de 
los suyos ; pero al fia fueron vencidos y desbaratados, y 
el caudillo Yetti murió peleando con muchos nobles de 
Agmát. 

Después de esta victoria se retiró el Mehedi á Tinmal 
y dejó aquellos montes , y trató de poner su asiento en 
aquella fortaleza tan acomodada por su natural disposi- 
ción para resistir á cualquiera potencia. Cuando llegó 
repartió las tierras y casas entre sus compañeros y cer- 
có la ciudad de altos y bien torreados muros , y en el 
monte que está sobre la ciudad y la señorea edificó una 
fortaleza con muy fuerte muro, y desde aquella alta cum-i 
bre dominaba no solo la ciudad y la sierra en que está , 
sino también los campos que tiene á la otra parte , de 
manera que no se sabe que haya ciudad mas fuerte que 
la de Tinmal : no puede entrar en ella hombre á pié ni 
á caballo sino por dos entradas una á oriente y otra á 
occidente que es como se vá desde Marruecos, cada en- 
trada es una angosta senda , de manera que es forzoso 
apearse para entrar por ella , y es menester ir con gran 
cuidado para no despeñarse : este camino tan estrecho 
está abierto á mano, y picado en la dura peña tajada y 
de profundos despeñaderos por un lado , y por el otro 
altos y escarpados riscos : en partes la senda está cortada 
con las quiebras formadas de los arroyos y derrumbade- 
ros de agua que bajan de las cumbres ; pero estas quie- 
bras y cortaduras ae la peña tienen sus puentes de ma- 
dera dispuestos para que en caso que sea necesario se 

(1) Está á la parte meridional de AgmSit. 



19 

levanten , y entonces aquel espantoso camino y estre- 
chura queda inaccesible que no es posible pasar adelan- 
te , ni volver atrás. La longitud de cada una de estas 
entradas es camino de un dia , y la ciudad está puesta 
en lo mas áspero de los montes de Daren , sierras que 
desde el océano occidental de África corren hasta los 
montes de Telencen donde se juntan con otras cordille- 
ras de montes , que se dividen en diversos gajos hasta 
Gabis y Hamano lejos de Trábelos , que es camino de 
dos meses. Habiendo Mehedi fortifícado la ciudad de 
Tinmál enviaba gentes á correr la tierra , y descendian 
de sus montes como impetuosos torrentes de invierno y 
entraban en los campos y pueblos del rey Aly; hacien- 
do en ellos muertes y continuos robos , rebatos y albo- 
radas. Los pobres moradores de aquella tierra se queja- 
ban al rey de sus daños y continuo desasosiego , y pedían 
á su rey que los librase de tan crueles enemigos. Babia 
el rey consumido grandes tesoros en disponer ejércitos 
para contener á los rebeldes , y deseando atajar sus 
correrlas y que no bajasen de la sierra, consultaba con sus 
caudillos cómo seria bien hacer la guerra á estos rebeldes 
y acorralarlos en su nido de Tinmál : fuéle dicho que en 
sus cárceles habia un mancebo andaluz llamado Faleki , 
hombre arriscado y de grande ingenio que estaba pr^eso 
por famoso ladrón y salteador de caminos , que este tal 
vez cumpliria los deseos de su magostad , ó haria algo de 
lo que pretendia. £1 rey le perdonó y le mandó que hiciese 
como se atajasen las correrías y daños de los de Tinmál. Y 
el Faleki mandó labrar una fortaleza en tal disposición que 
sin mucho riesgo estorbaba las correrías de los almoha- 
des con un mediano presidio de gente de á caballo esco- 
gida , y buenos ballesteros , que los asaltaban en las an- 
gosturas de los montos y á la venida ú á la vuelta los 
acometian y desbarataban de manera que por este medio 
se aseguró la tierra llana de los robos y continuos ^^'^^- 
saltos que sus moradores paredón. 



so 
CAPÍTULO XXVIII. 

CONTINÚA LA MATERIA DEL CAPÍTULO PRECEDENTE. 

Tres años estuvo el Mehedi sin salir de Tinmal sino á 
cortas algaras contra los vasallos del rey Aly. Su orgu- 
llo y vanidad no le consentía estar tanto tiempo encerrado, 
sabiendo que su nombre era ya tan público y temido por 
todas, partes por sus estrañas victorias y venturosos su- 
cesos , sin haber tenido nunca contraste ni desmán nota- 
ble. Así que, pensó que debia esforzarse y salir abierta- 
mente contra el rey Aly, y cerrarle en su misma corte de 
Marruecos. Para este fín escribió á las tribus de su obe- 
diencia , mandándoles que viniesen á unirse con él en 
Tinmal, y luego vino muchedumbre innumerable de di- 
versas partes con gran apercibimiento de armas y caba- 
llos, do manera que en pocos dias tenia cuarenta nril 
hombres ( ^ ) la mayor parte de infantería, y nombró por 
caudillo ae estas tropas al jeke Abu Muhamad el Bajir, 
uno de los diez varones de su compañía, y le ordenó qre 
fuese contra Marruecos con resuelta determinación c'e 
apoderarse del imperio de África. No fué el Mehedi á 
esta jornada porque se senlia enfermo. Venian estas tro- 
pas hócia Marruecos y se les juntaron en el camino los de 
Agmát y las tribus de Hesraga y de Chesm y otras, lo 
cual sabido del rey Aly mandó alistar un numeroso ejér- 
cito de cien mil hombres dea pié y de caballería. Encon- 
tráronse los ejércitos cerca de Marruecos y los almorávi- 
des acometieron á sus enemigos confiando en su gran mu- 
chedumbre , y ({uiso Dios que fuesen vencidos con cruel 
matanza y voh leron huyendo llevando [sobre sus lomos 
las espadas de los almohades que los alancearon hasta las 

( 1 ; Dice Abdel Halim treinta mil. 



21 

puertas de la ciudad. Murieron muchos de los almorávi- 
des asi en la batalla como en el alcance y en la entrada 
de la ciudad. Cercáronla los almohades con propósito de 
no levantar el campo hasta entrar en ella ó morir en la 
demanda. Salian los almorávides y les daban recios reba- 
tos y trababan sangrientas escaramuzas con odio y rabia 
implacable , y quedaba el campo cubierto de cadáveres 
para sabroso pasto de aves y fieras. Habia en la ciudad 
cuarenta mil caballos , y de infantería y ballestería mu- 
chedumbre sin cuento , y cada dia iban disminuyendo y 
apocando. Habia entre los cercados un caballero anda- 
luz llamado Abdala ben Humusqui que era capitán de 
cien hombres de Andalucía , y era de las compañías del 
caudillo Abu Ishak , y como estuviese un dia en palacio 
delante del rey con otros capitanes y caudillos hablando 
de las cosas de la guerra y de salidas contra los enemigos, 
dijo al rey : Señor , ninguna cosa nos hace mas desprecia- 
bles á los ojos del enemigo que el estamos encerrados 
detras de los muros de la ciudad. Rióse el rey de su dicho, 
y le pareció que aquel mozo no conocia la necesidad de 
ciefenderse de aquella manera, habiendo sido ya vencidos 
tantas veces en campo , y el caudillo Abu Muhamad que 
también tuvo por leve su razón le dijo con sonrisa: piensa 
el capitán Abu Abdala que pelear con los almohades es 
pelear con Jos cristianos? y dijo el andaluz , ya conozco 
el modo de pelear los unos y los otros, y también he acau- 
dillado yo á los masamudes que ahora son nuestros con- 
trarios, y en verdad que si seguimos haciendo como has- 
ta ahora adelantaremos muy poco. Escójase los tiradores 
que muchos hay entre los nuestros de gran destreza, y 
no sean muchos que se estorban unos á otros, y estos ven- 
gan puestos entre gente escogida de á caballo , ^e si 
como os ruego me concedéis , yo saldré con trescientos 
andaluces y número de buenos tiradores, y se verá la ra- 
zón que tengo. Dióle el rey licencia y escobo ts^í^^^^^^^ 



Si 

caballeros , y como hubiese visto que los enemigos usaban 
de lanzas muy largas con las cuales h^rkm de mas lejos, 
mandó á los suyos acortarlas , y que no tuviesen mas de 
á seis codos de largo cada una. Asi dispuesta su gente 
salió c(*ntra los enemigos antes del alba, y no bien entra- 
do el dia acometiólos en su campo y peleó con ellos de- 
manera que los arredró y acorraló en sus tiendas, y antes 
del mediodia volvieron los suyos con trescientas cabezas 
de almohades á la ciudad , azaña que fué muy aplaudida 
y puso ómmo en los corazones de los cercados. Viendo 
el rey Aly y sus caudillos que sus enemigos no eran in- 
vencibles , mandó apercibir la gente para salir todos á 
dar batalla á los almohades. Encargó la salida al jeque 
Abu Muhamad ben Bannadin > y al otro dia de mañana 
salió con buen ejército y acometió álos enemigos: la pe- 
lea fué brava y cruel , y los almorávides se hubieron de 
manera aquel dia que rompieron y desbarataron á los al- 
mohades , atrepellaron sus pabellones y llenaron de con- 
fusión, desorden y espanto el campo enemigo, y quedaron 
muertos cuarenta mil masamudes que apenas se salvaron 
cuatrocientos hombres de á pié y de á caballo. Aquel 
terrible dia murió el caudillo de los almohades el jeque 
Abu Muhamad Bajir que era de los decenviros del Me- 
hedi , y no hubiera quedado hombre á vida de su nume- 
rosa hueste sin el amparo del esforzado y sabio caudillo 
Abdelmumen que mostró en este dia un valor heroico y la 
constancia mas admirable» y procuró retirar en orden las 
reliquias de su ejército. Siguieron los almorávides el al- 
cance hasta Agmát : en la sangrienta retirada murieron 
otros cinco decenviros peleando como leones acosados de 
la tropa de ardientes cazadores. £1 Mehedi cuando recK- 
bió la nueva de esta espantosa derrota, como si no cui- 
dara de lo que le decían les preguntó ¿ pero no ha muer- 
to Abdelmumen? y como le respondiesen (|ue no, dijo: 
pues él vive , todavía permanece nuentro imperio. Sin 



23 

embargo se notó en él gran pesadumbre viendo llegar ro- 
tas y destrozadas aquellas tropas tantas veces vencedo- 
ras de sus enemigos' , y esta pena acrecentó su enferme- 
dad , y en mucho tiempo no salió de Tinmál su 
gente de guerra. Fué la derrota el año 519 : en 14Si5 
esta ocasión volvieron á la obediencia del rey las 
cabilas de Hinteta, Ganfysa, Hezama y otras que se ha- 
bían rebelado. 

CAPÍTULO XXIX. 

BI<fTRA]>4 DE BEN RADMIR EN ANDALUCÍA. 

Con estas guerras y levantamientos de África el rey 
Aly no habia podido atender á las cosas de España y en 
ella sos caudillos hacian la guerra en las fronte- 
ras con varia suerte, cuando venido el ano 519 1125 
Ileso á Marruecos el cadilcodá de Andalucía Abúl 
Belit ben Ruxd, persona de tanta autoridad que por honr 
rarle como merecía salió el rey Aly á recibirle. Era la 
causa de su venida un negocio de suma importancia para 
ef estado y defensa de Andalucía. Trató con el rey acerca 
de esto y le dio á entender cómo los cristianos que mora- 
ban libres como vasallos entre los muslimes tenían inte- 
ligencias con los cristianos enemigos, les comunicaban el 
estado de la tierra , la disposición de las fortalezas, y ade- 
mas los solicitaban á entrar y hacer daño á los fieles^ 
faltando á lo que debían como vasallos y quebrantando 
sus juramentos , y que no solamente trataban con ellos 
de secreto, sino que también en los lances de algaras y 
correrías les ayudaban y servían de guias y aoalides. 
Cuando el rey Aly oyó esto fué muy maravillado, y con- 
siderada la gravedad del caso consultó con sus wasi— 
res , alimes y jeques , lo que convendría que se hiciese 
para atajar el trato de los cristianos muhahidines con los 



34 

cristianos enemigos, y evitar los males y daños que de es- 
to resultaban. La resolución que el rey Aly tomó por 
consejo de sus alimes fué que se escribiese á los walies 
de todas las ciudades y fortalezas de Andalucía , para 
que con secreto y diligencia sacasen á los cristianos de 
las frontefas, y los metiesen en lo interior de Andalucía , 
y que los dispersasen entre los muslimes de. ella, y los que 
estuviese probado que incitaban y llamaban á los cristia- 
nos para que entrasen la tierra, ó se sospechase que ha- 
bian ayudado en ocasiones á los de su ley, que á estos 
se les echase de toda Andalucía, y se les enviase á Áfri- 
ca, obligándoles á venderé dejar sus posesiones y hacien- 
das que tenian en Andalucía, para que así les fuese for- 
zoso vivir y permanecer en África, ó en aquella ^rte 
que se les señalase: y luego fué esta orden cumplida, y 
pasaron muchos cristianos muhahidines á los confines^ de 
Mikenesas , Sale , y otras comarcas : y de estos muchos 
murieron con la mudanza del clima y aire de África. Fué 
la ocasión de esta novedad la entrada que hizo Aben Rad- 
mir de Aragón en tierra de Andalucía, que no pudiera 
haber hecho si los muhahidines no le hubiesen ayudado 
y llamado en su favor , ofreciéndole que fácilmente se 
apoderaria de toda la tierra. Esto pasó de esta manera. 
Los muhahidines de tierra de Granada enviaron sus car- 
tas de secreto al rey Aben Radmir, rogándole que quisie- 
se ir en su favor, y que le harian dueño de aquellas tierras 
ásperas, y de la costa de Granada. Pusieron en esto gran 
diligencia ; pero el rey Aben Radmir , ó por no tener á 
punto sus cosas , ó por dudar de la fé de aquellos traido- 
res muhahidines, no concedió por entonces aquella entra« 
da. Como ellos viesen su descon6anza y falta de resolu- 
ción acrecentaron sus promesas , facilitaron medios , y 
concertaron servirle públicamente con doce mil hombres 
escogidos y valientes , y que entendiese que estos eran 
todos conocidos y vecinos de pocas ciudades ; pero que 



a» 

si se determinaba , que muchos millares de ellos espar- 
cidos entre los pueblos de Andalucía alzarían cabeza luen- 
go que 80 viesen auxiliados de un poderoso ejército , y 
todos juntos le ayudarían á enseñorearse do tan ricas y 
fértiles tierras : y le hicieron una larga y curiosa descrip- 
ción del pais, de sus montes, valles, ríos y fuentes, de su 
abundancia de frutas y hortalizas , herbosos pastos para 
ganados , y la copia de caza y Qves que producia ; sin 
omitir la hermosa situación de la ciudad de Granada, 
la fortaleza de su alcazaba , y lo principal de todo, el 
ánimo y conformidad de los muhahidines de ella para 
ayudarle á conquistarla, y desde ella hacerle dueño de 
otras muchas fortalezas , pues Granada era el alcázar y 
defensa de aquella tierra bienaventurada. 

Tanto incitaron estas promesas y negociaciones el áni- 
mo de Aben Radmir que determinó la entrada. Allegó sus 
gentes , y escogió cuatro mil caballeros que se juramen- 
taron do seguir su pendón y nunca volver la espalda al 
enemigo , y de morir ó vencer. Salió Abend Radmir con 
su gente , y fué por Zaragoza ocultando en ella su reso- 
lución á los muslimes , partió de ella en el On de 
la luna de xaban del año 51 9, y pasó por Valen- 1 1 25 
cia en donde era wali el jeque Abu Muhamad 
Vedar ben Birca , con una buena guarnición do almorá- 
vides, y Aben Radmir la combatió algunos dias , y sin 
hacer cosa de provecho habiendo corrido la tierra levan- 
tó su campo , y luego vinieron á juntársele muchos 
muhahidines , cosa que le animó á pasar adelante , y 
estos traidores lo servían de guías, ó adalides en los ca- 
minos, avisándole donde convonia entrar y hacer daño 
y de donde era bien guardarse. Llegó por Jecira Jucar , 
y combatió la fortaleza algunos dias ; pero no la pudo 
entrar , y perdió harta gente de sus cruzados. Llegó á 
á Denia y la dio un fuerte combate en la pascua de Al- 
fitra , salida de ramazan , y después de algunos inútil^?. 



26 

rebatos y escaramuzas con los de Denia, pasó por el Kax 
de Játiva , corrió hasta lo de Murcia , pasó por Wadil- 
mansera , y lle^ó á Burjana , después dió vuelta á pasar 
por Na liar Tajilla , y en estas algaras se detuvo ocho 
dias. Partió desde allí á Medina Baza , y la cercó pare- 
ciéndole que seria fácil cosa el entrarla , porque estaba 
sin muros ; pero sus vecinos la defendieron con tanto va- 
lor que le fué forzoso desistir de su empeño , después de 
haber padecido harto daño en su gente. Llegó á Badia- 
za el primer jiuma de la luna de dylcada , y dió fuertes 
combates á la fortaleza por la Almicabira ; pero perdió el 
tiempo y alguna jente : así que habiéndose ocupado allí 
hasta el lunes siguiente pasó á un pueblo llamado Seri— 
da (1) al otro día ; y dispuso emboscadas para atraer á 
ellas á los vecinos : pero como estuviesen avisados fué 
inútil su diligencia que no salieron del lugar, ni los cris- 
trianos se atrevieron á entrarle. El miércoles pasó á otro 
lugar llamado Gayana que combatió con mucha esperan- 
za de entrarle , porque allí fueron llegando muchos mu- 
hahidines traidores , tanto que apenas quedó uno en to- 
da la comarca que no se descubriese , y no viniese con 
sus armas y caballo á juntarse con el rey Abed Radmir 
y como vio que su hueste se acrecentaba cada dia con 
nuevas tropas , se detuvo en Gayana como un mes , ( así 
lo dice el autor de la Baryelivo (2) ) y que entonces se 
vieron claramente las tramas y secretos tratos de los 
cristianos andaluces , en especial de los de tierra de 
Granada. El walí de aquella ciudad puso mucha dili- 
gencia en asegurarlos ; pero como entendió que eran en 
gran número suspendió el encarcelarlos por no alboro- 
tarlos mas', y que procediesen con mayor osadía en dar 
favor y ayudar á los de su ley ; y se contentó con sus 

ri) Sinda. 

(%) Claridad del relámpago. 



Í7 

falsas promesas de fidelidad aunque no las creía , y aten- 
dió á fortificar la ciudad y disponer cuanto era conve- 
niente para su defensa ; pues bien veía que era necesa- 
rio guardarse mas de los muhahidines que de los cris- 
tianos de Aben Radmir. Por todas partes acudían los 
traidores al ejército de los cristianos. 

Era walí de Andalucía entonces Abu Tahir Temim 
hermano del rey Aly , el cual tenia su corte en Grana- 
da ; pero había pasado poco antes á África para ayu- 
dar con su consejo á la gerra que traía su hermano con- 
tra el Mehedí , y como entendiese el peligroso estado de 
las cosas de Andalucía , pasó á ella con buen socorro de 

§ente de caballería : así aue, en esta ocasión tenia un po- 
eroso ejército en Granada, y dispuso que Temim se acam- 
pase á los contornos de la ciudad, la cual quedaba en medio 
como el centro de un círculo. Pasó Aben Radmir con sus 
gentes que ya eran muchas desde Cayana, y asentó su cam- 
po en la aldea de Degma cerca de Granada. Tenia mas de 
cincuenta mil hombres, la mayor parte de caballería, de 
manera que este poderoso ejército llefló de espanto á los de 
la ciudad, que no se tenían por seguros aunque sabían las 
fuerzas y ejército que estaba en su defensa. En todas las 
mezquitas se hizo la azala del temor (1) , y la gente 
acudía mas á las armas que ala oración. Tanto que la 
azala del miedo se hizo entonces en Granada , hasta el 
día de 14 Annaheri, ó pascua de víctimas, que llaman 
pascua de carneros. Luego movió su campo Aben Rad- 
mir , y se puso sobre el rio Ferdux , luego desde allí á 
la alquería de Muzabeca , y desde allí fué á poner su 
campo á la alauería de Nibel , y estando en este lugar 
vinieron graneles lluvias y nieves , que no pudo hacer co- 

(1) La azala de temor es en ocasiones de miedo , que 
cumplen con abreviar las postraciones y ceremonias» y se 
asiste menos á la mezquita, ó no 'se asiste 6 ella, y se 
asiste con armas y sangre , como se puede. 



28 

sa de provecho , y hubiera perecido con toda su gente sí 
los mohahidines no los hubieran acudido con la provisio- 
nes necesarias. Allí estuvo diez y siete dias incomodado 
de los campeadores almorávides , que no cesaban de in- 
quietar su campo con espolonadas y rebatos. Con esto per- 
dió la esperanza de entrar en Granada, y vio que era te- 
meraria resolución, y mal fundada persuacion la de los mu- 
hahidines, y se propuso satisfacer solo su codicia, y robar y 
hacer daño en la tierra que no podia conquistar. Levantó 
pues su campo, y fué á la alquería de Mersana hacia Venix, 
de allí partió á Zequía en la tarde á Alcalá Yahsebi, de 
esta pasó á la Aldea de Luc , luego sin detenerse pasó 
por Vezjana ^ luego á lo de Vecira , y después á Cabra y 
á Alixena , siempre seguido de los campeadores almorá- 
vides que no los dejaba una hora de reposo , haciendo 
espolonadas y rebatos en su retaguardia , y en ocasiones 
trabando escaramuzas muy sangrientas en los valles , 
acometiendo á diversas partes de los costados de su gen- 
te , en términos que no podian perder su ordenanza , ni 
salir á correr la tierra , sino el mal y daño que hacían 
por donde pasaban que no era poco. Como llegasen de 
esta manera cerca de Lyrena , los muslimes deseosos de 
pelear en batalla campal con los cristianos , concerta- 
ron el acometer á la hora del alba á los cristianos que 
iban en la delantera , y fué tanto su ímpetu que los ar- 
rollaron y desbarataron , abandonando sus bagajes y apa- 
rato de toda la hueste; cebáronse los muslimes en la pre- 
sa y despojos creyendo que ya estaban vencidos y des- 
baratados todos los cristianos ; Aben Radmir avisado de 
los fugitivos de su vanguardia ordenó su gente , y aco- 
metió de improviso con cuatro batallas de caballería á 
los desordenados vencedores , y matando niuchos do ellos 
los puso en fuga y los persiguió hasta la venida de la no- 
che. Murieron muchos nobles mu»linie>i en oüt» tmiulla , 
procurando esforzar á los 8uyo« y reuninuuiuii y ii aorloM 



29 

a la batalla , y hubiera sido mayor la matanza si la lle- 
gada de las almafallas de Aben Radmir no hubiera sido 
ya á media tarde. Los muslimes perdieron sus bagajes y 
aparato , y se recompensaron bienr ios cristianos ae la 
pérdida y desbalijamiento del suyo. Desde aquí siguió el 
rey Aben Radmir , como hacia el mediterráneo , y siem- 
pre seguido de los almorávides , que ya no se atrevian á 
cortarle el paso que fué abriendo y cortando toda aque- 
lla tierra. Al pasar el rio de Motril por aquellas profun- 
das angostura? y cenagosos vados , dijo Aben Radmir á 
los que les acompañaban de sus mas nobjes caballeros 
en lengua cristianesca : ¡ oh qué gentil sepultura esta si 
hubiese quien desde lo alto nos echase tierra encima i 
Desde aquí se inclinó la vuelta de Velad, y allí en la pla- 
ya del mar hizo labrar una barquilla , de que se valió pa- 
ra pescar allí , como, para cumplir un voto que tenia ne- 
cho de llegar con su gente de guerra á la costa de Gra- 
nada atravesando la tierra, y comer allí de la pesca que 
hiciese en la misma costa , ó tal vez para dejar esto que 
contar como si fuera acción muy gloriosa. Después nvo- 
vió su campo y subió hacia Granada , y asentó sus rea- 
les en la alqueria deDilar; desde esta á la de Emidam, y en 
esta mansión hubo aleunas escaramuzas entre los campea- 
dores almorávides y los de su campo. Luego pasados dos 
dias entró en la vega de Granada, y acampó en la fuente de 
la Teja, donde los almorávides no daban una hora de re- 
poso á los cristianos , tanto que le fué necesario atrin- 
cherarse y fortificar su real para que no lo entrasen los 
campeadores , ó por el temor de estar tan cerca de la 
ciudad, donde saoiaque no faltaba gente de guerra , para 
no padecer algún imprevisto desmán. Desde aquí levantó 
su campo h^cia las Alburagilát, pasó á Lagon, y después 
por Guadiaxi , y aquí encontró part« de sus gentes que 
dejó en una fortaleza , y siguiendo á la parte oriental de 
España , pasó por donde había venido por tiecc^<isi^>^^-- 



30 

ria y Játiva ; que hasta este lugar le siguieron los almo- 
rávides sin perder de vista, para evitar que los suyos 
hiciesen correrías y talas en la tierra, y evitando también 
con no menor cuidado el empeñar batalla con su gente. 
Dícese que antes de llegar á su tierra perdió mucha 
gente , porque de los trabajos y fatiea del largo camino 
enfermaron , y se levantó peste en Tos suyos , y viendo 
que la mortandad crecia se dio gran prisa á volver á su 
tierra. Y en verdad , dice el autor del relámpago , que 
podia vanagloriarse Aben Radmir de su atrevida em- 
presa , si bien es cierto que en todo aquel trabajoso y 
temerario camino no hizo cosa de provecho , sino que- 
mar algunas alquerías , y auyeutar á los miserables mo- 
radores de ellas, pues no entró ni tomó pueblo cercado 
chico ni grande , de manera que parece que hizo aque- 
lla entrada solamente contra rústicos y pastores de al- 
querías , aldeas, casas de campo y cortijos. Dice tam- 
bién que estuvo el rey Aben Radmir en esta jornada 
quince meses, y que fué para los muslimes mas de prove- 
cho quede daño, pues manifestó claramente los enemigos 
que tenían en sus mismo pueblos , y les avisó para que 
se guardasen de traidores. 

A causa de esto fué la ida del cadí Abul Belut ben Ra- 
xid á África , para consultar con el rey Aly cómo se ata- 
jasen estos males que amenazaban á los muslimes de Es- 
paña ; asimismo hizo presente al rey que sena bueno qui- 
tar el reino al rey de Zaragoza , porque no habia defendido 
aquella ciudad , y en especial por estar confederado con 
los cristianos , que enviaba sus dádivas al rey Aben Rad- 
inir , y que de esta amistad podia redundar mucho daño á 
los muslimes de España. No pareció mal este consejo al 
rey Aly , y dijo : que siendo como era confederado de los 
cristianos debía perder el reino : asi que , sin dilación dio 
orden para que el caudillo A bu Bekir ben Tefelit entrase 
connn ouen ejército , y ocupase los estados del rey Aben 
Hút de Zaragoza , á nombre del rey Aly ben Juzof. 



31 

' CAPÍTULO XXX. 

V1£NE Á ESPAÑA TAXFIN HIJO DE JUZEF. SUS VICTORIAS. 

OTRAS DB LOS ALMOHADES EN ÁFRICA , Y MUERTE 

NATURAL DE SU JEFE. 

Gomo entendiese el rey Aben Hút la determinación del 
rey Aly, y como estaba resuelta espedicion contra él , es- 
cribió al rey Aly una carta que decía en sustancia : « Bien 
sabes , señor , que mi padre Almustain Bila escribió al rey 
de los muslimes tu padre Juzef Aben Taxfin rogándole que 
le consintiese en posesión de sus estados , y quisiese tener 
paz y amistad con él para ayudarse reciprocamente contra 
sus comunes enemigos , y por sus avenencias quedaron 
confederados, y nuestros mayores lograron no tener guer- 
ra entre sí , y disfrutar de los bienes y luz resplandeciente 
do la paz y del buen consejo que resplandece y alegra los 
corazones de los pueblos. As( hemos gozado de la paz y de 
la seguridad hasta ahora de parte tuya ; pero desde que 
en estas tierras han acaecido no sé qué desgracias cuyo 
principio y ocasión ó le ignoro , ó ha consistido en que 
malos consejeros han estorbado tus buenas intenciones; 
desde este tiempo, señor, sopla en esta tierra un viente- 
cilio , ó por decir mejor , un uracan y tempestuoso tor- 
bellino que nos atropella y derriba. No será justo , que nos 
prives de nuestras tierras y estados cuando siempre hemos 
guardado la amistad sin haber faltado á ella ni por pensa- 
miento, y esto en medio del abandono aunque involuntario 
en que nos hallábamos , y seria cierto tenemos por gente 
vil y despreciable si dejásemos ocupar nuestras ciudades 
sin razón. No permita Dios que vengamos á este rompi- 
miento y á causarnos males y daños que celebrarán nues- 
tros comunes enemigos ; y pues hasta ahora hemos man- 
tenido en público y en secreto la amistad de xxsNSb^^^'fe '*^- 



S3 

lepasados , no des lugar , por malas intenciones ó igno- 
rancia de consejeros , á que esta buena armonía se rompa, 
que Dios altísimo que penetra los secretos de los corazones 
sabe mi buena voluntad y pura intención : nadie puede 
estorbar lo que Dios tiene determinado , pero llegará el 
dia en que aparecerá claro el causador injusto de los ma- 
les y estragos de la guerra , y Dios es el juez y juslo juz- 
gador de los que hacen el mal , y de los que ocasionan las 
desavenencias y discordias entre nosotros : vuelvo á decir 
que Dios es el justo juez. Salud. » 

Cuando llegó á manos del rey Aly esta carta de Abu 
Meruan Aben Hud mudó de parecer y escribió á su caudi- 
llo Abu Bekir Aben Tefelit que no pasase contra las tier- 
ras del rey de Zaragoza. En este tiempo se ocupaba el rey 
Aly en fortificar la ciudad de Marruecos , y la cercó toda 
de fuertes y bien torreados muros , cuya fábrica se 
principió en la luna de jiumada del año 520 , y se 1 Í2l6 
emplearon en ella setenta mil mitcales de oro , y 
se fiizo de lodo punto aquella hermosa y durable fábrica en 
ocho meses , de suerte que quedó acabada y perfecta y 
una de las mas hermosas del mundo : edificó asimismo la 
mezquita mayor con su excelsa torre y alminara. 

En este año de 5^0 falleció en Andalucía Abu Tahir 
Temim hermano del rey Aly y su naib en España. Sin- 
tió mucho el rey la falta do su hermano , que lué siempre 
su consuelo en sus mayores cuidados , y en quien descan- 
saba el peso del gobierno de todas las provincias de España. 
Murió en Granada y en ella fué enterrado con mucha honra , 
y envió el rey en su lugar á España á su hijo Taxfin que 
pasó á ella con cinco mil caballos almoravidfes , y congre- 
gadas las tropas de Andalucía pasó el Amir Taxfin á tier- 
ra de Toledo y corrió sus campos , y entró por fuerza d» 
armas la fortaleza de llacena , y taló toda su comarca. Loi 
cristianos allegaron numerosas huestes en Galicia y Castilla . 
ayudando á sus rovos todos los nobles de los c^¡^l¡cUlos, ' 



33 

concertaron de fiacer entrada en tierra de Algarbe. Cuan- 
do tuvieron junta su gente que eran muchos millares , los 
caudillos cristianos quisieron entrar por la tierra de Mé— 
rida , y llevábanlo todo á sangre y fuego , quemando los 
pueblos , matando las gentes y robando los ganados. 
Acudió Taxíin con sus almorávides para amparar la tierra, 
y llegando á comarcas de Badajoz se encontraron los dos 
ejércitos , no lejos del célebre campo de Zalaca , donde 
su abuelo habia antes vencido á los cristianos. Cuando es- 
tuvieron uDosá vista de otros ordenó Taxfin sus haces con 
mucha destreza , que aunque era muy mozo tenia en esto 
mucha diligencia. Repartió su caballería y tiradores en 
batallas muy bien dispuestas y compartidas , y en la al- 
mafalla principal se puso él mismo con los jeques y cau- 
dillos pnncipales. Llevaban muy hermosas banderas enas- 
tadas , las de los almorávides blancas con le ile Alá , le 
gcUidüe Alá, Las dos alas de batalla la formaban los an- 
daluces, la derecha con banderas coloradas con varias fí- 
{;uras muy elegantes , y los zenetes y haximes y gente de 
os presidio» en la izquierda con banderas de colores, y con 
mucho estruendo de trompetas y atambores se principiaron 
á mover los dos ejércitos , y con terrible ímpetu y gritería 
se trabaron en reñida y sangrienta batalla. Pelearon gran 
parte del dia con suerte igual ; pero á la hora de adofiar 
principiaron á ceder los cristianos. Corría Taxíin á todas 
partes exhortando á los suyos , y peleando por su persona 
con admirable valor. Conocieron su ventaja los muslimes 
y proclamaron victoria , con lo cual decayeron de ánimo 
los cristianos , y los muslimes con mayor esfuerzo cargaron 
sobre ellos hasta que los echaron del campo , que entonces 
volvieron la espalda y huyeron con mucho desorden, de- 
jando aquel campo cubierto de cadáveres para pasto de 
aves y fieras. Siguieron los muslimes el alcance hasta la 
venida de la noche. Fué esta terrible batalla en Fohos As- 
sebáb , y volvió Taxfin muy contento á Córdoba x <ismb>\Ki 



3i 
¿ SU padro este venturoso suceso , que fué en el 
año 520. ii^e 

Poco tiempo después volvieron los cristianos 
á entrar la tierra con poderosa hueste hacia los montes del 
Caraz haciendo cruel estrago en pueblos y robos de ga- 
nados j que las gentes huían atemorizadas á las fragosi- 
dades de las sierras. Cuando Taxfín tuvo noticia de esto , 
juntó sus caudillos y les preguntó qué ánimo tenian , si 
pensaban salir contra los enemigos y amparar la frontera? 
y le respondieron los jeques : Señor , ó el reino es nuestro, 
ó pensamos abandonarlo á los cristianos : si es nuesCro 
deoemos tratar de defenderlo , y no cuidar de los peligros 
ni dificultades que para esto puedan ofrecerse , y si pen- 
samos abandonarlo en verdad que Dios os pedirá cuenta. 
Asimismo consultó á los andaluces porque la jomada era 
de mucho peligro , y le respondieron : de tanto mérito es 
esta guerra que quisiéramos que nos enviaras solos para 
que nadie tuviera parte en nuestra gloria. Quiso también 
saber la voluntad , ánimo y disposición de los zenetes y 
haximes , y estos le respondieron : Señor , á las armas: lo 
que te rogamos es que si por fortuna muriésemos en la ba- 
talla que cuides y mires como padre á nuestros hijos huér- 
fanos. Viendo la buena disposición de su gente les dio á to- 
dos gracias , y aplaudió su buen celo y les aseguró que no 
esperaba menos que una victoria donosa para los musli- 
mes. Salió con sus huestes , y conducidas de sus caudillos, 
y avisadas de los adalides y espías fueron á.buscar á los 
enemigos. Trataban estos de fortificarse en Gebel el Cazar, 
y subiendo la caballería de los muslimes con mucho traba- 
jo á lo alto trabaron sangrienta batalla con los cristia- 
nos , que no pudieron mantenerse mucho tiempo en sus 
ordenanzas , y principiaron á huir por aquellas ásperas 
cuestas , y cayendo precipitados por las peñas , los mus- 
limes siguieron el alcance ; pero la fragosidad de la tierra 
estorbó el hacer en ellos mayor matanza. Abandonaron los 



35 

cristianos sus bagajes , tiendas , presas de ganados y cau- 
tivos y se rompieron las cadenas de millares de muslimes 
que estaban ensartados de cincuenta en cincuenta. De re- 
sultas de esta insigne victoria recobró Taxfin treinta cas- 
tillos de los buenos de España y escribió á su padre esta 
venturosa espedicion. 

En África , pasados tres años en quietud porque el Me- 
hedi no se sintió' con fuerzas para salir de Tinmal y de lo 
alto de sus sierras , volvió á encerderse la guerra con 
nuevo furor. Nombró el Mehedi á Abdelmumen Imam de 
Azala , y le envió con treinta mil hombres á correr la tier- 
ra de Marruecos , volvieron á su obediencia lascabilas de 
Ilinteta , Ganfysa , Hezama y otras berberíes , y acrecen- 
tada su hueste entró en cercanías de Agmát : salióle allí 
al encuentro el Amir Abu Bekir hijo del rey Aly con nume- 
rosas tropas de las tribus Lamtuna , Zanhaga , Haxima y 
otras almorávides , y hubo entre ellos grandes batallas y 
sangrientas escaramuzas por ocho dias , y alün ayudó Dios 
á los almohades , y Abdelmumem rompió y deshizo á los 
almorávides , y siguieron su alcance despedazándolos por 
aquellos campos , hasta encerrar en Marruecos las reli- 
quias del vencido ejército. Tres dias estuvo Abdelmumen 
sobre Marruecos , que después levantó su campo y se vol- 
vió á Tinmal : fué esta venturosa jornada de Ab- 
delmumen en la luna de regeb del año 524. Cuan- 1 i 30 
do los vencedores almohades tornaban á Tinmal 
salió á recibirlos el Mehedi informándose de sus hazañas y 
conquistas , y. después de haber alabado mucho su valor y 
constancia les dijo , que se juntasen todos los del pueblo en 
la mezquita , y plaza pública que tenia que despedirse de 
ellos. Todos fueron muy maravillados de esta resolución 
porque no podian persuadirse que pensase dejarlos : otros 
tomaron gran cuiaado viendo como habia crecido su en- 
fermedad , y recelaban que la despedida fuese para el 
otro mundo. Congregado todo el el pueblo vino elMaW- 



30 

di y les predicó exortándolos á que creyesen en un dolo 
Dios , que esta es obligación de toda criatura desde que 
tiene uso de razón , que le amasen de toda buena volun- 
tad y con todo su corazón , que pidiesen al señor todos 
los dias que les ayudase á guardar su fé por su misericor- 
dia , y dijesen: O Señor A lá , el mas misericordioso de los 
misericordiosos , tú sabes nuestros pecados , perdónalos; 
tú sabes nuestras necesidades , cúmplelas ; tú conoces 
nuestros enemigos ; aparta de nosotros el mal que pueden 
hacernos , y basta contigo pues eres Señor nuestro , basta 
contigo pues eres nuestro amparo y nuestro criador. Y 
después de otras amonestaciones y buenos consejos les 
dijo como se despedia de ellos para la eternidad , que él 
debia morir muy presto. Todos lloraron al oir estas pala- 
bras con amargas lágrimas , y él los consoló y dijo , que se 
conformasen con la voluntad de Dios , que todo lo dispone 
para mayor bien de sus criaturas , y con esto los despidió 
muy tristes. Luego se fué agravando su enfermedad hasta 

?ue pasó á la misericordia de Dios dia jueves 25 
i ) de ramazan del año 524. Dícese que le avisó 1 1 30 
su muerte un personaje desconocido veinte y ocho 
dias antes , y durante su enfermedad hacia Abdemumeo 
oración pública por él. Guando conoció que su muerte se 
acercaba llamó á su wisir Abdelmumen y le hizo diferen- 
tes encargos , le dio el libro Algefer que él habia recibido 
del Imam Abu Hamid Algazali. Asimismo le encomendó 
lo tocante á su funeral y á su mprtaja , y le previno que le 
lavase por sus manos , y que no le pusiese vestidos en la 
sepultura , y que hiciese por él la azala. Encargóle también 
que ocultase su fallecimiento algunos dias hasta que ha- 
oíase al pueblo de parte suya , y todo se hizo y cumplió 
como habia mandado. Lloráronle todos , y mucho masque 
todos Abdelmumen ; pues habia vivido tanto tiempo en 

( 1 ) Dice Yahye lunes catorce. 



37 

8Q compañia , desde que muy mancebillo todavía andaba 
á la escuela en Tahara , aldea de Hanciz , adonde le en- 
viaba su padre Aly ben Yali ben Meruan á la mezquita á 
aprender á leer ; y cuando después volvió de oriente el 
Mehedi , y le encontró con su tio , por ciertas señales que 
notó en él de talento y buena disposición le tomó por su 
wisir , y fué siempre la personado su confianza i asi que, 
dio mayores muestras de su profundo sentimiento : ñié la 
hora del alba cuando espiró. Su forma era de mediana es- 
tatura , caritostado , color aceitunado , barbilampiño , ca- 
bello negro , ojos hermosos , austero y cruel, derramador 
de sangre humana , así de los enemigos como de sus pro- 
pios vasallos : usaba el enterrar vivos á los que queria ma- 
tar con crueldad : en las batallas animaba su gente para 
pelear diciéndoles: a oh Almohades vosotros sois el ejército 
de Dios y los defensores de su ley y de su verdad , y si 
quedáis muertos en el campo de batalla conseguiréis pre- 
mios deliciosos j tales que ni vieron ojos , ni oyeron oidQ0, 
ni cabe ea corazón humano. » Propuso á los suyos una sen- 
cilla esposicion de fé , y muy fácil práctica de azala sin ar- 
rakeas ó postraciones , de manera que podian hacerla ca- 
minando y peleando para no perder tiempo. 

CAPÍTULO XXXI. 

OBÍGEN DE EL HEHBDI. ELECCIÓN VB ABDELMUMEN. 

Abu Aly ben Raxid cuenta su descendencia desde 
Abu Talib tio del profeta. También la trae Aben Cat- 
ham , y después la abrevió Abu Meruan hijo del autor 
del Salat , y dice que su nombre propio fué Muhamad , 
que de sobrenombre se llamó Abu Abdalá , que á su 
padre llamaban los berberíes Thumury también Enigar, 
y por mote le decian Asifu , que en lengua berberí quie- 
re decir luz , porque acostumbraba su padre dsMt Wu ^ 

Tomo ITÍ. '^ 



38 

encenderla en la mezquita : que el Mehedi no tomó este 
nombre hasta que principió á levantar los pueblos con sa 
predicación y nuevas doctrinas , y cuando ya le seguía 
mucha gente, y le obedecia como á Señor. Aben Cutham 
tratando del origen y cosas de Mehedi dice : que salió de 
Herga, pueblo de donde era natural, que está en 
Suz Alakja, y pasó á Andalucía en el ano 500 1107 
para estudiar ciencias en Córdoba , que después 
se embarcó en Almería en una nave que pasaba á orien- 
te , que allí oyó al Imam Abu Abdala el Hadraoii , 
que en el Cairo oyó al Imam Abúl Walid de Tortosa, y 
en Bagdad oyó al gran filósofo Abu Hamid Algezali, au- 
tor del libro Hitao Ulumi-Edinni , en que enseñó cosas 
contrarias á las opiniones ortodoxas ; libro que condenó 
la Academia de Córdoba después de bien examinadas 
sus doctrinas , y el. que primero las reprobó y llamó he- 
réticas fué el cadí do la aljama de Córdoba Aben Ham- 
din , y fué tanto su celo , que logró con su autoridad 
|ue se declarase por hereje al mismo Algazali : y se 
lió cuenta al rey Aly , que aprobó y autorizó esta conde- 
nación de las obras del filósofo de oriente , y mandó re- 
coger todos los libros que se pudieron hallar en España 
y en África de este sabio , y so quemaron públicamen- 
te , y eso mismo mandó hacer en todos sus reinos con 
rigurosas penas á los que los guardasen y enseñasen sus 
doctrinas , para que no quedase memoria de aquellos 
errores. El autor de Salat cuenta, que era opinión de al- 
gunos, que la ruina de los muslimes de occidente procedió 
de esta condenación de las obras de Algazali, y refiere que 
llegó á Bagdad, en donde enseñaba Algazah, un hombre 
que entró en su escuela sin barba , y con un bonete de 
paño en la cabeza, que luego le miró Algazali fijando en él 
sus ojos . y conociendo que era forastero le saludó, y pre- 
guntó ¿ae qué pais era? y le respondió : de Suz Alaksa 
en tierras de occidente. Y entonces le pregunto : que si 



I 



3í 

no había pasado por Córdoba , la escuela mas célebre de 
todo el mundo? y el forastero le respondió que sí. 
Le preguntó Algazali de algunos doctos ramosos de ella , 
y á vuelta de estas preguntas le dijo : si tenia noticia de 
su libro de resurrección de las ciencias y de la ley? Y 
respondió que sí : y entonces le preguntó ¿ qué se decia 
de aquella obra en Córdoba y demás tierras de poniente? 
á lo cual el forastero no se atrevió á responder , y su ver- 
güenza y encogimiento exitaron mas la curiosidad de Al- 
gazali , y le instó que le dijese con franqueza lo que se 
decia , y cuanto pasaba acerca de su libro. £1 forastero 
le refino como su libro se habia declarado herético , y 
se habia quemado públicamente después de grande exa- 
men y consulta de doctos , por orden del rey -Aly ben 
Juzef , así en Córdoba como en Marruecos , y en Fez y 
en Cairvan , y otras diversas academias de occidente. Al 
oir esto Al^azali se le mudó el color , y tendiendo sus 
manos al cielo , con temblantes labios hizo oración á 
Dios contra los consultores y contra el rey que habia man- 
dado quemar sus libros , y que respondieron todos sus 
discípulos , amen : y cuenta que la oración que hizo cour 
tra el rey , que decía : ; oh Dios mió , despedaza y des- 
truye sus remo como él ha despedazado mis libros , y 
quítale el señorío de ellos I Y que á estas palabras res- 
pondió Abu Abdala el Mehedi , que estaba presente en- 
tre sus discípulos : ruega á Dios , oh Imam, aue por mis 
manos se cumpla tu petición ; y dijo Algazali , así sea, 
Señor Alá, por manos de este. Que poco después par- 
tió Mehedi de Bagdad para venirse á su patria , y traía 
muy en memoria la oración de Algazali , confiando mu- 
cho aue por su medio se habia de destruir el imperio de 
los almorávides en África. Que luego que llegó á Mahe- 
dia principió á predicar y enseñar sus nuevas opiniones, 
y á inquietar los pueblos de aquella tierra , por lo cual 
quiso castigarle Asis ben Nacir : pero no pudo habef:k4. 



40 

las manos , paes avisado de que intentaban prenderle 
huyó á la ciudad de Bugia , donde también predicó y 
causó mucho escándalo : quiso prenderle Aben Hamid 
walí de aquella ciudad , y castigarle por alborotador 
del pueblo , y entonces el Mehedi se ocultó y estuvo har- 
to tiempo escondido , hasta que pudo huir , y pasó á 
Melala, y en ella en una aldea encontró á su discípulo y 
sucesor Abdelmumen. Toda su gente la tenia dividida en 
diez clases : la primera y mas principal era la compañía 
de los diez varones : la segunda el consejo de los cin- 
cuenta varones ; la tercera el consejo del común de 
los setenta : la cuarta era el grado de los alimes y gen- 
te docta : la quinta era de haíizes , ó tradicioneros : la 
sexta era una jerarquía de nobles de su familia : y la 
sétima naturales de Herga su patria : la octava la gen- 
te de Tinmál , la novena la de Ghirniba : la décima la 
gente de guerra de las cahitas Ganfysa , Hintiba y otraB 
así de caballería como ballesteros y peones , que cada 
clase tenia su lugar apartado en las juntas de paz y de 
guerra , en las marchas y acampamentos , sin que se 
pertubara este orden y concierto durante la vida y go- 
bierno del Mehedi , que fué desde que le juraron obe- 
diencia los almohades hasta el dia de su muerte ocho 
años y ocho meses y trece dias, según Yahye. Se le atri- 
buyen ciertos libros, y unos versos en alabanza de su vi- 
sir y sucesor Abdelmumen. 

Los compañeros del Mehedi que eran cuatro los que de 
los diez quedaban, pues los otros seis habian muerto en 
batalla contra los almorávides , convinieron después de 
su muerte ^^n confiar el mando de todos ellos auno solo, 
para que mas fácilmente los gobernase y mantuviese en 
el estado que con tantas fatigas y sangre habian estable- 
cido , á pesar de la potencia del rey de Marruecos : así 
que , hubieron su consejo con los caballeros de las dos 
principales de los cincuenta y de los setenta , y todos 



il 

por común consentimiento eligieron por su rey y señor 
al visir Abdelmumen ben Aly, uno de los cuatro de la 
compañía del Meliedi , y la causa de que en esto no hu- 
biese desavenencias ni discordia consistía asi en las exce- 
lentes virtudes de Abdelmumen , como también por la 
memoria del Mehedi, que como ellos muchas veces bar- 
bián visto honraba y distinguia sobre todos á este Abdel- 
mumen, y engrandecía sus hazañas, y en presencia de to- 
dos habia manifestado las grandes esperanzas que en él 
fundaba , asegurando que mientras viviese Abdelmumen 
nada temia de la suerte de su imperio. Todos pues como 
por divina inspiración le acogieron por su caudillo y sib- 
soluto señor, y le llamaron allí con los augustos títulos de 
califa Amir Amuminin, ó príncipe de los creyentes: y lue- 
go le juraron obediencia los tres compañeros, y después 
ios cincuenta y los setenta y todos los. almohades. 

El abreviador de las historias de África cuenta esta 
elección con arta diferencia, y por ser de tanta autoridad 
entre los árabes no quiero omitir su relación , aunque 
no la estimo tan cierta como la de Yahye. Dice pues: en 
África después de la muerte de Mehedi , que estuvo 
oculta mucho tiempo conforme ordenó el mismo Mehedi, 
ó por industria de su visir Abdelmunen, que este propu- 
so á los del consejo de los diez que le proclamasen por 
sucesor, que asi lo mandaba Mehedi , y que los del con- 
sejo venieron en ello , aunque otros autores dicen que 
no se conformaron , que cada uno pretendía que le decla- 
rasen sucesor del Mehedi , y que hubo entre ellos muchái 
desavenencia , y se dividieron las tribus en bandos, hasta 
aue recelando con razón que estas discordias fuesen causa 
deja ruina del estado se convinieron en la elección de 
Abdelmumen. £1 autor del libro de los principes cuenta 




que padecietOTiVoe» ^\fts5«aoRR.^^s^^ 



42 

SU mal se agravó con aquella pesadumbre , y creció su 
dolencia y murió : que esto lo sabia solamente Abdelmu- 
men que gobernaba como en su nombre, y como si toda- 
vía fuese vivo el Mehedi : que en este tiempo enseñó un 
leoncillo que criaba á que le halagase mucno; y tomó un 
pájaro y le enseñó á decir en arábigo y en berberí estas 
palabras : « Abdelmumen es la defensa y apoyo del es- 
tado, » y como ya tuviese perfecta su enseñanza así 
en el habla del pájaro como en los halagos del león , hizo 
en una ca^a fuera de Tinmál una gran sala y en ella puso 
una columna, y encima de ella colocó la jaula del pája- 
ro , y á esta sala congregó las juntas de los varones, prin- 
cipales jeques almohades, y en medio de la sala en lugar 
acomodado encerró el león. Guando la gente y ayunta- 
miento estuvo congregado en la sala , subió Abdelmu- 
men al mimbar que estaba en la sala para las arengas, y 
al mismo tiempo servia de jaula secreta al león. Habló 
Abdelmumen , dio gracias á Dios, bendijo al profeta, y 
la buena memoria del Mehedi, é imploró la divina mise- 
ricordia sobre él y sobre ellos , y les anunció su muerte, 
y los consoló de tan grave pérdida , y fué muy grande el 
llanto que todos hicieron , y les dijo : ya el Imam está 
en mas venturoso estado , y solo desea que no haya en- 
tre vosotros discordia ni desavenencia, que no cedamos 
- á nuestras pasiones ni particulares intereses, que seamos 
verdaderos almohades , que convengamos en la elección 
de un califa amir que nos defienda y gobierne para que 
nuestros enemigos no puedan destruir nuestro imperio. 
Galló en esto , y mientras estaban todos en silencio y los 
jeques perplejos y suspensos , el pájaro dijo en claras y 
distintas palabras : auxilio , victoria y poder á nuestro 
señor el califa Abdelmumen príncipe de los fieles, apoyo 
y defensa del imperio. 
Al mismo tiempo alzó Abdelmumen la puerta disimu- 
la de la jaula del león , que luego salió enmedio de la 



43 
sala, del cual todos quedaron muy espantados viendo que 
mostraba sus dientes, se azotaba con jsvl cola, y que sus 
ojos centelleaban como fuego, querían huir y atemoriza- 
dos no podían moverse. Entonces Abdelmumen se pre- 
sentó con mucha serenidad al león , el cual conforme á 
su enseñanza se fué llegando á él humildoso y coleando 
hasta halagarle y lamerle sus manos mansa y apacible- 
mente. Los almohades que esto vieron á una voz le pro- 
clamaron su amir y absoluto señor , diciendo que no se 
podía ni debia esperar mas clara muestra de la voluntad 
de Dios y de su Imán el Mehedi, y le juraron obediencia 
y fidelidad en el mismo día , y aquel león sesuia á Ab- 
delmumen á todas partes, y hasta en la azala Te acompa- 
ñaba , y fué instrumento de la exaltación de un prín- 
cipe que ensalzó después el Islam. Este suceso dio oca- 
sión á excelentes versos de Abi Aly Anas, que decía. 

Fiero leoo con erizado cerro 
Fué tu auxilio para subir al trono: 
Las avecillas con humanas voces 
Pregonan tu virtud, y Amir te llaman: 
Bien mereciste Bimrala llamarte ( i ). 

Fué su jura particular en los consejos el jue- 
ves 1 3 de ramazan del año 5Si4 , y la so- 4 1 30 
lemne y pública dos años después en el dia 
jiuma 20 de rabié primera del año 526, y le juraron 
prímero los cincuenta jeques almohades , y después todo 
el pueblo en la aljama de Tinmál : se celebró la fiesta 
con venturoso agüero , y en aquel dia se obscureció la es- 
trella de la felicidad de los almorávides y los abandonó 
su fortuna : pues este ínclito príncipe consiguió de ellos 
insignes victorias, y se apoderó de sus estados con mucha 

( 1 ) Amir Bimrala , rey por mandado de Di<^%^ ^ \n^ 
la gracia de Dios. 



44 

gloria conquistando toda la tierra de Almagreb y Velad 
África hasta Berca , y toda la tierra de EspaSa, y sus de- 
pendencias , y eñ todos estos climas fué proclamado so- ' 
bre sus almimbares. 

CAPÍTULO XXXII. 

VICTORIA DEL REY ALFONSO SOBRE LOS MUSLIMES. EPÍS- 
TOLA CONSOLATORIA DE ZAGARÍA Á TAXFIN, QUE 
8E LIBRÓ DE LA MUERTE. 

Entre tanto en España continuaba Táxfín la guerra* 
contra los cristianos con varia suerte, y en una reñida y 
peligrosa batalla fué vencido del rey Alfonso de los cris- 
tianos ) que muy pocos almorávides escaparon aquel dia 
de su vengadora espada. Los cristianos se apoderaron del 
real de los muslimes , y el esforzado Taxfin se mantuvo 
con pocos de los suyos sufriendo con admirable constancia 
los mas peligrosos encuentros de la caballería enemiea 
cubierta de hierro y broncineas armas ; que á pesar de 
su valeroso ánimo no le fue posible el restaurar la bata- 
lla y sin atemorizarle el horror de la cruel matanza, ni 
el riesgo de su propia persona se retiró peleando como 
un bravo y herido pardo á quien persigue ardiente tropa 
de cazadores. Con ocasión de esta sangrienta batalla le 
escribió el fakí Abu Zacaría su alcatib una larga casida 
de elegantes versos en que le consuela del vencimiento 
y desgracia de aquel dia , y le dá el parabién de haber 
salido con vida , y pinta la variedad y vicisitudes de la 
fortuna de las armas, sus riesgos y estratagemas con mu- 
chos avisos militares. 



ts 
DE ZACARÍA. 

iilnclit^rey en armas poderoso ! 
¿ Quién de vosotros hay tan denodado 

Y diestro y animoso en los combates, 
Que al enemigo acometer intente 
Con viva fuerza ú cautelosa maña 
Al asomar de la rosada aurora , . 
O en la íiniehla de la obscura noche , 
Sin que pavor ni timidez invada 

Su corazón , cuando á los mas valientes 
De sobresalto y de temor palpita ? 
Los caballeros en la lid sangrienta 
Su valor muestran y ánimo conístante , 

Y heridos y de sangre y polvo llenos , 
El pundonor los vuelve á la batalla, 

Y la siguen en noche triste obscura : 
Obscura no , que el fuego de las armas 

Y el resplandor de los ilustres hechos 
Tornó la noche como clara aurora , 

Y ellos con clara luz respUmdecian : 
Fuego de santo celo los guiaba 

A pelear con las inñeles hazes 
En batalla campal y descubierta , 
O en cauteloso ardid y en emboscadas. 
Solos cuarenta las espaldas vuelven , 

Y en torpe fuga buscan salvamento , 
Por eso de la muerte atropellados 
Fueron dos mil, y mas de mil cayeran 
Sin el amparo de otros campeones , 
Que como montes al encuentro salen , 

Y el ímpetu rechazan del corriente 
Arrebatado del bridan contrario. 
Trábase nueva lid , espesos golpes 



46 
Se multiplican , recio martilleo 
Estremece la tierra, y con las lanzas 
Cortas se envisten , las espadas hieren , 

Y hacen saltar las aceradas piezas - 
De los armados , y al sangriento lago 
Entran como si fuesen los guerreros 
Camellos que la sed ardiente agita , 
Cual si esperasen abrevarse en sangre 
Que á borbollones las heridas brotan , 
Fuentes abiertas con las crudas lanzas. 
Las gotas de la fresca húmida noche 
Que los floridos prados rociaba 
Causan dolor á las sangrientas bocas , 
En ella hambrientos y feroces lobos 
Con los valientes osos combatían. 

Por afirmar sus pies en la pelea 
En la vertida sangre resvcUaban : 
Entre los altos pabellones vienen , 

Y las tiendas traspasan arrojando 
Agudas lanzas que las armas rompen, 

Y con ellas iamhien los fuertes pechos. 
De sangre y confusión llenan el campo , 
Estratagema usada de batalla , 

Que en las batallas el engaño es bueno. 

Ni te parezca , oh rey , que no es loable 

El engañar con arle al enemigo , 

Ni cosa desusada entre la gente. 

Enlodas las batallas hay engaños. 

Cada dia se ven sucesos nuevos 

En las crudas batallas, por destreza 

De animosos caudillos avezados 

A los sangrientos juegos de la muerte. 

Capitanes cual tú los inventaron , 

¡Oh el mas valiente en todos los valientes 

Cuantf'S aquella WKhe te seguían / 



47 
Hoy eres ya mas sabio y esforzado 
QxAe fuiste ayer , y crece cada dia 
En ti el valor , el ánimo y destreza. 
Oye , mi rey , de la experiencia y uso 
La utilidad: en los primeros años 
El que ha de caudUtar cuando mancebo 
En huestes se acostumbre y ejercite 
A mirar los encuentros sin espanto. 
Las contrapuestas haces y el combóte , 
Que oiga sin turbación ni cobardía. 
Aquel clamor confuso y alarido 
De los varones, que el furor de guerra 
Á brava lid incita y arrebata: 
Qi^e no le dé pavor el duro estruendo 
DeHas crujientes y vibradas armas. 
Ni aquel ruido é ímpetu brioso 
De feroces caballos que revuelvan 
A todas partes bravos campeones , 
Que la pelea cruda ardiente incitan 
De polvo y sangre y de sudor cubiertos. 
Lo que decirte quiero , rey, ahora 
Censaos son de guerra, estratagemas 
Que usaron otros grandes capitanes 

Y reyes á las armas inclinados. 
De ánimo como tú wAle y guerrero. 
No por míe yo me precie da caudillo 

Y práctico en batallas los recibas ; 
Sino porque varones muy famosos 

Y diestros en la guerra tos usaron^ 

Y en ocasiones grandes venturosas 
A nuestros fieles fueren de provecho. 
Por eso, rey, te doy estos avisos. 

Tú benigno mi dádiva redbe. 
Procura siempre venturoso cam^y 
En sitio ; espacio , entrados^) satkdos ^ 



48 

Y si temieres el rebaUj y fuerza 

De los contrarios, cerca de honda fosa 
Tu campo todo : si en campaña rasa 
Siguiendo vas al enemi^fo, ú viene 
En tu seguida, los vecinos campos 
Con veloces algaras tala y roba, 

Y destruye sus pueblos y alquerías. 
Finge asonadas falsas y rebatos 

Con buen ardid , de noche muchos fuegos 
Encenderás, y espesas ahumadas 
De dia en atalayas y cdtas cumbres, 
Que el engañar en esto no es dañoso, 

Y es útil dar temor al enemigo, 
Yásus gentes continuo sobresalto . 
Asi pierde osadia, y no persigue 

Y menos adelanta sus algaras. 
Nunca en tus haces desmandada gente 
Quieras llevar, ni traigas á pelea 
Sino la gente buena, fiel y honrada. 
Que espera del valor galardón justo 
De mano de su rey, y en la otra vida 
Del paraíso la delicia eterna. 

Antes que al enemigo des batalla, 
En campo llano dispondrás tu gente 
Escogiendo el mas ancho y escampado, 
O con propio lugar para emboscadas. 
Nunca tu gente en estrechura pongas 
Ni donde falte campo á tus caballos, 
O estorben y atrepellen tus peones , 
En todos cuatro lados fortifica 
Tu hueste, sin dejar la retaguardia. 
En medio es lugar propio del caudillo 
Que dá vigor y movimiento al cuerpo, 
Como hace el corazón al cuerpo humano : 
Los capitanes á la frente enma. 



49 
Qiie son los ojos guias de la hueste, 

Y con ellos la gente denodada 

Y mas valiente y práctica en la guerra. 
Insignias de tu estado conocidas 

No conviene vestir en la batalla, 
Pues basta que los tuyos te conozcan 

Y los que han de llevar tus mandamientos. 
Oculta tu poder al enemigo 

Cuando es mayor, y con ficción le engaña, 

Y recela emboscadas enemigas 

Que el infiel usa mucho de este engaño. 
Al principiar de la cruel pelea 
A espaldas de tu campo nunca tengas 
Raudo rio ú pantano cenagoso, 
Lugares fuertes haya sin peligro. 

Y al retirarte cuida de la zaga. 
La retaguardia cubra düigente 
La retirada en orden y concierto, 

Y en retirada vence al enemigo, 
Que asi lo hicieron nobles capitanes. 
Cuando de tu poder desconfiando 
Recelares del fin de la batalla. 
Procúrala escusar con arte, y nunca 
Muestres temor, y dala por la tarde 

Y en el trance no muestres cobardia, 
Que si los tuyos tu flaqueza vieren, 
Desmayarán y cederán el campo. 
Cuando en estrechas y apiñadas haces 
Mirares tú la selva ae enemigos, 
Ensancharás tu gente concertada: 

Y en buen orden Ictó últimas hileras. 
Estén asi mientras el duro trance 

Con furia igual mil muertes repartiendo. 

Fieros golpe$, heridas, sangre t^ polo^ 

Que se encimde cuol fuego, >j wm>w A»Vw!«^ 



50 

Espadas que deslumhran como rayas 

Tías herradas puntas de las lanzas y 

Cuando se despedazan como lobos 

T fieros osos con rabiosa saña. 

Ttú con dUigeficia á todas partes 

Proveerás lo que m^or conviene, 

Como caudillo diestro y animoso. 

Para llegar á la elevada cumbre 

De la victoria, fin de tu deseo. 

Si alúun siervo te falta mal su grado 

En la batalla á lo que tú quisieras. 

No le trates con saña, ni le mires 

Con torva faz, que el corazón lastma 

De los valientes el mirar airado 

De su caudillo , y si de aauel no esperas 

Servicio grande ni admirable hazaña, 

Confia de los otros generosoSy 

Y tu airado semblante y torvo ceño 

Del ánimo turbado claro indicio 

No les muestres jamas, que los prudentes 

Con palabras agudas y cortantes 

Como espadas que hieren y lastiman. 

Dirán después: su turbación notamos; 

¿ Cuándo tuvistes tú pavor ni miedo ? 

¿ Cuándo al pavor tu corazón dio entrada, 

O de Sanhaga estirpe generosa? 

¿ Y cuando estás en salvo y sm peligro 

Muestras temor, dedd, no sois vosotros 

Los leones que á todas partes giran. 

Que acechan vigilantes emboscados 

En el verde cañal de espesa selva ? 

¿ Qué pudo ser lo que adeshora vino 

A vuestro rey, y con descuido tanto 

Faltasteis de tuladoen la defensa? 

SI caudillo prudefilt y tscrfiroic» 



SI 

Que lo vé todo, y todo lo previene, 
Nunca ocasión tendrá de torpe miedo. 
Ni vergonzosa fuga: adverso lance 
Alguna vez como esta sobrevino, 
Que no siempre el mortal es venturoso, 
Que la fortuna estable y permanente 
Soló'á Juzeftu abuelo fué debida. 
Que la victoria siempre fué colgada 
De sus banderas en famosas lides. 
Fortuna que también Alá concede 
Que siga Aly tu padre y no otro alguno. 
Con vestigios que nunca el tiempo horre; 
¿Cómo á Taxfin el noble y generoso, 
Que liberal, benéfico y humano 
A todos hace bien, faltar pudisteis! 
Asi tuvo ventaja su enemigo: 
Vuestros ojos lloraron la desgracia, 
Mas su valor disimuló su pena, 

Y no visteis en él su sentimiento. 

¿A quién no admira que en sus tiernos años. 
En su florida edad tan triste lance, 

Y matanza cruel y atros pelea 

No le turbase, y con sereno aspecto. 
Con fuerte y libre corazón mandase, 

Y en apuros seguro dispusiese 

Lo conveniente á la ocasión terrible? 
Después ya del suceso á los culpados 
Perdonó generoso, ínclita muestra 
De su grandeza de ánimo, pudiendo 
Justa severidad usar al punto. 
Conviene, ó Taxfin, que algunas veces 
En tu campo divulgues falsas voces. 
De nocturna incursión y violencia, 

Y fuerza superior del enemigo. 
Asi verás los tuyos (n^ezodo» 



52 

A despscciar temores verdaderos," 

Y entradas y rebatos valerosos. 
Cuando de noche en la tiniebla obscura, 
Asaltó el enemigo tus estancias, 
Llenando de pavor tus campeones. 
Con la feroz y brava acometida 

De sus fuertes caballos, y espantados 
Huyeron del esfuerzo de tus lanzas, 
¡Cuántas victorias y sucesos grandes 
En sus pueblos y tierras has tenido? 
¿Cuántas veces huyeron sus valientes 
Ve tu valor y generoso aliento? 
¿Cuántas veces sus nobles capitanes 
A tu espada rendidos se humillaron 
Pidiéndote merced? ínclito joven. 
Tu vida es nuestro bien, en H consisten 
Los triunfos y victorias, y tú solo 
Eres bien y alegría de tu pueblo: 
Eres tú su contento y sus delicias, 
Yá todo el mundo, á los nacidos todos 
Les doy el parabién de verte salvo: 
El color de las alas vi mudarse, 

Y pudo ser el caso duro y fuerte. 
Que los riscos y montes conmoviera. 
Las águilas y buitres carniceros 
Acudieron al punto, no d^arán 
En toda España quien á Dios loase. 
¡O no permita Alá que tú nos fáltesl 
Qu^ en tí consiste el bien, saludy amparo 
De sus pueblos y ley, Dios te prospere, 
Gíiárdete Dios, que guarda al que le invoca, 

Y pone en él su bien, y su esperanza, » 



53 

GAPÍIÜLO XXXIII. 

GUERRAS ENTRE LOS ALMOHADES Y ALMORÁVIDES BN 
ÁFRICA , Y EN BSPANA ENTRE MUSLIMES Y CRISTIA- 
NOS. ELOGIO POÉTICO DE LOS ALMORÁVIDES 
Y DE SUS JEFES. 

En Rot-Alyehud fortaleza de España oriental 
falleció este año de 524, en la luna dejaban el 1130 
rey de Zaragoza Abu Meruan Abdelmelic llama- 
do Amad-Dola. Este príncipe vivia en aquella inacce- 
sible fortaleza , asilo y común retiro de los reyes sus an- 
tecesores ; por sus pactos y alianzas con el rey de los 
cristianos Alfonso ben Remund Asulatain , estaba muy 
aborrecido de sus vasallos que no podian llevar con pa- 
ciencia que le enviase sus dádivas , y que le favoreciese 
en sus espediciones contra los almorávides. Sucedió á su 

Í)adre en el estado y en el mal consejo su hijo Abu Jia- 
ár Abmed llamado Saif-Dola , que en tres años acabó 
de ceder al enemigo las fortalezas que todavía conserva- 
ban las fronteras orientales de España : apellidábase Al- 
mostansir Bila y Almostain Bila; pero no quiso Dios 
ayudarle ni favorecerle por sus torpes alianzas con los 
cristianos , de suerte que en él acabaron los reyes deBo- 
ni Húd , tan poderosos en otros tiempos. 

En África se comenzó de nuevo la guerra entre los 
almorávides y almohades. Abdelmumen habiendo orde- 
nado lo perteneciente al buen gobierno de Tinmal , y de 
las tribus que le obedecían escribió sus cartas á los je*- 
ques , y congregó sus gentes para salir á la santa guerra 
contra el rey de Marruecos. Consultó con sus caudillos 
adonde convendría emplear sus armas que hiciesen mas 
venturosa la espedicion , y determinaron entrar las» <sf 
marcas de Alciga. Partió AbieXtwwv^xv ^<^'\^>íws^ 






treinta mil hombres en dia jueves 24 de rabié primera del 
año 526 , y vencieron y sojuzgaron aquellos pueblos , 
allanando y venciendo las tribus que se resistian victoria 
tras victoria , y conquista tras conouista. Entraron en 
tierra de Tésala , ocuparon la ciudad de Derat , sujeta- 
ron los moradores de Velad Tifar , Velad Fezan , Velad 
Guyuza y otras tierras , y pasando adelante se pusieron 
sobre la ciudad de Marruecos , y asentaron su campo de- 
lante de ella , en la luna de xewál del mismo año. Ck)m- 
batió sus muros algunos dias , y luego levantó el cerco y 
pasó á Velad Tedula , y la entró por fuerza , siguió á 
Derat , y de esta ciudad partió para la de Sale. Los ve- 
cinos cuando entendieron que se encaminaba contra su 
ciudad , salieron de paz á rendirle obediencia , y se pu- 
sieron bajo su fé y amparo , y entró en aquella 
ciudad dia sábado á ^k- de dyíhagia del año 526. 4 ^ 3S 
Al año siguiente de 527 , continuó sus conquis- 
tas el victorioso Abdelmumen , y sojuzgó toda la tierra de 
Teze. 

En España continuaba el Amir Taxfin haciendo guerra 
á los cristianos en todas sus fronteras ; pero el astuto Al- 
funs ben Remund , logró con malos tratos que Almo&- 
tansir ben Hud Saif-Dola rey de España oriental , cedie- 
se la fortaleza de Rot^Alyehud , y otras muy importan- 
tes que tenia , dándole en cambio muchas posesiones en 
Toledo , y la mitad de aquella ciudad. Estos con- 
ciertos se hicieron en dylcada de aquel año de 527 4 4 33 
(1) , movióse á esto Saif-Dola porque temia que 
sus mismos vasallos entregasen sus fortalezas á los cau- 
dillos almorávides , porque aborrecian sus tratos y aliáis 
zas con el rey Alfonso ben Remund , y por otra parte 



, (i ) Así Abdel Halim; aunque Álcodai dice que estos con- 
'^iertos fueron año 534 ; pero entonces ya no vivía Alfonso 
en Remund. 



55 

no confíaba mucho poderlas mantener si este tirano se 
apartaba de su alianza, como le amenazaba muchas ve- 
ces. Ufano con estas ventajas el enemigo de Dios Alfon- 
so ben Remund , que le haciau muy poderoso en las ri- 
beras del Cinga y del Seguiré , salió con buena hueste 
de Mekineza , y vino á poner cerco á Medina Fraga. 
Esta ciudad es de gran fortaleza por su natural disposi- 
ción del sitio rodeado de quiebras , y puesta sobre ta- 
jadas rocas : así por esto como por el valor de los mus- 
limes que la defendían no hacia cosa de provecho , y se 
alargaba el cerco. Saliau los muslimes algunas veces con- 
tra el campo de los cristianos , y se trababan reñidas es- 
caramuzas. Como el walí Aben Gania que estaba en Lé- 
rida entendiese lo que pasaba en el cerco de Fraga , sa- 
lió con una escogida compañía de caballeros á correr la 
tierra , y estorbar las provisiones que se conducian al 
campo de los cristianos , y quiso Dios que estando los 
muslimes de Medina Fraga en recia escaramuza con los 
cristianos en su propio campo , sobrevino la caballería y 
gente de guerra que traía Aben Gania. El rey Alfonso 
viendo aquel tropel de caballeros que venian á toda rien- 
da á herir en los suyos , sacó parte de su batalla , y les 
salió á encontrar ; pero no fueron poderosos para conte- 
ner el ímpetu de la caballería de Aben Gania. Aquellos 
valientes almorávides rompieron y atrepellaron á los cris- 
tianos que huyeron vencidos después de horrible matan- 
za , que pocos, escaparon de la muerte , y entre ellos y 
de los primeros murió el rey Alfonso , cruel enemigo de 
los muslimes. El campo quedó cubierto de cadáveres pa- 
ra pasto de aves y de fieras. Los muslimes robaron el 
campo de los cristianos , en donde hallaron muchas ri- 
quezas , y persiguieroa las miserables reliquias de sus 
vencidas gentes. Entonces Aben Gania escribió esta glo- 
riosa victoria , y venturoso suceso de sus armaa al W\s. 
Taxfin , que holgó mucho de ello , ^ ^vsfelwsNRRSi ^ ^^ ^"^ 



56 

Fraga , que no le olvidarán los cristianos. Fué es- 
ta eran batalla año 528. liSi 

Gomo la fortuna de las armas fuese tan con- 
traria al rey Aly ben Juzef de Marruecos , y á sus cau- 
dillos almorávides contra Abdelmumen principe de los 
almohades , las continuas derrotas de sus ejércitos , las 
provincias conquistadas , y las calamidades inseparables 
de una guerra desgraciada acabaron los grandes tesoros 
del rey Aly , menguaron las rentas y frutos con la pér- 
dida de tantas tribus , y se siguió mucha carestía en toda 
la Mauritania , y declarado descontento en los ánimos de 
sus oprimidos pueblos. En este triste estado aconsejaron 
algunos nobles almorávides á su rey Aly , que declarase 
por futuro sucesor del imperio á su hijo el príncipe Tax- 
fin , que como todos sabían era muy esforzado y de gran* 
de entendimiento , y muy famoso ya por sus gloriosas ha- 
zañas y grandes hechos de armas en Andalucía, del cual 
decian todos que era tal su valor y esperiencia en las co- 
sas de la guerra , que si le hubieran enviado algunos so- 
corros de gente de África , hubiera sojuzgado á toda Es- 
paña de mar á mar ; y que en todos los encuentros y ba- 
tallas que habia dado á los cristianos , que habian sido 
muchas , sola una vez le habian vencido , y eso por ca- 
sualidad , y con grave daño de sus enemigos. El rey vi- 
no en ello y le mandó enviar sus cartas para que pasase 
á África , porque las necesidades de la guerra lo pedían 
para que se opusiese al nuevo rey de los almohades, que 
andaba triunfante y victorioso. 

En el año de 52o celebró Abdelmumen la fiesta 1 1 34 
solemne de su jura, y se congregaron enTiñmál los 
jeques de todas las tribus que le obedecian , y le aclama- 
ron amir Amuminin , y mandó labrar su moneda , y en 
honra del Mehedi ponia en ella su nombro , y en la de 
plata mandó escribir por un lado. « No es Dios sino Alá^ 
el imperio todo es de Dios. No hay potencia sino en Dios,» 



87 

por el otro : « Alá es nuestro Señor , Muhamad nuestro 
apóstol , el Mehedi nuestro imán , ó príncipe , » y por di- 
ferenciarse de la de los almorávides la mandó labrar cua- 
drada. Luego partió á tierra de Teze , y en el año 
529 mandó edificar la ciudad de Rabát Teze , en 1135 
lo que se ocupó todo el año 

En España continuaba el principe Taxfin sus espedicio- 
nes contra los cristianos con harta ventura , y en el año 
de 530 tuvo una sangrienta batalla con ellos en Fohos 
Atia , y los desbarató y venció con horrible matanza , y 
tomó muchos cautivos y despojos , y recobró muchas for- 
talezas que habian ocupado los cristianos. En este 
mismo año de 530 el wáli de Granada Muha- 1136 
mad ben Said ben Jaser , que la tenia por los al- 
morávides , labró en ella una magnifica casa toda de 
mármol que pareciaun alcázar, con hermosos jardines y 
fuentes muy abundantes en pilas de jaspe , y de ala- 
bastro. 

En el año 531 el principo Tajfin corrió la tier- 1137 
ra de Huebte y Alarcon , y como se resistiese la 
ciudad de Cuenca entró en ella por fuerza de armas , y 
degolló á sus moradores sin perdonar vida , porque se 
habian rebelado contra los almorávides que la ^ame- 
cian : y en este tiempo le llegaron nuevas de África del 
mal estado de las cosas de los almorávides , y las cartas 
en que su padre le enviaba á llamar confiando que su va- 
lor mejoraria el estado y fortuna contraria de sus armas. 

En este tiempo Abu Talib Abdel Jebar de Jucar , 
hizo unos versos en que elogioba á los almorávides , y en 
especial al ilustre príncipe Taxfin , y por su escelencia 
merecen ser conocidos en la posteridad (1). 



(1) Parece que estos versos se hicieron después de la 
muerte del rey Aly. 



»8 

Cuando Alá eterno y poderoso quiso 
Que m divina ley fuese emalsada: 
Los ánimos unió de los mortales. 
Para elegir un adalid valiente , 
Que acaudillase del Islam las tropas. 
Este fué de Taxfin noble pimpollo , 
De tan insigne planta procedido : 
Al mundo pareció cual clara aurora 
Que la tiniebla de la noche sigue , 
Puro y resplandeciente como el agua. 
De clara fuente que aura matutina 
Orea y esclarece , y nunca admite 
Mancilla en si que su cristal enturbie. 
Abu Jacub fué tal , y su venida 
Fué de águila caudal, su presto vuelo 
Hada Zalaca encaminó, la espada 
Alli esgrimió la diestra vencedora, 
Dia feliz y campo venturoso , 
Lo que nos diste tú , ¿ quién nos ha dado ? 
Vuelve otra vez. Señor j tan fausto dia, 
¡ Oh célebre Jiuma , dia dichoso ! 
Cuando la santa ley , atropellada 
Del errogante infiel, con victoriosas 
Armm se levantó , y á los infieles 
Dia de juicio fué, y alli quedaron 
Como viles y miseros torreones. 
No te valió aquel dia tu potencia, 
Soberbio Alfonso , pues alli cumplióse 
Lo que grabado en tablas de diamante 
La eterna voluntad de Dios tenia, 
Y protegió con divina sombra 
La gente fiel, y el rayo de la guerra 
Abrazó á los infieles como fuego : 
Aseguró el Islam cual otras veces , 
En los antiguos tiempos venturosos , 



59 

Y en todas parles libres y seguros, 
A la alba , á mediodía y ala noche , 
O en su tiniebla escura sin temores 
Andaban por dó quiera los muslimes. 
Después tomó las riendas del estado 
El nyo de Juzef, el animoso 

Aly y jsabio , prudente y justiciero ; 
El cual siguiendo las paternas huellas 
Alcanzó su vvrtud no su fortuna. 
Hubo después las riendas del imperio 
Su hijo Taxfin , el esforzado 
Como bravo león, león rabioso . 
Cercado de crueles cazadores : 
Tiranos ambiciosos á porfía , 
Sus estados invaden los rebeldes 
Su señorío usurpan , tantos mcdes 

Y sin justicia , violencia y robo, 

De vos, potente Alá , remedio esperan. 

CAPÍTULO XXXIV. 

LETANTAMIENTO EN ALGARBE , BN SEVILLA , EN VALEN- 
CIA Y OTRAS PARTES. 

Después de la partida del Amir Taxíin ben Aly á 
África , se principió á suscitar en España el fuego de la 
insurrección contra los almorávides : y en la parte de AI- 
garbe se encendieron las primeras chispas , y la ocasión y 
primeros movimientos fueron de esta manera. Abmed ben 
Husein ben Cosai natural del campo de Xilbe , llamado 
también Abul Casim Rumi , en su primera juventud ven- 
dió sus bienes , peregrinó á diversas partes , oyó en Al- 
mería al célebre Alarif , tornó á su aldea , y predicó en 
ella la doctrina de Algazaii, condenada en España por el 
gobierno , juntó tayfa de socios y secuaces ^ ^ s» vvws&fc 



60 

Imán. Pasó á Sevilla y acrecentó el número de 
sus discípulos , y entrado el año 539 se unió 1 4 44 
con todos los suyos al bando de Muhamad ben 
Yahye de Saltis , conocido por Aben Alcabela , que asi- 
mismo se llamaba Mustafa , y tenia también gran nú- 
mero de secuaces y admiradores. Comunicaban estos sus 
doctrinas y designios con los principales mancebos de Al- 
garbe , y este Aben Gosai persuadió á los suyos á apo- 
derarse por engaño ó por fuer/a de Calat Mertula , el 
mas fuerte castillo de Algarbe. Escondiéronse en los ar- 
rabales como setenta honu)res, entraron de noche y disi- 
mulando sus intentos , y á la hora del alba del día jue- 
ves doce de safer del dicho año acometieron las puertas 
de la fortaleza , las rompieron y entraron en ella , atre- 
pellando y matando á los que la tenian en guardia. Vi- 
no en ayuda de Aben Cosai como estaba concertado , la 
gente de Jabura y de Xelbe , acaudillada por Muhamad 
ben Omar ben Almondar Abul walid , mancebo de la 
principal nobleza de Xelbe , que desde pequeño se había 
criado en Sevilla , y por su doctrina y nobleza (era hijo 
del Mezuar de Xilbe su patria ) estaba también tan dado 
á las nuevas doctrinas y secta de Algazah , que en el 
fervor de su juventud se retiró á la soledad de un yermo, 
á orillas del mar en Rabat Raihéna , y dio de limosna 
sus bienes, y era de los mas ardientes secuaces de Ahmed 
Aben Gosai , y segia su bando , y le fomentaba en sa 
patria. Ayudábales Abu Muhamad Sid— Rai , hijo del 
wasir de Jabura , que ya de antes eran todos amigos. 
Uniéronse públicamente todos estos con Aben Gosai , un 
mes después que se apoderara de Galat Mertula , esto 
es en principio de la luna de rabié segunda del año 
539. Como era gente tan principal llevaron tras sí 1 4 44 
muchos del pueblo, que estaban oprimidos y des- 
contentos de las insolencias do los almorávides, y con ellos 
emprendieron la conquista de otros fuertes, pasaron á Hisn 



61 

Mergec , fortaleza de tierra de Xilbe , donde se habian 
fortificado los almorávides , y Aben Cosai acaudillando á 
los suyos con mucho valor y conocimiento los venció , 
mató muchos de ellos , y se apoderó de la fortaleza en- 
trándola espada en mano, y huyeron los pocos que la de- 
fendían á Medina Beja. Viéndose los almorávides que ha- 
bia en aquella ciudad amenazados de la misma suerte , 
pidieron seguro de los del mismo pueblo para pasar á 
Sevilla , y después que ellos salieron entró en ella Omar 
ben Almondar con la gente que le habia confiado Sid- 
Ray , hijo del wasir de Jabura. Estaban en esta ciudad 
algunos parciales suyos , entre otros su hermano Ahmed 
y Abdala ben Aly ben Samail. No tardó en juntarse con 
ellos el jefe de la insurrección Aben Cosai, y el mismo 
Sid -Ray el hijo del wasir , y á este por su autoridad y 
política dio Aben Cosai el mando de Beja, y á Omar ben 
Almondar la walía de Xilbe. Hubo luego entre estos dos 
caudillos alguna desavenencia y ciertos disgustos, y Aben 
Cosai los emplazó á Calat Mertula, y se dieron satisfac- 
ción , y se compusieron ó disimularon sus pasiones : y 
Omar volvió á su lugar y allegó gente de Oksonoba con 
la que tenia de Xilbe , y mucha de Mérida que se le jun- 
tó , y se volvió á reunir otra vez con Aben Cosai que le 
hizo Adelantado en toda su tierra , dándole parte en su 
estado y mando , y le llamaba Aziz Bila. Con la fortu- 
na de estas primeras empresas tomaron osadía para mayo- 
res cosas; y determinaron entonces pasar el Guadiana, y 
fueron sobre Welva y la cercaron , y sin mucha resistencia 
la entraron. Pasaron de allí á Libia y la pusieron cerco y 
la combatieron con muchas máquinas , y vino al cam- 
po en su ayuda nueva gente de Algarbe , y después de 
recios combates la entraron por mteligencia y favor de 
Juzef ben Ahmed el Pedruchi , un alcaide de los rebel- 
des y descontentos de aquel tiempo , que les entregó una 
de las torres que defendía por los alT»*oravides. 



62 

Esto venturoso suceso puso mayor esfuerzo á los de 
Aben Cosai, y les dio ánimo para correr con algaras la 
comarca de Sevilla , que estaba en poder del Amir que 
la fortificaba y defendia. Partió el ejército de Libia hacia 
Sevilla, y entró las fortalezas de Hisn Alcázar y de Tollia- 
ta , que son de las principales de aquella Amelia. Era ya 
en este tiempo muy numerosa la hueste que llevaban , y 
se habia divulgado en toda España la fama del levanta— 
miento del Algarbe. Llegaron áHisn Azahar, corrieron 
las cercanías üe Sevilla , y entraron y ocuparon á Atra- 
yana. Como esta novedad fué sabida del moyor general 
de las tropas almorávides de España Abu Zacaría Yahye 
ben Aly Aben Cania que se hallaba en Córdoba, al pun- 
to congregó sus tropas para remediar y contener los de- 
sórdenes ue Algarbe : y con la nueva de la entrada en 
Libia luego se puso en marcha para la Gazua de aquella 
tierra. Antes que este walí llegase á Sevilla fueron avi- 
sados los rebeldes que estaban en Atrayana de su venida, 
que en todas partes tenian parciales de su bando. Llegó 
este walí Aben Gania á Sevilla , y Omar ben Almondar 
con sus rebeldes se retiraron sin osar esperarle y repasa- 
ron el Guadiana huyendo. Siguiólos Aben Gania y los 
alcanzó , y les dio batalla en que los rompió y debarató, 
y mató mucha gente de ellos , los persiguió y cautivó 
muchos. 

Omar ben Almondar llegó aquella noche á Libia y la 
fortificó dos días , y se juntó en Xilbe el alcaide Juzef 
Pedruchi. Llegó Aben Gania y puso cerco á la ciudad, 
que se defendia bien haciendo salidas y rebatos en que 
habia sangrientas escaramuzas ; pero los de Aben Gania 
estaban á la inclemencia del tiempo , que era enmedio del 
invierno , y padecian mucho ; á los tres meses del cerco 
lleeó nueva al campo de Aben Gania como en Córdoba 
haoian asesinado al cadi . y se habia levantado en la 
grande Aljama en dia jueves 5 de ramazan del 



63 

año 539 Abu Giafar liamdain ben Muhatnad 1144 
ben Hamdain,yse habia apoderado de la ciudad 
apellidándose Amir Almansur Bila. Con esta novedad le 
fué forzoso levantar el campo de sobre Libia , y partió 
hacia Sevilla : y en el camino oyó que también se habia 
alborotado el pueblo de Valencia , donde estaba de walí 
su sobrino Abu Muhamad Abdala , hijo de su hermano 
Muhamad ben Aly Aben Gania , quo le escribia que ni 
por sí pudo nada^ ni por la autoridad del cadí de aquella 
ciudad Meruan ben Abdala ben Meruan Abúl Melic, que 
era allí cadí puesto por Taxfin ben Aly el amir en 24 de 
dylbagia del año 538, que subiendo á la tribuna habló 
al pueblo con mucha energía ponderando los grandes mé- 
ritos y santas guerras que se habian debido á los almo- 
rávides contra los cristianos, el auxilio que habian dado 
á Jecira , los socorros y libertad de Valencia , que sus 
esforzadas tropas habian sacado de mano de infieles; pero 
que todas sus exhortaciones fueron vanas , y como pre- 
dicar en desierto , que no habia sido posible sosegar al 
alborotado pueblo , ni él habia conseguido contenerlos 
con sus almorávides , do manera que le habia sido for- 
zoso escapar de noche con su familia á uña de caballo en 
la noche del miércoles 1 8 de ramazan , y se habia acogi- 
do á Játiva donde habia llegado al amanecer , y se forti- 
ficaba en ella con los suyos. Estas cartas v las que fueron 
llegando del levantamiento de Murcia , de Almería y de 
Málaga , donde el pueblo forzó á los almorávides á re- 
traerse á la alcazaba con su walí Almanzor ben Muha- 
mad ben Alhág , y le pusieron riguroso cerco . que duró 
siete meses, y de otras principales ciudades, dieron mucho 
cuidado al caudillo Adu Zacaría Yahye Aben Gania, y 
no solo perdió la esperanza de acabar por entonces la guer- 
ra y allanamiento del Algarbe, sino que temió que se per- 
diese toda España para los almorávides, viendo las turbacio- 
nes y movimientos que en todas las ^^Q\\\^!d'^^\^'fe^^^^5^^^ 



64 

Asi que , luego escribió á su hermamo Muhamad ben Aly 
Aben Gania , que partiese de Sevilla con las naves y 
gente de los almorávides , que tomase también las que 
estaban en Almería , y se fuese á fortificar y apoderar de 
las Islas Mayorcas , que en España no habia seguridad, 
y su hermano lo hizo sin pérdida de tiempo. Con motivo 
de salir de Sevilla las naves y gente de los almorávides, se 
levantó con el mando en aquella provincia Abdala ben 
Maymon alcaide de su froi;itera, y con pérfidos tratos se 
apoideró de la ciudad , y degolló en ella muchos almorá- 
vides , y no pocos vecinos que se quisieroa oponer á sus 
tiránicas violencias. En Almería con la misma ocasión se 
levantó Abdala ben Mardanis , y se hizo dueño de la ciu- 
dad. En Córdoba el tumultuario y alborotado pueblo de- 
puso á los catorce dias al rebelde walí Hamdain, movido 
de las tramas y liberalidades de cierto bando que allí se 
suscitó á favor de Seif-Dola Ahmed Aben Hud , el cjiíe 
estaba en la frontera de Toledo favorecido de los cristia- 
nos. Su real prosapia, su política y grandes riquezas faci- 
litaron esta novedad en el populacho de Córdoba , y lo 
proclamaron llamándole Almostansir Bila ; entró en Cór- 
doba y fué muy aplaudido ; pero á los ocho dias le fué 
forzoso salir de Córdoba , porque el pueblo se cansó de él 
y de las violencias de los suyos, y se retiró al fuerte de 
Foronchulios , y su wasir Sanche que se quedó en la ciur- 
dad fué despedazado por el inconstante pueblo. La partida 
de Abu Zacaría Yanye Aben Gania del cerco do Libia 
animó á los rebeldes de Algarbe, y sabiendo también los 
alborotos de Córdoba pensaron alzar allí su bando, y 
ordenó Aben Cosai que Ornar ben Almondar y su gente 
con su secretario Muhamad ben Yahye el Saltiji el lla^ 
mado Alcabela , que era persona do su confianza fuesen 
á Córdoba presumiendo que lograria entrar en la ciudad, 
y harían valer su partido en ella^ esperanzas que les 
ofrecian alguno parciales suyos que moraban en el arra- 



bal de ia Axarkia de aquella ciudad , y oran gcnle prin- 
cipal en ella , como Abul Hasan ben Mumen , y otros. 
Los caudillos Ornar ben Almondar y su socio el Salliji 
Alcabela con las tropas de Xelbe y Libia se pusieron en 
camino : pero antes de llegar supieron como los habia 
prevenido el político Seif-Dola y los de su bando, y que 
los de la ciudad estaban por él , y que en varias ciuda- 
des le proclamaban. 

Entre tanto Abcjala el sobrino do Aben Gania hacia 
desde Játiva grandes algaras y correrías en Valencia y ta- 
laba sus campos , y amenas huertas .Los de Valencia para 
defenderse de sus entradas y contener sus estragos acudie- 
ron al ilustre caudillo Abu Abdelmelik Meruan Aben Ab- 
delaziz rogándole que los amparase y defendiese ; pero 
este noble jeque se escusó porque recelaba de la incons- 
tancia del pueblo , y de las intenciones de los principales; 
y como el pueblo persiguiese á los almorávides que queda- 
ban en la ciudad después de la fuga del wali Abdala, el so- 
brino do Aben Gania Abdelaziz, se ocultó y huyó con los 
suyos á Játiva que muchos le serian , hasta que lograron 
persuadirle Abdala ben Mardanis , y Abu Muhamad Ab- 
dala ben Ayadh alcaide de las fronteras , persona de mu- 
cho crédito y autoridad. Estos consiguieron que cediese al 
bien común su comodidad particular y aceptase el peligro- 
so mando que el pueblo le ofrecia y asi movido de tantas 
instancias vino á Valencia y le proclamaron en 
elfa en 3 de xawal del año 539, y encargó el cui- 11 44 
dado de las fronteras y su comarca al alcaide Ab- 
dala ben Ayadh, que se ocupó desde luego en asegurar 
las suyas propias y los de su yerno Abdala ben Mardanis 
contra los Lamtuníes que hacian gente en tierra de Alba- 
cite, y se hacian fuertes en sus fortalezas. 



V 



6G 

CAPÍTULO XXXV. 

CONTINÚAN LOS ALBOROTOS DE LOS MUSLIMES EN 
ESPAÑA. 

Hamdain habiendo logrado ganar segunda vez el pue- 
blo de Córdoba volvió á entrar en ella doce dias después 
de su salida , que fué en 1 de dylhagia del año 539 y le 
proclamaron con general movimiento y alegría del pueblo, 
y SUS parciales y parientes le proclamaron en varias ciu- 
dadeá de Andalucía. Su alcatib ó secretario Achil ben 
Edris de Ronda le hizo proclamar en su patria , y á sa 
nombre ocupó la inaccesible fortaleza de aquella ciudad , y 
asimismo se apoderó de Arcos Xeris y Sidunia haciéndole 
proclamar en todas ellas. En Murcia entró Abdala el 
Thogray alcaide de Cuenca luego que oyó la rebelión de 
Hamdam en Córdoda , y salió con ánimo de unirse á sa 
bando ^ y al llegar á Murcia trataba el pueblo alborotado 
ya desde el dia 17 de ramazan de proclamar allí por Ade- 
lantado á cualquiera de sus principales jeques ó á Muha- 
mad ben Abderraman ben Tahir el Kisi que era de la no- 
bleza de Tadmir , ó á Abu Muhamad ben Alhág Lurki , ó 
á Abderraman ben Giafar ben Ibrahim. Habia el pu^lo 
proclamado á Hamdain de Córdoba , y pusieron por sa 
Adelantado á Muhamad ben Alhág, y este no queria acep- 
tar este encargo por moderación. Con la entrada del al- 
caide de Cuenca Abdala ben Fetáh el Thogray mudaron de 
faz las cosas , y el bando de este nombró cadí de Murcia ¿ 
Abu Giafar ben Abi Giafar , y el dia martes i 5 de xawál 
del año 539 entró á Giafar la codicia del mando y excitó 
un alboroto popular contra los almorávides , y por causa 
suya asesinaron en Auriola alevosamente á los almorávi- 
des que bajo palabra de seguro habian entrado en ella: 
y conforme á la instrucción de los caudillos de aquella par- 



67 

cialidad entró la gente de las aldeas y campos en Murcia y 
proclamaron por su amir á Abu Giafar ben Abi Giafar , y 
cadí á Abu Alabas ben Helal , y por alcaide de la caba- 
llería al Thogray , y nadie se les opuso , y así este caudi- 
llo con protesto de proclamar á Hamdain se proclamó á si 
mismo , y ocupó el alcázar , y se apellidó Amir Anasir Le- 
dinalá , pero le duró muy poco el imperio como diremos. 

En Valencia formó hueste Aben Abdelaziz para salir 
contra los almorávides de Játiva que fortificados en su al- 
cazaba y acaudillados de Abdala el sobrino de Aben Ga- 
nia coman y talaban la tierra hasta la ciudad de Valencia, 
robaban y quemaban las alquerías y cautivaban las mu- 
jeres , Y por esto allegó sus gentes y salió de Valencia, y 
en %S de xawál fué sobre Játiva : asimismo envió á peidir 
socorro al walí de Murcia Abu Giafar Muhamad ben Ab- 
dala ben Abi Giafar, y en postrero dia de xawál cerco á 
los almorávides en la fortaleza de Játiva que se defendian 
con admirable valor. En Murcia los del partido de Ab- 
dala el Thogray y de Aben Tahir alborotaron el pueblo y 
proclamaron á Seifdola en tin de xawal del año 539 , y 
hubo pelea entre los bandos de Aben Giafar y del Thogray, 
y este caudillo y otros de su parcialidad fueron presos y 
encarcelados , y se dio la alcaidía de la caballería á Zoa- 
mun de Auriola , y se salieron de la ciudad Aben Tahir y 
Aben Alhág : y en esta ocasión se apoderó mas del estado 
elfakí Abii Giafar Muhamad ben Aodala ben Abi Giafar 
el Chuseni , y se hizo dueño de Tadmir lo restante del 
año , y como dos meses del siguiente. Decia cfue no se 
movia á tomar el mando sino por conservar su libertad al 
pueblo ; y luego dispuso su partido para socorrer á Me- 
ruan ben Abdelaziz contra los almorávides de Játiva. No 
bien habia llegado al cerco, y apenas sustentes se babian 
mezclado en las escaramuzas que cada dia se trababan, 
cuando le vino aviso de nuevos alborotos en Murcia , que 
el bando de Aben Tahir conmovió la plebe ^«wí»s«c.^^>:í>< 



08 

prisión al Thogruy: al punto partió con su caballería del 
«itio de Játivay con presurosas marchas ll^ó á Murcia y 
entró en la ciudad por inteligencia , y se apoderó de la 
fortaleza otra vez , pero no pudo haber á las manos al 
Thogray que escapó de secreto respirando venganzas: so- 
segó el alboroto , y se volvió al cerco de Játiva. 

En esto tiempo los secuaces do Hamdain que moraban 
on Granada alborotaron al pueblo contra los almorávides, 
sin que fuese parto para contenerlos la autoridad y pre- 
sencia del walí de aquella ciudad Aly ben Abi Bekir hijo 
do una hermana del rey Aly , llamada del nombre de su 
madre Aben Finwa ; pero las novedades de Algarbe tenían 
ocupado á su caudillo Abu Zacaría Yahye ben Aly Aben 
Gania, y buena parle de las tropas almorávides, que cono- 
ponian su ejército. Esto facilitó al cadi de la ciudad Abu 
Afuhamad ben Simet el levantamiento del pueblo contra 
los almorávides de la suamicion , y la tumultuosa proclama 
do llamdain de Córdol>a. Los caudillos almorávides no po- 
diendo contener al alborotado pueblo les fué forzoso re- 
traerse a la alcazaba y asegurarse en aquella fortaleza. En 
los ocho primeros dias del motin hubo continuas y sai^ 
gríenlas peleas entre los almorávides y los vecinos. Los 
del pueblo daban recios combates al fuerte , y los valíen- 
tt^ almorávides hacian frecuentes y sangrientas salidas 
contra ellos. En una de estas terribles escaramuzas murió 
el cadi l^en Simek . y los vecinos y parciales de Handain 
nomlMraron por suceíor á A bul Hasan ben Adha. Este era 
muy }M>litico quemantenia su opinión con ambos partidos; 
lx»ro en osla ocasión sirviendo á las circunstancias . y si- 
guiendo el airo de la fortuna que soplaba se declaró contra 
los almorávides . y pidió auxilio contra ellos á los cadies 
n^boldes de Córdoba Jien y Murcia para que le anudasen 
a ochar de Granada á los almorávides. 



CAPÍTULO XXXVl. 

GUERRA EN ÁFRICA ENTRE ALHORATIDES Y ALMOHADES. 
MUERTE BESGRAUADA DE ALY. 

Entretanto no iban mejor en África las cosas de estos ; 
esperaba el rey Aly que la fortuna y valor de su hijo Tax- 
íin remediaría la suerte de la g,uerra que le hacían los al- 
mohades , que andaban victoriosos y triunfantes apode- 
rándose de sus tierras y estados ; pues en diez años de im- 
placable y porfiada guerra no había conseguido ventaja 
contra ellos , antes le vencían y tomaban sus pueblos , y 
señoreaban las provincias en que moran las cabilas de 
Ateza , Gebalay Gieza. Pasó como dijimos el príncipe á 
África llevando en su compañía la flor de la caballería de 
los almorávides , que hizo notable falta para las revuelt-as 
y turbaciones que en España se suscitaron con su ausen- 
cia : y asimismo llevó cuatro mil mancebos cristianos de 
Andalucía , muy diestros en las armas que servían en la 
caballería de su guardia. Cuando llegó á Marruecos al 
punto se dispuso para salir contra los almohades , y jun- 
tas numerosas tropas , salió á buscar á sus enemieos ; pero 
no tuvo su primera espedicion la misma felicidad que an- 
tes había tenido en Andalucía ; pues muchas veces (juedó 
vencido perdiendo mucha gente de los suyos , esperimen- 
tando cada dia mas contraria la fortuna. El rey Aly su pa- 
dre , como viese fallidas sus esperanzas , y no recibiese 
sino nuevas de vencimientos y derrotas de su campo , lomó 
de ello lauto pesar , que adoleció de grave enfermedad na- 
cida do su profunda tristeza y despecho, y fué recreciendo 
su mal con las continuas pesadumbres que recibía hastaque 
se le acabó la vida en la luna de regeb del año 
5.39 , después de haber reinado treinla y nueve 4 1 44 
años y siete meses. Acaeció su muerto en svi^Vd^ 



70 

zar de Marruecos; su hijo se hallaba en Aceya , y estuvo 
oculta la muerte del rey mas de tres meses. 

Publicada la muerte del rey Aly fué proclamado rey de 
los muslimes su hijo Taxfin , principe jurado sncesor del 
trono de los almorávides. Escribió á todas las provincias 
su proclamación , exortando á los pueblos á la continua- 
ción de su obediencia y lealtad ; asimismo escribió á los 
principales caudillos almorávides de España Abu ZacsH- 
ria Yahye Aben Gania , á Ozmas ben Adha , y á su tic 
Aly ben Abi Bekir , que luego le enviaron sus cartas de 
parabién y enhorabuena , y desde entonces se oyó sa 
nombre solo en las oraciones públicas de las mezquitas. 
Deseoso de contener la soberbia de Abdelmumen principe 
de los Almohades allegó grandes huestes para ir contra 
él : pues viéndose Abdelmumen poderoso de gente ae 
atrevió á descender á los montes de Tedula y sierras de 
Gomera con numeroso campo talando la tierra llana, 
cautivando y matando y haciendo grandes estragos por 
todas partes. Encaminóse esta desoladora tempestad á 
las sierras que están entre Fez y Telencen , corriendo al 
mismo tiempo con algaras de veloces caballos todas las 
cabilas moradoras de uno y otro lado : alcanzó el rey 
Taxfin estas sangrientas tropas que como hambrientos 
tigres desolaban cuanto delante se les ofrecía , y rodeán- 
dolos con la muchedumbre de su caballería hizo en ellas 
horrible matanza . y los almohades huyeron dejando los 
campos cubiertos de cadáveres para agradable pasto de 
aves y 6eras. Por este desmán fué forzoso al principe 
Abdelmumen subirse á los montes y encaramarse en la 
fragosidad de aquellas sierras ; y el rey Taxfín le seguia 
por las tehamas y espaciosos llanos. De donde procedió 
aue los almohades, aunque menos en número se defendían 
de la muchedumbre con la fortaleza y fragosidad de los 
montes , y al mismo üempo «JüvsLiAíkWYv. ^^ ^\w\%\syafia y 
manlenimienio , que cscase^W tawcVv^ c^ V2fe\v'';«v^'$, ^sa^ 



71 

desiertos , para bastecer tantas tropas. Los berberíes de 
aquella sierra estaban á devoción ae Abdelmumen y no 
conducian provisión á los almorávides. Asentó su campo 
en los montes de Gomara , después pasó á los de Telen- 
cen atrayendo de paso á su obediencia las cabilas Zenetes 
que están en aquel! a comarca. £1 rey Taxíinquelosper- 
«seguía llegó con su campo á Wadi Tehlit , y como fuese 
ya muy entrado el invierno asentó allí su campo y se de- 
tuvo dos meses que fueron de tan gran frió , que fué for- 
sozo quemar las cabanas y casas , y hasta los palos y 
bastas de lanzas y pabellones para repararse y no perecer 
helados. Luego enderezó Abdelmumen hacia los montes de 
Telencen , siempre siguiendo los montes y también volvió 
el rey Taxfin á persiguirle : Abdelmumen puso su campo 
en la cumbre de los inontes que están sobre Telencen, y 
desde ellos descendian sus algaras á correr la tierra. £1 
rey Taxfin habia pedido ayuda de gentes á los Beni Amat 
de Sanhaga que comarcaban al oriente de África , y le 
enviaron una poderosa taifa de caballería y peones. Lle- 
gó esta gente y salió á recibirla el rey Taxíin con todos 
sus principales caudillos. Reunidas estas tropas con las 
suyas llenaban aquellos campos , y parecían tendidas ban- 
das de langosta en que bien se echaba de ver el poderío 
de los reyes de Marruecos : alegre , maravillosa y estu- 
penda vista , sino estuviera tan cercana la destrucción de 
tanta grandeza. Recibió el rey Taxíin á los caudillos con 
mucha honra , y les habló de la satisfacción que le causa- 
ba la vista de tan hermoso campo , y trató con ellos de 
sus intentos de acometer al enemigo, y de socorrer y for- 
tificar la ciudad de Telencen que era la que estaba ame- 
nazada. Por otra parte Abdelmumen estaba oteando desde 
las altas cumbres de los montes cuanto pasaba en los lla- 
nos, y no temía de tan numerosas huestes ni le ponia^^?;^^ 
sus infinitas banderas de difereute c;c\w^'s>^ \v\ ^^\>iss«w^^ 
de sus atabales que eslremcc\at\ U V\w\^ ní V^jisasv x^v^'^" 
bar /os apartados montos. 



72 

Mandó el rey Taxfin que ciertas tropas ligeras sabie- 
sen hacia la sierra donde estaban los almohades , y su- 
bieron por la parte de Wbad, que está cerca de Teiencen, 
y por ciertos atajos fueron contra los enemigos. Los al- 
mohades bajaron al encuentro , y la batalla fué muy san- 
grienta en aquellos ásperos collados ; pero los almoha- 
des rompieron y desbarataron á estas tropas, que des- 
cendieron despeñándose por aquellas quebradas, y los que 
pudieron descender á los llanos llenaron de espanto á la 
muchedumbre del rey Taxíin , de manera que no fué par- 
te su valor , y destreza , ni los esfuerzos de los nobles cau- 
dillos para mantener en orden á la multitud que hujyó 
vencida mas do su propio temor que del ímpetu de íos 
enemigos. Los almohades aprovecharon la ocasión de 
esto desorden y terror pánico , y mataron mucha gente ¿ 
los almorávides , y los persiguieron á lanzadas por aque- 
llos campos. 

Después do esta desgraciada batalla escribió el rey Aly 
á todas sus provincias para que viniesen á servirle en 
ac[uella guerra , y no tardó en llegar nueva gente de Si- 
gilmcsa , de Bugia , y poco después llegó también de An- 
dalucía su hijo Amir Abu Ishac Ibrahim , con escogida 
caballería de almorávides y cristianos de su guardia en 
número de cuatro mil caballos. Mandó el rey hacer rese- 
ñas do todas sus tropas , y dividió y repartió en escua- 
drones aquella infinita muchedumbre que ocupaba tan- 
ta tierra , que causaba admiración el ver así la innumera- 
ble gente ae armas de caballería y de infantería , como 
el grande aparato de provisiones y de tiendas, pastores y 
rebaños de ganados de toda especie, de manera que pa- 
recia estar allí junto todo el poder y gente de África. 
Uízose el alarde fuera de Bab Carmedin , y se estendia 
la gente y los apiñados escuadrones hacia la sierra por 
todos aquellos campos , hasta el pió de los mismos mon- 
tes que están enfrente. GuenVaL Mfeiv\x^ o^^ «^v^^n^^ ^V 



n 
último esfuerzo de los príncipes almorávides. Luego mo- 
vió su campo Abdelmumen caminando como hacia Te- 
lencen , y asimismo siguió Taxfín con su innumerable 
ejército procurando atajarle, y obligarle á venir á batalla: 
tanto le inquietaban los campeadores de Taxfin , cpe le 
obligó á descender á lo llano caminando como hacia las 
tierras de los Zenetes, y acosado en su retaguardia se 
* resolvió á dar batalla á los almorávides. 

Gomo Abdelmumen era inferior en número de infante- 
ría y de caballos , para pelear y defenderse dispuso una 
sola batalla de toda su gente en forma cuadrada , y á 
cada lado sus hileras de valientes con lanzas muy lai^s 
que apoyaban de pies y de manos : detrás de estas hile- 
ras de lanceros habia una de escuderos con espadas y 
grandes pavesas y rodelas para cubrirse de los tiros de 
los contrarios, y detras de estas órdenes de armados, ha- 
bia dos hileras de honderos y ballesteros , y en el centro 
y medio de este cuadro queaaba una gran plaza y espa- 
cio ¡en que puso toda la caballería , quedando asimismo 
señaladas y abiertas calles donde se debia abrir salida de 
oada parte á la cabelleria para salir y entrar contra los 
enemigos , sin daño ni desorden de la infantería. Gomo 
Taxfin no deseaba sino la batalla luego ordenó sus haces 
y mandó acometer á los almohades con su mayor caba- 
llería. El ímpetu y tropel de los almorávides fué terrible; 
pero la defensa de las muy largas lanzas impidió que 
rompiesen el fuerte escuadrón , muchos caballos y caba- 
lleros quedaron espetados en ellas , volvieron sus caba-* 
líos los almorávides para tornar á acometer , sin cesar 
la espesa nube de los honderos y de la ballestería , y en 
este punto saliendo los caballeros almohades por ambos 
costados los alanceaban en las espaldas , y luego se x:Qí- 
traían al centro y plaza de su escuadvow^ oaxAa 'sa ^^ass^- 
necian como en firme alcázar , Wjwí^q ^ V\^V^ ^^^ 
gran cabaílerla de sus eiiemÁaoí». ^^^V ^TCCvwsvb ^n^^ 
Tomo III. "^ 



74 

día esta sangrienta batalla , y la pérdida de los almorá- 
vides fué tanta, que no pudieron mantenerse en la pelea. 
Toda la caballería estaba herida , y muertos los mas va- 
lientes soldados: asi que, la victoria y el campo quedó por 
los almohades. Acogióse Taxfín á Tencen con mucha di- 
ligencia, desconfíando ya de la fortuna de sus armas: re- 
paró sus muros y fortalezas, y cuando el victorioso Ab- 
delmumen fué con su hueste contra la ciudad, la halló muy ' 
bien guarnecida y fortalecida : la cercó y no cesó de dar 
recios combates , ni se apartó de ella hasta que cansado 
de la resistencia de los almorávides y de sus rebatos y sa- 
lidas en que los suyos recibían mucho daño , levantó so 
c^mpo y partió hacia Medina Whran , dejando afgana 
gente que mantuviese el cerco de Telencen. Tenia el rey 
Taxfin muy fortificada la ciudad de Whran , y la mira- 
ba como el único asilo que le podia quedar en el mal 
estado de sus cosas , para en caso necesario hacerse allí 
fuerte y pasar á España , y habia escrito á su alcalde do 
Almeda Abdala ben Maymon, para que le tuviese siem- 
pre apercibidas diez buenas naves en el puerto grande 
de Wnran para lo que pudiese ofrecerse, ruso Abdel— 
mumen su campo sobre una sierra alta que está sobre 
Whran , con ánimo de cercar aquella ciudad y fortaleza. 
Luego el rey Taxfin con escogida gente salió de Telencen, 
rompió el campo de almohades que cercaba la ciudad, y 
fué á socorrer su asilo y ciudad de Whran. Llegó á las 
cercanías de ella y asentó su campo á vista de sus ene- 
migos , tuvieron muchas escaramuzas en que se peleaba 
con varia suerte, aunque las mas Teces con mayor pérdi- 
da de los almorávides. Dice el antor del Fen Imamia por 
referencia de Aben Matruc Alkisi , que el rey Taxfin pe- 
netró y rompió el campo de los almohades , y logró en- 
trar en Whran ; pero como viese que el cerco iba lai^o 
que sus salidas y rebatos no hacian mudar de proposite) 
á su enemifüo que le apuraba con recios combates, perdió 



7» . 

la esperanza de poderse sustentar en el reino de Marrue- 
cos : así que , falto de consejo y desesperado se salió do 
secreto y de noche de la ciudad , con ánimo de pasar á 
la fortaleza del puerto grande que tenia muy fortalecida , 
donde esperaba que vendrían sus naves para pasar á Es- 
paña : salió pues en una yegua suya muy generosa y cé- 
lebre por su ligereza , que se llamaba Rahihana , que no 
tenia par enlre todas sus ye^as y caballos. Era la no- 
che muy obscura , y el rey iba harto turbado, temeroso 



de caer en manos de sus enemigos , y llegando a una 
alta y atajada barranca parecióle con la obscuridad que 
toda la tierra era igual , y se despeñó de allí abajo , ó 
tal vez la yegua se espanto , y asombró del mar con las 
sombras de la noche , y así murió , donde fué hallado á 
la mañana hecho pedazos , y también la yegua allí orilla 
del mar. Lleváronle á Abdelmomen que le mandó clavar 
de un sauce , y envió la cabeza á Tinmal : los almorávi- 
des no supieron esto hasta que lo oyeron de sus enemigos, 
con esto cayeron de ánimo, y pocos dias después (1 ] en- 
tró Abdelmumen por fuerza de armas en Whran 
en el mes de munarram del año 540. La resis— 1 1 45 
teocia fué grande y no la hubiera entrado tan 
presto, si no les hubiera apurado la sed, que les cortó el 
agua que iba á la ciudad , y así muchos perecieron de 
sed y que no pudieron hacer mucho en su defensa. Entró 
la mañana de pascua de Alfítra según Yahye , y pasó á 
cuchillo á los almorávides que en la ciudad halló , y 
muchos de los vecinos. Fué el tiempo del reinado de 
Taxfin después de la muerte de su padre hasta el dia en 
que tan sin ventura murió dos años y dos meses : y se-- 
guo este mismo autor muríó en fín ae ramazan del 539: 
y cuenta también que habia ya hecho jurar por su su- 
cesor á bu hijo A bu Ishac Ibraim el año que vino de 
Andalucia. 

(I) Dice Yahyc tres dias. 



76 

CAPÍTULO XXXVII. 

COlfTIlflJAN LAS GUERRAS CONTRA LOS ALMORAYIDSS 
DE ESPAÑA. 

En Andalucía continuaba ia gerra y levantamiento 
contra los almorávides con implacable odio. Seguia Me- 
nian ben Abdelaziz el cerco de Jáliva , y se defendía 
bien en la ciudad Abu Abdala el sobrino de Aben Ca- 
nia con sus almorávides. Llesó segunda vez Abu Giafar 
el walí rebelado en Murcia al cerco de Játiva en ayu- 
da de Merüan , y le fué forzoso al caudillo de los almo- 
rávides retraerse á la alcazaba para defenderse. Asimis- 
mo acudió en ayuda de los de Valencia el alcaide de 
las fronteras Aben Ayadh con muy escogida gente de 
ella. Entonces Abdala Aben Cania trató de concertar la 
entrega de Játiva por avenencia ; pues veía que no era 
posible mantener mas tiempo aquella fortaleza , y ajus- 
tadas y convenidas las conaiciones salió aquel esforzado 
caudillo con todos los suyos de la alcazaba y de la ciu- 
dad , y se encaminó á tierra de Almería con propósito 
de pasarse á Mayorca con su padre si las cosas no me- 
joraban. Luego que Abdala Aben Cania salió , entró en 
la ciudad Meruan ben Abdelaziz , y la fortificó , y des- 
pidió muy contentos á sus auxiliares , dándoles precio- 
sas alajas , armas y caballos : y asegurada la ciudad y 
alcazaba partió para Valencia , y entró en ella montado 
en un hermoso dromedario con preciosos vestidos y lu- 
cientes armas , y rodeado de los jeques y nobles caba- 
lleros , Y este día de su triunfante entrada en Valencia 
fué proclamado con general alegría del pueblo : 
esto fué en safer del año 540. En esta ocasión se 1 1 46 
unió Lecant á la amelia de Játiva , y esta 
provincia al gobierno de Meruan ben Abdelaziz. En esta 



77 

misma luna de safer volvió Abu Giafar á Murcia , des- 

Sues de haber perseguido en su retirada á los almoravi- 
es dé Abdala Aben Gania , robándoles cuanto pudo 
hasta que se retiraron á lo de Almería , donde toaavia 
eran poderosos. 

En Granada continuaba la rebelión , y los almorávides 
se defendian bien en la alcazaba , pidieron socorro los re- 
beldes á los de Córdoba , y escribió el cddi Abúl Hasan 
ben Adha á sus parientes y parciales , v envió Hamdain á 
su sobrino Aly ben Ornar Muhamad Adha conocido por 
Omilimad, y de Jien fué el alcaide de aquella ciudad Aben 
Gozei , con tropas allegadizas y mil caballos de la Ajar- 
quia , que unidos á las tropas que llevó Abu Giafar de 
Murcia hacian un hermoso campo de doce mil caballos , y 
mayor número de peones. Los almorávides cuando enten- 
dieron que venia contra ellos aquella tempestad , temieron 
3ue si estos se uniesen con los rebeldes de la ciudad les 
arian harto que hacer , y asi habido su consejo salieron á 
la hora del alba de la alcazaba , y fueron á encontrar á 
los auxiliares que tenian su campo en cercanías de Gra- 
nada , y con estremo valor les acometieron cuando menos 
esperaban , los desbarataron y rompieron con cruel y san- 
gnenta matanza , y en lo recio de la batalla murió Abu 
Giafar el rebelde de Murcia , y los suyos y demás auxilia- 
res huyeron por diversas partes con torpe fuga. Los ven- 
cedores almorávides se volvieron á su rortaleza de la al- 
cazaba. 

Las reliquias fugitivas del ejército de Murcia luego que 
volvieron á su ciudad eligieron y proclamaron por su amir 
al noble jeque Abderraman ben Tahir , en fin de 
rabié primera del año 540. Al mismo tiempo el 4115 
^valí Almanzor que estaba cercado con sus almo- 
rávides en la alcazaba de M^la^ trató de rendirla por 
avenencia , y entró en ella de amir Abu Alhakem Ben , en 
rabié segunda del año 540 , y se retiró á M\w««.^xi^'«*- 



78 

taba su padre Abu Muhamad ben Alhag. Este caudillo 
Tahir por afícion particular á la casa de Aben Hud pasó al 
alcázar y apellidó áSeif-DolaAben Hud , y se intitaló su 
naib en Murcia : dio la alcaidía á su hermano Abu Becar, 
y escribió al rey Saif-Dola que viniese. Con esta novedad 
se salieron de Murcia Abu Muhamad ben Alhág y Aben 
Suar , y otros principales caballeros de su bando , y so 
fueron á Córdoba. El amir Hamdain los recibió muy bien, 
y los envió con su primo Alfolfoli y su sobrino Omilimad 
con escogida gente de caballería para que mantuviesen su 
partido en Murcia , y echasen de ella al jeque Aben 
Tahir. Tembló este de las asonadas y aparato de estas tro- 
pas , y para defenderse y mantener la ciudad procuró 
traer á su bando al alcaide de las fronteras de Valencia 
Abu Muhamad ben Ayadh , y le rogó que viniera en su 
ayuda si se preciaba de amigo de Aben Hud. Este caudi- 
llo era en su corazón de aquel bando ; pero lo disimulaba 
como convenia : y recibidas estas cartas luego ¿ gran dili- ' 
gencia se puso en camino. Encontró á Zaonun alcaide de 
Aurioia , que también era de su bando , y este le llevó á 
su ciudad y le proclamó en ella su amir. Llegaron á Au- 
iriola muchos principales de Murcia , y le encendieron mas 
el deseo , y le animaron á ir á ella , y allí le proclamaron 
amir de Murcia sin saber nada de esto el jeque Aben Tahir, 
que lejos de pensar tal novedad disponía el recibimiento, 
y ordenaba que saliesen sus caballeros y parientes á reci- 
birle. Salió muchedumbre del pueblo al encuentro de 
Aben Ayadh que se fué á hospedar al alcazarquibir, donde 
no se le esperaba ni estaba prevenido para él.^to 
l'u6 en 1 de jiumada primera del 540 , y Aben 1 1 15 
Tahir so trasladó á Dar Saguir , y luego que en- 
tendió las cosas concertadas se retiró á su casa particular. 
Incitaban algunos á quo Ayadh lo quitase la vida . acu- 
sándole de tramas y maquinaciones ; poro Aben Ayadh 
que conocía su virtud y sabiduría se abstuvo de derramar 



79 

SU sangre : asi fué depuesto Aixleriaumii Aben Taiiir á 
los cincuenta días de su waliazgo por su auxiliar. 

En este tiempo cansados ya los de Valencia del go -^ 
biemo de su amir Meruan ben Abdelaziz meditaron su 
deposición: tanta es la inconstancia del aura popular , que 
al que solicitaron con ansia para su señor , á poco tiempo 
le aborrecen y desechan haciéndoseles intoieraole su políti- 
ca y gobernación. Los principales de la ciudad y los alcaides 
deLecant , Liria , Jecira, Jucar y Murbiter escribieron aJ 
alcaide de las fronteras Aben Ayadh, que estaba en Mur- 
cia y ya ora dueño de ella , que viniese con toda diligen- 
cia ¿ tomar las riendas de aquel estado que estaba descon- 
certado , y sin cabeza que le rigiese como convenia. No se 
hizo esto tan secreto que no lo llegase á entender Meruan 
ben Abdelaziz , y si bien quisiera poner remedio y cas- 
tigar á los que suscitaban estas novedades ; pero no fué 
posible que ya el mal habia cundido, y era general el des- 
contento y el deseo de nuevo amir , y como sus precaucio- 
nes se trasluciesen luego , la plebe se alboroto , y le fué 
forzoso retirarse del alcázar y esconderse en casa de sus 
amigos , hasta que salió de noche descolgándose por el 
muro el martes veinte y seis , otros dicen vemte y cinco do 
jiumada primera. Iba Meruan disfrazado y con sola su guíu 
que por desgracia le estravió , y perdido el camino lle- 
gando á los montes de Almería , cayó en manos del al- 
caide Muhamad ben Maymun que le conoció y prendió, 
y tratándole como á rebelde le encadenó y envió á Abdala 
AbenGaoiael sobrino, que se alegró mucho de tenerle en 
su poder , y le llevó mucho tiempo consigo en cadena an- 
dando de una parte á otra entro Valencia , Almería y Já- 
trva en todas sus algaras ; pero no quiso derramar su san- 
gre , y al fin se le llevó después consigo á Mayorca. Díceso 
que Meruan ben Abcblaziz cuando salió huyendo de Va- 
lencia huyó á Colbira , y luego tornó disfrazado á Valencia 
y entró de noche en ella , y estuvo en su casa. ^mn>rxsS:í>s 



80 

iiusla que fué descubierto por alguno , y se le buscó con es~ 
quisita diligencia , y escapó segunda vez de secreto y se 
fué hacia Murcia , que allí le seguía los pasos Juzef Den 
Ileiál para prenderle ; pero que se le ocultó y le perdió: 
que estuvo en Murcia tres dias , que desde alli partió con 
un guía que le estravió en tierra de Almería , y cayó en 
manos de la caballería de Maymun , y este caudillo coma 
ya se ha dicho , le conoció y entregó ¿ Aben Gania e\ so^ 
brino : que la familia y gente de Meruan vengó despueB Is 
poca generosidad del alcaide Mayman , como si le nobiera 
muerto. Cuando el pueblo de Valencia entendió la fuea de 
su amir Meruan proclamó á Abdala ben Mubamad ben 
Snd ben Mardanis , que era naib de Aben Ayadh en- aque- 
lla comarca , y lo aposentaron en el alcázar de Valencia, 
y en fin do aquella luna de jiumada primera llegó Abes 
Ayadh , que en el camino tuvo noticia de la proclamacren, 
y permaneció en la ciudad cuidando del gobierno y sega-* 
rielad de las fronteras , y luego tomó á Murcia dejando allf 
por su naib á su suegro Abu Muhamad ben Sad , tio de 
Abu Abdala ben Sad el conocido por el de Albacete por 
Jo quo después verómos. Prendió su gente á Abu Giafar 
Ahmod ben Gubeir padre de Abu Uusein el sabio, que 
defendió el alcázar del pueblo , y le envió en cadenas al 
castillo Maternis y le encerraron en una torre ; luego se 
róscalo por tres mil doblas , y lo quitaron sus libros que 
fué su mayor sentimiento, y se retiró áJátiva, y alli rae 
después segunda vez preso por los de Aben Gania con 
otros parciales do Meruan ben Abdelaziz . y estuvieron en 
ol)scura prisión que no distinguian día ni noche hasta que 
los llevaron á Mayorca , como diremos. 

Dospues cjuc Uamdain logró que el voltario é inconstan- 
te i)uel)lo echase do Córdoba á Soif-Dola , este príncipe 
ayudado de los de su bando que cada dia se le juntaban 
partió á Jion , y ganó el ánimo de Aben Gozei alcaide 
do uqucUa ciudad , que deseoso do vengar la pasada der- 



81 

rola que lo habían causado los almorávides en Granada ? 
se ofreció á ir en sa compañía contra ellos. Llegaron á 
Granada y entraron en la ciudad por Bab Morar, y salió 
á recibirle el cadi de la ciudad Aben Adha , que salió á 
pié por mas honrarle , y le saludó y hospedó á él y á su 
hijo Amad-Dola , y como este le pidiese agua le sirvió la 
copa Aben Adha , y al ir á bebería , dijo un alima que 
allí estaba : o Sultán , no la bebas , que está confecciona- 
da;» y no lo bebió, y avergonzado Aben Adha que proce- 
dia con buena intención , porque no se creyese que en él 
habia malicia, se bebió al punto aquella copa que estaba 
preparada , y asi ciuitó toda sospecha de si ; pero en 
aquella noche murió , pues en verdad estaba confeccio- 
nada con ponzoña agridulce , que parecía agua de azú- 
car y naranja : fuese acaso ú maliciosamente preparada 
para acabar con quien la bebiera de los Aben Hudes. Re- 
celoso Aben Hud de la inconstancia del pueblo, no quiso 
morar en la ciudad , aunque manifestaban todos mucha 
alegría en especial los principales, y se puso en un mag- 
nifico pabellón en las huertas sobre Granada , y allí es- 
tuvo aiez dias : luego pasó á la alcazaba Alamra , ó de 
los príncipes , y allí hubo sangrientas batallas con los 
almorávides que se defendían valerosamente contra Aben 
Hud y los de la ciudad , y a^ cada dia morían muchos 
de cada parte , hasta que al octavo dia de combate que 
fué muy reñido y sangnento, los almorávides rechazaron 
á los de la ciudad y á los de Aben Hud, haciendo en ellos 
horrible matanza , y fué herido y preso este dia Amad- 
Dola el hijo de Seif-Dola Aben Hud , y aquella noche 
murió de sus heridas en la alcazaba , y los almorávides 
lo enviaron canforado á su padre para que le enterrase, 
y le pusieron en una preciosa caja de grana con franjas 
de oro llena de preciosas aromas. No se detuvo Aben 
Hud en Granada sino un mes, porque vio al ijafiblsi ^^a»^- 
sado de los males v afanes de la ejaeytt^ ^^ vasii\vw^x>3\v> 



82 

liacian , que siendo dentro de su misma ciudad oran ma^ 
graves y sensibles las violencias y horrores de ella : así 
que j levantó su campo una noche y se partió á Jien, y 
quedó gobernando en la ciudad Abu Hasan ben Adha. 
Los de la ciudad se concertaron después de su partida 
con los almorávides de la alcazaba, y ajustaron sus tre- 
guas j y sadieron algunos principales de la fortaleza, y se 
retiraron á Ahnunecáb puesto de Elvira para estar mas 
dispuestos para pasar á África. 

CAPÍTULO XXXVIIL 

k>R08IGUEII LAS GUERRAS ENTRE LOS MUSLIMES 
DE ESPAÑA. 

Estaba Seif-Dola en Jien después do haber salido de 
Granada ^ y le llegaron enviados de Murcia dándole obe- 
diencia á nombre de aquella ciudad , y rogándole que 
fuese á ella : montó á caballo sin dilación acompañado de 
muchos nobles caballeros de su bando , y adelantó sus 
cartas á su amigo Aben Ayadh previniéndole del día de 
su llegada; que á su anti^a amistad é inteligenciaB se- 
cretas que entre ellos había en las fronteras de Algalia 
debió ADen Hud esta proclamación de amir en Mur- 
cia. Entró en ella dia jiunia 4 8 de regeb año 540 : 4 1 43 
salióle á recibir Abu Muhamad Aben Ayadh con 
la caballería de Murcia y con su hijo Abu Becar, y el dia 
de esta entrada fué dia de gran fiesta en la ciudad, y le 
[»x)clamó el pueblo con muestras de mucha alegría, que 
allí no se salía de la voluntad de Aben Ayadh. Sin dete- 
nerse sino pocos dias en Murcia, salieron juntos y pasaron 
á Valencia, y allí también tenia dispuesto Aben Ayadh la 
proclamación que fué mu^ íes>ú\a^ ^ de ^an concurso do 
pueblo: y á pocos días \o\V\eTo\SL'A«aXvc '^ NYKSHKssvVk'^fc- 
nút r y so aposentaron cu sv\ vAvmw , >^ Wi vass^^w ^si- 



8a 
clamado en ella Aben Hud. Luego volvieron á Murcia, 
y el emir Aben Uud se hospedó en alcazarquibir , y el 
caudillo Aben Ayadhen alcazarsaguir ; pero en ol gobier- 
no todo so hacia por Aben Avadh á nombre del amir 
Seif-Dola Aben Hud. 

Poco tiempo después Ileso noticia de las fronteras co- 
mo el Thogray alcaide de Cuenca corria la tierra de Já- 
tiva , y los cristianos que venian en su ayuda talaban y 
estragaban los campos ; y á pocos dias envió sus cartas ol 
naib de Valencia Abdala Aben Sad , en que decia como 
los de el Thogray y su aliado el Tagi Aladfuns tenían cer- 
cada la ciudad de Játiva. A la hora el amir Aben Hud 
y su walí Aben Ayadh juntaron su caballería de Murcia, 
Lorca y Lecant , y escribieron al naib do Valencia que 
saliese también con su gente para ir contra ellos. Cuando 
los cristianos entendieron estos movimientos, levantaron 
su campo , y considerando que seria mas difícil vencerlos 
juntos , trataron de venir á encontrar á los de Murcia, de 
quienes mas temían , y dándolesi batalla revolver contra 
los de Valencia ; pero la ligereza y diligencia de estas 
tropas fué tanta que se les adelantaron , y vinieron á jun- 
tarse con la gente de Murcia un día antes de que se avis- 
tasen ambas -huestes. Fué este encuentro en los llanos de 
Albacite , llamado campo de Lúg en cercanías de Chin- 
gila. La batalla principió á la hora del alba , y se trabó 
cruel y sangrienta. De ambas partes se peleaba con igual 
furor , que no parecían hombres, sino rabiosas íieras que 
se despedazaban. Contendían en aquel campo los mas 
diestros y valientes campeadores , así de los muslíme^^ 
como de los cristianos, el odio implacable de ambos pue- 
blos , y el valor y constancia de los mas ejercitados com- 
batientes. En lo mas recio de la batalla cayó herid<^ ^^^ 
una lanzada el esforzado amir Sev^-\yív^ KÍsfc^^^^ ^'^^'^ 
peleaba e/j ¡o mas ard'ienio Ae Va te^\:\^^^ ^;i ."^^^^^^^^ 
funda herida que le rompió e\ p^Vq «;&» v>.nví» 



84 

SU sangre su noble ánima. Tarrbien murió peleando en 
los primeros como un bravo león Abdala Aben Sad el 
naib de Valencia , sobrino de Muhamad Aben Sad ben 
Mardanis naib de Murcia. Con la falla de estos dos íncli- 
tos caudillos decayeron de ánimo los muslimes de Murcia 
y de Valencia , y á pesar de los esfuerzos y heroico valor 
del walí Aben Ayadh cedieron el campo , y la noche 
protegió con sus sombras la fuga de los vencidos , dando 
treguas á la cruel matanza. Escapó Aben Ayadh con las 
reliquias de su gente , y dicen algunos que Aben Hud 
herido en la batalla murió aquella noche desangrado. 
Acaeció esta derrota de ios muslimes dia jiuma 
20 dejaban, del año 540, otros dicen dia sá- 1145 
bado. 

Después de la batalla, Abdala el Tho^raycon sus alia- 
dos pasó á cercar la ciudad de Murcia , donde había 
quedado de naib Muhamad ben Sad Aben Mardanis* 
Este caudillo no quiso esperar dentro de la ciudad, y con 
la poca gente de armas que en ella tenia salió contra el 
Thogray , y se dieron batalla delante de la ciudad , y 
pelearon con mucho valor ; pero los de Aben Sad fueron 
desbaratados por el mayor número de sus enemigos , y 
muchos perecieron á manos de los infieles que siguieron 
ol alcance. Aben Sad escapó huyendo en un buen caba- 
llo, y se acó ió con parte de los suyos en Lecant. Abdala 
el Thogray entró después en Murcia á primeros 
dias de dylhagia del año 540: procurando ganar 11 46 
los ánimos de los vecinos con su buen trato, y re- 
novar sus amistades y bando en ella , pero no pudo con- 
seguir aunque lo deseaba , que los cristianos no entrasen 
en Murcia , cosa que desagradó mucho á todos los veci- 
nos. El walí Aben Agadh respirando venganzas recor- 
ría sus tierras y allegaba gentes para venir contra sus 
enemigos. En la parte de Algarbe continuaba Aben Cosai 
US conquistas desde Calat Mertula, y estaba apoderado 



85 

de gran parto de aquella tierra , obedeciéndole todos sus 
pueblos. Como entendiese los venturosos sucesos dé lóá 
almohades en África, y la muerte del rey Taxfih en Whran 
envió sus cartas y mensajeros al príncipe de los almoha- 
des Abdelmumen dándole cuenta de las revueltas de Es-^ 
paña, y como él se habia apoderado de gran parte de An- 
dalucía contra los almorávides , á los cuales trataba de 
herejes y malos muslimes; hacia sus protestas de las opi" 
niones del Mehedi y doctrinas de Algazali , y se ofirecia 
á su obediencia , convidándole á entrar en Andalucía y 
apoderarse d^ ella : asi que Abdelmumen paeado de eS" 
tas cosas le nombró su walí de Algarbe en rabié segunda 
del año 540. 

En este mismo tiempo el caudillo de los almorávides; 
Abu Zacaría Yahye Aben Gania sabiendo el mal estado de 
las cosas de sus reyes en África, procuraba sostener en 
Andalucía el vacilante estado asi por fuerza de armas 
como con prudente política : corría las provincias , exor- 
taba á ios pueblos á la unión y obediencia á sus legí- 
timos soberanos, y donde no valia la persuacion, emplea- 
ba con oportunidad la fuerza y el rígor. Así mantenia en 
obediencia muchas princioaies ciudades . y viendo que 
se multiplicaban ios rebelaes y que ya eran muy podero- 
sos los de la Axarkia y el Algarbe , fué á buscar alianzas 
con los cristianos , y para debilitar los mas poderosos 
bandos sembró entre sus caudillos la discordia y fatal de^ 
sa venencia. Como entendiese que Husein Aben Gosai ha- 
bia escrito á los almohades ofi^éndose á su obediencia, 
Lque Abdelmumen le habia nombrado walí de Algar- 
, aprovechó esta ocasión para suscitar la envidia eo 
sus parciales Muhamad ben Sid-Ray , y Ornar Aben 
Almondar. Decíales que se debían apartar de su amistad 
y mirar por sí , pues Aben Gosai trataba de engrande- 
cerse solo, y tener la soberanía del estado , que maqui- 
naba conlra la libertad do todos, y c\jaRV\^ Nx^^t Wr. 



I 



80 

íieros almohades á España, para repetir las desgraciad 
que los príncipes y caudillos andaluces habian sufrido en 
la venida de los almorávides , con la diferencia de aue 
Juzef Taxfin vino á redimir á los muslimes de las cade- 
nas que les echaba el tirano Alfonso , pero que Aben 
Cosai no podia escusar este mal consejo con tan loable 
ocasión: que solo su desmedida codicia del soberano 
mando le movia á traer á España los derramadores de 
sangre de los muslimes de África : que su intención era 
desensañarlos : que él no aspiraba sino á mantener sin 
mancilla el honroso cargo de caudillo y amparador délas 
fronteras del Islam , permanecer y seguir en el camino 
de Dios hasta la muerte, que e^a era la verdadera gloria, 
que por aquella senda se subia á la cumbre inaccesible 

le la mas permanente fortuna. Eran ambos caudillos de 
noble y generoso ^nimo y se persuadieron de las razones 
de Aben Cania , y el fuego de la emulación que no se 
habia extinguido en sus corazones, se escitó ahora de 
nuevo y luego se indispusieron con él , reprobando su 
gobierno y sus alianzas: llegaron á punto de rompimiento 
declarado, y movieron sus gentes contra Aben Goaai. 
Este walí para defenderse de estos bandos pidió ayuda 
al tirano Aben Errik señor de Colimbiria , que luego vi-* 
no en su ayuda , y entraron juntos la tierra de Beja y de 
Mérida , haciendo los cristianos hartos estrasos en aqnae- 
Ha tierra. Salieron contra él Muhamad Sidrai y Aben 
Almondar , y tuvieron sangrientas escaramuzas, y le 
obligaron á retraerse á su fortaleza de Calat 
Mertula , esto en xaban del 540 : y á la par^ 4 1 45 
tida de los caballeros de Aben Errik les dio 
sus dádivas de armas y caballos, y se habia con él 
como un siervo que movía sus pestañas por las insinua- 
ciones del otro. Entonces sus enemigos le disfamaban y 

todo el pueblo le aborrecia , de manera que sus gentes 
no quenan ya defenderle , y favorecian las empresas de 



87 

SUS contrarios. Ocuparon estos la fortaleza de Calat Mer-^ 
tula , y suscitaron contra él un alboroto popular, y fue- 
ron á cercarle á su alcázar de Axaregib que era donde 
moraba , y le depusieron , y proclamaron á Muhamad 
Sid-Ray , (}ue entró el alcázar y le prendió y encarceló 
en Medina oqa. E^itre tanto llevaba su voz y mantenia 
su bando Abdala ben Aly ben Samail que loego logró 
apoderarse de Beja y le sacó de la prisión , y Ornar ben 
Almondar se acoígió ¿ Sevilla. 

CAPÍTULO XXXIX. 

GUIUAA EN ÁFRICA BHTEE ALMORÁVIDES Y ALMOnADES. 

Eatne tanto en África no cesaba la sangrienta guerra 
entre almorávides y almohades. El mezuar de Marrue- 
cos luego aue entendió la desgraciada muerte del rey 
Taxfin prodamó á su hijo Ibrahim Abu Ishak , á quien 
pooo antes había enviado su padre desde Whran , y te- 
miéndose de su contraria fortuna, halna ordenado que fie 
le jurase futuro sucesor y socio en el imperio, y como un 
mes antes de la muerte de Taxfin habia sido jurado por 
todos los nobles de Lamtuna : solamente se opuso á su 
jura y solemne declaración de rey de los almorávides su 
tio Isnak ben Aly negándole la obediencia y pretendien- 
do que le proclamasen. No faltaban nobles almorávides 
que mantenian est» desventurado partido en el despeda- 
zado reino de Marruecos, para dar mayor impulso á su 
destrucción y ruina total : al mismo tiempo que Abdei— 
mumen no dejaba las armas de la mano , victorioso y 
triunfante sojuzgaba todos los pueblos y los ponía en su 
obediencia. Aal fué que después de haber entrado en 
Whran haciendo en ella terriale matanza , ocupó la for- 
taleza de Marsaelquivir , levantó su campo y rae sobre 
la ciudad de Tekwcen , la icercó y dio c<íc\q«» cüsv^^^^ ^^ 



88 

la entró después de largo cerco por fuerza de armas: y 
como la defensa hubiese sido tan obstinada , se vengó 
én la entrada y pasó á cuchillo cuantos se pusieron de- 
lante de sus tropas feroces. Fué la matanza tan espan- 
tosa j que dice Isa que pasaron de cien mil los muertos 
én aquel dia de horror , que todos los moradores pere- 
cieron á fílo de espada , que la ciudad fué dada á saco 
y los vencedores soldados robaron y mataron hasta har^ 
tar su codicia insaciable y su inhumana crueldad. Detú- 
vose allí Abdelmumen siete meses , y envió sus caudi- 
llos al cerco de Medina Fez sin perder tiempo , ocupa- 
ron Mezquinez por avenencia , y asentaron su campo de- 
lante de la gran ciudad de Fez. Era en ella gobernador 
un hijo del rey Aly , llamado Yahye Abu Beciar y tenia 
por amir ó proveedor de los negocios á un principiéd cau- 
dillo de Andalucía llamado Amala ben Chayar el Jieni, 
conocido por Abu Aly de Jien. Este valeroso caballero 
defendia bien la ciudad, y hacia todos los dias fuertes sa- 
lidas con escogida genle bien ordenada en batalla, y da^ 
ban rebatos álos cercadores , y trababan sangrientas es- 
caramuzas que daban mucho que hacer á los almo- 
hades. Viendo Abdelmumen que el cerco se alarg^^ 
ba y que los de la ciudad se defendían con mucho 
valor , dispuso una estraña estratagema que le valió 
mas que todas las otras máquinas con que en vano la 
combatia. Allegó gran cantidad de leños y cortados ár- 
boles y con ellos mandó labrar un muraUon que atajase 
el rio que entra por en medio de la ciudad. Ayudaba ¿ 
su propósito la natural disposición de la tierra, pues vie- 
ne el rio por un estrecho valle ó cañada : represó con 
aquel recio muro toda la corriente, formóse un gran- 
de Y maravilloso estanque , hasta aue subiendo el agua 
hacia atrás parecía un mar capaz oe grandes naves. Le- 
vantadas á mucha altura las aguas se derramaban ya 
por los campos . y buscaban nuevo cauce. Entonces An- 



delmumen hizo romper de una vez aquella muralla y con 
ímpetu y horroroso estruendo fué la mundacion á dar en 
los muros de la ciudad y se llevó y arrancó hasta los 
cimientos de una gran parte de ellos, destruyendo tam- 
bién los edificios , casas y puentes (]ue la ciudad tenia. 
Era la hora del alba, y en aquella misma noche celehnra- 
ba sus bodas el walí de la ciudad Yahye Aben Aly 
tio del rey con una hermosa doncella de quien Abdala 
el Jieni estaba muy enamorado , y esto le tenia con gra- 
ve enojo y pesar contra el principe; pero sin embargo no 
faltó entonces á su obligación , y como oyó el estruendo 
y sintió el temblor de la tierra, al punto conoció que era 
el ímpetu del represado rio que rompió los muros ; y 
luego acudió con gente de armas á las puertas mas cer- 
canas, y salió con parte de la caballería á dar en los ene- 
migos , que no lo esperaban , y á los demás ordenó que 
ue se pusiesen sobre las ruinas y guardasen el derriba— 
lo lienzo do la muralla. La profundidad y estrago del 
corriente defendió la entrada á los enemigos, que ai mis- 
mo tiempo tuvieron que atender á la batalla , que con 
mucho valor les dio el Jieni , asi que no consiguió por 
entonces Abdelmumen el triunfo que pensaba. Arreba- 
tó el corriente mas de mil aduares y alonas mezquitas 
y otros buenos edificios^ Así fué algún tiempo después , 
que todos los dias habia entre ellos escaramuzas en que 
peleaban con varia suerte. No habia el Jieni olvidado 
el dolor y los desesperados celos de su perdida amante ^ 
cuando otro nuevo disgusto le dio ocasión á romper la 
mal disimulada cólera é indionacion. Fué el caso (]ue el 
amir Yahye le pidió cuenta de ciertas sumas de dinero^ 
y queria que luego se lo entregase. Escusóse Abdala el 
Jieni con las urgencias de la defensa de la ciudad ^ y de 
unas en otras razones se acaloraron y trataron mal , y 
entonces Abdala mudó su ánimo y concertó con Abdel- 
mumen entregarle la ciudad, y así lo hizo^Q^<^Vs^ 



I 



9() 

abrió las puerlas en la larde del miércoles catorce 
de dilcada del año 540, y fué proclamado en ella 1 1 45 
el rey de los almohades Abdolmumen. El amir 
Yahye huyó con su familia lleno de espanto y se fué 
sin parar hasta Tanja , que allí se embarcó y se vino á 
Andalucía. Abdala ben Chayar el Jieni fué muy honra- 
do del visir de Abdelmumen Abu Giafar Ahmed ben 
Giafar ben Atia andaluz, natural de Camarola alquería 
de Tartuxa en oriente de Andalucía. Era ya visir siendo 
de treinta y seis años , y asi él como su normano Abu 
Akil Atia gozaban de la privanza del rey djB los al- 
mohades por su sabiduría. Abu Akil tenia veinte y tres 
años , y ambos favorecieron mucho al Jieni , y él escri— 
bió elegantes versos en elogio de Abu Giafar , de cuya 
fortuna hablaremos después. 

Entrado el año 544 á mediados de la luna de 4446 
niuharram ocupó la ciudad de Agmátpor avenen- 
cia, y después de la conquistado Fez envió Abdelmumen 
sus tropas á la conquista de Saló y de Mekineza , y ¿ esta 
ciudad fueron seis mil caballos de las cabilas de Hucan, 
Mikilita , Zeneta y Quiznaya que asentaron su campo de- 
lante de ella , y para estorbar las frecuentes salidas de los 
cercados, fabricaron un muro á la redonda de la ciudad, 
(le manera que no podian salir por parte ninguna , y solo 
dejaron ciertas puertas que guardaban los almorávides de 
dia y noche con mucha diligencia , y por ellas solian en- 
trar á pelear con los valientes de la ciudad cuando ellos 
querian. Estuvo Abdelmumen presente á estos trabajos, v 
viendo que el cerco iba largo, dejando dispuesto lo conve^ 
niente para seguir el asedio , partió con sus principales 
caballeros al cerco de Salé y antes de fijar su pabellón 
luego que vino al real salieron los de la ciudad y le Jura- 
ron obediencia , y asimismo se le entregó aquel dia la al- 
cazaba , fortaleza muy hermosa que habia edificado el rey 
Taxfin en el arrabal de la ciudad. 



1)1 
CAPÍTULO XL. 

PASAN LOS ALMOHADES Á ESPAÑA. SUS PRIMERAS CON- 
QUISTAS. FIN DBL IMPERIO DE LOS ALMORÁVIDES, 

Acabadas con tanta ventura aquellas conquistas de Al- 
magreb, se dispuso Abdeimumen para dos jornadas que 
traía en en el pensamiento, y para ellas apercibió sus gen- 
tes con gran aparato de armas , caballos , provisiones y 
máquinas, y cuanto para la guerra es necesario. Dispuso 
que su caudillo Abu Amrán Muza ben Said con diez mil 
caballos y doble infantería pasase el estrecho y fuese á 
Andalucía , porque las revueltas y guerra civil que en ella 
habia, le ofrecían buena ocasión para apoderarse de ella. 
Tenia ya prevenidas naves en Tanjar y Cazar Algez para 
embarcar sos tropas , y en la luna de dylhagla del 
año 540 ya estaban listas para el paso. Hicié- 4 4 45 
ronlo con felicidad á fin de dylcada , y desembar- 
caron en las playas de Algecira Aihadrá , y cercaron la 
ciudad que luego se rindió. Los almorávides que la de- 
fendían, no esperando socorro de ninguna parte, lue^o tra- 
taron de entregarla. Estando Abu Amrán en el sitio de 
Algecu*a, vino en su ayuda Husein Aben Cosai con una 
banda de caballeros de Algarbe , y Abu Amrán le salió á 
recibir y le trató con mucha honra. Los almorávides vien- 
do que no les ofrecían seguro , y que la ciudad no podía 
defenderse salieron con desesperado ánimo , y rompieron 
el campo de los almohades , y se abrieron paso á lanzadas, 
y huyeron hacia Sevilla. Los almohades entraron 
en AJgecira en la luna de muharram del año 544 , 4 4 46 
los de }a ciudad fueron bien tratados^ porque no 
habían hecho resistencia. Luego partieron los almohades 
hacía Jebal-Taric, que asimismo se rindió á ejemplo do 
Algecira , y sin detenerse pasó el campo contra l^^c^^.^^ 



asentaron su real con ánimo de cercarla ; pero en el mis- 
mo dia salió de la ciudad el alcaide de ella Abul Camar, 
que era de los Aben Ganias , acompañado de cien nobles 
caballeros , y vinieron de paz al campo de los almohades, 
y ofrecieron obediencia á nombre de toda la ciudad , y 
prestaron sus juramentos do homenaje y fidelidad, acó— 
giéndose bajo su fé y amparo. Escribió Abu Amrán estas 
victorias y venturosos sucesos á su señor Abdelmumen, 
ponderándole la buena voluntad y pronta sumisión de los 
Jerezanos , y el roy Abdelmumen holgó mucho de esto, y 
escribió á la ciudad de Jerez manifestando su complacen- 
cia en que hubiese sido la primera ciudad de Andalucía 
que se habia puesto en su obediencia , que él la tomdNi 
bajo su fé y amparo. Ordenó entonces (]ue el ayunta^ 
miento de aquella ciudad tuviese la distinción de prece- 
dencia en sus Corles y ceremonias de Azalam público 
do cada año , y que se les llamase los precedentes ade- 
lantados de Jerez , que saludasen los primeros al rey , y 
(rutasen antes que los de otras ciudades sus negocios y pe- 
ticiones : honor que se les mantuvo durante la dinastía de 
los almohades. 

En España meridional continuaba la guerra civil. Aben 
Ayadh sabida la entrada de Abdala el Thogray en Mur- 
cia , y la victoria que habia conseguido delante de ella de 
su naib Muhamad Aben Sad, deseoso de venganza junt¿ 
mucho número de tropas de la tierra de Valencia, Lorca y 
Lecant, y vino á buscar á su enemigo á la ciudad de Mur- 
cia. Llegó esta poderosa hueste delante de la ciudad, y co- 
mo los vecinos estaban descontentos del Thogray porque 
tenia en su compañía á los cristianos sus aliados , enten- 
dió Aben Ayadh, que no tenia mas que vencer y escalar un 
muro ú romper una puerta, para apoderarse de la ciudad. 
Acometió con ímpetu á entrarla por fuerza , y luego todo 
el pueblo se puso en armas contra los cristianos y musli- 
mes de Axarkia , que scguiun ol bando dol Thogray , los 



93 

cuales por atender al muro y á los de la ciudad no hície- . 
ron eosa de provecho , y en ambas partes fueron vencidos 
y atropellados. Abdala el Thogray después de haber pe- 
leado como valiente en la entrada de la ciudad , viendo el 
alboroto de esta y la confusión y desorden de los suyos, 
huyó con algunos de sus caballeros y auxiliares de la ba- 
talla , y saliendo por la puerta de África le hirieron el ca- 
ballo en la cabeza con una piedra desde el muro , y el ca- 
ballo atónito y espantado cayó con él en el rio , y allí le 
acabó un cierto Aben Fedá, sin que los de su compañía 
hiciesen cuenta de él , ni atendiesen mas que á su propio 
peligro. El que le mató en el rio le cortó la cabeza y la llevó 
al caudillo Aben Ayadh que holgó mucho de aquel pre- 
sente, y se lo pagó bien. Fué esta entrada de Aben Ayadh 
en Morda , y la muerte de Abdala ben Fetáh el 
Thogray en día siete de regeb del año 544 . Trató 4 4 46 
Aben Ayadh con mucha honra á los caballeros de 
Murcia que favorecieron abiertamente su bando, y perdonó 
¿ los que hablan seguido el de su enemigo; pero no dio 
cuartel á los cristianos que se cautivaron , que á todos loe 
mandó descabezar : y fué sesuda vez proclamado amir 
de Murcia y de toda la Axarkia de España. 

En África se ocupaba Abdelmumen en el cerco de la cor- 
te de Marruecos , nabia puesto su campo sobro un mon- 
te que está ¿ la parte de poniente de la ciudad, que se lla- 
ma Gebel Gelez , que es una colina á montecillo 
pe()uefio; y en la luna de muharram del año 541 4 146 
principió a edificar alli una ciudad para abrigo 
y amparo de sus gentes , croyendo que el cerco de Mar- 
ruecos seria largo. Labró enmedio de ella una mezquita 
con su alta torre y almenara, que señoreaba y descubría 
toda la ciudad de Marruecos y los cercanos campos: 
dispuso dentro del recinto de aquella ciudad apartadas 
estancias y alojamientos para las diferentes eabilas de su 
poderoso ejército : y las repartió y s^aló el rnuos^ ^^¿^ 



flor de su mocedad se compadeció de éi , y manifestó á 
sos visires su compasión , y les dijo : « harta es su des- 
gracia, dejémosle llorar en perpetua prisión :» y le di- 
jeron : « señor , no quieras criar un leoncillo que después 
nos despedace ó ponga en peligro. » Venido el rey Ibra- 
him con los otros jeques delante del rey Abdelmumeo, se 
postró á sus píes y le rosó que le perdonase la vida, que 
él en nada le había ofendido. De estas palabras tomó gran 
saña un jeque de los almorávides pariente y sercano suyo, 
que le llamaban amir Sir ben Alhak, y escupiéndole en la 
cara le dijo : a miserable , por ventura osos ruegos pieiH 
sas que los haces á un padre amoroso y compasivo que 
se apiadará de ti? sufre como hombre , que esta fiera no 
se aplaca con lágrimas , ni se harta de sangre. » Estas 
razones enojaron mucho al rey Abdelmumen , y en el 
ardor de su cólera mandó matar al rey Abu Ishalc Ibra- 
him y á todos los jeques y caudillos almorávides, y man- 
dó que no se perdonase vida á ninguno de ellos , y en 
aquel terrible día dice Aben Iza que murieron todos los 
principales , y en tres días no cesó la matanza que mu- 
rieron mas de setenta mil personas en aquella miserable 
ciudad. Así acabó el imperio de los almorávides. Abu 
Ishak Ibrahim fué rey aos años y algunos días. Cuénta- 
se que poco tiempo antes de esta calamidad un alime lla- 
mado Abu Abdala ben Verdí decía a sus familiares y ami- 
gos haberle parecido oir en sueños estos versos. 

Enyañado mortal, mezquino y triste 
DUpierta de tu sueño , tus oidos 
Oigan la voz del hado inexorable . 
El eterno decreto lo dispuso ^ 
Y en la tabla fatal está griú>ado. 
En tabla de oro y letras de diamante 
Cuanto Alá ooderoso detertmna 
Con vohu^tad eterna ^ p«mMMM«xe 



97 

El cetro real de Lamtuna se rompe 
En la cabeza de Ihrahim , y el triste 
Paga en su tíema edad, lo que pecaron 
Los soberbios amires sus mayores : 
De Dios es el imperio y la potencia, 
Es eterno su mando, y no vacila 
De su grandeza el soberano trono. 

Escribe el hijo de Sahib Sala , que Abdelmumen en- 
tró en Marraecos y no qaiso detenerse en ella ni hacer 
noche , qne se volvió á su pabellón dejando las puertas 
en poder de sus alaminos para que nadie entrara ni salie- 
ra : y en este se estuvo dos meses , después se juntó lu 
riqueza y tesoros , y repartió los esclavos , y vendió las 
mujeres y niños , cuanto habia en Marruecos : solo se 
respetó á una hija del rey Aly nieta de Juzef , y aun di- 
cen que por respeto á su marido Hevanismar de Musufa 
que había seguido el bando de los almohades , y por eso 
les quedó su hacienda. Tres dias estuvo la ciudad cerra- 
da y como desierta. Luego se purificó según doctrina de 
Mehedi , v se derribaron sus mezquitas , y el rey luego 
mandó labrar otras nuevas. 

En Andalucía el caudillo Abu Zacaria Yahye Aben 
Gania, con auxilio delEmbalatur de los cristianos, reco- 
bró la ciudad de Baza y vino á poner cerco á la de Cór- 
doba . sin que osaran salir contra él los del bando de 
Hamaain. Entre tanto iol ejército de los almohades pasó 
desde Jerez, y dispu^ cercar la ciudad de Sevilla por 
mar y tierra con ayuda de los rebeldes de AlgarbeHu- 
sein Aben Cosai y Sidray, aue vinieron con mucha gen- 
te de su bando , y 1^ de Hamdain y los de la ciudad 
cansados de los almorávides favorecieron á los almoha- 
des j y entraron imi la ciudad miérco\fi(& ^<(^^ ^ 
xaban del año 5*1 . Los almoraNí^ &a W ^w- \\\^ 
nicioD temerosos de la vcnf^inza ipo^viNar ^ ^^ 



98 

turor de los vencedores almohades huyeron hacia Garmo- 
na en el punto que principiaron á entrar los almohades en 
la ciudad que fué á la hora de alazar. Al dia siguiente se 
hizo la chotba por Abdelmumen en todas las mez(juitas 
de la ciudad : en el mismo tiempo se les entregó la ciudad 
de Málaga, y fué puesto allí por alcaide de ella Alhakem 
ben Hasnún. Los cristianos auxiliares do AbenGania to- 
maron por fuerza la fortaleza de Andujar , y Baza y 
otras : Aben Gania entie tanto apretó el cerco de CórdoH 
ba , y fué forzoso á los de la ciudad rendirse á la constan- 
cia de este caudillo : solamente pudo estorbar que el 
primer dia entrasen los cristianos sus auxiliares en la ciu- 
dad ; pero en el segundo que fué en fin de xaban entraron 
los infieles , y ataron sus caballos en la Aljama mayor, y 
profanaron sus manos el Mushaf del califa Otman ben AÁn 
que en ella se conservaba , traido de Siria por los reyes 
Aben Omeyas^ preciosidad que quiso Dios que no pe- 
reciese en sus manos. Padecieron los vecinos hartas yqa- 
cíones mientras los cristianos permanecieron en la ciudad, 
aunque no fué mucho tiempo, pues como entendiesen que 
los almohades habian entrado en Jeriz Sidonia y en Se- 
villa tuvieron su consejo , así los muslimes del bando de 
Aben Gania y almorávides, como los cristianos del Embala- 
tur y acordaron que convenia retirarse á sus tierras, y 
allegar gentes para oponerse con todo su poder á los al- 
mohades. El EmbaJatur Aladfuns ben Sancho quería 
quedarse con la ciudad de Córdoba ; pero Aben Gania 
consiguió que se contentase con la ciudad de Baza que 
estaba mas cerca de sus fronteras de Toledo , restituyalas 
Dios , y en esto se consertan-n , y partió de Córdoba la 
gente del Embalatur , y quedó en Baza de wali por los 
cristianos el conde Almanrik. La plebe de Córdoba no 
miraba con buenos ojos al caudillo Aben Gania por sus 
alianzas con los cristianos , ^ como en su compañía estu- 
y/effe el caudillo Muhamad bw Ott«s , ^\ ^wsfeVi %^. ^^ 



9» 

claró por él y le querían por su amir : y Aben Gania no 
se oponía á esto por su política ; pero Aben Ornar que 
conocía la inconstancia del aura popular , y receloso 
por otra parte de que Aben Gania se ofendiese , ce- 
dió á las instancias de este caudillo y á los deseos del 
pueblo; y á los doce días de su proclama avisan- 
do su determinación á Aben Gañía desapareció déla 
ciudad , dejando una declaración escrita de su mano en 
((ue se despedía del consejo,, y ayuntamiento de Córdoba 
porque no queria esperar que la instable rueda de la for 
luna le precipítase desde la cumbre del peligroso mando , 
y se fué de aventurero á servir en el ejército que estaba 
im Algarbe contra los rebeldes del bando de Abu Muha- 
mad Samiel Aben Wasir. Como su virtud y mucho valor 
no podía estar oculto . en una sangrienta batalla fué he- 
rido , y lomado prisionero ; le conocieron y llevaron al 
rebelde que olvidándose de su antiguo trato y amistad le 
mandó sacar los oíos , y poner en rigurosa prisión ; pe- 
ro después cuando los almohades entraron en Beja le 
dieron libertad y pasó á Salé donde murió 
año 558. 1463 

En la parte meridional de España el caudillo Aben 
Ayadh perse^ia á los del bando del Thogray, y contenia 
á los cristianos que intentaban estender sus conquistas 
en tierra de Murcia , y hacían entradas en sus fronteras : 
y como hubiese salido con una buena cabalgada para re- 
correr la tierra y ampararla de las algaras de los enemi- 
gos , y de los rebeldes de Beni Giomail en confínes de 
Uklis pasando cierta noche por un paso estrecho que do-r 
mina una grande altura, los enemigos arrojaban contra su 
gente grandes piedras y saetas, y el caudillo Aben Ayadh 
fué herido de saeta tan gravemente que solo vivió des- 
pués un dia , y pasó á la misericordia de l\\s«i ^ 
en día jiuma 22 de rabié primera d^X^tva^Vl, \Wv 
Los caballeros que le acoiw^fkabati n«b^^^^ 



100 
bien su mtierle ; pero oo tuvieron otro conduelo. Llevoi^ 
ron su cuerpo canforado y en preciosa caja á Valencia , 
toda la ciudad hizo por él gran llanto, y fué enterrado coa 
mucha pompa, y acompañáronle con tiernas lágrimas , 
porque fué excelente caudillo que amparó bien sus froiir* 
leras , y en estremo era liberal y generoso : íné el bem- 
po de su imperio dos años , nueve meses , y veinte días. 
Los de la ciudad proclamaron luego por sti wali á Aba 
Abdala Muhamad ben Sad, como tenia dispuesto Aben 
Ayadh : y en Murcia asimismo cuando llegó nueva de la 
muerto de Aben Ayadh recibieron por walt á su naib 
Aly ben Obeidala Abul Uasan , que le había dejado ood 
este encargo el mismo Aben Ayadh á su partida á la 
jornada de Uklis, y permaneció en el gobierno, hasta que 
llegó á Murcia Munamad ben Sad el Gazami Abea Mar- 
denis en fín dejiumada segunda, y le salió á recibir Abul 
Hasan ben Oveid y le dijo : ya sabes , señor , que por tí 
entré en esta ciudad, y por ti la he tenido, tuya es: y aquél 
dia fué proclamado con solemnidad Abn Abdala Muhamad 
ben Sao (4 ) : y lo vino á visitar y saludar su yerno Aben 
tlemsek señor de Segura, que era su naib en Valencia, qjoe 
confiaba mucho de él, y después acabadas las fiestas quer 
fueron muy grandes, Aben Sad se volvió á Valencia y dqó 
por wali de Murcia ásu yerno AbenHemsek, y este puso 
por gobernador de Segura al caudillo Aben Suar que la 
tenia por él : fué la partida de Aben Sad en la 
luna (le rogeb del año 542. 4I4T 



ÍO' En primer dia de ')iufiiad% v^'xwvwa v\^\ wn» t»\t. 



101 

CAPÍTULO XLI. 

CONTINÚAN LOS CRISTIANOS SUS CONQUISTAS SOBRE LOS 

MUSLiaiES. VICTORIAS DE LOS ALMOHADES EN ÁFRICA. 

MÁQUINAS PRODIGIOSAS. 

Los cristianos favorecidos de sus alianzas con los mus- 
limes del partido de Aben Gania y de los descontentos 
de Murcia , y del bando de los Aben Hud entraron la 
tierra con numerosas huestes de la frontera , talaron los 
campos , robaron los ganados , y vinieron sobre Almería . 
Venia por caudillo de los cristianos el Embalatur Alad- 
funs con infinita chusma de caballería y de infantería que 
cubría montes y llanos , y no les bastaba para bebida to- 
da el agua de fuentes y de ríos , y para mantenimiento 
las yerbas y plantas de aquella tierra. Temblaban y re- 
tumbaban los montes debajo de sus pies. También acau- 
dillaba estas tropas el cónsul Ferdelando de Galicia y 
el Conde Radmir , y el conde Armengudi y otros de 
Afranc, y de todas las fronteras de los cristianos : y vino 
por el mar con muchas naves el conde Rembnd, y cer- 
caron la ciudad por mar y por tierra, que no podia entrar 
en ella sino águilas , y los muslimes fallos de manteni- 
mientos ; no esperando socorro de parte ninguna trata- 
ron de entregarse por avenencia, porque en las salidas 
habian ya perdido la flor de su caballería , y no queda- 
ba en la ciudad quien la defendiese después de tres meses 
de cerco, y se rindieron al Embalatur con seguro 
de sus vidas en tin del año 542. 4447 

En Andalucía el caudillo Aben Gania causa de estas 
desgracias corriala tierray sojuzgaba los pueblos , y pro- 
curaba con beneficios mitigar el enojo y descontento de W 
moradores : dejaba en sus em^Veo^^ Vi^ íSksA^?* ^^vTij^ 
nian ¡as foríalezas por e\ parlvAo ^e W^wv^^v^'- ^^ ^'^^ 



102 

con Abul Casom Achil ben Edris de Ronda. Este había 
sido secretario dellamdain, y su almojarife en Córdoba; 
y había servido á su señor con mucha lealtad ; pero en el 
gobierno de Ronda su patria no permaneció , pues luego 
se apoderó de ella por fuerza de armas Abul Uamri alcai- 
de de Arcos , que no se pasó al bando de los almohades 
como los alcaides de Jeris y Sidonia, y los de Ronda es- 
taban descontentos del gobierno de Achil , y ayudaron al 
alcaide de Arcos para que entrara en la ciudad , que do 
hubiera podido entrarla sin ayuda de ellos , porque Achil 
la tenia muy fortiOcada á maravilla , asi por su sitio como 
por su antigua alcazbeque se tenia por inaccesible. Alga^ 
nos dicen que Achil huyó, otros que lo prendió Abul Gamri 
y luego lo dejó ir con sus mujeres , y se acogió en Málaga 
en casa de Abulhakem ben Hasún , y de allí pasó á Mar- 
ruecos donde se estableció, y moraba vecino de Abu Ab- 
delmelik Meruan ben Abdelaziz , el walí que fuera de Ya-' 
lencia , y de Aben Tahir de Tadmir y otros señores de 
Andalucía que vivian allí favorecidos del wisir Abde^ 
Jatia Abu Giafar Aben Atia, y todos estos Andalacea 
se juntaban de noche en casa de Aben Atia, y pasaban 
el tiempo en apacibles cuentos y elegantes poesías ; pero 
Achil vino después de cadi á Sevilla por favor de este 
sabio wisir Abu Giafar Aben Atia, y en ella per- 
maneció muy honrado hasta que murió año oM . II 66 

Después que Abdelmumen se apoderó de Mar- 
ruecos , en el mismo mes vinieron mensajeros do las tri- 
bus Masamudes para prestarle juramento de obediencia, y 
todas las de Almagreb se pusieron bajo su fé y 
amparo. En este año de 542 se alzó contra AbdeU 1 1 47 
mumen en Saló Muhamad Aben Hud , hijo de 
Abdala Aben Hud , que se llamaba el Iledi , ó Mehcdi, y 
dicen de él, que era muy pobre , que ganaba sU vida cu- 
rando lienzos en el mar de Salé y allegó mucha gente á su 
partido y salió con ella conlra k\Adtw3i«tfi\\ ^^^\5VM¡ííe> ^3^ 



163 

le habiá jurado obediencia y le habia servido en el céreo dd 
Marruecos ; fué venturoeo en las primeras batallas y ven- 
ció á los almohades. Los rebeldes habían ocupado á Temi- 
cena, y le seguían las tribus de Sanhaga, que era infinita 
gente y buena caballería, y todas estas tribus juraron obe- 
diencia á esteMuhamad Aben Hud, de manera (}ue solo 
Quedaba en aquella tierra por Abdelmumeh las ciudades 
e Marruecos y Fez. Envió contra los rebeldes al jeque Aba 
Hafas Ornar ben Yabye de Hinteta con escogida ^eote de 
sus almohades y muchos tiradores, y caballeros cnstianos, 
y partieron de Marruecos el primer dia de la luoa 
de dilcada del año 542 , y Abdelmumen seguía 4147 
en la retaguardia hasta que llegó á Tensifel en el 
reino de Súz en donde encontraron él ejéitito del i^bekle 
que se habia apoderado de Tensitena , y se trabó entt^ am- 
bas huestes una reñida y sangrienta batalla, y en k> mas 
recio de la pelea se encontráronlos dos caudillos y pelearott 
ambos con mucha destreza y vslor , y murió en la lid 
Muham^ Aben Hud pasado de una cruel lanzada que 
le dio el jeque Abu Hatas Seif Ala ; y con su muerte los 
suyos cedieron el campo y fueron vencidos con atroz ma- 
tanza. En este mismo tiempo habían llegado á Marruecos 
los enviados dio Sevilla, que venían á prestar sli juramento 
de obediencia al rey Abdelmumen á nombre ae aquella 
ciudad , y como el rey estaba ocupado en la guerra contra 
las tribus rebeldes, se esperaron año y medio enMamiecos 
sin verle hasta que las sojuzgó y volvió á la corte. Des^ 
pues de la victoria conseguida contra el rebelde , volvió 
Abdelmumen sus armas contra las tribus moradoras de 
Velad Dukela que eran veinte mil caballos , y mas de 
doscientos mil infantes; pero no era gente bien armada, y 
fácilmente los venció y los hizo retraerse á la costa del mar, 
hasta tenerlos en las mismas marismas. Allí QtdsBcaat^^ 
sus haces en batalla : los de DxikeVaL wi\«t^^ ^^^^— 
fiiorza eñ la vanguardia pot(\\\e ^^w^ífe^tv ^^ »^^^ ^ 



104 

luunien les aconieleria de frente con su caballería y 
tiradores; pero Abdelnoomen usó de estratagema y 
ocultó su caballería y les embistió de frente , y por 
un lado con la fuerza principal de su caballería. Los 
de Dukela con este movimiento inesperado para vol- 
ver sus haces se desordenaron , y Abdelmumen los rom- 
pió y desbarató haciendo en ellos gran matanza : defen- 
dieron bien un sitio alto que ocuparon ; pero al fín también 
fueron echados de allí , y siguiéndolos hasta el mar con 
horrible estrago se metian en el agua , y en ella misma 
perecian á lanzadas y ahogados muchos. Fueron cautivas 
sus mujeres , y perdieron sus camellos y ganados ; y era 
tanto el número de niños , doncellas y mujeres , que se 
vendia alguna cautiva por una rubia , que es una mone- 
da de poco valor (1]. Sosegadas estas cosas volvió el rey 
Abdelmumen á Marruecos y entró en ella en la Idal ad^ 
hahea , ó fiesta de las víctimas. Luego se le presentanm 
los embajadores de las ciudades de Andalucía , y los prin- 
cipales fueron los de Sevilla que se habian adel^tado i 
todos, y eran los mas nobles de todos los que se presen- 
taron en esta ocasión. Estos eran el cadi Abu Bekir Aben 
Alabari Aben Muhafm , el catib Abu Bekir Aben Mar- 
ber j el catib Abu Bekir ben Algid , Abu Hasan de Zahra, 
y Abul Hasen Aben Sahib Salat célebre historiador , y 
Abu Bekir ben Xegir de Beja , y Alhazri , Aben Seiud , y 
Aben Zaher con otros muy principales de Sevilla , y el 
cadi Aben Alarabi habló á nombre de todos , y fué tan ele- 
gante su discurso que el rey se pagó mucho de su buena 
gracia y elocuencia^ y le dio licencia para que le visitase 
cuando quisiese , y conversó con él muchas veces pregun- 
tándole muchas cosas acerca deMehedi, si le hama tra- 
tado siendo estudiante en Bagdad , si habla asistido con él 

(1) Yahye dice por un adirham y un muchacho por medio 
Adirnam. 



105 

alguna vez á la escuela del Imam Algdzali. Él cadi te 
respondió que nó ; pero que muchas veces oyó hablar del 
Menedi al mismo Imam Algazali que U alababa mucho, 
y decia frecuentemente que sin duda se alzaría con el im- 
perio de occidente. Asimismo le preguntó Abdelmumen si 
nabia oido decir que el Mehedi habia recibido de Algazali 
su maestro el libro de proverbios de Algefer , y le hizo 
otras diversas cuestiones de literatura y de ciencias; y re- 
cibida muy buena respuesta de su embajada , y muchos 
privilegios para la ciudad de Sevilla , que les concedió en- 
tonces Abdelmumen , se despidieron los embajadores para 
volverse á Alidalucía , y entonces enfermó el cadi Aben 
Alaban y se agrabó tanto su dolencia , que murió allí de 
ella y le enterraron muy honradamente en la cyebana ó mi-* 
kabira de Fez , y fué la vuelta de los mensajeros en 
j íumada segunda del año 543 . El rey Abdelmumen 1 4 48 
con los tesoros del rey Aly hijo de Jüzef y con las 
riquezas de Lamtuna) que eran inestimables, y no hay 
lengua que no quedará corta para referirlas y contarlas, 
trató de reparar la ciudad , y edificar mezquitas y colegios. 
En la casa ó palacio que llamaban Dakalhijar labró tina 
mezquita mayor y mas magnifica , que la que habia an- 
tigua en la parte baja de la ciudad fundada por el rey Aly. 
Acabada la mezquita , labró en ella unos piasadizos ó ga- 
lerías de estrana labor y artificio , todos secretos , que en- 
traba y salia sin ser visto en la mezquita por espaciosas 
bóvedas, que comunicaban con su palacio: asimismo 
le presentaron un almimbar ó pulpito -ae maravillosa la- 
bor ; todas sus piezas eran de madera aromática , que lla- 
man lit , y de sándalo colorado y amarillo ; las cnapas , 
abrazaderas y barretas , y toda la clavazón y tornillos 
eran de oro y de plata de estraña y graciosa labor. Tam- 
bién le hicieron entonces una maksura ú estancia movible, 
que se mudaba de una parte áotra con ruedas , tan grande 
que cabían en ella mil hombres: tenia seis costiila&4Vs\:^sas^'^ 



lOG 

que se alzaban con goznes , y eslos y las ruedas estaban 
dispuestas de manera , que no hacían ruido al moverse, y 
se levantaban muy á compás , y se bajaban cuando con- 
venia , y estaban colocadas estas piezas en las capillas 
por donde entraba el rey á la mezquita : tenian ambas 
piezas tales tomos hechos por geometría , que cada má- 
quina se movia á la par , luego se alzaban las cortinas de 
cualquiera de las dos puertas ó entradas por donde el rey 
venia el jiuma á laazala , y luego que levantaban la cor- 
tina se principiaban á salir la maksura de un lado , y el 
almimbar del otro por medio de sus tomos y ruedas con 
mucha pausa y majestad , y se iban levantando sus brazos 
ó costillas sin diferencia ni discrepar un movimiento , y se 
ponían poco á poco y sin ruido alguno en lugares conve- 
nientes de la capilla principal , y el almimbar tenia tal 
máquina que luego que el catib ó predicador subia las gra- 
das, se iba abriendo su puerta, y en entrándose cerraba por 
si misma, sin que se viese ni oyese el movimiento admiraUe 
de estas máquinas, y el rey con sus guardias ó familia saüa 
en su maksura con la misma facilidad , y se retiraban de la 
misma manera. Estas fueron obras ael célebre artífice 
Alhás Yahix de Málaga , el mismo que fabricó la forta- 
leza de Jebaltarík de orden de Abdelmumen. Celebró el 
maravilloso artificio de estas máquinas en elegantes versos 
d catib A bu Bekir ben Murber de Fehra en una casida 
larga: 

Serás feliz en cas del generoso 

Que abraza tunios pueblos y naciones , 

Y los ampara como fuerte muro : 

Bienhadado serás con quien abraza 

Ingeniosos artífices y sabios , 

Sus invenciofies y primor premiando ; 

AUi verás , secreto prodigioso, 

Máquinas con razón y movimienlo : 

Puerta verás de pro])orcion sencilla. 



107 

Que la grandeza de su rey conoce , 

¥ al sentir que se (¡cerca , comedida 

Ábrese humilde para durle entrada , 

¥ lo mismo á sus nobles y visires : 

Máquina que se mueve á visitarle , 

¥ á recibirle sale muy atenta ; 

Si se acerca , se llega : si se vuelve , 

Ella también al panto se retira 

Con pausa y majestad como su dueño : 

Su forma varia , nobles sus mudanzas , 

Regulares y hermosas cual la luna, 

En las azules bóvedas del délo, 
Faera de la ciudad plantó el rey Abdelmumen una 
amena huerta que tenia tres millas de cuadro , y en ella 
habia hermosos frutales de dulce y agrio , y de cuantas 
especies se conocían, que nada se podia desear. Para es- 
ta huerta mandó traer agua desde Agmát , y con ella 
labró muchas hermosas fuentes y cuenta Iza que 
estando él en Marruecos el año 543 se arrendó el 1 1 48 
fruto de la aceituna de aquella huerta en treinta 
mil doblas almumines , y que se decia que era muy ba- 
rato el arrendamiento. 

En este año de 543 se apoderó el rey de Sicilia de la 
ciudad de Mehedia y de la ciudad de Sifakis y Bona y 
otras con grave daño de los muslimes. En el mismo año 
partió Abcklmumen á Sigilmesa y la entró por avenencia 
dando seguro de las vidas á sus moradores , y se tornó ¿ 
Marruecos , y estuvo en ella algunos días, hasta que par- 
tió contra los de Beni Guete , y tuvo con ellos san^rien- 
las batallas y los venció y auyentó Abdelmumen , sm al- 
zar la espada de sobre ellos hasta que los destruyó. En 
este estado andaban las cosas . cuando se levantaron en 
Cebta contra los almohades , y los echaron de la ciudad : 
esto después que le habían reconocido por señor y le ha- 
bían proclamado , y habían recibido de su maMi\Nas^«ss. 



108 

beneticíos , pues habia reparado sus muros , y mezauilas: 
fué esta rebelión por consejo del cadí Ayad ben Muza. 
El pueblo albarotado dio de improviso en los almohades 
y degolló á cuantos no tuvieron la fortuna de escapar de 
su furor , y quemaron vivos á los principales : el cadí 
Ayadh se emlíarcó y se pasó á Espafia, para pedir socor- 
ro al caudillo Aben Gama , que le dio tropas acaudilla- 
das del Darawi , que era muy esforzado capitán , y con 
este auxilio volvió á Gebta , y luego que entraron los an- 
daluces proclamaron los vecmos al walí Aben GaiMa. 
Aben Queta se juntó con este caudillo y salieron contra 
Abdelmumen , y se encontraron y dieron sangrienta ba- 
talla en que Abdelmumen los rompió y deshizo , mató la 
mayor parte de ellos y muchos cautivó , y el Dara- 
wi huyó y envió sus cartas al Rey Abdelmumen , pi- 
diéndole perdón y rogándole que le admitiese en sa cm~ 
diencia : y el rey le perdonó y se vino en su merced , y 
lo juró y reconoció por señor. Guando entendieron esto 
los de Cebta , se tuvieron pov perdidos , y enviaron sus 
mensajon)s ofreciéndose humildes á sus pies , y rogándo- 
le perdoft : el rey los oyó con mucha satisfacción y los 
perdonó á ellos y al cadí Ayadh , al cual por mas aseen- 
rarsede él, envió á Marruecos: luego mandó derribar Jos 
muros de Gebta , y entonces fíioron derribados tanibíai 
los de Mekineza , que habia tenido cercada casi sie- 
te años , y la entró por fuerza de armas en miér- 
coles 3 de jiumada primera del año 543 : degolló 1 4 48 
á los vecinos , y qumtó los bienes de los morado- 
res que perdonó , y toda la ciudad quedó saqueada y 
destruida. 



109 

CAPÍTULO KLIL 

TOMAN LOS ALMOHADES A CÓRDOBA T OTRAS CIUDADES 
DE ANDALUCÍA. 

En este año pusieron los almohades cerco sobre la ciu- 
dad de Córdoba , que la tenia Aben Gañía y la defendia 
con admirable valor : cada día habia salidas y rebatos 
muy sangrientos y reñidas escaramuzas; pero viendo Aben. 
Gania que apenas podia ya mantener la ciudad , se salió 
de ella de secreto en cierto dia de escaramuza , y se pa- 
só á Granada dejando en la ciudad á su wali Yahp ben 
Aasa , que no la defendió después mucho tiempo , antes 
se concertó con los almohades , y les entregó la ciudad 
con sola condición de seguro para los almorávides , les 
cuales partieron á refugiarse á Carmena, y otros con su 
wali Yahye pasaron á Granada. £1 caudillo de los al- 
mohades se apoderó de Córdoba y la entró á nombre de 
Abdelmumen , y se hizo por él la chotba en la grande 
aljama . que se purificó , y se recogió el precioso mus- 
hat de Otman ben Alan para presentárselo al rey Abdel- 
mumen. £1 caudillo de los almorávides Aben Gania , 
viendo que no bastaban sus fuerzas para contener á los 
almohades , imploró el auxilio de su amigo el Embalatur 
rey de Toledo , pidiéndole su ayuda , y el Adfuns le en-^ 
vio alguna caballería acaudillada del conde de Almanrik. 
Con este auxilio y sus almorávides y gente de su bando 
salió á buscar á ios almohades , y como el caudillo Yah- 
yo ben Aasa pusiese mal corazón á los almorávides pon- 
derando el valor y destreza de los caballeros almohades 
no lo pudo sufrir mas Aben Gania , y sacando su alfanje 
le derribó la cabeza de un tajo , diciendo *. «s\si ^^áwsBt'». 
yo haber hecho antes que coBl\ar\i&Vd. ^<áe\fia.^^^^*s^^ 
ha. En lo de Jien tuvo varias eac«)cavwvi.^^ e»«v\oí^ ^- 

Tomo IIL ^> 



lio 
iHoliades en que pelearon con vai'ia suerte , hasta tMv& 
apoderados los almohades de Carmona , reunieron todas 
sus fuerzas y osaron entrar en la vega de (irranada : tala- 
ron sus campos haciendo en toda la tierra grandes es- 
tragos. El caudillo Aben Gania quiso aventurar con 
ellos una batalla campal , que fué muy sangrienta, y en 
ella fué gravemente herido el mismo Aben Gania de mu- 
chos botes de lanza que le pasaron las armas , y de sus 
heridas nuirió en viernes z1 de xaban (4) del 
ano 543 : enterráronle en Cazbe Baz en la makbira II 48 
deBadis ben Habus rey de Granada. Los almorá- 
vides sintieron mucho su muerte, pues en>él acabaron los 
caudillos almorávides, que tan brillante rastro y memoria 
de gloriosas proezas dejaron á la posteridad. Éste fíié el 
ínclito caudillo que dio la terrible batalla de Fraga á los 
cristianos, y mató al mas esforzado de sus reyes, el Ad- 
funs de los dos reinos , aunque obscureció su fama con 
sus alianzas con cristianos en la guerra de Alfitina de qoc 
tratamos. 

En el siguiente año de 544 ocuparon los al- 4149 
uiohades muchas ciudades de Andalucía , y lie- . 

garon á Jien y la cercaron , y se entró por avenencia, y se 
hizo en sus mezquitas chotba por el rey Abdelmumen. 
En África este poderoso rey ocupó con sus almohades 
muchas tierras , y la ciudad de Meliana : y en el mismo 
afio se levantó contra él en Temezena un caudillo cono- 
cido por Aben Tamarícid , y esto le dio mucho cuidado 
poraue se le juntó y proclamó Aben Gueta el rebelde con 
mucnas cabilas de berberíes. Estaba Abdelmumen bien 
prevenido y luego fué contra ellos y los obligó á batalla 
campad de poder á poder , que fué muy reñida y san — 
í^rienta , y Abdelmumen los venció y murió en ella pe- 
leendo el rebelde , y su cabeza fué enviada ú Marruecos 
aio /a nueva de tan seña\ada wcXom. 
/ ' Alabar dífe . d\07 «V^i wXsfliw en ww^ s. 



111 
Entrado el año 545, el rey Aladfuns de To- 1150 
ledo partió en ayuda de Aben Gania y de sus 
almorávides , y aunque ya sabia su muerte se declaró 
amparador de los de su bando , y no paró basta que vino 
á los campos de Córdoba, y cercó la ciudad ; sus cam- 
peadores talaban la comarca y quemaban los pueblos, y 
robaban los ganados y mataban á los infelices moradora 
de Andalucía. En el mismo tiempo en África conducía 
el rev Abdelmumen su hueste contra Medina Salé , y 
allí nizo llevar aguas dulces desde Rabatalfetah , y es- 
tando en esto ocupado, le fué la embajada de Andalucía, 
que eran quinientos caballeros muy principales. Todos 
eran jeques , alcadíes , alfoquíes, alchatibes y gente doc- 
ta ; y los recibió el visir Abu Ibrahim , y el visir Abu 
Hañ¿ , y el catib Abu Giafar ben Atia , y los hospeda- 
fTon con mucha honra y con la mas cumplida hospitali- 
dad. Luego los presentaron al rey Abdelmumen y le sa- 
ludaron , y tres días después de su entrada, que 
fué el primer dia de muharram del ario 546 , se 1151 
presentaron otra vez : y entonces habló el docto 
catib alfokí Abu Giafer ben Atia de las cosas de Espa- 
ña, apoyando lo que los embajadores decían; porque 
este secretario acaraba de llegar de Andalucía , que ha- 
bía sido enviado de Abdeinramen para ordenar el gobier- 
no de la ciudad de Córdoba recién conquistada , y para 
dar posesión de su empleo al cadí de su grande aljama 
Abu Casem ben Alág , y eon este motivo describió al 
rey el estado de Córd^. a Lft capital de España, decía, 
el centro de los muslimes en ella , está combatida y cer- 
cada del tirano Aladfons , que Dios destruya , sos cam- 
pos están estragados con bárbaras talas , sus aldeas des- 
truidas y quemadas con conlinuas algaras. Si condentes ^ 
señor , que Córdoba se pierda , deca»c^ ^\ teesiA ^ ^^_ 
muslimes, que con tanta coTfiVSfflc\«i \«i tíi^^kV^^ 
esperan qiie vayaí* á defen4BT\«i . >} ^ «Jawc ^ ^'^ 



112 

marcas á los enemigos de Islam. Todos ponen en U los 
ojos como en un encumbrado monte de donde esperan 
seguridad y cierto amparo ; no defraudes tan excelentes 
y bien fundadas esperanzas. » Lo mismo dijo Abu Bekir 
Alged en una breve y elegante súplica , que oyó Abdel- 
mumen con gusto y atención , y les respondió con muy 
buenas razones ofreciéndoles su favor; y encargándoles 
que luego tornasen á servir en defensa de su patria sin 
tardanza : y asi lo hicieron. 

Entrando el año 546 , movió el rey Abdelmu-' 1 151 
men sus gentes á sojuzgar ciertos levantamientos 
que se habian suscitado en la parte oriental de África , y 
dejó por gobernador en Marruecos á Abu Hafas ben Yah- 
ye , y partió hacia Medina Salé. Allí estuvo dos meses , 
como si preparara su marcha para Andalucía. Do allí 
pasó á Centa , manifestando la misma intención de pasar 
á España. Allí despidió á los embajadores de Andalu- 
cía , esto es de Sevilla y de Córdoba , que se embarcaron 
y pasaron á su pais muy contentos y con buenas espe- 
ranzas. Guando el rey hubo allegado sus gentes en Al- 
cázar Abdelkerim las dividió , y ordenó lo que cada ejér- 
cito debia hacer , y continuó su marcha hasta Guadi— 
Mulua. De allí partió á Telencon y en esta ciudad so detu- 
vo un solo dia , y mandó publicar un bando en su hueste 
que decia : « oh mis gentes , cualquiera de vosotros que 
hablare ó dijere solo una palabra , que indique ó descu- 
bra á donde nos encaminamos , perderá la cabeza. » De 
esta manera caminó con su ejército hacia Bugia á gran 
diligencia , y con tanto secreto que no supo nada el re- 
belde Asisbna Yahye Aben nasir señor de Bugia , que 
era de los Beni Hamides de Sanhaga , hasta que habien- 
co llegado Abdelmumen á Alsezair , entró en esta ciudad 
por avenencia con su alcaide ó amir , que desconfiando de 
Abdelmumen , huyó el dia que entró el rey en la ciudad 
con avenencia de seguro para todos los vecinos , á los 



113 

cuales recibió bajo su fé y amparo. El amir encontró á su 
señor á la salida de Bugia , y le dijo , como ya el rey 
Abdelmumen era dueño de AÍgazair y de Medina , y 
oyendo esto fué muy espantado , que apenas lo queria 
creer , y perdió su ánimo , y se tuvo por perdido. Ca- 
minó el rey Abdelmumen , hasta estar cerca de la ciudad, 
y lue^o la cercó , y al segundo dia le abrió sus puertas y 
lo salló á recibir , ofreciéndole la ciudad , el naib que en 
ella tenia el rey de Bugia , que se llamaba Abu Abdaly 
ben Simón , conocido por Aben Hamdán , y el rey no tu- 
vo mas recurso que salir huyendo de su alcázar ( 1 ) , y 
meterse en Costantlna. Envió Abdelmumen parte de sus 
tropas en su seguimiento con orden de cercarle , y no 
consentir ni dar Tugar á que se previniese , ni allegase sus 
gentes para defenderse . y así fué puesto en tanta estre- 
chura , que le fué forzoso rendir su ciudad y entregarse 
con pactos de seguridad para su persona y familia ; y asi 
se apoderó el rey Abdelmumen de toda su tierra (2 ) . 
Luego el rey volvió á Marruecos , y se trajo consigo al 
rey de Bugia Asis Bila ben Hamid , y le dio una magní- 
fica casa y posesiones para que viviera con comodidad y 
wmo convenia á su nobleza , y siempre fué muy estimado 
del rey Abdelmumen. Dícese que este rey de Bugia vino 
á perder el juicio , y se recreana mucho en salir á caza 
de tüdo género de fieras, y tomaba leones, tigres y pante- 
ras con redes de hierro , y presentaba parte de su caza al 
ley Abdelmumen , que so lo agradecía mucho , y recibía 
sus presentes con mucha estima , y le hacia favores por 
ello. Cuéntase que cierto dia le presentó Aben Hamid un 
leoncillo nuevo , y le llevó encadenado al palacio , y en- 
tró á la sala donde tenia su tribuna el rey Abdelmumen 

( I J Dice Xbótl Halim que hujó por mar á Medina Gúna, 
y du Gúna á Medina Gástela. 

( 2; Dice Abdel Halíin que entró en Begaya en ia luna do, 
dylcadade Si?. 



114 

el cual vieodo el león nmndó que le soilasen, y el Aben 
Hamid hizolo así con espanto y gran temor de todos, y 
ci leoncillo, luego que fué suelto, se fué derecho bacía 
donde estaba el rey atravesando por entre las ileras de 
los guardias , mirándolos con encendidos ojos que pare- 
cían ascuas de encendido fuego, y llegando sin hacer mal 
á nadie , se echó á los pies del trono de Abdelmumen 
muy quieto y con estraña mansedumbre : y en el mismo 
día presentaron al rey un pajaro aue hablaba arábico y 
berberí , y pronunciaba palabras claras de distintas len- 
guas y le saludó en voz muy inteligible , por lo que Abu 
Aly do Jeris hizo unos versos aludiendo á que aves y fíe- 
ras saludaban y rcndian obediencia al rey Abdelmumen. 

capítulo XLÍII. 

COLEJIOS Y ESCUELAS FUNDADAS POR ABDELMUMEN. JL- 

RASE POR SUCESOR SUYO A SU HIJO CID MUUAHAD. 

GUERRA^ EN ÁFRICA Y ESPAÑA. 

Sosegadas las cosas de África , y puesto en ella por 
walí al jeque Abu Muamad bcn ÁBi Ais , el rey se de- 
dicó á ilustrar su ciudad de Marruecos con aljamas y co- 
legios, y estableció escuelas para que so enseñasen cien- 
cias , y se adiestrasen los jóvenes en las armas y en la 
caballería , para que de ellas saliesen no solo letrados, 
cadies y gobernadores de provincias y ciudades, sino tam- 
bién caudillos y buenos guerreros. Para estos colegios 
juntó los muchachos de los mas nobles de Masamuda v 
de otras tribus de su obediencia en número de tres mil 
muchachos de igual edad , que parecia que todos hubie- 
sen nacido en un dia ; á estos niños llamaban haíites , 
por otro nombre talbes , porque estudiaban y aprendían 
do memoria el Muetta , consejos do el Mehodi , y otro 
libro que llamaban el Cazema Yutíabu el mas precioso 



1i5 

que se puede desear , y otros diferenles , y ios jiuuias 
cuando el rey iba á la azala , mandaba salir alli en su 
pref^ncia dentro de su alcázar á los hafites , y les man- 
daba decir lo que nabian aprendido, y así los animaba ai 
estudio para que fuesen doctos , y diesen prontas resolu- 
ciones y discretos consejos . En otro dia de la semana los 
mandaba industriar en el manejo de armas y caballos , 
corriendo y jugando las lanzas, y otros ejercicios y gen- 
tilezas caballerescas. En otro dia de la semana los ejer- 
citaba en tirar con destreza con arcos y ballestones , y 
lanzar dardos y venablos. En otro dia los avezaban á na- 
dar ; para esto labró un grande estanque en su huerta 
que parecía un mar ; era de trescientos pasos en cua- 
dro , y les hacia saltar en barcos , y pelear y abordarse 
unos contra otros , y para este fin tenia navios de dife- 
rentes formas y varias fustas , y zabras , algunas de in- 
vención propia del rey Abdelmumen, de hechura estraña 
y nunca vista. Y los ejercitaba en remar y maniobrar, y 
en cuanto creia necesario que aprendiesen para la guer- 
ra , asi de tierra como de mar , y en estas ocupaciones se 
entretenian toda la semana con dias ciertos para cada 
cosa , y de esta maneía animaba á los muchachos con 
premios señalados para los vencedores, con regalos, ala- 
banzas del valor y virtud , y con amonestaciones cariño- 
sas , y asi los acuiciaba y encendia en deseo de sobresa- 
lir y merecer la estimación del rey : todos los gastos para 
esto necesarios eran de cuenta del rey, que asimismo los 
proveía de armas y caballos. Entre estos haíites habia 
trece hijos del rey , quo salieron muy diestros en todos 
ios jercicios , y en otras prendas muy loables , y declaró 
el rey , que su ánimo era poner en aauellos mozos todos 
los gobiernos que tenían sus padres, dejando á los viejos 
de consejeros de los mozos , para aue les ayudasen con 
sus avisos y adquirida espericncia. Y los jeques y nobles 
rogaron al rey . que diese á sus hijos los principales go- 



biernos; el rey no queria ; pero no cesaron las in8t4lncias d 
sus jeques . y mas adelante lo concedió. En el 
mencionado año de 546 pasó á España Abu Ha- 448 
fas de orden del rey Abdelmumen con nuroerosa 
hueste de muslimes almohades , y con este jeque iba Ci 
abu Said , hijo do Amir Amuminin , con propósito de a 
gazua contra los cristianos. El principal encargo que lU 
vaban , era sacar de manos de ellos la ciudad de Almc 
ría , y para eslo llevaron mucho aparato de naves y zi 
bras , para cercarla por mrar y tierra : luego fueron 
ella y la cercaron con mucho ardor , y la pusieron ( 
grande estrechura , que no omitieron diligencia ni má 
quina que no movieron contra ella : mandó Cid Abu Sa 
levantar una cerca al contorno de sus muros , que no d 
Jaba entrada ni salida sino á las águilas. Los Cristian 
habían pedido socorro al rey Aladfuns , que sin tardan 
envió sus caudillos para que la socorriesen , y vino o 
ellos Aben Mardenis con gran hueste de á pié y de á c 
bailo ; pero no pudieron hacer que los almohades levaí 
taran el campo , ni se apartaran del cerco , ni ellos pu 
dieron acercarse á la ciudad , ni al muro levantado p 
Abu Said. Entonces los cristianos levantaron olra cer 
que rodeaba la de Cid Abu Said muy alta y fuerte , 
cada dia se trababan escaramuzas, pordefenaer y estoi 
bar los trabajos, en que so hacian maravillosas proez 
por los valientes do ambos campos , hasta que desesp 
rando de vencer á Cid Abu Said , levantaron el cami 
Aben Mardenis y los cristianos , y se dividieron sus caí 
pos que no volvieron mas á juntarse. Desde allí pasan 
á cercar las ciudades de Ubeda y Bacza , que habii 
ocupado los almohades echando de ellas á los Cristian 
que las presidiaban , y las habian saqueado en tiempo i 
Aben Gania , en aquella espedicion que hizo el rey A 
fonso en su ayuda , en que taló y estragó la Andaluc 
I res meses, y ocupó estas ciudades por algún tiempo has 



117 

la quo cansados y fatigados con los rebatos y escaramu-> 
zas continuas que les daban los muslimes , se retiraron 
vencidos á sus fronteras. Cid Abu Said continuó su cer- 
co , que por la fortaleza de la ciudad fué muy largo , co- 
mo veremos. En África el rey Abdelmumen envió á 
tranquilizar algunos movimientos de rebelión en tierra de 
Begaya y en Medina Kintala , que allanadas y compues- 
tas las cosas puso allí por cadi á un Talbe de los almo- 
hades para c]ue gobernase aquellas comarcas. En el año 
de 548 envió Abdelmumen á buscar á Isaltin Goraib Al- 
mchedi y le prendieron , y vino en cadenas á Marruecos.. 
Después de nacer esta justicia , resolvió el rey ir á Tin- 
mal á visitar el sepulcro del Imam Mehedj , y dispuestas 
las cosas, partió con grande acompañamiento de caballe- 
ría y banderas , y dio allí grandíes limosnas al pueblo , 
mandó eclifícur una hermosa mesquita , y principiada la 
obra partió para Salé . y allí entretuvo el resto del año 
548. 

Entrado el año 549 , dispuso la declaración y 1 154 
jura de futuro sucesor del imperio de los almo- 
hades , y para esto escribió á todas las provincias , y 
congregó los jeques , y declaró por sucesor suyo á su 
hijo Cid Muhamad, y mandó que se mencionase su 
nombre en la chotba después del suyo. En estas cortes 
condescendiendo á las instancias de los jeques almohades, 
i'epartió los gobiernos y amellas de su imperio entre sus 
hijos , y les nombró socios consejeros de los mas prin- 
cipales jeques : á Cid Abu Hafat dio el gobierno de Te- 
lencen y sus comarcas , y le señaló por socio á Abu Mu- 
hamad Abdelhac Waldin , y para secretarios snyos nom- 
bró á su alfaki Abúl Hasan , y á Abdelmelic ben Ayas: 
los sobiemos de Cebta y de Tanja á su hijo Cid Abu 
Said , y por socios le señaló á Aba Muharaad Abdala 
ben Suloiman , y Abu Otman Said ben Maymun de San- 
haga . por secretarios á Abul Hakim Hcrmus . Abu Be- 



118 

kir ben Tofail y Abu Bekir beD Jeiiis de Beja ; d gobicr- 
ho de Ba^ya dio á su hijo Cid Abu Mubamad Abdala . 
y por SOCIO á Abu Said, y por teniente de esto á Aben 
Alhasen : el gobierno de Sevilla y de Talf y sus comar- 
cas á su hijo Cid Abu Jacub Juzef , y nombró por wali 
de Córdoba y sus amelias ó jurisdicciones al jeque Abu 
Zaide ben Nagib : el gobierno de Fez á su hijo Cid Abol 
Hasen , y por socio al jeque Abu Jacob Juzef ben Solei- 
man , y por secretario á Abul Abas ben Muda , cada 
uno de estos jeques para que asistiese á los mozos con su 
prudencia , para que acertasen en todo los principes go- 
bernadores. 

Poco después de haber repartido Abdelmumen los 
gobiernos de las provincias entre sos hijos , y de ha^ 
ber declarado por futuro sucesor á su hijo Muhamad , 
y la justicia de Isaltin Coraib Almehedi , sin aue esto sir- 
viese de escarmiento , se levantaron contra él en Medbna 
Fez Abdelaziz é Isa , hermanos del infeliz Isaltin , y sa- 
lieron con mucha gente allegadiza contra Marruecos por 
el camino de Almaadin , y se vinieron ¿ encontrar los que 
salian de Medina Fez con Abdelmumen , que salió de Sa- 
lé , habiendo dejado en Marruecos á su wali el visir Aba 
Giafar ben Atia , y se halló con la nueva inesperada de 
que los dos hermanos habían ^U^do antes en Bfarmeeos 
por sorpresa , y habian asesinado á su gobernador Abu 
Hafas ben Yaferagez , y no había hecho nada Aba Gia- 
far ben Atia hasta que llegó Abdelmumen á Marruecos , 
oue entró con tanta diligencia y secreto, que nadie enten- 
dió su venida , y logró prenderlos con mucha cautela , y 
los mató y empaló como al hermano. En este mismo aüSo ' 
entraron los almohades por fuerza de armas enLeila des- 
pués de porfiado y largo cerco : había enviada Abdelmn- 
men á esta espedicion á su caudillo Abu Zacaría ben Yu- 
mur , que durante el cerco manifestó su valor y destreza 
<*n las prácticas de la guerra . y consiguió entrar por asáU 



119 

lo la ciudad. Los vecinos y la mayor parle déla guarni- 
ción 66 habian retraído á los arrabales mas apartados de 
la parte por donde entró , y cnbravecida su gente siguien- 
do á IdB fugitivos , degolló á todos cuantos se les ofrecie- 
ron delante sin perdonar vida , y aquel dia pereció allí 
mucha ^enle ilustre Y hombres insignes en letras , cntn* 
otros el faki Abua Hakem ben Batal el célebre historiador 
y tradicionero , y el fakí Saleh Alfadil Abu Ornar ben Al- 
nad. En solo un arrabal murieron ocho mil personas , y en 
los contomos de la ciudad mataron los soldados mas de 
cuatro mil hombres. Después pusieron en venta todas \a^ 
mujeres , doncellas y niños, y todos sus bienes , alhajas y 
vestidos , y esto debajo de banderas , como si fuese mer- 
cado de guerra y de orden del rey Abdelmumen. Cuando 
tuvo noticia de esto , le pesó mucho de ello , y se en- 
sañó contra el caudillo , y mandó que le tragesen á Mar- 
ruecos encadenado , y asi se hizo , y entró en la ciudad 
en dia de pascua de alGtra de salida de ramazan , y le en- 
carceló afeando su crueldad, y reprobando su determina- 
ción , y después de larga prisión le perdonó ; pero con todo 
eso no se restituyó nin^na cosa á los infelices moradoret^ 
de Leila , que se habian librado de la 'muerte , de tanto 
como les robaron. 

Entrado el año 550 , mandó el rey Abdelmumen 1 1 55 
reparar las mezquitas de' todas las provincias , y 
por inclinación y gusto propio á la erudición , mandó tam- 
bién que se permitiese la lectura de Hadices , la escritura 
y enseñanza de ellos , y prohibió con mucha severidad la 
quema de libros de caballerías , y permitió que se es- 
cribiesen historias y aventuras y cuentos , y estas órdene^' 
pasaron y se publicaron en todas las provincias , así dv 
África como He Andalucía. 



120 

CAPÍTULO XLIV. 

<:ONQUISTAS DE LOS ALMOHADES EN ÁFRICA. SU EJfiRCl- 
TO Y ORDEN DE MARCHAS. 

En Andalucía el ejército de los almohades corrió I» 
tierra de Granada, y huyó do ella el príncipe Aly dalos 
almorávides , y se retiró á Almunecab con ánimo de em- 
barcarse si las cosas seguian mal. Ocupaban sus geotes 
las fortalezas de la costa del mar , y estando en Almune- 
cab este caudillo, murió con veneno que le dieron 
año 551 . Los almorávides se apoderaron de la ciu- 11 56 
dad de Granada , que entregó por avenencia el 
naib de Aben Gania , y entraron en su alcazaba , y se 
hizo en sus mezquitas la chotba por Abdelmumen , y los 
granadles enviaron sus juramentos de obediencia al rey, y 
se añadió esta ciudad á la regencia de Cid Abu Said , y se 
nombró w^alí para que la gobernase ; pero apenas habían 
salido de ella las tropas , cuando el populacho se alborotó 
y acometió á la guarnición , degollaron parte de ella y ai 
gobernador , y se alzó con la ciudad Aben Mardenis con 
ayuda de su pariente Aben Hemsek señor de Jecura y 
walí de Murcia , unido con cristianos. 

Venido el año 552 , el príncipe Cid Abu Said 1157 
apretó tanto el cerco á la ciudad de Almería por 
mar y tierra , que les fué forzoso rendirse : los cristianos 
que la presidiaban pidieron que se les diese seguro de sus 
vidas y libre paso para sus tierras , y asentó con ellos las 
condiciones de la entregad visir Alcatib Abu Giafar ben 
Atia , y so recobró esta ciudad y su inaccesible ibrlaioza, 
diez años después que la tomaran los cristianos. Se hizo 
en sus mezquitas oración por Abdelmumen , so repararon 
sus muros que habían padecido harto en los combates, y 
luego partió el ejército á lo de Granada ; porque mando 
AbdelmuniPn que so K\c\oí!0 VAco\\^\\\?\^^^*e.^vmVd.>^^^^ 



y se sujelase al vecindario. Para esta espedicion envió á 
á su hijo Cid Juzef , y al caudillo Otman con numerosa 
hueste: juntáronse con estas tropas las de Cid Abu Saidy 
fueron á cercar la ciudad de Granada , pusieron delante 
de ella su campo , acudieron de auxiliares de los almoha- 
des tropas de Algarbe enviadas por el wall Sid— Ray , á 
quien se confirmó en la tenencia de Jilbe y Calatr-Mertula; 
este era hijo de Abdel Wahib ben Sidrai el visir, que tam- 
bién habia sido wali de Algarbe : se puso cerco á la ciu-* 
dad , y hubo sangrientas batallas y escaramuzas entre los 
granadles y los almohades , y se combatió la ciudad mucho 
tiempo con diferentes máquinas y continuos asaltos, y se 
entró por fuerza de armas , y fué el dia de la entrada dia 
de atroz matanza : en ella murió peleando el héroe de ios 
cristianos , y los caballeros que le acompañaban que eran 
auxiliares de Aben Mardenis. Este cauoíillo y su pariente 
Ibraim Aben Hemsek huyeron con buenos caballos , y se 
libraron de la muerte. DÍecia Matruc y el Sahib Salat, 
que la sangrienta entrada de esta ciudad habia sido el 
año 557 , que entonces fué aquella horrible matanza , en 
que murieron el héroe de los cristianos y toda su gente. 
Dios lo sabe. Los almorávides viéndose sin esperanza de 
poderse mantener en Andalucía se pasaron á Mayorca, 
donde estaban sus caudillos Aben Ganias , padreé hijo, 
que fué su asilo en esta -ocasión en que nada les quedó en 
España. 

En este año 55^ tuvo el rey Abdelmumen 1157 
tantas quejas de la conducta de su visir Abu Gia« 
far ben Atia , que le obligó el deponerle porque le acusa- 
ban de haber hecho muchas vejaciones al pueblo , y de 
que estaba muy rico ; por esta causa se suscitó contra él 
la envidia y le perdió. Mandóle el rey poner en prisión en 
xawal de dicho año y le confiscó sus bienes (1]. Dio el 

(i) Dicen que en esta ocasión kV^^w MX». «wjí^ív^ '«^'^ 
versos al rey pscusando su tratado , <\^^ xiAWo^fe ^wol\«\. ^ ^'*»^ * 



122 

cargo de vími , que ehte lenia, á Abdel Solein ben Mubu- 
inaa Alcuini ; porque este tenia una liermosa hija con 
quien estaba casado el hijo del rey Cid A bu Hafas, si bien 
no se acabó el concertaao casamiento hasta después de 
la muerte de Abu Giafar ben Alia , que era suegro de 
Cid Abu Hafas ; y Abdelmumen su padre le mandó que 
repudiase ala hija de Aben Atia, aunque la amaba mu- 
cho el principe ; pero hubo de obedecer á su pesar , y 
casó Qon la hija del nuevo visir Abdelcelem , y se dice que 
este sabiendo que Aben Atia favorecía las intenciones 
del principe , y le mantenía escusándose con su padre con 
muy buenas razones , le dio veneno en la cerradura de 
unos versos que le envió , y que Atia respondió á ellos 
sin sentir novedad , escusándose con él de las intrigas que 
le atribula , y que al segundo día murió (1j. Era natural 
de Camarola en España oriental , estuvo ae mogrebi en 
Sevilla y su tierra en compañia de su hermano Yahye 
ben Atia seis años ; tres meses y diez y ocho dias y y fué 
visir c|uince años , dos meses y veinte dias : fué excelente 
iogenio para la poesía , y muy sabio y político ; favorecía 
en Marruecos á los Andaluces , y esto le produjo enemi- 
gos. En esto tiempo mandó el rey Abdelmumen que se 
escribiese contra las cuestiones del cordobés Abúl Hasan 
Abdelmelik ben Ayas. 

Venido el año 553, fué el movimiento y cspc- II 58 
dicion contra Mahcdia que habían antes ocupado los cris- 
tianos de Sicilia , por mano de Alhasen hijo de Aly bon 
Yahye ben Temim el Maan ben Vedis de la familia do 
Taxíin , y la tenia por herencia paterna. Entráronla los 
cristianos enemigos de Dios acaudillados del señor de Si- 
<*>ilia , que la combatió hasta apoderarse de ella por fuer- 
za de armas después del año 540 , y ol principo Alhasen 

ta, y que el rey 1^ perdonó: pero no le volvió alrmplro. ni 
dio sus bienes. 
^í) Diré AMhar i\w i'i\ <»\ ^w^viv*. 



123 

se había relirado á Medina Algezair y allí se habla esta- 
blecido > y cuando Abdclmumen entró con su hueste en Alge- 
zair , le salió á recibireste principe Alhasen, y Abdehnumen 
pagado de su gentileza y de su noble ascendencia , le ca- 
só con una hija suya , y le llevó consigo á Marruecos , 
donde les dio hermosas casas y jardines , y le llevó con- 
sigo para esta espedicion el año 553» Escribió á las 
provincias , alle^ mucha c^lieria y gente de á pié in- 
numerafaJe : partió de Medina Salé para oriente , y el or- 
den y disposición de sos marchas era de esta manera. No 
principiaba á marchar sino después de la azala de azohbi 
poco antes de salir el sol , y also después de rayar el 
alba. Para marchar se hacia señal al campo con un atam- 
bor grande hecho á propósito redondo , de quince codos , 
de cierta madera muy sonora , de color verde y dwado ; 
la seSai era tocar tres golpes en aquel enorme tambor , 
que se ofan media jornada en dia sereno y sin aire, y to- 
cado en lugar alto; y luego todo el campóse ponía en mo- 
vimiento y comenzaba á marchar , que todos estaban ya 
apercibidos. Cada cabila seguia su bandera , y en la 
marcha todas iban cogidas , sino la de vanguardia que 
llevaba bandera alta y tendida , blanca y azul con lunas 
de oro. Las tiendas y pabellones en acémilas y camellos 
y lo misuK) la provisión con un ejército de pastores que 
conducían los ganados , bueyes y cameros , que iban pa- 
ra mantenimiento de las tropas. Llegó ¿ tener Abdelmu- 
roen en su campo setenta mil hombres de á pié. Llevaba 
su ejército dividido en cuatro huestes , las cuales cami- 
naban apartadas , cada una llevaba ¿ la otra un dia de- 
lante , para que no faltase proivision de affua , ni como- 
didad de lugar , solo caminaban hasta meoio dia , y des- 
de la hora de adobar acampaban y descansaban , para 
marchar al dia siguiente á la hora ya dicha. Con este 
lento paso tardó Abdelmumen desde Salé Vv^s^^ 'V'qxí^i- 
seis meses ; siendo camino de seiexiVA ^v^ \!«c^ ^\^.v 



suella de ú cubullo. Cuando el rey montaba en su caba- 
llo, estaban delante do él todos los principales jeqaes y cau- 
dillos de su corte y ejército, los cuales hacian con él la aza- 
la, y acabada se apartaban á cierta distancia , goardaiKio 
el orden que les convenia. Ciento de estos iban delante á 
buena distancia en hermosos caballos con jaeces borda- 
dados de oro con franjas y borlones de excelente labor . 
con lanzas tachonadas de marfil y de plata , con bande- 
rolas de cintas de varios colores. También llevaba Ab- 
delmumen en sus marchas el mushaf de Otman ben Afim 
el tercer califa , que habia traido á Córdoba Anasir Ab- 
derramam III de los Ben Omeyas de Andalucía y le teniaB 
en la mezquita grande de Córdoba , en tiempo que ocu- 
paron aauella cmdad los caudillos del rey AUelmiunen. 
y mando que se le trageran , y gastó en su adorno un 
tesoro : guardábase en una rica caja de madera preciofii 
aromática , cubierta de planchas de oro empedradas de 
rubíes y de esmeraldas , que formaban elegantes labores, 
y en medio de cada plancha un rubí labrado en figura 
de uña de caballo y de su misma grandeza : las cabiertas 
interiores eran de tela verde de oro y seda sembrada de 
rubíes y esmeraldas , y otras piedras muy preciosas de 
inestimable valor , y todo embuelto en paños de oro con 
bordaduras de perlas y todo género de riqueza de los 
Omeyas , de los Aben Abedes , Aben Hudes almorávi- 
des y de la familia de Sanhaga , que todos lo principes 
se habían esmerado en su ornato. Llevábase la caja en 
unas andas preciosas , y en sus cuatro lados iban cuatro 
banderas , y estas se llevaban delante del rey Abdelmu- 
men y de su hijo Abúl Hafás que iba con él á su lado : 
detras de ellos íoan los demás principes sos hijos , sin 
mezclarse con su hermano mayor : á estos seguian fais 
banderas de todas las tribus en su orden, y una tropa de 
atabaleros en grandes caballos con tambores de metal , y 
Ins ^nimpeferos con *v\s ^t^iivd^* \\vyRv^^& -^ -««alA.W y do- 



125 

mas música de guerra. Loego seguían los wálies , alcai- 
des , visires y ministros , y después toda la demás tropa 
sin incomodarse , ni estrecharse unos á otros. Luego que 
llegaba la hora de acampar , se repartían en sus estan- 
cias con orden y repartimiento muy concertado , y nin- 
guno podia salir de su alojamiento sin lincencia de sus 
arrayaces. Asimismo era bien concertada la provisión del 
campo , y nin^no sentia la falta de su casa ; pues esta- 
ban las provisiones necesarias tan abundantes como en 
los zoques de las populosas ciudades. Con este innume- 
rable ejército de almohades , alárabes y zenetes corría las 
tierras de oriente de África; y sojuzgó con ayuda de 
Dios la tierra de Zaba y las fortalezas de estas regiones , 
humillándosele muchos pueblos rebeldes en las comarcas 
de la antisua Cartago. 

Antes de llegar á Túnez , salió embajada de la ciudad: 
los enviados eran los principales de ella , y le pidieron 
seguridad y que los recibiese bajo su fé y amparo. Ab- 
delmurneü les concedió se^ro para ellos , sus mujeres, 
hijos y familias pero sus bienes dijo que debían repartir- 
se entre sus tropas. Esta respuesta no satisfizo á los de 
Túnez , y cerraron sus puertas , y la cercó el rey Abdel- 
mumen , y estuvo en el cerco tres días que luego pasó 
adelante , dejando tropas que la mantuviesen cercada: 
levantó su campo, y pasó á Gairvan y la entró, y tomó 
también la ciudad de Susa y la de Safes , y de ella ca- 
minó á la fuerte ciudad de Mehedia . Antes de llegar á 
ella, las tropas que tenían cercada la ciudad de Túnez 
apretaron tanto á los vecinos, que se rindieron con las 
condiciones puestas por Abdelmumen , y como le avisa- 
sen volvió con su caballería , y saqueó la ciudad , y jun- 
tó fuera de ella todas las riquezas de sus moradores, que 
dividió con mucha igualdad entre sus tropas, que bacia^L 
despuec) feria franca de sus despojos^ ^ \Qf& N^^Avasi ^'«ofe 
dueños. Se tomó Medina Túnez civVt^'^o ^ ^jóa^!^^^^ 



126 

mandó el rey fabricar en lo alio de la ciudac/u ^Xs» 
ba de torres triangulares , alias y hermosa^, v- ^ 
alcazaba y la ciudad estaban los niarisianes ^ ^ 
Acabadas las obras, pasó al cerco de Medin ^ j/¡^ 
que presidiaban los cristianos de Sicilia ; que? ta 
oran dueños de Medina Sifakis y Bona en acjueí/a ^^ 
(luardaban la ciudad de Mahedia tres mil cristianos^ ^%< 
r.ercó Abdelmunocn por mar y tierra , y aplicó má^:^ >^ 
(contra sus muros, y truenos así por mar como por l^^>-« 
te del mediodía , y no cesaban los combates de día jo/^ 
noche. Por la parlo del mcdiodia se combatía desdé un 
sitio estrecho fortiíicado con fuerte muro, tan ancho que 
podian ir por él dos hombres á caballo á la par. Vinieron 
al socorro de los cercados doscientas naves de Sicilia cod 
mucha gente de armas . máquinas y provisiones, y salió 
contra ellos el alcaide y amir del mar Abu Abdala ben 
Mayroun con gran número de naves y gente de Andalu- 
cía y de Almagreb , y delante de la puerta que sale de * 
las Atarazanas allí se dieron sangrienta batalla con grave 
matanza de ambas partes ; pero vencieron ios musiinies 
tomando muchas naves de provisiones, y quemando otras 
délos enemigos, con grave daño en la gente. Se fue alar- 
;j¡ando mucho el cerco ; pero al fin todo cedió á la cons- 
tancia de los almohades , y á los seis meses y nueve días 
ibé entrada la ciudad por fuerza de armas degollando á 
todos los cristianos que en ella estaban sin perdonar vida. 
Cuenta Yahye que en esta ciudad viendo el propósito de 
/Vbdelmumen , que no queria alzar mano de sobre la ciu- 
rlad hasta entrarla , que le enviaron ocho mensajeros 
que le hablaron con mucha humildad y le adularon. 
diciendo que habian hallado en ciertos libros suyos quo él 
habia de apoderarse de toda aquella tierra, y asimismo do | 
su ciudad ; pero que les ronvenia á los vecinos do olla 
ocultar y disimular su deseo de ponerse en su obediencia 
//f7.sA7 tiempo do seis \noí^<^ , i\\v> ifíivótw^s W d^U^^Ax^odíi 



poi 
los 



127 

seguro de sus vidas y ponerse en íus manos : que el rey 
Abdcloiumen los creyó, y les dio seguro para que saliesen 
libres con sus bienes y armas, y firmó que sus ofrecimien- 
tos , y los cumplió y so fueron libres los cristianos 
á Sicilia : fué la conquista en el año de 555 , y 1160 
después de conquistada Mahedia , las demás ciu- 
dades y fortalezas de la costa se rindieron con facilidad, 
y fué ya cosa llana sojuzgar toda la tierra oriental de Áfri- 
ca. Entraron entonces en su obediencia todas las cabilas 
y pueblos que moran y vagan desde Barca hasta Telencen, 
sin que intermediase territorio ni señorío que no fuese 
uyo, y no estuviese bajo su fé y amparo , y gobernado 
K)r sus walíes , amires , y alcaides : reparó y levantó 
los muros y torres de muchas ciudades y fortalezas, y en 
todas edificó mezquitas , hospitales y colegios para ense- 
ñanza de los niños. En este tiempo mandó Abdelmumcn 
medir por millas y parasangas las tierras de África desdo 
Barca hasta Velad Nñl en sus Alaksa por su largo y 
ancho , deducida geométricamente una fracción tercia 
por los montes , asperezas, ríos , lagos y rodeos necesa- 
rios de los caminos ; por ostas medidas ordenó que se re- 
partiesen las tierras , términos y comarcas do ms ciuda- 
des y pueblos , y que asi se arreglase con justicia con- 
forme á la población el terreno y las contriDuciones de 
frutos y ganados que debia pagar cada provincia ; á*^ 
manera que se atendiese la estension y calidad de los 
paises , y la comodidad que ofrecían para beneficiar los 
frutos de la labranza y pastoría , que son las verdaderas 
riquezas de los estados. Dicen que fué el primero que es- 
cribió y arregló esto en Almagreb , y concluyen Albor- 
noz y llannon , que acabó la conquista de Alma- 
hedia el día axur del año 555 : en este año fué 1160 
la muerte del célebre vi^ir Abu Giafar Ahmed 
Aben Alia con veneno que le puso cti viwsfó n^vss^ ^^' 
del Seiem de Sfílé , que le í^ueeáxó ^tv tí^ ^\w^Vi^ ^ ^NiaJí^^^ 









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»ptüsu ofrec;in.err.> - ■« ^ .^rj. - ííjíi- « :.»••.• - 
-jaU^Ilon y cama ir. rr-- • .^•jr::'..jr.i'i : .=.-i::, . 
nsegum en otra pa:;c. A;j.^..s ij-.i.ii- ...•. n^r •• 
ue , que le ma'.aMn a p¿L¿^Sc:r tt. í* .jíi:;c :»- '• 
a hora del a!l>a L.z'. Á:.«ir.- -utrr. r.. -..js.í ;. i- - 
ndole halló muerto . á an-.r-é.; >:c r<> •-í.'j.- 

siobre una camfri.a a .a :-á- wí'j:*. ^-.í^ r..- s 
nadie la guiase ; elia í:^*.-:^.:^-- ■ is^c-yy. « :•---- -is 

lierda. hasta que ¿e caisv y ^ r/ v.. ; ■^. tf-;.*** ■• -• 
iren que la camelia =ír hab^ *ri^'y. -^-yj. * n >- - 
ilcro para el jeque . y ie e^'^-r*. ¿ . r--: r . .-.« 
Ha y grande atrio . y ai c/jfiv.rii^ z,r ¿ ^; .-< >. - 
naixiena población, y ord*r:io :j.*r: :.r '^ü t:.»: ... - 
n alli diez hombres de ias :r.b*i^ ie A ii^i^*:: ;• . 
asen on aquella ciudad , y desde ffL'.orj-'jffr r ^-j-:-. .- • 
jeque ha sido de mucha veneraCiOrj. y le ". .-."<íij •lí'-vr 
las gentes de la íomarca. A Ja espirada >-. r*-;. *-• 
ina Telencen después de este viaje lti^iA^ ;. f:i'>5í'- 
al visir Abdelsetem ben Mahariiaa Alcj-:. 
dó dar veneno en una taza de leche con lo q'ie ar^br/ . 
ió Abdelniumon de Telencen y llegó a Tan- 
idylhagía del año 55o: y en esté mismo Hí>f 
se acabaron las íbrtiíicacioDes que había man- 
hacer en Gebaltarik que habian principiado en 9 O" 
primera de mismo año. Se hicieron Ja- fort^i'fza- 

1 orden , y por mandamiento de su hijo Cd Abu 
Otman walí de Granada . y el maestro qae Ja- di- 
fué Alhag Vaix , gran arquitecto de Andalucía, 
lirado el año 556 , pasó el rey Abdelmumen H6I 
balfelah en la costa de Andalucía , rjue es 

Itarik , V le contentó mucho la disi[KrsvAi>Tv v \^í^Ma- 
Je aquella ciudad . y aproW) \a.s oW'a?. wA\<aA»v »v- 
A»/;. Efttnvo allí dosrne?efi . v \p \\i\Mírof\ ^ %\*a>»^ 



188 

el rey Abdülmumen depuso á esle insigne an 
este mismo año los cristianos tomaron la fo 
Alcázar Alfetah en Algarbe , que se llamaba 
de Abi Denis , y degollaron á los que la defe 

CAPÍTULO XLV. 

ACCIÓN HEROICA. PASA ABDELMUHEN Á ESPAJ 
VUELVE LUEGO. 

Acabada la conquista de Oriente de Africí 
minó Abdelmumen hacia Tanja con ánimo d 
Andalucía : continuó sus marchas hacia Alt 
llegando á Medina Whran, licenció á sustropai 
los alárabes tornasen á sus tierras, y escogió ra 
tribu con sus hijos , mujeres y familia , y fun 
ciudad de Bateha. La causa y ocasión de esta ] 
de esta manera. Gomo viesen los almohades 
dilataban sus espediciones , y so alargaba su p 
cia en Oriente, algunas tayfas de ellos con el 
vivo deseo de volver á sus patrias; creyendo qu 
to no habia otro niedio , determinaron matar i 
delmumen. Concertaron entre sí, que el modo 
era asesinarle de noche durmiendo en su pabel 
lo noble y honrado jeque entendió algo de esti 
cion, fué al rey y le contó aquella trama , qu 
contra su vida , y le pidió que le dejase dom 
su propio lecho aquella noche , sin que nadie s 
da , que el rey se fuese de secreto á su tienda, 
Señor , de esta manera redimo tu vida con I 
vale poco , y hacemos un barato de suma in 
para el bien común de los muslimes ; yo espero 
me lo pagará con copiosa recompensa , si esU 
dos ponen por obra su mala intención . y sino 
(*umplido por mi parle lo que debo hacer por v 



129 

puridad : y en ambos casos Dios es el remunerador. Ab- 
(lelmuinen creyó que no debia despreciar aquel aviso, y 
aceptó su ofrecimiento , y se quedó el joque á dormir eii 
el pabellón y cama del rev , y Abdelmumen disfrazado 
so aseguró en otra parte. Aquella noche murió mártir el 
jeque , que le mataron á puñaladas en la cama del rey. 
Ala hidra del alba hizo Abdelmumen su azala por él, y 
<'.uando le halló muerto , le amortajó por sus manos, y lo 
puso sobre una camella á la cual mandó dejar suelta y 
(juc nadie la guiase : ella caminó vagando á derecha y ú 
izquierda, hasta que se cansó y se echó, y en aquel mismo 
Jugaren que la camella se había echado , mandó hacer el 
sepulcro para el jeque , y le enterró allí , y edificó una 
capilla y grande atrio , y al contorno de la capilla edifi- 
có una buena población , y ordenó que de cada tribu que- 
dasen allí diez hombres de las tribus de Almagreb, y que 
morasen en aquella ciudad , y desde entonces el sepulcro 
del jeque ha sido de mucha veneración, y le visitan hasta 
hoy las gentes de la demarca. A la entrada del rey en 
Medina Telencen después de este viaje prendió y encar- 
celó al visir Abdelseiem ben Muhamad Alcumi , y le 
mandó dar veneno en una taza de leche con lo que acabó. 
Partió Abdelmumen de Telencen y llegó á Tan- 
ja en dylhagia del año 555: y en este mismo 1160 
mes se acabaron las fortificaciones que habia man- 
<lado hacer en Gebaltarik que hablan principiado en 9 de 
rabié primera de mismo año. Se hicieron tas fortalezas 
de su orden j y por mandamiento de su hijo Cid Abu 
Said Otman walí de Granada , y el maestro que las di- 
rigió fué Alhag Vaix , gran arquitecto de Andalucía. 

Entrado el año 556 , pasó el rey Abdelmumen 1161 
á Gebalfetah en la costa de Andalucía , que es 
Gebaltarik , y le contentó mucho la disposición y forta- 
leza de aquella ciudad , y aprobó las obras acabadas de 
>u orden. Estuvo allí dos meses, y le vinieron á viakvj^ 



188 

el rey Abdelmumen depuso á este insigne andaluz. En 
este mismo año los crislianos tomaron la fortaleza de 
Alcázar Alfetah en Algarbe , que se llamaba Alcázar 
de Abi Denis , y degollaron á los que la defendían. 

CAPÍTULO XLV. 

ACCIÓN HEROICA. PASA ABDELMUHEN Á ESPAÑA , Y SE 
VUELVE LUEGO. 

Acabada la conquista de Oriente de África, se enca- 
minó Abdelmumen hacia Tanja con ánimo de pasar á 
Andalucía : continuó sus marchas hacia Almagreb , y 
llegando á Medina Whran, licenció á sus tropas para que 
los alárabes tomasen á sus tierras, y escogió mil de cada 
tribu con sus hijos , mujeres y familia , y fundó allí Hi 
ciudad de Bateha. La causa y ocasión de esta puebla fué 
de esta manera. Como viesen los almohades , que so 
dilataban sus espediciones , y se alargaba su permanen- 
cia en Oriente , algunas tayfas de ellos con el grande y 
vivo deseo de volver á sus patrias; creyendo que para es- 
to no había otro medio , determinaron matar al rey Ab- 
delmumen. Concertaron entre si, que el modo mas fácil 
era asesinarle de noche durmiendo en su pabellón. Cier- 
to noble y honrado jeque entendió algo de esta conjura- 
ción, fué al rey y le contó aquella trama , que se urdía 
contra su vida , y le pidió que le dejase dormir á él en 
.su propio lecho aquella noche , sin que nadie supiese na- 
da , que el rey se fuese de secreto á su tienda, y le dijo: 
Señor , de esta manera redimo tu vida con la mía que 
vale poco , y hacemos un barato de suma importancia 
para el bien común de los muslimes ; yo espero que Dios 
me lo pagará con copiosa recompensa , si estos malva- 
dos ponen por obra su mala intención , y sino yo habré 
cumplido por mi parle lo que debo hacer por vuestra se- 



1¿9 

puridad : y en ambos casos Dios es el remunerador. Ab- 
delmuinen creyó que no debia despreciar aquel aviso, y 
aceptó su ofrecimiento , y se quedó el joque á dormir eii 
el pabellón y cama del rey , y Abdelmumen disfrazado 
so aseguró en otra parte. Aquella noche murió mártir oí 
jeque , que le mataron á puñaladas en la cama del rey. 
Ala hidra del alba hizo Abdelmumen su azala por él, y 
cuando le halló muerto , le amortajó por sus manos, y lo 
puso sobre una camelia á la cual mandó dejar suelta y 
que nadie la guiase : ella caminó vagando á derecha y á 
izquierda, hasta que se cansó y se echó, y en aquel mismo 
lugar en que la camella se había echado , mandó hacer el 
sepulcro para el jec|ue , y le enterró allí , y edificó una 
capilla y grande atrio , y al contorno de la capilla edifi- 
có una buena población , y ordenó que de cada tribu que- 
dasen alli diez hombres de las tribus de Almagreb, y que 
morasen en aquella ciudad , y desde entonces el sepulcro 
del jeque ha sido de mucha veneración, y le visitan hasta 
hoy las gentes de la Comarca. A la entrada del rey en 
Medina Telencen después de este viaje prendió y encar- 
celó al visir Abdelseíem bea Muhamad Alcumi , y lo 
mandó dar veneno en una taza de leche con lo que acabó. 
Partió Abdelmumen de Telencen y llegó á Tan- 
ja en dylhagia del año 555: y en este mismo 1160 
mes se acabaron las fortificaciones que habia man- 
dado hacer en Gebaltarik que habían principiado en 9 de 
rabié primera de mismo año. Se hicieron tas fortalezas 
de su orden ^ y por mandamiento de su hijo Cid Abu 
Said Otman wali de Granada , y el maestro que las di- 
rigió fué Alhag Yaix , gran arquitecto de Andalucía. 

Entrado el año 556 , pasó el rey Abdelmumen 1161 
á Gebalfetah en la costa de Andalucía , que es 
Gebaltarik , y le contentó mucho la disposición y forta- 
leza de aquella ciudad , y aprobó las obras acabadas de 
íju orden. Estuvo alli dos meses , y le viníecow ^ N^«^3» 



130 

lüft walius y caudillos de Andalucía y se informó del es 
tado do EspaRa y do cada provincia : cada día venian y 
(|U(<ís y gonles principales ¿ saludarle , y vinieron muchc 
ulim(W y buenos poetas andaluces , que le decian versi 
(*n su alabanza : entre otros oradores y poetas se preeeni 
Abu Giafar bcn Said de Granada, que era muchacho ( 
|K)ca edad , y entró en compañía de su padre y de si 
liormanos á saludar al rey: y le dijo estos versos. 
Do Giafar ben Said De Ama . Granadino. 
IH lo qm quieras , la ocation ofrece 
Oido á tu decir , y la fortuna 
Ahora tus mandatos obedece , 
En cuanto iluOra la fulgente luna : 
Sumiso el orbe á tu mandar parece , 

Y nadiemcmdaó veda cosa alguna . 
Sino tú poderoso y sublimado 

A quien eterno Ala sti^tó el hado, 
y i la tierra ni el mar tempestuoso 
Osarán ya fodtará tu obediencia. 
Antes rendido el piélago furioso 
Por tirefrena yeiáe $u vehemencia . 

Y se tiende }f alarga estrepitoso 9 

Y entu seretcio mucitrasupotenciu 
inmensas tierras fuyof abrazaiuh , 

Y tus enormes naces sustentando, 
inmensas tierras tuyas conquistadas 

Yunidasd tu imperio y senMumbre , 
Con valor de tus tropas esforzadas , 
Cual las olas del manumuchedumbrv . 
En tu cernupo las huestes congregadas 
Alpuntoae rayar del solía hmbre . 
En movimiento y r^nwnar inchado 
Semejen hrtKoo mm olharíÁadú. 
Tal M tlpmsVío Cu^ iwMKmcrdble , 
Que hulKcÍ€m íigwe Im» bandfTos^ , 



Insignias de ventura perdurable , 

De triunfos y viclorias verdaderas 

Con presia» navei pasas el instcdfle 

Piélago . y de Alteara en las riveras 

Tus gloriosas insignias les tremolas . 

Espanto de las gentes españolas. 
Pondrán en tu fjbediencta fácilmente 

Al audaz que tu imperio usurpa osado . 

Sin que le valga la rebelde gente , 

Que sigue su pendón desventurado : 

Aquí la lanza tuya prepotente 

Renovará del tiempo ya pasado 

Célebres casos , y la noble historia , 

Que conserva en sus fastos lamemorui. 
Renovarás la próspera fortuna 

Del ineliio Tarik de Muza fiero , 

Qu/e del Islam con la creciente luna 

Eclipsaron los rayos al lucero : 

Ni comparables sois en cosa alguna 

Ren Zayde y Ren Nucier , ni vuestro acero 

Igual al de AbdeUnumen , ni su estrella 

A wiestra luna cede llena y bella. 
Entonces mandó el rey que se hiciese gazna en tierra de 
Algarbe contra los cristianos que ocupaban las fortalezas 
de aquella frontera , y envió dfiez y ocho mil caballos al- 
mohades, y salió de (Üórdobael jeque AbuMuhamad Ab- 
dala ben Adí Hafos con bnena gente, y tomaron por fuer- 
za de armas la fortaleza de Hisn Atamikes en confínes de 
Badajoz , y no perdonó vida ánineun cristiano de los que 
alli estaban. Vmo el rey Alfons de Toledo en socorro de 
los suyos, y halló que ya la fortaleza estaba perdida: los 
almohades le salieron al encuentro y le dieron batalla. ^^ 
fué muy reñida y «ingrienla , y D\o?» \fi ncwcv^^ \wt^vi 
sfJs milde loft suyos , v mucho» ra«\V\\'c\^ ^ ojafc^^^^^^ 



vencedores almohades : se recobraron en esta jornada mu- 
chas fortalezas , y las ciudades de Badajoz , Beja , Beira y 
Hisn Alcázar , y puso Abdelmumen por walí de esta tier- 
ra y frontera á Muhamad ben Aly ben Alhágr y en el 
mismo año se volvió el rey Abdelmumen á África , y á 
descansar á Medina Marruecos. 

Venido el año 557 , mandó el rey Abdelmumen H 62 
corregir los cotos y divisiones de todas sus pro- 
vincias , para arreglar las contribuciones y servicio de 
gente que podia enviar cada una para la guerra por 
mar ó por tierra contra los infieles , ó contra cualquiera 
enemigo del imperio , procurando atender á las poblacio- 
nes de cada provincia , y á la proporción de sus costas. 
Mandó sacar cuatrocientas plazas deHolik Mamora, y de su 
puerto ciento y veinte : de Tanja , Gebta , Bedis y Mersa- 
Arif á ciento : de Velad Afirika , Whran y Mersa Henin á 
ciento , y de Andalucía ochenta plazas. Asimismo ordenó 
la cantidad y calidad de armas , que debia dar cada 
provincia , y los caballos y acémilas y camellos con que 
debia ayudar cada Amelia : resultando que se fabricaban 
cada dia diez quintales de flechas en sus estados, y espa- 
das y lanzas y demás armas , asi ofensivas como defensivas 
sin cuento , que podia armar con ellas á toda la gente do 
África y España ^ si fuese necesario : la tribu Cumia sola 
contribuía con vemte mil caballos , servicio que se impu-> 
sieron sus jeques como en satisfacción , porque se ave- 
riguó que habian sido de ella los conjurados que intenta- 
ron darle muerte , cuando sucedió lo que ya se dijo del je- 
que que asesinaron en su lugar , y no tomo el rey de ellos 
otra venganza , sino que dejó la pena al arbitrio de los je- 
ques de aquella tribu. Ofrecieron salir en su servicio para 
la guerra cuantos pudiesen manejar el freno. Así fué que 
sin avisar ni decir nada , quisieron cumplir su ofreci— 
wJeDto, Y se pusieron eu mard;\aewwctv\aLTw\ ^^-^ ^'^i^- 
/fa con sus arma«% y vellido?., y \vcv\exow Vvv^cv^^^s^vwí'^^s 



133 

para presentarse al rey , y servirle donde les mandase. Las 
gentes de ios pueblos por donde pasaban , estrauaban la 
marcha de tanta caballería. Asi que corrió voz , y al lle- 
gar estas tropas á Wadi Om-Rabié entendieron los al- 
mohades su venida , y avisaron de aquella novedad á Ab- 
delmumen muy maravillados , diciéndole que habian pre- 
guntado á estas gentes quienes eran , y donde caminaban, 
y que les habían respondido : nosotros somos zenetes de la 
tribu Cumia que venimos á visitar al Amir Amuminin , y 
á saludarle : aue oida esta respuesta , el caudillo ALu Ha- 
fas y su caballería se venían á estar al lado del rey , el 
cual les agradeció mucho su cuidado, y ordenó que todos 
los almohades estuviesen dispuestos y prevenidos para lo 
que pudiese acaecer , encargando con graves penas , qu(> 
por su parte se guardasen de dar ocasión de que se susci- 
tase algún bullicio ó levantamiento : el dia de la entrada 
de estos zenetes en Marruecos fué un dia de gran fiesta: 
púsolos el rey entre sus dos cohortes , entre la tribu de 
Tinmál y la tribu Alfemea , como en segundo lugar de sus 
guardias, y les permitió hacer sus gentilezas á caballo, 
en que eran muy diestros , y al pasar por delante del rey 
humillaban sus cabezas , y hacian arrodillar á sus caballos 
con ligereza y soltura maravillosa. 

CAPÍTULO XLVL 

<¿USM1A BNTAfi 4LII0RAV1DES T ALMOHADES. TRATA DK 
Vnrn A ESPAÑA OTRA VEZ ABDELHUMEN , Y MUERE. 

En este áSo de 557 en tierra de Jien el caudillo Mu— 
hamad ben Sad allegó gente de armas de Guadis , Almu- 
necab Alhadra y de Tas Alpujarras , y con ivw\fi»c^í^^ 
hueste de escogida caballería é in^awlerV^ c^^ ^^^xy^^'^v». 
en compañía ae Jbraim ben Ahm^ ftarwaciQ. , N ^^ ^^^ 
fsach Aben Hamusec . que tetaba íipoAeTVv^c» 5^^ •Vwe\>^— 
Tomo III. ^^ 



134 

imt , y de Ahmed A bu Giafor hijo de Atxlerraman Aios- 
ki esforzado alcaide , c|ue habia sido walí de las fronte- 
ras de Granada, de Jien y de Murcia, el cual no eradme- 
nos valiente, que docto y buen poeta. Estos caudillos 
vinieron hacia Granada contra los almohades. Guando los 
(le la ciudad lo entendieron , salieron contra ellos con 
gran caballería , y se encontraron ambas huestes en la 
vega el dia jueves ( i ) veinte y ocho de regeb: ordenaron con 
mucha destreza sus haces , y se dieron batalla que fué de 
las mas sangrientas que hubo en España. Por ambas 
parles se peleaba con admirable valor y ardiente saña ; 

Íjero vencieron los almohades con heroica constancia , y 
a caballería de Muhamad ben Sadí hizo prodigios de va- 
lor ; pero quedó despedazada en el campo la m^yw 
parle , y la noche libró de la muerte las valerosas reli- 
quias de ella. Fué muy grave la pérdida por ambas par- 
tes , y el derramamiento de sangre horrible , pues salían 
arroyos de ella de entre los combatientes, y por eso la 
llamaron el dia de AsabicSt ó de la efusión desangre. 
Los esforzados caudillos de Andalucía se retiraron 
aquella noche á las sierras, á donde se refugiaron 
las fugiti%as reliquias de su gente. Hamusec entró 
en Jien y dejando en ella al vs^asir Abu Giafar que 
la fortificó de buenas torres , se fué á Murcia. Deseo- 
sos de vengarse apellidaron la tierra y se les juntó mucha 
gente de las Alpujarras , de Guadis y otras ciudades se 
les unieron muchos caballeros, y no confiando en sus solas 
fuerzas llamaron en su ayuda á los cristianos, que anvia- 
ron escogida caballería de tierra de Toledo. Concertaron 
que se juntarian en la campiña de Córdoba y llanos de Ube- 
da para ir contra los almohades. Estos no se descuidaron 
en prevenirse , y salieron al encuentro de Muhamad ben 

(1) Alabar dice viernes, y que se dio la batalla en Mar- 
garrnch). 



' !38 

Sad , d&Hamuscc y sus auxiliares cristianos. Avistáron- 
se ambos ejércitos en las llanuras del campo de Córdo- 
ba , y se dieron cruel batalla , en que todos pelearon 
como tigres y rabiosos leones ; pero el valor de los almo- 
hades triunfó de la desesperada rabia de los cristianos y 
muslimes de Aben Sad , los cuales huyeron con grave 
matanza , cpie el campo quedó cubierto de cadáveres : 
Alé esta sangrienta batalla en dia domingo 4^ de 
la luna de xawal del mismo año de 557. Los dos i 1 6<i 
caudillos Muhamad y Aloski se retiraron á tierra 
(le Jien y á Murcia , y poco después entraron en Jien 
por avenencia. 

Entre- tanto en África dísponia Abdelmumen pasar á 
España , para hacer en ella santa guerra en servicio de 
J)¡oy , y para este fin partió de Marruecos dia jueves cin- 
co de rabié primera , y llegó á Rabat Alfetah , y desdo 
allí escribió á las provincias de Almagreb , África , Al- 
kibla y Sus , y á todas las tribus de su obediencia , así 
de oriente como de poniente , exhortándoJjB6 á que vinie- 
sen al Algihed de Andalucía : y la respuesta fué apresu- 
rarse á concurrir de todas partes almohades , alárabes á(^ 
diversas tribus y en especial de las tribus zenetes , y 
en poco tiempo se le juntaron mas de trescientos 
mil caballos , los ohenta mil de gente veterana y aguer- 
rida , y cien mil peones y ballestería. Oprimia su 
muchedumbre la tierra , que temblaba debajo de suk 
pies , y sus campamentos cubrian altos llanos y va- 
lles , los campos de tierra de Salé desde Ain Gied bas- 
ta Ain Chamis , y se dilataban por la costa hasta Holic 
Almamora. En esta ocasión se acibaró el placer de ver 
el orden y estupenda muchedumbre de tantas tropas , y 
la concertada disposición de sus reales con la repí^nlina 6 
inesperada enfermedad del rey Abdelmumen. Cada dia se 
fué agravando su dolencia, y conociendo que nopodia durar 
mucho , mandó que se omitiese en la cl\QV,!a^ ^\ vssw;^'^^ 



136 

(ic SU hijo Cid Muhamad , y con esto le depaso de la fu- 
tura sacesion que le tenia p declarada. Tomó el rery 
está determinación , por los vehementes indicios de le- 
vantamiento one tema contra él , intentando anticiparse 
la posesión del trono < Hizo esta declaración de su volun- 
tad en dia jiuma dos de jiumada segunda del dicho año, y 
mandó avisar á todas las provincias su soberana resolu- 
ción. Su mal se agravó en términos que falleció la noche 
del jiuma ocho de la dicha luna, otros dicen que espiró á 
la hora del alba del martes diez de jiumada segunda del 
año 558 ; loado sea el que nunca muere , cuyo ioi-' 
perio , y eternidad carece de principio, mudanza y fin* 
Acaeció su enfermedad y muerte en Medina Salé: 
(iumplia sesenta y tres años el diá de su muerte. 
Aben Choxeb dice sesenta y cuatro , y Sahid Salat 
dice que fué llevado á enterrar á Tinmal á lado del se- 
pulcro del Imam Mehedi , que reinó treinta y tres añ06 , 
rinco meses y tres dias. Dejó una tropa de hijos , de 
ellos Abu Jacob el sucesor , y su mellizo Cid Abu Hafas, 
Cid Muhamad el privado de la sucesión del imperio , Cid 
Abdala wálí de Begáya , Cid Otman walí de Granada , 
(uid Alhasen , Cid Husein . Cid Solimán , Cid Davud , 
Cid Isa , y Cid Ahmed : hijas , Aixá y Zafia ; y el eru- 
dito príncipe Cid Abu Amrán que estaba de gobernador 
on Marruecos por su hermano Juzef Abu Jacüb. Estuvo 
la muerte oculta algún tiempo , que solo la sabian los 
ministros , y escribió el cadí Abu Juzef á Sevilla al prin- 
cipe heredero Cid Juzef Abu Jacub , que luego vino , y 
fué jurado en África miércoles i\ de la luna de 
jiumada, segunda del año 558, aunque hubo 4164 
algunas dificultades y desavenencia , que luego se 
disiparon á su venida. 

Era el rey Abdelmumen de color blanco bermejo , ojos 
may hermosos , cabelk) crespo , ^Vo >j ^t>a«sft ^tv W^\\^ 
proporción j inquieto de pe%\A^«sxv»tvLV>\^^^^«íw^r^»^^^- 



ve y redonda barba , suelto y elegante . de buenas cos- 
tumbres , elocuente , amante de los sabios , y protector 
declarado de los buenos insenios. Por su favor florecieron 
las letras y las artes en todos sus estados , y en especial 
en España , á pesar de las inquietudes continuas de la 
guerra. Era de ánimo esforzado , pronto , impávido en 
ios mayores peligros , sufridor de trabajos , frugal en su 
comida, de genio marcial , amante de las peregrinaciones 
y de la guerra , conquistador y defensor del Islam en 
África y en España, en orien^e y en occidente. Sus con- 
Quistas en España , Almería , Ebora , Berja , Baeza , Ba- 
dajoz , Córdoba , Granada , Jien , todas estas por fuer- 
za de armas en España : en África todo su imperio. Obe- 
decíanle tantas tierras que habia espacio de cuatro meseí» 
de camino en sus estados de oriente á poniente , esto es, 
desde Atrabol hasta Suz Alaksa ; y de Alguf hasta Alki- 
bla , esto es , de norte á mediodía era la anch ura de sus 
estados , desde la ciudad de Córdoba en Andalucía hasla 
Siguilmesa , camino de cincuenta dias. El tiempo de su 
remado desde la muerte del Mehedi fué treinta y tres años, 
ocho meses y veinte y cinco dias según Yahye : fué su 
muerte en el alcázar del arrabal de Salé llamado del lle- 
tah : y se le llevó á Tinmál á enterrar con maravillosa: 
pompa. Fueron sus secretarios Abu Giafar ben Atia, y 
su hermano Yahye ben Atia, A bul Hasen ben Ayas. 
Maymun Alhovari y Abdalá ben Gibal , su almocri ó lec- 
tor Abu Giafar ben Atia. Después de la desgracia do 
este le sirvió Abdel Selem Alcumi, después de la desgracia 
de este , su propio hijo Cid Abu Ilafas, luego Edris Aben 
Gamea. Sus cadíes fueron Cid Abu Hafas , Abu Amrán, 
Muza ben Sohar de Tinmál , luego Abu Juzcf Hegah ben 
Juzef , y también Abu Beker ben Maymun do Córdoba ^ 
hombre doctísimo y célebre. Aleaos, d\<:icís.Q^'&\^^;s5^^^ 
dicion de Algihed á España que mVexvVvi ^OcA^vswss«2«^'^'^^ 
el año 556, cuando desembarró etv^eWV^^Ve^'^^^ ^^^' 



138 

dóediGcar los fuertes, y reparar la ciudiad, y que estando 
allí adoleció de la enfermedad de que después murió, ha- 
biéndose vuelto á la otravanda en Medina Salé aik) 558: 
lo cierto es lo ya referido que consta de las notas de la real 
cámara de Marruecos. 

CAPÍTULO XLVII. 

CALIFAZGO DE AMUMimN JUZEP , HIJO DE ABDELMUMEN . 

£1 amir Amuminin Juzef hijo del rey Abdelmunen ben 
Aly Zenete Alcami se apellidaba Abu Jacúb , la madre 
que le parió se llamaba Aija , hijja del alfaki y alcadí 
Abu Amrán Tinmal. Nació en jueves dia 3 de 
regeb del año 533. Era blanco y colorado, de 4139 
buena estatura , cabello crespo y barba mas cres- 
pa , ojos hermosos , bien proporcionada nariz , y en toda 
grave y majestuoso , muy liberal y compasivo. Fué el 
primero de los principes almohades que pasó á la guerra 
santa por su persona , conquistó muchas ciudades, allegó 
muchas gentes, y mantuvo grandes ejércitos, y consiguió 
inmensos despojos y riquezas. Reinaba desde Suifa do 
Beni Matküc Alcudias de África oriental hasta Velad Núl 
en estremo de sus Alaksa ; y hasta estremos de Alkibla: 
y en España desde Medina Tudila Alcudia de horiente 
hasta Medina Sant-Aren en Algarbe, sin intermediar se- 
ñorío estraño. Tenia bien amparadas y defendidas sus 
fronteras , y así en las ciudades como en los despoblados 
vivian los pueblos de su obediencia seguros y confíados 
por su mucha justicia. 

Su providencia miraba lo mismo lo cercano que lo 
mas distante , y en todo el gobierno intervenia por su 
persona , que nada queria que se le ocultase , ni aescui- 
daba el mas mínimo negocio del estado: no influian en sus 
órdenes sus hijos ni ministros, aun losnoas privados. Tuvo 



139 

diez y ocho hijos , el primero Jacub que le sucedió , el 
apellidado Almanzor , su hermano mellizo Yahye , Ibra- 
him, Muza, Edris , Addelaziz Abu Beker, Abdala, 
Ahmed , Yahye el Saquir , Muhamad, Abderraman, 
Abu Muhamad , Abdelwahid el depuesto , Abdel— 
hak , Ishak , y Telha su hagib que era quien co-^ 
municaba sus órdenes : ni Abu Hafas su hermano 
que se levantó contra él , ni sus visires tenian influjo 
en su corte. Estos eran Abu Ola , Edris ben Gamea , 
Abu Bekir que acompañaba á su hijo Jacub en el juzga- 
do. Era su alfakí el cadi Abu Juzef Algagi , y s^ndo 
Abu Muza Isa ben Amrán, y después el cadi' Abul Abas 
ben Mida de Córdoba. Sus secretarios Abul hasen Abdel- 
melik ben Ayas , su novelista Abul Fadil ben Tahir de 
Ba^ía que era de grande elocuencia y maravillosa eru- 
dición , que también sirvió después á su hijo Jacub Al- 
manzor, y á su nieto Anasir: su médico fué el visir Abu 
Beker ben Tafail , y después de este, que murió 
el año 581 , lo fué Abu Meruan Abdelmelik ben 4485 
Cazim de Córdoba , y el ilustre alfakí Abul Wa- 
lid ben Raxid , á quien llamó á la corte de Marruecos 
el Amir Amuminin para que fuese su médico 
año 578, y luego 1» hizo cadi de Córdoba , y que- 148^ 
dó en Marruecos Abu Bekir ben Zohar,Y después 
se volvió otra vez á España , y al íin fué otra vez lla- 
mado á Marruecos año 578, y estuvo hasta la jornada de 
Sant-Aren , en que acompañó al Amir Ahnanzor. Era 
este un sabio muy excelente en la medicina, y sabia otras 
muchas ciencias, y de memoria repetia todas las traduc- 
ciones del Bochan , como cuenta Aben Alged , y asi- 
mismo era buen poeta , y murió en Marruecos á 
21 de dylhagia año 595 de masdb noventa y 4 199 
cuatro años , y desde Sevilla le llevó el rey á 
Marruecos para wralí alhazina , ó tesorero. El amir Juzef 
Abu Jacúb fué proclamado después de la iwistVft ^'so. 



140 

padre en África dia miércoles 15 de jiumada segunda dei 
año 558 , y murió después peleando en la jornada de 
Sant-Aren en tierra de Algarbe de España, dia 
sábado 18 de rabié segunda del año 580, y era 1 184 
ontónces de cuarenta y siete años, y reinó veinte 
y uno , y un mes y dias , se dice que fué jurado á trece 
de jiumada segunda del dicho año, y se cuenta así. 

Cuando falleció el poderoso rey Abdelmumen , estuvo 
oculta su muerte por causa de la ausencia de su hijo Ju- 
zef Abu Jacúb , el sucesor que debía ser , que estaba á la 
sazonen Andalucía. No se divulgó en el pueblo la noticia 
del fallecimiento hasta la llegada del príncipe Juzef , 
que vino de Sevilla , así lo refiere Aben Chaxeb , y aue 
esto se dispuso así por cuidado y diligencia del cadí AiniI 
H^áh Juzef ben Ornar. Los historiadores de su reinado 
dicen que por común y unánime consentimiento fué pro- 
clamado rey dia viernes ocho de rabié primera del año 
560 ; esto es , dos años después de la muerte de su padre; 
porque si bien los jeques y toda la gente convenia en su 
proclamación , sin embargo se opuso á ella su hermano Cid 
Muhamad walí de Beghaya , y Cid Abdala walí de Cór- 
doba , y el príncipe Juzef fué tan moderado , que no con- 
sintió que se le hiciese la solemne proclama , ni que sus 
hermanos le jurasen obediencia contra su voluntad , y asi 
eo los dos primeros años no se quiso llamar Amir Amu- 
minin , sino Amir solo ; hasta que consiguió reunir los 
ánimos discordes , y traerlos blandamente á su obediencia. 
Cuenta pues Matruk en su historia , que cuando la muerto 
de Abdelmumen estaba su hijo Juzef Abu Jacúb en Se- 
villa , y que los ministros con política ocultaron su muer- 
te , y le avisaron; y que entóneos Juzef vino en muy poco 
tiempo , y fué proclamado sin dificultad ni desavenencia, 
que hizo en muy corto tiempo el viaje desde Sevilla á Salé, 
Stte solo unos pocos se osaron manifestar descontentos, de 
los cuales no se hizo caso. Fué su primer mandamionlo 



141 

enviar á sus lierrüs aquellas tropas que allieslabao con- 
j^regadas , y que \we¿} partió á Marroecos. Estando en 
su corte escribió á las provincias , y citó á los jecpes y al- 
caides para la solemne jura y proclamación. Concnmeron 
de todas las provincias los almohades de África Oriental 
de Almagreb y Alkibla , y de Andalucía , sin faltar Cór- 
doba ni Beghaya , que también convinieron en la jura aque- 
llos walies sus hermanos. Se publicó asi en África como 
en España su proclamación. En las fiestas de su jura hizo 
grandes liberalidades , distribuyó grandes tesoros al pue- 
blo , á los almohades y á los caudillos de todas las cabilas, 
y á todas sus tropas. En el año 559 vino á la corte su her- 
mano Cid Abu Muhamad wali de Beghaya , y Cid Abu 
Abdala wali de Córdoba , ambos con grande y Incido 
acompañamiento de sus jeques , alfakies y letrados , á to- 
dos los cuales recibió muy bien , y les hizo grandes honras, 
y les dio muchas preciosas dádivas; pues era magnifico, 
y en estremo liberal el rey Juzef Abu Jacúb. 

En este mismo año se levantó en Gomera el Sanhagi 
(;on titulo de rey , y acuñó monedas , y escribió en ellas: 
inen duria dgaraíh Nasraha Alali : coraib , y le procla- 
maron muchas gentes de Gomera y Sanbaga , y corrieron 
las comarcas con algaras , haciendo grandes robos , ma- 
tando y cautivando gentes , y se apoderaron por fuerza de 
armas de Medina Tarda , y en ella cometieron horribles 
crueldades y atroz matanza : luegp envió contra ellos Amir 
Amuminin Juzef Abu Jacúb un ejército de almohades que 
los vencieron en sangrienta batalla , y la suerte hizo que 
muriese alU peleando el Sanhagi , le cortaron la cabeza y 
la enviaron canforada á Marruecos. 

En Andalucía el año de 560 el ejército de los 4465 
cristianos , que era de trece mil hombres , acaudi- 
llados de Muhamad ben Sad Aben Mardenis con toda la 
gente de guerra de su bando , acompañado del célebc^. 
caudillo A'oski, Hamusek y otros jeques Tc^d«i» ^NWfi^.- 



142 
ron contra la hueste de los almohades que conducía Cid 
Abu Said ben Abderramam. Encontráronse estos ejércitos 
en un campo cerca de Murcia , en un espacioso y ameno 
sitio donde se celebraba cada año una gran feria ; en este 
lugar se avistaron los dos ejércitos al rayar el alba deldia 
sábado ocho de dylhagia , y de común acuerdo y resolu- 
ción se dieron batalla , que fué terrible y sangrienta. Fué 
tan horrísono el estruendo y alarido de los feroces com- 
batientes , que con igual denuedo y enemigo ánimo se 
acometían y despedazaban , que sus clamores y gritería 
espantosa se oyó á muchas leguas de distancia ; la matan- 
za fué atroz, y la llanura y Tos vecinos campos quedaron 
cubiertos de cadáveres para agradable pasto de aves y fie- 
ras. Los de Aben Maraenis fueron vencidos , los mas de 
sus auxiliares muertos , que pocos escaparon de la saña y 
furor de los vencedores almohades. Por causa de los cla- 
mores y confusos alaridos se llamó esta terrible batalla el 
día de algeláb, y es fama que algunos días después de la 
pelea, se oían en aquel campo alaridos y estruendo de 
batalla , y por esta razón se llamó desde entonces Fohos 
Ageláb. Escribió el principe Cid Abu Said esta victoria á 
su hermano Juzef Abu Jacüb. Aben Mardenis con el dis- 
gusto de esta desgraciada batalla trató muy mal de pala- 
bra á los caudillos Aloskí y Hamasek su suegro , y ofen- 
didos ambos le abandonaron. Aloski dejó abiertamente 
su partido , se retiró á Málaga , y de allí para seguir mas 
libre el partido de los almohades pasó á Marruecos. 

En el año siguiente mudó el rey Juzef Abu JacUb á su 
hermano Cid Abu Zacaría al gobierno de Beghaya , en- 
cargándole que visitase sus provincias y las demás Orion- 
tales del África. Entro otras cosas aue le prevenía , le 
mandaba que atendiese las quejas do los pobres , que le— 
vanlase á los caídos ^ des^OL^vaviase á los agraviados , v 
humillase á los tiranos v crwdes ^ c^^eQíTv^\\Q^ííw¿\\'^^- 
quezas oprínnen á los a(íb\\e^ , n[ ^ví^ v^^Awv ^^^^vn ^'íXjwí- 



U3 
pellandu ú los jueces de las provincias , ó ganándolos con 
sus dádivas , y en esto le encardaba que fuese duro é in- 
ílexible , y no permitiese que se burlasen do su 
justicia. En este año 561 se reveló en los monles 416(i 
de Gomera Juzefben Monkefaid , y no envió con- 
tra él en este año , hasta que en el principio del siguiente 
el mismo Amir Amuminin Juzef Abu Jacüb movió contra 
el rebelde con una esóogida banda de caballos almohades, 
(|ue conducía por sí mismo, y los llevaba como á una caza. 
Encontró en los montes al rebelde, le dio batalla , le rom- 
pió , venció y deshizo sus tropas , y lo persiguió hasta 
prenderle ; le mató , y envió su cabeza á Marrue- 
cos. En esta espedicion fué reconocido y procla- 
mado en las serranías de Gomera , y en el año 563 1 1 68 
tenia todas aquellas tierras sujetas á su obedien- 
cia , y le apellidaron aquellas provincias de gentes bravas 
y rústicas su Amir Amuminin; esto en la luna de jiuma- 
da segunda del mismo año. 

CAPÍTULO XLVIII. 

DESAVENENCIAS ENRTE LOS ALMOHADES DE ESPAÑA. EN- 
TIAN EMBAJADORES Á AMUMININ , V VIENE Á SEVILLA. 

En la Axarkia de España se suscitaron desavenencias 
y descontentos entre los principales caudillos del partido 
ele Abu Abdala Muhamad ben Sad , y se apartó de su 
amistad y obediencia su suegro Ishak ben Hamusek, so- 
ñor de Segura : y ofendido de esto Aben Sad repudió la 
hija de ben Hamusek , aunque luego le pesó de su ligere- 
za y la volvió á lomar por mujer , y trató de renovar su 
amistad , y escribió también al caudillo Aloski para que se 
viniese de Marruecos, ofreciéndole Vew^wcv^'a ^ -á^^ai^^^aa. 
rnsus estados , y Aloski propuso Votww ^'^^'e^¿>a^'^^^ 
respondió conforme á sus deseos- ^xvVe^ VwxVc» <íq»X5^\'«^^^*^ 



144 

Aben Sad sus alianzas con los cristianos y tenia presidio 
de ellos en Valencia , lo cual causaba nuevo descontento 
á los de la ciudad , y los principales vecinos se salían á 
vivir en los campos y pueblos de la comarca. 

En Marruecos , no bien habia descansado el rey Jusef 
Abu Jacüb de la espedicion de Gumera , cuando llega- 
ron de España embajadores de sus provincias . y eso mis- 
mo de las de Almagreb , Alkibla y Axarkia de África , 
para darle el parabién de su espedicion tan venturosa , y 
al mismo tiempo informarle del estado de sus tierras; ve^ 
nian cadíes , alfakíes , alcatibes , jeques y varones prin- 
cipales. Lu^o que entraron en Marruecos , se presentaron 
al rey que los recibió muy bien , habiendo antes entregado 
sus cartas de creencia , y aquel día se ocupó en respon^ 
der á sus peticiones , dudas y negocios por escrito , y da- 
das ^cias al rey le pidieron licencia para volverse á sus 
provincias. En este año hubo en Marruecos un espectáculo 
y caza de leones en la fiesta de Alfitra salida de ramazan, 
y el caudillo andaluz Aloski de Talavera , que se hallaba 
presente , mató un bravo león alanceándole á caballo , y 
celebró esta fiesta con elegantes versos : esto fué 
en salida de ramazan del año 564. 4 4 69 

En el año siguiente de 565 éhvió á su hermano 4 4 70 
Cid Abu Hafas á Andalucía , para que hiciese en 
ella santa guerra contra cristianos^ dio orden para que le 
acompañase muy escogida caballería , y en poco tiempo 
estuvieron listos veinte mil caballos almohades , la flor de 
la caballería de Almagreb. Pasaron el estrecho por Alcá- 
zar Algez á Tarifa , y luego corrieron las fronteras , y tu- 
vieron varias escaramuzas con lo infieles. En la parte 
oriental continuaba la discordia entre los caudillos del ban- 
do de Aben Sad , y Ahmed ben Muhamad ben Giafar ben 
Sofían el Machzumi , varón virtuoso ^ liberal y rico , que 
^^ia su ¿ermosa casa en lecirai ^úcaí ^ ^^^^^^v^xaiK^x^ew^ 
/« obediencia de Aben Sad , ^ vetKvew^^ ^^ ^nr^ ^"«s^^^ 



Ii5 

con su mucho poder le atropellase, escribió á los almohades 
ofreciéndoles su obediencia, si le recibían bajo su fé y am- 
paro , y entre tanto se fortifícó en Jecira Júcar , y llevó á v 
ella muchos de sus parciales, entre otros el austero y valiente 
Abul Abas Ahmed ben Maad de Ucles , y otros Arrayazes 
de su confianza . y negó la obediencia á Aben Sad , de— 
poméndole con pública deposición ;, tratándole de mal 
muslim y amigo de infieles. 

En el Bño de 566 mandó el principe Cid Abu 1 4*74 
Hafas edificar Alcántara Tensifa , y se principió la obra 
de ella en domingo dia tres de la luna safer del dicho año, 
y en el mismo determinó el rey Jusef Abu Jacub pasar á 
España, para asegurar y fortificar sus fronteras, y dar 
calor á Íbl santa guerra contra infieles. Pasó venturosa- 
mente el mar Azakac , y sin detenerse á otras escursio— 
nes de guerra , llegó á Medina Sevilla. El dia de su en- 
trada fué dia de gran fiesta , le acompañaba la principal 
caballería de la tierra , y le recibió toda su ciudad con 
grandes aclamaciones. Recibió las visitas de enviados de 
las provincias , cadies y alcaides de ciudades , y los alimes 
y alfaides de toda España le saludaron , y el rey se infor- 
mó deJ estado de las provincias , y de cuanto convenia 
para su seguridad , quietud y buena administra- 
cioH de justicia. En 7 de dilhagia del año 566 so 11 71 
acabó la obra de la torre de Mirtula , que mandó 
edificar Cid Abu Abdala ben Abi Hafas , y cuidó de la 
fábrica el alfakí y alcadí Abu Bekir ben Abi Barbostar. 
En la parte oriental de España en que como se ha dicho 
reinaba , no sin quietud y continuos sobresaltos, el walí 
Aben Sad , después de las terribles batallas de Asabicat 
y Ageláb su partido iba decayendo , y se debilitaba cada 
dia mas con la discordia y desavenencia de sus parientes 
y caudillos , y apenas podia mantener sus ciudaaes ^feít- 
talezas. Él pasaba lo mas del ú^m^o «iv'^^'^\nrn^^^ 
desde allí recorría sus estados v \as c\wA?Ae?^ ^'Si '5>m 'tfc^^^ 
Tomo III. ^ k^ 



14G 

rio qud eran todas las de la costa del mar mediterráneo . 
desde Tarra^na hasta Cartagena Alhalfe , y las fortale- 
zas de Murbiter , Júcar , Játiva, Denia , Lecant , Segura, 
Lorca y la ciudad de Murcia , con todas sus comarcas y 
machas villas en sus fronteras. Su suegro Ibrahim Aben 
Hamusec , que tenia por él la ciudad de Murcia , se había 
retirado de su amistad , y después de las adversidades 
pasadas , que Aben Sad atribuia á su falta de valor , 
Ibrahim ofendido se retiró de Murcia , y se alzó con su 
ciudad de Segura , y fortificó algunos castillos contra él , 
y entre otros el llamado de su nombre Nodar Aben Ha- 
masec. Lo mismo Abu Becar At)en Soíian wali de Jedra 
Júcar perdida su confianza y amistad hizo vando contra 
^I , se fortificó en Júcar , y recelando que luego vendría 
•contra él su amir Aben Sad , escribió á los caudillos al- 
mohades para que le ayudasen. Aben Sad envió contra 
él á su hijo Abul Hegiag Juzef Aben Sad , que era caa- 
dillo de la caballería , para que le ocupase la tierra y le 
cercase en Jecira Júcar , y luego fué contra él con mu- 
chas tropas , y le cercó en su Jecira con tanto rigor , que 
desde mediada luna de xewal del año 566 hasta 
mitad de luna de dylhagia no pudieron entrar sino 4 47 j 
águilas en aquella cmdad, y taló y estragó la tierra 
durante un mes. Los cercados consumieron cuanto te- 
uian , y estaban tan apurados y tan sin esperanza de so- 
corro , que los vecinos no podian ya sufrirlo , y murmu- 
raban públicamente de Sofian : asi oue , de acuerdo de 
los principales entregó la fortaleza Aou Ayab ben Hilel , 
que era uno de los mas nobles y respetados , y les per- 
suadió , que ya no podian mantenerse fiados en la inac- 
cesible fortaleza del lugar ; pues si los enemigos intentaban 
entrar por fuerza , los vecinos y hombres mas valien- 
tes estaban tan débiles , que no tenian fuerzas para an- 
dar , cuanto menos para defenderse y pelear ; y así era 
verdad pues do hambre y flaqueza los mas robustos que- 



147 
daron después débiles toda su vida. Entró Abul Hegiag la 
ciudad j y se llevó consigo á Murcia á este Hilel ^ y le 
tuvo en mucha estimación. Después dio Aben Sad el cui- 
dado de aquella frontera á su hermano. Se conservan los 
versos de Abu Bekar ben Sofian , en que pedia auxilio 
estando cercado en Júcar , y pondera las calamidades que 
padecían. Abu Bekar se acogió á los almohades , y por 
su industria y secretas inteligencias lograron entrar en 
Valencia , que los de la ciudad estaban muy descontentos 
del gobierno de Aben Sad^ y querian mas estar amparados 
de un príncipe tan poderoso como Jnzef Abu Jacub: 
acaeció todo esto el año 566. Luego envió Aben 4474 
Sad á su hijo con tropas que cercaron la ciudad 
tres meses por mar y tierra ; pero se defendió Abu Bekar 
ben Sofian , á quien se confió , y como al mismo tiempo 
recibiese Abúl Hegiag carta de su padre , en c^ue le or- 
denaba ir á socorrerle á Tarragona por mar y tierra , que 
los cristianos le hacian allí cruda guerra , levantó el cam- 
po , y ordenó Abul Hegiag que partiese su caudillo Aly 
ben Casim con las naves á Tarragona , y él por tierra 
llevó su caballeria , que era muy numerosa , y dio varias 
batallas á los enemis^ entre Tortosa y Tarragona con va- 
ría suerte. El caudillo Aly ben Casim venció en el mar á 
los cristianos en horrible batalla , tomó algunas naves , 
y les quemó muchas con grave matanza en sus gentes. 

CAPÍTULO XLIX. 

ENTRADAS DS LOS ALMOHADES EN TIERIA DE CRISTIA- 
NOS. YENCBIf i SANCHO ALEULBARDA , TOKAN i TAR- 
RAGONA , SE CASA AMUMININ EN ESPAÑA , T VUELVE 
i ÁFRICA. 

En Aigarbe de España los almohades triunfaban eo 
sos fronteras. Salió de Sevilla el rey ^^ ^^teci te^SSiQk- 



148 
zúa y corrió con horribles cabalgadas la tierra de Toledo. 
y conquistó las fortalezas de Tnogor Cantara al Seif sos 
fronteras y comarca qne dejo talada, y robados sus pue- 
blos , matando y cautivando innumerable muchedumbre 
de cristianos. Tornó á Sevilla triunfieuite , y sus tropas 
cargadas de despojos , llevando en triunfo sartas 
de cautivos. Entrado el año 567 mandó ediGcar 1472 
una magnifica aljama en Sevilla , y fué acabada 
la fábrica en dylhagia del mismo año : nombró por su 
primer chatib al docto Abu Gazim ben Gafír Abaena— 
man Alneboni , y en el mismo año fabricó el puente so- 
bre el rio con barcos encadenados , con grandes edificios 
para almacenes á las salida y entrada , y edificó el za— 
lelic del muro que levantó y reparó, y desde el cimiento 
en Bab Gehuar , y edificó dos watafones para descaí^ 
deros de cada dia con sus gradas á la onila del rio. Tira- 
jo el agua del castillo Gábir hasta la entrada de Sevilla , 
y en estas obras consumió sumas inmensas , y en esto se 
detuvo cuatro años y diez meses en Andalucía , y se tor- 
nó á Marruecos en xaban bendito del año 574 . Antes de 
partir de España , hizo en ella espediciones muy ven- 
turosas en su Axarkia , y sojuzgó muchos pueblos , unos 
que se vinieron á su obeaiencia de su propia vo- 
luntad , y otros conauistados por fuerza. En 567 447S 
falleció enMayorca el amir de España oriental Abu 
Abdala Muhamad ben Sad , otros dicen que murió el año 
569 , y otros que el 571 en que le sucedió Abul Hegiag 
Jusef Den Muhamad ben Sad Aben Mardenis en toda 
España oriental. Dice Abul Feda que después de 
la muerte del amir Aben Sad ben Mardenis , señor de 
España oriental de Valencia y de Murcia y de otras ma- 
chas ciudades , que entonces sus hijos se acogieron al 
rey Juzef Abu Jacub de África , y le entregaron todas 
sus tierras , recelando ellos que no las podian mantener , 
porque de una parte les hacian cruda guerra los cristia- 



140 

nos , y los almohades africanos los incomodaban porolra, 
de suerte que tomaron este partido , y pusieron en ma- 
nos de Abu Jacub todos sus estados, y la fortuna les dio 
de grado , lo que no esperaban ya conseguir por fuerza : 
dio á los Aben Sades nuevos títulos y estados, y casó con 
una hermana de dichos príncipes : esto acaeció después 
de la muerte de Muhamad Abe» Sad Aben Mardenis. Y 
entonces ediGcó una ciudad en Gebal Fetal) por ocupar 
sus cien mil soldados. 

En 568 fué la entrada del principe Cid Abu Beker i \ 73 
en tierra de Toledo, que llegó hasta la misma ciudad 
matando y cautivando gentes, destruyendo pueblos, que- 
mando alquerías y aldeas , y cuando atemorizados los 
cristianos estaban para someterse á su obediencia , salió 
contra los almohades el caudillo de los cristianos Sancho, 
el conocido por Abulbarda , por causa de que solia usar 
de una preciosa alabarda de seda bordada de oro y nes- 
gada con inestimable pedrería y aljófar , y allegó nume- 
rosa hueste, y se encontraron ambos ejércitos, y los almo- 
hades con ayuda de Dios rompieron y deshicieron el ejér- 
cito de Sancho Abulbarda , haciendo en él terrible ma- 
tanza , y el mismo caudillo murió peleando como valien- 
te. De toda su tropa y caballería apenas escapó uno , y 
dicen que el número de los muertos en esta gazua fué de 
treinta y seis mil hombres. En el año siguiente de 
569 favoreció también la fortuna al amir Amumi- 1 174 
nin , y conquistó en el oriente de España la ciu- 
dad de Tarcuna , y sus vencedoras tropas penetraron en 
aquella tierra como espantosa tempestad de truenos y 
relámpagos , y talaron y arrasaron á sansre y fuego , ma- 
tando y cautivando á los moradores , robando sus gana- 
dos , y estragando frutos , y después de tan ven- 
turosa jomada volvió á Sevilla. En el año de 570 4 175 
deseoso el rey Juzef Abu Jacub de asegurar la 
paz y tranquilidad de los muslimes do Es|^ña ^ <¿»^ 



150 

amir Amumiñib Juzef Abu Jacub con la hermosa hija de 
Aben Sad ben Mardenis , hermana del Señor de Denia 
y Játiva , y de gran parte de España oriental , y para 
recibirla y obsequiarla hizo labrar una miherghána mag- 
ñíOca , que no hay lengua que pueda describir su pre- 
ciosidad y grandeza. Y después en el siguiente de 574 
pasó á la vanda de África , y se fué á Marruecos. £o 
este mismo año se padeció en Almagreb terrible pestilen- 
cia , y murieron de ella en Marruecos muchas gentes ; y 
de los hijos del rey Abdelmutnen muríei-on Cid Abu Ibra- 
him , Cid Abu Said , Cid Abu Zacaria gobernador de Ba- 
gia y el jeque Abu Hafias ben Yahye de la tribu Hento- 
ta , progenitor de los Abu Hatis ; y también murió en es- 
ta ocasión el cadi Abu Juzef Ha^iag ben Juzef. 
En el año siguiente de 57% murió en Mekineza 4476 
en la luna de safer el jeque Abu Ishak Ibrahim 
Aben Hamusóc : y en el siguiente de 574 mu- 4178 
rió en Marruecos el célebre jeque Abderraman ben 
Tahir, walí que habia sido de Murcia depuesto por Aben 
Ayad , después siguió el bando de los almohades , y se 
pasó á África , y en Marruecos murió. Hacia este anda- 
uz elegantes versos , y se conservan los que escribió á 
su hijo Abdelhac , y las canciones amorosas á la hija del 
visir Abdel Atia , y otros morales que referia el Ziezarí 
en Valencia en sus pláticas y sermones. En este tiempo 
murió en Málaga el célebre caudillo de Aben Sad , lla- 
mado Ahmed ben Abderraman Aloski deTalavera, des— 
pues de haber vivido algunos años en Marruecos cuando 
su desavenencia con Aben Sad , y habiendo ahora vuelto 
á Andalucía, falleció en Málaga el año 574. Como ha- 
bia sido tan famoso caudillo y tan célebre ingenio , sus 
apasionados y amigos le enterraron con gran pompa en 
la vega de Málaga en un ameno sitio, y plantaron al redor 
do su sepulcro doce arboles hermosos de flor y fruto do- 
He : se conservan sus poesías á las casas de leones que 



lu 



151 

9e tenian eiv Marruecos , y las alabanzas á la flor de^ 
allozo , que anuncia la primavera , y es la suave risa de) 
año , y previene la estación de las delicias. 

El rey Juzef Abu Jacúb se estuvo en la corte de Mar- 
ruecos j hasta que tuvo nueva de la rebelión de Velad 
Afrika donde se levantó contra él en Gafisa el caudillo 
Aben Ziri , revolviendo y sublevando toda la provincia. 
Sin tardanza el rey escribió á sus walíes , para 
que le allegasetí tropas; y en principio del 575 1179 
marchó á oriente de África, y llegó á Gafisa , y 
la cercó y combatió de dia y de noche con contmuos re- 
batos , hasta que entró la ciudad por fuerza de armas, y 
se dio sangrienta batalla en la misma plaza de la ciudad» 
y en ella venció con horrible matanza á los de Ziri, y él 
mismo murió peleando : asi acabó este rebelde : 
fué este suceso ya entrado el año 576 , y en él 1180 
recorrió el rey Juzef Abu Jacúb aquella tierra, y 
sojuzgó las tribus inquietas ; y sosegadas las provincias, 
volvió victorioso á su corte de Marruecos , y en- 
tró en ella el año 577. En el fin del año anterior 1 1 84 
murió en África mucha gente , y en este mismo 
vino al servicio del rey con mucha y muy florida gente 
de á caballo Abu Zargán Mesaud , hijo del sultán de 
Rihai. En el año de 578 salió el rey de Marruecos para 
visitar las muchas obras que babia mandado hacer en 
los Almadenes ó minas , y edificó el castillo de Zicandar 
que las dá nombre. 

CAPÍTULO L. 

VUELVE AMUMININ Á ESPAÑA. SITIO DE SANT-AKEN. 

SINGULAR OCUERBNCU , T MUERTE DE AMUMININ. 

'SUCÉDELB JACUB ALMANZOR. 

Venick) el año 579 pasó el rey Juzef Abu Ja- 1483 
cub á su tercera jomada de santa guerra. Hab\a. 



salido de Marruecos en sábado veinte y cinco de la luna 
de xawal de dicho año por Báb Delala , con propósito 
de ir á la provincia de África , y como á su llegada á 
Salé viniese á él Abu Abdaia Mubamad ben Ishac , di- 
ciéndole , que ya en África todo estaba tranquilo y ase- 
gurado , entonces mudó la marcha , y se encaminó á Es- 
paña pasando á ella desde Salé en jueves treinta de |dyl- 
cada de dicho año , y llegó á Dhaher de Velad, y es- 
tuvo en Dhaher de Salé el jiuma segundo, y llegó á Me- 
kineza miércoles seis de dylhagia , y allí estuvo la Ida- 
ladhaha en su salida. Luego caminó á Medina Fez , y alli 
se detuvo lo restante del mes , y entrado el año 
nuevo de 580 , el dia 4 de muharram salió el 1184 
rey Juzef Abu Jacub de Medina Fez , y caminó 
á Gebta , y en ella se detuvo lo restante de muharram, 
en tanto que se congregaban las tropas que habia manda- 
do juntar para el pasaje. Pasaron las primeras las tribus 
Zenetes , Masamudes , Magaravas , Zanhagas, Owaras, 
y otras diferentes de berberíes. Luego pasó el ejército de 
almohades , algazaces y ballesteros , y cuando acabó de 
pasar la gente de guerra , pasó el mismo rey Juzef Abu 
Jacub con su guardia , visires y nobles de su acompaña- 
miento , y fué su paso jueves cinco de safer del año aicho, 
y desembarcó en la ciudad de Gebalfetah en su seguro y 
espacioso puerto. De allí pasó á Jecira Alhadrá , y de 
ella caminó á Gebal Asulf , y á Calat^Chulen , á Aukes, 
á Jeris, á Nebrija y á Medina Sevilla. Después que píK 
só el jiuma veinte y tres de safer entró en Guad-Bazar: 
dicen que salió á recibirle su hijo Cid Abu Ishac , y los 
alfakies de Sevilla y jeques de ella para saludarle, y los 
envió á decir que le esperasen en Almunia hasta que allá 
llegara. Hecha suazala de adobar montó á caballo y lle- 
gó á donde le estaban esperando, se apearon todos luego 
que le descubrieron, y le vinieron á saludar : El rey se 
apeó y abrazó ásu hijo, y luego tomaron todos á montar 



153 

y caminaron á su gazua hacia Medina Sant-Aren del 

Algarbe de Esoaña, y llegaron á ella el dia 7 de 

rabié primera ael año 580 . 4184 

Puso el rey su campo delante de ella , y la 
cercó y combatió con diferentes máquinas é ingenios, 
dándola continuos rebatos de dia y de noche, hasta es- 
trecharla y apurarla mucho , y en la noche del 22 de 
rabié primera mudó su campo á la Algufa y Algarbia 
de Sanlr-Aren. Esta mudanza fué muy contra voluntad 
de los mas prácticos alcaides ; pero no osaron contrade- 
cir la voluntad del rey. Venida la noche , y hecha su 
azala de alaxá última , envió á decir á su hijo Cid Abu 
Ishac el wali de Sevilla , que antes del alba de aquella 
noche partiese de cabalgada hacia Lisbona , y que para 
hacer la gazua mas venturosa llevase consigo la gente 
de Andalucía , y que fuese su marcha de dia. Equivocóse 
la orden , y entendió Cid Ishac que le mandaba partir 
para Sevilla durante la noche. El diablo esparció la voz 
en el campo de que el rey mandaba marchar aquella 
noche y levantar el campo , y divulgado de unos en 
otros fueron marchando tayfa tras tavra , y caminaron 
aquella noche. A la venida del alba, que comenza- 
ba á rayar el dia movió Cid Abu Ishac su gente y las 
compañías que estaban con él , y muchos otros marcha- 
ron detras ae ellos , y el rey estaba sin saber esto en su 
pabellón , y á la hora del alba se levantó y hizo su azala 
de azobbi y clareó el dia , y descubrió su campo sin gente 
sino la poca de su guardia y los del tren de su bau;aje, 
y algunos caudillos andaluces de su guardia española, y 
aquella chusma que no sirve sino para estorbo , y no ha- 
bía podido salir antes por la prisa de la marcha de la 
gente de guerra. Cuando salió el sol como los cristianos 
viesen desde sus atalayas , y desde los muros, que se 
halMa levantado el campo , y que no auedabnsL ivcii^ «n^«^ 
lias pocas tropas del secvicio de\o?> W^«\e»i^^\«íw^^^ 



154 

del rey : certificados de sos algazaces de la marcha de 
todo el ejército , abrieron sus puertas de la ciudad , y de 
súbito con arrebatado ímpetu salió la caballería y cuanta 
gente de armas estaba en la ciudad , gritando en su len- 
gua , ¿ ellos , á ellos , á él , á donde está? Acometieron 
á los pabellones de la guardia , y mataron á los que allí 
faabia, llegaron al pabellón del rey , y despedazaron sos 
paños y cortinas á porfía , y cerraron con el que solo oon 
su espada se defendía , y mató seis de los primeros que le 
Vinieron delante; pero rodeado de otros muchos y alancear- 
do de ellos, cayó herido de muchas lanzas. Asimismo íueitm 
cruelmentealanceadas algunas doncellas de su harem que 
aquí tenia. Apenas el rey habia caido cuando rompiendo 
y atropellando llegaron dos caballeros almohades segot- 
dos de valientes, que Díqs quiso que llegasen, y acorneo 
tieron y arredraron á los enemigos deq)edazándoles hasta 
encerrarlos en su ciudad. Volvió pocas horas después 
gran parte del ejército , se renovó el cerco y se combar* 
tió la ciudad con furor y ardiente deseo de venganza has- 
ta entrarla por fuerza de armas, y degollaron los ahcno- 
hades en su entrada mas de diez mil personas. Los oo^ 
cados como no esperaban que se les perdonase la vida 
peleaban como desesperados, y muchos muslimes murie- 
ron aquel dia peleando como rabiosos leones ó heridos 
tigres. Entonces levantaron el campo y marchó la gente 
sin saber adonde , ni acertar á decir lo que les pasaba: 
silenciosos y tristes seguian conducidos de los timnaies, y 
entraron eñ Sevilla. En el cammo espiró el ínclito rey 
Juzef Abu Jacub desangrado y pasado de graves heridas, 
que la menor de ellas era mortal. Dice Matroc que sa 
muerte fué dia sábado 4% de rabié postrera del 
año 580 , y que murió cerca de Jecira Alhadrá 448* 
caminando para pasar á Xk\ca ^ ^<^ ^ ^w^c^ 
^oé conduádo á Tramál, ^ aWV adüem!^ cHKa^^^s^oSc- 
ero de su padre. Otros dicen lyaftitfi \i\\w\qW^a>í«^x V 



158 

Marruecos , y que se le llevó á enterrar á Tinmál de or- 
den de su hijo y sucesor Jacub , que filé el que tomó el 
mando de las tropas desde el dia de las heridas de su 
padre. Dice Yahye que el rey Juzef murió al paso del 
Tajo levantado el campo de &int-Aren , que su muerte 
se tuvo secreta , que llegó á Sevilla y se le embarcó y 
pasó á Salé , y que se le tuvo en el arrabal , que llaman 
Alfeth , y desde allí fué conducido á Tinmál y enterrado 
cerca del sepulcro de su padre. £1 tiempo de su reinado 
fué veinte y dos años , un mes y seis días. Ocultóse la 

nij 



muerte del rey de orden de su hijo basta llegar á Salé, 
que allí se publicó : solo Dios es eterno y nadie es señor 
como él , ni servidor como él. 

Amir Amuminin Jacub Aben Juzef se llamaba Abda- 
la Jacub, y se apellidó Almanzor Bifald Alá. La madre 
que le parió era hija del visir de su padre , y nació en el 
palacio de su abuelo Abdelmumen , en Marruecos 
año 555 : se llamaba también Abu Juzef , su sello 4460 
decia : mi confianza en Dios. Era de color rojo, 
mediana y justa estatura , ojos hermosos , perfecta nariz, 
redondo ae cara , pestañas largas , cejas unidas , cuello 
delgado , anchos hombros : de ánimo generoso y liberal, 
esforzado , elocuente , erudito , amigo de los sabios y de 
los hombres útiles á la religión y ai estado. En su consejo 
tenia los hombres de mayor fama , y los honraba en vida 
y muerte ; pues solia visitar sus sepulcros , y acompañaba 
sus entierros, todos le amaban y bendecian. Tuvo cuatro 
hilos varones , Ozman aue fué sucesor en el imperio , Abu 
Abdala Anasir , y Abu Muhamad Abdala Alfadil , y 
Abul Ola Edris Almamun: sus visires y alcatibes los de sii 
padre , y los mismos médicos : sus cádies Abu Alabas ben 
Medhama cordobés , y después Abu Amrán Msak ^ Vvv^ 
del cadf Iza ben Amrán. Fu6 \uwAo ^ ^^Q^iiNaov^^ 
domingo dta í 9 de rabié secunda At\ wÉtf5^%^ > ^ \V^^ 
^ué 8u jura solomm y priacipal endívaí ^Ütoa>^ ^^ 



156 

de jiumada segunda del mismo año , por la circunstancia 
que obligó á ocultar la muerte de su padre todo aquel 
tiempo ; su jura fué pública : su muerte en jueves 
22 de rabié primera del año 595 : otros dicen que i 4 99 
en dia de jiuma al fin de la noche en Medina Mar- 
ruecos , y que fué conducido á Tinmál y enterrado en ella, 
siendo de cuarenta años el dia de su muerte , y que su 
imperio duró cinco mil ciento y noventa y dos dias , ó lo 
que es lo mismo catorce años , once meses y cuatro dias. 
Su primer provindencia después de celebrada y recibida 
su jura , fué sacar de su tesorería cien mil doblas de oro, 
y las mandó distribuir á los pobres por los aduares de tier- 
ra de Almagreb , y escribió á las provincias para poner en 
libertad á los encarcelados por delitos leves, y que se de- 
terminasen sin tardanza las satisfacciones á los que se de- 
biesen del tiempo de su padre. Perdonó las deudas que le 
debian sus vasallos , y los atrasos de pagas á favor del 
erario. Aumentó las pagas y sueldo de ios cadí^s y alfa- 
kíes : visitó sus provincias , inquirió y averiguó el estado 
de ellas : fortificó las fronteras , y puso en ellas presidios 
de gente de guerra, asi de caballeria como de infantería, 
pagando con mucha liberalidad á los soldados almohades. 
£1 ordenaba por si mismo cuanto convenia al bien del es- 
tado y de la religión , y fué el primero de los principes al- 
mohades que escribió en el principio de sus cartas y man- 
damientos. (( El hamdolillahi Wahidiu la alabanza á Dios 
único , y asi Dios ilustró y ennobleció su reinado , y le hizo 
el ma3 noble y engrandecido en oriente , occidente y me- 
diodia , así en África como en España , y en ella estuvo 
aquel dia glorioso de Alarca : y corrió sus tierras desde 
Velad Nul hasta Barca , y en Alarca fué ilustre : fortificó 
las fronteras, edificó mezquitas y escuelas en Almagreb. 
A/r/ca yEspañ'd , edificó ^ doVó ^W*M^Vsv»fó5> ^^a enfer- 
ipos, y aljamas para docloa , ^ ot^^^ó ^^V\^\^'5.>\%. 



157 

sueldos á médicos , maestros y sirvientes de los hospitales 
de enfermos , cojos , mancos y ciegos en todas sus provin- 
cias : ediGcó torres , puentes , alabes y pozos para agua 
en los caminos y desiertos , y cuidó de que se pusiesen 
menciles , posadas , hospederías desde Sus Alaksá hasta 
Suica Mascuc , y por sus piadosas intenciones y buenas 
obras concedió Dios prosperidad y buena ventura al Islam 
en su tiempo , y sus caudillos fueron siempre vencedores 
de sus enemigos , sin que en sus empresas se mezclase 
nunca adversidad. 

En este mismo año de la muerte del rey Juzef 
Abu Jacúb en 580 , el señor de Mayorca Aly ben 1184 
Ishac de la familia de los Aben Gamas príncipe 
de los almorávides , luego que supo la muerte del rey Ju~ 
zef Abu Jacúb allegó grande armada y pasó á Amca y 
puso cerco á Begaya , y después de recios y continuos 
combates la entró por fuerza , y echó de ella á su walí 
Suleiman ben ^l^^lsi ? i^i^to del rey Abdelmumen y á 
todos sus almohades , y en la chotba hizo que se rogase á 
Dios por Nayr-Edin Ala Califa de Bagdad , y sublevó las 
tribus y pueolos de aquella comarca. 

CAPÍTULO LI. 

PASA A ESPAÑA JACUB ALMANZOR , TALA LA TIERRA Y 

SE VUELTE Á ÁFRICA. LE lOSAFU EL RET DE LOS 

CRISTIANOS , Y £L RESPONDE. 

En el año de 582 por causa de ciertas sospe- 1 186 
chas mandó Jacub Almanzor quitar la vida á sus 
hermanos Cid Abul Yahye, Cid Omar, y á su tio 
Cid Abul Rabie , y en este mismo año aa fe \^\3^^^^í^- 
na , Cafisa y Cabes en la proYiacaa áft Mnea. , «aa¿í«so^ 
ea ella la rebelioa el waU de V» «^moTWvo»» ^"H^^^- 
hhac. Luego allego sus tropas y faé c«a^w^<í^»^^^^** 



ns 
manzor desde la corte de Mamiecos en 3 de la luua de 
xewal del año 58S1 , y puso cerco á la ciudad con muchas 
tropas , y los de ella se defendieron con tanto valor que se 
alargó el cerco , y había en él continuos rebatos y escara- 
muzas con grave daño de los de la tierra hasta que la en- 
tró por fuerza de armas en el año 583. Después de sojuz- 
gar la ciudad de Gaíisa donde hizo cruel escarmiento en 
los rebeldes , pasó de gazua á tierra de Almagreb de Áfri- 
ca , y rompió y deshizo los ejércitos de los rebeldes , y to- 
das los cabilas se vinieron á someter á su obediencia , y 
algunas le siguieron en la misma guerra contra los rebel- 
des , y le sirvieron con mucha fidelidad. Después de ha- 
ber corrido triunfante toda la tierra de Almagreb allanan- 
do los pueblos sublevados , se tomó Jacub Almanzor á su 
corte de Marruecos. 

Después que descansó de su espedicionen África , mo- 
vió sus gentes con ánimo de hacer la santa guerra en An- 
dalucía , y en especial en su Algarbe ^ y esta fué su pri- 
mera jornada contra infieles. Pasó á ella desde Alcá- 
zar A^ez á Jecira Alhadrá , dia jueves 3 de ra- 
bié primera del año 585 , y partió de Alhadrá H89 
á Sant-Aren , y dividió las Algaras contra Medi- 
na Lisbona ; llegó á ella talando los campos , arrasando la 
tierra, estragando sus frutos, mató y cautivó la gente, íjue- 
mó las mieses y poblaciones , y llegaron las talas y la deso- 
lación hasta lo sumo, que dejaba la tierra como abrasados 
desiertos. Tomó en esta jornada muchos despojos de la 
tierra enemiga , y se pasó á la otra banda con trece mil 
mujeres y niños cautivos , presas del terror y de la vio- 
lencia de la guerra mas vengativa y odiosa que hubo nunca 
entre dos naciones. Llegó el vencedor JacuD Almanzor á 
Medina Fez en la última década de regeb del año 585 , se 
detuvo en la ciudad algunos días , y estando en ella des- 
cansando le vino nueva de como la ciudad de Almeiz en 
África oriental se hab'm reV^X^do. Lmq^ partió de Fez á 



159 

ocho días de xaban del mismo año , y entró en Medina^ 
Tunis en primero de dilcada , y allí lo avisaron que ya la 
ciudad de Almeiz estaba sosegada, y que el rebelde de Al- 
meis se habia huido á Sarhá luego que entendió la llegada 
de Amir Amominin. 

En el año siguiente de 586 los cristianos que 1 1 90 
inquietaban las fronteras de Algarbe entraron por 
fuerza de armas en Medina Xelb , Beja y Beira de Algar* 
be de España , esto luego que entendieron que ei rey Ja- 
cub Almanzor se habia tomado á Afnca , y que en ella 
andaba muy ocupado en sojuzgar rebeldes , que en ella se 
le levantaban , que los enemigos de Dios aprovecharon la 
ocasión de su ausencia. Vino esta nueva desagradable al 
rey Jacub Almanzor , le pesó mucho de estas pérdidas , y 
con ira y descontento mandó sos cartas á los caudillos de 
las fronteras de Andalucía , culpándoles y reprendiéndoles 
con mucha aspereza su descuido , y les ordenó que estu- 
viesen apercibidos y dispuestos para hacer la conquista 
de Algarbe , que él seria en breve con ellos , que partia 
detras de sus cartas. 

Loe caudillos almohades de Andalncia recibidas las ór- 
denes de su rey fueron á juntarse con Mahomad ben 
Jusef walí de Córdoba , y salió con ellos numerosa hueste 
de almohades , alárabes y andaluces , se dirigieron hada 
Xeibe , y pusieron cerco á la ciudad , combatiéndda de 
dia y nocne , hasta que la entraron por fuerza de armas ; 
y detones entraron en alcázar de Abi Iienis y Medina Be- 
ja y Beira , qne asimismo se tomó por fuerza de armas , y 
con esto se volvió ei walí triunfante á Córdoba , trayendo 
quince mil cautivos y tres mil cristianos , y los entró en 
la ciudad enracimados en sartas de cincuenta : esto 
fué en xewal del año 587 , y en el mismo tiempo 4 4 91 
volvió Jacub Almanzor de la provincia do África á occi- 
dente , entró en Medina , Telencen , y se detuvo enoUa. 
hasta fm de dicho año. 



160 

Entrado el sieuiente , á principios de muharran , salió 
el rey Jacub Almanzor de Telencen á Fez y en aquella 
€iadad enfermó de grave dolenda , que le duró siete me- 
ses : luego que recobró sus fuerzas partió de alU para 
Marruecos , y se entretuvo en su corte basta el 
ano 590 , en que salió de aquella ciudad para 4494 
España, con ánimo de hacer en ella guerra san- 
ta , qué fué la célebre jomada de Alarca , v la segunda 
gazna de Jacub Almanzor en España , Diosle haya per- 
donado. 

Gomo se dilatase la ausencia de Jacub Almanzor de 
España , y su enfermedad le detuviese en Afirica , los 
enemigos aprovecharon la ocasión , y tomaron grande ar- 
rogancia y notables ventajas sobre los muslimes, de ma- 
nera que entraban los cristianos en sus tierras como lobos 
en rebaños , acosándolos con ancles y espantosas cabala 

§adas , talando y quemando sus campos y poblacioneBí 
e suerte que no dejaban rincón en España que no cor- 
riesen y estragasen sus tropas. No hallaban los p(d)reB 
muslimes consejo ni remedio para contener sus violenciaSi 
tanto que llegaron sus malditas huestes á cercar y acam- 
par victoriosas y soberbias delante de Jecira Albadrá, y 
desde esta escribió el rey de los cristianos una carta desa- 
fiando con estraña arroeancia al Amir de los fíeles Jac6b. 
Decía pues así la sobeitia carta : <x En el nombre de Dios 
clemente y misericordioso: el rey de los cristianos al rey de 
los muslimes : puesto que no puedes venir contra mi, ni 
enviar tus gentes , envíame barcos y saetías , que yo pa- 
saré en ellas con mi gente á donde estás, y pelearé con- 
tigo en tu misma tierra , con esta condición , que si me 
vencieres seré tu cautivo , y habrás grandes despojos, y 
tú serás el que dará la ley, y si yo salgo vencedor, enton- 
ces todo estará en mi mano ; y ía daré al Islam. » Leida 
que fué esta carta por Jacub Almanzor le acaloró y encen- 
nió el religioso zete de \©t\^w \wc>\stQvios (\ue se hacían 



161 

al Islam, mandó que se leyese á sus almohades, alárabes, 
á las cabilas Zenetes y Masamudes , y ¿ todos los demás 
soldados , y todos se ensañaron , encendieron , tumul- 
tuaron y previnieron para la venganza, manifestando sus 
ardientes deseos de pasar ¿ la santa guerra. Entonces Ha* 
mó Jacub Almanzor á su hijo Cid Muhamad , su futuro 
sucesor , y le dio la carta y le mandó que respondiese al 
maldito Alfonso. Leyóla, y á la vuelta de ella escribió: 
(( dijo Alá omnipotente, revolveré contra ellos, y los ha- 
ré polvo de podredumbre con ejércitos que no han visto, 
y que no poorán evitar ni escapar de ellos , y los sumi- 
ré en profundidad y los desharé. » Llevó la carta ásu 
padre , el cual leyéndola alabó su ingenio , y estuvo un 
poco pensativo , y luego la entregó al mensajero y le en- 
vió 'con ella ; mandó sacar el pabellón rojo y la espada 
grande , y que los escuadrones de almohades y demás 
tropas se pusieran lue^o en marcha para la santa guerra. 
Escribió á las provincias de Almagreb , África y Alkibla 
para aue se congregasen las gentes para Algihed, y ásu 
ilamaaa acudieron las gentes , mozos y viejos de todas 
edades y regiones , los moradores de los valles profun- 
dos , y de los altos montes , y los de las mas apartadas 



CAPÍTULO LIL 

PASA JACUB ALMANZOR A ESPAÑA. DISPOSICIONES PARA 
LA BATALLA DE ALARGA. 

Salió de la corte de Marruecos dia jueves 4 8 de 
jiumada primera año 591, ordenó las marchas, 1195 
dispuso que se diesen dos comidas al dia á las 
tropas, y caminó aquella infinita muchedumbre , sin que 
ninguno volviese la cabeza de tanta infantería y caballe- 
ría , que no bastaba la tierra para pastos . ni los ráe»"^- 



162 

ra abrevarlos, y todos venían con un mismo ánimo y con 
i^aal resolución á la santa guerra contra infieles. Guando 
llegó el campo á Alcázar Al^ez fueron pasando las taifas 
unas en pos de otras : la primera que pasó el mar fué de 
lus tribus Alárabes 9 luego las Zenetas , Masamudes, Go- 
maras, los voluntarios de las cabilas de Almagreb y otras 
de Algiazazes , después la ballestería , los almohades, 
guardias de servicio pasaron y se acamparon en las pla- 
yas de Algecira Alhadrá , y entonces pasó Amir Amu- 
minin detras de ellos con numerosa compañía de jeques 
almohades , vicires y alfakíes do Almagreb , y quiso Dios 
que pasase con mucha felicidad y en muy breve tiempo 
acampó en Alhadrá. Fué su llegada después de la azala 
del jiuma veinte de regeb del ya dicho año : detúvose 
allí á vista de Alhadrá un dia , y luego movió su campó 
para ir contra los enemigos , antes que se resfriase el fer- 
vor de los que venían deseosos de la santa guerra , pú- 
sose en marcha con su soberbio ejército , que había de 
sor salud y la gloria del Islam con su denodado ánimo, 
que no retrocedía de su buen propósito. No bien el ene- 
migo se habia retirado , cuando se tuvo nueva , de como 
estaba sobre Medina Alarca con su hueste el maldito 
Alfonso , y mandó Amir Amuminin Jacub Almanzor ir 
contra él contiandc* en Dios y en su favor poderoso, siu 
entrar en otras tierras ni distraerse á otras cosas , ni vol- 
ver siquiera la cabeza : así que, con prestas marchas ca- 
minó contra él hasta llegar á donde entre él y Medina 
Alarca no habia mas que dos cortas jomadas, y 
allí acampó dia jueves 3 de xaban del año 591 . i i 95 

Allí tuvo el príncipe do los fíeles su consejo coa 
los caudillos, jeques y sabios , y les dijo que viesen lo que 
convenía para vencer al enemigo de Dios en la pelea, se- 
gún Dios manda , y el profeta enseña , que aquella es ia 
formalidad que ordena, y por eso alabó á su pueblo, se^ 
^n aquello del libro de Dios: « consultan sus negocioíi 



163 

importantes , y se aconsejan, y gastan con liberalidad con 
los pobres de loque les damos, 9 y aquella otra alela 
bue dice : a serás piadoso con ellos , pedirás perdón por 
ellos , y con ellos le aconsejarás para las cosas arduas de 
la guerra , y asi confia en Dios, que Dios ayuda y ama á 
los que en él confían. » Convocó el Amir á consejo prime- 
ro á los jeques almohades, y después á los jeques alára- 
bes, y á los deZeneta, y á los de las cabiias Masamudas, 
Gomara y Agza , y á los voluntarios; cada uno le dio su 
parecer en como se baria para la venturosa expedición 
de los muslimes, y al fin llamó á los caudillps de Anda- 
lucía , y luego que estos entraron delante del Amir y les 
habló como á los otros , le dieron su azalam y se coloca- 
ron , les dijo : « Oh andaluces , en verdad que los jeques 
y caudillos á quienes he consultado antes, si bien son 
muy prudentes y esforzados caballeros y muy prácticos 
en ias cosas de la guerra , y de gran constancia en las ba- 
tallas para defensa del Islam , no tienen con todo eso el 
necesario conocimiento de la estratagema de los infieles. 
Vosotros, como que sois sus fronterizos, que de continuo 
andáis en guerra con ellos sabéis bien sus modos de or- 
denar las haces, sus estratagemas y engaños en las ba- 
tallas. ». Ellos le respondieron: a señor de los fieles, noso- 
tros todos hemos puesto los ojos en un esforzado caudillo 
de mucho valor , prudencia , destreza y uso en el me- 
nester de la guerra y de sus ardides . muy práctico y 
ejercitado en mirar pNor la gloria de los muslimes. Esto te 
dirá , señor , lo que nosotros tal vez no acertariamos á 
decir , y confiamos que él lo dirá como deseamos : este 
es el ilustre caudillo y honrado Abu Abdala ben Senanid 
que viene con nosotros : tu parecer y opinión , Dios la 
guie , será la mas acertada , y tu mandamiento el mas 
provechoso. Dios se pague de ti. » Todos ellos convinieron 
en que se remitian al parecer de Senanid, y luego mandó 
Amir que viniese á su presencia dicho caudillo, y habíflfk> 



d( 



do entrado le preguntó su parecer y respondió : Oh Amir 
de los fieles , en verdad que los cristianos , destruyalos 
Alá , son muy arteros y mañosos en las trazas y estrata- 
gemas de la guerra , y es conveniente que nosotros tam- 
bién hagamos como ellos hacen. Mi opinión es , salva 
señor la luya , que para dar la batalla acometan primero 
los almohades de conocido valor y lealtad con los muslimes 
andaluces acaudillados de sus jeques, y todos á la orden de 
un esforzado caudillo de los mas famosos, y con estos que 
son la flor de tus tropas y la escogida gente de España 
se forme la primera batalla. Después todas las cabilas 
[ue vienen en la hueste de alárabes , zenétes, masamu- 
íes, de Agza y otras provinciales , y los voluntarios va- 
lentísimos que llevan siempre la \ictoria enlazada en sos 
banderas. Con estas dos haces romperás y deshará» á ks 
enemigos , destruyalos Alá, y tú , señor, con tus almo- 
hades , aue Dios guarde , y los negros y guardias estarás 
cerca del campo de batalla en lugar oculto á espaldas 
de la hueste muzlímica , y si con ayuda de Dios, pft* 
ra engrandecimiento de tu imperio y soberanía, ven- 
cemos al enemigo , saldrás á completar su vencimiento y 
derrota , y si no acaeciere asi acudirá oportunanente tu 
gente toda en socorro de los que le necesitemos, y de esta 
manera se contendrá y arredrará el ímpetu de su forta- 
leza , y acabará su fuerzo y valentía , ó mas bien su 
arrogante y vana soberbia. Esto me parece , señor, lo 
que hace al caso , así Dios te haga venturoso : y Alman- 
zor le dijo : guala , guala, que tu consejo me parece dio- 
tado por el señor , bendito sea , y pagúese de tí. 

Las tropas se colocaron y distribuyeron en sus puestos, 
y el príncipe de los íieles pasó aquella noche, que fué li 
del jiuma cuatro de xaban , sobre la alfombra de azala 
orando y pidiendo á Dios excelso su poderoso amparo, 
que ayudase á sus muslimes , y que destruyese á los íd- 
/ieJes. A la hora del alba sus ojos fueron vencidos del 



165 

sueño , y se durmió un poco en su arrakea , y dispertó 
muy alegre y acucioso y con gran solaz, y envió á llamar 
á los jeques almohades y alfokfes. Entrados en su presen- 
cia les dijo : os he llamado ahora para deciros lo que 
Dios me ha manifestado en mi sueño en esta hora ventu- 
rosa. Mientras que yo hacia mis postraciones en mi aza- 
la se me vencieron los ojos de sueño y me quedé traspues- 
to , vi abrirse las puertas del cielo , y al mismo tiempo 
pareció salir por ellas un caballero sobre un caballo blan- 
co de gentil fi^ra y donaire, y en su mano traia una ban- 
dera verde desplegada que llenaba todo el espacio de la 
tierra , y me dio azalam , y le dije : quién eres, asi Dios 
te salve ; y me respondió : yo soy un ángel de los ánge- 
les del séptimo cielo , y te vengo á anunciar la victoria 
de parte del señor de los mundos : tú y los que vienen 
contigo á la santa guerra , y militan delÑijo de tus ban- 
deras por la fé , recibirán los premios de Alá. 

CAPÍTULO Lili. 

BATALLA DE ALARGA. VUELVB ALMANZOR A MARRUE- 
COS, T MUERE. 

Venido el sábado cinco de xaban , se puso el amir Ja- 
c«b Ahnanzor en su pabellón rojo preparado para la ba- 
talla contra los enemigos. Llamó al ínclito Abu Yahye 
Aba Haba que era su mayor visir , y de los principales 
caudillos almohades, hombre virtuoso y austero, gran sol- 
dado, y oaando se presentó le encomendó la delantera del 
ejéreito y cuerpo ae batalla , asi de los andaluces como 
de las tropas escogidas de los alárabes , zenetes y demás 
tribus de Almaoreb , y luego le desplegaron banderas y 
le tocaron ataimires como á caudillo general , que todo 
estaba aquel día á su cuidado. Encargó la tribu Henteta 
y las tropas de Andalucía á Ben Seivmd ^ ^ ^ ^siüa.^^^ 



166 

Germon ben Rebah íodas las Alárabes y encargó á Me- 
rid el Magaravi las tribus de Magarava , y á Mohín ben 
Abi Bekir ben Muhamad todas las tribos de Mezan! , y á 
Gabir ben Muhamad ben Juzef las de Abdelwadi , y á 
Abdelaziz Atahani las de Tahan , y á Thegír las tribus 
de Hescura y demás de Masamuda y á Muhamad ben 
Menafid las de Gomara , y á Hág el Saleh Abu Hariz 
Ala Warbi los voluntarios , y todos bajo el mando y or- 
den de Abu Yahye ben Abi Hafas. £1 amir Jacub Al- 
manzor quedó con el resto de las tropas almohades y ser- 
vicio de guardias . y mandó luego marchar. 

Movióse el campo, iba en la delantera del ejército el je- 
que Aba Yahye en un feroz caballo , y el caudillo anda- 
luz Senanid con otros caballeros y alcaides andaluces, y su 
caballería que era la flor del ejército. Guando levantaba el 
campo Yahye de un sitio al amanecer , allí acampaba á 
la tarde Amir Amuminin : hasta que los adalides y cam- 
peadores de Yahye descubrieron el campo de los cristianos, 
que estaba acampado sobre un alto ribazo al pié de un ce- 
rro de muchas quebradas , y sus tropas ocupaban las al- 
turas y el llano delante de Alaroa. |Descendió el ejército 
muslime en orden compasado al alzarse el sol 
miércoles 9 de xaban ilustre del año 591 y ordenó 1 495 
Abu Yahye sus haces en batalla, y dio las banderas á los 
caudillos de las tribus . para que les sirviesmi de anión: 
dio la bandera verde á los voluntarios , y colocó ¿ la de- 
recha el ejército de Andalucía , y á la izquierda los zene- 
tes , alárabes de Masamuda y otras tribus de Almagreb: 

Ír en la delantera puso á los voluntarios algazaras y ba- 
lesteros , y él con la tribu Henteta quedó en el centro y 
corazón del cuerpo de batalla. Cuanao todas las haces es- 
tuvieron en la ordenanza y puesto conveniente , cada tri- 
bu reunida bajo su propia bandera , y todo el ejército en 
admmbXe orden y coiie;\e¡t\A ^ ^ k y^wVs^ \^ \^^i^ ^ wlió 
Germon ben RcJbaVí cawAWo ^'aVft^íNtótoRfc>^^t««st?w»e 



167 

(lo les escuadrones muslimes por entre las filas los anima- 
ba para la batalla repitiéndoles estas alelas : « ah creyen- 
tes , buen ánimo , constancia y temed solo á Dios , que 
Diosos ayuda y fortifica vuestros pies, y por ventura se- 
réis felices. » Entretanto los enemigos , destruyalos Alá, 
que estaban delante de ellos en el cabezo , y al lado de 
la fortaleza , pusieron en movimiento una columna de su 
hueste de siete ú ocho mil caballos cubiertos de hierro, y 
sus caballeros asimismo armados de escamadas lorigas, y 
de acerados y lucientes morriones , los cuales acometie- 
ron denodados , rechinando y crujiendo las broncineas 
armas , y envistieron con todo el ímpetu de su fortaleza^ 
y como sedientos de sangre vinieron á herir en la hues^ 
te de los muslimes. Entonces el esforzado caudillo Yahye 
clamó : « Ea amigos mios , estad firmes, nadie pierda su 

{mesto, ánimo, que en servicio de Dios peleamos, tened- 
e en vuestros corazones , que Dios poderoso y glorioso os 
hará vencedores : esta es la primera hazaña , luego se si- 
gue el glorioso martirio y el paraiso , ó la victoria y ricos 
despojos » Luego salió también el caudillo del Amir , y 
andando en su caballo por entre las filas decia : « Ea sei^ 
vidores de Alá, ánimo, Alá pelea, vosotros sois soldados 
de Alá , y los que siguen su partido son vencedores : ved 
que pone Dios en nuestras manos á nuestros enemigos, 
ánimo y á ellos. » 

En esto llegó aquella impetuosa hueste de la caballe- 
ría enemiga, que acometió con tal denuedo, que vinieron 
sus caballos basta espetarse en las lanzas de los musli- 
mes : retrocedieron un poco y tomaron otra vez al en- 
cuentro , y fueron de la misma manera rechazados: vol- 
vieron por tercera vez á disponerse al terrible encuentro, 
y el esforzado Senanid y el caudillo de Amir gritaron : 
«ea compañeros , firmes , ea muslimes , afirme ^tó. ^^s^^^ 
alto esl vuestros pies para esta aciwívtóiai.^^ cwxáówws^^ 
entonces loe cristianos con taivla ^\wvx?i -^ \q^^^«i»^ ''^ 



168 

centro en que iba Yahye , pensando que allí iba Amir 
Amuminin , que rompieron y desbarataron el escuadrón 
de los valientes muslimes, y el mismo caudillo Yahye 
peleando como un bravo león murió por su ley. Los cris- 
tianos hacian atroz matanza en los muslimes de la tribu 
Henteta que la rodeaban , y de los voluntarios y de otros 
muchos , á los cuales habia sellado Alá la corona del 
martirio , y anticipó en aquel día las delicias del pa-^ 
raiso. Obscurecióse el dia con la polvareda y vapor de 
los que peleaban , que parecía noche : las cabilas de 
voluntarios alárabes , algazaces y ballesteros acudieron 
con admirable constancia , y rodearon con su muchedmn- 
bre á los cristianos y los envolvieron por todas partes. Se~ 
nanid con sus andaluces , zenetes , masamudes, somares, 
y otros se adelantó al collado donde estaba Alfonso , y 
allí v^ció, rompió y deshizo sus tropas infinitas, que eran 
mas de trescientos mil entre caballería y peones. 

Allí fué muy sangrienta la pelea para los cristianos : 
y en ellos hicieron horrible matanza. Había entre ellos 
como diez mil caballeros de los armados de hierro , co- 
mo los primeros que habían acometido , que era la flor 
de la caballería de Alfonso , y habían antes hecho su 
azala cristianesca y jurado por sus cruces que no hui- 
rían de la pelea hasta que no quedase hombre á vida, 
y Dios quiso cumplir y verificar su promesa en favor de 
los suyos. Cuando la bíatalla andaba mas recia y trabada 
contra los infieles , viéndose ya perdidos comenzaron á 
huir y acogerse al collado en que estaba Alfonso , para 
valerse de su amparo , y encontraron allí á los muslimes 
que entraban rompiendo y destrozando , y daban cabo de 
ellos. Entonces volvieron brida y tomaron sobre sus pa- 
sos, y huyeron desordenadamente hacia sus tierras y 
donde podían. Seguían en su alcance los alárabes y vo- 
luntarios , y los de Henteta , algazaces y ballesteros , y 
los tahonaban y molían como á leña, y los acabaron. 



ll>9 

Asíjuó deshecha la fortaleza de Alfonso y su caballerísi 
en que tanto con6aba. Algunos caballeros alárabes avi- 
saron corriendo al Amir Amuminin que estaba en su ce- 
lada dlciéndole : ya puso Dios en fuga á los enemigos; 
y salió Amir Jacub corriendo coa sus tropas de almo- 
hades , y entraron en la batalla en que destruía Alá á 
los infieles. Metiéronse rompiendo por ellos adonde es- 
taba peleando Alfonso y los mas valientes de los suyos, 
que mantenian con bárbara constancia la horrorosa lid. 
Entró primero la caballería con banderas desplegadas, 
y seguía la infantería con espantoso estruendo y alarido 
de atakebiras y alambores , que temblaba la tierra, y 
retumbaban las alturas y los valles. Guando Alfonso al- 
zó sa cabeza , vio la bandera de los almohades , y que se 
aceitaba el pendón blanco de Almanzor que iba delante 
y brillaban sus letras de lé Alá , ilé Alá , Muhamad 
ñasúl Alá y (e galib üé Alá y no es Dios sino Alá , Ma— 
homad enviado de AJá , no es vencedoir sino Alá : y di- 
jo Alfonso : qué es esto ? y le respondieron : qué ha de 
ser , enemiffo de Dios , el Amir de los fieles que te ha 
vencido, y llega con su retaguardia que sola su vanguar- 
dia deshizo tu ejército : puso Dios gran terror en su co- 
razón y huyó y le siguieron los muslimes el alcance ma- 
tando gran gentío por todas partes , afirmando sus espa- 
das y lanzas en sus lomos que se embriagaron y hartaron 
de sa sangre , y á ellos les hicieron apurar hasta las 
heces de la amarga copa de muerte. Cercaron los mus- 
limes la fortaleza de Alarca , creyendo que Alfonso esta- 
ba dentro. Pero habia entrado por una puerta y salido 
por otra , y así escapó el enemigo de Dios , sin sacar mas 
que el freno de su caballo en la mano. Entraron por 
fuerza «n la fortaleza los vencedores, quemando sus puer- 
tas y matando á los que las defendian : apoderáronse de 
cnanto alti habia y en el campo , de armas ^ rics^^^u^^ 
mantenimientos , provisiones , cabaWo^ n ssckíAc^ ^ ca»Ñ\- 
Tomo líL \^ 



170 

varoii inuclias mujeres y niños , y mataron muchos ene- 
migos que no se pudieron contar , pues su número cabal 
solo Dios que los crió lo sabe. Halláronse en Alarca vein- 
te mil cautivos , á los cuales dio libertad Amir Amami- 
nin después de tenerlos en su poder , cosa que desagra- 
dó á los almohades y á los otros muslimes , y lo tuvieron 
todos por una de las estravacancias caballerescas de los 
reyes. Fué esta insigne y gloriosa victoria dia 
miércoles 9 de xaban ilustre del año 591 . Habian H95 
mediado entro esta y la famosa batalla y matan- 
za de Zalaca 112 años. Fué esta victoria de Alarca de 



las mas célebres y venturosas para el Islam , y la 
i^rande que alcanzaron los almohades , que Dios ensal- 
zó en olla el Islam , y exaltó la fama de los almohades. 
Escribió Almanzor esta victoria á todas las provincias 
de los muslimes que estaban en su obediencia , asi de 
lüspaña como de la otra vanda de Almagrob , Alkibla 
y África , y sacó el quinto do los despojos , y dividió y 
repartió el resto entre sus tropas almohades. 

Partió luego su ^ército á correr tierra de cristianos , to- 
mando ciudades y fortalezas , quemando aldeas y alque- 
rías , robando , cautivando y matando hasta llegar las al- 
earas á Gebal Zuleyman ; desde allí se volvieron careado 
(lo despojos , sin que osaran los cristianos incomodarleB, 
llegaron á Sevilla , y entró en ella triunfante Jacub AÍ 
Juzcf Almanzor , y luego ordenó , que se edificase Of 
magnífica aljama con su alminar muy alto. Entra- 
do el año 592, salió Amir Amuminin Almanzor 41 
de Sevilla á otra gazua, y tomó la fortaleza deCa- 
latrava , v Wadilhigiara y Mahubit y Gebal Zuleyín 
Fih y K¿s de confines do Toledo. En esta ciudad est 
el rey Alfonso y le cercó en ella , y la estrechó y corf 
agua , y lo quemó las huertas , y taló sus contornos 
aphcó máoumas á sus muros ; |)ero viendo la fortaleí 
/a ciudad íovan(<> luefio e\ cau\\\o A^ -«^oVsw^ ^Ua . v p 



170 

varón mudias mujeres y niños , y mataron muchos ene- 
migos que no se pudieron contar , pues su número cabal 
solo Dios que los crió lo sabe. Halláronse en Alarca vein- 
te mil cautivos , á los cuales dio libertad Amir Amumi- 
nin después de tenerlos en su poder , cosa que desagra- 
dó á los almohades y á los otros muslimes , y lo tuvieron 
todos por una de las estravacancias caballerescas de los 
reyes. Fué esta insigne y gloriosa victoria dia 
miércoles 9 de xaban ilusUe del año 591 . Habian 1 1 95 
mediado entre esta y la famosa batalla y matan- 
za de Zalaca 112 años. Fué esta victona de Alarca de 
las mas célebres y venturosas para el Islam , y la mas 
grande que alcanzaron los almohades , que Dios ensal- 
zó en ella el Islam , y exaltó la fama de los almohades. 
Escribió Almanzor esta victoria á todas las provincias 
de los muslimes que estaban en su obediencia , asi de 
Rlspaña como de la otra vanda de Almagreb , Alkibla 
y África , y sacó el quinto de los despojos , y dividió y 
repartió el resto entre sus tropas almohades. 

Partió luego su ^ército á correr tierra de cristianos , to- 
mando ciudades y fortalezas , quemando aldeas y alque- 
rías , robando , cautivando y matando hasta llegar las al- 
garas á Gebal Zuleyman ; desde allí se volvieron cai^dos 
de despojos , sin que osaran los cristianos incomodarles, y 
llegaron á Sevilla , y entró en ella triunfante Jacub Abn 
Juzef Almanzor , y luego ordenó , que se edificase una 
magnifica aljama con su alminar muy alto. Entra- 
do el año 592 , salió Amir Amnminin Almanzor 1 1 96 
de Sevilla á otra gazua, y tomó la fortaleza deCa- 
lalrava.y Wadilhigiara y Mahubity Gebal Zuleyman, 
Fih y kes de confines de Toledo. En esta ciudad estaba 
el rey Alfonso y le cercó en ella , y la estrechó y cortó el 
agua , y le quemó las huertas , y taló sus contomos , y 
aphcó máauínas á sus muros ; pero viendo la fortaleza de 
/a ciudad levantó luego e\ cwf\^o A^ ^W ^Ua ^ y pasó ¿ 



171 

Medina Talamanca , y la entró por tuerza de amias , y 
mató á todos sus moradores , llevando cautivas sus mu-^ 
jeres y niños , y sus bienes fueron saqueados por las tro- 
pas; quemó la ciudad , y asoló sus muros , y la abandonó, 
y terrible como las tronadoras tempestades tornó á Sevilla 
ocupando de paso muchas fortalezas , y entre ellas la de 
Albalat y Torgiela . y entró triunfante en Sevilla 
en la luna de safer del ^o 593. Dio luego prisa 1497 
para acabar la aljama y su alto alminar , y mandó 
hacer la grande y hermosa manzana , cuya grandeza es 
tal que no tiene semejante , su diámetro tal que para en- 
traría por la puerta del Almuedan , fué forzoso quitar la 
piedra del cintel ; y el peso de la gran barra de hierroe n 
que está puesta , es de cuarenta arrobas : fué el que la 
hizo , llevó y colocó en lo alto del alminar Ábu Alait el 
Sikelí , y se apreció la manzana en cien mil adinares de 
oro. 

En tanto que esto pasaba en Andalucía , y mientras la 
conquista de Marca , continuaba en Marruecos de orden 
del Amir Amuminin la fábrica de la alcazaba de Marrue- 
cos y su gran torre., y se edificó también el almimbar de 
la aljama de los catabinas , y la ciudad de Rabat Alfetah 
en la comarca de Salé con su buena aljama y almimbar. 
Luego que vio acabada la aljama de Sevilla mandó ediii> 
car &sn-Alfarag sobre Guadalquivir , y partió después á 
la otra banda , y llegó á Marruecos en la luna de xaban del 
s&} 594. En esta ocasión halló acabadas diferentes obras 
y edificios , que habia mandado fabricar , como la alcaza- 
ba , los alcázares , las aljamas , y sus torres en que con- 
sumió el quinto de todos los despojos que habia ganado ú 
los cristianos y otros enemigos. Cuéntase que estas obras 
se hacian por cuenta de los arquitectos , que trabajaban 
al fiado , y como eran obras tan grandes estañan apurados, 
que ya no tenian de que gastar , ni osaban pedir lo que se 
Jes estaba debiendo. Habían hecho en la iil^v^vw^ m\Ri\\\^x- 



172 

fas j por las siete del paraiso , y cuando entró Amir Amu- 
mtnin en ella se pagó mncbo de la fábrica , y le contentó 
en estremo la labor de las puertas , y como preguntase 
qué puertas son estas , y por qué son siete y no más ni 
menos? le dijeron que eran las siete del paraiso , y que 
aquella por donde entraba Amir Amuminin era la puerta 
Alhamin, del precio. «Ya lo entiendo, dijo Jacub, y 
me alegro de la agudeza y oportunidad del aviso, » 

Después que descansó en Marruecos dispuso la jura del 
principe su hijo Muhamad Abu Abdala , y le declaró sa 
futuro sucesor , se apellidó Anasir Ledínala , y le juraron 
los principales jeques almohades , y los demás de otras 
provincias , y en todas fué reconocido así en Andalucía 
como en Alme^reb , Alkibla y África desde Atrablos has- 
ta Velad Sus Alacsa , y hasta los desiertos de Alkibla , y 
cuanto hay entre estas regiones de alcaerias , fortalezas, 
castillos y aduares , en montes , valles y tehamas , entre 
gentes cultas y bárbaras, que en todas partes fué jurado y 
se añadió su nombre en las oraciones públicas del jiuma. 
No mucho después de la jura de Abu Abdala Anasir , y á 
poco de haberse sentado en el trono , .principiando á go- 
bernar en su nombre en vida de su paare, este ínclito rey 
que reposaba tranquik) á la sombra de sus laureles glorio- 
sos en los amenos jardines de su alcázar, fué asaltado de 
la dolencia que le acabó : y cuando vio muy agravada so 
enfermedad^ y que estaba muy cercano de la muerte , del 
plazo que acababa las esperanzas humanas , dijo á losvi- 
sires , que de solas tres cosas estaba muy pesaroso ; de ha- 
ber entrado á los alárabes en Almagreb , sabiendo , como 
sabia , que eran mestizos de origen ; de haber edificado á 
tanta costa y dispendio del real erario la ciudad de Rabat 
Alfetah , y principalmente de la libertad que habia dado 
en Alarca á los veinte mil cristianos cautivos : y á poco 
murió Jacub Abu Juzcf Almanzor , haya Dios misericor- 
(i/a de él , después de la azala de alazá postrera de la no- 



che del jiuma ¿i de la luna de rabié primera año 
595. Falleció ea la alcazaba de Marruecos : que 1199 
solo Dios es eterno, y eterno su imperio y señorío. 
Fué Almanzor de los mas virtuosos y excelentes reyes 
muslimes , y el mejor y mas virtuoso de los almohades, áv 
gran consejo , de valor y de admirable virtud , Dios le 
naya recibido y perdonado , que Dios es perdonador y ga- 
lardonador justo do las virtudes. 

CAPÍTULO LVI. 

CALIPAZGO DE AMUMININ MUHAMAD. TIENE Á ESPAÑA 
CON UN EJÉRCITO FORMIDABLE. 

El Amir Amnminin Muhamad ben Jacub ben Juzef ben 
Abdelmumen ben Aly Alcumi Zenete Almohade , apelli- 
dado Abo Abdala Anasir Ledinala , la madre que le parió 
se llamaba Om Átala , hija de Cid Abu Ishak , hijo de 
Abdelmumen de la misma real prosapia , puso en su sello: 
« Mi cODfiaDza es Alá, y en verdad que es buen fiador : » y 
en 808 banderas: ala alabanza á Dios único.» Era de justa 
estatora, blanco, delgado de cuerpo, hermosos ojos, 
grande y negra barba , cejas muy pobladas y largas pesta- 
388 , miraba como pensativo. Era de mucha prudencia 
para todos los negocios de paz y de guerra , pero tenia una 
gray6 falta de rey , que no hacia por si mismo lo que con- 
venia en graves negocios de estado , y se confiaba dema- 
siado de sus ministros. Fueron sus visires Aben Said, v 
Aben Motani , su hagib ó gran visir Abu Said ben Gamea. 
Fué jurado en vida de su padre , y se renovó la solemne 
jura después de su muerte en todas las provincias del im- 
perio por sus je(]ues almohades , y se le hizo chotba en 
todas las mezquitas , y se le publicó en todos los almim- 
bares. 

Estuvo Müharmá m su corV\} Ae^'íce\\\^vyíi^V> \^^v«c^^ 



174 

de rabié primera , toda la segunda , y salió eo 
principio de jiomada primera del año ^95 cami- 1 199 
nando hacia Medina Fez , y se detuvo en ella has- 
ta el último jueves de dicha luna , en que salió para los 
montes de Gomera , y en ellos venció á Aludan el Gamri , 
que se habia rebelado, y sojuzgada la tierra, volvió victo- 
ríoso á Medina Fez , y se entretuvo en ella edificando su 
alcazaba y sus muros que habia derribado su abuelo Ab> 
delmumen cuando la tomó , y se estuvo allí hasta 
el año 598 en que le vino nueva de como el Ma- 1202 
yorki adelantaba su?- conquistas en África , y se 
habia apoderado de muchos pueblos. Entonces salió el rey 
Anasir de Fez y caminó para la provincia de África , y 
llegó á Gezair de Mezgana , y ordenó quede allí marcha- 
ra una gran parte del ejército contra el Mayorki , y con- 
quistaron las ciudades y fortalezas que ocupaba , y la ciu- 
dad de África fué entrada por fuerza en la luna de 
rabié primera del año 600 , y los vecinos se pre- 1204 
sentaron al rey Anasir y le saludaron y juraron 
rendida obediencia , y Anasir los perdonó y admitió , y les 
p^uso por cadi al Imam Almuhadiz Abdala ben Húfala , y 
siguió Anasir sus marchas en África rodeando y requi- 
riendo toda la provincia , y el estado de los pueblos de 
aquella comarca. £1 Mayorki y todos los almorávides hu- 
yeron delante de él y se entraron en los desiertos , y el 
Mayorki se acogió á la ciudad Almahedia que la tenia co- 
mo tirano desde que la ocupó cuando le hicieron en ella 
walí. Era este Yahye ben Ishac el Mayorki gran soldado, 
y muy práctico caudillo en los ardides de la guerra. Si- 
guióle Anasir hasta encerrarle en aquella fuerte ciudad, 
la cercó, y combatió sus muros con diferentes máquinas, 
ingenios y truenos , dándola rebatos á cada hora, de dia y 
de noche con gran porfía y valor do los almohades y tropas 
de Almagreh ; pero Yah^e el Mayorki ^ como esforzado y 
^bio Cciiidí/lo . la defendía V^wtx n Vxwy^^ ^^«»^^\^\ ^ W 



17o 

almohades , y se alargaba el cerco , y como ya se hubie- 
sen pasado algmios meses de continua fatiga , el rey Ana- 
sir estrechó mas el cerco , aplicó á los muros máquinas é 
ingenios nunca vistos, de tanta grandeza , que lanzaban 
cada uno cien enormes tiros , de manera que arruinó la 
población , y caian grandes piedras al medio de ella, y 
tiros de dobos de hierro que cayeron sobre la silla de vi- 
drio verde , y en lo mas alto del león de metal. Viendo 
que toda la cmdad estaba arruinada , y que no podía ya 
mantenerla , acudió á implorar la clemencia de Anasir , y 
le envió á decir que le [)erdonase , y aue á lo menos con- 
cediese s^uro de las vidas á los poores moradores , y 
Anasir le perdonó y concedió seguro á los vecinos ; y al 
Mayorki le honró mucho y le dio después una magnifica 
casa , viendo sus buenos servicios con los almohades , y 
asi fué Anasir jurado y recibido en Almahedia : 
esta conquista fué el ano 601 . 4205 

En el año siguiente de 602 se dio el gobierno de 
la provincia de África al jeque Abu Muhamad Abdel- 
wanid , hijo de Abu Bekiroen Ha&is , y al punto que se 
volvió á Almagreb, y lueeo á Guadi Xelaf , allí vino el 
Mayorki Yahye con gran hueste de alárabes zanhagas y 
zenetes, gente allegadiza y rebelde , y hubieron batalla 
muy sanerienta con los almohades , los cuales vencieron 
al Mayorki y ¿ los suyos , causándoles horrible matanza. 
El Mayorki huyó por* la ligereza de su caballo. Fué esta 
sangrienta batalla dia miércoles último de rabié 
primera del año 604. Habiendo venturosamente 1208 
echado de África á los almorávides y secuaces del 
Mayorki , dispuso Anasir enviar una espedícion á las islas 
Mayorícas , donde era rey Abdala , hermano de Yahye 
ben Ishak , y con mochas naves pasaron sus tropas á fas 
islas , y tomaron por fiíerza la de Mayorica ^ o^^ V^ ^sb- 
íendian bien los almorávides , ^ cetcatcii ^wX^m^^^^^ 
Mayorica al rey Abdala . y \a en\T'ATOT\ v^t ?^'^^\\v> v >^ ^^^s^' 



176 
dieron al rey Abdala , y lu^o le cortaron la cabeza y la en- 
viaron canforadaá Marruecos, y sa cuerpo fué puesto en los 
garfios del muro de la ciudad. Las islas menores de Minorica 
ydelebiza se rindieron por avenencia. En este mismo año 
mandó Anasir reedificar Medina Alwahida, y diógran prisa 
para que se acabase la obra en la luna de regeb del aicho 
año. Asimismo dio orden para repararlos muros de Mezma 
en Velad Rif, y se edificó la Alcazaba de Bedis. En 
la luna de xewál del año de 504 salió Anasir de 1^08 
Fez para la corte de Marruecos , y poco después 
mandó abrir la acequia á la parte del barrio de los andalu- 
ces y mandó llevar el agua aesde la fuente de á fuera de la 
puerta de hierro , y entre la puerta de algufia y la subida 
de la aljama de los andaluces , y allí la colocó. En estas 
obras consumió grandes sumas ; edificó también una mez- 
quita en el barrio de los akairevanes , y mandó que nin- 
guno hiciese azala en la de los andaluces , de manera que 
en tres años toda la gente tenia que ir á sus azalaes á la 
mezquita de los alkairevanes ; pero después se volvió co- 
mo antes á frecuentar la mezquita de los andaluces , ya la 
una ya la otra. 

Estando Anasiren Marruecos el año 605, le vino 4 209 
nueva de Andalucía como el maldito Alfonso habia 
vuelto á levantar cabeza , y corría las tierras de los musli- 
mes, y talaba sus campos , estragaba sus frutos , quema- 
ba los pueblos y les ocupaba las fortalezas , cautivando y 
matando las gentes. Imploraron el auxilio de Anasir que 
sin tardanza mandó congregar sus tropas para pasar á la 
santa guerra de Andalucía. Distribuyó el rey cuantiosas 
sumas por mano de sus caudillos , para que se repartiesen 
á los soldados , y escribió sus carias á toaas las provincias 
de Almagreb , África y Alkibla , y respondieron de todas 
partes ofreciéndose de b\iena voluntad á venir contra in- 



Priocipió á coi^te^^T^\tvxv\ffStf!¡^^^>^^VvQd^ todas 



las provincial 



177 

ademas de la que venia por obligación del empadrona- 
miento de las provincias , venia gente de todas edades. 
Luego que estas tropas estuvieron listas , salió Anasir 
de la corte de Marruecos en 19 de xaban ilustre 
del año 607 , hasta que llegaron á Alcázar Algez: 1240 
allí acampó y estuvo mientras el paso del ejército 
y de todas las tribus , caballería , armas , municiones y 
todo apresto de guerra : principió el pasaje en la luna de 
xewál nasta fin de dylcada del mismo año , y cuando aca- 
baron de pasar los almohades se embarcó el Amir Amu- 
minin Anasir detrás de ellos, y desembarcó con felicidad 
en las playas de Tarifa en dia lunes veinte y cinco de dyl- 
cada , y le vinieron allí á recibir los caudillos de Anda- 
lucía y sus alfaides , y le saludaron y le dieron el parabién. 
Se detuvo en Tarifa tres dias y luego pasóá Sevilla con un 
ejército innumerable como de lansostas esparcidas en van- 
días que cubria montes, campos , llanos y profundos valles. 
Gran maravilla y suma complacencia sintió Anasir en su 
corazón viendo lamuchedumbreinnumerabledesus tropas. 
Distribuyólas en cinco ejércitos ó batallas, una de los alá- 
rabes , JOS zenetes , masamudes . zanhagas , goritares y 
otras tribus , de Almagreb otra , los voluntarios otra, que 
componía ciento sesenta mil entre caballos y peones. Los 
andaluces con sus caudillos otra , los almonades otra ; y 
mandó que cada división acampase apartada , y llegó 
la nueva á Sevilla en 17 de dilhagia del año 
607 , y se detuvo en ella. 1 21 

Hubo asonadas de esta venida en todas las pro- 
vincias de España , y los cristianos cuando supieron que 
tanta muchedumbre había pasado, se atemorizaron con es- 
tupendo terror , y se llenaron de pavor los corazones de 
sus reyes. Pusieron mucha diligencia en fortificar sus fron- 
teras y en desmantelar las fortalezas que habian conquis- 
tado á los muslimes en ellas. Algunos le escribieron ro- 
gándole con la paz , y que los de'^ase. &ciVc^^t^>i%^AXv^^ 



178 

SU merced el rey de Bayona, ofreciéndose vüluntariamenle 
á su obediencia y rendida sumisión ; pues lue^o que este 
maldito entendió la entrada de Anasir en Sevilla, se llenó 
de miedo , y dando vueltas en su ánimo sobre lo ^ue le 
convenia para seguridad suya y de sus tierras, envió sus 
mandaderos pidiendo licencia al Amir Amumininpara ve- 
nir ásaluderlo , y se lo concedió Anasir , y escribió á to- 
das las tierras de España por donde el maldito debía pasar, 
para que le hospedasen bien tres dias , y al cuarto cuando 
se hubiese de partir, que le encerrasen mil caballeros de su 
compañía. Salió pues este maldito de su corte con su gente 
para visitar al Amir , y cuando llegó en tierra de masli— 
mes le salieron á recibir los caudillos de ellas con sus tro- 
pas, y lerecibian y trataban conforme ala orden que para 
ello tenian, hospedándole con la mas excelente hospitali- 
dad. Llegado el dia de su marcha le detenian mil de siis 
caballeros , y no cesaron de hacer esto mismo hasta lle- 
gar á Medina Carmena , que no quedándole ya mas de 
mil de su gente , pasados los tres días de hospitalidad , y 
venido el dia de su partida le encerraron los mil caballe- 
ros que le quedaban, y como él viese esto , dijo al alcai- 
de de Carmena : « Si así me dejas ¿ quién ha de ir en m i 
compañía? » v le respondió : « irás bajo la salvaguardia del 
Amir de los fieles Anasir , y á la sombra de las espadas 
muslímicas. » Salió este maldito de Carmena con su mu- 
jer y sus principales servidores. Era el principal motivo 
de su visita al Amir el presentarle el libro del profeta en 
una caja de oro con almizcle , cubierta y guarnecida de 
precioso paño de seda verde con bordaduras de oro y pre- 
ciosos rubíes y esmeraldas. Llevaba él este rico presente 
en sus manos profanas que habia heredado de sus abuelos 
y le tenian con gran reverencia. Habia mandado el Amir 
nue se le recibiese por la puerta de Carmena , y que des- 
ne esta puerta de Sevilla hasta Carmena hubiese en todo 
el camino doe filas i^ t^ldado^ cotv sus vestidos de gala y 



179 

armas muy lucidas , espadas desnudas en sus manos, lan- 
zas altas , y la ballestería con arcos tirantes : es la di.<- 
tancia de una á otra ciudad de cuarenta millas. 

Asi que, salió el rey de Bayona caminando á la som- 
bra de lanzas y espadas de los muslimes , y al acercarse 
á Medina Sevilla mandó el Amir que se pusiese su pa> 
bellon rojo delante de la puerta de la ciudad que salo á 
Carmena, y mandó poner tres almohadas enmedio de su 
pabellón , y luego ordenó que viniese un caudillo alja- 
miado aue se llamaba Abu Giux, y venido á su presen- 
cia le djjo : « Ye Abu Giux, este cafre viene ante mí y 
no espoeábe que no le honre ; y si cuando entrara en mi 
pabellón me levanto de mi asiento, después estaré pesa- 
roso, y me parece que faltaré á la sonna haciendo este 
honor á un cafre , y si me estoy sentado será en verdad 
una falta de cortesía y de atención , pues al fín es un 
rey poderoso, y mi huésped, que viene de tan lejos á 
visitarme. A mí me parece que te asientes tú en la al- 
mohada de enmedio del pabellón , y cuando él entrará 
poruña puerta, yo entraré al mismo tiempo por otra, y 
te levantarás y me tomarás á mí de la mano , y me sen- 
tarás á tn derecha , y tomarás asimismo á él de la ma- 
no y le sentarás á la izquierda : » y así quedó dispuesto. 
Sentóse Abu Giux en medio del pabellón , y cuando en- 
traron cada uno por su puerta los tomó de las manos y 
los asentó quedando el Amir á la derecha , y el rey de 
Bayona á la izquierda. Siguieron sus cumplimientos de 
salados entre ellos diciendo primero Abu Gmx al rey de 
Bayona : « este es Amir Ainuminin , mi soberano que 
Dios ensalce , » y les sirvió de darguman , y trataron sus 
negocios cuanto les importaba : y acabada su conferencia 
Amir montó á caballo , y también cabalgó el rey de Ba- 
yona y seguia un poco detrás , y cabalgaron los caudillos 
almohades , los jeques y tropa de la guardia y entraron 
en la ciudad. Los vecinos hicieron uu ^vcv^qsa ^^ñkk- 



ISO 

miento y fué este día muy señalado. Detúvole alli el Amir 
algan tiempo haciéndole mucha honra, y dándole dádi- 
vas preciosas como á tan noble rey convenia , y después 
se despidió y tornó á sus tienas por donde había venido, 
muy contento y pagado de la honrada acogida que le ha- 
bía hecho el Amir de los fieles Anasir , y por todo 
su camino fué también obsequiado y servido en cuanto 
pedia. 

CAPÍTULO LV. 

BATALLA DE ALACAB, T HÜBRTE DE HUHAMAD 
EN MARRUECOS. 

Poco después de la partida del rey de Bayona pensó 
Anasir en su expedición y salió para la gazua á la tierra 
de Gastilir ; fué su salida el dia primero de la luna safer 
del año 608 , y caminó hasta ( 1 ] Sarbatera , que es una 
gran fortaleza en la cima de los encumbrados monUs 
tan altos que parece estar pendiente de las nubes. Para 
esta fortaleza no hay sino un solo camino por entre estre- 
chas cuajaras y aspereza muy fragosa. Acampó allí el 
ejército y la puso cerco , y se dio gran prisa á combatirla 
y se la aplicaron cuarenta máquinas que destruyeron 
todas sus obras esteriores ; pero no fué posible adelantar 
cosa de importancia. Era su visir Abu Said Aben Ga- 
mea, que no era de linaje de los almohades, antes bien 
era muy contrario de ellos , y desde luego que tomó el 
mando de Ha^by primer visir del rey Anasir, trató de 
oprimir y humillar á la nobleza de los almohades, en 
tanto grado que muchos jeques y nobles caballeros que 
con propio valor habían ensalzado el imperio almohade, 

(1) Dice Saritúr, y es deprabacion del nombre Salba* 



181 

v^e vieron forzosos á retirarse del servicio del Aniir de 
Jos fieles , hasta que él se quedó solo y un privado su— 
. yo , hombre obscuro llamado Aben Muneza , y era tan- 
ta la privanza de ambos , que nada resolvía Atiasir 
sin consejo y voluntad de estos. Al pasar con el ejército 
por esta tierra para la jomada de Gastilia se maravilló 
mucho Anasir de la estraña fortaleza del castillo de Sar- 
batera , y estos dos le dijeron : oh Amir , no ha de pasai* 
de aquí el ejército sin que entremos por fuerza de armas 
este castillo , y esta ha de ser, si Dios quiere , la prime- 
ra victoria. Fuese alargando el cerco tanto , que dicon 
que durante él anidó una golondrina sobre su pabellón, 
puso sus huevos , empolló y volaron los pajarillos. Con la 
mesperada detención que pasó de ocho meses vino el in- 
vierno , se encrudeció la estación , faltaron las provisio- 
nes y pasto para las caballerías , y perecieron muchos 
soldados asi de la intemperie , como por falta de manteni- 
mientos : todo el ejérqito estaba disgustado de aquella de- 
tención. Cuando esto entendió Alfonso y que la fortaleza 
y esfuerzos de los Muslimes habian perdido sus puntas y 
Jos aceros con que venia, se alegró mucho en su corazón, 
y sin tardanza aprovechando la oportunidad que se lo 
ofrecía alzó sus cruces por toda tierra de infieles , y so 
congregaron muchos reyes cristianos con numerosas y 
bien previstas huestes , fueron juntado gente de todas 
partes y como saliesen al encuentro los fronteros y sier- 
vos de Santamaría los vencieron por sii imprudencia y 
mad consejo. 

Cuando Alfonso vio allegadas tan numerosas tropas, se 
cumplió su gozo , y le fué viniendo mas y mas gente hasta 
entrar en las fronteras de los muslimes , y puso cerco á la 
fortaleza de Calatrava que tenia en guarda el esforzado 
caudillo Abul Hegiag ben Gadis, con setenta caballeros 
muslimes que mantenían y aseguraban aquella fortalftia.. 
Alfonso apretó el cerco v dio muv tec\o"^ csívv:\^^íN»*'a^'^'*^ 
Tomo 111. ^ " \N 



182 

fortaleza, y Aben Gaüis v ios suyos la defendían con mu- 
cho valor y constancia. lÉlnviaba cada día sus cartas al 
Amir Amuminin manifestándole el apuro en que se ha- 
llaba y y pidiéndole que le auxiliase , que si muy presto 
no iba en su socorro que no le era posible el defenderse 
mas tiempo. Estas cartas no las veia el rey porque su visir 
las ocultaba para que no levantase el campo sin hacer 
ia conquista de Sarbatera , y lo mismo sucedia en otros 
negocios de estado que el Amir no sabía nada de ellos, ni 
llegaban á sus oídos las querellas y representaciones de 
de sus vasallos , que todo lo reservaba su visir. Asi fué 
que alargándose el cerco en que Aben Gadis estaba apu- 
rado, que ya le faltaba la mayor parte de su gente que 
habia muerto asi de hambre como de heridas , le fué for- 
zoso entregarse , porque ya se cumplía el tiempo que ha— 
bia aplazado con el rey Alfonso. Asi que , la fortaleza 
fué dada á los enemigos, que por su parte observaron la 
seguridad que habían ofrecido á los que dentro estaban 
para irse ó quedarse, asi á la gente de guerra, como á los 
vecinos y gente de servicio. Salieron todos los muslimes 
y entró el enemigo en Calatrava. Aben Cadís partió para 
el ejército de Amir Amuminin , y le quería acompañar 
su suegro , que era un caballero muv virtuoso y esforzado, 
que bien había dado pruebas de ello durante el cerco, y 
le dijo Aben Cadís que no fuese con él , que iba á morir, 
que mas seguro quedaría en Calatrava, y este caballero le 
respondió, que de ninguna manera le dejaría de acom- 
pañar , que bien sabía la suerte que le esperaba , que 
ya antes muchas veces habia ofrecido su vida ; y la na- 
í)ia espuesto á mil peligros por la defensa y se^ridad de 
los muslimes de Calatrava , y pues alli no nabia muerto, 
(|uer¡a morir en su conopañía , y asi hubo de consentir 
y de llevarle consigo. Cuando llegaron al campo del 
Amir salieron á recibirlos algunos principales caudillos do 
Andalucía, y los saludaron y les dijeron el estado de las 



18.) 

cosas , y como lomian mucho de su fortuna. Luego fué 
informado el visir Abu Said Aben Gamea de la llegada 
(le estos , y mandó á la guardia de los negros que los 
hospedasen y los tratasen mal, y atadas sus manos ¿ las 
e.^paldas que los detuvieran. Entró el visir al pabellón del 
rey , el cual le preguntó : ¿ qué es de Aben Cadis, cómo 
no^ viene contigo ? y respondió el visir : señor los traido- 
res no se presentan al Amir de los fieles: y después que 
dispuso el ánimo del rey contra ellos los mando traer á 
su presencia , y los maltrató de palabra afeándoles la 
traición que no hablan cometido ; y sin oírlos escusa al- 
guna mandólos matar , y luego los sacaron á fuera y los 
alancearon. Todo el ejército se horrorizó y llevó muy á 
mal este procedimiento , y los que mas abiertamente se 
quejaban eran los andaluces, y perdieron los buenos pro- 
pósitos que tenían. El visir entendió sus quejas y descon- 
fió de ellos y los llamó , y á la presencia del Amir les 
dijo : que en adelante ellos nada tenian que hacer con los 
Almohades, que acampasen aparte , y sirviesen aparte. 
El rey Anasir sintió mucho la pérdida do Calatrava, y fué 
muy grande la pesadumbre que por esta causa tomó, 
que en algunos días no podia comer ni beber de ira y de 
despecho. Como supiese la cercanía de las tropas do Al- 
fonso mandó dar grandes y recios combates á la fortale- 
za , y estrechó tanto el cerco que los cristianos se rindie- 
ron por convenio en los últimos dias de dylhagia del año 
de 608. Cuando Alfonso supo la rendición del fuerte de 
Sarbatera, movió sus tropas contra el rey Anasir , y con 
él todos los reyes cristianos que venían en su ayuda. 
Dióse noticia al rey de la llegada de los cristianos, y sin 
tardanza salió al encuentro con sus muslimes. Avistáron- 
se ambos ejércitos en un campo llamado Hisn Alacab , y 
86 detuvieron allí ; y hecha parada el Amir mandó fijar su 
pabellón bermejo para señal de batalla , y se colocó so- 
bre un ribazo . y vino Anasir y so puso en él sentado «v- 



184 

bre un adarga , y su caballo allí delante , y un circo de 
sus guardias al redor del pabellón , que por todas partes 
lo ceñian todos con sus armas. Delante de sus guardias se 
pusieron las líneas de toda la tropa con sus banderas y 
alambores, y con ellos el visir y caudillo Abu Said ben 
Gamea. Movióse contra ellos el ejército de los cristianos 
con sus haces bien ordenadas de tanta muchedumbre que en 
su ostensión parecían esparcidas bandas de langosta. Salié- 
ronles al encuentro los voluntarios ,queserian ciento y se- 
tenta mil hombres y les acometieron á una, espesáronse y 
se mezclaron los haces, y los cristianos los envolvieron con 
sus escuadrones , haciendo en ellos atroz matanza. Los 
muslimes se mantenían y peleaban con admirable cons- 
tancia , y perecían innumerables voluntarios que lograron 
la corona del martirio : de todos dieron cabo , hasla el 
último soldado murió peleando. Entonces los cristianos 
cargaron con nuevo ímpetu contra los almohades y alá- 
rabes que por su parte hacían prodigios de valor , y en 
lo mas recio de la batalla , cuando el polvo y la sangre 
cubría á los combatientes de ambos ejércitos , los candi- 
líos andaluces. y sus escogidas tropas tomaron brida, y se 
salieron huyendo de la latalla. Esto hacían por el odio y 
enemistad y deseo de venganza que tenían en sus corazo- 
nes con ocasión de la injusta muerte del esforzado y no- 
ble caudillo Aben Gadis, y en aquella importante y ter- 
rible ocasión quisieron vengarse de los desprecios de 
Aben Gamea , y de sus injustas altanerías contra ellos. 

Cuando los almohades, alárabes y otras tribus berberíes 
vieron la fuga de los andaluces, y que los valientes vo- 
luntarios habían sido despedazados, y que ya todo el pe- 
so de la horrible batalla cargaba sobre ellos por la dere- 
cha , y que cada instante se aumentaba el ímpetu de los 
cristianos , principiaron á desordenarse también y á huir 
delante de ellos. Los cristianos siguieron con mayor pu- 
janza; y los rompieron atravesando y atrepellando sus lí- 



185 

neas ; acometieron contra el circo de las guardias de ne- 
gros que rodeaban al Amir , y bailaron este cerco como 
impenetrable muro que no pudieron romper. Revolvie- 
ron sus feroces caballos que ofrecían las ancas á las fuscas 
puntas de las lanzas de los valientes negros, tornaron 
con ímpetu contra ellos , y al fin lograron romperlos y 
deshacer su cerco. Entre tanto Anasir se estaba sentado 
sobre su adarga en medio de su pabellón diciendo : «solo 
Dios es veraz, y Satán es pérfido : » y cuando ya casi lle- 
gaban á él los cristianos , y los que le defendían perecian 
peleando tantos , que de los diez mil de su guardia muy 
pocos quedaban, vino á él un alárabe con una yegua, y le 
dijo : hasta cuándo te estarás sentado, ó Amir I ya eslá de- 
cidido el juicio de Dios, y cumplida su voluntad, los mus- 
limes acaban vencidos. Entonces Anasir se levantó y fué á 
cabalgar de prestaen su caballo que allí tenia, y el alárabe 
le dijo : monta en esta castiza que no sabe dejar mal al 
que la cabalga, y quizá Dios te librará, que en tu vida 
consiste la segundad de todos: y montó en ella Anasir y 
el alárabe en su caballo , y huyeron envueltos en el tro- 
pel de la gente que huia, miserables reliquias de sus ven- 
cidas guardias. Siguieron los cristianos el alcance, y duró 
Ja matanza en los muslimes hasta la noche, terribles mo- 
mentos en que despotizaron sobre ellos las espadas de los 
cristianos hasta no dejar uno vivo de tantos millares. Man- 
dó pregonar Alfonso que no se hiciesen cautivos, que se 
matasen todos los muslimes , y al cristiano que los guar- 
dase : así fué que en esta atroz batalla no se hicieron cau- 
tivos. Fué esta espantosa derrota lunes 1 5 de safer 
del año 609, y con ella decayó la potencia de los 1212 
muslimes en España, pues no les salió nada bien 
después de ella : los enemigos la enseñorearon y ocuparon 
casi toda , si no lo remediara en parte el pasaje de Amir 
Amuminin Abu Jacub Juzef el llamado Almostansir , hi- 
jo de esto Anasir Aben Jacub Almanzor ben Abdelhac, 



186 

que Dios haya misericordia de él , que restableció las co- 
sas , y levantó los alminares , y conquistó tierras de los 
infieles, y los sojuzgó. 

Cuando Alfonso , maldígale Alá , acabó lan venturosa- 
mente la batalla de Alacab , pasó con su gente victoriosa 
á Medina Ubeda , y la entró por fuerza de armas , y no 
dejó en ella muslim á vida chico ni grande , y después en 
lo sucesivo se fué apoderando de otras tierras unas en pos 
de otras , y se apoderó de todas las principales ciudades, 
sin quedar en manos de los muslimes sino una pequeña 
parte , y esta perturbada de continuas desavenencias , 
hasta que Dios la puso en manos de los reyes Beni Ma- 
rines , prospérelos Dios. Se dice también que los reyes 
que asistieron á la batalla de Alacab , y entraron en Ube- 
da , no quedó uno de ellos en aquel año , que todos mu- 
rieron mala muerte. Anasir llegó desde Alacab á Sevilla 
después de la derrota en la última década de dylhagia- 
del dicho año. Este Amir se habia complacido mucho con 
vana y leve presunción del número infinito de sus tropas, 
de la fuerza , orden y disposición de ellas , porque habia 
juntado para venir á esta jomada tanta muchedumbre do 
caballería y de infantería , que nunca antes otro rey habia 
congregado tan inmenso gentío ; pues iban en aquel ejér- 
cito ciento sesenta mil voluntarios entre caballería y peo- 
nes , y trescientos mil soldados de excelentes tropas al- 
mohades , zenetes y alárabes , y fué tal su presunción y 
conOanza en esta muchedumbre de tropas , que creía no 
habia poder entre los hombres para vencerlo , y le mani- 
festó Alá poderoso y glorioso que la victoria está en sus 
manos , y lo mismo la gloria y poderío , tan alto es , y 
tan glorioso y tan adorable. 

Entró Anasir en Marruecos después de la infausta jor- 
nada do Alacab » dispuso la jura do su hijo Cid Abu Ja- 
cub Juzefyque se apellidó Almostansir Bila. Juráronle 
obediencia \o? principales jeques almohades ; y se añadió 



187 

SU nombre á la chotba en todos alminibares del imperio : 
fué esto en fines de la luna de dylhagia del año 609 , te- 
nia el principe diez a&os. 

Acabadas las ceremonias de la jura el Amir de los fíe- 
les se apartó del trato de la corte , y se ocultó y encerró 
en su alcázar entregándose al ocio y á las secretas deli- 
cias de sus jardines. El cuidado y gobierno quedó en ma- 
nos de su hijo el principe y de sus visires , que á nombre 
suyo satisfacian sus particulares pasiones y venganzas. Di- 
cen algunos que se retiró por despecho y tristeza de su 
mala fortuna en Alacab , otros que por pereza y poque- 
dad de ánimo , que no quería cuidados , sino placeres : 
dio este Amir el gobierno de la provincia de África á su 
pariente el jeque Aba Muhamad Abdel Walid bcn Abi 
nafas Ornar ikn Yahye de la tribu líentela , progenitor 
délos Beni-Merines reyes de Túnez. Tuvo entre otros uu 
visir de poco entendimiento llamado Aben Mutenna. Tam- 
bién se tiene por cierto , que le adelantaron el término de 
sus dias con una bebida confeccionada que le dieron , y á 
pocas horas de haberla bebido murió ^ en dia miér- 
coles 4 1 de la luna de xabán ilustre del año 61 : 4 213 
habiendo reinado quince años , cuatro meses y 
diee y ocho dias , su primer dia el jiuma 22 de rabié pri- 
mera del año 595 , en que fué proclamado, y el último el 
dia f 4 de dicha luna en que falleció. 

CAPÍTULO I.Vl.- 

GALIFAZGO DE ALMOSTANSIR-BILA. D£StiOBlERNO EN SU 

«EHOR EDAD. SU MUERTE. GUERRAS SOBRE LA 

SUCESIÓN. 

El Amir de los Fieles Juzcf Almoslarisir— Bila , que 
también se llamaba Almanzor-Bila , hijo de Abu Abda- 
la Anasir ben Jacub ben Juzef bon Abdelmuiufix\ ^ ^?^^- 



188 

¿Ó muy mozo y de poca edad , no pasaba de once año^ 
cuando la muerte de su padre. La madre que le pari6 
se llamaba Fátima , hija de Cid Abu Aly Juzef ben Ab- 
delmumin de la misma prosapia r Su nombre mas común 
Fué Abu Jacúb, era de buena estatura y justas proporcio- 
nes , florido y hermoso color , cabello largo negro , oíos 
muy hermosos negros y grandes : sus alcatibes meron los 
de su padre , sus visires sus propios parientes , y los je- 
ques almohades que tenian la confianza de sus parientes^ 
Gobernaban sus tíos el estado con absoluto y despótico po- 
der , distribuían á su arlñtrio las provincias en sus privados. 
Luego qne se acabaron las fiestas de la proclama de Al* 
mostansir , pasó á España por wali de Valencia su tio 
Cid Abu Muhamad Abdala ben Almanzor. Este jeque te- 
nia como suvas las ciudades de Játiva ^ Denia , Murcia 
y sus dependencias , y llevaba el peso de los n^ocios en* 
su nombre su naid el jeque Zaid ben Bargan ^ uno de los 
principales caudillos almohades. Su tío Abdala el viejo 
pasó á la provincia de África para sosegar y allanar cier- 
tos levantamientos suscitados en ella por el bando del Ma- 
yorkí. Cid Abu Abdala mandaba en Andalucía como ab- 
soluto soberano de ella , daba gobiernos , alcaidías y te- 
nencias como quena , y como sus visires y consejeros le 
inspiraban , sin atender á la virtud y mérito de les que 
llevaban los empleos , sino á las dádivas que le ofreeian^ 
De aquí resultaron injusticias y vejaciones en los pueblos, 
y general descontento en el común de las gentes. Los ri- 
cos y poderosos tercian á su sabor la balanza de la justi- 
cia , y con sus tesoros alcanzaban cuanto deseaban , y 
hasta la impunidad de sus delitos. No permaiiecia un al- 
caide ó cadí en su empleo , sino mientras no so presenta- 
ba un pretendiente que pagase mas la tenencia ó judica- 
tura. Así no habia en los pueblos defensores de la justicia 
y mantenedores do la equidad ; sino mercenarios codicio- 
■sos y mercaderes avaros de la fortuna , gente toda violen- 
fn V vpna/. 



189 
Los cristianos aprovecharon esta buena ocasión que se 
ofrecía para addantar sas conquistas , ufanos con la vic- 
toria de Alacab tan vmitarosa para ellos , como infausta 
y desgraciada para los muslimes, sabiendo como estos 
estaban muy atemorizados , y aue en lugar de recobrar- 
se y reparar sos pérdidas pasaaas . se comenzaban á di- 
vidir en imndos y parcialidades , causa perpetua de su 
decadencia y mina. Aliaron sus gentes , y les entraron 
la tierra talando sus campos , robando sus ganados , y 
ocupando las fortalezas de las fronteras . Así llegaron sin 
que nadie les estorbara el paso hasta Ubeda y Baeza, 
que ocuparon algún tiempo ; pero que no pudieron man- 
tener por estar tan adentro en tierra de muslimes. 
En el aSo de 613 tomaron por fuerza de armas 1216 
loe pueblos de Donias y de Hisna Bejor, y después 
fueron á cercar la fortaleza de Alcaraz, que se defendió bien 
por la aspereía del sitio, y después de dos meses de recios 
combotimientoB , perdida la esperanza de ser socorridos, 
se eatr^garon á los cristianos , y lo mismo otros pueblos 
ménoB fbertes en aquella tierra. Asimismo en la parte del 
AJgarbe entraron con sangrientas algaras , y talaron los 
campos , cautivaron y mataron mucha gente , y entraron 
por fbensa de armas en la fortaleza de Cántara de 
Tajo. En la Inna de jiumada primera del año 61 4 1217 
vinieron los cristianos y los franceses por mar y 
tierra, y combatieron Alcázar Alfekah que defendió bien 
Abdala ben Muhamad ben Wazir, que era walide aaue- 
lia fixtaleza , que heredó la tenencia de su padre, y aes- 
poes de muchos combates y rebatos la entraron por fuer- 
za, y cortaron los enemigos mas de mil cabezas de caba- 
lleros. Abdala quedó cautivo, y después se rescató y pasó 
¿ Marruecos , tornó á España y adelante murió trágica- 
mente con su hermano en la alíitna de Aben Hud. El je- 
qoe Cid Muhamad , tio del rey Almostansir , tenia la 
provincia de Córdoba y sus fronteras , y como lo% w^íío»!- 



190 

nos el año 61 4 viniesen á correr la lierra desde las fronte- 
ras de Toledo , pasando sus algaras por Calatrava y Con- 
suegra, sojuzgando la tierra llegaron á poner cerco á Me- 
dina Baeza ; pero el jeque Cid Muhamad estaba dentro 
de la ciudad con escogida caballería , y saliendo contra 
los enemigos , los venció en vanos rebatos y escaramuzas, 
y forzó á los cristianos á levantar su campo y retirarse á 
sus tierras. 

Cid Abu Aly que tenia el gobierno de Sevilla, y sus 
jeques los de Sidonia , Jerez, Ecija y Carmena acudieron 
á defender el Algarbe , porque los cristianos habian en- 
trado la tierra con poderoso ejército , y pusieron cerco á 
Alcázar de Abidenis. El walí de Jeris salió contra ellos 
con muy buena caballería de Córdoba y de Sevilla para 
socorrer á los cercados: se encontraron los ejércitos enemi- 
gos , y se dieron una saognenta batalla, en que los mus- 
limes nicieron prodijios de vtdor , pero cedieron el campo 
al mayor número y fortuna de los cristianos , los cuales 
siguieron el alcance , y mataron á gran número de musli- 
mes , que heridos y cansados en la pelea no pudieron es- 
capar de su furor. De aquí se siguió la pérdida de aquella 
fortaleza que entraron los cristianos con inhumana cmeV- 
dad sin peonar vida á ningún muslim de cuantos en ella 
estaban , varones , niños y mujeres : fué esta des- 

r ciada ocasión en el año de 615. En este año 4248 
61 5 mandó Abu Ibraim Ishac edificar el al- 
cázar de Seid, que es un grande alcázar sobre Jenil, fue- 
ra de la ciudad de Granada , y fabricó la Rabita ó enter- 
ramiento real delante del mismo alcázar. 

Al año simiente intentaron incitados de su fortuna con- 
quistar las ciudades de Cacires y Torgiela , y vinieron á 
cercar la primera , y confiaban mucho que la entrarían; 
pero la caballería de la frontera de Algarbe que estaba 
sedienta de venganza vino á dar sobre el campo de los 
cristianos una alborddoL con tan terrible ímpetu , quo ios 



lOf 

rompieron y alropeUaron haciendo en los cri¿tianos airo/ 
matanza. TodoB nayeron sin orden , y en la fuga fueron 
bien alanceados de los caballeros de Jerez y de Sevilla , 
dejaron el campo cubierto de cadáveres , toldas sus tien- 
da , máquinas y proTÍciones , ganados y cautivos mus- 
limes que tenían , que no cuidaron sino de salvar sus 
propias vidas , y machos de ellos no lo pudieron lograr 
y qaedaron para pasto de aves y fieras. La misma suer- 
te tuvieron en sos entradas en lo de Valencia , que des- 
pués de haber talado los campos de Alroanza y Rekina . 
entraban cargados de despojos en tierra de Valencia , 
salieron contra ellos los fronteros y les dieron batalla en 
Ganabat , y k» rompieron y destrozaron quitándoles to- 
da la presa y cautivos , y haciendo en ellos cruel matan- 
za. 

E^tre tanto el Amir Almostansir pasaba sus dias en- 
cerrado en los alcázares de Marruecos rodeado de don- 
cellas y esclavos , sin pensar sino en las delicias del pala- 
do y del campo , no sabia ser pastor de sus pueblos , y 
ae ocopaba en cuidar de la pastoría de infinitos rebaños 
de toda especie de ganados , no conversaba sino con lo.-^ 
esclavos y pastores , baqueros y yegüerizos , y al miSmo 
tiempo estragado con los continuos placeres , murió 
en la flor de su mocedad año 620 , en 4 3 de la i 223 
luna dylhagia. 

Coino el fallecimiento de Almostansir fué repentino ó 
inesperado , y sin dejar sucesión , así después de su muer- 
te se suscito la Alíitna de los Alafasies , gueiTa civil y 
desavenencia entre sus parientes sobre la sucesión del 
imperio. Desde luego logró apoderarse del trono su tio 
Abul Melic Abdel Wahid , hijo de Abu Jacub ben Juzeí' 
ben Abdelmumen. El poider desmedido do los jeques 
en cada provincia facilitaba los bandos y discordias : asi 
por favor de un poderoso partido se alzó (X)n título áv 
rey en Murcia Abdala Abu Muhamad . í»1 conocido por 



192 * 

Aladel-Bila , hijo de Jacúb Almanzor. Este era muy vir-» 
tuQso y sabio , y pensó remediar ios desórdenes del mal 
gobierno que habia en España. Su severidad desconten- 
tó á infinitos que gozaban gobiernos , alcaidías y otros 
empleos lucrativos, y se cebaban del desorden ; por esto 
cuanto mas procuró remediar las injusticias y el poder 
arbitrario de los walíes , tanto mas fué aborrecido de 
ellos. Sin embargo consiguió que los jeques en Marrue- 
cos depusieran al Amir entronizado allí Abúl 
Melic Abdel Waid en 13 de safer del año 6^1 . Í9>U 
obligándole á abdicar conjuramento , y después 
que proclamaron al Amir Aladel quitaron la vida al depues^ 
lo Abdel Wahid á los tres dias, porque recelaban que ayu-* 
dado de sus parciales haría por recobrar el trono de qu^ 
le habian privado contra su voluntad , y tomaría cruel 
venganza de su ofensa , y reinó solos ocho meses y nue- 
ve días. 

En este mismo tiempo los cristianos entraron en tierra 
de Valencia con poderoso ejército , y talaron los campos 
y robaron la tierra. En el mismo año entraron en Anda- 
lucia con mucho poder. El walí de Baeza , Muhamad ^ 
viendo que no podia defender la tierra , se ofreció por va- 
sallo del rey de los cristianos , que le admitió con ciertas 
condiciones de que le diese tributos , y le ayudase á sus 
conquistas , y así le dejó por señor de Baeza , y ayudó 
á los cristianos en aquella guerra , y tomaron la forta- 
leza de Huejada por fuerza de armas con grave matanza 
íie una y otra parte. 

Como Abu Muhamad Abdala el Abdel no quisiese con- 
sentir el despotismo y tiranía de los jeques , y por.su rec- 
titud y justicia les negase muchas peticiones ambiciosas . 
los mismos que le habian proclamado se desconcertaron 
con él , y no pensaron sino en destruir su propia obra. 
Ofrecióseles buena ocasión , porque habiendo entrado 
Jos rrist ianos con podoroso ojército en sus t jorras ayuda- 



103 

dos del iwali de Baeza , tomaron algunas fortalezas , en^ 
tre otras Andujar , Mulos y Judar , y como Aladel no 
tuviese fuerzas para contener sus conquistas , ni oponerse 
á tanto poder ; se concertó con ellos , y se hizo su apaz- 
guado y pensando asegurarse en el trono , y con el tiem- 
po mejorar su condición y el estado de las provincias. Los 
jeques vituperaron su conducta , le trataron de mal mus- 
iim , alborotaron contra él los pueblos para que no le obe- 
deciesen ni le acudiesen con sus frutos y servicio , y con 
pública V solemne deposición le declararon por injusto 
detentor del trono : y porque no fuesen vanas estas cere- 
monias ganaron á los prmcipales de su guardia , y le 
mataron secretamente ahogándole en su estrado : así acá- 
l)ó este virtuoso rey el año de 62l4 , habiendo 
tenido el mando del imperio tres años , ocho 4 !227 
meses y nueve dias. 

CAPÍTULO LVII. 

KLUCIOIf BB ALHBttUN. ttEPRIME Á LOS JEQUES Y VEN' 

CB ▲ LOS CRISTIANOS. PASA Á ÁFRICA, Y MUERE, 

T SE ACABA EL IMPERIO DE LOS ALMOHADES. 

De común consentimiento . proclamaron los jeques al- 
mohades por i-ey á Cid Almemun Abulola Edris ben Jacub 
Almanzor , inclilo caudillo , de generoso ánimo y gran 
consejo , el cual después de sus victorias en la provincia 
de Anica oriental habia venido á gobernador de Sevilla , 
en donde era muy estimado. En fín del año 
623 se ocabó en Málaga la fábrica de alcázar 1226 
llamado de Seid , obra que se hizo de su orden 
y por su propia dirección. Luego que los pueblos le pro- 
clamaron , procuró este noble rey, siguiendo las buenas 
máximas de su hermano Aladel , corregir la ilimitada 
miInriHarl de ios j(>qiips almohadps Hp ios dos ronsojos . y 



194 
principió por escribir un libro contra la política y leyes 
del Mehedi , y manifestar sus incovenientes , los desór- 
denes y mal gobierno que de ellas procedían , y manifes- 
tó sus intenciones de corregir la constitución del gobierno 
de los almohades. Era su visir Abu Zacaria ben Abi 
Amir , varón sabio y de profunda política , que inspiraba 
estas novedades al rey , que conocía como él la$ enferme- 
dades del estado , y los remedios convenientes ; y era 
opinión de ambos que en un gobierno absoluto y despótico 
no había de haber otra autoridad ni otras leyes que las 
de Dios y la voluntad del soberano. 

Cuando los jeques almohades conocieron sus miras , no 
omitieron diligencia para evitar su propia ruina , y man- 
tenerse en su estado de autoridad y soberano poder. Mani- 
festáronsele contrarios abiertamente y despreciando las 
proclamas de los pueblos como tumultuosas, y su elección 
como hecha de por fuerza , y mas por temor que de su 
propia voluntad eligieron por sucesor legítimo del Amir 
Aladel al jeque Abu Zacaria Yahye ben Anasir , y le 
juraron obediencia , y le proclamaron con pública pom- 
padeclarando por intruso y usurpador del trono de los al- 
mohades'al jeque Cid Almemum Abulola , y poco después 
de la solemne jura le enviaron á España con escogida 
gente de caballería y de infantería , para que depusiese al 
usurpador del trono. Lu^o que Almemun entendió la 
venida de Yahye Anasir allegó sus gentes, y con auxi- 
lio de caballeros cristianos que estaban en Sevilla salió 
contra su rival . y se encontraron en tierra de Sidonia , 
y tuvieron sangrientas escaramuzas con varia suerte , has- 
ta que vinieron á batalla campal de poder á poder en el 
año 624 , en la cual Almemun venció y deshizo el ejér- 
cito de su competidor Yahye Anasir , que se vio forzado 
á hnir á los montes para salvar la poca gente que le que- 
daba. No. persiguió Almemun á su rival , ni las reliquias 
áe m ejército le daban cuidado . y así volvió á las fron- 



195 

leras á contener las alagaras y eiilradas de los cristianus 
en Andalucía , que en aquel tiempo andaban tan arro- 
gantes, que llegaban sus cabalgadas hasta lo interior de 
Andalucía , y habian llegado los campeadores cristianos 
á (alar las vegas de Jenily comarcas de Granada , y habían 
entrado en Loja y Alhambra , y tenían puesto cerco 
á Jien. Con gran diligencia acudió Almemun al socorro 
de sus tierras , y llegando al campo de los cristianos les 
dio sangrienta batalla delante de Jien , y los venció con 
cruel matanza forzándoles á levantar su campo y huir de 
la tierra , abandonando las fortalezas ocupadas , y cuanta 
presa y despojos habian hecho en aquella entrada. 

Después que aseguró sus fronteras , deseoso Almemun 
de castigar la insolencia de los jeques , que impedían su 
jura y proclamación en Almagreb , Alkíbla y África 
oriental, dispuso pasar á la otra banda. Así que, dejando 
en Sevilla y en las demás ciudades sus mas fieles caudillos 
se embarco y pasó á Almagreb el día ^ de xa- 
wal del año 624. En la luna de ramazan del 4227 
año 626 fué la san^ienta batalla de Jecira 
Tarik , y en ella muñó Ibraim ben Gamea almirante do 
las naves de Marruecos : era walí de Gebta . Llegó á 
Marmecos con nn campo volante de caballería , con 
tanto secreto y diligencia que apenas tenían noticia de 
sa designio sus contrarios , cuando tuvieron en la ciu- 
dad al rey que no esperaban. Con ánimo verdadera- 
mente real en¿ó en aquella corte donde gobernaban los 
jeques y consejeros sus enemigos , se fué á su alcázar , y 
mandó llamar á su presencia á los jeques de los dos con- 
sejos : allí delante de su guardia les reprendió su desleal- 
tad j la injusticia de su poder arbitrario , les oyó sus dis- 
culpas , y después convenció á los circunstantes de la 
penidia y ambiciosas intenciones de los jeques , y conde- 
nó á muerte á todos ellos , sentencia que ejecutaron al 
punto susguadias en los présenles . ^3^^ ^^^wX^'^sxcv'ísR^'tSi- 



196 

borbios y confiados ^ y sacándolos al patio del alcázar los 
descabezaron. Lo mismo mandó hacer en los ausentes , 
y en todos los que los defendiesen y amparasen , y fué 
tan rigurosa su justicia , y tan exactamente obedecida su 
orden , que en pocos dias vinieron á Marruecos cuatro mil 
cabezas que mandó poner en garfios por los muros de la 
ciudad. Todos temblaron delante de este rey , sus guard ias 
negros y andaluces eran temidos en Almagreb , que na- 
die sabia hacer otra cosa que obedecer tem- 
blando al severo Almemun: fué esta justicia 42130 
hecha en el año 627. Gomo la causa de la des- 
medida autoridad del consejo era la ley y constitución del 
Mehedi , anuló Almemun sus leyes , y corrigió y limitó las 
facultades de los dos consejos , reduciéndolos á consulto- 
res del cadí , sin intervención en las cosas de estado , 
sino en la administración de justicia en las causas ordi- 
narias y negocios comunes de los particulares. Atrope- 
liando las preocupaciones del vulgo mandó se omitiese 
el nombre ael Mehedi en las oraciones públicas , y en los 
sermones , y mandó quitarle también de las monedas en 
que se ponia , y raerle de las inscripciones públicas , co- 
mo que no debia permitirse mantener ni autorizar mas 
tiempo aquella impostura del Mehedi : prohibiendo con 
graves penas se le nombrase ni mencionase en ningún ac- 
to público como antes se acostumbraba. Cosas fuertes y 
dificiles de llevar adelante eran estas que mandó Alme- 
mun , pero el espectáculo de las cabezas de los jeques 
y de sus parciales tenia á todos atemorizados , y no osa- 
ban contradecir ni censurar sus mandamientos. Era el 
tiempo en que se eugarfíaron aquellas cabezas en los mu- 
ros ae mucno calor , y causaban muy mal olor en toda la 
ciudad : representóle esta incomodidad su alcatib y alfaki 
Abu Seid de Fez, y le respondió el rey : « los espíritus ( 1 ] 
de esas cabezas guardan esta ciudad . y el olor de ellas es 

i 1 ) Pueden ser \o^ aWVos í> \^s^\vmís i\ c«ii[)íritus. • ^^ 



197 

aromático y suave para los que me aman y son [ . 

y peBtilente y mortal para los que me aborrecen ; asi qué 
no OB dé coidado , que yo sé bien lo que conviene á la 
salud pública.» 

En este mismo año de 627 tuvo un encuentro 4230 
con el jeque Yabye cerca de Marruecos , y fué la 
batalla muy sangrienta , y Almemun venció á los de Abu 
Yahye con grave matanza , que se quedaron en el campo 
mas de diez mil hombres de los de Yahye , y el jeque se 
libró huyendo con parte de los suyos , y se acogió á los 
montes oe Fez. Aseguradas las cosas de Almagreb , como 
toviese noticia de las revueltas de España , se volvió á 
ella el rey Almemun , porque con su ausencia el jeque 
Yahye Anasir y sus parciales alborotaban contra él los 
pueblos en tierra de Granada , y también los cristianos, 
ayudados del wali de Baeza Munamad , habian entrado 
la tierra y habian tomado las fortalezas de Sarbatcra y 
Borgalhimar yotras;y en la parte oriental de Andalucía 
y en lo de Valencia habia perdido su hermano la forta- 
lece de Baniscola , y temeroso de los reveses de la fortuna 
se habia concertado con el rey Gacum de los cristianos. 
Todas estas cosas le obligaron á dar vuelta á España. 
Partió para ella , y luego que descansó unos dias en Se- 
villa , se dispuso á la conquista de Medina Baeza que es- 
taba en poder del rebelde jeque Muhamad , aliado de los 
cristianos , que los abrigaba y favorecia , siendo causa de 
que mas fácilmente entrasen aquella tierra. Allegó sus gen- 
tes de Málaga , Sevilla y Córdoba , y fué á cercar la ciu- 
dad con propósito de no levantar el campo hasta entrarla 
por fuerza ó de grado. Los de la ciudad que no llevaban 
á bien las alianzas de su walí con los cristianos . favore- 
cieron las intenciones de Almemun , y en pocos dias le 
abrieron la ciudad , y le presentaron para su disculpa la 
cabeza de su wali Muhamad , diciéndole: este . señor, era 
el que hospedaba y acogia ú los cristianos , y nos obligaba 



198 

á recibirlos y darles provisiones. iIol<^ú mucho Almeiuun 
de aquel présenle , y recibió la ciudad bajo su amparo. 

En este mismo liempo se apoderó do Murcia con ayuda 
de los cristianos un caballero muy principal de la deseen- 
dencia|de los últimos reyes de Zaragoza , qiie se llamaba 
Abu Abdala Muhamad beoJuzef ben Hud Algiuzami; em 
caudillo muy esforzado y virtuoso , y . en la ciudad fué 
bien recibido y le proclamaron con titulo de Almetuakil 
alé Ala. Para mantenerse en el estado se unió con Abu 
Zacaría Yahye Anasir , el competidor de Almemun , que 
andaba en tierra de Jien y en Alpujarras ; dio mucho cui- 
dado esta alianza y rebelión al rey Almemun , y para 
atender á ella con lodo su poder , envió sus cartas al rey 
Ferdelando de los cristianos , y se concertó con él , y so 
hizo su apazguado , y le envió sus dádivas muy preciosas, 
para que no le hiciese guerra , en tanto que él entendia en 
allanar los levantamientos de sus tierras , y castigar á los 
rebeldes que se las usurpaban. £n tanto que Alm*)mnn, 
atendía á concertar sus alianzas , Aben Hud acometió las 
tierras de Granada , salió contra el Cid Abu Abdala. 
hermano del rey Almemun , y hubo entre ellos sangrientas 
escaramuzas , en que peleat)an con varia suerte ; pero las 
mas veces la fortuna se puso de parte de Aben Hud , y la 
victoria seguia sus banderas , hasta aue Cid Abu Abciala 
se vio forzado á encerrarse en Granaaa , donde Aben Hud 
lo cercó . y por industria y secretas inteligencias de sus 
parciales con los vecinos de la ciudad le abrieron las 
puertas y le proclamaron en ella el año de 628 ( 4 ) . 4 2131 
Cid Abu Abdala se hizo fuerte en la alcazaba , y 
viendo la disposición de los de Granada , y la poca so- 
puridad que allí tenia , se salió de ella , y se vino á referir 
á su hermano Almemun la pérdida de Granada, y le en- 
contró en Córdoba , preparándose para ir en su ayuda: 

fl) AbdolHalimdiíT626. 



190 

descoocorló muctu) esle suceso las iiiteuciones de Almu- 
mun, y temió la pérdida del estado con esta guerra civil. 
Aben Hud corrió la tierra de Granada y se declararon por 
ól las ciudades, y fortalezas de aquellas provincias , fuera 
de las qoe ocupaba en olla su aliado Yanyc Anasir , quo 
no llevó á bien la rápida fortuna de Aben Uud. 

Considerando el Amir Almemun que sus fuerzas no 
eran saticientes para acabar con felicidad aquella peligro- 
sa guerra contra los dos rebeldes, determinó pasar á Áfri- 
ca, y allegar un poderoso ejército, que hiciese temblar á 
todos los rebeldes que despedazaban el estado ; y con es- 
ta determinación partió desde Sevilla con mucha diligen- 
cia. Luego que el rey partió , se levantó también en Va- 
lencia contra su hermano Cid Abu Abdala Muhamad un 
noble jeque de aquella tierra llamado Abu Giomail Ze- 
yan ben Mudafe Algiuzami , y obligó al >valí Cid Abu 
Abdala á salir huyendo de la ciudad para evitar su muer- 
te , Y como su hermano ya habia partido para África, se 
acogió Abu Abdala al rey Giacum el Barceluni 
que era su apazguado : esto en tin del año 629 . 4 23^ 

Entre tanto el Amir de los fíeles Almemun 
libaba á las cercanías de Guadalabid caminando á Mar- 
ruecos , y allí en el camino lo salteó la muerte que ataja 
los pasos de los hombres, y destruye y acaba sus inten- 
ciones y vanas esperanzas : fué su muerte en fín de la 
lunado dilhagiadel año 629. Con la muerto do este vir- 
tuoso rey puede decirse que acabó el reino do los almo- 
hades en España ; pero no será fuera del caso compen- 
diar aquí la sucesión de esta dinastía quo fué tan poderosa 
en África y en España. 

Cuando llegó á Marruecos la nueva de la muerte del 
' rey Almemun se suscitaron los |)artidos y bandos contra- 
rios , algunos llevaron la voz del sobrino do Almemun 
llamado Vahyc , hijo de su hermano Anasir Ledinala . 
Abu Abdala Muhamad ben Jacub Almanzor , ol conocí- 



dojpor Abu Zacaria Yahye Almotesim Bila, y escribieron 
á España donde mantenía sus pretensiones al trono con 
poca fortuna , para que pasase á Marruecos. Oíros, y en 
mayor número, proclamaron en lugar de Abul Ola AI- 
memun Edris á su hijo Abu Munamad Abdelwahid , 
llamado Raxid, y se hizo su jura y proclamación pública 
asi en Almagreb, África y Alkibla comeen Andalucía. 
Su primo Yahye fué tan poco venturoso en Almagreb, 
como habia sido en Andalucía , y no logró hacer valer su 
legítimo derecho al trono de los almohades , y después 
de sucesos infaustos muy repetidos falleció en Fex de Ab- 
dala entre Tessa y la ciudad de Fez en la luna de 
xawal del año 633. Con su muerfe no se acabaron 4 236 
los bandosy parcialidades en África ni en España ; 
y ocupado en ellas el rey Abdelwahid sin poder sosegarlas 
vivió en perpetua inquietud , y pereció ahogado en unas 
mohedas ó pantanos donde le metió su caballo desboca- 
do : fué su muerte dia 9 de jiumada última año 
640, habiendo reinado diez años, cinco meses, 1242 
y nueve dias. 

Después de la muerte de Abdelwahid fué proclamado 
su hermano , Abúl Hasen Aly , hijo de Almemun Abúl 
Ola Edris: apellidóse Said^ y en su tiempo comenzaron 
á levantai-se en África oriental los Beni Zeyanes y Beni 
Merinos, familias muy nobles de aquella tierra : diéronlo 
tanto que hacer estos , que en todo sn reinado no hubo 
hora de reposo. Salió el Amir Abúl liasen Aly con nu- 
meroso ejército de la gente de Almagreb y Alkibla con- 
tra Jagmerasin ben Zeyan que se llamaba Sultán de Te- 
lencen , y se encontraron en la sierra de Tamahajert en 
confínes de Telencen , y se dieron sangrienta batalla en 
la cual venció Abu Yahye Jagmerasin ben Zeyan al rey 
Abúl Hasan Aly , que murió peleando en lo mas recio de 
la batalla en áia martes 29 de safcr del año 
646 ( ^ )i y duró su reinado cinco años , ocho 1248 
(í) Otro sciscicnlos cuaienlíL ^ wtvQ. 



iOl 
ipeseB y veinte dias : su campo so derramó y huyó por 
varias partes. 

Sacedió en el trono Ornar ben Abu Ibrahim Ishac ben 
Amir AmumiDin Aba Jacub Jucef ben Abdelmumen: se 
apellidó Almortadi*. era príncipe sabio y virtuoso , con- 
tinuó la guerra con los Beni Mermes con varia suerte, y 
en sa tiempo se apoderó Abu Yahye ben Abdelhac de 
h ciudad oe Tessa , y también de la de Fez , y asimismo 
se levantó en la ciudad de Cebta el faki Abál Cazion ben 
el foki Abíil Abas que era hombre muy docto , 
natpral de Azefa; esto en año 647. Hizo este 1249 
Amir un viaje á Tinmal por visitar el sepulcro 
del Hehedi , como acostumbraban sus antepasados los 
principes almohades. Luego se levantó contra él un pa- 
riente so^o llamado Abúl Ola Edris hijo de Muhamad 
ben Abi Hafas ben Abdelmumen , que se apellidaba 
Alwatik-bila j y Almutamed Alehi , y por apodo era 
conocido con el nombre de Abu Dibus , ó el de la maza, 
porque solia tener siempre consigo una maza de armas, 
esto cuando estaba en Andalucía , y allí le pusieron este 
apodo. Codicioso Abu Dibus de la soberanía y y olvidan- 
do su antigua nobleza , so concertó con los enemigos de 
su propia casa , y ofreció al de Beni Merin que si le 
daba la mitad del estado le baria dueño de Marruecos, y 
por su industria le entregaron la ciudad acaudillando el 
mismo. Abu Dibus las tropas y caballería de Beni Merin. 
Huyó el infeliz rey Omar con algunos caballeros hacia 
Azamor donde creía poder estar seguro : los de Azamor 
cuando le vieron con tan poca compañía se le rebelaron 
Y le pusieron en prisión. Con promesas y ofrecimientos 
loeró que un siervo le sacase de la cárcel de noche, y des- 
colgándose por el muro huyeron en caballos que tenían 
prevenidos ; pero en el camino le quitó la vida el esclavo 
habiéndose antes defendido mucno tiempo del aleve 
siervo : fué su muerte en dos de. la tuna de safer 



20S 

del año 665 : su sepultura fué muy conocida y ) 267 
visitada : fué el tiempo do su reinado diez y ocho 
años , nueve meses y veinte y dos dias. 

Edris Abu Dibus se apoderó del estado con favor de 
los Beni Merinos , y encarceló á los hijos de Ornar Al- 
mortadi , y los tuvo en prisión los dos años c|ue le duró el 
mal habido imperio , pues luego los Beni Mermes le hicie- 
ron guerra por no cumplir lo que le habian ofrecido : la 
suerte de las armas fué varia , y las mas veces contraria 
á Edris , que al tercer año entrado de su trabajoso reino 
quiso aventurarlo todo en una batalla , se encontraron 
los ejércitos en las orillas de Guadilgaíir á dos do 
muarram de 668, y se dieron una sangrienta ba- 4270 
talla , mantúvose igual todo el dia, y á la caida 
de la tarde le rompieron y desbarataron sus enemigos y 
Edris murió allí peleando como herido león : su cabesa 
fué llevada á Fez el día nueve de la misma luna : todo d 
campo quedó cubierto de sangre y de cadáveres para 
agradable pasto de aves y fieras , que pocas batallas de 
iVfrica fueron mas sangrientas. Así acabó el imperio de 
de los almohades descendientes de Abdelmumen sin que 
quedase rastro ni señal de ellos : habia durado i 52 años: 
alabado sea Dios, cuyo imperio no se acaba, cuyo poder 
os infinito y eterno, y no hay otro Dios sino ól. 

CAPÍTULO LVIII. 

IMPERIO DE LOS BENI KBRINES. 

Esta es la genealogía de Abdelhac hijo de Abichalid 
Mahayu . nieto de Abi Bekir , de Hamema , de Muha— 
mad , de Quinart , de Merin , de Vertagin , de Mahúh, de 
Geri^ , de Fatin , de Ikdar , de íahfít , de Abdala , de 
Vertit , de Maaz , de Ibrahim , de Segih , de Yatites , de 
Misien f de Mensir , do Za(\u\a . de yorsic , de Zenat , de 



S03 

Jana , de Yahye , de Jainrit , de Daris , do Rogili , de 
MadagoiaElebter , delecid , de Cais , do Han , do Mudar, 
de Vezar, de Maad , de Adnán. 

Aba Bfikir el abuelo de Abdelhac era un nol)le jeque 
de turra de Záb en Alkibla , y pasó á España con el Amir 
de loafiídeB JacAb Almanzor , y se halló en la batalla fa- 
mosa de Alarcaen que padecieron mucho los zenetes en- 
tre loa cnalefi peleaba , y salió de aquella célebre c;azua 
herido de varias heridas : y después de vuelta de Alarca 
falleció ensa tierra de Záb el año 592. Su hijo Abu Cha- 
lid Mábyase vino á tierra de Almagreb , y en ella su hijo 
Abdeliíac se hizo famoso por sus proezas; pues era muy 
virtuoso yesíbrzado, que no temia sino á í)ios: mantuvo 
grandes gnerras con los alárabes de Riyah con varios y 
notables sucesos > y al fin murió en una batalla en 
oompaSía de su hermano Edris el año 61 4. 1 21 7 

F6r su muerte tomó el mando de sus tribus su 
hijo Aba Said Ozman que se hizo llamar Amir , y juró 
veDcar la derramada sangre de su padre y do su tio , y de 
DO «¡jar las armas hasta que matase cien nobles jeques de 
las tribus enemigas : hizo guerra cruel á los alárabes y so- 
juzgó muchas tribus de ellas : las primeras qiie se pusie- 
fX)n en su obediencia fueron estas : Hobara , Zucara , Tú- 
sala , Mekinesa, Butuya , Fistala , Siderata , daspues de 
estas las de Buhlula , Mediula y Meliona . y todas se hi- 
cieron sus tributarias sin exceptuar sino á los llatítes ó 
doctores de pagarle su almahona ó vasallaje : estas cosas 
acabó en el año 61 4. Hizo ademas este Amir ciertas ave- 
nencias con los de Fez , Yesce y Alcázar Abdelkerim, y 
tomaron su voz y le pagaron ciertos servicios. Acrecentó 
mucho sus estados con la prosperidad continua de sus ar- 
mas en veinte y tres años y siete meses que tuvo el mando 
de susMerines, rústicos moradores del campo, que fué lo 
que le duró el imperio desde la muerte de su padre Abu 
Muhamad Abdelhac hasta el año 6.18 . en que le mató de 



204 

una lanzada que le díó en la garganta un siervo suyo que 
había criado desde pequeño , y que antes había sido infíel. 
Después de su muerte tuvo el imperio de los Beni Me- 
riñes su hermano Abu MuarrefMuhamad, juráronle obe- 
diencia todos los jeques Merinos , y le ofrecieron guerrear 
contra quien guerrease , y defender á quien defendiese. £1 
Amir Moarref continuó como su hermano la reducción de 
las tribus moradoras de Almagreb , y las fué venturosa- 
mente sojuzgando ; era muy esforzado y diestro guerrero, 



y venció á sus enemigos en muchas batallas , y de esto 
fué muy celebrado por los poetas , que su reposo era el 
pelear de dia y de noche , y sus galas y arreos eran las 



armas, sus juegos sangrientas lides : sola una vez le ven- 
cieron los almohades y en aquel dia murió peleando. Fué 
que envió contra él Abu Said Amir de los almohades un 
florido ejército en que iban cerca de veinte mil almohades 
y alárabes de Hescura , y algunos valientes caudillos cris- 
tianos : se encontraron las enemigas huestes en confínes de 
Fez , y se dieron atroz batalla , que fué de las mas porfía- 
das y sangrientas ; pues principió la batalla al rayar el 
alba y se mantuvo hasta la venida de la noche. En aouella 
(arde á la puesta del sol se encontró Moarref Amir de los 
Beni Merinos con un esforzado caudillo cristiano , y se 
acometieron en singular batalla , y el cristiano mató al rey 
Moarref de un bote de knza , que su caballo estaba tan 
cansado de pelear , que no se revolvia con la presteza ne- 
cesaria , y así pudo herir al rey muy á su salvo. Lu^o 
que Moarref cayó , cayó también el ánimo de los suyos, y 
cedieron el campo , y quedaron vencidos : acaeció esta 
sangrienta batalla dia jueves 9 de jiumada segun- 
da del año 64S. i%U 
Por su muerte tomó el mando de los Merinos su her- 
mano Abu Bekir Yahye , el cual era hijo de madre libre y 
mujer propia legal de su padre Abdelhac: era esta de 
Atdelwad. El amir Yah^ei era ambidestro y jugal» á la 



f; 



sos 
'jar dos lanzas con mucha facilidad y destreza. Cuando 
los jeques Merínes le juraron obediencia, repartió con ellos 
todas sus tierras, y les cedió las rentas de Almagreb: 
puso su campo en velad Zarhun. y desde allí hizo 
guerra contra Mikinesa hasta que la sojuzgó año 
643 y tres años adelante ganó la ciudad de Fez, 1^45 
y en ella fué enterrado dentro de la puerta que 
llaman Bab á Giseyin , que sale hacia Andalucía, cerca 
del sepulcro del jeque Muhamad Fustali. Después de su 
muerte sucedió en el imperio de los Merinos Abu Juzef , 
hijo de Abdelhac y hermano de los tres anteriores Ami- 
res. No cesó este esforzado príncipe de guerrear contra 
los almohades hasta que los echó de todas sus tierras, y 
:os arrancó como se arrancan las yerbas de un campo que 
se cultiva sin dejar raiz ni rastro de ellos : se apoderó de 
Marruecos y entró en aquella ciudad dia axura 
del año 678 : y cuatro años antes hizo su primer 1279 
viaje á España, y en su ausencia fué la matanza 
délos judíos de Fez el año 674, y en el mismo 1275 
aHo en la luna de xawal se principió á edificar 
la nueva ciudad de Fez , que se llamó Medina Ibeida 
porque blanqueaban sus nuevos edificios , y la fábrica se 
acabó el año 677 ; fué su segundo viaje á £spaña el año 
de 676 , y paso á Tarifa con ánimo de ir a Sevilla: lle- 
vó en su compañía en este camino á los amires Abu 
Jacúb y Abu Zeyan Mendel , y fueron por Ronda, y en 
esta jomada se hizo muy temida su potencia en España. 
El tercer viaje á España fué después de la con- 
quista de Marruecos en el año 681 , y como viase 1 282 
mal parados los muros de Algecira Alhadra re- 
paró toda la Bunia y la fortificó : allí se juntó con él su 
yerno Inad , que estaba en aquella comarca de Ronda 
con el rey de Castilla que era su amigo, y logró que le 
ayudase contra sus rebeldes. El cuarto viaje á 
España fué el año 684 , también ^«satoxv cwv ^\ V^v^ 
Tomo III. \^ 



ao6 
sus dos hijos Abu Jacub Juzefy AbuZeyan Men- 
del , y en esta ocasión cercó la ciudad de Jeris , y se 
detuvo en aquella cerca cuatro meses: y en mu- 
harram del año 685 falleció en la Almunia de 1286 
la Isla Verde , y desde allí fué pasado su cuerpo 
á enterrarle en Salé. Fué el tiempo de su reinado veinte 
y ocho añoS; seis meses y vemte y dos dias. En su tiempo 
se labró la anoria grande en el rio de Fez'. Fueron sus 
hijos : Abu Melic Abdel Wahid que murió en vida de 
su padre siendo ya jurado sucesor: el segundo Abu 
Jacub Juzef que le sucedió después en el reino : el terce- 
ro Abu Zeyan Mendel : el cuarlo Abu Salem Mendel^ 
que murió en vida de su padre: el quinto Abu Amir Ab- 
dala, que murió peleando en batalla contra Almortadi: 
el sesto Abu Moarref Mubamad : el séptimo Abu Yahye. 
Por muerte del rey Abu Juzef sucedió en el reino su bijo 
Abu Jacub Juzef. £1 tiempo de este rey ñié veinte y 
un años y nueve meses y catorce dias : fueron sus hijos 
Abu Salem Ibrahim , Abu Amir Abdala y Abu Kur- 
han Mafot , el cual murió en Tanja y Abdelmumen. 
Pasó este noble rey á Andalucía y tuvo cercada la ciudad 
de Bejer , y después en Almagreb cercóla ciudad de Te- 
lencen , que fué largo y famoso cerco porque en 
él murió en la luna de dylcada del año 706:<le 4306 
allí fué llevado á sepultar á Medina Salé. Por 
su muerte sucedió en el reino su primo Abu Said Amir, 
hijo de Abi Amir Abdala , hijo del rey Abu Jacub Juzef 
ben Abdelhac. Diósele obediencia en Telencen después 
de muchas disensiones y contradicción que hubo sobre esto; 
pero luego que aseguró la posesión del trono quilo las 
vidas á los' mas principales contrarios : su reinaao fué de 
un año y tres meses, y toda su vida veinte y cuatro años: 
murió en término de Tanja en la luna de safer 
del año 708 , fué enterrado en la alcazaba de 1308 
aquella ciudad , y desi^vx^* Vt^-feladado á Salé y 



207 

enterrado junto á su abuelo. Después de su muerte suce- 
dió en el remo su hermano Abu Rebie Zuleyman ben 
Amir Abu Amir Abdala, hijo del rey Abu Jacub. 
En su tiempo , en el año de 709 volvió la ciudad 1 309 
de Ceuta á sus primeros y antiguos señores : fué 
su reinado tiempo de dos años y cuatro meses y veinte y 
tres dias , falleció en Teza á primeros de la luna de re- 
geb en el año de 710: üié sepultado en el patio de la 
mezquita de Teza. Después de su muerte hubo el reino 
el tio de su padre Abu Said Ozman , hijo del rey Abu 
Juzef Jacub ben Abdelhak : este habia nacido en 
vida de su abuelo año de 674, fué el tiempo de 1275 
su imperio veinte años y . seis meses . falleció 
fuera de Fez viniendo de la ciudad de Telencen en 
la luna dylcada año 731 . Después de su muer- 1 33 1 
te sucedió en el reino su hijo el rey Abul Hasen 
Aly que reinó veinte años y cuatro meses , falleció en la 
sierra de Hinteta conGnes de Marruecos en el dia 
último de la luna rabié primera año 752. Des- 1351 
pues de su muerte sucedió en el estado Abu Inan 
Faris , que se apellidó Motewakil alé Alá Amir Amumi- 
nin , permaneció en el reinado siete años y nueve me- 
ses, talleció dia 24 de la luna dylhagia año 
755. Después de él sucedió en el reino su hi- 1 354 
jo el rey Ábu Bekir el Said , que mandó solos 
siete meses y veinte dias , y le sucedió su tio el rey Abu 
Salem Ibrahim , hijo del rey Abul Hasen : se apellidó 
Almustain Bila : gobernó el estado dos años , tres meses 
y cinco dias : fué su fallecimiento en la luna de 
dylcada del año de 762. Sucedióle su hermano 1361 
Abu Amir Taxfin , hijo del rey Abul Haxen : 
fué el tiempo de su reinado tres meses , y después de su 
muerte sucedió en el reino su sobrino el rey Abu Zayan 
Muhamad , hijo del Amir Abu Abderraman Jacub , hi\o 
del rey Abul Haxen : tuvo este el m^iAo <¿\\vcaí -íSx^v^ 



208 

manó en el año de 768 , y sucedió en el estado despue» 
deél SQ tio el rey Abu Faris Abdelaziz, hijo el rey Abul 
Haxen : duró m reinado cinco años : murió en 
Telencen en la luna de rabié primera, año 773. 1374 
Por su fallecimiento le sucedió su hijo el rey 
Abu Said Muhamad que era niño de cinco años , y per- 
maneció en el estado dos años los cuales pasados le 
quitaron el gobierno en la lana de muharran , 
año 775. 1373 

Sucedió en el imperio después de su muerte el rey Abo 
Zeid Abderraman íáotewakil alé Alá, hijo del Amir Abul 
Haxen Alv ben Abi Said Otman ben Abu Juzef Jacub 
ben Ahdelhak : tomó el mando en la corte de Marruecos 
en luna muharram del año 775 ; el cual es el que ahora 
felizmente reina al tiempo de acabar este libro , que fué 
en jueves once dias de la' luna rabié primera del 
año 783. Ofrece Dios en este rey grandes espe- 1381 
ranzas de prosperidad , el Señor cumpla lo que 
estas muestras y señales ofrecen , y cuanto del buen prin- 
cipe se espera , victoria contra infieles y toda felicidad á 
los muslimes. Han pasado de su reinado siete años y dos 
meses : Dios haga que su imperio sea siempre goberna- 
do en justicia y en bien y provecho de los muslimes según 
su soberana voluntad y deseo. 

Hemos llegado al fin de nuestra historia con la breve- 
dad prometida, compediando en ella lo mas digno de me- 
moria de cuanto ha pasado hasta hoy desde la fundación 
de Medina Marruecos, desde que siendo manida de leones 
y pasto de ciervos se puso en ella la primera piedra , que 
han pasado desde entonces hasta ahora trescientos veinte 
anos. Desde el principio gobernaron en ella los almorávi- 
des setenta y nueve años , y los almohades ciento veinte 
Lseis años , y los Beni Merinos desdo el tiempo que acá- 
iron los almohades hasta el tiempo presente ciento y 
quince años , toda la suma porquo no so ignore . 



S09 

es de 320. El año de la fundación fué el de 1070 

462 de la hegira , y al presente de la perfección 

de esta historia el de 783. 1381 




\^* 



210 



CAPÍTULO 1. 

GU£RRáS civiles de los muslimes en ESPAÑA. 

Desde la desgraciada batalla de Alacab principió á de- 
caer en España la noble dinastía de los almohades. £1 
vencido principe Anasir lleno de despecho atribuía aquella 
desventura , no á la bondad y esfuezo de los cristianos , 
sino á la falta de los caudillos anduluces , y asi luego que 
llegó á Sevilla tomó de ellos cruel venganza , descabe- 
zando á los mas principales , y privando á otros de sus 
alcaidías y tenencias. Con esta injusta satisfacción dejó 
muy ofendida á la nobleza de Andalucía , y con el natu- 
ral deseo de la venganza muy dispuestos los ánimos de 
tanta gente honrada á manifestar á su tiempo los efectos 
de su descontento. Pasó Anasir á África sin pensar en re- 
sarcir y reparar sus pasadas pérdidas con nuevas jomadas 
de algazua , y como ya digimos , luego que llegó á 
Marruecos se ocultó en su alcázar y se dio al ocio 
y á los deleites y murió envenenado á manos de los 
ministros de sus venganzas y placeres. Su hijo Al- 
mostansir que le sucedió en el trono era muy mozo, 
y vivió siempre gobernado por los jeques sus parien- 
tes , los cuales repartieron entre sí todas las provincias 
de África y de España, no con intención de gobernarlas y 
mantenerlas en justicia durante su menor edad , coooo 
debian , sino para disfrutarlas y destruirlas con estrañas 
vejaciones que inventaba la codicia desmedida de los wa- 
sires y walies , porque todos se cebaban en el general 
deí^órcíen , y no trataban sino de aprovechar la ocasión 
He enriquecerse y mat\U^t\<^T cow d^dvN-ds x (>resentes el 



ai i 

inicuo mando que les confiaban. En tanto quo su mal go- 
bierno empobrecia las provincias ; los cristianos coman 
y talaban los campos , quemaban los pueblos , mataban y 
cautivaban á los mfelices moradores de Andalucia , ocu- 
paban las fortalezas, y quedaban sin defensa las fronteras 
de los muslimes. Almostansir entretanto se ocupaba en 
criar rebaños de toda especie de ganados , siendo pastor 
en vez de defensor de sus pueblos , y la preciosa grey de 
de los muslimes de Espuma era cada dia acometida y desp- 
pedazada de rabiosos lobos. En fin murió sin dejar suce- 
sión , y por industria y políticas tramas de sus jeques ocu- 
pó el trono su tio Abdelwahid hijo de Abu Jacúb : sus 
hermanos Gide Muhamad y Gide Abu Aly ténian el abso- 
luto imperio de España , que qercian con cetro de hier- 
ro , y entonces el descontento de los pueblos de Anda- 
lucia principió á manifestarse. En Murcia se alzó con nom- 
bre de rey Abdala el conocido con el ilustre titulo de Ala- 
del. Los jeques de la provincia se declaren á su favor , 
y á la sombra de esta división se movieron otras parcia- 
lidades y bandos. Muhamad el walí de Baeza se unió con 
los cristianos para mantenerse en su señorío , y les dio 
favor y ayuda paraque hiciesen terribles entradas en An- 
dalucía. Etas desventuras hicieron muy aborrecido al 
rey Aladel , y su nombre odioso fué maldito de los pue- 
blos , y con solenmes declaraciones en las aljamas fué de- 
puesto y declarado enemigo de Dios y perseguidor de los 
fieles. En África acaeció lo mismo , y los jeques depusie-- 
ron al rey Abdelwahid^ proclamaron á su hermano el cé- 
lebre Gide Abu Aly Almamun, ínclito príncipe si la fortu- 
na no se hubiese ya conjurado contra su tamilia. Poso 
mucho miedo á los rebeldes . atemorizó ¿ ios cristianoB, 
y para destruir la causa de las rebaeltas , tnrba<»on y 
anarquía que inquietaba su imperio , suprimió los conse- 
jos de los jeques que tenian un ilimitado poder ««w ^^- 
* bierno de los almohaHes. Etív Mvc\?kTCv>\^ ^awaéa.^^ ^" 



neroso y no acabó con los ambiciosos ministros que for- 
maban aquellos consejos , y asi luego se levantaron con- 
tra él , y le suscitaron nuevas sediciones en África y en 
España , en donde tan encendido estaba el fuego de la 
discordia. Enviaron contra él un esforzado caudillo , y 
por mas animarle á la guerra le declararon rey y legiti- 
mo sucesor del trono de los Almohades. Este fué el jecfue 
Yahye ben Anasir á quien venció con su mucha pencia y 
heroico valor el rey Abu Aly Almamun , y le obligó á 
retirarse á los montes, donde vagaba errante asegurado en 
su fragosidad y aspereza. Esto parecia que aseguraba al 
rey Almamun la posesión del trono, y sosegadas las cosas 
de España, partió con esta confianza á África, y no bien 
habia puesto los pies en ella, cuando en España se levan- 
tó un poderoso partido contra los almohades. Abu Abda- 
la Muhamad ben Jusef Aben Hud noble caballero que 
descendia de los reyes de Zaragoza , viendo la oportunidad 
que se le ofrecia para vengarse de los almohaaes , y re- 
cuperar los antiguos derechos de su familia , que como ya 
hemos visto , poseía tan floreciente estado en la parto 
oriental de España , con su elocuencia y generosidad y 
por industria de sus parciales allegó un crecido ndmero 
do valientes caballeros que se declararon por él y ofrecie- 
ron morir en su servicio. En (1 ) Escuriante lugar áspero 
y muy fortificado por naturaleza en la Taa de Uxixar se 
congregaron , y de común y concorde ánimo le juraron y 
proclamaron rey de los muslimes de España. Fué su so- 
lemne jura (2) en primero de ramazan del año 
625 : para acreditarse y animar á los pueblos á 1 2^8 
que lo siguiesen y se apartasen de la obediencia 
de los almohades , publicó que trataba de restituir la li- 
bertad á los pueblos oprimidos por las injustas vejaciones: 

(i) Dice Alcoday , en Suhiir y que fué en (in de regeb. 
(S) Dice Alrodíy en fm <\r Te\iob . que es lo mismo que un 



ai3 

que establecería las fardas ó imposiciones legales , abo- 
liendo las voluntarias careas que habian echado los tira- 
nos (éste titulo aborrecible se les daba); se detestaba de 
su poca religión , y los imanes y alchatibes y otros mi- 
nistros de la religión predicaban que las mezquitas esta- 
ban profanadas, y para exitar el fanatismo popular las 
bendecían y purifícaoan con lustraciones y públicas cere- 
monias. 

Toda la nobleza y el mismo rey tomó vestidos de iuto 
como en muestra de aflicción y de dolor. Al mismo tiem- 
po suscitó otra revolución en Valencia el wali Giomail 
Aben Zeyan ben Mardenis , y á la fama dé estos movi- 
mientos cobró ánimo Yahye Aben Nasir que andaba fu- 
gitivo en los montes de Almunecáb , y por su parte au- 
mentó la discordia , y fomentóla desavenencia y la guer- 
ra civil contra los almohades. Entonces el ínclito Amir 
Abu Aly Almamún tomó á Andalucía , y lo primero que 
hizo fué concertar treguas con el rey Ferdeland de Jos 
cristianos que le hacia guerra con varia fortuna en las 
fronteras de Córdoba , y convenidas por ambas partes, 
luego Almamun partió con cuanta gente pudo allegar en 
busca de su enemigo. Encontró el ejército de Aben Hud 
en los campos de Tarifa , avistáronse allí ambas huestes 
y con enemigo ánimo coitio si no foesen hombres de una 
misma ley , trabaron sangrienta batalla. : pelearon mu- 
cha parte del dia sin que se declarase la victoria por nin- 
gún partido , y á la puesta del sol cansados de matarse 
ae común acuerdo suspendieron la atroz pelea. La veni- 
da de la noche mantuvo la breve tregua de estos valientes, 
y á la hora del alba del siguiente dia se comenzó de nue- 
vo la reñida contienda , pero los almohades no pudieron 
mantenerla mucho tiempo siendo inferiores en número á 
los andaluces. Quedó Almamún vencido con pérdida do 
sus mas principales caudillos , Bitre estos sus parientes 
Ibrahim ben Edris , ben Abi Ishat walí de (jR?\\a.^^ ^Js». 



214 

Zeyad Almeeayed walí de Badajoz , y quedó herido 
Abul Hasan hijo del mismo Amir Abu Al y Almamun 
que mandaba la delantera del ejército de su padre. Fué 
esta célebre y sangrienta batalla dia 6 de rama- 
zan del año 626. No quiso el rey Abu Aly Al- 1229 
mamun probar otra vez la suerte de las armas, y 
se retiró del campo aunque vencido todavía respetable, 
y Aben Hud no se atrevió á molestarle en su retirada, 
porque los almohades habian vendido muy cara aquella 
victoria, y se persuadió de aquello de , «al enemigo que 
huye hacerle la puente de plata ,» y mas, que los almo- 
hades eran muy valientes caballeros. Pensó Almamun 
que le convenia pasar á África y juntar un poderoso ejér- 
cito que le asegurase con su muchedumbre el superar el 
valor de los que seguian las afortunadas banderas de 
Aben Hud. Asi pues con este propósito , encomendadas 
las cosas de España á su hno Abul Hasan , y á sus her- 
manos Gide Abdala y Gide Muhamad, partió para África.. 

Gíomail ben Zeyan aprovechando estas revueltas s^ 
apoderó de Valencia , echando de ella al wali Gide 
Muhamad Almanzor , hermano de Almamun , diéronse 
alguna batallas en que Gide Muhamad peleó con mucho 
valor , pero con mucha mala fortuna , y abandonado de 
los mas de los suyos se acogió al amparo del rey Gaimis 
de los cristianos con quien estaba apazguado^ El tirano 
Gaimis como enemigo mortal de los muslimes aunque le 
recibió bien, no pensó en vengarle ni restituirle en su es- 
tado , si bien se valió de este protesto para hacer mal y 
daño en la tierra entrando en ella como defensor del 
agraviado wali , y ocupando en su nombre las fortale- 
zas. Fué el levantamiento de Giomail en Valen- 
cia año 627. 4230 

Yahye Anasir como tuviese noticia de la vic- 
toria de Aben Hud contra el rey Almamun le envió luego 
8HB mensajeros dándole enhorabuena y ofreciéndose por 



215 

SU amigo y aliado , y movió con sus gentes y bajó de los 
montes á correr la tierra ; pero como ni en el imperio 
ni en el amor quieran los hombres compañeros , el rey 
Aben Hud no lé respondió como él esperaba , sino como 
diligente caudillo adelantó un cuerpo de caballería que 
acaudillaba Aziz ben Abdelmelic , y por industria y va- 
lor de este arraiz y de su cadi Abúl Hasan Aly ben Mu- 
hamad el Gasteli se apoderó de Murcia , favoreciéndole 
en esta expedición ciertas compañías de caballeros cris- 
tianos. Luego pasó en persona á la ciudad y fué procla- 
mado en ella y manifestó al pueblo sus intenciones cfne 
decia no ser otras que librar á España de la tiránica 
opresión de los almohades, corruptores de las costumbres 
de los muslimes , y origen de las discordias y decaden- 
cia del estado ; tratólos de bárbaros , herejes y crueles 
que no tenian por hermanos á los muslimes que no eran 
almohades. Como el pueblo padecia tanto por su mal 
gobierno, y la nobleza estaba asimismo ofendida de aque- 
llos príncipes , no fué difícil el disponer los ánimos contra 
ellos ; así que , con públicas aclamaciones fué jurado rey 
de Murcia Muhamad ben Juzef Aben Hud. Sus exelentes 
prendas de cuerpo y alma y su mucha elocuencia lleva- 
ban tras sí todos los partidos , y en pocos meses fué 
dueño de toda aquella tierra : puso en Murcia por su 
walí á su caudillo Aziz ben Abdelmelic en quien tenia 
gran confianza ; en Játiva á Yahye ben Muhamad ben 
Iza Abúl Husein de Denia , y en la ciudad de Denia al 
hijo de este Husein : el pueblo apellidó á su rey Aben 
Hüd con el título de Almetuakil alé Alá. . 



21C 

CAPÍTULO II. 

CONTINÚAN LAS GUERRAS DE LOS MUSLIMES. EL REY 

JAIME TOMA LAS ISLAS DE MALLORCA, MENORCA É 

IBIZA. MUERE ALMAMUN. 

Con la ausencia del rey Abu Aly Almamun, y con la 
pasada victoria y felices sucesos de Murcia todo parecía 
ya llano á los que seguían el bando de Aben Hud, y como 
entendiese que el waTí de Sevilla , hermano de Abu Aly, 
había juntado gente y venia contra ellos , partieron á 
buscarle. El walí de ovilla juntaba gente en Algaribe, 
y sabiendo que Aben Hud se disponia contra él se valió 
de los cristianos de Galicia para que le auxiliasoí, y con 
toda su caballería vinieron á tierra de Mérida , y se jun- 
taron con los caudillos de Cide Abu Abdala , y allí cer- 
ca de Alhanje se encontraron los de Aben Hud con eUo6, 
y trabaron sangrienta batalla . y quedaron vencidos los 
caudillos de Cide Abu Abdala y sus auxiliares, y se aco- 
gieron á Mérida. Abdala ben Muhamad ben Wazír qoe 
había sido waH de Alcázar Alfetah que se llamaba tam- 
bién Alcázar de Abidenes que ocuparan entonces los cria- 
tianos con Montanchis y otros fuertes, y su hermano 
Abderraman también, se acogió á Mérida. En ella halúa 
muchos esforzados caballeros almohades , pero muchoa 
mas de los afectos al partido de Aben Hud, y por indus- 
tria de estos fueron aquella noche entregados por traición 
á los caudillos del rey Aben Hud. Fué esta san- 
grienta batalla de Mérida en principio del año 
629. (1) De vueltas de la frontera de AlguBa 1633 
llevaron á los dos caudillos Abdala ben Muhamad 
ben Wazir y á su hermano Abu Omar Abderraman á Se- 

(í) En Alcoday6ai,pot enox. 



217 

-villa su patria , y en ella la plebe alborotada los atro- 
pello á pesar de su mérito y nobleza , v los acuchillaron 
y despedazaron , no con poco sentimiento del rey Aben 
Hud que apreciaba mucno á Abderraman Abu Ornar 
por su erudición y admirable ingenio. Este fué el que 
glosó la excelente canción elegiaca de su padre Abu Be- 
car. Cuéntase que este walí pasando por un ameno valle 
que llaman Wadilhaméma que está entre Arcos y Me- 
aina Aben Zelim oyó el triste y dulce canto de una tor- 
caz , y compuso los bellos versos del llanto de la paloma 
que los de Algarbe suelen cantar de noche á la luz de la 
iuna. Otros dicen que este ínclito caudillo Abu Ornar y 
su hermano murieron alanceados de orden del rey Aben 
Hud poco tiempo después cuando este príncipe pasó des- 
de Marruecos á tierra de Granada con poderosa hueste. 
En esta espedicion se vinieron á su partido todos los 
alcaides de aquella tierra , y fué recibido con aclamacio- 
nes de alegría y de triunfo en la ciudad , y en ella dicen 
que le presentaron á estos dos caudillos almohades que 
iban presos sufriendo con admirable constancia su adver- 
sidad , y luego los mandó matar , que ni sus virtudes 
propias ni la celebridad del padre pudieron evitar el ir- 
revocable decreto del 'hado , y acabaron alanceados do 
orden de un príncipe que se preciaba de humano y 
amante de la letras. Los cristianos de tierra de Toledo 
corrieron las tierras de Gazorla y ocuparon sus fuertes, y el 
de Quijata que poco después tornaron á recuperar los mus- 
limes de la frontera echándolos de ella. En la parte de Al- 
garbe se apoderaron de Tergiela con grave pérdida de los 
muslimes de la comarca de Batadyns. Era walí de ella 
Ibrahim ben Muhamad ben Sanenid Alansari llamado 
Abu Ishak. 

En este año con gran poder y aparato de naves fué el 
tirano Gaymis contra Mayorcas , entendiendo Gide Muha- 
mad y los suyos que iba en su favor v avuda. S^h «wA««^ 

ToMoin ^ '^ \^ ^ 



ai9 

Jáliva Ahmed bcn Iza el Chazragí , qae por su riqueza y 
servicios y por su parentesco con Abu Ornar ben Ati era 
walí de su patria , con cuyo auxilio la recuperó poco des- 
pués , y la conservó hasta que entraron en ella los cristia- 
nos , como después diremos. 

Yahye ben Píasar allegó sus tropas , requirió y exhortó 
á sus parciales y amigos , y con favor de todos congregó 
muy lucida hueste en Arjona, dio el mando de las tropas á 
su sobrino Muhamad Abu Abdala ben Juzef ben Nasar de 
Arjona, mancebo de admirables prendas , virtuoso y pru- 
dente como un anciano , valiente y diestro caudillo como 
el famoso Almanzor ben Abi Amer. &a este mozo cono- 
cido por Aben Alahmar , y muy estimado y célebre entre 
la juventud de Andalucía por su valor y gentileza. Deseoso 
de señalarse en servicio de su tio fué con la caballería so- 
bre Jíen y la entró por fuerza de armas dia jiuma 

de la luna de año 6219 : en la entrada de esta 4232 

ciudad fué herido gravemente su tio Yahye y poco 
después falleció de sus heridas dejando á su sobrino enco- 
mendada su venganza , y en herencia la sucesión de sus 
tierras y pretensiones. CÍcultó Muhamad la muerte de su 
tío hasta que en su nombre ocupó las ciudades de Guadix 
Baza , y viéndose aplaudido y estimado de aquellos pue- 
los publicó la muerte de su tio Yahye ben Nasar , y fué 
proclamado rey de Arjona , Jien , Guadix y Baza y de 
todas sus fortalezas , y se declaró enemigo del rey Aben 
Hud y de todos sus parciales. 

CAPÍTULO III. 



ENTRADA DEL EEY FERDELAND HASTA JEREZ. BATA- 
LLA DE GUADALBTE. CAMPAÑAS EN ARAGÓN Y AN- 
DALUCÍA. TÓHANSE UBEDA T CÓRD(»A. 

El rey de los cristianos Ferdeland era muy eneovv^^o^ 



I 



218 

(le los puertos y entró en la isla principal , venciendo los 
esfuerzos y gloriosa constancia del wali de ella Said ben 
Alhakem Aben Olman el Coraisi de Tabira de Algarbe. 
Ksio caudillo puso emboscadas á los cristianos y les causó 
en ellas gran matanza, que no les permitia dar paso que no 
le rogasen antes con su propia sangre ; pero fué forzado 
á retraerse y encerrarse en la fortaleza en dia mar- 
tes 1 4 de safcr del ano 629 , y en ella se defendió 1232 
ulgun tiempo ; pero como no habia esperanza de 
socorro se entregaron quedando tributarios con ruines 
condiciones , y lo mismo hicieron los xarifes de Minorca y 
de Yebiza que se ofrecieron por vasallos y tributarios del 
rey Gaymis. Eran estos cuatro jeques Ábdala Sahib de 
llasnaljuda , Aly de Beni Saida , Aben Yahye Sahib de 
Beni Fabin y Muhamad Sahib de Alcayor , los cuales otor- 
garon su vasallaje. Quedó Aben Otman por walí de las 
islas á petición do los muslimes , y permaneció basta que 
se levantó allí contra él por envidia el cadi Aba Abdnia 
Muhamad ben Ahmed ben Hisem , y sus desavenencias 
fueron causa de que los cristianos los visitasen otra vez y 
les agravasen el tiránico yugo que les habían puesto. 

En este año acaeció la inesperada muerte ael Amir de 
los fieles Abu Aly Almamún cerca de Marruecos y con 
este infausto suceso cayó del todo la esperanza de los al- 
mohades de España. El rebelde Yahye Anasir proclamó 
de nuevo sus derechos y pretensiones al trono de los al- 
mohades como jurado rey de ellos en Marruecos ; pero si 
bien su derecho era el mejor , su partido valia mucho me- 
nos que el de Aben Hud , que ya de antes le miraba como 
su único rival. Entretanto que ellos contendian y se disr- 
putaban la posesión de Andalucía , Giomail ben Zeyan 
procuraba dilatar su estado de Valencia , y así ocupo la 
ciudad de Denia , y puso en ella por walí á su primo Mu- 
hamad benSobaye oen Juzef Algezami , y echó de ella á 
liusein ben Yahye , que se acogió á su padre el wall de 



219 

Jáliva Ahmed bcn Iza el Chazragi , que por su riqueza y 
servicios y por su parentesco con Abu Ornar ben Ati era 
wali de su patria , con cuyo auxilio la recuperó poco des- 
pués , y la conservó hasta que entraron en ella los cristia- 
nos , como después diremos. 

Yahye ben Nasar allegó sus tropas , requirió y exhortó 
á sus parciales y amigos , y con favor de todos congregó 
muy lucida hueste en Arjona , dio el mando de las tropas á 
su sobrino Muhamad Abu Abdala ben Juzef ben Nasar de 
Arjona , mancebo de admirables prendas , virtuoso y pru- 
dente como un anciano , valiente y diestro caudillo como 
el famoso Almanzor ben Abi Amer. Era este mozo cono- 
cido por Aben Alahmar , y muy estimado y célebre entre 
la juventud de Andalucía por su valor y gentileza. Deseoso 
de señalarse en servicio de su tio fué con la caballería so- 
bre Jien y la entró por fuerza de armas dia jiuma 

de la luna áe año 6219 : en la entrada de esta 1232 

ciudad fué herido gravemente su tio Yahye y poco 
después falleció de sus heridas dejando á su sobrino enco- 
mendada su venganza , y en herencia la sucesión de sus 
tierras y pretensiones. Qicultó Muhamad la muerte de su 
tio hasta que en su nombre ocupó las ciudades de Guadix 
y Baza , y viéndose aplaudido y eslimado de aquellos pue- 
blos publicó la muerte de su tio Yahye ben Nasar , y fué 
proclamado rey de Arjona , Jien , Guadix y Baza y de 
todas sus fortalezas , y se declaró enemigo del rey Aben 
Hud y de todos sus parciales. 

CAPÍTULO III. 

ENTRADA DEL KSY FERDBLAND HASTA JEREZ. BATA- 
LLA DE GUADALETE. CAMPAÑAS EN ARAGÓN Y AN- 
DALUCÍA. TÓHANSE UBEDA T CÓRD(»A. 

£1 rey de los cristianos Ferddand era mu^ ^Tifó\sÁ!^^<^ 



sao 
u*T^ nuisliiiKS \ iv abnisab» el desKi de apoderarse de ic»- 
lla^ !^u> iiornir. úv Andalucía . y la^ corría y uJatia ¿of 
.•aiiijKh' con rontinuas algara? . destrnyendo y ipemando 
aiqul'rla^ y jiuelilí». Favorecía so ml¿DCÍOQ "la discordia 
\ LMuTiíi (¡mí que lialiia entre Jo? de Al»pn Hnd y Jo? del 
haiiiio CU' Giomail lien Zeyan . y este noevo y podero?o 
ii( Muría maci Alien AlaJiníiar : Jo? pueblo? estaban entre 
s. il(siinidr>r' . lo? alcaide? y vtuJie? apoderado? de sus te- 
n;Miria> iic sainan ú quien se^ír, v niurl)os do ello?. ma> 
••liiií'iisifr que prudente? y honrado? se dorJaralian seño- 
"<■- iiiüeiieiidiíMile? de sn? pDebJos y íortaiezas por no ayu - 
••í»' í iiiieui! partido. Lo? vocídq? por su parfe se enga- 
n:i!)iii' :ariiliu>r coD aqueJia apanencia de paz y tranquiJi- 
•tí»« jiií uv íifreóan , y así ae creían segaros y venfuro- 
><^ .-naiM^ cinedabBB «te y desampañados sin fuerzaii 
:»:»>: a n:s. ;,afa dfífendereB , wásúr t opooersc al podero- 
-. .'I», f.s ftr-omeiia. EraiBnUkdi«ác»^te«xmc\erVo, 
. .". ' »> tTitíniíir.ii ae Alá fundaban ffioj «¿oía esperaiiza 
::: t»>M»> rmn.i^^ qne andaban entre k» mosíiines, para esr- 
K.r-.iiss' X ciiv. tfíiliimo combate al efitodo miserable y 
•í:.ii.»s.' j: AiKiauíca. v aun era de creer que por sí 
jni>. u' x- »:T;¡inar;a v ácahiaria de todo , sin dejar sino 
;j>: .\KtN.i> > ¡nsas momería? de lo que fué. En esta oca- 
^n».. i . ivx Vorjiland llwro con su? cabalgadas hasla tierra 
.1,' 1 »M\i.»Ív^ > tomo alguna? fortalezas . cautivando y ma- 
i.iiui»' .1 K^ iiuM'.ídoiV!?, Entraron lii> suyos por fuerza en 
R\:n.a > ili^iii^llaron a lo? vecinos sin perdonar á los an- 
iiíiV'' . mu^i'iv? ni niño? . que no se abstuvieron de der- 
'.Huuu" .íiiaollA s;«igro inoi^ente. Atemorizó la crueldad á 
CK inu'bKx- . V lo?'orL<tiano? sin hallar quien les estorbase 
.1 iHKo airrt\\s;iron hasta tierra de Sevilla y de Jerez. 

til noble rev Aben Hud se dolía mucho de estos males 
•lui; sus. puepló? padivian . y olvidando las ventajas que 
í oiiwíguia su nuevo rival en tierra de Granada preñaró sus 
jytiU'^ para salir contra los cristiano? . apellidó la tierra 



231 

y allegó muy poderosa hueste de á pié y de á caballo, 
que cubría su muchedumbre montes y llanos. Partió Aben 
Hud en busca de los enemigos de Alá que estaban acam- 
pados á las riberas del célebre Guadalete cerca de Jerez, 
y allí tenían sus ricas presasde cautivos y de ganados. 
Caminaban los muslimes muy confiados que no se les po- 
drían escapar aquellos atrevidos y avistáronse los do$ 
ejércitos. Aben Hud puso sus tiendas en los olivares , y 
luego salieron como mil caballeros muslimes á escaramu- 
zar con los cristianos ; pero no osaron salir entonces , y 
dispusieron su gente para dar la batalla, y desesperados de 
escapar con la vida quisieron antes tomar una cruel é in- 
humana venganza, y así puestos delante los tristes musli- 
mes que tenían cautivos y atados los pasaron á cuchillo sin 
perdonar vida, y su caudillo para animarlos á pelear sin 
esperanza de salvar las vidas les dijo : el mar tenéis á la 
espalda , y los enemigos delante ; no hay remedio sino 
el del cielo : vamos á morir bien vengados. Los caballe- 
ros del rey Aben Hud oyendo' el alando de los cautivos 
que degollaban los crueles cristianos acometieron contra 
ellos impetuosos y denodados : todo el campo se movió 
al instante con grandes voces de atakebiras y con es- 
pantoso estruendo de atambores y bocinas que parecía 
hundirse cielo y tierra. Los cristianos asimismo salieron 
con horrible tropel y se trabó una sangíenta lid en que 
todos peleaban como fieras rabiosas ; rompieron los cri&- 
tianos con su apiñada unión á los caballeros muslimes 
que les habían tomado en medio para alancearlos, confia- 
dos en su esfuerzo y muchedumbre . y por en medio de 
la infantería se hacían paso atropelíando y derribando. 
Los caballeros muslimes revolvieron contra ellos y se 
aumentó el desorden y la confusión de la infantería , y 
por s^ir á los cristianos revueltos con ellos se metieron 
en los olivares. De esta suerte , aunque con grave pér- 
dida , consiguieron escapar aquel día. También murieroiv 



222 

allí muchos muslitíies voluntarios y nobles caballeros de 
la guardia de Aben Hud \ y habiendo enviado ciertos 
caudillos al alcancie se retiraron á descansar y curarse de 
las heridas á Jerez y á Sidonia. Acaeció esta oa- 
talla de Guadalete en fín del año 630. 1233 

En la parte de oriente Abu Giomail ben Ze- 
yan para vengar la derramada sangre de los muslimes cor- 
rió la tierra de Aragón talando los campos , quemando y 
destruyendo aldeas y lugares, hasta llegará Hisnamposta y 
Tortosa , y volvió de la cabalgada con muchas nquezas 
y cautivos. Los cristianos por su parto ocuparon la Beni- 
sola , Castellón , Buñol y Alcalatén , y en la orilla de Jú- 
car entraron de noche por sorpresa en HasnalmanzorHj^ y 
en fin del año tomaron también Motelia y pusieren cerco 
á Burriana , que se entregó por avensncia con seguridad 
para los vecinos y aldeanos de aquella comarca. 
Esto en el año 631 . Entretanto Aben Alahmar se 4234 
iba apoderando de las ciudades de Loja y de Al- 
hama , y de toda la sierra. Los cristianos alentados y en<- 
vanecidos con este venturoso suceso vinieron después so- 
bre Ubeda y la cercaron y combatieron con diferenles 
máquinas é ingenios y con mucha porfía , y coir.o la ciu- 
dad era harto populosa , aunque bien murada no se pudo 
defender mucho tiempo , y el walí de ella la entregó al 
rey Ferdeland con ciertas condiciones y a^ enencias que 
observó el rey dando seguridad y amparo á las perso- 
nas y bienes de los moradores. Fué la pérdida de 
esta ciudad en la luna de.... del año 632 , y en 1235 
el mismo año en lo de Algarbe las cabalgadas de 
los cruzados se apoderaron de Alhanje y de otras fortale- 
zas sin que los muslimes pudiesen estorbarlo por sus de— 
savenencias fatales. La misma suerte tuvieron Medelin y 
Múdela pueblos do los Beni Meddeli Beni Mardenis , y la 
misma desgracia estaba ya decretada contra la cabeza 
del estado do Andalucía la antigua y populosa Córdoba. 



223 

Juntaba sus gentes en Écija el rey Aben Hud para ir 
en defensa do Ubeda , y pasar desde allí á lo de Grana- 
da : cuando acaeció c|ue los cristianos del presidio de Ube- 
da sabiendo el descuido y mala guarda que habia en Cór- 
doba , acometieron una temeraria empresa confiados en 
que á osados favorece la fortuna. Asi que , con mucho 
secreto juntos los fronteros que estaban en Andujar con 
algunos de los de Ubeda escalaron sus muros en una 
obscura noche , y se apoderaron de una torre degollando 
á los descuidados guardas y veladores. Era esta torro 
por la Axarkia. A la hora del alba se entendió en la ciu- 
dad aquella sorpresa y acudieron los mas esforzados á 
combatir la torre ; pero era tan fuerte y estaba tan bien 
defendida que todos sus esfuerzos fueron vanos. So envió 
aviso al rey Aben Hud de esta desgracia , y del apuro 
en que la ciudad estaba con gran riesgo de perderse, 
porque á los cristianos les venia mucha gente , y se do- 
cia que el rey Ferdeland con gran campo llegaba en su 
ayuaa. Luego se puso en marcha el rey Aben Hud para 
socorrer á la ciudad de Córdoba; y á la mitad del camino 
tuvo nueva de como los cristianos se habian apoderado ya 
de todo el arrabal de la Axarkia , y quq de Estromadu- 
ra habia llegado el rey Ferdeland con mucha gente al 
campo de Alcolea. Hubo Aben Hud su consejo con sus 
alcaides porque no sabia qué acuerdo lomar : unos que- 
rian que fuese luego á pelear contra los cristianos , y ani- 
mar á los Cordobeses , otros mas tímidos docian que no 
era prudente consejo acometer á los enemigos sin cono- 
cimiento de su número y disposición. Estaba el rey Aben 
Hud perplejo , y envió á un don Suar que estaba en su 
campo á sabor del ejército do los cristianos. Este ene- 
migo de Dios vino con engaño y falsía , ponderando las 
fuerzas de los enemigos, que decia ser innumerables : con 
esto y con un mensajero que llegó en aquella ocasión en- 
viado desde Donia por el walí Abu Giomail hen Zeyan, 



224 

on que le escribia que había obligado á los cristianos á 
levantar el cerco de CuUera ; pero que le habian tomado 
á Hisn-Montcat en las llanuras de Valencia, y los enemi- 
gos de Dios amenazaban tomarle toda la tierra , que le 
rogaba quisiese ir en su ayuda para defenderse del tirano 
GaymeSy que si le amparaba le ofrecía ser su vasallo, 
que mas quería tenerle á él por señor , que pagar tribu- 
tos con viles condiciones al rey de los cristianos^ Con es- 
ta carta que leyó á los caudillos el rey Aben Hud se re- 
solvió al punto , ya por ver e\ desaliento ele sus tropas 
atemorizadas con lo de Jerez , y con el miedo que les in- 
fundía el cercano peligro , ya por confianza de ganar el 
corazón y el estado de Giomail ben Zeyan , todo esto hi- 
zo que el rey tomase el infausto partido de abandonar á 
Córdoba , y seguir el impulso irresistible de la fotalidad, 
que estaba grabada en tablas de diamantes por Ja mano 
de la eterna providencia. Persuadióse que Córdoba no se 
perdería tan fácilmente , y aunque se perdiese , que el 
mal no era irremediable ; pues los cristianos no la podrían 
mantener estando tan dentro de Andalucía , y que des- 
pués todo sería venir con poderosa hueste y recobrarla. 
Entre tanto en la ciudad se daban recios y sangrientos 
combates , los vecinos muchos y esforzados peleaban con- 
gran esfuerzo por la patria , libertad y vida , y en calles 
y plazas se daban batallas reñidas , manteníanse con ad-^ 
mirable constancia por la esperanza que tenían de ser so- 
corridos ; pero cuando entendieron que ol rey Aben Hud 
los había habandonado , cayeron de ánimo , y desde este 
punto no hicieron cosa de provecho , y perdida la espe- 
ranza que los animaba , acordaron de rendirse con bue- 
nas condiciones ; pero los cristianos , que estaban segu- 
ros de su triunfo , solo concedieron á los moradores la vi- 
da y libertad de ir adonde bien les pareciese. Así se per- 
dió la principal ciudad de Andalucía , y se entregó á los 
enemigos día domingo á 2.3 do la luna de xawál del año 



225 
633, que contaban los infieles fín de junio del año 1^36. 
Luego pusieron sus cruces sobre los alminares de las mez- 
quitas , y profanaron la grande aljama de Abderraman, 
y la hicieron su iglesia. Los tristes muslimes salieron de 
Córdoba , restituyala Dios , y se acogieron á otras ciuda- 
des de Andalucía , y los cristianos se repartieron sus ca- 
sas y heredades. Algunas fortalezas y pueblos , sabida la 
rendición de Córdoba , se pusieron bap la fé y amparo 
del rey Ferdeland , desconfiando de poder resistir á su 
poderío , entre otras Baeza, Astapa, Ecija y Almodovar, 
y el rey las recibió por tributarias. 

CAPTÍÜLO IV. 

DESAVENENCIAS ENTRE LOS MUSLIMES. TOMA EL REY 
JAIME Á Y\LENCIA. el PRINCIPE ALONSO BEN FERDE- 
LAND LLEGA A MURÓLA T HACE CONVENIOS. 
GOBIERNO DEL REY DE GRANADA. 

Aba Giomail ben Zeyan allegó muy numerosa hueste , 
y animado de la esperanza de que Aben Hud iba en su 
auxilio fué sobre Hisn-Santamaria, y cercó la fortoleza, y 
puso en grande apuro á los cristianos que la defendian*, 
estos eran muchos y esforzados, y la defendian bien, y 
daban rebatos en el campo de Zeyan en que se peleaba 
con mucho valor de ambas partes , hasta que desespe^ 
rados de humano socorro, hambrientos y como rabiosos 
lobos salieron cierto dia á la pelea , y fué tan sangrienta, 
que fué forzoso al rey Zeyan levantar el campo y reti- 
rarse á Valencia quedando la fortaleza en poder de los 
cristianos : fué esta batalla en fín de dyihagia del 
año 634. 1237 

Entre tanto el rey Aben Hud siguió con sus 
gentes hacia Almería con ánimo de embarcarse allí Qa^— 
ra pasar á lo de Valencia v uuw^ ^wv ^\Qwá^^ "^"^^ 



Zeyan. Llegó á Almería y le hospedó su alcaide Abder- 
raman én la alcazaba del alcázar y le hizo gran fiesta y 
espléndido banquete aquel día , y lo mismo á todos los 
pricípales caucUllos de su hueste , y en aquella misma 
noche de jueves 37 de jiumada^primera del año 
635 le ahogó en su propia cama con cruel y 4338 
báiimra alevosía. Así acabó este ilustre rey, pru- 
dente y esforzado , digno de mejor fortuna. Fué su rei- 
nar una continua lucha é inquietud , de gran ruido, vani- 
dad y pompa ; pero de ello no dejo á los pueblos en he- 
rencia sino peligros y perdición , ruinas, calamidad y 
tristeza al estado de los muslimes. Celebró sus virtudes 
y heroico valor en elegantes versos Muhamad Asabuni 
de Sevilla. Los de su hueste no sospecharon la trai- 
ción , y se divulgó á la mañana que habia muerto de 
apoplejia , otros decian que de embriaguez ; pero ea ver- 
dad fué que le llegó el fatal plazo , y se cumfdió en él 
la irrevocable voluntad de Dios , tan alto es y poderoso. 
Con la muerte de su rey y señor aquellas tropas se torna- 
ron á sus tierras , y no les fué posible á los caudillos de- 
tenerlas , ni que siguiesen el comenzado intento de auxi- 
liar á los de Valencia. En Murcia, sabida su muerte, pro- 
clamaron á su hermano Aly ben Juzef apellidado Adid- 
dola. Esto fué en dia 4 de muharram del año 
siguiente de 636 ; pero luego revolvió contra él 1339 
en aauella ciudad Abu Giomail ben Mudafe ben 
Juzerben Sad el Gazemi , y conmgaños y perfidias lo-* 
gró en corto tiempo prevalecer contra él , y con favor 
del pueblo le acometió en dia jiuma 45 de ramazan y le 
prendió ; y poco después dia lunes 36 de la misma luna 
lo descabezó : eran poco religiosos y por eso se perdie- 
ron. El alevoso alcaide de Almería Abderraman por 
concluir su desleallad y congraciarse con Muhamad ben 
Mahmar , señor de Arjona y do Jaon, hizo que los de 
kJmería y su tierra so declarasen |K>r él . y le proclamó 



227 

ron grandes íieslas : el walí de Jaén Aben Ghalid pro- 
curó también por su parte ganar los ánimos de los Gra- 
nadinos , y Muhamaa que no se descuidaba un punto por 
aprovechar aquella ocasión , corrió la tierra y fuó reci- 
bido en todas partes con aclamiciones, y entró en 
Granada en íin de ramazan del año 635. Enco- 1238 
mendó la gobernación de las ciudades á los que « 

en valor y prudencia se distinguian y adelantaban á los 
demás , y los que sabian serian mas agradable á los pue- 
blos. 

Los cristianos acaudillados del rey Gacum que oíros 
llaman Gaymis, corrian y talaban las tierras de Valencia, 
y desde el llisn-Santamaría salieron juramentados para 
ganar la ciudad de Valencia , que era el verjel de ame- 
nidades de España. Allegaron grandes huestes de mas de 
ochenta mil intieles y pasaron el Guadalabiad , y aunque 
la caballería de Giomail salió contra ellos para impedirles 
que asentasen su campo , y escaramuzó con ellos muchos 
días , no fué posible impedirlo , y llegaron á cercar la ciu- 
dad por mar y por tierra infinita gente de Afranc y de 
Barcelona , que solo podia contarlos Dios que los crió : 
pusieron cerco á la ciudad el dia 17 de ramazan 
del año 635 : y luego combatieron sus muros con 1f 38 
máquinas y trabucos. El rey Giomail ben Zeyan la 
defondia muy bien con sus gentes, y envió á pedir socorro 
así á los de Andalucía como á los de África, y en especial 
á los Beni Zeyan que eran sus parientes : estos se aispu- 
sieron luego a venir á su auxilio , y vinieron con sus na- 
ves; pero el socorro pareció y estuvo muchos dias á la 
vista , mas por el temporal no pudieron desembarcar en 
toda la costa , y les fiíé forzoso lomarse. De Andalucía 
no vino socorro porque todo estaba allí en inquietud y 
temor , y los walíes de Murcia andaban muy revueltos y 
desavenidos , que todos so querían alzar con el imperio 
de aquella tierra. A[)urudos íos.muslime^ de- V^<5sw¿>a^ ^^>í^ 



228 

las incomodidades del largo cerco , y cansados de defen- 
derse de asaltos y escaladas , obligaron al wali Giomail 
bed Zeyan á que propusiese tratos de avenencia , y en- 
tregase la ciudad con buenas condiciones. Salieron para 
esto dos caudillos de su mayor confianza , y concertaron 
con el rey Gacum que la ciudad le seria entregada ofre- 
ciendo seguridad á todos sus moradores , y libertad 
para irse á otra parte donde quisiesen 'Con todos sas 
haberes , y que los que quisiesen permanecer en ella fue- 
sen tributarios como los otros vasallos del rey Gacum , 
permitiéndoles el libre uso de su religión , leyes y cos- 
tumbres : y á todos para disponer de sus personas y de 
sus bienes , libertad y seguridad , y ciertos plazos. Ajus- 
táronse también treguas por algunos anos, y firmadas 
por ambas partes estas condiciones , y dado el dia se en- 
tregó la ciudad de Valencia al rey Gacum el dia 
47 de safar del año 636 ( i ). Los muslimes sa- 49i38 
lieron de aquella hermosa ciudad en cinco dias, y 
se pasaron aquende el Júcar por no tenerse por seguros 
de morar entre cristianos. Así acabó el estado de Giomail 
ben Zeyan , y el imperio de los muslimes en Valencia. 

Muhamad Aben Alhamar rey de Granada , era la úni- 
ca Volumna del estado de los muslimes en España. Asi 
({ue , para remediar por su parte tan repetidas calamida- 
des, luego que ordenó lo conveniente á la policía y buen 
gobierno de la ciudad de Granada , que encargó á wdsires 
de mucha prudencia y muy estimados en aquella ciudad, 
i)izo llamamiento de sus gentes , y acudieron todos sus 
caudillos con muy lucida caballería , que serian tres mil 
caballos , y con los de la ciudad y mil quinientos peones 
salió á correr la tierra de cristianos , y fué á poner cerco 
á la fortaleza de Martes , y asentó su campo delante de 
(*lla , y la cercó y puso en mucho a|>rielo , que ya trata- 

fí) Dia de san MigueL 



229 

bau los cercados de rendirse , cuando sobrevino socorro á 
}os cristianos de la gente de la frontera , y le fué forzoso Le- 
vantar el campo. Empeñáronse los cristianos en echarle 
de la tierra y en acorralarle , y el animoso Aben Alhamar 
revolvió contra ellos con su escogida caballería , y pelea- 
ron los muslimes con tanto denuedo y con tal ventura que 
on pocas horas rompieron y desbarataron á los cristianos 
causándoles gran matanza , sin quedar de ellos sino pocos 
({ue huyeron desde el principio de la batalla. En este 
I lempo los de Murcia andaban divididos en bandos y par- 
cialidades , los alcaides estaban apoderados de las ciuda- 
des y fortalezas , y disputaban cada dia los términos de 
sus Amelias con grave daSb de los pueblos , que no sa- 
caban de sus contiendas sino muertes y desolación , de 
suerte que todos vivian fatigados , y estaban descontentos 
de aquella desavenencia. En esta ocasión como entendie- 
sen que el rey Ferdeland de Castilla enviaba contra ellos 
á su hijo Alfonso con poderosa hueste ^ temiendo los ma- 
les y daños que les haría con su entrada , y no viendo 
disposición en sus ánimos para unirse como debian á la 
común defensa , acordaron de enviar cada cual por su 
parte mandaderos que le ofreciesen allanamiento y obe- 
diencia con las mas humildes súplicas. El principe Alfon- 
so los recibió á todos muy bien j y concertó con ellos las 
condiciones del vasallaje que le ofrecian , y 6rmaron sus 
cartas de avenencia Munamad ben Aly Aben Hud , que 
era wall de Murcia , y los alcaides de Lecant , Elche , 
Oriola , Alhama , Alido , Aceca y Chinchila : pero no vi- 
nieron en este concierto el wali de Lorca Aziz ben Ab- 
dclmelic ben Muhamad ben Chatib Abu Becar , que siendo 
walí de Murcia por el rey Aben Hud pretendia alzarse con 
la soberanía después de la muerte de su señor , y tenia 
puestos alcaides de su bando en Muía y en Cartagena. 
Otorgáronse estas avenencias en Alcaraz , y desdfó '^v 
pagó pacíficamente el príncipe Alfoiv^ View IS^c^^'mA ^ 



230 

Murcia , acompañado de muchos caballeros y alcaides 
que todos le trataban como á su señor ; requirió y visitó 
la tierra como suya sin ofender á los moradores , y el dia 
de su entrada en Murcia fué un dia de gran fiesta y y con 
pste buen tratamiento allanó y sojuzgó otros muchos pue- 
blos , que al principio no quisieron entrar en su obedien- 
cia. 

En Andalucía corrian los cristianos de la frontera la 
tierra de Arjona , y talaron los campos de Jaén y Alcab- 
dat , y pusieron cerco sobre Arjona , que no pudiendo de- 
fenderse , y desesperada de socorro , se entregó á los ene- 
migos sacando salvas sus vidas ; luego ocuparon el alcá- 
zar j y salieron de la ciudad tbdos los vecinos que se reli<- 
raron por diversas partes. Desde allí siguieron ocupan- 
do pu^^blos y fortalezas entre otras Pegalnajar , Mentexax 
y Carchena , y entraron por la vega de Granada sin que 
ios muslimes pudiesen resistir aquella tronadora tempes- 
tad , hasta que el esforzado rey Aben Alahmar , que no 
se dormia , allegando de presto tres mil caballos y algu- 
nos peones , salió contra estos valientes , y peleó con dios 
y los venció y arredró de la tierra , haciéndoles dejar gran 
parte do la presa y saqueo que llevaban de sus pueblos, 
y muchos de ellos quedaron tendidos en los campos para 
agradable pasto de aves y tieras. En fin de xavan del año 
639 murió en Játiva el walí de aquella ciudad Ahmed 
ben Iza el Chazregi que la habia tenido antes del rey 
Aben Hud , y ahora le sucedió su hijo Yahye Abul Hu- 
sein y era arraiz de ella Abu Becar Muhamad. 

El príncipe Alfonso antes de partir de tierra de Mur- 
cia se apoderó de la fortaleza de Muía , que era fuerte y 
bien poblada , con hermoso alcázar cercado de torreados 
muros , y de paso taló la tierra de Cartagena y de Lorca, 
que ocupaba el walí de Muhamad ben Aly ben Ilud , y 
no habia querido cederla á sa señor , ni entrar on avo- 
noncia con el príiu-i\>e Alfonso. El roy Aben Alhamar 



231 

cuidó de asegurar sus fronteras , reparó los muros do sus 
fortalezas , y se tomó á Granada , edificó en ella hermosos 
edificios , aimarestanes para enfermos , hospitales para 
pobres ancianos y peregrinos , colegios , casas de ense- 
ñanza , hornos , baños , carnicerías y excelentes alhoriles 
para guardar provisiones. Estas obras le obligaron ¿ im- 
poner algunas contribuciones temporales , pero como el 
pueblo veía la frugalidad de la casa del rey, y que todo 
se empleaba en obras de utilidad y provecho común, no 
sentia el pagar estos nuevos tríbutos. Labró fuentes pú- 
blicas y hermosas con la comodidad que para esto ofrece 
aquella ciudad , hizo acequias muy abundantes para el 
regadío de las huertas , y procuraba con particular esme- 
ro que hubiese abundante y fácil provisión de lodo lo ne- 
cesario para la vida. Para mantener estas obras no bas- 
taba la renta que percibía de la décima xie Zunna y Xara, 
y fué necesario valerse de otros arbitrios. Al mismo tiem- 
po se ocupaba en los consejos con sos jeques y cadies, y 
daba audiencia á pobres y á ricos dos dias en la semana. 
Visitaba las escuelas y colegios y los hospitales , y se in- 
formaba del servicio y asistencia de los médicos , pregun- 
tando á los mismos enfermos y menesterosos. En el go- 
bierno particular de su casa no era menos admirable. Te- 
nia en su harem pocas mujeres, y las veía pocas veces, 
cuidando siempre que estuviesen bien servidas. Sus mu- 
jeres eran hijas de los principales señores del estado y las 
trataba con mucho amor y las tenia contentas y amigas 
entre si , para la cual empleaba todo su buen ingenio. Pro- 
curó también cultivar la amistad denlos amires mas po- 
derosos de África , y envió sos cartas y mensajeros al rey 
de Túnez Abu Zacaría Yahye ben Hafsi y á Yugomarsan, 
f á los Zeyanes y Beni Merines que estaban en guerra con 
los almohades, y favorecían con esta diversión el esta- 
blecimiento do la casa de Nasar . y por desgracia ia\»teí\sivv 
las ventajas de los cristianos en todaií. ^us^^t^mV^rdí?-.'^*^^*^ 



íc 



23S 

parle de Algarbe entraron los cristianos con gran poder, y 
talaron los campos , robaron los ^nados , quemaron los 
pueblos y aldeas , mataron y cautivaron muchos infelices 
muslimes, y ocuparon las fortalezas de Lerina , Merina y 
Alisbona , estragando toda la comarca : esto el 
año 640. 4242 

CAPÍTULO V. 

EL REY GACUH TOMA ▲ DENIAS Y FERDELAKD A JABN, 
Y OTRAS PLAZAS. 

Entre tanto Giomail ben Zayen ben Mardenis, el que 
habia perdido la ciudad de Valencia , quiso probar fortu- 
na en lo de Murcia , y entró con buena hueste y se apo- 
deró de algunas fortalezas. Salió contra él Aziz ben Ab- 
delmelic con su caballería y pelearon en cercanias de Le- 
cant ; pero el wali Aziz fué vencido y muerto en la pelea 
en día domingo 26 de ramazan del año 640 , y Giomail se 
apoderó de Lorca en la luna de xawal con favor del waii 
Muhamad, y de Cartagena , v en este mismo año murió 
el wali de Lorca Muhamad ( 1 ] . En tanto que Giomail 
andaba venturoso en tierra de Murcia , el rey Gacum ó 
Gaymis de los cristianos fué con poderosa hueste sobrr 
Denia , y la cercó. Guardábala desde el tiempo de Aben 
Hud el cforzado caudillo Yahye ben Muhamad Iza Aboi 
Husein , que la defendia bien , y el rey Gacum la comba- 
tió con muchas maquinas é ingenios así por mar como por / 
tierra , y después de largo y porfiado cerco se entre-gó h [ 
ciudad , y entró en ella el enemigo el primer dia [ 

de dylhagia del año 641 . 42lt) | 

El rey Aben Alahmar enviaba muchas provi- 



( I ) Alabar dice que murió cuatro ó cinco anus despufs 
y que en esta ocasiow <í^:Y\woi\ de Murcia á los cristianos. 



i 



233 

síones á tas plazas de la frontera , que siempre estaban en 
riesgo de ser cercadas , y como hubiese mandado abaste- 
cer la ciudad de Jaén , salió de Granada una gran recua 
de mil y quinientas acémilas cargadas de armas y de man- 
tenimientos , con escolta de (jpiinientos caballeros. Tuvie- 
ron noticia de esto los cristianos de la frontera , y luego 
salieron en gran número y pusieron ciertas celadas en el 
camino por donde debían pasar. Descubriéronlas algunos 
campeadores , y avisai^n de ello á los caudillos de la re- 
cua , y se tomaron , que no quisieron pasar , aunque al- 
gunos temerarios deciañ que su obligación era pasar ade- 
lante , y que era gran mengua no aventurar una batalla 
por servir á su rey ; pero Aben Alahmnr aprobó la de- 
terminación prudente de los arrayazes , y alaoó la valen- 
tía de los jóvenes que iban en la escolta. Poco tiempo 
después , como sospechaba Aben Alahmar , cercaron los 
cristianos la ciudad de Jaén que tenia por él Abu Ornar 
Aly ben Muza de Córdoba , caudillo de la caballería ; va- 
ron muy esforzado , y de quien el rey mas confiaba. Este 
caudillo defendia bien la ciudad , y los cristianos como 
oran muchos corrieron la tierra talando las huertas , vi- 
ñas y olivares sin dejar cosa que no estragasen , y ocu- 
paron la fortaleza de Alcalá de Aben Zayde , y quema- 
ron y destruyeron á Illora , robando ganados y aldeas, y 
matando y cautivando hombres , mujeres y niños. Salió 
el rey Aben Alahmar contra ellos con cuanta gente pu- 
do allegar y peleó con estraño valor en Hisn BoluUos que 
está doce millas de Granada. La batalla fué muy san- 
grienta : pero como la mayor parte de la gente de Aben 
Alahmar era allegadiza y poco acostumbrada á las ar- 
mas y horribles combates, decayeron de ánimo y comen- 
zaron á huir , y desordenaron y llenaron de temor aun á 
los buenos caballeros , de manera que le fué forzoso ce- 
der el campo , y padeció notable matanza en la retirada. 
Sobrevinieron grandes lluvias y crudo temporal ; pero no 



234 

por oso desislian los crislianos del porfiado cerco , y era 
tan penoso que ni los de la ciudad ni los cercadores des- 
cansaban una hora : de dia y de noche se daban comba- 
tes y rebatos. Conociendo el rey Aben Alahmar el firme 
propósito y constancia del rey Ferdeland que habia jura- 
do no levantar su campo hasta tener en su poder aquella 
ciudad , tomó una resolución estraña , y con gran con- 
fianza se fué al campo del rey de los cristianos , y so pu- 
so bajo su fé y su amparo , d;icióndole quién era , y que 
so ponía en sus manos con cuanto tenia , y le besó la ma- 
no en señal de obediencia. El rey Fcixleland no quiso que 
Aben Alahmar le excediese en generosidad y confianza, 
y le abrazó y llamó su amigo , y no le quiso tomar nada 
de lo Suyo , contento de recibirle por su vasallo y que 
fuese dueño de todas sus tierras y ciudades : concertó qao 
le pagase cierta cantidad de milcalesde oro en cada año, 
que fuese oblisado á servirle con cierto número de caba- 
lleros cuando le llamase para alguna empresa , y de ir á 
sus cortes cuando le convocase, como hacian sus grandes 
y ricos hombres. Asimismo pidió Ferdeland que hubiese 
presidio do cristianos en Jaén , y que se tuviese aquella 
ciudad como en rehenes por sus caudillos. Firmáronse 
estas avenencias en el campo delante de Jaén el 
año de 643 , y luego se despidió Aben Alahmar 1245 
del rey Ferdeland , que le hizo muchas honras. 
Partió luego á Granada llevando en su compañía al wali 
de Jaén Aben Muza , y le dio el mando de la caballería. 
Detúvose ocho meses en Granada continuando las obras 
y fortalezas principiadas , y al fin de este tiempo le vioio^ 
ron cartas del rey Ferdeland de Castilla do como quería 
ir contra Sevilla , y esperaba que el rey Aben Alahmar lo 
acompañase en aquella jornada. Lue^o previno á sus 
caballeros los que pensaba llevar en su compañia , y lo- 
dos dispuestos salió de Granada con quinientos caballe- 
ros , genle muy escogida , y juntos con los cristianos en— 



235 
traron la tierra de Sevilla y su aljarafe , y ocuparon la 
fortaleza de Alcalá de Guadaira , que como primicia de 
la espedicion dio el rey Ferdeland al rey de Granada. Es- 
tendieron los cristianos sus algaras hasta Carmena, don- 
de estaba Abul Hasam, hijo de Abu Aly , que defen- 
dió la tierra y la ciudad con mucho valor , y como en- 
tendiese que el intento de los cristianos era ir contra 
Sevilla , dejó encargada la ciudad á un esforzado alcaide, 
y con la mas gente que pudo se fué á meter en Sevilla 
para defenderla , y lo mismo hirieron otros caudillos de 
orden de su walí Gide Abu Abdala príncipe de los almo- 
hades, lio de Abul Hasam , que estaba en Sevilla. Llega- 
ron las talas hasta Jerez , y arrasaron huertas , viñas y 
olivares , y cuanto habia de puertas afuera. Loa muslimes 
veían estos estragos con tanto dolor, que mas querían ren- 
dirse y vivir tributarios do los cristianos , que mirar ta- 
ladas y destruidas las huertas y plántales que con tanto 
cuidado y trabajo cultivaban. De esto procedió que los 
de Carmena y Costantina obligaron á sus alcaides á en- 
viar sus mandaderos pidiendo al rey de los cristianos que 
los recibiese por sus vasallos , y no permitiese que les 
destruyesen sus haciendas. Lo mismo hicieron los de Lor- 
ca por consejo de los caballeros de Granada , y entrega- 
ron su castillo. Acaeció que los cristianos atravesaron el 
Guadalquivir por ciertos vados , y sin conocimiento del 
terreno se metieron en los tremedales y pantanos, y vién- 
dolos allí embarazados salieron contra ellos los de Canti- 
11 ana y les causaron gran daño que no se podian mover 
los caballos , ni hacian cosa do provecho los caballeros , 
pero acudiendo mucha gente de infantería los encerraron 
en su pueblo. Los cristianos deseosos do vengarse cerca- 
ron el lugar , y lo combatieron con mucha porfía hasta 
entrar en ól por fuerza ó hicieron horrible matanza en los 
infelices vecinos. Veía estas cosas Aben Alahmar con 
mucho dolor , y habló sobre ello al rey Ferdeland ro§;^á!&.- 



i36 

dolé que ordenase á su gente que en todos los pueblos y 
fortalezas se usase primero de persuasión , y cuando no 
se aviniesen , ni atendiesen razones , sé podía usar de la 
fuerza , sin comprender nunca en tales violencias á los 
ancianos, niños y mujeres , y á cuantos se ofreciesen ren- 
didos y desarmados. £1 rey Ferdeland aprobó su consejo, 
y el mismo Aben Alahmar escribia cartas , y enviaba sus 
caballeros á los pueblos para aconsejarles lo que bien les 
estaba , y por este medio evitó muchas desgracias, y mu- 
cha efusión de sangre. £1 primer pueblo que se rindió á 
sus insinuaciones fué Guillena. Luego pasaron á cercar 
la fortaleza de Alcalá del rio , que defendía un esforzado 
caudillo llamado Abul Xetaf , que salió con sus caballe- 
ros , y dio un rebato sangriento á los cristianos, y les cau- 
só mucho desorden y gran matanza , y lo pasaran todavía 
mas mal los cristianos , si no llegaran tan á tiempo los 
caballeros granadinos y el rey Aben Alahmar , gente que 
no cedian á ningunos del mundo en revolver sus caballos 
y manejar la lanza , y con este socorro vencieron á los de 
Abu Xetaf , y los obligaron á tornar brida. Los cristia- 
nos y los granadinos los cargaron tan bravamente que oo 
les dejaron camino para tomar á la fortaleza , y se aco- 
gieron á la ciudad de Sevilla. £ntónces Aben Alahmar 
persuadió á los de Alcalá que se pusiesen en manos del 
rey Ferdeland , que él allanaría y facilitaría que los re- 
cibiese bajo su fé y amparo , y asi lo hicieron ello6, y te 
entregaron su fortaleza. 






Í37 

CAPÍTULO VI. 

CERCA EL REY FBRBELAND Á SEVILLA , Y LA TOMA 

DESPUÉS DE DIEZ T OCHO MESES DE SITIO. SU MUERTE. 

EL RET ALFONSO CONQUISTA TARIAS CIUDADES. 

Venido el año 644 se poso cerco á Sevilla por mar 1246 
y por tierra. Los de la ciudad, que tenian buena y 
florida caballería, daban continuos rebatos á los cristianos 
que estaban acampados á una y otra banda del rio. El 
rey Aben Alahmar estaba con su gente cerca de Hasnal- 
farag , y delante de la puerta del alcázar: allí habia muy 
reñidas y sangrientas escaramuzas con la caballería de 
Algarbe que acaudillaba Muhamad señor de Niebla, y 
dio ocasión á grandes proezas y hechos maravillosos de 
armas de parte de Aben Alahmar y de su caballeros, y 
los mas cMsforzados caudillos cristianos los veian con ad- 
miración y envidia, y el mismo rey Ferdeland estaba 
muy pagado del buen servicio y valor de Aben Alahmar 
y de sus caballeros. Hubo también sangrientas batallas 
entre las galeas y gente de mar de los cristianos y de los 
muslimes, y morían muchos de cada parte y se hundian 
unos i otros los barcos con cruel porña. Los del castillo 
de Atrayana salían mochas veces á pelear con los cris- 
tianos ; y en suma por todas partes se combatia y de- 
fendía la ciudad con mucho valor. Diez y ocho meses 
habian pasado los cristianos en el cerco , cuando Aben 
Alahmar propuso el rey Ferdeland que para estorbar los 
socorros y mantenimientos que entraban en la ciudad, 
convenía quemarles sus naves y corlarles la comunica- 
ción con Atrayana. Pareció bien al rey este consejo^ y se 
dispusieron máquinas y mistos incendiarios de ollas de 
alquitrán para quemar las naves , y asimismo se prepa- 
raron dos grandes naos de carga , que llevadas con ím- 



238 

petu del viento y del corriente del rio y de su propio 
peso , fueron á dar en la mitad del puente de encadena- 
das barcas , que servia para comunicarse los de la ciudad 
con los de Atrayana y su castillo, y con su fuerza é ím- 
petu rompieron las fuertes cadenas de hierro que trababan 
las barcas , y se impidió que los cercados se ayudasen 
como antes. 

£n tanto que en Sevilla continuaba el cerco con tanta 
constancia , los cristianos acaudillados del Conde de Bar- 
celona pusieron ceico á la ciudad do Játiva , y la cerca- 
ron y combatieron con todo género de máquinas é inse— 
nios , y la apretaron tanto que el wali de ella Yaoye 
ben Ahmed Ábul Husein trató de entregarla con las me- 
jores condiciones posibles ; pero siempre fueron raines, 
ni se podia esperar sino muerte ú abatimiento de Jot pér- 
fidos y fraudulentos tratos del Barceloní. Ofreció aoe deja- 
ría á los vecinos en sus casas y dueños de sus pÍMies^ y 
en el libre uso de su religión : entró en la ciudad en fin 
de la luna de safar del año 644 , y poco después echó 
de la ciudad y de sus cercanías millares de muslimes, que 
se esparcieron por diversas partes pobres y misersJifes, 
y el que esto escribe ( 4 ) vio al wali Yahye y á sa anra- 
yaz Abu Becar andar tan desgraciados aue vivian á es- 
pensas de sus amigos errantes por toda la tierra. Al 
principio del año 645 muríó en Lorca el v^alí de aquella 
ciudad Muhamad ben Aly Abu Abdala , hombre virtooeo 
y muy político , que procuró á los de Lorca muchos be— 
neticios^ abrió acequias de riego , labró casas de espóei- 
tos para j)obres y peregrinos , y en las guerras de Mor— 
cía so distinguió por su meenio y valor, y fovoreció la en- 
trada de Giomail en aquella tierra, en^ñando á loe cris- 
tianos que estaban de presidio en Murcia. 

En el campo de Sevilla continuaban los liorroros de 

( 1 ) Alabar Alcoday de Valencia. 



239 
la guerra : lo crislianos entraron en Gules , y quemaron 
el arrabal do Ben Alfbfar , y el de Bab Macarena fué ro- 
bado y hubo en ello mucha matanza : los cercados 
todavía se defendían con mucho valor con tiros y má- 
quinas ostrañas , que algunas lanzaban cien tiros , y 
los dardos que arrojaban de ciertas máquinas salian con 
lal fuerza que pasaban de un lado á otro los caballos, 
aunque estuviesen armados : los cristianos combatian con 
igual empeño y guardaban las entradas de la ciudad por 
tiuo no entrase provisión en ella. Durante este 
largo cerco el año 645 los muslimes que vivían i 247 
en el reino de Valencia no pudiendo sufrir las 
carcas y vejaciones de los cristianos, cansados de su aba> 
timiento y servidumbre, se retiraron así de Valencia como 
de otras ciudades y aldeas , en especial los que no eran 
muy ricos , y llevados de la fama del buen gobierno 
y seguridad que gozaban los Granadinos , pasaron mu— 
chos á tierras de Aben Alahmar , que dio orden para que 
se les acogiese y tratase como sus desgracias pedían , y 
los concedió exenciones de tributos por ciertos años, pro- 
curando aliviarlos por todos med'os y ganar útiles vecinos 
que acrecentasen con el tiempo las riquezas y fuerzas del 
estado. 

Los de Sevilla fatigados de! largo cerco y sin esperan- 
za de que les fuese socorro de ninguna parte , trataron 
de rendirse á la necesidad , y propusieran sus condicio- 
nes por medio de los alcaides , y el rey Ferdeland les 
concedió cuanto le propusieron : tanto deseaba el verse 
dueño de la cabeza del estado. Las condidbnes de la 
ontr^a fueron : que los muslimes pudieses <piedar en la 
ciudad y vivir en ella con toda libertad , gozo&do de sus 
casas y posesiones seguramente , sujetos sok> al moderado 
tributo que solían pagar á sus reyes por Zunna y Jara: 
que los que no quisiesen permanecer en la ciudad, tuvie- 
sen libro disposición de sus cosas > y tiempo convenwsifc 



240 

para salir de la ciudad y de su tierra : que durante un 
mes se les diese por los cristianos á los que desde luego 
quisieren partir acémilas por tierra , si querían ir por 
tierra , y naves , si querían pasarse á África ó á otra 
parte donde les pareciese. Al walí Abul Hasan dijo el 
rey Ferdeland que bien podia quedar en Sevilla y en 
cualquiera parte de sus estados , que le daria con que 
viviese á su placer; pero luego que entregó las lla- 
ves de la ciudad el dia 12 de xaban del año 646 4248 
( 4 ) , en el mismo dia se embarcó y pasó á África. 
El rey Ferdeland ocupó el alcázar , y sus caudillo» las 
fortalezas de la ciudad y sus cercanías. Comenzaron luego 
á salir los muslimes de aquella populosa ciudad , muchos 
aceptaron la protección del rey Aben Alahmar y se fueron 
á tierra de Granada , otros á lo de Jerez y demás ciuda- 
des y al Algarbe , y pocos pasaron á Ceuta con los al- 
mohades. Así acabó el impeno de estos príncipes en Se- 
villa , y los muslimes perdieron esta hermosa ciudad : 
sus torres y mezquitas se llenaron de cruces y de ídolos, 
y se profanaron los sepulcros de los fieles muslimes. El 
rey Aben Alahmar se despidió del rey Ferdeland que 
quedó ocupado en repartir las tierras y casas de los mus- 
limes á sus caballeros. Tomóse Aben Alahmar mas triste 
que satisfecho de las ventajas de los cristianos , que bien 
conocía que su engrandecimiento y prosperidades produ- 
cirían al fin la ruma del estado de los muslimes , y solo 
se onsolaba con esperanzas que su imaginación le ofrecía, 
de que tal vez tanto poder y grandeza mudando de señor 
se arruinarían y caería de su propio peso , confiando en 
que Dios no desampara á los suyos. El dia de su entrada 
en la ciudad fué un dia de gran fiesta , todos salían á ver 
á su rey y resonaban las aclamaciones por todas las ca- 
les. Dedicóse Aben Alahmar á fomentar la industria y 

{i; Otros dicen que fué la entrada año 6ift. 1147 



i 



241 

aplicación de sus vasallos , concediendo premios y exen- 
ciones á los mejores labradores , yegüerizos , armeros , 
tejedores y guarnicioneros. Asi florecieron las artes en sus 
oslados , y la tierra que de su natural es feraz con el buen 
cultivo se hizo feracísima , protegió mucho la cria y fá- 
bricas de seda, y llegó en Granada á tanta perfección 
que aventajaba á las de Siria. Se beneficiaron minas de 
oro y plata y de otros metales , y cuidó mucho de que 
sus monedas de oro y de plata fuesen bien cendradas y 
hermosas. Tomó por armas escudo campo de plata , 
banda diagonal azul , y en ella escrito en letras de oro : 
« le galih üé Alá :» no es vencedor sino Dios , porque 
sus pueblos le solian saludar con el título de Galib , ven* 
ce4pr , y él replicaba : «Wa le galib üé Alá,» y no hay 
mas vencedor que Alá , los estremos de la banda del es> 
cudo en bocas de dragones. Esta misma empresa llevaron 
siempre sus descendientes aunque variaron los colores del 
escudo , y solian ser rojos , azules y verdes , y lo mismo 
variaban la banda ; pero todos conservaron la empresa 
de Aben Alahmar. Puso sabios y virtuosos maestros á sus 
tres hijos : e^ mayor se llamaba como él Muhamad , el se- 
gundo Aben Fargia , y el menor Juzef : y en los ratos en 
que estaba ocioso él mismo los instruia. Gustaba de leer 
historias y de oirías contar á su Ruya ó contador de ha- 
dizes , y se entretenía mucho en sus jardines , y cultivaba 
plantas aromáticas y flores. Principió la obra grande de 
la Alhambra y él mismo dirigia la obra y andaba entre los 
alarifes y arquitectos muchas veces. Sus principales con- 
sejeros eran Abu Meruan Abdelmelic Juzef ben Senanid 
natural de Jaén , y de las mas ilustres casas de aquella 
ciudad j este fué su primer wasir : Aly ben Ilnraim Asai- 
bani Azadi natural de Granada y muy noble y rico en 
olla era su segundo wasir. Muhamad hijo del wasir Aly 
ora su alcaide y capitán do su guardia : el walí ó princi- 
pal caudillo de sus tropas era Abu Abdala Muhamad k\- 
TOMO III. \\ 



242 

ramim j y el padre de este Muhamad era su almirante , ó 
caudillo de mar: Aben Muza era alcaide de su caballería, 
y secretario de su mesuar ó consejo Yahye ben Alcatíb de 
Granada. Tenia ademas otros tres alcatibes ó secretarios 
para órdenes y cartas , Abul Hasan My Arrayni, Abu 
Becar ben Chatab y Abu Ornar Juzef ben Said Alyahsi 
de Loja : los aleadles ó jueces de corte eran siete ; los 
mas celebres de su tiempo fueron Abu Amer Yahye 
Alaschari , Abu Abdala Muhamad Alansari , célebre ju- 
risconsulto como acreditan sus obras. Abu Abdala el Ta- 
mimi de los asalamíes de Loja : este era cadí de lo cri— 
minal : Aben Ayadh ben Muza el Yahsabi , Aben Adha , 
Abúl Casem Abdala ben Abi Amer , Aben Fat el cono - 
cido por Alasbaron de Sevilla. 

En tanto (}ue Aben Alahmar gozando de la paz que 
con los cristianos tenia , fomentaba la agricultura y las 
artes en su reino , y hacia venturosos á los que vivían en 
sus estados el rey Ferdeland de Castilla . el conquistador 
de Górdova y de Sevilla cedió al irresistible decreto de 
Dios j tan alto es , que llegó en la noche del dia 

Í'iuma 211 de la luna de rabié primera del año 650. 1 252 
^uego que Aben Alahmar tuvo esta noticia envió 
sus mensajeros al rey Alfonso para darle el pésame , y 
al mismo tiempo envió sus cartas para renovar con él 
sus tratados de pdz y alianza en los mismos términos quo 
las habia tenido con su padre. El rey Alfonso vino en 
ello y le agradeció su cumplimiento. Era este rey de los 
cristianos muy generoso , muy sabio , y de mucha bondad 
y nobleza en todos sus hechos. No pasaron dos años 
cuando este rey escribió al de Granada que pensaba en- 
trar la tierra de Jerez y del Algarbe , y queria que le 
enviase de sus caballeros , ó pasase él mismo á servirle y 
acompañarle en esta espedicion , y así lo hizo aunque en 
su ¿mmo lo senlia , y en esta ocasión solia decir á sus 
caballeros : ( qué angosta y miserable seria nuestra vida 



2i3 

sino fuera tan dilatada y espaciosa nuestra esperanza ! 
Juntas las fuerzas del rey Alfonso con las de Aben Alah- 
mar entraron la tierra de Jerez , y pusieron cerco á la 
ciudad. Los primeros dias salieron los caballeros jerezanos 
y almohades á dar rebatos y escaramuzas con los del 
campo, y como de ambas partes habia muy gentiles 
homores de á caballo , era cosa de ver cuan bien pelea- 
ban. Todos los dias se distinguieron los granadinos en la 
destreza y facilidad de revolver sus caballos , entrar y 
salir entre sus enemigos: así que, los. jerezanos tenían 
poca ventaja en estas ocasiones. Los vecinos porque no 
les talasen sus huertas , viñas y arboledas obligaron ai 
walí de la ciudad Aben Ubeid , que estaba en el alcázar 
á que concertase sus avenencias con los cristianóse El 
walí descx)nfiado de humano socorro trató do entregar la 
ciudad , y ajustó con el rey Alfonso sus condiciones , que 
permitiese salir libres con sus riquezas , oro , plata y ves- 
tidos á los vecinos que no quisiesen permanecer en la ciu- 
dad , que los que gustasen morar en ella quedasen seguros 
y lilÁ*es para tomat* el partido que bien les estuviese, que 
no se les privase de sus casas y posesiones , y se les tra- 
tase como á los otros sus vasallos: que se diese seguro para 
todos los almohades y sus familias: así fué asentado 
y Grmado , y se entregó la ciudad año 659. 4954 

Puso el rey Alfonso en el alcázar á un caudillo muy es- 
forzado que se llamaba don Comisque era de los mas no- 
bles de su corte : luego fué contra las ciudades de Arcos, 
Sidonia y Nebrisa , y deiando en el cerco á su hermano 
Anric se partió el rey Alfonso á Sevilla , y Aben Alabmar 
á Granada. El príncipe Anric forzó estos pueblos á ren- 
dirle con las mismas condiciones que Jerez. Poco después 
de estas conquistas este príncipe Anric tuvo desavenencia 
con su hermano ; hay quien dice que por rivalidad de 
amores > y siéndolo forzoso salir de la corte de Alfonso, 
envió sus cartas al rey Aben Alahmar con qiiieiv Vafcivd. 



ñencias con el rey Alfonso , y él mismo salió á Iralar de 
ellas con el rey ^ que fué tan generoso que no le negó cosa 
que le propuso. Comprendióse en esla avenencia la en- 
trega de toda tierra de Algarbe , y el rey Alfonso dio ai 
walí muchas tierras en que pudiese vivir , y entre otras la 
algaba de Sevilla y la huerta del rey con sus torres , y 
ademas la décima del aceite de su aljarafe que hacia una 
cuantiosa renta. Este fué el precio en que se dió á los 
cristianos la ciudad de Niebla , Huelba , Gebaloyün , Ser- 
pa , Mora , Alhaurin , Tabira, Far, Laule, Xinibos y casi 
lodo el Algarbe , tierra rica , muy bien poblada , y forta- 
lecida , de ameno y delicioso temperamento : aca- 
bó esta conquista el año 655. i 257 

Aben Alahmar en este tiempo recorrió sus tier- 
ras , visitó todas sus taas , y fortificó los pueblos de sus 
fronteras , que ya vela que seria cosa diíicil que durase 
mucho tiempo su amistad con los cristianos , pues siendo 
naturales enemigos , con leve ocasión se mueven á da- 
ñamos, que nunca el absintio , ni la coloquinta (1) de- 
jaron su amargura , ni se debe esperar que la zarza pro- 
duzca uvas. Estuvo algún tiempo en las ciudades de Gua- 
dis , Málaga , Tarifa y Aleecira , y reparó los muros de 
Gebúaltaric , y estando allí lleearon á visitarle ciertos ca- 
balleros muslimes de Jerez , de Arcos , de Sidonia y tam- 
bién de Murcia y le ofrecieron que tomarían su voz y le 
reconocerían por su rey, si les ayudaba á sacudir el duro 
yugo de servidumbre que los cristianos les habian puesto. 
Ofrecióles el rey que les respondería con brevedad , y se 
tornó á Granada con los walies Abu Alhac y Abu Bacar 
wisir de Murcia , y luego juntó su consejo y consultó el 
negocio con sus wisires y consejeros , y los mas fueron de 
parecer que se debía ayudar á sus hermanos , y que se 
rompiese la paz con el rey Alfonso , que su engrandeci- 

(i; Yerba de amargo fruto. 



mionlo era ya muy de leoicr , y en esta guerra todos los 
(leles seguirían sus banderas. Él rey Aben Alahmar les 
alabó su oüen celo y les puso delante los peligros é incon- 
venientes de la guerra abierta contra el rey Alfonso , y 
les dijo, que seria bueno favorecerá los de Murcia, pero 
con disimulo : que la cercanía de la tierra facilitaba el 
ayudarles , y que al mismo tiempo los de Jerez y de Al- 
garbe suscitasen su levantamiento , que si el rey Alfonso 
dividía sus fuerzas y atención se podía esperar que le en- 
viase á pedir el acostumbrado servicio y era la ocasión -de 
negarse con cualquiera pretesto , y que la amistad se 
rompiese á las claras por su parte : que entonces los de 
Granada le correrían las tierras y harían mucho daSo á 
los cristianos, y ayudarían á sus hermanos. Aprobóse este 
[)arecer , y se escribió á los de Jerez y de Algarbe , y á los 
de Murcia para que todos se alzasen en un mismo dia , y 
echasen de sus ciudades á los cristianos que estaban díe 
presidio en ellas. Los principales motores de esta revo- 
Jucion, para animar á sus pueblos les hicieron creer que 
el rey de Granada los había ya tomado bajo su fé y am- 
paro , y que al mismo tiempo entraba en tierra de cristia- 
nos haciéndoles sangrienta guerra. 

No fué menester mas para que el bárbaro pueblo se aca^ 
1 orase, y sin otra consideración, ciego y amigo de nove- 
dades y venganzas , tomó las armas y alzó el grito , y ada- 
mando á Muhamad Aben Alahmar acometió á los cristia- 
nos. En el mismo dia fué el movimiento en Murcia , Lorca, 
Muía , Jerez , Arcos , Nebrisa y oíros pueblos, matando y 
echando fuera de las fortalezas á los cristianos que las te- 
nían. En Jerez hubo gran matanza. El Comto D. Gomis 
defendía con estraño valor el alcázar. Toda su gente es- 
taba ya muerta , y él mismo cubierto de sangre y de he- 
ridas peleaba como un león ; pero atropellado del gran 
número de sus contrarios cayó y murió desangrado. Como 
Ai resistencia do los cristianos que tenían el alcázar de Jo- 



lez fué tanla , y por lodas partes se apellidaba al rey 
Aben Alahmar , los walíes de Tarifa y Algecira se ?ie~ 
ron obligados de la plebe á salir con gente en ayuda de 
los de Jerez , y se entró en el alcázar con- la violencia 
que decimos. Fué este movimiento en el año 
659. El ejemplo de la rebelión cundió en aquella 1264 
tierra y muchos pueblos recobraron su libertad, y 
se vengaron de los cristianos que los tiranizaban. Los de 
Murcia fueron socorridos de gente de Granada y consi- 
guieron su libertad. El rey D. Alfonso de Castilla lu^ en- 
vió sus caudillos á todas partes , y envió al rey de Gra- 
nada para que le fuese á servir en lo de Murcia. Aben 
Alahmar se escusó con motivos de religión y de política, 
y todavía dijo que para cumplir con sus puebios le seria 

f)recíso no estarse ocioso en aquella ocasión : así rompió 
a amistad que tenia con el rey Alfonso, en términos de po- 
der volver a ser su amigo si fuese necesario , que no lo 
deseaba en su corazón. Luego se dispuso para la guerra, 
escribió ¿ los alcaides de las fronteras y apercibió su ca- 
ballería. El rey Alfonso poco satisfecho de su respuesta^ 
dio orden ásus fronteros para que tratasen á los de Gra- 
nada como á enemigos , y ellos anticiparon las hostilida- 
des. Con esta nueva salió Aben Alahmar de Granada y 
corrió y taló los campos de Alcalá de AbenZayde. El rey 
Alfonso salió con su hueste y se encontraron á la vista de 
aquella ciudad. La pelea fué sangrienta , y los caballeros 
zenetes ane acompañaban al rey oAen Alahmar le dieron 
este dia la honra del campo. Fué esta batalla de 
Alcalá de Aben Zayde en el año 660. Después 4%2 
cada did habia escaramuzas y reencuentros con 
varía suerte sin que acaeciese ninguna señalada victoria. 
El rey Alfonso envió sus mejores caudillos á soju^ar á 
los rebeldes de Aigarbe, y entre tanto Aben Alahmar ta- 
laba con súbitas algaras todas las fronteras de los cristia- 
nos robando ganados y cautivando ^.'íiwVfó, ^^\'ac'^^>3iáÍN^ -í^ 



248 
los de Murcia que imploraban 8u auxilio, allegó mucha 
gente de á pié y de á caballo, y los armó y dispuso, y re- 
partió y señaló los caudillos de ellas. En esta ocasión por- 
que habia distinguido á ciertos caballeros zenetes y ce- 
gries ó de la frontera se ofendieron tres nobles walies que 
eran de los Beni Escaliola , Abu Muhamad Abdala go- 
bernador de Málaga , Abul Hasan wali de Guadis , y Abu 
Ishac walí de Gomares , y algunos otros que eran de su 
bando , y se escusaron de pasar con él en esta jornada de 
Murcia diciendo que hacían falta en sus ciudades. Disima-» 
ló Aben Alahmar con ellos y les permitió que partiesen á 
sus gobiernos , pero esta suavidad y disimulo no pudo cu- 
rar la llaga que estos walies llevaron en sus corazones. 
Aben Alahmar antes de partir á la guerra , considerando 
la incertidumbre de las cosas humanas^ por si la muerte 
atajaba sus pasos , y también por dejar mayor aatondad 
que le representase en su ausencia . quiso declarar á su 
hijo el mayor futuro sucesor del trono , y socio en el go- 
bierno : y le hizo jurar y proclamar , y que se añadiese su 
nombre á la chotba pública en todas las aljamas del rei- 
no : esta jura del sucesor de Aben Alahmar fué en 
principio del año 66SI. Los walies de Málaga, 1264 
Guadis y Gomares fueron los únicos que no se es- 
peraron á la fiesta. 

Los tres walies de común acuerdo enviaron sus cartas 
al rey Alfonso declarándose por sus vasallos , y acogién- 
dose bajo su fé y amparo , ofreciéndole salir contra el rey 
de Granada y no hacer con él nunca paz ni treguas sin 
su consentimiento , y aue el rey Alfonso tenia de ayudar- 
les y defenderles en las ocasiones que con él tuviesen. 
Holgó sobremanera el rey Alfonso de esta embajada , y 
les prometió en todo su favor y ayuda , y les propuso 
que sin tardanza comenzasen á guerrear contra el de Gra- 
nada , que de ello pasaba noticia á todos sus fronteros 
para que loe tratasen como á sus apazguados y buenos 



servidores. Los walíos lo hicieron como lo tenian en su 
corazón , y esparcieron sus algaras en la tierra de Gra- 
nada Esta diversión estorbó al rey Aben Alahmar la ida 
de Murcia , y el rey Alfonso pudo mas á su salvo hacer 
la guerra á los levantados de Andalucía y de Murcia. Pu- 
so cerco á Jerez y la combatió y estrechó por largo tiem- 
po , corriendo durante el cerco las tierras y fortalezas 
cercanas , y al fín de cinco meses de sitio los muslimes 
de Jerez se entregaron por avenencia salvas solamente 
las vidas , y asi los echó fuera de la ciudad que se que - 
dó despoblada , y todos sus moradores se esparcieron en 
pequeñas taifas por diversas partes de Ándamela , todos 
iban pobres y miserables , muchos pasaron á lo de Gra- 
nada j Y, ^^^^ ^ embarcaron y fueron á África : Málaga 
y Algeciras sirvió de asilo á estos infelices : fué 
esta despoblación de Jerez el año 663. También i 2165 
se entregó Sidonia , Rota , Soluca , Nebrisa y 
Arcos , y de todas salieron los miserables moradores sin 
otra cosa que sus personas , y los mas se acogieron al rei- 
no de Granada , de suerte que Aben Alahmar por una 
parte perdía la tierra , y por otra acrecentaba su pobla- 
ción. Dividió su hueste con ánimo de ayudar á los de 
Muroia que se mantenían y defendían bien , y con la ca- 
ballería de Granada salió él mismo contra los de Guadis 
y fronteras de Jaén , y con este campo volante á todos 
atendía y en todas partes se hallaba. 

CAPÍTULO VIH. 

EL EEY 6ACUH Y EL REY ALONSO SOLICITAN CADA UNO 
LA CONQUISTA DE MURCU. INTRIGAS Y AVENENCIAS SO- 
BRE ESTO. DESAVENENCIA ENTRE ALONSO Y ABEN 
ALAHMAR. 

Vinieron contra Murcia los del rey Gacum que pre- 



250 

tendian hacer esta conquista por su parte , y el rey Al- 
fonso también envió sus caballeros , pretendiendo ganar 
aquella tierra que era su primera conquista , y hacer rey 
de ella á su hermano don Manuel á quien mucho amaba. 
Esta competencia estorbaba sus intentos , y se acordaron 
los dos reyes en que el príncipe don Manuel casase cenia 
hija de Gacum, y así estaban convenidos. La reina lolant 
mujer dü Alfonso era hija de Gacum y hermana déla (jue se 
destinaba para reinado Murcia, lolantera vana y envidiosa 
y no tan bella como su hermana y sentía en el alma que 
aquella conquista sirviese para coronar á la que aborrecía^: 
así que, no perdonó diligencia para estorbarlo, y escribió al 
rey de Granada con grande interés de restituir la paz entre 
ambos estados , rogándole que propusiese al rey Alfonso 
unas paces que les facilitase á los dos el logro oe sus de- 
seos , que el rey de Granada allanaria á los walíes que 
hablan dejado su obediencia , y el rey Alfonso acabaría 
(le reducir á los rebeldes de Murcia. Al mismo tiempo sé 
hizo entender al rey de Granada que sus intentos eran 
de estorbar que Gacum ni al^no de su casa fuese due- 
ño de Murcia por satisfacer ciertas venganzas domésticas 
en que olla tenia sumo interés. Estas cartas y la confian*- 
za y conocmiiento que Aben Alahmar tenia del que las 
había traído , hicieron que sin dudar un punto, enviando 
i^us gentes á Murcia , escribiese al rey Alfonso conforme 
á los deseos de la reina , y á esta ofreció que haría cuan- 
to pudiese en su servicio. El rey Alfonso aprobó los par- 
tidos de Aben Alahmar ; sin embargo le convidó á unas 
vistas en Alcalá de Al)en Zayde para tratar sus cosas: al 
mismo tiempo hizo entender á los walíes que no los aban- 
donaría aunque para sus cosas le conviniese hacer paces 
con Aben Alahmar. Señalaron dia y ambos reyes se ha- 
llaron en Alcalá , y se trataron con mucha contianza. 

Después do largas pláticas concertaron amistosamente, 
(|ue el rey Aben A'anmar y su hijo el Amir sucesor del 



251 

eslado renunciaban á toda pretensión y derecho que cre- 
yesen tener á lo de Murcia , y por su parte el rey Alfonso 
no ayudaria ni ampararía á ios walíes de Málaga , Gua- 
dis y Gomares, para que pudiese Aben Alahmar reducir- 
los á su obediencia , y el rey Alíonso ofreció procurar 
por sí la avenencia y allanamiento , y pidió por ellos un 
año de tregua, durante el cual, si no conseguia que se avi- 
niesen con el rey de Granada, los desampararía para que 
á su salvo los sojuzgase : que el reino de Murcia queda- 
ria en obediencia del rey de Castilla , y siempre unido á 
ella ; pero aue se habia de dar en tenencia á un príncipe 
muslim que lo gobernase según sus leyes y costumbres, y 
que no se exigiese á los muslimes otro impuesto que el de 
la décima, que solian pagar de todos sus bienes, y de es- 
to la tercia parte fuese para mantenimiento del rey : asi- 
mismo se concertó que se perdonaba á los walíes y demás 
cabezas de la rebelión ; pero que saldrían desterrados 
del reino de Murcia el wall Abu Alaki , y Ips wasires 
Abu Bekre, Abu Adha y Abu Amru Aben Galib. Que 
Aben Alahmar en vez del servicio de la caballería que 
tenia de hacer al rey de Castilla en tiempo de guerra , le- 
pagaría ciertas parías en cada año , y solo acudiría á las 
cortes que se tuviesen de puertos aquende : que Aben 
Alahmar facilitaría el allanamiento de los de Murcia con 
las condiciones referidas. Firmáronse estos tratos de Al- 
calá de Aben Zayde por ambos reyes , y por el Amír su- 
cesor del reino de Granada , y por otros muchos nobles 
de la corte de Alfonso y de la de Granada : esto 
en año 664. 1266 

Entanto que en Alcalá se concertaba la paz , 
los caudillos del rey Aben Alahmar saltearon una gran 
recua de provisiones que iba para el campo de los cris- 
tianos , y pelearon venturosamente con los que la guar- 
daban y conducían. Con esta falta de mantenimientos y 
con los rebatos y salidas de los cercados, estaban los cti&- 



253 

llanos á panto de abandonar el sitio , y en especial por 
la mala inteligencia que habia entre los aragoneses y los 
de Castilla que unos á otros se mataban , y se alegraban 
mutuamente de sus desgracias. Partió el rey Aben Ala- 
mar á Murcia con el rey Alfonso , y escnbió á los walies 
de la ciudad y dé las fortalezas , y les persuadió que se 
viniesen á merced del rey Alfonso conforme á lo acordado 
en Alcalá de Aben Zayde , que era el mejor partido que 
se podia sacar , pues bien conocían que era imposible re- 
sistir solos al gran poderío de dos reyes, como eran el de 
Castilla y el de Aragón. Inspiróles asimismo qoe pidiesen 
por condición de su allanamiento, que no quenan pertene- 
cer á otro príncipe cristiano que el rey de Castilla , y asi 
lo hicieron de muy buen grado , y ajustaron su avenencia, 
y entró en Murcia el rey Aben Alahmar con el rey Aifon- 
so y con muchos nobles caballeros , y los de la ciiidad 
reconocieron por su rey y señor á Muhamad Abo Abdala 
Abea Hud , hermano del célebre rey Aben Hud , que es- 
te caballero fué el nombrado por el rey Alfonso , que le 
estimaba mucho por su moderación y su sabiduría. Aben 
Alahmar ofreció casas y posesiones en su reino á los wa- 
lies que debían salir desterrados de Murcia y se dispusie- 
ron á seguirle. El pueblo de Murcia estaba muy contento 
de tener un rey de su propia religión y de casta de reyes, 
y lo mas importante de tanta virtud , justicia y sabiduría. 
Así el rey Alfonso satisfizo su generosa vanidad de tener 
reyes por vasallos , y la reina lolant logró el triunfo que 
deseaba, porque su hermana no fuese reina. Bi rey Aben 
Alahmar quedó bien con todos, y se despidió del rey Al- 
fonso y se volvió á Granada muy acompañado. 

Venido el año de 665 , escribió el rey de Gra- 4267 
nada al de Castilla en como pensaba principiar la 
guerra contra los walies de Málaga , Guadis y Gomares , 
pues no manifestaban pensamiento do ontrar en su obe- 
aioncia sino por fuerza. E\ ro^ d» C^ysVvVV^ Vodsvvia inler- 



253 

izedlo por ellos ; pero Aben Alahmar envió sus caudillos 
contra ellos. Los walies acudieron á su defensa , y al 
mismo tiempo reiteraron «us súplicas y ofrecimientos al 
rey de Castilla para que no los abandonase. Ocuparon 
los de Aben Alahmar algunos pueblos y fortalezas de los 
rebeldes , y el rey Alfonso escribió al de Granskia que 
desistiese de la guerra , ó entendiese que la habria con él: 
que era menester avenirse con los walies , y que si los 
reconocia independientes y les daba las ciudades de Tarifa 
y Algeciras continuarian en su amistad. 

Cuando Aben Alahmar vio tal perfidia se llenó de saña 
y xiió orden para, allegar sus gentes y entrar en tierra de 
cristianos. Cuando estaba todo á punto le pareció raspon- 
der antes al rey Alfonso , y le escribió como estaba justa- 
mente quejoso de que no le guardaba las posturas de Al- 
calá de Aben Zayde , y ademas ahora le pedia no alguu 
castillo de la frontera . sino las llaves de su reino , que 
considerase la sinrazón que le quería hacer , que no aten- 
diese á malos consejos , y se acordase de obrar conforme 
á la nobleza de su corazón , y á lo que su buen procedi- 
miento y servicios merecian; que por su parte no trataba 
sino de reducir á los rebeldes de Málaga , Guaidis y Co- 
mares , y no entraría en tierras del rey Alfonso, en tanto 
que él no se mezcláse-en ayudarles ni favorecerles , y esta 
orden tenian todos sus fronteros. Envió estas cartas á 
tiem[)o que el príncipe Filipo hermano del rey Alfonso , 
el Zaím don mnio y otros ilustres caballeros de Castilla 
se desavinieron con su rey llevando á mal sus cosas, por- 
que se dejaba gobernar mas por su mujer que por su 
buen consejo , y se vinieron á Granada al amparo de 
Aben Alahmar cuya nobleza tenian bien conocida. 

Recibiólos como á tan buetios caballeros se debia , y 
todos fueron aposentados en casas muy principales» ^^\sv\s^ 
honrados del rey y de lodos sus waW^ '^ -w^svNfe ^^ ^SR» 
se ofrecieron á servirle en la euernv cowVx^ \«í» t^o^^R^^ 

Tomo IlL \^ 



I 



253 

líanos á panto de abandonar el sitio , y en especial p 
la mala inteligencia que habia entre los aragoneses y 1 
de Castilla que unos á otros se mataban , y se al^rab 
mutuamente de sus desgracias. Partió el rey Aben Ala 
mar á Murcia con el rey Alfonso , y escnbió á los walí 
do la ciudad y dé las fortalezas , y les persuadió que i 
viniesen á merced del rey Alfonso conforme á lo acorda( 
en Alcalá de Aben Zayde , que era el mejor partido qi 
se podia sacar , pues bien conocian que era imposible n 
sistir solos al gran poderío de dos reyes, como eran el ( 
Castilla Y el de Aragón. Inspiróles asimismo que pidiese 
por condición de su allanamiento, que no quenan parten 
cer á otro príncipe cristiano que el rey de Castilla , y a 
lo hicieron de muy buen grado , y ajustaron su aveoeDcit 
y entró en Murcia el rey Aben Aiahmar con el rey A¡R)ii 
so y con muchos nobles caballeros , y los de te cíiida< 
reconocieron por su rey y señor á Muhamad Aba Abdal 
Abea Hud , hermano del célebre rey Aben Hud , qoe ei 
te caballero fué el nombrado por el rey Alfonso , que 1 
estimaba mucho por su moderación y su sabiduría. Abe 
Aiahmar ofreció casas y posesiones en su reino á los wa 
líes que debían salir desterrados de Murcia y se dispasic 
ron á seguirle. El pueblo de Murcia estaba muy contmi 
de tener un rey de su propia religión y de casta de reye 
y lo mas importante de tanta virtud , justicia y sabiduría 
Así el rey Alfonso satisfizo su generosa vanidad de tcnt 
reyes por vasallos , y la reina lolant logró el triunfo qc 
deseaba, porque su hermana no fuese reina. El rey Abe 
Aiahmar quedó bien con todos, y se despidió del rey A 
fonso y se volvió á Granada muy acompañado. 

Venido el año de 665 , escribió el rey de Gra- 426 

nada al de Castilla en como pensaba prmcipiar la 

guerra contra los walíes de Málaga , Guadis y Gomares 

pues DO manifestaban pensamiento do (»ntrar en su obe 

dioncia sino por fuerza. E\ ro^ d^? C»^%VvVW VQdsysvoi inlor 



253 

i.edíió por ellos ; pero Aben Alahinar eiwió sos caudillos 
contra ellos. Los walies acudieron á su defensa , y al 
mismo tiempo reiteraron sus súplicas y oírecimienlos al 
rey de Castilla para que no los abandonase. Ocuparon 
los de Aben Alahmar algunos pueblos y fortdezas de los 
rebeldes , y el rey Alfonso escribió al de Granada que 
desistiese de la guerra , ó entendiese que la habria oón él : 
que era menester avenirse con los walies , y que si los 
reconocia independientes y les daba las ciudades de Tarifa 
y Algeciras continuarian en su amistad. 

Cuando Aben Alahmar vio tal perfidia se llenó de saña 
y xlió orden para, allegar sus gentes y entrar en tierra de 
cristianos. Cuando estaba todo á punto le pareció respon- 
der antes al rey Alfonso , y le escribió como estaba justa- 
mente quejoso de que no le guardaba las posturas de Al- 
calá de Aben Zayde , y ademas ahora le pedia no algún 
castalio de la frontera . sino las llaves de su reino , que 
considerase la sinrazón que loquería hacer , que no aten- 
diese á malos consejos , y se acordase de obrar conforme 
á la nobleza de su corazón , y á lo que su buen procedi- 
miento y servicios merecian : que por su parte no trataba 
sino de reducir á los rebeldes de Málaga , Guadis y Co- 
mares , y no entraría en tierras del rey Alfonso, en tanto 
que él no se mezcláse-en ayudarles ni favorecerles , y esta 
orden tenian lodos sus fronteros. Envió estas cartas á 
tiempo que el príncipe Filipo hermano del rey Alfonso , 
el Zaim don Nxinio y otros ilustres caballeros de Castilla 
se desavinieron con su rey llevando á mal sus cosas, por- 
que se dejaba gobernar mas por su mujer que por su 
buen consejo , y so vinieron á Granada al amparo de 
Aben Alahmar cuya nobleza tenian bien conocida. 

Recibiólos como á tan buetios caballeros se debia , y 
todos fueron aposentados en casas muy principales ^^\!k«>í 
honrados del rey y de lodos sus waVi^^ ví^sswe» ^^ ^<?b» 
se ofrecieron á servirle en la suerrai cowVcíi \a& ^c^o^^«^ ^ 

Tomo IIL \^ 



354 

y le rogamn que escusase cuanto fuese posible el ir con- 
tra el rey de Castilla , que solo contra él no le senrian, 
y Aben Alahmar alabó su nobleza , y luego partieron 
contra los de Guadis en compañía del Amir M uhamad sa- 
cosor del reino. En esta guerra hicieron estos caballeros 
notables proezas á competencia de los mas esforzados 
muslimes , y el rey Aben Alahmar les daba parte en las 
presas , y en todas ocasiones los honraba mucho. Como 
lenia tan divididas sus fuerzas no se hacia cosa de impor- 
tancia , sino talar la tierra y robar los pueblos, y ps^aban 
las estaciones y los años en una guerra que no tenia fin: 
asi que , Aben Alahmar cansado de tan prolijo goerrear 
quiso llamar en su ayuda al rey Abn Juzef , y le escribió 
para que le enviase alguna gente de caballería de Mar- 
ruecos para contener la soberbia del rey de GastiiJa , y 
obligar á los walies de Málaga, Guadis y ComaieB ¿ser- 
vir á la defensa de los muslimes de España y no á BBiCft- 
bamiento y perdición. Estas súplicas del rey Aben 
Alahmar fueron el año 670 , y los caballeros 42fl9 
cristianos sintieron mucho que el rey quisiese traer 
á España á los Beni Merinos , y se llenaron de temor lo- 
dos los cristianos luego que se divulgó que vendría el rey 
Abu Juzef. 

CAPÍTULO IX. 

IRJEilB ABEN ALAHMAR, Y LE SUCEDE SU HIJO MUHA— 

MAD II. VENCE Á LOS REBELDES. ENTREVISTA DE 

MUHAMAD Y ALFONSO EN SEVILLA. 

Entre esperanzas y temores pasó aquel año , y venido 

el siguiente avisaron los alcaides de las fronteras al rey 

Aben Alahmar , que los walies entraban la tierra con 

mucho poder , que \e& «¡KsVds» socorro de caballería y 

peonpíi. Encolerizóse e\ t^^ «eVw^ tk^\víísw. ^ ^ \«a:*^ %iqi^ 



255 

I ado dijo que luego se dispusiesen todos sus caballeros 
que queria salir á poner fin á tan larga y desventurada 
guerra. Procuraron tranquilizarle , pero no fué posible , 
y montó á caballo acompañado de la flor de su caballe- 
ría ^ y también de los cristianos que estaban en su corte 
salió de la ciudad : al salir de la puerta se rompió la lan* 
za al primer caballero que iba en los adalides , y esto 
tuvo el pueblo por mal agüero , aciaga é infausta señal , 
sin que fuese mas que el descuido de no bajarla al tocar 
en el arco. 

A poco mas de medio dia de camino se principió el 
rey á sentir indispuesto , y á la media hora le asaltó un 
grave accidente , fué forzoso volverle á la ciudad en una 
silla acompañado y asistido de todos los caballeros así 
muslimes coma cristianos que seguian sus banderas. La 
dolencia se agravó en estremo antes de llegar ala ciudad , 
fijaron allí su pabellón , los físicos le rodeaban sin saber 
que hacer , y á pocas horas le dio un vómito de sangre y 
convulsión , y le Uesó el decreto de Dios á la hora de al- 
masreb ó puesta del sol del dia jiuma ^9 de jiu- 
mada postrera del año 671 , y pasó á la miseri- 1273 
cordia de Dios. Hasta el punto que espiró estuvo 
á su lado el príncipe Filipo hermado del rey Alfonso. 
Luego se esparció la noticia de su fallecimiento , y todos 
lloraron la muerte de este rey como si á cada uno hu- 
biese muerto su propio padre. Enterróse con gran pompa 
en su propio cementerio , embalsamado en caía de plata 
cubierta' de preciosos mármoles , en que su hijo mandó 
poner este epitafio con letras de oro : « Este es el sepul- 
cro del Sultán alto , fortaleza del Islam, decoro del géne- 
ro humano , gloria del dia y de la noche , lluvia de ge- 
nerosidad f rocío de clemenca para los pueblos, polo déla 
secta , esplendor de la. ley , amparo de la tradicwiv^ ^ ^sr- 
pada de verdad , mantdoedor de bia m^x.\)x^& ^ \e<c]K^ ^^ 
la guerra , ruina de ios enemigoB , apo^o ifiX ^^xaAo ^ ^^ 



di 



256 

fensor de las fronteras , \encedor de las huestes , doma- 
dor de los tiranos , triunfador de los impíos , principe de 
los fíeles , sabio adalid de) pueblo escogido , defensa de Id 
fé , honra de los reyes y sultanes , el vencedor por Dios, 
ol ocupado en el camino de Dios , Abu Abdala Muha- 
mad ben Juzcf bon Nasar el Ansari , ensálcele Dios al 
grado do los altos y |usl¡ticados y le coloque entre los 
profetas , justos , mártires y santos , y complázcase Dios 
de él y le sea misericordioso , pues mé servido 
ue naciese el año 591 , y que fuese su tránsito 4495 
ia jiuma después de la azala de alasar á 39 de 
la luna jiumada postrera año 671. Alabado sea 4273 
aquel cuyo imperio no fína, cuyo reinar no prin- 
cipió , cuyo tiempo no fallecerá que no hay mas Dios que 
él , el misericordioso y clemente. » 

Luego fué proclamado el rey Muhamad su hqo oon ge- 
neral aplauso , paseó á caballo las principales caitos de 
la ciudad acompañado de la flor de la caballería , y des^ 
pues de acabadas las exequias de su padre no le olvidó , 
antes se propuso tenerle como presente en todas sus em- 
presas , imitándole y siguiendo sus ejemplos de prudencia 
y de virtud. Era este Muhamad secundo, magnífico, ani- 
moso y prudente : no hizo novedad en los prínciipales 
empleos de la corte , ni mudó el orden y división croe m 
padre tenia en los encargos y distmciones , asi de paz 
como de guerra : conservó la guardia que su padre tenia 
de caballeros africanos y andaluces. 

A los africanos mandaba un principe de los de Beni Me- 
rin , ó de Beni Zeyan , y los capitanes eran nobles masa- 
mudes , zenetes , ó zanhagas : á los andaluces mandaba 
un principe de la casa real , ó algún caudillo principal 
del reino distinguido por su valor. En esta ocasión por 
haber fallecido los dos hermanos del rey era caudillo de 
hs andaluces Aben Muza ^ el mismo que tenia su padre. 
Amplió las pagas y d\sí\iic\QinQ& «&V ^\^«^^>\cj^ 



á les bárbaros : pensaban algunos cortesanos adelantar 
su fortuna con el nuevo rey, pero desengañados con el 
tiempo formaron bando de descontentos, y con protesto 
de que Muhamad desconocía sus mérkos, y que era du- 
ro é intratable , le abandonaron y se fueron al partido 
de los rebeldes de Málasa, Guadís y Gomares. 

Ordenadas las cosas del gobierno , salió con su caba- 
llería contra los rebeldes que habian aprovechado la oca- 
sión y llevaban ^an presa de ganaoos y de riquezas , 
que habian robaao en tierra de Granada : acompañáron- 
le los caballeros de Castilla y alcanzaron cerca de Ante- 
karia á los rd)eldes , trabóse sangrienta batalla; y los 
cristianos hicieron prodigios de valor -á competencia délos 
de Granada , y rompieron y deshicieron el ejercitó de los 
walíes , quitándoles la rica presa que llevaban , y des- 
pués de haberlos perseguido algunas leguas , tomaron á 
Granada , y entraron en ella triunfantes. El rey Muhamad 
honró mucho á los cristianos y les hizo ricos presentes de 
armas, vestidos., caballosí y jaeces. 

£n este tiempo volvió de África el principe An— 
ric , y fué la causa de su ventea , que sospechó que 
el rey de Túnez trataba de matarle ; porque acaeció 
que esperando Anric al rey para salir á caza , le aguar- 
eaba en un patio del alcázar. £staba solo á la sazón, y 
sin saber por dónde , se halló con dos bravos leones que 
el rey tema enjaulados*, y el esforzado caballero sacó su 
espada para defenderse , y los leones no le osaron aco- 
meter . y sin turbación ni miedo se salió del patio, y avi- 
só á los leoneros que los guardasen mejor. El rey se escusó 
diciendo que había sido acaso ; pero Anric no se confió 
mas, y se despidió del rey y se vino á España. Su ve- 
nida llenó de cuidados la casa de su hermano el rey de 
Castilla, y desaprobó el favor que daba á los rebeldes de 
Málaga y de Guadis y le dijo que debia temet o^^^ ^^ifc- 
niMerinqueria pasar á España enaxnLvXvo ^<?\\^>i ^^^í**^- 



258 
nada. Ck)n esle recelo el rey Alfonso hizo escribir secreta- 
mente á su hermano y á los otros caballeros qne estaban 
en Granada j para que volviesen á sus tierras y olvidasen 
las cosas pasadas ^ y asimismo les manifestó que recibi- 
ría gran servicio en que tratasen alguna manera do ave- 
nencia con el rey Muhamad. Como estos caballeros eran 
tan estimados del rey Muhamad , no fué menester mucho 
para que accediese á sus propuestas, bien satisfecho de la 
nobleza y verdad de sus seguridades , y de cuanto por su 
parte le ofrecían. Deseoso do la paz de su reino, concer- 
¡aron unas vistas , y acompañaao el rey Muhamad de 
sus principales caballeros , y del principo Filipo , y del 
Zeim don Nunio y don Lop , y de los otros castellanos, 
salió de Granada y entraron en Córdoba : descansaron 
allí ciertos dias , y entraron en Sevilla , y el rey Ai/bnso 
salió á recibirlos^ caballo con gran pompa, yaposenlo 
al rey Muhamad en su propio alcázar , y le hizo (pndes 
fiestas, y le armó caballero á la usanza de Castilla, y le 
abrazó como amigo , y \yoT su mediación concertó las de- 
savenencias que tenia con su hermano y con los otros ca- 
balleros, y todos lo agradecian al rey Muhamad, y le 
atribuian todas sus satisfacciones. Era Muhamad de gen- 
til disposición , y tenia todas las cracias de una florida 
juventud : juntábase á esto su mucna discreción y la ele- 
gancia con que hablaba la lengua de Castilla : por esta 
razón se entretenía muchas veces con la reina lolant y 
con sus doncellas , y como cierto dia hubiese pntrado á 
visitar á la reina , esta le sorprendió con una impertinen- 
te súplica , que no esperaba Muhamad tratar negocios 
de política en el estrado de la reina. Dijole esta que tenia 
(]uc hacerle una súplica, y esperaba que se la concediese 
f)ues era cosa que estaba en su mano. Muhamad con 
mucha cortesía y comedimiento la respondió quo le man- 
daso, Ent()nces la reina le rogó muy encarecidament 
que roiicodioFíMin año do Vro^w^ ^ W nmíAvc* de Máhg» 



250 

Guadis y Gomares , que en eslo tiempo se trataría con 
oilosde avenencia. Concedióselo Muhamad disimulando 
su pesar , conociendo claro que la intención de los cris- 
tianos era tenerle así premiado y sujeto con aquella guer- 
ra interior aue le podia suscitar cada y cuando quisie- 
sen. Pocos dias después trató con el rey Alfonso sus 
avenencias y convinieron en la paz que entre ellos habia 
de haber, la comunicación y trato do sus vasallos con 
iguales seguridades y franquezas, y el servicio de cierta 
cantidad de milcales de oro que deberia pagar Muhamad 
en cado año por el servicio de la caballería que su padre 
solia hacer al rey de Castilla. En el negocio cielos walies 
el rey Alfonso propuso lo mismo que ya habia dicho la 
reina lolant , y so acordó conforme á la palabra que ha- 
bia dado Muhamad. Luego se despidió del rey Alfonso 
y de la reina lolant y de los infantes su^ hermanos, que 
todos estimaban mucho á Muhamad, y el infante Filipo , 
y don Manuel y don Anric le acompañaron hasta Mar- 
chena : fueron estas vistas de Sevilla en ramazan 
del año 671. Í27;i 

CAPÍTULO X. 

ESCRIBE MUHAMAD Á ABU JUZEF EL ESTADO DE LAS 

COSAS, TESTE VIENE Á ESPAÑA. SU PRIMERA VICTORIA . 

MUERE EL INFANTE D. SANCRO DESPlifiS DE LA 

BATALLA. 

Llegó Muhamad á Granada muy poco satisfecho de 
esta negociación , y así estaba descontento ; pues veía 
perdida la ocasión de entrar en tierra de Guadis y de Go- 
mares ; que debia esperar un año para hacer guerra á 
ios rebeldes que entre tanto tcnian comodidad para repa- 
rarse y prevenirse. Preveía aue pasado el ^Iím^ ^«wkv 
auxiliados como antes del rey w^ C»s\\\\?^ ^ ^\^ v^\Cvft '?Rí'>?cv 



2()0 

teresaba en mantener aquella guerra civil ; que él había 
compaesto las desavenencias de sus enemigos los cristia- 
nos , y estos le tenian á él enredado en las suyas é im- 
Cbilitado de acabarlas sin una violenta determinación, 
o esto revolvía en su pensamiento : así que pospuesr- 
to todo inconveniente, escribió al rey AboJuzef, re6- 
riéndole los males que aquellos v^aHes le causaban con su 
rebeldía, que unidos con los cristianos le corrían y talabas 
la tierra, y debilitaban el estado en términos, que solo exis- 
tía el Islam en Andalucía por su ingenio y mañería en 
contemplar á los cristianos. Que en la división que los 
walíes causaban no habia fuerzas para oponerse con 
prudencia al poder de los cristianos sus naturales y co^ 
muñes enemigos. Que esperaba recuperar toda la Anda- 
lacia si el rey A bu Juzef le socorría ; que para que pu- 
diese venir con mayor comodidad le daba los puá*t06 de 
Albadrá y de Tarifa , porque lo sirviesen de preódioB en 
c{ue pusiese sus armas y provisiones. Con gran oootaDle 
recibió Aba Juzef estas cartas , y luego respondió sd rey 
Mubamad aceptando sus ofrecimientos, y desde lue^ en- 
vió diez y siete mil hombres que entraron en aquellas ciu- 
dades , y poco después dispuso mas gentes para pasar él 
mismo. Toda España se atemorizó de este pasaje de los 
Beni Merines. Los walíes de Málaga y Gomares y Go»- 
dis temieron el primer golpe de esta máquina, y se apre- 
suraron á concertarse con el rey Muhamad que respondió 
bien á sus intenciones. Entre tanto las tropas de Abu Ju- 
zef se encaminaron desde luego á tierra de Málaga confor- 
me les estaba ordenado por su Amir. 

Pocos días después desembarcó el rey Abu Juzef cor 
gran caballería é infantería innumerable, que tardó mucbo 
tiempo en cruzar el estrecho. Los walíes salieron á recibir- 
le y estuvieron con él hasta que llegó Muhamad el rey de 
Granada. El rey Abu Juzef compuso sus desavenencÍM, 
y reprendió á los ^a\'ve% ?ml ^vswyt^\^ Vasv ^ryadicial al 



961 
bien de los muslimes , les mandó que estuviesen en adelan- 
te unidos y siempre en servicio del rey de Granada y co- 
mo que no podian conservar sus estados sin esta unión y 
obediencia. Luego se trató de la manera en que debian 
hacer su entrada contra los cristianos , y acordaron que 
Abu Juzef entrase en comarca de Sevilla, y comenzase á 
talar la tierra de Ecija , que el rey Muhamad con algunas 
compañías de caballos alárabes mandados por Yanye y 
Osman dos caudillos hermanos muy esforzados , y con la 
caballería de Granada acometería lo de Jaén , y los wa- 
líes de Málaga , Guadis y Gomares entrarían la tierra de 
Córdoba. f 

La nueva del pasaje de Abu Juzef llenó de pavor á 
los cristianos, apellidaron la tierra , hicieron llamada de 
sus gentes y toda España se conmovió. Allegaron de pres- 
to sus huestes , y el esforzado Zaim don Nunio que man- 
daba en la frontera salió cerca de Ecija contra los musli- 
mes : los que le acompañaban eran la flor de la caballe- 
ría de los cristianos , y muy buena infantería. Avistáronse 
los pendones de estas huestes , y si bien don Nunio en- 
tendió que los de Abu Juzef eran muy gran gente doble 
que la suya , todavía , ó por vano y temerario , ó por fa- 
talidad le pareció que no podia sin mengua escusar la pe- 
lea ; así que , sin dilación ordenó sus haces y acometió á 
los muslimes. Abo Juzef hizo también que acometiese su 
caballería ; la tierra se estremeció al estruendo de los 
atambores y trompetas , y al horrible alarido de los com- 
batientes, üilatáron los muslimes sus haces y rodearon á 
los cristianos que peleaban con mucho valor ; pero envuel- 
tos por los alárabes fueron vencidos , y solo se salvaron 
los pocos que huyeron á la cercana ciudíad de Ecija. Don 
Nunio murió peleando como un bravo león, y por su lan- 
za murieron muchos valientes muslimes. De lo&cx^\^si£2^ 
quedaron en el campo mas de ocho m'A c,«lA^n«c«8» ^ >i «^— 
tre elJos e¡ del ya dicho caudiWo. ¥ué «5.Vsy Vosá^^ 



i62 

victoria al principio del año 67^. £nvió Abu Juzeí 1 273 
al rey de Granada la cabeza do don Nunio , y una 
carta en que le referia las circunstancias de aquel día de 
gloriosa venganza del Islam. Decíale también como le en- 
viaba la cabeza del caudillo de los cristianos, aunque mas 
hubiera querido tomarle vivo y enviársele en cadena. 

Muhamad el rey de Granada si bien holgó mucho de 
aquella victoria de los muslimes , todavía mostró que le 
p^ba en el alma de la muerte de don Nunio , y ai ver 
su cabeza cortada apartó sus ojos de ella y se tapó ia cara 
con ambas manos diciendo , ¡ guala mi buen amigo que no 
me lo merecías I porque este caudillo fcé muy su apasio- 
nado , y le acompañó y honró mucho cuando Muhamad 
estuvo en Córdoba y en Sevilla , y le habia siempre man- 
tenido amistad desde que estuvo retirado en Granada. 
Mandó Muhamad canforar la cabeza y poneila en una 
preciosa caja de plata , y después la envió á. GMoba 
muy honradamente para que la enterrasen. 

Abu Juzef cercó al día siguiente la ciudad de Ecija; 
pero los cristianos la defendieron tan bien que los alára- 
bes no osaban acercarse á sus muros , por el gran daño 
que les hacian con las ballestas. Esto forzó á poner el 
campo mas apartado de la ciudad , y esparció sus algarw 
que corrieron toda la tierra de Córdoba , y pasaron el 
Guadalquivir y robaron los ganados que los cnstianos ha- 
bían pasado allende el rio temerosos de los almogavaree, 
y el rey Abu Juzef puso sii campo entre Ecija y Palma. 
Muhamad con los de Granada entró con poderosa hueste 
por tierra do Jaén y corrieron y talaron toda la de Harf y 
Martes , robando ganados y cautivando mujeres y niños, y 
allí se juntaron también las algaras de losM^alíesde Má- 
laga , Guadis y Gomares , y los arrayaces do Andaras y 
de Baza. Estos y las compañías de africanos que acaudi^ 
/lahan Vahyo yOsmausfódeVwNwstott rorra do Marios con 
^/ rfospojo y jj;ran pre5^c\wv\\ííN«\>wv. 



26:) 
Los criálianos que habían venido de Tolaylola y de (la 
lalrava y oirás partes de Castilla venian acaudillados del 
principe don Sancho , y tuvieron allí noticia de esta gran 
cabalgada de los moros de África , y este como joven ar^ 
diente y poco práctico en las cosas de guerra , deseoso de 
gloria se adelantó con su caballería desde la torro del 
campo , y sin esperar que llegase toda su gente acometió 
á los muslimes con increíble ímpetu y denuedo , pero lo- 
caballos alárabes los rodearon por todas partes y alanzea- 
ron á lodos sus caballeros. El príncipe fué conocido poi 
sus vestidos y le lomaron vivo , y como los A frícanos qui- 
siesen enviarfoá su señor A bu Juzef, y los arrayazes dr 
Andarax y Uaza á Mnhamad de Granada, hubo entre 
ellos contienda sobre qtiien le llevaría, y á quién con nvdí 
razón perteneciese. Los africanos con gran soberbia se 
atribuían la victoria , y decian que sin su venida y asis- 
tencia nunca los granadíis hubieran visto las aguas del 
Guadalquivir. Ofendidos de esto los andaluces revolvie- 
ron sus caballos y estaban á punto de trabar entre sí cruda 
pelea. Entonces' el arraiz Aben Nazar , que era de la 
casa de Granada , dando de espuelas á su caballo arreme- 
tió al cautivo D. Sancho y le pasó de una lanzada di- 
ciendo : «No queria Dios que por un perro se pierdan 
tantos buenos caballeros como aquí están.» El infeliz cayó 
nmerto y le cortaron la cabeza y la mano derecha , y s<^ 
dividió entre los dos partidos , los alárabes se llevaron la 
cabeza , y los de Andalucía la mano del anillo. Al dia si- 
guiente llegaron los crislianos acaudillados de Alfonso 
ben llorando , rey de Castilla , y con el deseo de vengar 
la maerie de don Sancho (4) acometieron con mucho es- 
fuerzo á los muslimes cerca de Hasn Assahara : la bala- 
Ila fué muy porfiada y sangrienta , que de ambas parles 
pereció mucna gente ; pero los muslimes se mawV>\N'\^x«NN 
en el campo , y aquella noche so riiVirwoxv vcnw %\\ y^^?^*^ 
cjwo Jas cristianos no les pucWovnT^ coVv av . 
7 ' 5'^ hijo awuln \ ffhnf ih. 



36Í 

CAPÍTULO XI. 

TREGUAS DE A BU JUSEF CON ALFONSO. PONE ÉSTE SI- 
TIO Á ALGECIRAS CON INFELIZ ÉXITO. NUEVAS TREGUAS 
ENTRE ALFONSO Y ABEN JUSEF. CONCIERTO ENTRE El. 
REY DE CÓRDOBA Y EL PRÍNCIPE DON SANCHO. 
ÁRMASE CONTRA ÉL SU PADRE. MUERE ÉSTE. 

Entre tanto el rey Abu Juzef corria libremente la tierra 
de Sevilla , y como tuviese nuevas de que los cristianos 
allegaban gran gente de todas sus provincias , y qae ar— 
mal^n sus naves para estorbarle la vuelta á África , se 
retiró hacia Algecira Alhadra con rica presa de ganados 
y cautivos. Las naves de los cristianos cnuahao el mar 
del estrecho y no le fué posible pasar á la oUft banda ; 
su numerosa hueste padecía ya falta de provittQDe& , asi 
que antes de venir á mayor apuro trató de avenencia y 
treguas con el rey Alfonso , y la concertaron por dos 
años muy á gusto de ambos , y sin consejo ni comunica- 
ción con el rey Muhamad de Granada , que hubo gran 
pesar de estos tratos que no esperaba de la nobleza de 
Abu Juzef. Los walíes de Málaga y de Guadis cuando 
vieron en tregua con los cristianos al rey Juzef se retira- 
ron á sus ciudades , y el de Málaga se fué para el rey 
Alfonso y se concertó con él y se ofreció como antea á su 
obediencia , escusándose de lo pasado por el gran poder 
del rey Abu Juzef que le habia obligado á umrse con el 
He Granada. 

Muhamad procuró fortificar sus fronteras , armó sus 
gentes y se dispuso á cuanto viniese , desconfiando de 
Abu Juzef que solo atendía á su provecho y olvidaba 
cuanto debia á su amistad , á su generoso procedimiento 
roD éi , y en suma vio que solo puede el hombre confiar 
^n su criador : pslo si (\uo os xev^^^^tQ ^xw^«s^d<>c. So- 



265 

bre (odo le pesaba de haberle cedido los dos puertos d^ 
Algeciras y de Tarifa , que eran las llaves de Andalucía. 
Dos años pasaron sin guerra abierta ; pero habia frecuen- 
tes entradas de frontera por los campeadores cristianos y 
almogávares graüadíes. Entretanto el rey Muhamad pre- 
venia cuanto era necesario para comenzar la guerra au- 
siliado de su primer wasir Aziz ben Aly ben Abdelmenam 
de Denia , y en los ratos que hurtaba á estos principales 
cuidados se entretenia en la poesía y en la elocuencia con 
este Aziz ben Aly su wasir , que este así como era muy 
parecido al rey en el semblante y en la gentil disposición, 
también tenia las mismas prendas de ingenio y de erudi- 
ción , los mismos sustos y la misma edad ; de suerte 
que todas las virtudes concurrian á reunir sus ánimos. 
Tenian frecuentes conferencias entre si y con los mas 
distinguidos sabios de Andalucía , v era franca la entrada 
en el alcázar á los sabios , filósofos , médicos y astró- 
nomos. 

En este tiempo el rey Alfonso puso cerco á Algeciras 
|)or mar y por tierra , aplicó máquinas é ingenios que la 
combatian de dia y de noche , y en el mar puso muchas 
galeras armadas que no permitían entrar provisión en la 
ciudad. Los muslimes hacían salidas muy raertes y traba- 
ban escaramuzas muy sangrientas con los del campo. Du- 
rante el largo cerco como faltase provisión á los de las 
naves y á los del campo por una y otra parte se descuidó 
el fervor del sitio , y los de las galeras enfermaron y les 
fué forzoso dejar el mar, y acamparon en la isla quedando 
las naves desamparadas. El rey Abu Juzef que estaba en 
Tanja avisado por sus espías del descuido do los cristia- 
nos y de la falta de gente que tenian sus naves , hizo pa- 
sar de Tanja catorce saleras grandes bien armadas, llenas 
de gente muy escogida , y dieron dQ improviso en la ar- 
mada cristiana y quemaron las galeras y á cuL^\\VAf&Vw^^^ 
en ollas , pspctácnlo muy a\oí;,r^ ^"av?^ \íí^ ^twc'i'^^^'^ ^ ^- 



fio mucha diíse peracion y rabia para los del cam[)0. Te- 
da vía iiitenlaron los muslimes desembarcar y conlra su 
esperanza hallaron tan poca resistencia de parte do los 
cnstianos, que todos sallaron en tierra, mataron á cuan- 
tos pudieron alcanzar , y quemaron todas las chozas que 
los cristianos tejiian en la costa; así con ayudado Dios 
se libró la Algecira Alhadra, que estal)a ya para perderse, 
y con pocos muslimes se logró destruir á los enemigos, 
y sacar á los vt^cinos de las angustias do la noche a l<i 
respiración dul dia 15 de rabió primera del año * 
678. 1.0S fugitivos del campo llegaron ¿ Sevilla 1271) 
llenos de pavor. Luego fué la nueva á Tanja, y el 
rey Juzef pasó muy contenió á Algecira y se basteció 
con provisiones y armas , y mandó el rey poblar un« 
nueva ciudad en el mismo cam|)o que habían ocupado 
los cristianos , y con este molivo se detuvo attl muchos 
dias , y el rey Alfonso viendo que la fortuna no tavorec'ia 
sus empresas escribió al rey Juzef y concertaron bus 
Irtíguas. 

Muhamad el rey de Granada salió ú correr la frontera 
y entró hacia Marios robando y talando la tirrra de Ecija 
y de Córdoba. Por su parte el rey Alfonso allegó su hueste 
contra el rey de Granada , y quiso acaudillarla por ri 
persona , y en Alcalá de Aben Zayde enfermó en los ojos 
y no pudo pasar do allí , y envió con la gente que traía 
á su hijo oí príncipe Sancho que corrió la lierra talando 
viñas y olivares. El rey Muhamad mandó poner ciertas 
celadas en cercanias de Ilisn Moclin , los fronteros de 
(iranada los fueron ll(»vando á las celadas , que los cris- 
tianos crcian fuga lo que ora estratagema , y los seeiiian 
con mucha seguridad y fiereza. En llegando á las celadas 
Muhamad les dio horrible bal alia en que muriei-on i:asi 
lodos los cruzados y oíros muchos de los principales cu- 
balIfTos : mas de dos mil y (x-hocientos (|U(Htaron en el 
fwn¡}0 pura ¡lasin <W aví^ \ Vvtws. \ V- s\\«yvWH\ 



267 

alanceando hasta su campo. £1 principe Sandio áiú 
aquel día muestras de gran caballero que siempre estuvo 
peleando en la delantera como un bravo león ; pero el 
rey de Granada le obligó á retirarse á sus fronte- 
ras: esto fué al principio del año 679- Al año si- 42180 
guíente los cristianos deseosos de venganza entraron 
con poderosa hueste en la vega do Granada; el rey Muha- 
mad que estaba bien prevenido salió contra ellos con cin- 
cuenta mil hombres que armó en pocos dias, y con kk mas 
florido de este grande ejército se adelantó contra los cris- 
tianos , y les dio una sangrienta batalla : el principo San- 
cho aunque muy animoso y diestro en los ardides de la 
batalla : fué forzado á ceder el campo , y con grave pér- 
dida se volvió á sus fronteras. 

El principe Sancho por desavenencias que tuvo con su 
padre el rey Alfonso envió sus cartas al rey Muhamad, y 
ofreció su amistad y alianza contra lodo el mondo , y fío 
al rey de Granada el fuerte de Arenas que habia toma- 
do el rey Alfonso. Viéronse ambos en Pri^ y so trataron 
como si de largo ti^npo hubieran sido amigos , concerta- 
ron sus tratos de alianza , y sentadas sus cosas partió 
c^da uno á prepararse para la guerra. Luego que ol rey 
Alfonso entendió los tratos de su hijo con Muhamad te- 
mió mucho de sus alianzas , y escribió al rey Juzef, que 
oslaba en su nueva obra de Algecira , rogándole que le 
quisiese ayudar contra su hijo. Respondió bien á sus 
mecos el rey Juzef, y le envió una buena hueste de ca- 
ballería , y él mismo salió con su infantería y fueron 
juntos contra el príncipe Sancho que se fortificó en Cór- 
doba j y los del rey Alfonso y los de Juzef le cercaron 
en ella cerca de un mes , y combatieron la ciudad con 
muchas máquinas y truenos ; pero los cristianos la defen- 
dieron bien. Levantaron el campo avisados de que el re^ 
Muhamad iba contra ellos con todo s« ^loAftT ^ >^ ^^\\\««^s^ 
ron In cRhaihriH Ih fierra do Aní\\VyAT ^ \vv^^^?«^ .^. V^" 



268 

learon cerca de Ubeda con la caballería de Granada que 
les obligó á retirarse sin que pudiesen ocupar ciudad ni 
fortaleza; ni sacar presa alguna, y con esto Abu Juzef 
se tomó ¿ Algecira y el rey Alfonso á Sevilla , y poco 
después el rey Juzef se partió á Tanja. 

Él deseo de ven^inza y las instancias del rey Alfonso 
hicieron que Abu Juzef tornase ¿ pasar ¿ Andalucía con 
nuevas tropas de caballería y de infantería para hacer la 
guerra al rey Muhamad y al príncipe Sancho , y en esta 
pasada llevó en su compañía á su niio Abu Jacub. Pa- 
saron ambos á Sevilla y los recibió y íiospedó con mucha 
honra el rey Alfonso , y en Hasn-Azzahara ccmcertaron 
como harían la guerra , que Abu Juzef ealrase contra el 
rey de Granada y llevase mil caballos cristíanoB que Ce- 
nia el rey Alfonso. Salieron estas tropas y peleeron cerca 
de Córdoba con los del príncipe Sancho y k» vencieron y 
se retiraron á la ciudad ; en el alcance tomaron Vo& ciia- 
tianos del rey Alfonso algunos prisioneros y e&vUuroido8 
á Sevilla . y con ellos las cabezas de algunos principales 
caudillos del bando del príncipe Sancho, de que holgó ma- 
cho el rey Alfonso. 

El rey Muhamad de Granada salió contra la hueste de 
Abu Juzef y contra el walí de Málaga que también se ha- 
bía unido con el rey Juzef y con los cristianos ; pero 
estos y sus auxiliares nunca quisieron entrar en batalla 
campal de poder á poder^ sino en reñidas escaramuzas, 
evitando Compre el trabarse ni ocuparse todos. Los cris- 
tianos que iban en la hueste de Abu Juzef todo lo que- 
rían llevar á sangre y fuego , y el rey Juzef no lo permi- 
tía, procurando rüacer la guerra con el menor daño posiUe. 
De aquí procedió que estos caballeros cristianos im- 
pacientes y acalorados se retiraron de la hueste y se fue- 
ron á meter en Sevilla , llenando al rey Alfonso de sospe- 
chas y desconfianzas de la amistad del rey Abu Juzef. 
Contáronlo romo no pertuvú'A ^^ V«fe ^^\^% v^^sau los 



269 

campos , ni quemasen las aldeas, ni matasen los hombres, 
conlentándose con robar las poblaciones y tomarles los 
ganados que encontraban al paso , que se veía claro 
que Abu Juzef no guerreaba de corazón contra los de 
Granada , que tal vez no dtendra sino á ganar los pae^ 
blos y alsarse con la Andalucía. El rey Alfonso se dejó 
llevar de estas cosas que sus caballeros le decían , y es- 
cribió al rey Juzef con mucha amargura diciándole : 
que se retiraba de Sevilla porque estaba temeroso de 
estar tan cerca de sus enemigos , porque conocia que aun 
los que se preciaban de ser sus amigos , ó le abando- 
naban ó no naciaBí por él cuanto pudieran : asegurán- 
dole al mismo tiempo . que jamas Je habla pasaifcr por 
el pensamiento el recelar de él ingratitud ni perfídia. Abu 
Juzef estrañó mucho las desconfianzas del rey Alfonso, y 
como le fuese forzoso partir para Algecira escribió al 
rey para que no recelase de su sincera amistad, ni caye- 
se en sospecha de que trataba de abandonarle, dicién--> 
dolé que no le faltaria mientras viviese , y que haría 
cuanto en ól estuviese porque tríunfase de sus enemigos, 
y lograse vivir en segura tranquilidad , que bien sa— 
íiia que él era rey de la noble casta de los reyes de Beni 
Merin , que se preciaban de generosos en la protección 
de sus amigos , hasta prodigar sus propias vidas por de- 
fender á los que se acogen bajo su É y amparo. Poco 
después el rey Abu Juzef se retiró á Algecira. £1 rey Al- 
fonso adoleció y con sus pesadumbres domésticas se agra- 
vó su dolencia y acabaron sus días. Fué este rey un 
hombre muy discreto y bien entendido , muy gentil* filó- 
sofo , astrólogo y matemático , y compuso las tablas as- 
tronómicas célelñ^s, que de su nombre se llaman Alfonsi- 
nas. Era muy humano y franco , á todos hacia bien^ y 
trataba siempre con sabios muslimes , judíos y cristianos; 
¡)ero su reinado fué de poca ventura poi: c^xisa. ^«sí. '«o&Vv' 
jos y hermanos que Je movieron %\iwt^s e\NAes>, ^ ^«i V- 
dieron bon de reposo. 



CAPÍTULO XII. 

(.ONtiRESO DE LOS REYES Y WALÍBS MUSLIMES. HLERTE 

DE ABU JUZKF. TOUA. D. SANCHO A TAJUFA D£SPt'£S 

DE QUEMAR LA ESCUADRA DE ABU JACUB. 

Sucedió en lodos los oslados de Alfonso su hijo el prín- 
(jpe Sancho. £1 roy de Granada Muhamad le envió sus 
mensajeros que le diesen la enhorabuena de su procla- 
mación. Todos los pueblos de Casulla le reconocieron y 
juraron , y revalidó su amislad con el rey de Granada. 
El rey Abu Juzef sinlió mucho la muerte del rey Alfonso 
y envió sus carias de pésame al rey Sancho con ei Arraiz 
Abdelhac , y al mismo tiemp le daba muestras Je oucel 
amigo del padre siendo rey, podia laminen serlo del /lijo 
siendo roy : que deseaba saber como quena pasar cow 
él. El roy Sancho resi)ondió, decid á vuestro aeñm, qüie 
hasta ahora me ha talado y corrido las tierras con sus al- 
garas , que yo estoy dispuesto á lo duce y á lo agrio, que 
escoja lo que quiera ( I ) . Con osla respuesta Abu Juzcl 
se ensañó y mandó correr la tierra de Sidonía, Alcalá y 
Jerez , haciendo tanto estrago como una tcm|)cstad. Ei 
rey Sancho juntó gran caballería así de cristianos como 
do muslimes , y partió contra el rey Juzef que tenia 
(*.crcada la ciudad de Jerez , y la tema puesta en mu- 
cho aprieto; pero avisado Abu Juzef de los campea- 
dores de iru hijo Abu Jacub que llevaba la delante- 
ra de su hueste , no quiso aventurar una batalla con 
aquella gente tan osuda , conducida de un roy joven 
y bélicos») , lleno de esperanzas y sin género do temor 
i\M que, Al MI Juzef se retiró á Algecira, y poco despue- 

(i) IMcon iiurstras crónicas: ya tengo en una inanoc' 
pan y en olrn el \>a\o , tvw ^st*>\^ \*i v\wví v\wv*i«a. 



«7t 

escribió al roy Muhamad do Granada diciéuduie uue el 
no habia venido á Andalucía fiara mal do los mutílimeti 
y que deseaba antes de su partida componer larf desave- 
nencias que entre ellos habla ; pues eran tan fatales <)ue 
arriesgaban la seguridad del estado : que le regalía si se 
preciaba do buen muslim , que concurriese á una» vistas 
en AJsecira , ó señalase lugar aue mejor le pareciese, 
que allí vendrían también los walios de Málaga , Guadis 
y Gomares , y todos quedarían en paz y como con venia. 
El rey Muhamad holgó de esta proposición de Abu Ju- 
zef , y respondió que le placía, que luego pensaba |)0* 
nerse en camino para Algecira , y así lo hizo. 

Juntáronse allí ambos reyes y luego llegaron los walíes 
y entró en el consejo Abu Jacub hijo de Abu Juzef. lüsto 
les habló de la necesidad de la concordia de los príncir)os 
muslimes , que entendía que estando ellos unidos podían 
muy bien mantener sus tierras contra el poder de los cris- 
tianos sus naturales enemigos ; pero que si vivían desu- 
nidos , y andaban en guerra y desavenencias entre sí no 
era posible conservarse. Al roy de Granada dijo que á él 
pertcnecia principalmente el cuidado de los muí>limes de 
Españu ; pues era el príncipe mas poderoso de ella , que 
lio confíase tanto de la amistad del rey de Castilla , que 
siempre los puercos comerán bellotas , y las cabras tira- 
rán al monte , que los cristianos no perdían un punto del 
pensamiento el dañarles, y solo hacían con ellos paces 
cuando no tenían comodidad para hacerles la guerra , que 
sus tratos procedían siempre de sus urgencias y particu- 
lares intereses , no de horror á los males y atrocidades 
que trae la guerra , ni por humanidad y benevolencia. A 
los walíes de Málaga , Guadis y Gomares dijo que ora ne- 
cesario que se pusiesen en obediencia del rey de Granada 
ó suya , pues no podían mantener por si el señorío que 
ocupaban. Los walíes replicaron que no hahv^ti n^wAíí -í». 
las vistas |>ara (¡ue se I raíase de despo^arV^ ^<i «^x"?- \«3ft^- 



ara 
siones , sino á tratar de paz y de concordia entre si , que 
el rey Juzef proponía cosas muy discretas y prudentes: 
pero concluía muy mal , que ellos estaban prontos á unirse 
con cualquiera principe muslim (|ue guerrease contra ke 
cristianos ; pero que no consentirían dejarse alropellar de 
principes muslimes que se concertasen para arruinarlos, 
pudiendo valerse en tal caso del &vor y ayuda de qoien 
quiera que fuese poderoso para ampararlos. El reyliQ' 
hamad dijo : que no tenia mas interés que la gloria del 
Islam , que lo que decia Abu Juzef era muy fundado , y la 
esperiencia y la historia acreditaban la solide» y finneía 
de sus razones. Asi acabó la conferencia sin conciuír cosa 
do provecho. £1 rey Muham^d partió jpara Granada , y 
los palies quedaron menos satisfechos diel disimu/aGfo de^ 
sinteres de Mu hamad , que de la franquea y sinceridad 
del rey Abu Juzef, y de secreto concertaron con él dé es- 
tar en su obediencia y pagarle cierto servkao.SV Te>[ luifif 
holgó de esto y se partió á Málaga , con el wiUde aque- 
lla ciudad , persuadióle tanto y le hizo tales promesas, 
(otros dicen que fueron amenazas) que el wali te oe^ el 
señorío de Málaga , y tomó posesión de ella en 39 
de la luna de ramazan del año 679, y puso en 1281 
ella por wali á su caudillo Ornar ben Motily el Ba- 
tuy j y para evitar toda ocasión de levantamiento ú sedi- 
ción envió á África el wali de Málaga , y le dio en Marrue- 
cos Alcázar de Ketama y otras buenas posesiones. 

Cuando el rey de Granada entendió los secretos tratos 
de los walíes , y como Abu Juzef habia tomado el señorío 
de Málaga tuvo de ello gran pesar, y le llegó al alma el 
ver en manos mas poderosas aquella preciosa joya de n 
(;orona que le tenian usurpada ; con todo eso disimuló so 
sentimiento y trató de cultivar su amistad con el rey Sao- 
('ho de Castilla , esperando que el tiempo y las circun^ 
tancias le ofrecerían oportunidad para reparar sus cosas. 
El rey Abu Juzet Vot\>ó d kV%<ad\-<a< All\adrá ^ y allí enfei^ 



273 

nió y se le agrabó su dolencia hasta que pasó á la 
misericordia de Dios el año 685 en la luna de safer. 4 286 
Sucedióle en el reino su hijo Juzef Abu Jacub , que 
luego pasó á Marruecos donde fué proclamado y recibió 
la jura de todas sus provincias. Acabadas las fiestas de su 
proclamación tomó otra vez á España , y le salió á visi- 
tar al rey Muhamad de Granada , y le encontró en Myp— 
(ola y allí confirmaron sus amistades , y pidió el de Gra- 
nada al rey Abu Jacub que no amparase á los walíes de 
Guadis y Gomares, que intentaban mantener la discordia 
y desavenencia entre los muslimes de Andalucía. Abu 
Jacub le pidió que los tratase de persuadir y ganar mas 
por vía de negociación que por fuerza de armas ,*que de 
las discordias de los grandes siempre el daño y la mala 
ventura principia con la destrucción de los pequeños. 
Muhamad le manifestó los mismos deseos , y le aconsejó 
que tratase de paces con el rey de Castilla , y Abu Jacub 
por complacer al de Granada envió sus cartas y mensaje- 
ros al rey Sancho para apa^uarse con él , y el de Castilla 
respondió bien á sus deseos. Con esto se volvió á África á 
Cyontinuar allí las guerras en que estaba ^y Dios le dio in- 
signes victorias : y como después de largo cerco tomase 
la ciudad de Telencen se entretuvo en ella mucho tiempo 
adornándola de fuentes , baños y mezquitas. 

Después que Abu Jacub se partió á África el rey do 
Granada ganó con muclias dádivas á Omar el Batuy, 
walí de Málaga que la tenia por el rey de Marruecos , y 
le dio la fortaleza de Salubenia en propiedad porque se 
hiciese su vasallo , y así lo concertaron : al mismo tiem- 
po envió el alcaide de Andarax para una negociación con 
el rey Sancho , recelando que el rey Abu Jacub quisiese 
entrar en Andalucía con gran poder. Luego tuvo noticia 
de estos tratos el rey Abu Jacub , que no eran cosas de 
tan poca monta que pudiesen estar mucho Vxevw^ 'Sfect^- 
tas : en especial te o/endíó la felonia de\ nv^\ dka^^*^^-» 



274 

y trató de venir á castigarla. Allegó bus tropas y pasó á 
Algecira y entró la tierra y puso cerco á Bejer y la com- 
batió ; pero se defendía bien aquella fortaleza. Luego co- 
mo entendiese que el rey Muhamad y el de Castilla envia- 
ban contra él muchas tropas , y que por mar le querían 
estorbar la retirada en África ^ se retiró ¿ Algecira, y de 
allí secretamente pasó á Tanja. En llegando hizo llama- 
miento de sus provincias, y allegó las mas numerosas ca- 
bilas , y entre ellas juntó doce mil caballos. Todo estaba 
á punto para embarcar su gente, cuando sobrevino la ar- 
mada de los cristianos con muchas naves grandes, y á la 
vista del^€Jórcito quemaron todas las barcas que estaban 
en la c#6ta de Tanja . sin que el numeroso ejército que lo 
miraba pudiese inpedirlo , que cierto fué de gran 
pesar para todos. Esta desgracia fué el a3o 694, 4292 
y el rey Abu Jacub lleno de despecho partió á Fez 
donde le llamaron otras urgencias del estado. Foco des- 
pués el rey Sancho de Castilla fué á poner cerco á Tari- 
fa y la puso en grande aprieto , combatióla con machas 
máquinas é ingenios por mar y por tierra , y aunque los 
de la ciudad se defendian bien , al fin la entró por fuer- 
za de armas y causó gran matanza en la ciudad : puso en 
ella un noble alcaide llamado don Guzman , que era de 
los mas esforzados caballeros de su hueste. 

CAPÍTULO XIIL 

DEPBNSA DE TARIFA POR GUZMAN T OCURRfiNCIA DE SU 

HIJO. TOMA D. SANCHO A QUBSADA T ALCABDAT , 

T MUERE EN ALGARAS. 

. Poco tiempo después el principe Juan hermano del rey 
de Castilla desavenido con su hermano se pasó ¿ Arríca, 
y se amparó del rey Abu Jacub. Recibióle bien y le pro- 
meiió 9U ayuda , y e\ i^tVtvcx^ S^«v ofreció que si le da- 



27» 

ba tropas que ganarla la fuerza de Tarifa , y Abu Jacub 
ordenó á sus caudillos que acompañasen ai príncipe con 
cinco mil caballos y fuesen á cercar ia fortaleza de Ta- 
rifa. Desembarcaron en sus playas , y con la gente que 
se les juntó de Algecira la cercaron y combatieron con 
máquinas é ingenios; pero ladefendia bien don Guzman. 
Apurado el principe Juan por no poder cumplir su pala- 
bra que habia dado al rey , acordó de probar por otra 
vía lo que por fuerza no era posible. Tenia en su servi- 
cio un hijo mancebo de aquel alcaide , y le mandó enca- 
denar y que le presentasen á vista del muro , y llaman- 
do de su parte á don Guzman le propusieron que entre- 
gase la fortaleza si no queria ver morir á su hijo ; pero el 
alcaide no respondió , smo desnudando su espada la arro- 
jó al campo y se retiró. Los muslimes enfurecidos de la 
espresion de esta respuesta descabezaron al mancebo , y 
lanzaron su cabeza al muro con un trabuco para que su 
padre la viese. Cansados de la constancia de los cercados 
levantaron el cerco y se retiraron á Algecira. 

En este tiempo el rey Muhamad de Granada solicitó 
que e\ rey Sancho le restituyese la ciudad de Tarifa que 
(3ra suya , y se la habia usurpado el rey de Marruecos. 
Don Sancho de Castilla le respondió que era su conquis- 
ta , y que si vaha alegar derechos antiguos de posesiones 
perdidas, que él podia demandarle toda la tierra de 
Granada. Con esto se desavinieron, y el año 694 1295 
entraron los fronteros de Granada en tierras de 
cristianos y las talaron y robaron , y el frontero de Vera 
Alhazan Aben Bucar ben Zeyan corrió tierra de Murcia 
con mil y quinientos caballos , y peleó con los cristianos 
que acaudillaba el infante don Juan , hijo de don Manuel, 
que era mancebo de doce años ; pero no pudo evitar la 
tala de las mieses , viñas y olivaros. El rey Sancho ben 
. Alfonso ppr otra parte llenó de terror á los muslinMü^ ^ ^ 
tomó con gran hueste impetuoso y bTtwo \^ VwcVaSRsu^ ^^ 



a7« 
Quesida en la luna de muliarram del a&o si- 
guiente de 695 , y después puso cerco á Medina '1 296 
Alcabdat y la combatió con máquinas é ingenios, 
y la entró por fuerza de armas matando la mayor parte 
de sus moradores , y cautivando los demás , y asimismo 
se apoderó de otros fuertes de aquella tierra. Pero no 84- 
gozo mucho tiempo el rey Sancho de sus triunfos y cruel- 
dad , que poco después le llevó Dios altísimo á Gehanam 
(1 ). El rey Muhamad para disipar las nubes de 4a auro- 
ra de su imperio como correspondia á la nobleza y pro- 
tección propia de los Nazares , acudió denodado con su 
caballería al amparo y defensa de sus fronteras. Tres años 
continuos estuvo armado y en dura guerra de algaras y 
cabalgadas haciendo mucho daño á los cristianos , arrui- 
nando sus labranzas y robando sus ganados. £n 
mitad del año 697 (2) recobró la ciudad de Que- i 298 
sada , y la pobló de muslimes y gente de AWiar 
ma: y puso cerco á la de Alcabdat, la combatió y dernbó 
sus muros, y entró en ella por fuerza de armas : cercó en 
su alcázar á los que la defendían y los lanaó de la forta- 
leza , que Dios estremeció las plantas de sus pies ,-y pu- 
so esta ciudad en su poder á la hora de azala de 
adobar dia domingo 8 de xawal año 697. Es esta 4 298 
ciudad de muy apacible sitio y al mismo tiempo de 
mucha fortaleza , el campo de lo mas fértil y ameno de 
aquel pais, de mucha frescura y abundancia de agua muy 
excelente. La conquista fué muy gloriosa , de mucha difi- 
cultad y costó mucha sangre : polblóla de muslimes de la 
frontera y de gentes de Alhama , y reparó sus muros y 
abrió sus fosos , y la hizo atalaya de algaras. 

(i) Le lanzó Dios altísimo en Gcbanam : dice Alchatib 

que falleció don Sancho año 694 ; pero tal \ez será falta en 

la copia , pues acaba de decir que tomó la cindad de Quesada 

en Jklubarram de 695. 

($) En mi copia de A\c\\^\.\b dvoe 699 ^ pero ya he dicho 

la fácil deprabacton de\ T >í eX ^ tiv \%s ^ov\^"i w\v\^%^ ^ sin 

ápices. 



277 

Con el suceso de Tarifa desconfió el rey Abu Jacub de 
las empresas que le propouian en Andalucía , y concertó 
con el rey Muhamad que le diese cierta cuantía de mitca- 
les de oro y le restituiría la Algecira Alhadrá , que ya no 
quería posesiones en España. Conviniéronse con facilidad, 
y el rey de Granada recobró su ciudad , y Abu Jacub cui- 
dó de sus cosas de África sin pensar mas en Andalucía. 
Asimismo obligó Muhamad á los walfes de Guadis y de 
Comarcsá entraren su obediencia , porque se vieron so- 
los , y cedieron á la necesidad. Quiso el rey Muhamad 
aprovechar la ocasión que le ofrecían las revueltas de 
Castilla , que por la muerte del rey Sancho , y por la me- 
nor edad de su hijo andaba todo turbado , y los cristianos 
en guerras entre sí. Como entendiese la gran falta de di- 
nero que habia en Castilla prometió al principe don An- 
ric veinte mil doblas de oro y algunas fortalezas de la 
frontera porque le cediese la fortaleza de Tarifa : y si bien 
don Annc venia en ello , los wisires de la reina y el al— 
c^iáe que tenia la ciudad no lo consintieron. Entonces el 
rey de Granada corrió la tierra y dio batalla muy san- 
gnenta á don Guzman cerca de Arjona , en que le venció 
y rompió su caballería con gran matainza : fué esto 
en el año 699 (J ) , y luego fué sobre Tarifa y la 1299 
cercó y combatió con ingenios y máquinas , pero 
no fué posible tomarla porque los cristianos la defendian 
muy bien. Revolvió Muhamad con sus huestes por An- 
dalucía y puso cerco á Medina Jaén , y quemó los arraba- 
les de Baeza , dando al mismo tiempo grandes combates á 
la ciudad ; pero consid^ando difícil por entonces su con- 

r'sta levantó el campo y corrió aquella tierra , y se apo- 
ó de la fortaleza de Balmar. Así ilustraba este noble 
rey su glorioso reinado cuando la parca que acaba y des- 
truye las delicias ¿e la vida y todas las esperanzas de los 

(1) Otros dicen 697. 

Tomo IlL \V> 



27« 
hombres le atajó los pasos > y ^"é á la misericordia de 
Diosen la noche del domingo o de xaban del año 
701 . Había principiado á reinar en domingo 7 de 1302 
xaban del año 671 . Habia nacido en Granada el año 
633, fué llevado del reinado de esta vida al eterno 1 335 
estando en su azala con gran quietud y tranquili- 
dad y sin aparente quebranto en su buena salud : no- 
tándose solo en sus mejillas señales de copiosas lágrimas. 
Fué enterrado en sepultura aparte del cementerio de sus 
mayores en la parte oriental de la gran mezq^uita , en las 
huertas contiguas á las casas que edificó su nieto f1) des- 
cendiente el Sultán A bul Walid , y después le aejó en 
ruinas el mas generoso de su estirpe el Sultán Amír de los 
muslimes Abul Hegiag hijo de su hija , Dios los haya á to- 
dos en su misericordia y en su gracia ampJ^'ma con feh- 
cidad de sus descendientes. Dejó el rey Mmiainad tres hijos 
el sucesor y socio de su imperio de que hablaréiDO& á hon- 
ra de Dios ; Ferag el que conspiró contra la vida de su 
hermano y Nazar el Amir después de su hermano de- 
puesto por él mismo. Su principal v^isir ya se ha dicho que 
fué Abu Sultán Aziz ben Aly ben Abdelmenam de Denia. 
Sus catibos ó secretarios los de su padre , y los hijos de 
aquellos Abu Becar ben Juzef de Loja el i ahsabi , des- 
pués los otros dos hermanos Abu Aly Alhasen y Abu Aly 
Husein , hijos de Muhamad ben Juzef de Loja que sucesi- 
vamente le sirvieron : ambos eran de mucha erudición y 
de excelentes prendas. 

Eran de una casa muy principal de Loja que por sus 
antepasados tenia parentesco con la familia real de los 
Nazares. Después fué su catib Abul Gasem Muhamad ben 
Alabed el Ansari : este era de los jeques mas doctos de 
aquel tiempo : sirvióle hasta que cansado el rey de su ge- 
nio lo apartó del empleo y lo que menos pensaba de su 

(í) Esto es : su Hapd tvVelo (j Vurn^VQ <í V^lwanieto. 



i7^ 
amistad , y le pri\ó d« kfe hottore^ ék ^i ekam^. b^afiuKi 
fué su catib el docto historiador Aba Abdaia Jkúumaá. 
hijo de Abderrahman beo Alfaaibeai Arranftdí , (^ dk»* 
pues fué wísir de so hijo ; y ei^ fe snio basta ei ík é» 
sus días. Faeron siiscadíe!»'ó joec» Aba ftwar Xabanad 
ben Fetab beo Aly de Serílb, el Ibaado latborM . é»- 
de que encargado de la poiída de las plaza» eseaocn^ m 
día á un soldado borracho qoe ínsdlaba á mKMambcv^ 
de gente qoe le rodeaba . y el misno cack por ^ «an^ fe 
prendió , y despaes hizo cóo él on e^^canme&r^ fjtané^m^ 
taba en su'jaicio, lo anefedió u&^hKOt dber ri^nram» 
y juntó las dos aatormda óe polím crtd 5 cnmuiat dlii 
las plazas. Despues^fué so cadb yj^: ót kMtaá^^n^ 
liicoda el justo Joez Abo Abdab' IfaKanari (jüa ü at taK H 
célebre por su integridad de qoe el r^ niiwfto háo om-- 
chas veces esperiencia : e«4e fe sirvió haaU «I fia <l» «i 
vida. En su tiempo fué rey de k^» mae^imes «a Ahwia'ij* 
el insigne , virtuoso y vencedor Abu ioz»f Jatyjj> í^eft ÁL- 
delhac, el qoe prevaleció cootia k» ahmiohadeü y fe» éduv 
de todas sus tierras ^ y se apoderóde »& estado» . y paiM 
áAndalocía como ya dijímoft tr«» ó «a» neo» y ciwwi>» 
guió victorias del enemigo , y tuvo paee» y gnemí^ <m^ 
los reyes de España, y murió en Al^fiéeíra MtíiM 
de pútridas en muharram del aoo 685. Saccdíófe J^M» 
en el reino su bijo el gran Sobao sabio jr ew«leal«; 
Abu Jacáb Jozefque pasó á España eio so téemf// . y »» 
vio con Muhamad de Granada en Marbelb ea t/^a^paüa 
de su padre, y fneron sobre Esbílía jCJ^Mf» j ti^vm db^ 
Murcia y otras. Estovo on tiempo unido fxm A^lfmtf k» 
Ferando hasta qoe se alzó contra él mj hijo Sancli^, y A^ 
íbnso se acogió al rev de Almagrelí que fe pfv4e$m» y fa^ 
á amparar») de él al campo de AnU;kera . «Ma>%»'lMa 
sabido : luego murió Alfonso y le sucedió m h^ SmnWn 
que reinó lo mas deltíevi|io de nue»U() ti^ HbiV«MM«¿t 
y tuvo con él paz y guerra \íde^'á ^^. fnnc^K ií^ 



280 

694 , y le sucedió su hijo Herando de diez y siete 4^94 
años (1 ), que era muy niño pequeño , y en este 
tiempo hubo en España muchas revueltas. En Aragón 
reinaba Alfonso ben Gaymis ben Pedro ben Gaymis, que 
luego murió y le sucedió Su hijo Gaymis el que entró Al- 
mería en tiempo de Nasar el hijo ele Muhamad. En este 
tiempo fueron las divisiones de los Beni Esealiula. En Me- 
dina Guadis losarrayaces Abu Muhamad y Abul Hasen, y 
en Málaga y Gomares , Arráez Abu Muhamad Abdala^ y 
en Gomares hasta el Gn Arráez Abu Ishac : y cuando 
murió Arráez Abu Muhamad tomó so estado su hijo, y el 
hijo de su hermana el dicho rey : después la entr^ por 
convenio al rey de Almagreb que la dió á los Beni Mobli, 
después de haber estado tanto tiempo en mano de estos 
Arrayaces de Beni Esealiula , el último Ja dejó en cambio 
de Alcázar de Retama al rey de Almagreb y vBi recobró en 
fin Muhamad , como se ha dicho. 

CAPÍTULO XIV. 

GUERRAS EN ESPAÑA Y ÁFRICA. TOMA DB 6BBAL-TAR1F 
POR LOS CBISTUNOS. 

A este ilustre rey sucedió su hijo Abu Abdala Muha- 
mad , de tan hermoso cuerpo como mgenio , amigo de los 
sabios , excelente poeta , muy elocuente , de mucha afia- 
bilidad , muy aplicado al gobierno , tanto que velaba las 
noches enteras por terminar los negocios principiados en 
el dia. No había ministros que pudiesen asistirle tanto co* 
mo trabajaba , y se relevaban en las horas de la noche: 
esto le hizo perder la salud. Apenas este principe subió al 
trono cuando su pariente Abul Heeiag ben Nasar se 
apartó de su obediencia en la ciudad de Guadis donde era 

/'I) Tal vez : de siete ú diez años. 



281 

walí , negándose á venir á la solemne jura como todos los 
walíes se presentaban. Tenia el rey dos wasires de mu- 
cha confianza , el primero el que lo fué de su padre Abu 
Sultán Aziz ben Aly de Denia , y el segundo Abu Abdaia 
Muhamad hijo de Abderrahman ben Alhakem Arramedi. 
El favor que el rey dispensaba á estos wasires ofendió á 
muchos y en especial á los parientes del rey. Sus secreta- 
rios ó alcatibes fueron todos muy eruditos , principalmente 
Abu Bequerben Saberin , Abu Abdaia benAssem, Abu 
Ishacben Gebir , y Abu Abdaia Aloschi insigne poeta, y 
Abul H^ag Dertusi. Sus aleadles ó jueces fueron Muha- 
mad ben Bisém de Elche , y Abu Giafar Aléarsi conocido 
por Farcon. En el primer mes de su reinado concertó sus 
avenencias con el rey Gaymis de Aragón en fin de 
de xaban del año 701 *, y declaró guerra al rey de 1 302 
Castilla. 

Su primera salida fué contra la ciudad de Almandhar 
que combatió y entró por fuerza de armas, y entre las 
preciosidades que en ella tomó y muchos cautivos fué una 
hermosa doncella que entró en triunfo en Granada , lle- 
vándola en un magnifico carro rodeado de otras muchas 
también muy lindas. Esta circunstancia aumentó la gloria 
de esta insigne victoria del rey. La fama de la hermosura 
de esta doncella llegó á África , y el rey de Almagreb en- 
vió sus mensajeros á Granada , y se la pidió muy encare- 
cidamente al rey Muhamad , que se la hubo de conceder 
aunaue con alguna repugnancia de su corazón porque la 
amaba , y prefirió el bien de la amistad á su propio 



Eh el año 703 salió el rey Muhamad con esco- 4 303 
gida caballería contra su primo Abul Hegiag ben 
Nasar el walí de Guadis , ayudándole su primo para des- 
truirle ; diéronse una sangrienta batalla , en que el de Gua- 
dis quedó vencido y huyó con pocos de los su^^^ ^«í^ 'sí? 
salvaron y acogieron á la ciudad. Eiv ^V© tsvx^tCiQ ^S»» «^•- 



vio sus carias al rey de los cristianos solicitando tremas 
que se concertaron por cierlo tiempo , y asimismo solicitó 
que le vendiesen ó cambiasen la fortaleza de Tarifo , pero 
no lo pudo conseguir : en el ano siguiente envió á su cu- 
ñado Ferap wali de Málaga (4 ) con tropas desde Algeci- 
ra j y cerco la ciudad de Cebta por mar y tierra , la com- 
batió y puso en tanto apuro que el rey Abu Taleb Abdala 
ben Hafsi no tuvo mas recurso que salir de ella furtiva- 
mente y luego se rindió la ciudad : fíié esta ven— 
turosa jomada en la luna de xawél del año 705: 4306 
asimismo se apoderó después de otras fortalezas 
de este rey Y en Cebta encontró el gran tesoro que este te- 
nia escondidiO : fué el hallazgo en la luna de mu- 
harram del año 706. Con estas ventajas trató de 4306 
hermosear la ciudad de Granada con algunos edi- 
ficios magníficos : entre otros mandó edificar una sontaosa 
mezquita que quiso que fuese la mayor , llenóla de már- 
moles y verdes jaspes , labrada toda y pintada con mucha 
hermosura : labró también un gran baño público con gran- 
des comodidades : este dice que se hizo de los tributos de 
ios cristianos y de los judíos, y los réditos del baño los 
aplicó para la mezquita , y también la dotó con madias 
tierras y huertas. 

En este año 706 en 3 de dylcada acaeció en 4307 
África que el rey Juzef bcn Jacub de los Merines 
que tenia cercada la ciudad de Telencen , y poeata en 
mucho apuro, fué asesinado por un eunuco dentro de su 
propio harem , sin que se supiese como pudo el aleve es- 
conderse asi en su entrada como en su salida. Herido de 
muerte el rey dio voces á sus guardias y le siguieron^ al- 
canzaron cuando estaba ya para salvarse en la ciudad, 
y á las mismas puertas de ella le alancearon: vivió todavía 

^1) EsteFeras ben Nasar estaba casado con una hermana 
deirey Mnbamad III, ^ de este fueron hijos Ismail rey V de 
^raiiacfayMuhamadre^ VWl. 



el rey como doce horas y espiró. Sucedióle en el trono su 
iiieto Amer ben Abdala beu Juzef, apellidóse AbuThabet: 
en el mismo dia levantó el campo y fué con su gente contra 
su tio Abu Yahye que estaba en Fez , y le venció eñ sán^ 
grienta batalla : volvió á Telencen y concertó paces con 
Muza ben Zeyan que mantenia aquella ciudad ; esto fué 
causa de grandes é inesperadas alarias, y con esta ocasión 
se labró en Telencen moneda. 

En este tiempo Zuleyman Aben Rabie que tenia el go- 
bierno déla ciudad de Almería quiso alzarse con título de 
rey en ella , y se entendió que andaba en secretas inteli- 
gencias con el señor de Denia el Barcelonés Aben Gaymis. 
Lu^o el rey Muhamad , sin darle tiempo , fué contra él, 
y sosprendido estuvo en gran riesgo de venir á manos del 
rey ; pero por su fortuna se salvó y se acogió al enemigo 
mas cruel de los muslimes, y le incitó á que hiciese guer- 
ra al rey de Granada : fué esta jomada del rey 
Muhamad en el año 705. Por otra parte el rey de 4 305 
Castilla de acuerdo con el Barcelonés entró con 
^ran hueste la tierra : dióle Muhamad quejas de este 
mjusto rompimiento , y respondió con vanos protestos , y 
con mucha altanería , y fué á poner cerco á la ciudad de 
Algecira Alhadrá , y sentó su campo en %\ de la 
luna desaferdel año 708 (4). El cruel Aben 1308 
Gaymis envió su hueste contra Almería en el mis- 
mo tiempo y la cercó por mar y por tierra: como los musli- 
mes de la ciudad hiciesen frecuoites salidas contra su 
campo lo fortitícó de barreras y honda caba. 

El rey Muhamad allegó su caballería y fué á socorrer 
á los cercados de Algecira : pero las copiosas lluvias y 
recio t^nporal no le dejaron hacer cosa de provecho. Za- 
leyman Aben Rabie auxiliado de los cristianos pasó á 
África y levantó gente y fué contra Cebta que era del 

íí) Alcatib dice 709. 



284 

rey de Granada y la cercó por mar y por tierra : el rey 
de Castilla como entendiese (|ue la fortaleza de Gebalta- 
ric estaba mal guardada envió parte de su gente , la cer- 
có y combatió con ingenios y máquinas de truenos y los 
cercados se la entregaron por avenencia saliendo con sus 
personas y bienes , y como núl y quinientos muslimes se 
pasaron á África. Los cristianos repararon los muros, y 
la torre del monte , y las atarasanas que estaban medio 
caidas. Viendo Muhamad la constancia del rey de Casti- 
lla que cercaba la ciudad de Aglecira , que los cercados 
estaban ya en grande apuro , que lo de Almería era muy 
urjente , y que en la corte se suscitaban sediciones , y 
que era imposible atender á todas estas cosas como la 
importancia de ellas requeria , envió al rey de Castilla 
sus cartas con el arráez de Andarax : proponíale que sí 
levantaba el cerco de Aigecira y desistía oe la guerra, le 
daría las fortalezas de Cuadros , Chanquin , Qnesada y 
Balmar , y ademas hasta cinco mil doblas de oro. Acepto 
el rey de Castilla , y dadas seguridades de ambas partes 
el rey de Castilla levantó el cerco de Aigecira , y los 
muslimes respiraron de su larga angustia : fué 
esto á tínes de xaban del año 708. ( 1 ) 4308 

CAPÍTULO XV. 

REBELIÓN EN GRANADA, T RENUNCIA DE MUHAMAD. LE 

SUCEDE NAZAR. MUERTE DEL REY ERRANDO KN 

ALCABDAT , Y DE MUHAMAT. 

En tanto Muhamad se ocupaba en el gobierno y de- 
fensa del estado sin descansar un punto ; se habia levan- 
tado en Granada un partido á favor de su hermano el 
príncipe Nazar hijo de Muhamad ben Jwzef ben Nazar 

(IJ A/catib dice 10\>. 



985 

llamado Abalgius. £1 pretesto era que el rey estaba en- 
fermo de ios ojos j y que necesitaba en todo fiarse de Ior 
ágenos , qae necesitaban las cosas del ruino an príncipe 
de hermosos y penetrantes ojos. En todo esto se enYolYÍa 
la envidia de los principales jeques y caballeros al pri- 
mer wasir del rey , y el deseo ambicioso de probar for- 
tuna en las novedades del estado. Concertaron so conju- 
ración con. harta sagacidad , y no se traslució ni pudo 
remediar cuando solo parecian hablillas y murmuracio- 
nes vulgares. A la hora del alba del dia de la fiesta de 
alfitra ó salida de ramazan del afio 708 ( 4 ) cercaron 
el alcázar muchas gentes del bajo pueblo , sin intentar la 
entrada , ni hacer mas violencia que gritar y decir : viva 
nuestro Muley Nazar , viva nuestro rey Nazar. Otra in- 
finita chusma de gente menuda acudió á la casa del wa- 
sir Abu Abdala el Lachmi , y la entraron por fuerza ro- 
bando' y saqueando oro , plata , vestidos , armas y caba- 
llos , destruyendo preciosas alajas , y quemando muebles 
y preciosos libros que tenia. Luego corrieron al alcázar 
y con pretesto de buscar al wasir que se habia refutado 
en él , atrepellaron á los pocos guardias que quisieron 
contenerlos , entraron furiosos sin respetar la casa real 
ni la majestad misma del rey Muhamad que les salió al 
paso , y en su presencia maltrataron de muerte al wasir, 
y se cebaron en robar y despojar el mismo palacio. Cuan- 
do el pueblo saie de la debida sumisión y con cualquiera 
pretesto se desenfrena , parece que aprovecha los instan- 
tes de su impunidad para vengarse del respeto y de la 
forzada y necesaria obediencia que lia prestado antes. 
Los caudillos de la sedición en tanto que la desordenada 
plebe robaba cuanto habia , cercaron al rey Muhamad y 
y le intimaron el decreto del soberano pueblo , que abdi- 
case la corona , ó perdiese la cabeza, que el pueblo pro- 

(i) Parece que debia ser 700. 



clamaba á su hermano Nazar. £1 buen Muhamad vién- 
dose solo entre tantos enemigos no dudó un punto , y con 
mucha solemnidad renunció aquella noche el reino en su 
hermano. Nazar no quiso por entonces verle y le mandó 
llevar al palacio del príncipe fuera de Granada , y le 
mandó conducir á Almunecab y asi se hizo. Juraron lo-. 
dos obediencia al rey Nazar , paseó las calles á caballo 
entre festivas aclamaciones. Entre tanto los cristianos de 
Castilla tomaron la fortaleza de Tempul , y en África 
Zuleyman Ahu Rabie se apoderó de Cebta , y de toda su 
comarca ayudado de los cristianos. Fué esta con- 
quista de Cebta en la luna de safer del año 709. 4309 
Procuró el rey Nazar concertar treguas con el rey 
de Castilla para atender á la guerra de Almería ; pero 
no tuvieron efecto las negociaciones. Los cristianos eran 
muy altaneros y difíciles cuando se les pedia la paz , y 
muy apacibles y humildes cuando la demandaban: condi- 
ción de enemigos poco generosos. Allegó Nazar sus sen- 
tes y fué á socorrer á los cercados de Almería. Salióle al 
paso el tirano Aben Gaymis el barcelonés , y trabaron 
muy sangrienta batalla. La matanza fué tan cruel que los 
campos quedaron cubiertos de cadáveres ; la noche los 
separó de la pelea , y al día siguiente los cristianos le- 
vantaron el cerco , que no quisieron entrar en otro tal 
combate. Con esto amparó á los aíligidos que estaban ya 
para entregarse al enemigo. Fué esta victoria en 
fin de xaban del año 709. Nazar volvió triunfan- 4310 
te á Granada , aunque perdió en la jomada gen- 
te muy escogida. 

Poco después de esta espedicion se dio aviso al rey 
Nazar de como su sobrino A bul Said hijo de su hermana 
y de Ferag ben Nazar walí de Málaga andaba suscitando 
partidos y haciendo bandos con miras muy ambiciosas, 
mandólo el rey prender ; pero esto no fué tan secreto co- 
nio con venia , y el mviivcebo Ku^ó de Granada. Escribió 






el rey á su cuñado para que lo corrigiese . y el pa-ire eri 
vez (ie castigarle puso alas á los deseos ambicio€06 de sti 
hijo , y respondió al rey coo amenazas y reconvenciones 
sobre lo pasado con sa buen bermaiio Muhamad. A íines 
de la luna de jiumada poslrera del ano 710 asaltó á 
Nazar un violento y súbito accidente de apoplejía: io^ 
médicos acudieron con mncbos remedios qae no aprove- 
charon , y entonces todos le tuvieron por muerfo. Ape- 
nas se divulgó la noticia en la cíodad cuando ios amigos 
de Muhamad que habían estado al aire de ia fortuna que 
soplaba, y pocos le habian acompañado en su destierro, 
se alborotaron y corrieron presurosos á traerle . y á su 
pesar le sacaron en una litera de Almunecab y le entra- 
ron en Granada á primeros de la luna de regeb del mismo 
año : pero cuál fué la sorpresa de estos cuando entendie- 
ron que Nazar recobraba su salud , y que toda la ciudad 
estala en fiesta por su inesperado restablecimiento ! el 
buen Muhamad pretesló que su venida habia sido á \ isi- 
( arle sabiendo el quebranto de su salud. Nazar disimuló 
y manifestó agradecimiento. Mandóle volver á Almune- 
cab , y que le acompañasen los que le habian t raido. No 
faltaron consejeros que insinuaron á Nazar que pusiese 
en rigurosa prisión á su hermano ; pero él que conocia 
su buen corazón no permitió que se le incomodase. 

Todavía hubo muslimes que atribuyeron al depuesto 
Muhamad la entrada que hizo el rey Herando de Castilla: 
entró con gran hueste , talando los campos , viñas y oli- 
vares , y cercó la ciudad de Alcabdat , y por avenencia 
se entrejgó. €k)mo entendiese estas cosas Muhamad escri- 
bió al rey de los cristianos que por su antigua amistad no 
hiciese guerra en tierras de su nermano , y que siquiera 
entrase en lo de Málaga pues aquel walí era enemigo do 
Granada , que de esta manera le libraria de mala sospe- 
cha , pues le querían culpar sobre lo de AlcabdaA.. E!^^^^^ 
de Castilla por amistad ó porque pat^ «sm WVewV^ «^^Vi 



288 

mismo llevó su huesle contra Málaga , y antes de partir 
del campo de Alcabdat le tomó la muerte , y la oculta- 
ron tres dias y le trasladaron a Jien donde se publicó, y 
se proclamó su hijo Alfonso. 

De esta muerte del rey Herando y de sus circunstan- 
cias se dicen cosas muy estrañas^ (de que he tratado ea mi 
obra de casos raros. ] No mucho después falleció también 
el rey Muhamad ( 4 ) á principios ae la luna de 
xawél del año 743. Mandó su hermano Nazar 4344 
sepultarle en el cementerio de sus mayores , don- 
de se le puso este epitafio : « Este es el sepulcro del sul- 
tán virtuoso , príncipe justo , sabio en el temor de Dios, 
uno de los reyes virtuosos, sufrido en sus trabajos, laborio- 
so en el camino de Dios, el apasibleel austero, el temeroso 
de Dios, el humilde, el resignado en Dios en las desventu- 
ras y en las prosperidades , morador de lo6 dos paraísos 
con su meditación y sus alabanzas , el que encaimoaba á 
las criaturas , y mantenia la justicia , camino pateóle de 
la confianza y de la bondad , mantenedor del pueblo en 
su honra con victorias ganadas con propio valor', justi- 
cia del trono , decoro y luz resplanaeciente del estado, 
puerta de la ley y de la fé : constante loador de Dios en 
sus males y en sus desgracias: lucirá en el dia de la cuen- 
ta exacta en la tradición y en las obras de la ley y en 
las altas purificaciones : el dispuesto siempre contra in- 
fíeles con paso de firmeza y meritorio , observador de la 
justa medida , carta franca de humanidad , amparador 
de los templos , defensor de la religión , el escogido, el 
ínclito , el neredero de los Nazares , heredero de sus e&* 
tados y de su justicia y laborioso celo en la defensa y go- 
bierno de los pueblos , y en acrecentar sus vontajas y uti- 
lidades ; el clemente rey , príncipe de los muslimes, ho- 

( 1 / Ahogado en una laguna ; se ignora sí cayó por irai- 
eion ó por pura desgracia. 



289 
iior de los creyenles . domador irresistible do los incréiu- 
los , el vencedor por la gracia de Dios Abu Abdala , hi- 
jo del príncipe de los fieles , el sultán excelso , preíeclo 
de la dirección , nube de rodo , vida de la tradición, apo- 
yo de la secta , el laborioso en el camino de Dios^ am- 
parador "de la ley de Dios , Abu Abdala hijo del prínci- 
pe de los fieles , el vencedor por Dios Abu Abdala beii 
Juzef ben Nazar , honre Dios su mansión y séale gracio- 
so por su bondad : nació , complázcase Dios de él , en 
día miércoles 3 de xaban honrado del año 655 ; y mu- 
rió , santifique Dios su espíritu y refrigere su sepulcro 
con las copas suaves de su benignidad , en dia lunes 3 do 
xawel del año 713. Elévele Dios á las mas altas mancio- 
nes de los justos , por la v^ad de la ley, y bendiga á los 
que quedan de su casa. Bendiga Dios á nuestro señor y 
nuestro dueño Muhamad y á los suyos con bendición 
cumplida. » 

Por el Qtro lado de la piedra se puso otro elogio de sus 
virtudes , rogando á Daos le xK)nceda el premio de ellas; 
que refrigere con benignas auras su sepulcro , que le rie- 
gue con apacible rodo y liberales nubes de clemencia , 
que le vista y adorne de las preciosas vestiduras de su 
misericordia , que le coloque en las eternas y felices mo- 
radas del paraíso. 

CAPÍTULO XVI. 

REINA T PIBEBB LUEGO BL REDIO NAZAR. ALGARAS 
BBL REY PEDRO DB CASTILLA. 

Después de la muerte del buen rey Muhamad todos los 
partidos se deberían haber desparecido , pu^ el rey Na- 
zar príncipiaba en este punto á poseer legi^oamente el 
trono que antes ocupara sin razón ; pero no fué aaH.^ ^s^^ 
desde luego hubo inquietudes v sedxexow.^^^ '^«isis:^<5^ 

Tomo 111. V\ 



gallarda estatura , hermosos ojos j y elegantes proporcio- 
nes , de singular ingenio , buen natural , afable y apaci- 
ble con todos ; era moderado y muy estudioso y dado á 
las ciencias, en especial á la astronomía. Era su maes- 
tro en ella el sabio Abu Abdala ben Arracam , hombre 
incomparable en la maquinaria que inventó muy íi^odío- 
sos relojes y tablas astronómicas. Tenia el rey mzar 
cuando su primera proclamación 9B afios y con su pre- 
sencia ganaba las voluntades de todos ; asi mismo era 
muy liberal ,y enemigo de la guerra. Asi fué que desde 
el principio de su gobierno procuró hacer pace» con los 
crislianos , y envió sus mensajeros al principe Pedro de 
Castilla para que le recibiese en su amistad. El cristiano 
liolgó mucho de esto y concertaron sus aliaiucas. Sos 
wasires fueron Abu Becar ben Atia, j Aba Muhamad 
ben Almul de Córdoba , ilustre por su noUea > valor é 
ingenio , y Muhamad ben Aly el Hagi hombro aetato y 
ambicioso , causa de grandes alteraciones en eteeAado, \ 
en suma , el que perdió al rey Nazar. Sa único alcatíb 
ó secretario fué Abul Hasan nen Algiab que lo sirvió toda 
la vida , y su alcadi también único Aba Giafar el Carsi 
llarñado Alfarcon. 

La ambición desmedida de este wasir Alhagi tenia des- 
contentos á muchos principales señores, pues á iodos los 
apartaba del palacio, y no quería que nin^no pudiese He- 
^r al rey sino por su mano, y ¿ los que veía en la gracia de 
iNazar los perdía con artificios y engaños. Eran ya tantos 
los ofendidos de la altanería y envidia del wasir, que for- 
maron bando para destruirle, y si era menester al mismo 
rey que le estimaba y confiaba en él. Aprovecharon los 
descontentos la ocasión que ofrecia el v^ali de Málaga cu- 
ñado del rev, el cual favorecia las ambiciosas miras de 
su hijo AbuTWalid , que no aspiraba menos que á levan- 
tarse con el reino. Escribieron los descontentos al de Má- 
toga . y este vsaU los llenó de esperanzas y avivó el Sd»- 



go de la sedición. Envió sos agentes á Granada , y levan- 
taron un motín pidiendo la cabeza del wasir Alhagí: 
todo el pueblo amigo siempre de novedades , reforzó la 
voz de los sediciosos , y osaron demandar al rey la ca» 
beza del wasir. Este tuvo tanta elocuencia y tenia al 
rey tan persuadido de sus buenos servicios . que el rey le 
ofreció seguridad en cuanto á sn vida. Salió el rey, apa^ 
ciguó con sus palabras al pueblo , y les dijo que él baria 
que aquel wasir no les incomodase mas. Con esto se cal- 
mó la tempestad ( 1 ) ; pero el rey no hizo mas que pri- 
var al wasir de su empleo. Esto no satisfizo á los descon- 
tentos , y por influjo del mismo wasir padecian persecu- 
ción ; y el rey trataba de castigar á los sediciosos poco á 
poco. No tardaron ellos en entender esta resolución , y 
muchos de los mas culpados huyeron á Málaga v ani*- 
marón al wali á que intentase el apoderarse del reino, 
asegurándole de las buenas disposiciones que habia en 
Granada para salir bien de la empresa : asi fué que Abul 
Walid allegó gran hueste y partió hacia Granada con 
grandes esperanzas. Allanó con poca dificultad las forta- 
lezas que hay en el camino , y se acercó con su formida- 
bla campo delante de Granada. Alli acampó dia ^ de 
JCAwel del año 743. En ese mismo dia salió mucha gente 
de Granada y se incorporó con su campo , al mismo 
tiempo otros sediciosos alborotaron la ciudad derramando 
dinero entre la ^te menuda , y ofreciendo mucho mas á 
euros mas considerables. Toda la ciudad se dividió en 
bandos , y los unos y los otros robaban y mataban sacian- 
do unos sn codicia , "y otros sus resentimientos y particu- 
cnlares venganzas. Eñ esta revuelta y desorden estuvie- 
ron gran parte de aquel dia y toda la noche , y al ama- 
necer los que mas padecian abrieron las puertas de la 

( 1 ) Dice Alcatib que esta sedición Itié el dia 95 de rams^ 
zan del a&o 719. 



892 

ciudad que están á la banda del arrabal delante del A 
bayzin , y sin que nadie lo estorbara entró la senté d 
Abul Walid , y ocupó la fortaleza que está enfrente d 
de la Alhamra, y después se apoderaron del alcázar ; k 
esto eldia 29. 

El rey Nazar con los suyos se habia retraído á la Al 
hamra, y luego le cercaron los de Abul Walid. Yiéndot 
en apuro y sin tener á quien acudir , se acordó de envii 
á pedir socorro al príncipe Pedro que estaba en Córdobs 

}r le escribió la gran necesidad que tenia de su favor , 
e rogó que le viniese á librar de su sobrino el wali d 
Málaga , que le tenia cercado en la Alhamra , que tods 
vía tenia muchos de su partido que le ayudarían si el pa 
reciese , como esperaba de su amistad. Lu^o este prín 
cipe de Castilla juntó su gente ; pero no iué tan presa 
como las circunstancias requerian. El v^U de Málaga es- 
trechó tanto á Nazar que sus gentes le rogarcmqueseen 
tregase con buenas condiciones , que no esperase eocorr 
sino del cielo. Persuadióse Nazar de sus razones , y coii 
certó con su sobrino que le cediese la ciudad de Guadis 
su comarca, y seguridad y perdón para los aue habían» 
guido su bando. Todo lo concedió elvenceaor conmucl 
generosidad , contento de haber logrado tan fácilmente 
^ fín de sus deseos. Luego salió el depuesto rey Nazar pai 

¡L Guadis la noche del martes 3 de dylcada con poca 000 

pañia j bien desengañado de la vanidad de las pr06p< 
ridades humanas , viendo en su desgracia la misma soei 
te que él habia hecho probar á su hermano Muhama 
Entre tanto el pueblo de Granada celebraba con grand 
fiestas la proclamación de su nuevo rey. Por otra pai 
el príncipe Pedro de Castilla venia con escogida senté < 
á caballo al socorro de su amigo Nazar ^ y en el oaní 
no tuvo nuevas de como ya el walí de Málaga se bal 
apoderado de la Alhamra , y todos le tenían ya por 
rey. Asimismo supo que el rey Nazar depuesto camina 



293 

para Guadls contento de su fortuna. Con todo eso el ene- 
migo de Dios , ya que no pasó á Granada como era su 
ánimo, no quiso perder la ocasión de hacer daño en 
la tierra , y puso cerco á la fortaleza de Rute ; y aunque 
era de suyo harto fuerte, y estaba bien defendida, la 
combatió y entró en ella por fuerza de armas matando y 
cautivando á los defensores. Con esto se retiró contento 
y triunfante á Córdoba. El buen rey Nazar pasó conten- 
to á su retiro de Guadis , y como moderadlo y sabio no 
aspiró á recobrar sus reinos , aunque no faltaban algunos 
que se lo aconsejaban , y le prometían ayuda y oportu- 
nidad para conseguirlo. Asi pasó su vida tranquilo hasta 
el miércoles dia 6 de la luna de dylcada año 7^2 , en 
que murió. Fué depositado su cadáver en la mezquita de 
la alcazaba de aquella ciudad , y de allí trasladado á 
Granada dia primero de dylhagia del mismo año. Se le hi- 
zo muy honrado entierro , á que asistió el rey su sobrino con 
muy noble acompañamiento , el rey hizo sobre el féretro 
su oración de alajar , y con mucha pompa y solemnidad 
fué puesto en el cementerio de sus padres el jueves dia 6 
de aicha luna : y se le puso este epitaOo : a Este es el se- 
pulcro del Sultán alto , poderoso , ilustre , de muy gran 
casa , descendiente de los reyes muy nobles, y de' la mas 
preciada prosapia de los excelentes Alansares , el mas 
alto en linaje , esplendor real y defensa inaccesible de los 
suyos. El cuarto de los reyes de Beni Nazar , defensores 
de la ley y de la dirección , escogidos celadores laborio- 
sos en el camino de Dios , el rey clemente con los hom- 
bres , liberal entre los liberales , en su bondad noble , 
generoso , bienintencionado, santo, misericordioso, Abul 
Giux Nazar hijo del Sultán alto , amparador , ilustre, de- 
fensor , rey justo , ínclito , humano , defensor de la ley , 
del Islam , aniquilador de los idólatras , el favorecido , el 
vencedor , el piadoso, el santo príncipe de los fieles Abu 
Abdala , hijo del Sultán noble rey , honor do los hows.- 



9H 

bros , caudillo de loe fieles , rey de loe que torneo ¿ Dios, 
y de los bien intencionados , depósito fiel de la tradi- 
ción y palabras del Islam li ) , amparo de la religión y 
de la fé , el vencedor por Dios , el victorioso por la gra- 
cia de Dios , el santo , el misericordioso principe de los 
muslimes Abu Abdala ben Nazar, sálvele Dios y cúbralo 
con su misericordia y su clemencia , colóqnele en mora- 
da de santidad , escríbale entre aquellos con aoienes se 
complace. Fué su nacimiento dia lunes 24 de la 
luna de ramazan el grande, año 686. Fué ja- Í9S1 
rado en dia viernes 2 de xawal año 708 , y mu- 4309 
rió sepultado la noche del miércoles 6 de la luna 
de dylcada año 7S12. Alabado sea el rey de ver- idfXt 
dad , el claro heredero de la tierra y de lo que 
hay sobre ella , que él es el mejor de los herederos: j» y 
en versos. 

« Oh sepulcro del generoso 1 sobre tu poWo ceiguimi^ 
)) bes celestes de amparo , de miserícoraia y de paz : en 
» tu estrado se oiga siempre la bendición á un rey noble, 
» generoso de los mas generosos , delicia del género hú- 
» mano , bondad de corazón sobre todas las criaturas, 
» caridad , manantial perenne de gloria , seas feliz con 
» Nazar el cuarto de los reyes de mni Nazar defenfeOies 
» del Islam. Desde la salida del lucero de la religión, 
» desde el alba de la ley fué su trono de ellos el mejor 
y> amparo de las criaturas. Oh señor de la bondad y de 
)) la humanidad I tu casa fué mina de juicio, de prudenr- 
» cia , de virtud y de beneficencia, y hallaron en ti lo qne 
» deseaban cuantos tuvieron la suerte de conocerte y 
» acercarse á ti : la nobleza y excelencia del orbe , A 
r> resplandor de la bondad en su cara como la luz del dia 
» que quita las sombras. Nunca estuvo'la luna en mas 
» perfecto y hermoso plenilunio: los altos méritos de Abol 

( i ) Ha6t , el que sat>e las tradiciones. 



295 

» Giux dan de si olor vivOsComo el mosco precioso se des 
» cubre aun en sellado bote. Cúbrale Dios con su miseri- 
» cordia^ con la cual se sirva ponerle en eterna morada 
» de delicias. » 

CAPTÍULO XVII. 

DE LOS RBYKS DE SU TIEMPO. 

£n Almagreb el Sultán Abu Rabié Zuleyman ben Ab- 
dala ben Abi Jacub Juzef ben Abi Juzef Jacub ben 
Abdelhac , entró en el imperio después de Ja muerte da 
su hermano el Sultán Abu Thabet Amer que 
murió en confínes de Tanja en safer del año 
708. Fué célebre su remado y en su tiempo vol- 1308 
vió Cebta al poder de los Merines : luego murió 
en Ten en luna de regeb del año 710, y tomó eJ impe- 
rio después del tío de su padre el Sultán noble y grande 
Abu Said Oihman ben Abi Juzef Jucub ben Abdelhac , 

Jue prolongó su reinado mas tiempo que el de este rey de 
rranada , y mas todavía en dias de su sacesor. En Te— 
lancen el principe Hamo Moza beo Otman ben Yago- 
marsan , sabio y buen rey qoe mantovo el estado baata 
que le qoitó so hijo Abderrahman Abo Taxfín 
ano 748. En Tonez el principe Alcalifa Abu 1318 
Abdala Muhamad, hijo de Yahye ben Almostan- 
sir Abu AbdaJa Mobamad b^ Amir Abu Zacaria ben 
Abo Cafas ben Abdel Wáhid : este murió en Juna rabié 
postrera del año 709 , tomó el imperio su pariente Amir 
Abu Beker ben Abderrahman , y se siguieron 
grandes diferencias y perras civilas hasta el año 
74 3. De los reyes cristianos , en Castilla Herando 4 34 3 
ben Sancho ben Alfonso ben Herando , que fué 
contra Algecira y levantó el cerco jpor avenencias: luego 
tomó la fortaleza de Alcabdat , y allí murió y fué traiia- 



290 

Hado á Jaén. Sucedióle su hijo Alonso que pro- 
longó sus días hasta el año 750 . i 349 

En Aragón Gaymais ben Pedro , el que fué 
contra Almería y la cercó y puso en gran apuro , y 
el ejército de los muslimes le dio sangrienta batalla y 
levantó el cerco : sus dias se prolongaron mas que los de 
este rey. 

Ismail hijo de Ferag ben Nazar . Ismail ben Juzef 
ben Muhamad ben Abdel ben Muhamad ben Hasain ben 
Ocail el Ansari el Chazregi , Amir de los muslimes en 
Andalucía se apellidaba como ya hemos visto Abul 
Walid y Abul Said. Era hijo del walí de Málaga, y so- 
brino de Nazar hijo de hermana del rey : era de hermo- 
so cuerpo, y de muy noble aspecto , de ánimo constante, 
liberal y franca condición , muy casto y enemigo de tor— 
pes amores. Debió á su temeridad y á su fortuna el alzar- 
se con el reino de su tio. ¡ Cuántas veces una indiscreción 
suele producir utilidades y ventajas que no consigue la 
prudencial Lo que parece una locura suele tener los 
efectos de una empresa meditada con saga^cidad: y al con- 
trario lo que parece intentado con madurez y oportunidad 
se malogra y acarrea inesperadas desgracias. ManiGestn 
prueba de que el soberano arbitro de las criaturas con- 
duce por su poderosa mano las acciones de los hombres 
á los fínes que destinó su divina voluntad. Cómo podía 
esperar el joven Ismail venir á ser rey de Granada cuan- 
do por sus temerarias y vanas pretensiones fué perseguid 
do y echado de la ciudad ? ni en el tiempo de la revolu- 
ción y conjura contra su tio Muhamad pudo formar par- 
tido contra ningún bando ; se dice que después en tiempo 
do Nazar volvió á Granada y estuvo incógnito en nlla : 
|)ero aberiguadas sus tramas fué segunda vez echado de 
la ciudad , hasta que descubiertamente se declaró enemi- 
^o de su tio , allego tropas y fovoreció en público los sedi- 
<-¡osos de Granada. Fué en su ayuda con mucha caba— 



297 

Hería , acampó en primero de muharram del ano 
7121 en la aldea que llaman Atocha, salió con- 134^ 
tra él su tio Nazar con los caballeros de su bando 
y con sus guardias ; pero allí principió la fortuna á favo- 
recer á manos llenas al príncipe Ismail : venció á los de 
Nazar y huyeron todos por donde pudieron , y el mismo 
Nazar huyó á rienda suelta atravesando una laguna donde 
daban de beber á los bueyes , y pudo escapar por la 
bondad y ligereza de su caballo : entró en la ciudad y se 
defendió en ella : esto fué día 1 3 de la misma luna de 
muharram. La prudencia del rey Nazar logró calmar 
aquella tempestad , concertó sus avenencias con 
Ismail en rabié primera del año 71 2 , con esto se 1 31 SI 
tornó con su gente á Málaga , contento de las 
disposiciones que veía para alcanzar lo que tanto de- 
seaba. 

Los caballeros principales de Granada no pudiendo 
sufrir ya la altanería del primer wasir trataron de perder- 
le. Se le trataba de traidor , de amigo secreto de los cris- 
tianos , de usurpador de la soberana autoridad , de 
enemigo de todos los muslimes y cuando ya el vulgo esta- 
ba inflamado con estas especies sediciosas, los autores 
de ellas no tuvieron mas que derramar algunas doblas de 
oro entre los pobres , y én 25 de la luna de ra- 
mazandel año 713 , á la hora del alba se llena- 1314 
ron las calles de la ciudad de alborotada gente 
que pedia que se les entregase el wasir Ahlagi , salió el 
rey Nazar con sus ^rdias habló al pueblo , prometió 
darle cumplida satisfacción , y sin saber entonces hacer 
otra cosa la multitud se retiro tranquila ; los sediciosos 
temieron el influjo del wasir Alhagí , aunque despuesto / 
de su empleo , y deseosos de su venganza , fueron á bus- 
car al walí de Málaga : recibiólos este muy bien dándo- 
los anticipadas albricias de la que le ofreciau \ s'íXv^ <:««^ 
su gente y ocupó sin violencia la ciucA^A vV(?. V¿c>\^ , V ^^^- 



298 

clamaron en ella rey de Granada : pasó contra esta y en 
sas campos venció v deshizo el ejército del rey Nácar (ju j 
le salió al paso , y lo persiguió bástalos muros déla Gra- 
dad : cerráronse las puertas de ella , y Nazar se acogió y 
fortifíoó en la Alhamra. Los principales vecinoB estaban 
en el campo con Ismail y teman tanto partido en la cia- 
dad que lograron que se les abriesen las puertas del Al- 
bayzin, y se apoderó Ismail sin otra resistencia de la finr- 
taleza antigua de la ciudad. El rey Nazar viendo tan 
acrecentado el partido de su sobrino , y sin esperanza de 
mejor fortuna envió sus cartas y se concertaron , Nazar 
pidió la ciudad y comarca de Gnadis , y seguridad y am- 
paro para cuantos hubieran seguido su bando : Ismail no 
negó nada á quien lo daba todo , y firmaron sos avenen- 
cias. Salió Nazar con toda su familia y con mochas pre- 
ciosidades el dia 28 de la luna de xav^él delafio 743, y 
pasó en Guadis el resto de sus dias, como ya díJimoB, y 
el joven Ismail lo^ó lo que tanto anhelaba, y qaeoió dae- 
5o y señor del remo. 

CAPÍTULO XVlIi. 

REmADO DE ISMAIL. BATALLA DE FORTUNA. COIRERÍAS 

DEL REY D. PEDRO , QUE GANA VARIAS PLAZAS. 

MUERTE DE LOS DOS PRÍNCIPES DE CASTILLA. 

Era Ismail fervoroso en la creencia , ardiente y arre- 
batado defensor de ella , y como en cierta ocasión se tra- 
tase delante de él de los fundamentos y verdad de ella , 
cansado de oir sutilezas de los alfakies y alimes que dis- 
putaban , se levantó y dijo : « yo no conozco ni entiendo 
otros principios, ni quiero mas razones que la firme y cor- 
dial creencia en el omnipotente Alá , y mis argumentos 
están aqui » y empuñó su espada. Era muy oDeervante 
d^ Ih9 prácticas de \a \<»\í . ewcx^vó «I abuso que había 



S99 

sobre la proliibicioa del vino: mandó que Iób judíos lleva- 
sen una señal en el vestido que los distinguiese de los 
muslimes , y les impuso cierto tributo por las moradas y 
baños que antes no pagaban. 

Gomo tuviese nuera de cierta cabalgada que enviaba 
el rey de Castilla para escoltar una gran rMna de provi- 
sión que iba ¿ Guadis á ruegos del rey Nazar con quien 
tenian amistad los cristianos , envió ismail su caballería 
á tomar esta recua y escarmentar á los que la conducian: 
llegaron á encontrarse con ellos en Hasn Aliay , eran los 
cristianos muchos y esforzados fronteros de Martos , y se 
trabó entre ambas huestes una sangrienta batalla , y fué 
forzoso á los muslimes ceder el campo , y retirarse pe- 
leando contra la muchedumbre de los contrarios : queSda* 
ron muertos muchos de los mas valientes campeadores y 
cruzados cristianos, y de los muslimes mil y quinientos 
caballos : esta fué la batalla de Fortuna , que para los 
líeles fué bien infausta : fué en principio del año 
716. 1346 

Del suceso de esta batalla procedió el atrevi- 
miento de los cristianos que en el mismo año cercaron las 
fortalezas de Cambil , Mátamenos , Begigia , Triscar y 
Rute : dieron tan recios combates á Gambil y Alhawar 
que los tomaron por fuerza , y corrieron y talaron las vi- 
ñas y huertas de aquella tierra. Dispuso el rey Ismail su 
gente para contener el ímpetu de los cristianos , pero es- 
tos en sabiendo la gente que contra ellos salía se retiraron 
á sus fronteras contentos con la presa. Quiso Ismail poi- 
aprovechar aquella llamada de sus gentes ir contra Gebal-' 
tanc para quitar esta llave del remo á los cristianos , y 
quitar también al rey Zuleyman de los merinos de África 
la facilidad de pasar á España siendo dueño de Cebta. 
Envió sus gentes que cercaron la fortaleza y la combatie- 
ron algún tiempo ; pero luego los fronleros da ^"^s'íís.vv 
fueron á socorrer á los cercados , ^ ^í* ^-^ *""*^^ vas\ÍQ\v\\ 



300 

enviaron socorro ; asi que , los muslimes levantaron el 
campo , y no quisieron aventurarse á una batalla : en- 
tonces el principe Pedro vino en cabalgada y corrió la 
tierra desde Jaén á la sierra , y llegó tres le^as de Gra- 
nada , pasó á Hasnalhas ( 1 ) y la combatió y quemó el 
arrabal con muchas provisiones que alli había : pasó á 
Pina y entró también el arrabal , y en Montejicar taló y 
quemó una hermosa huerta : aqui llegaba cuando Ismaii 
fué contra él y no osó esperar , y so retiró perdiendo gran 
parte do la presa y cautivos, y se volvió por Gambil á 
Jaén y á Ubeda. Poco después el obstinado enemigo vol- 
vió á entrar la tiera y puso cerco á Yelmez , poDlacion 
fuerte por naturaleza^ la combatió un dia , y la entró por 
fuerza , los moradores se retiraron al castillo , y allí tam- 
bién los cercó y combatió con muchas máquinas é inge- 
nios ; fueron al socorro los fronteros , pero no pudieron 
«cometer al gran número de los enemigos, y como ae re- 
tirasen estos campeadores , los del castillo perdieron 
esperanza y se entregaron. Ufano con esta conquista el 
el enemigo fué á cercar la fortaleza de Tiscar. Guardá- 
bala bien su alcaide Muhamad Hamdun ; pero en una no- 
che muy obscura escalaron los cristianos la peña negra , 
que es una escarpada altura que domina el castillo , y 
r^oníiados en su aspereza y natural defensa se descuida- 
ron los que la guardaban , y fueron degollados ; justo 
castigo porque no velaban como convenia. Ál dia siguiente 
ocuparon por fuerza la villa , y el alcaide Hamdun y los 
vecinos se retiraron peleando como valientes al castillo ; 
pero tomada la peña negra no se podia defender. Con todo 
oso so mantuvo hasta que la falta de provisiones y el can- 
sancio de su gente le ooligó á rendirse con buenas condi- 
ciones , y lodos salieron salvos con sus armas , vestidos 
V cuanto pudieron llevar: salioron mil quinientos hombres 

( I ^ Fn otro HnM\ti\oY. 



301 

y muchas mujores y niños que pasaron á Baza. 

La nueva de esta pérdida llenó de pesar á los de Gra- 
nada , y el rey Ismail vio en ella la natural mudanza de 
ios favores de la fortuna , y sus acostumbradas vueltas ; 
pero estas mismas desgracias presagiaban á su corazón 
animoso prosperidad y venganza. Sabia por esperiencia 
que en las cosas humanas nay solo constancia en esta 
alternativa y sucesión de bien á mal , y de gozar á pesar, 
y de desventura y miseria, á felicidad y bienandanza, 
bcsde la fortaleza de Tiscar entró el principe de Castilla 
Pedro y su hermano D. Juan ( 1 ) corriendo y talando la 
vega desde Alcabdat hasta Alcalá de ben Zayde, cercaron 
la fortaleza de I llora , y quemaron el arrabal , pasaron á 
otro dia sobre Pinos , y la mañana de san Juan parecie- 
ron á la vista de Granada. El rey Ismail habló á sus cau- 
dillos y les representó la men^a que se les seguia de 
aquellas libres algaras que hacian los cristianos , provo- 
cándoles á pelear y afrentándolos de su poco celo y poco 
valor. Armóse toda la juventud de Granada y se unieron 
á la guardia del rey : dióles él por caudillo al esforzado 
parsio Mahragian , y con lo demás de su gente de reserva 
salió Ismail : ordenó sus haces el parsio y llevó los mus- 
limes á la victoria. No pudieron los enemigos resistir á 
tanto valor , y luego comenzaron á retirarse y ceder el 
campo : rompieron y desbarataron su ordenanza , los 
acosaron y rodearon por todas partes , y los dos esforza- 
dos príncipes ^ de Castilla murieron allí peleando como 
bravos leones : ambos cayeron en lo mas recio y ardiente 
del combate. Los muslimes siguieron el alcance hasta la 
noche que favoreció con su obscuridad á los infelices que 
huían. Hallaron los muslimes al otro dia que el campo 
oslaba cubierto de cadáveres], y el real de los cristiano» 

( 1 } Este D. Juan no era hermano sino lio, que fué her- 
mano del rey l>. Sanrho padre de l>. Pedro: cí«. 9>víwnx ^s- 
Vizrava. 



I 



302 

les premió con muchas riquezas el trabajo de enierrarloB, 
ue asi se hizo de orden de Ismaii por evitar la infección 
leí aire. Los caballeros muslimes que murieron aquel día, 
fueron enterrados con sus propios vestidos y armas ; esta 
es la mas honrada mortaja que puede sacar del mundo el 
buen muslim. Celebróse en Granada esta victoria con 
grandes fiestas y alegrías : fué esta en fines del 
afio718. 4349 

Luego corrió la tierra y recuperó las fortalezas perdi- 
das. Envió á Córdoba el cuerpo del infante don Juan, que 
fué reconocido por los cristianos cautivos, asi que, agra- 
decidos los cristianos le pidieron treguas , oue concedió 
Ismaii para ciertas fronteras , y los esforzados muslimes 
tuvieron campo abierto para la gloria. Entraron en las 
fronteras de Murcia y ocuparon por fuerza las fortalezas 
de Huesear , Ores y Galera , pueblos del adelantamien- 
to de Cazorla. 

Acabado el tiempo de las treguas que fueron tres a&os, 
sabiendo Ismaii que los de Castilla andaban en desave- 
nencias entre si', allegó sus gentes y dispuso una entrada 
que se prometió venturosa. Asi que en la luna de 
regeb del año 724 fué á cercar la ciudad de Ba- 4325 
za que babian tomado los cristianos ; acampó y 
fortificó su real ; combatió la ciudad de dia y noche con 
máqumas é ingenios que lanzaban globos de fuego con 
grandes truenos , todo semejantes á los rayos de las tem- 
pestades , y hacian gran estrago en los muros y torres de 
la ciudad. Tanto la estrechó y apretó que se entregó por 
avenencia al rey fsmail el día 24 de la misma luna. Al 
año siguiente de 725 fué el rey con poderosa hueste y bien 
provisto de máquinas é ingenios á cercar la ciudad de Mar- 
tos , la combatió desde el dia diez de regeb con incesan- 
te fuego de las máquinas de truenos y se apoderó por 
fuerza de la fortaleza. Entraron los vencedores muslimes 
en ¡a ciudad y apenas de^atow Vvombre á vida ; las calles 



coman san^ , y todo estaba lleno de cadáveres. Aque- 
lla tarde hicieron sa azala de almagreb ó puesta del sol 
sobre los sangrientos destrozos de la victoria , y á la ma- 
ñana la de azohbí ó del alba sobre la misma purpúrea al- 
fombra. Volvióse Ismail á Granada, donde entró en triun- 
fo dia 24 de regeb llevando consigo muchas ricjuezas de 
los despojos de Itfartos, y hermosas cautivas y niños. Mu. 
rió en esta ocasión Aben Ozmín, joven de la primera no- 
bleza de Granada , y su muerte fué muy sentida de toda 
la ciudad. Entre las ipujeres cautivas venia una hermo- 
sa doncella que encantaba á cuantos la veían. Habíala 
sacado de entre las san^ientas manos de los soldados 
Muhamad Aben Ismail hijo del walí de Algecira , y pri- 
mo hermano del rey , costándole mucho trabajo y riesgo 
de su propia vida el librarla de los crueles y codiciosos 
que la tenian. Cuando el rey Ismail la vio sm ser pode- 
roso para hacer otra cosa mas digna de un rey la tomó 
por suya y la mandó llevar á su harem despóticamente. 
Ofendióse mucho de esta tiranía Muhamad y se quejó al 
mismo con bien sentidas razones. El rey que no sufria re- 
convenciones le mandó callar y que saliese de su presen- 
cia , y que si no quería permanecer en Granada que se 
fuese de ella , y pasase al bando de los rebeldes y enemi- 
gos de su rey. El dia de esta entrada del rey Ismail fué 
un dia de gran fiesta. Toda la ciudad le recibió con acla- 
maciones ae triunfo , las calles de la carrera estaban cu- 
biertas y entoldadas de ricos paños de seda y de oro , y 
por todas se quemaban aromas que perfumaban el aire 
con mucha suavidad. Todos rebosaban de alegría , solo 
estaba triste , despechado y bramando como un toro el 
walí Muhamad , y en su profiíndo sentimiento propuso 
en su corazón tomar cumplida venganza. Comunicó sus 
penas con sus amigos que eran muchos y muy principales, 
y todos le procuraban consolai* lo mejor que podian. Desca- 
nrió á ios mas íntimos su pensamieulo n ^yc\x\^ t^'s^vnrt^s^ 



304 

de vengarse , y le juraron ayudarle en cuanlo intentase. 
No descansaba el inquieto corazón de Muhamad agitado del 
ofendido pundonor , de rabiosos celos, y de furiosa y jus- 
ta indignación , y asi estaba su ánimo combatido y como 
mar tempestuoso. No quiso dilatar su meditada veng^m- 
za por no dar tiempo á su rival de que gozase de su pre- 
sa. A los tres dias de la entrada del rey estando este en 
el alcázar de la Alhamra llegó á las puertas del palacio 
Muhamad el primo del rey con su hermano , y algunos 
amigos los mas valientes , todos con puñales escondidos 
en las mangas de las aljubas , y armados de fuertes jacos 
debajo de los alquiceles : dijeron á los eunucos y guardia 
que querian hablar al rey á su salida , y por eso espera - 
ban allí. No tardó mucho en salir el rey acompañado de 
su vsrasir , luego se adelantaron Muhamad y su hermano 
á saludar al rey al paso de la puerta , y al punto le hirió 
con tres profundas puñaladas en la cabeza y ene! pecho, 
cayó el rey diciendo : traidores I £1 wasir sacó su espada 
por defender al rey y defenderse ; pero luego fué muerto 
á puñaladas por otros conjurados. Fué tan rápida esta 
operación que cuando llegaron los eunucos y guardias ya 
los matadores estaban fuera de palacio y los mas en 
salvo. 

Tomaron al rey los ministros y le llevaron á la cáma- 
ra de la sultana madre , los físicos curaron sus heridas, 
pero eran mortales. El segundo w^asir informado de quié- 
nes eran los matadores puso gran diligencia en prendei-los; 
pero los mas ya estaban fuera de la ciudad , á los que 
nalló por mas confíados los descabezó y mandó poner en 
escarpias. Guando volvió á palacio halló toda la guardia 
alborotada y al caudillo Ozmin que era parcial de tos con- 
jurados , y preguntó á este como estaba el rey , y toda la 
gente que oslaba á las puertas preguntaba lo mismo : i 
lodos respondió (|ue el rey estaba vivo , que sus heridas 
oríin \q\q9> . y muy pveslo le verian sano , con oslo los 



aseguró. Eairó el \^a&ir a la cáioaní otíí tfi \ it uilii «^ 
pirando : con todo eso \ol\í6 á ¿alir ^ diK< a a pnróik i 
al caudillo Ozmin qoe d rey iba iniry ion., áalii- pv ja 
ciudad y habló á sus ami^ . y k& óz o uot íimskl a i*- 
lacio para autorízar y defendtr h> oát ¿«n^ma jl i«a 
común y particalar de todo» eiio&. Vcivj:. en «li:* a 3*- 
lacio y los dejó en el patio con las fsaarása^ ; ai.n 1 »- 
lió que ya el rey había espitado. Ésryjmtxs csu: k óocr 
ú Ozmiá y á los demás cafaalkros aácay^ y J*^^?"^ ?<*^ 
viniesen al salón que el rey les quena ta&tar.'feeeK ñt- 
cho Ozmin si el rey sabría algo de ¿os secretts jiUüMjsnBm 
con los conjurados . y mas sentía d ao lecax auL sz» bu- 
cos de sus amigos : ó» todo eso ÚMmusanñc sua nfítín^ 
entró con los demás cabaileroe en eí aaica : aui ^aiui <i 
wasir^ venando toda la neUeaa «staba ^onta n nni 
mayor de Ismail se presentó. Este era M^ihamaiii. mutná- 
cho todavía de poca edad , loe^ el wasr ues •iiw iiir «h 
rey quería que recoDocieseB y ioraeen por <» ¿«icüur 
al principe Muhamad qne aUi tenían . «pe «i nv §b 
<entia malo y por cansa de sos heridaj no les habiái». 
Todos le juraron obediencia, y al acabar ía eereoMnia .a» 
anunció la muerte del rey. Otanin iine e&taÉ:ia rprjUAtuUi 
mavores males se alegró mocho de la pnpuesta jira i 
no le pesó de ia moerte del rey : asi «^pe . ñie el órm^n 
á decir á los guardias : ensalce Diot* a oivsim rev Muu^u 
Muhamad ben Ismail. Toda la nobleza y la ^nari.si r^ 
|>i(ió lo mismo y saJíeron por las calles y le prciüanuiunn 
con alegría : así moda el Señor sus horais. En ^l crm-i— 
pió del día todo fué sosto y temores al merliii «l>a y a .a 
larde algazaras de jábilo y fiesta. Asi acabo ^l ¿ran mv 
Ismail ben Ferag ben Nazár. llamado .Vboi Waiid y Abiii 
Said : al dia siguiente al amanecer del marte» fue enter- 
rado con gran pompa en el cementeru de i» &miiia . v 
sobre su sepulcro se poso este epitafio : 

*< Esto (*> el sepulcro de¡ rey mártir CQV\n\tf «linr V 



306 

las fronteras , defensor de la religión , el ínclito , el esco- 
gido , el reparador de ia familia de los Nazares , el prín- 
cipe justo , el amparador , el denodado , el héroe de la 
guerra y de las batallas , el noble , el generoso , el mas 
afortunado de los reyes de su dinastia , el mas aventa- 
jado en piedad y celo de la honra de Dios , espada de la 
guerra santa , muro de los pueblos , fortaleza de los cau- 
dillos , amparo de los nobles , alivio de los pobres^ el 
compasivo con los que temian , el domador de los sober- 
bios , laborioso en el camino de Dios ^ vencedor por la 
gracia de Dios , príncipe de los muslimes Abnl Walid 
Ismail hijo del amparador excelso , del vencedor esco- 
gido j noble vengador , engrandecedor de la familia Na- 
zana , columna de la dinastía Algalibia , el piado- 
so , el compasivo Abu Said Ferag, hijo del noble v es- 
clarecido defensor de los defensores del Islam , cleooro 
de los príncipes Algalibes, honor , alteza de la prosapia , 
el santo, el piadoso Abul Walid Ismail ben Nazar, san- 
tiGcado sea su espíritu en bienaventuranza , sea refrige- 
rado con el rocío de la misericordia , sea concedido am- 
plio galardón por premio de sus certámenes meritorios , 
por su martirio , pues le hizo Dios conquistador de pue- 
blos , debelador de soberbios reyes enemigos suyos , y fué 
atesorando méritos hasta el día señalado que Dios le des- 
tinó para que llegado el plazo sellase sus dias con buenas 
obras , recíbale y colóquele en lugar de retribución y 
honra , lugar que le tema preparado por su santo celo : 
muríó , Dios le perdone , á traición ; pero con gloría y en 
la tírme y pura confesión de los reyes sus antepasados, y 
fué elevado á las moradas de eterna felicidad : nació , 
complázcase Dios de él , en hora bienaventurada entre 
manos del alba del día iiuma 47 de la luna de xa- 
wel año 677 : fué jurado dia jueves 27 de xawel 49^8 
año 71 3 , y fué muerto en dia lunes 26 de la lu- 4 343 
na de regeb insigne , año 725 : alabado sea el 13S5 



SOY 

rey verdadero , que mientras todas las críatnras acaban 
y se suceden permanece eterno é inmutable. » 

CAPÍTULO XIX. 

REINADO DE HUHAKÁD BBN ISHAIL. SUS GUBRRAS CON 
CRISTIANOS T AFRICANOS. TOVA Á GEBALTARIC. 

Dejó el rey Ismail cuatro hijos , Muhamad el mayor 
que le sucedió tenia doce afios : Farag el segundo <]ae 
murió en prisión en Almería como veremos, Abul Hegiag 
que sucedió en el reino , y el roas pequeño Ismail que 
estuvo desterrado en África. Fueron los w^asires del rey 
Ismail , el caudillo Abu Abdala Muhamad , hijo de Abul 
Fath Nasir ben Ibrahim el Fehri de las mas nobles casas 
de Andalucía , y su compañero Abul Hasan Aly ben Ma- 
sud Almoharabí también noble y rico caballero de Gra- 
nada ; pero muy ambicioso y que procuró perder á su 
compañero por ser solo en el mando y en la gracia y 
favor del rey : y lo vino al fin á conseguir. Fué su cadí 
el hermano del wasir el jeque y alfakí Abu Becar 
Yahye ben Mesaud ben Aly , y conservó la judicatura 
durante la vida del rey. Sus alcatibes ó secretarios fueron 
Abu Giafar ben Sefnan de Málaga que le sirvió antes de 
cadí asi en Málaga como en el camino y en Granada : 
después tomó el rey por secretario al docto alfakí Abul 
Hasan ben Algiam , ^anadino de la principal nobleza 
de la ciudad. Era capitán de su guardia de algarabíes, 
guardia croe introdujo este rey , Otman Abu Said hijo de 
Abilali Edris ben Abdelhac cuadillo de gran valor , y de 
mucha prudencia , y de la sangre real de los de Fez. 

Este virtuoso rey en el tiempo que sus guerras le per- 
mitieron edificó en Granada hermosas noezauitas , labró 
fuentes , plantó jardines , mejoró la policía ae la ciudad; 
distribuyó los gremios , distinguió las clases ^ y e^ V^t^- 



808 

los que hurtaba á eslas serias ocupacioDes se entretenía 
en la caza de aves , y en ejercicios de caballería y otras 
gentilezas. 

Proclamado rey Muhamad hijo de Ismail , llamado 
Abu Abdala el mismo dia de la infausta muerte de su 
padre , como era tan mozo y de poca edad que no tenia 
mas que doce años , gobernaba por él su wasir Abal 
Hasan ben Masud , y el caudillo de la caballería de Al- 
garables Otman. Poco después murió el wasir Masud que 
habia servido también á su padre , y sucedió en su em- 
pleo el dia 3 de ramazan del año 725 Muhamad Almah- 
ruc de Granada , hombre político y muy ambicioso. Las 
circunstancias eran muy oportunas para satisfacer su 
pasión y vanidad. Así fué , que durante el tiempo que el 
rey Muhamad se gobernó por su consejo^ logró este wa- 
sir oprimir á sus ízales , abatir á la principal nobleza, 
obscurecer el mérito que se distingma , y apartar del 
trono hasta los hermanos mismos del rey. Consiguió des- 
terrar al príncipe Ferag á Almería , y allí le puáeron eo 
prision donde al 6n murió : y al menor hermano Ismail 
con vanos pretestos le envió á África donde estuvo espa- 
tríado durante la vida dsl rey Muhamad su hermano. En 
suma este wasir Almahruc llenó la corte y el reino de 
desavenencias y descontento. El caudillo Otman fué tam- 
bién de los ofendidos y se retiró de Granada con ánimo 
de pasarse á África y de servir al rey, porque se guiaba 
por los consejos de Almahruc , y no hacia caso de sus 
representaciones y bien fundadas quejas. Tenia el rey 
Muhamad admirables prendas: ora muy hermoso de cuer- 
po ; y de sutil entendimiento , de apacible trato ; pero 
grave aun en sus pocos años , elocuente , magnífico y en 
ostremo liberal , robusto , de mucha destreza en la caba- 
llería y en toda suerte de gentilezas y de armas : era muy 
aficionado á las justas , parejas y torneos , y era sin igual 
en estas gallardías de á caballo. También guslaba & la 



I 



309 

caza , y era muy curioso de las genealogías y razas do 
caballos generosos : no había pan», él dádiva mas precio- 
sa que la de na caballo , y mantenía muchos para pre- 
miar á los que se distinguían en los ejercicios ecuestres y 
en la guerra. Así mismo era apreciador de los doctos y 
de los buenos ingenios , .gustaba de leer elegantes poesías 
y discursos floridos de historias caballerescas y 
amorosas. En el año 7Sí6 hizo su caudillo Ot- i 325 
man entrada en tierra de cristianos, taló la tierra 
y les tomó la fortaleza de Rute que cercó y rindió en un 
día. 

Luego que el rey tuvo edad gara gobernarse por si , y 
discreción para conooer la ambición de su wasir Almah- 
ruc j le depuso de su empleo y le mandó poner en prisión 
segura. Con esta resolución tomada por sí , porque nadie 
osaba decir nada al rey del poderoso wasir, puso gran 
temor en sus cortesanos , y no menores esperanzas de su 
valor é intrepidez y amor á la justicia : nombró en su 
lugar por wdsir á Mahamad ben Vahye Alkigiatí , hom- 
bre estimado de todos. Al principio del año TSil tuvo el 
disgusto de saber que su caudillo Otman que había par- 
tido de Granada con su hijo Ibrahim habia alborotado 
los pueblos de la tierra de Andaraz , y en ellos procla- 
maban á su tío Muhamad ben Ferag ben Ismaíl que es- 
taba en Telencen de África , y se decía que este príncipe 
pasaba ya á España con mucha gente eme le seguía. Sin 
perder tiempo tan precioso siempre , salió el rey á casti- 
gar los rebeldes , peleó con ellos con varia fortuna , por- 
que les favorecía la. aspereza de la tierra , y les ayudaba 
la inteligencia del cauaillo ; pero siempre andaban en fu- 
ga de las tropas del rey. Ibrahim el hijo de Otman fué de 
orden de su padre á Sevilla á incitar á los cristianos con- 
tra su patria ; estremo furor i como si los enemigos nece- 
sitasen tal consejo , siempre desvelados en nuestro daño^ 
y pensando en nuestra ruina. El diablo les pceieAiiVibVvQc- 



no 
moaa esta ocasioD y la aprovecharon. Entraron sos fron- 
teras y corrieron la comarca de Vera , y se rindió esta 
ciudad j y Olbera Pruna y Ayamonte : y en cercanías de 
Córdoba riberas de Wadalorza peleó Mnhamad cod los 
cristianos acaudillados por don Mannel^ Señor de Alhcj- 
ra en tierra de Murcia , y fué muy sangrienta batalla en 
que los muslimes perdieron la flor de la caballería El 
rey Muhamad se retiró á Granada , y viendo que el wa- 
sir Almahruc babia sido la causa de esta fatal suerra ci- 
vil y el dia mismo que entró en Granada le mandó desca- 
bezar en la prisión , dia ^ de muharram del año 
729. 4328 

Con las asonadas que habia de que entraba gente de 
África en ayuda de los rebeldes , envió á sn wasir AIki- 
ffiati á Algecira para que rogase á sa tiool waJí dé aque- 
lla ciudad que defendiese el estrecho y no dejase pasar 
gente de África , que bien sabía aue allí le buscaban ene- 
migos. Pocos dias después de la llegada del wasir á Al- 
gecira se vieron acometidos de tropas africanas , pelea- 
ron los andaluces con mucho valor y pero cedieron al nú- 
mero y y loe africanos se apoderaron de aquella cindad, J 
después de M arbalia y de Ronda , y el esfbraado viraiir 
Alkigiati murió peleando en el campo de Algecira 
en17deregeb del año 729. 1339 

La nueva de estas desgracias intimidó á los 
granadles , el rey se dispnso para salir á la campaffa, y 
nombró por su primw wasir y hageb de su casa al caudillo 
Abul Naim Reduán que se habia criado en casa de su pa- 
dre. Este caudillo era eran político y buen soldado , y 
tenia mucha popularidad y estimación. Salió el rey Mu- 
hamad de Granada con muy lucida gente de infanteria y 
caballería , entró la tierra d» los cristianos y tomó por 
fuerza de armas la ciudad de Cabra y la fortaleza de 
Priega. Ck>mo en esta ocasión le diesen sus caballeros la 
enhorabuena , y entre ellos hubiese muchos doctores y 



811 

hombres de lelras que á competencia alababan sus dispo- 
siciones y pericia militar . les dijo : ¿á qué tanto aplauso? 
parece que habéis hallado al rey db la sabiduría , como 
aliase acostumbraba en las academias de Córdoba y Se- 
villa : manifestando en esta su respuesta su amor á las le- 
tras y consideración ¿ las costumbres de la juventud en 
las escuelas. 

Ckm pocas y escogidas tropas hizo entrada en las fron- 
teras de los cnstianos y se propuso la conquista de la ciu- 
dad de Baena. Adxniraban sus caudillos la determinación » 
muchos nobles caballeros la tenian por temeraria empre- 
sa y y con varios pcetestos escusaban de ir en su compa- 
ñía ; pero el rey juró hacer aquella conquista , y fué con 
su gente sobre aqnrila ciudad , la cercó , y como los cris- 
tianos vieron tan poca gente , que mas parecia ligera ca- 
balgada, que aparato de conquista y sitio, salieron muy 
ciHmados contra so campo , y le dieron batalla ; pero el 
rey con sos esforzados caballeros los rechazó y metió á 
lanzadas en la ciudad , y siguieron el alcance hasta las 
mismas puertas. Iba el rey en la delantera , y arrojó so 
lanza que era guarnecida de oro y piedras precio^ias ¿ un 
cristiano que atravesado con ella siguió huyendo con su 
caballo para entrarse en la ciudad: seguíanle muchos mus- 
h'mes para quitársela , y el rey dijo á estos soldados : de^ 
jadk) al pobre , que si no muere presto , tenea con que 
curar sus heridas , y los detuvo y tomó al real. Poco des- 
pués la ciudad se entregó , y pasó corriendo la tierra , y 
derribó los muros de Casares ^ y la hubiera entrado sino 
hubiese dilatado el asalto al día siguiente , en el cual avi- 
sado por los campeadores mandó Jevanlar el cerco ^ y salió 
al encuentro á los cristianos que venian en socorro de la 
ciudad. Dióles una sangrienta batalla en que desbarató y 
rompió su caballería , la puso en fuga y siguió el alcance 
algunas leguas : asi que , sin volver al sitio acudió á lo de 
Gebaltaric. Como entendiese que la fortaleza deGfik^ídSMir- 



312 

ric estaba mal guardada fué contra ella con su cam)vo 
volante , y la cercó y estrechó en términos que á pesar 
de las máquinas é ingenios con que los cristianos la de- 
fendian se apoderó de ella por fuerza , y la ocupó . Asimis- 
mo se apoderó de Ronda y Marbalia y de Algecira quo 
habian poco antes tomado los africanos de Beni Merin 
ayudados deOtman y de otros rebeldes vasallos. La habla 
ocupado por inteligencia Otman el Rada el dia 1 3 de dyl- 
hagia de 729 , pero en esta ocasión recobró el invicto 
Muhamad cuanto la discordia civil habia hecho perder, y 
cuanto se había rebelado durante su menor edad. Entre 
tanto vinieron los cristianos sobre Gebaltaríc y la cerca- 
ron por mar y tierra. 

En este mismo tiempo acaeció la rebdion de Ornar hijo 
de Otman que se levantó contra su jpdLÓre con muchos 
conjurados y parciales , diéronle varias batallas en que le 
vencieron y obligaron á huir de Fez : asimismci ganó 
Omar por intrigas é inteligencias las ciudades de Telencen 
y Sujuímesa, ayudándole su hermaiio á que se apoderase 
de todo el reino de su padre : el buen viejo Otman Abu 
Said no pudo resistir á tantas desventuras, y folle- 
ció en fin de dylcada del año 730 [i). Entonces 4330 
su hijo Abul Hasan Aly , después que habia aya- 
dado á su hermano para despojar del estado á su padre se 
levantó contra el hermano , y fué tan venturoso en la 
guerra que le venció y mató en una batalla. 



(i) Otros 731. 



313 

CAPÍTULO XX. 

CONTINUA MUHAMAD SUS CAMPABAS. SiMM)BRE Á LCH 

AFRICANOS DE GBBALTARIC , T LC ASeSlNAK. 

LR SUCEBC JUZRP. 

Ed Andalucia el rey Muhamad de Granada vino en h> - 
corro de los sayos cercados en Gebaltaríc , y Ja fama di* 
su cereanía obJí^ó á los cristianos á levantar el cerco. 
Desde aDí los cnstiam» fberoo á cercar Teba de Ardali^^ 
por Osoiia , y ei rey Mahámad foé luego con su cat^llería 
contra ellos ¡ y acampó en Toron cerca de Tel>a ; y en- 
viaba sos canipeadores á Wadíleba para estorbar qóe lo-s 
cristianos diesen agua á sos caballos : se entregó entónc^-^* 
la pefia y kfñaHeLa de Pruna , y el alcaide qne la ^tregó 
se vino con sa gente al campo de Mahamad, EiA&ntf^ 
mandó el rey á sos eandílloe qoe íbesen con tres mil ca- 
ballosal río . v acometiesen al real de XmaíelíaítM. yrjfn 
otros tres míT se faé^á poner en ana celada en an valle 
una legua dd campo de los creíanos. Los tr^ mil caba- 
lleros entranm noy de rwío en el real de loe» crH^iarirjs. \ 
los pnsíeroo eñ macho desorden y ]e& caosaron gran ma- 
tanza. Laejg» coa fe rm e b orden qoe tenían .« pnocipíaror. 
á retirar para leTario^ á la ceiada del valie : pero k> 
cristíanoa fa eraa alisados y or» pasar^jA '^ o^za Eeena en 
el aleaaee. hoaui «pe faena riífjrz^/i crja modia j2%*> 
qoe kacm^el rey AlÍ3«w>. y -. ítaítoíi íco Lrieti ór i» i-r 
bataüav oiRaracL en <h r*:»! le /» !sabCAe& y Ljio a.- 
^ríealaVaialsearj^asÜMsiw^e» w 7»? .'3W!#!r?ii =«&- 
chas de aaAas parv^. L/:« TTScao».^ r^caroa «¿s-Esa^ 
rirndiB T eMímr'xi mm% 3DeuBM& ^le íütücifa y^^- 
coídbá» «Reí f^a¿ ^ '^^ ^^rse loraaroit íl nras- y J3» 
de Teltt ie etfr^iarx :rr «^«saK» «auesK 9tv& va. 
90» arañil i«5ir./^«^ TV*«riiHT vricwr <\ \^nan 



314 

le y la torre de las Cuevas y de Orlexicar. Entre tanto el 
nuevo rey de Fez Abul Uasan pasó el estrecho y se apo- 
deró de Gebaltaric como de cosa que le pertenecía. El rey 
Muhamad sintió mucho esta pérdida ; no quiso romper 
con este príncipe tan poderoso y guerrero , y cuya fama 
era ya muy grande así en África como en Andalucía , y 
le escribió sus cartas cediéndole de grado la fortaleza quo 
Abul Uasan habia ocupado por fuerza , y así quedaron 
alados y amigos. Andaba Muhamad entonces en tierra 
de Córdoba , y puso cerco á Castro del rio , y le combatió 
de dia y de noche ; pero defendíanle bien los cercados; así 
que , levantó el campo y pasó talando la tierra y se volvió 
por Cabra á Granada. 

Los cristianos fueron con gran poder sobre la fortaleza 
de Gebaltaric , porque veían su importancia , y que era 
la llave de Andalucía. Los caudillos de Abul Basan de- 
fendian bien la plaza ; pero la constancia de los cristianos 
los fué apurando poco á poco , y las provisiones se les 
acababan á mas andar ; así que , ni les quedaba esperan- 
za de socorro de parte de África porque los cristianos te- 
nian cercada la fortaleza por mar y por tierra , y sus ga- 
leras cruzaban sin cesar el estrecho , y no dejai)ÍBui llegar 
bastimentos á los cercados. Hicieron entender por algunos 
fugitivos al rey Muhamad de Granada en cuanto apuro los 
tenian los cristianos , que los socorriese como aliado que 
era de su señor el rey Abul Basan. Entonces el rey Muha- 
mad allegó de presto sus caballeros y fué á socorrer á los 
africanos que estaban cercados en Gebaltaric. Llegó ú 
Algecira y de allí delante de Gebaltaric peleó venturosa- 
mente contra los cristianos, y los venció y forzó á levantar 
el cerco , socorrió á los cercados, y como mozo y vana- 
glorioso do sus triunfos motejaba á los caudillos africanos 
y les decia , que los cristianos eran muy buenos caballeros 
que uo se habian querido meter con los de África , porque 
f orlos /os andaluzes lo Vemwvitcvfcw^vxa-^ que habian sido 



315 
muy corteses y comedidos con sus paisanos los grauadíe^ J 
({ue habian quebrado con ellos muy bien sus lanzas y les 
habían cedido el campo , y la gloria y mérito de dar pan 
á los mezquinos y hambrientos Africanos. Estas gracias 
ofendieron á los caudillos de Abul Hasan , y. como enten- 
diesen que trataba de despedir sq gente y pasar á visitar 
á su amigo el rey Abul Hasan , ellos concibieron el aleve 
pensamiento de matarlo. Asi fué , que despidió el rey Mu- 
hamad la caballería de Granada , y quedaron sob con él 
los pocos que le debian acompañar en su paso á África. 
Los vengativos africanos pagaron ciertos asesinos que le 
observasen , y como al dia siguiente á la partida de los 
granadinos le viesen subir al monte con poca compañía de 
su guardia , tomaron ciertas angosturas ásperas que allí 
hay , y en lo mas fragoso le acometieron y pasaron á lan- 
zadas donde no pudo revoKer su caballo , ni le pudieron 
defender sus guardias , que todos iban, caballero tras ea-- 
hallero por lo estrecho y áspero de la subida : dicen, que 
el primero que le hirió fué un siervo de su padre llamado 
Zeyan : así murió este noble rey dia miércoles 13 
de dylhagia del año 733. Sus guardias y soldados i 333 
que estaban en el campo fueron luego avisados de. 
la desgracia de su señor por los pocos que le acompañaban 
que descendieron huyendo del monte. Aunque eran pocos 
bien quisieran en aquel punto vengar la muerte de su no- 
ble rey ; pero los africanos temiéndose de ellos cerraron 
las puertas de la fortaleza. El cuerpo del rey Muhamad 
estuvo abandonado y desnudo en el monte , hecho el es- 
carnio de los soldados de África , á quienes acababa de 
salvar de la muerte. ¡ Cuan ingrata y desconocida es la 
barbarie I Los granadles llevaron la infausta nueva á Gra- 
nada , y en ella fué muy sentida de todos , como si cada 
uno hubiese perdido su propio padre. Los wasires y no- 
bleza proclamaron por rey á su hermano JuzeC Msvsx^^- 
giag. Este príncipe mandó recoger e\ cxxw^c» «^e «g^xV^x- 



310 

mano , y fué llevado á Málaga , y enterrado en una huer- 
ta del rey ííiera de la ciudad , en una capilla que se fabri- 
có de propósito para decoro de su sepultura ; en ella se 
puso este epitafio : 

« Este es el sepulcro del noble rey , fuerte , macnáni- 
tno , liberal , esclarecido Abu Abdala Mahamad efe feliz 
memoria , de la real prosapia , prudente , virtuoso , insig- 
ne guerrero , vencedor , caudillo de vencedoras huestes, 
de la antigua é indita familia de los Nazares , príncipe de 
Jos fieles , hjjo del Sultán Abul Walid ben Ferag ben Na- 
zar , á quien Dios haya perdonado y tenga en descanso. 
Nació ( el Señor se complazca de él ] día 8 de muharram 
del año 74 5 , fué proclamado rey por muerte de su pa- 
dre á 26 de re^bdel año 7915 , y murió ( Dios le perdone) 
á 43 de dylhagia del año 733. Loor y gloria á Dios altí- 
simo é inmortal. » 

Cuando se divulgó en el ejército de Granada (que vol- 
vía de Gebaltaric) la infausta muerte del rey Mubamad 
fué general el sentimiento, las protestas de venganza y la 
desesperación ; pero el remedio era inútil para mal tan 
urande , y la pérdida irreparable. Hallábase en aouella 
hueste el normano del difunto rey , el esforzado Abul He- 
giag j y luego fué proclamado por aquellas tropas , y ie 
•juraron obediencia en su pabellón á la orilla de Wadabeh 
fain que pasa por los campos de Jecira Aihadra (esto en 
la tarde del miércoles 13 de dylbaeia) todos los caudillos 
de las tropas , y se adelantó á ellas y fué á Granada, 
donde también le proclamaron. Era este Juzef ben Ismail 
ben Ferag conocido por Abul Hegiag, mozo de hermoao 
cuerpo , de grandes fuerzas , de mucha gravedad ; pero 
amable y de fácil trato , erudito , poeta y sabio en diferen- 
tes ciencias y facultades ; mas dado á fa paz que al etjer- 
cicio de las armas. Luego que acabaron las fiestas de su 
proclamdicioxi trató de concertar paces con los príncipes 
'nwlimes y cristianos , '^ eTvV\()^^N\V\a.wift cartas y raen- 



317 
sajeros y negoció una tregua por cuatro años con buenas 
condiciones. Luego se dedicó á reformar las leyes y prác- 
ticas civiles del reino , que cada dia se iban adulte-. 
rando con sutilezas de alca libes y malos aleadles. Ordenó 
' formularios más breves y sencillos para las escrituras y 
actas públicas , y los alimes y doctos escribieron buenos 
tratados y esplicaciones de las fórmulas dispuestas por el 
rey. Creó nuevas distinciones para premiar y galardonar 
los buenos servicios de los empleados públicos , y de los 
caudillos de las fronteras : mandó escribir artes para los 
oficios y profesiones , y libros de estratagemas y arte mi- 
litar, y otros diversos. 

CAPÍTULO XXI. 

REINADO DE JLZEF. BATALLA DE WADACELITO GANADA 
POR LOS CRISTIANOS. 

En el principio de su reinado felleció et wasir que ha- 
bia sido también de su padre , el ilustre Reduan y dio 
este encargo á Abu Ishac ben Abdelhar , caballero muy 
principal y rico que entró en esta dignidad el dia 3 do 
muharram del año 734. Apenas se divulgó en Granada 
su nombramiento, cuando todos los nobles y caudillos que 
habia en la ciudad, se presentaron al rey , y le acusaron 
de allanero , vano , vengativo , y que sin duda seria 
ocasión de bandos y discordias , y rogaron al rey muy 
encarecidamente que le depusiese de su empleo si desea- 
ba la quietud y tranquilidad del estado. El rey les ofre- 
ció que haria lo mas conveniente al bien común, que les 
agradecía el aviso y buen celo que manifestaban de su 
mejor servicio : y pocos dias después le depuso y nom- 
bró en su lugaf al Hageb Abul Naim hijo de Reduan. 
caballero muy virtuoso; pero duro do, vcítv^vííacjyv ^V6>^ 
iracundo como juslii'iero. Kn e\ \v^v^^^c^ ^v^ ^v\ ^c^wv^'ív^^ 

\V0 



318 

lodos temblaban de parecer en juicio delante de él, y por 
contemplación con la nobleza estaba encargado de la 
policía general , y en este tribunal no habia privilegiada 
ninguna clase civil ni militar ; todos debian presentarse 
en él citados que fuesen ó como testigos ó emplazados: su 
severidad y su iracundia junto con la brevedad y senci- 
llez de los juicios, llevó al suplicio á. muchos por muy le- 
ves causas , y se cortaron no pocas cabezas inocentes. 
Eli rey que á todos oía , y que estimaba también las que- 
jas de los pobres y desvalidos como las de los poderosos, 
habiendo entendido algunas violencias y justicias acelera- 
das, procedidas mas de su iracundia y ne^ humor que 
de la severidad de su justicia , y de la equidad y rectitud 
de su corazón, le puso en prisiones el dia 22 de 
regeb del año 140. 'Í340 

Gomo el rey Juzef ben Ismail Abul Hegiag es- 
taba en paz con todos los principes , ven treguas con los 
enemigos cristianos tuvo lugar para cledicarse á ennoble- 
(3er la ciudad con obras magnificas , y edificó la aljama 
mayor con gran magnificencia y con iodo el primor del 
arte : la dotó de cuantiosas rentas anuales , y ordenó sus 
constituciones para gobierno de los imames, alfakies, 
almocries , almuhedanes y hafízes , asi para el cumpli- 
miento desús obligaciones y servicio, como para la pun- 
tual y cómoda manutención de estos ministros. En cerca- 
nías de Málaga edificó un suntuoso [alcázar muy alto y 
de admirable belleza en que gastó inmensas sumas; pero 
se hizo célebre por aqueHa insigne fábrica : pues no solo 
se le debia el gusto y pensamiento de tan magníficos edi- 
íicíos , sino también el plan y disposición de ellos. 

El caudillo de la frontera de Murcia Reduan , y el 
arraiz de la caballería de Algarbe Abu Tabet Ornar 
ben Olman ben Edris ben Abdelhac que era de la san- 
are reai de Beni Herin fueron á correr la tierra de Mur- 
cJü , robando ganados . \ \'a\wqwW \i^\s\\^ (\uemando 



319 

(le paso la fortaleza de Wadalhimar , y eatraroii irian- 
íantes en Granada con mas de mil caativos cristianos , 
hombres , mujeres y niños , se celebró mucho esta ca- 
balgada y hubo grandes Gestas y zambras. El arraiz 
(le Algarbe así por su nobleza como por la importancia 
de su grado en la caballería , principalmente por su dis- 
creción y gentileza era muy privado del rey ben Juzef ben 
Ismail : era arbitro y dispensador de todas sus gracias, 
nadie hablaba al rey sin su licencia , ni se hacia en pa- 
lacio cosa chica ni grande sino por orden suya. Acaeció 
(|ue ¡)ocos dias después de la llegada de estos caudillos de 
lu frontera el rey mandó prender al arraiz Ornar su, 
{j;rande amigo y á sus hermanos , y los puso en rigurosa 
prisión el día %9 de rabié primera del año 744 . Este 
suceso maravilló mucho á la gente y se estrañó en todo 
el reino, y mas todavía viendo que el rey dio su plaza al 
primo de Omar Yahye ben Omar ben Rehu. En general 
so ignoró la causa de haber caido de la gracia del rey; 
pero entre los cortesanos se decia que el rey le habia 
hecho su confidente en ciertos amores , y por desgracia 
Omar era su rival en ellos , y mas &vorecido de la ena- 
morada que lo ({ue el rey quisiera. También se anadia 
que Yahye habia descubierto al rey los secretos amores 
do su primo , si ya no (óé todo hablillas populares. Asi- 
mismo privó del wasirasgo por queja del pueblo á A bul 
líasan Aly ban Múl, y poso en su lugar al secretario que 
habia sido del rey su hermano Abul Hasan ben Algiab, 
hombre de providad , muy docto y muy prudente. 

En este tiempo vino nueva al rey Juzef ben Ismail, 
como el rey de Fez Aly Abul Hasan ben Otman ben 
Jacub ben Abdelhac de Beni Merin habia pasado el estre- 
cho, y conseguido una completa victoria naval de los cris- 
tianos, que habia peleado con ellos el dia jiuma 9 de 
safer del año 744 que su armada era de i ¿(^ %^^vd& ^ \*^^t^ 
que con ollas habia rodeado á \a«i Aí* W ^TSfcWV9sW»« '^^ 



318 

lodos temblaban de parecer en juicio delante de él, y [x>r 
contemplación con la nobleza estaba encargado de la 
policía general , y en este tribunal no había privilegiada 
ninguna clase civil ni militar ; todos debian presentarse 
en él citados que fuesen ó como testigos ó emplazados: su 
severidad y su iracundia junto con la brevedad y senci- 
llez de los juicios, llevó al suplicio á. muchos por muy le- 
ves causas , y se cortaron no pocas cabezas inocentes. 
E\ rey que á todos oía , y que estimaba también las que- 
jas de los pobres y desvalidos como las de los poderosos, 
habiendo entendido algunas violencias y justicias acelera- 
das, procedidas mas de su iracundia y ne^ humor que 
de la severidad de su justicia , y de la equidad y rectitud 
de su corazón, le puso en prisiones el dia 22 de 
regeb del año 740. ^3i0 

Gomo el rey Juzef ben Ismail Abul Hegiag es- 
taba en paz con todos los príncipes , y en treguas con los 
enemigos cristianos tuvo lugar para cfedicarse á ennoble- 
(3er la ciudad con obras magnificas , y edificó la aljama 
mayor con gran magnifícencia y con iodo el primor del 
arte : la dotó de cuantiosas rentas anuales , y ordenó sus 
constituciones para gobierno de los imames, alfakies, 
almocries , almuhedanes y hafízes , asi para el cumpli- 
miento de sus obligaciones y servicio, como para la pun- 
tual y cómoda manutención de estos ministros. En cerca* 
nias de Málaga edificó un suntuoso Talcázar muy alto y 
de admirable belleza en que gastó inmensas sumas; pero 
se hizo célebre por aquella insigne fábrica : pues no solo 
se le debia el gusto y pensamiento de tan magníficos edi- 
ficios , sino también el plan y disposición de ellos. 

£1 caudillo de la frontera de Murcia Reduan , y el 

arraiz de la caballería de Algarbe Abu Tabet Ornar 

ben Otman ben Edris ben Abdeíhac que era de la san- 

gre rea) de Beni Merin fueron á correr la tierra de Mur- 

ívi» , tobando ganados . \ V^WqwW m^t^^^ í\uem»ndo 



319 

(le paso la fortaleza de Wadalhimar , y entraron triun- 
fantes en Granada con mas de mil cautivos cristianos , 
hombres , mujeres y niños , se celebró mucho esta ca- 
balgada y hubo grandes Gestas y zambras. El arraiz 
de Algarbe así por su nobleza como por la importancia 
de su grado en la caballería , principalmente por su dis- 
creción y gentileza era muy privado del rey ben Juzef ben 
Ismail : era arbitro y dispensador de todas sus gracias, 
nadie hablaba al rey sin su licencia , ni se hacia en pa- 
lacio cosa chica ni grande sino por orden suya. Acaeció 
(jue pocos dias después de la llegada de estos caudillos de 
lu frontera el rey mandó prender al arraiz Ornar su, 
grande amigo y á sus hermanos , y los puso en rigurosa 
prisión el día 29 de rabié primera del año 744 . Este 
suceso maravilló mucho á la gente y se estrañó en todo 
el reino, y mas todavía viendo que el rey dio su plaza al 
primo de Omar Yahye ben Omar ben Rehu. En general 
so ignoró la causa de haber caido de la gracia del rey; 
pero entre los cortesanos se decia que el rey le habia 
hecho su confidente en ciertos amores , y por desgracia 
Omar era su rival en ellos , y mas &yorecido de la ena- 
morada que lo cjue el rey quisiera. También se anadia 
que Yahye habia descubierto al rey los secretos amores 
de su primo , si ya no fué todo habhllas populares. Asi- 
mismo privó del wasinusgo por queja del pueblo á Abul 
Hasan Aly ban Múl, y puso en su luear al secretario que 
habia sido del rey su hermano Abul Hasan ben Algiab, 
hombre de pro viciad , muy docto y muy prudente. 

En este tiempo vino nueva al rey Juzef ben Ismail , 
como el rey de Fez Aly Abul Hasan ben Otman ben 
Jacub ben Abdelhac de Beni Merin habia pasado el estre- 
cho, y conseguido una completa victoria naval de los cris- 
tianos, que habia peleado con ellos el dia iiuma 9 de 
safer del año 741 que su armada era de \ ÍO galeras ^ \^^^ 
que con ollas habia rodeado á \as A<» W ^w^wxn^^. n 



320 

muchas había hundido y muchas apresado con toda su gen-* 
te y provisiones. Esta venturosa nueva se celebró en Gra- 
nada con iluminaciones, fuegos y grandes fiestas y zam- 
bras j que duraron toda la noche , y al punto mandó el 
rey que sus caballeros se dispusiesen para ir en su com- 
pañia á recibir y visitar al rey de Fez. Luego fueron 
viniendo los alcaides de las fronteras y otros principales 
caballeros, y partió el rey á su visita con muy lucido acom- 
pañamiento , y llegó á Algecira Alhadrá el dia 20 ( 4 ) 
del mismo mes , y el rey de Fez holgó mucho de aquella 
visita de Juzef ben Ismail , y comieron juntos con sus 
principales caudillos. Traía el rey de Fez ^an gentío de 
mfantería y caballería , y para no perder tiempo concer- 
taron poner cerco á la ciudad de Tarifa y luego movieron 
sus gentes , y fueron delante de Tarifa y acamparon allí 
en 3 del siguiente mes , y principiaron á combatirla con 
máquinas é ingenios de truenos que lanzaban balas de 
hierro grandes con nafta , causando gran destrucción en 
sus bien torreados muros. Durante el largo cerco envió el 
rey de Fez sus caudillos Al y Alar y Abdehneiic con cier- 
tas escogidas compañías de zenetes , gomares y masa- 
mudes á correr la tierra de Jerez y de Sidonia , Lebrija 
y Arcos . y fueron sus algaras estragando la tierra , ro- 
bando ganados, quemando las casas de campo, y asolan- 
do aquella comarca como una tem()estad de truenos y re- 
lámpagos. Los cristianos que guardaban aquella frontera 
salieron contra este campo de almogaraves que tanto 
mal y daño les bacía , y hallaron á los muslimes donde 
menos lo recelaban estos. Sobresaltados con el improviso 
ímpetu de los enemigos y embarazados con la rica presa 
apenas acertaron á ponerse en orden para defenderse, y 
llenos de confusión y espanto sin atender á sus valientes 

(i) El Salamani y otros dicen que fu^ en sábado 6 de 
xawél, y e/cam|)o de Tarifa en V\ de mubarram del añof74l; 
poro no parevQ cierta \a íev'Vv«i, 



321 

caudillos huyeron de los crifitianoB. Entre los que pelean- 
do vendieron bien caras sus vidas fueron los dos Ínclitos 
caudillos Abdelmelic y su primo Aly Alar , an^ws caye- 
ron de los primeros por animar á los suyos ¿ la pelea , 
entre los que hicieron lo que les convenia qoeídaron mil qui- 
nientos muslimes , zenetes y gomares tendidos en los cam- 
pos de Arcos para agradai)le pasto de aves y fieras. 

La nueva de este desoian llenó de sentimiento á todos 
los muslimes y de despecho al rey de Fez y al de Grana- 
da , en especial por la pérdida de aquellos dos nobles 
caudillos. £scribió el rey de Fez á sus alcaides de África 
que le enviasen nuevas tropas , y también el de Granada 
hizo Uamada de sus gentes con ánimo de tomar cumplida 



Los cristianos que estaban cercados veían cada dia 
aumentarse el campo de los muslimes , y que su innu- 
merable gentío cubria ya montes y llanuras. Enviaron 
sus cartas repitiendo súplicas á sus reyes para que los 
socorriesen así al rey de Castilla como al de Portucal. El 
de Castilla estaba ¿ la sazón en la ciudad de Sevilla , y 
luego allegó sus gentes y vino con poderosa huesto , y 
también vmo con escogida caballería el de Portucal , y 
vinieron con gran chusma estQ^ dos tiranos y cuando lle- 
garon á Hijarayel ( i ) avistaron el campo de los musli- 
mes que al punto se movió contra ellos , pues los cam- 
peadores habian anunciado la venida del enemigo. Acau- 
dillaban los dos reyes sus esforzadas tropas , y los dos 
tiranos también ordenaron sus haces para la pelea ; pero 
como ya fuese á puestas del sol , á los unos y á los otros 
pareció poco espacio de tiempo el que del dia quedaba 
para darse batalla , y no quenan que la ya cercana veni- 
da de la noche interpusiese treguas á sus hostiles inton- 
ciones. Así fué , que en aquella tarde ni los campeadores; 

( 1 ) La peíía del ciervo. 



322 

salieron de sus ordenanzas , ni se permitió salir á escara- 
muzar con los contrarios , y ambas huestes se temieron y 
respetaron mutuamente. Pasaron aquella noche esperan- 
do con impaciencia , con incertidumbre y temor la venida 
del alba. Los caudillos dieron sus órdenes á los capitanes 
y adalides , y estos en sus banderas esforzaban á sus tro- 
pas para la pelea ofreciéndoles la victoria si mantenian 
animosos y constantes la sangrienta lid. A la venida del 
alba y en el punto que principiaba á clarear el dia se 
oyeron las trompetas de los enemigos y estremeció la 
tierra el estruendo de los atambores muslímicos , confun- 
diéndose con los alaridos y atakebiras el agudo sonido de 
los lelilies y bocinas. Corría en medio de ambos campos 
el Wadacelito , y los campeadores cristianos se adelan- 
taron al paso del rio , salieron á encontrarlos á toda bri- 
da los esforzados zenetes y goroar^ y la caballería de 
Granada : trabáronse ambas hueste peleando con igual 
valor y constancia , y en lo mas recio de la sangrienta 
batalla comenzaron á remolinarse ciertas cabilas alára- 
bes atropelladas de la caballería armada y cubierta de 
hierro que las acometió , de suerte que fueron desbara- 
tadas y divididas por los enemigos. Al mismo tiempo 
salieron de la ciudad los cercados y se apoderaron del 
real de Abul Hasan , de su harem y riquezas , y al punto 
todos los africanos abandonaron el campo de batalla , 
que mantenian solos los andaluces acaudillados de el 
rey Juzef. Viendo es*>e que la flor del ejército enemigo 
cargaba sobre los suyos , y que los africanos huian por 
todas partes mandó á sus alféreces retirarse peleando ná- 
cia Algecira antes que todo el ejército vencedor los ro- 
dease , y así lo hicieron dejando sangrientas huellas en su 
retirada. El rey de Fez se acoeió á Gebaltaric y en el 
mismo dia infausto de la batalla se embarcó y pasó á 
Cebía. Fué esta creí batalla de Wadacelito día lunes 
7 de la luna de '^vutaaid^ ^tyk^íw. (^< \ del año 
(i) ¥A Salamani dice \\wtu«iA^ vq%vx%.x^. 



741 . El campo quedó cubierto de armas y cada- 1340 
veres , y fué memorable esta matanza y pasó á 
proverbio entre los enemigos aquel aciago dia. 

Avisaron los campeadores al rey Juzef ben Ismail co- 
mo los enemigos le tenian tomados los pasos de la retira- 
da con innumerable chusma , y asi volvió á Granada por 
mar en sus naves y desembarcó en Almunecab. En la 
ciudad hubo gran duelo porque en aquella batalla murie- 
ron muchos nobles granadles , y entre ellos el principal 
cadi de Andalucía Abu Abdala Muhamad Alascari. Des- 
pués de esta victoria fué el rey de Castilla sobre Calayaseb 
y la cercó y combatió con máquinas , y los de la cmdad 
atemorizados se entregaron al rey Alfonso por avenencia 
saliendo salvos los moradores. También se rindió por 
avenencia Friega y ben Anexir que todo cedia á la fortu- 
na de los enemigos. En el año simiente también fueron 
desventuradas las armas muslímicas : en las bocas de 
Wada Menzil tuvieron sangrienta batalla las naves de 
África y de Granada con las de los cristianos , y estos 
enemigos quemaron muchas de ellas , y murieron pelean- 
do los amires que las mandaban. 

CAPÍTULO XXIÍ. 

TOMAN LOS CRISTIANOS Á ALGECIRA. TREGUAS. POLI- 
CÍA DEL REY JUZEF. ORDENAMIENTOS RELIGIOSOS. 

La fortuna estaba declarada contra los muslimes cd 
este tiempo. El rey Alfonso ufano de sus victorias desea- 
ba apoderarse de la ciudad de Algecira Alhadra , p&er- 
ta de España , ciudad hermosa y fuerte, de excelentes 
campos j y envió sus gentes que la cercasen en tanto que 
él mismo por otra parte corría la tierra del rey de Gra- 
nada , haciendo mucho daño en mieses y huetVa&.W^^ 
garon los cristianos delante de Algecira en tofi^ ^"^ 



verano , y acamparon allí rodeando sus reales de fosos v 
hondas cavas. Los cercados salían á estorbarles sas tra- 
bajos , y les daban sangrientos rebatos en cada día en 
que mataban muchos de sus cruzados y buenos caballe- 
ros : y muchas veces pelearon en campo abierto con va- 
ria fortuna con todos los cristianos que andaban en el cer- 
co. Levantaron los cristianos grandes máquinas y torres 
de madera para combatir la ciudad , y los muskmes las 
destruían con piedras que tiraban desde sus maros, y con 
ardientes balas de hierro que lanzaban con tronante naf- 
ta que las derrivaba y hacia gran daño en los del campo. 
El rey Juzef ben Ismail salió de Granada con so caba- 
llería para socorrer á los cercados , y acampó riberas do 
Wadijaro. Bien quisiera el rey acometer lo^ á \ob ene- 
migos ; pero sus caudillos no osaban venir á baCaiia , ni 
acometer á los cristianos en su campo fisrüficado , mno 
espjerar que saliesen contra ellos á escaramnanr , porque 
la infiantería estaba muy intimidada desde Ifli batalla do 
Tarifa. El rey Juzef recelando que la ciudad estuyieso 
muy apurada y que se perderia sino la socorriese , ani- 
mó sus gentes y llegó una madrugada á la hora del alba 
á la orilla del río Palmónos , que mediaba entre los dos 
campos. Perecióle que la sorpresa seria muy importante, 
y así ordenó que acometiesen antes del dia , cuando los 
cristianos menos pensasen. La arrancada fué muy de- 
nodada é impetuosa que puso en gran confusión á los 
enemigos , pero las cavas profundas y anchos fosos que 
los defendían desordenaron mucho á los caballeros mus- 
limes , y no pudieron hacer todo el efecto que deseaban : 
rompieron y desbarataron sin embargo cuanto se lea pu- 
so delante ; pero quedaron muchos caballeros estados 
en la espesa selva de lanzas que les opusieron. Acudió ¿ 
defender sus reales tanta muchedumbre que fué pruden» 
cia de los caudillos retroceder sin meterse mas adentro de 
/as bim guardada» lríncl\er^«. Los de la ciudad que pa^ 



325 

decian gran falla de provisiones , y veiau que el rey Ju- 
zef no podia obligar á los cristianos á levantar el cerco, le 
enviaron á decir por los pocos bateles que bastecían de 
noche la ciudad , que ya no era posible mantenerse , que 
procurase avenencias con los cristianos. Envió Juzef ben 
Ismail á Cebta á pedir auxilio al rey de Beni Merin ; 
pero se escusó con sus urgencias domésticas , y le acon- 
sejó que hiciese sus paces con el rey de Castilla. Asi lo 
procuró Juzef; pero el rey Alfonso no quiso dar oidos ¿ 
ninguna propuesta si no se le entregaba la ciudad. Toda- 
vía intentaba Juzef hacer un efuerzo y pelear contra los- 
cristianos , pero sus caballeros le dijeron que no era po- 
sible romper el campo , y que seria aventurarlo todo por 
conservar una sola ciudad ; asi que , persuadido concer- 
tó con el rey Alfonso la entrega , y que desde luego los 
muslimes pasasen de la ciudad nueva á la antigua con 
cuanto tuviesen , y en conveniente plazo pudiesen' reti- 
rarse de allí á donde bien les pareciese con todos sus bie- 
nes bajo la fé y amparo del rey de Castilla : y asimismo 
concertaron treguas de diez anos para repararse de tan 
prolija guerra. Entraron los enemigos en Alsecira des— 
pues de veinte meses de cerco en muharram (1 ) 
del año 744. El rey Alfonso trató con mucha 1243 ' 
honra á los caudillos de Juzef ben Ismail que tra- 
taron con él la entrega , y también á los de la ciudad , y 
todos quedaron muy contentos de su generosidad. 

En el largo tiempo de la tregua con el rey de Castilla, 
se ocupó el rey Juzef en beneGcio de sus pueblos , esta- 
bleció escuelas en todos con enseñanzas uniformes y son- 
cillas , mandó que en los pueblos que habia aljama prin- 
cipal , se predicase y leyese todos los jiumas , y en las 
mezquitas en que hubiese mas de doce vecinos se habia 
de hacer alhotba y habia de tener alfakí y alimam, y que 

( 1 ) Otros dicen safer. 

Tomo nr. \^ 



8M 

no hubiese mezquita en donde no pudiese haber azala asi 
en invierno como en verano : sus cinco azalas á sus horas 
convenientes de asohbi , adobar , alazar , almagreb y 
alaterna : que en la alhotba se observase la piadosa prác- 
tica de alabar á Dios , hacer azala sobre el bienaventu- 
rado Muhamad , la repetición de aleas del Alcorán , que 
amonesten y enseñen al pueblo con declaración y ejem- 
plos para que lo entiendan todos , y pedir perdón y mi- 
sericordia por todos. En la segunda después de las ala- 
banzas á Dios se hará honrosa mención de los de la ^- 
haba como caudillos primeros de los muslimes , se ensal- 
zará la ley de Muhamad pidiendo perd(Hi por todos , y 
prosperidad y todo bien para el rey, su familia y estado. 
Que en la hora de la azala de el jiuma no se pudiese 
vender ni comprar ; ni otras ocupaciones profanas. Que 
no se hiciese alhotba en dos mezquitas coando el pregón 
de una se puede oir en la otra , smo que se hicáese en \a 
mas noble ó mas antigua. Que todos estaban ob\igados á 
ir á la alhotba del jiuma tanto trecho cuanto puedan ir 
á oiría á tiempo saliendo con sol de su casa, y volviendo 
á ella también con sol , y con seguridad en el camino , 
prohibiendo que ninguno morase en yermo y tan aparta^ 
do de mezquita que partiendo de su casa de mañana no 
alcance á llegar á hora de adobar , que es la de la azala 
á la mezquita , ó que no pueda volver á donde vive áu^ 
tes de la puesta del sol. Para esto dispuso que ao viviese 
nadie á mas de dos leguas de población ; y en las alque- 
rías que hubiese mas de doce casas se edificase meiqui- 
ta. Que en las mezquitas estuviesen los muchachos tras 
de los viejos , y las mujeres tras de los muchachos y 
apartadas de todos los hombres , y en la salida qoe se 
estuviesen quedos los hombres y muchachos basta aoe 
ya entiendan haber salido las mujeres : qoe las donoelns 
DO asistan á las mezquitas , si no hay en ellas logar 
apartado , y cuando Ve Vtsi^a c^ue fiíesen moy cohiertas y 



8» 
eon mucha compostura. Ordenó que en ei día jiuma lodo 
muslim se pusiese sus mejoree vestidos manifestando su 
esterior aseo y limpieza la que deben tener en sus cora- 
zones , y que se ocupasen en visitar y remediar pobres, y 
tratar con sabios y conversar entre sí de cosas apacibles 
y virtuosas. Asimismo renoyó las piadosas costumbres 
de la sonna para la celebración de las dos pascuas , de la 
de alfitra ó salida de ramazan , y la de las victimas ó 
fiesta de carneros : en una y otra se habian introducido 
profanidades y locuras mundanas , y andaban las gentes 
como locas por las calles, echándose aguas de olor y ti- 
rándose naranjas y otras frutas , y andaban tropas de 
mozos y bailarmas con estrepitosas zambras por todas las 
calles : prohibió los desórdenes , y mandó que se cele- 
brasen con alegrías virtuosas , con limpias y preciosas 
vestiduras como cada uno pudiese, con flores y perfumes 
arom¿iticos por honra de. las pascuas, que se ocupasen 
en asistir á las mezc[uitas , visitar pol:^ , enfermos y 
sabios , y en distribuir limosnas como cada uno pudiese : 

Lpara sacar mayor provecho mandaba juntar la asada- 
i ó limosna de cada ciudad ó aldea , fuese en dinero, en 
pan ó en grano ú frutas^ y después la mandaba repartir 
por dos ó mas personas de conGanza , y si fuese muy 
abundante la limosna se depositaba el grano , se repar- 
tía á loe pobres y huérianos , en rescatar cautivos , re> 
parar mezquitas , í^ntes , caminos y puentes y otros 
nasos difídies ó trabajosos. Prohibió que anduviesen por 
las calles las rogativas por agua , porque las calles ni las 
plazas no son lugares ae clemencia ni de adoración , y 
ordenó que en las ocasiones de seca ó falta de agua que 
pareeiese necesaria la rogativa, se saliese á los campos 
eoo mucha devoción y humildad pidiendo á Dios perooB 
de sus pecados muchas veces , y oiciendo con afecto muy 
eordial : aSeñor Alá piadoso , tunos criaste de nada ^^ 
«abea nuestros yerros, por tu piedad ^V» ^qa xi^^ 



328 

quieras destruir, no mires á nuestros yerros, mira, Se-^ 
ñor , á tu gran piedad y clemencia , que tú no tienes 
necesidad de nuestros servicios : Señor, usa de piedad 
por las criaturas inocentes , por los animales simples y 
por las aves del cielo que no hallan que comer , mira Id 
tierra que criaste y sus yerbas mustias por falta de las 
aguas : Señor , ábrenos tus cielos , vuelve las tus aguas, 
vuelve los tus aires , y envia las tus piedades que refri- 
geren y rocien y vivifiquen la tierra muerta , y sus yer- 
bas , que den mantenimiento á tus criaturas , y no digan 
los infieles que no oyes á tus creyentes , por tu piedad y 
por tu clemencia , que tú eres sobre todas las cosas pia- 
doso : Señor, á tí adoramos , enlí creemos, y en ti es- 
peramos perdón de nuestros yerros y remedio de nuestras 
necesidades.)) También prohibió las juntas de diversas fa- 
milias en vigilias nocturnas dentro de las mezquitas , 
que las mujeres no tuviesen novenas sin su marido , ó 
con otras mujeres , ó con hombres de aquellos con quie— 
nes no les es lícito casar , como en compañía de padre , 
hermano , halí , amí ó sobrino , y no con otras , y lo 
mismo las viejas : á las doncellas no quería que fuese li- 
cito el ir á novenas , ni seguir y acompañar entierros. 
Mandó que ninguno se amortajase con seda , ni con plata 
ni oro , sino envuelto en tiras de lienzo blanco sobre ca- 
misa , después de bien labado y con olores buenos : man- 
dó en esto que no fuesen mujeres ^no la mujer , madre, 
ama , ó hala del difunto , y que no se diesen voces ni 
gritos , ni fuesen plañideras alquiladas para manifestar 
sentimientos y llanto que no tienen : prohibió que se hi- 
ciesen elojios del muerto por ninguno , sino que el alfaki 
ó la persona mas honrada del acompañamiento alzando 
sus manos al cielo de cara alquibla á par de la alchane- 
za diga : «Alá hu akbar, alabanzas sean dadas á Dios 
que mata y resucita , de Dios es la grandeza y la mayo^ 
ría j él es sobre lodas \^ cosas poderoso : Señor bendice 



á Muhamad y á los de Muhamad , apiádate de Muha--> 
mad y de los de Muhamad : Señor este es tu siervo , tú 
lo criaste y lo mantuviste , y tú lo resucitarás : tú sabes 
su secreto y su paladino , venímoste á rogar por él ; Se- 
ñor á tí nos avecinamos que tú eres cumplido de home- 
naje : Señor defiéndelo en la tentación de la fuesa , de— 
iiéndelo de las penas de Gihanam. Señor . perdónale y 
hónrale su morada , ensánchale su fuesa , limpia ^sus 
mancillas y pecados , dale morada mejor que su morada, 
dale compañía mejor que la que tiene : Señor, si es bue- 
no crécele en descanso , y si es que faltó en tu servicio 
perdónale sus yerros y pecados , que tú eres sobre todas 
las cosas piadoso y poderoso. Señor, afirma su lengua y 
dale valor al tiempo de la pregunta de su fuesa , no le 
lepruebes, Señor , ni le acuses de lo que sabes que no 
tiene poder para defenderse ; perdónale, Señor, perdóna- 
le , no le niegues tu misericordia ni le prives de tu ga— 
lardón.» Luego después de decir tres veces Alá hu akbar, 
dirá. «Señor Alá , perdona nuest.os vivos y nuestros 
muertos , los presentes y los ausentes , grandes y peque- 
ños, hombres y mujeres, que tú sabes nuestros destinos, 
tenemos esperanza en tu piedad que dará pasada á nues- 
tros yerros : Señor Alá, á quien ha hecho bien acrecienta 
su bondad y á quien ha hecho mal perdónale sus peca- 
dos. Señor Alá, defiéndenos y danos valor en la fuesa , 
líbranos de las penas de Gihanam y danos buen fin de 
nuestros dias:» al echarle en la fuesa dirá: «Señor, nuestro 
hermano vuelve á tí , nuestro hermano dejó el mundo y 
vuelve á tí , acógele Señor y cúbrale tu n.isericardia.» 
Prohibió que escribiesen la demanda y respuesta de la 
fuesa , y la enterrasen con el difunto , y lo mismo el po- 
nerle aleas ni alismas en la cabeza ni en el pecho. En 
las fiestas de buenas fadas para poner nombre á los re- 
cien nacidos , en que se juntan los parientes , y en las 
bodas y otras fiestas de familia permitía <^<^ Vx^vs^a 



zambras alegres y decorosas , que los walimas ó coa\i>. 
tes faesen opulentos , pero con discreción y sin abusos 
de embriaguez ni de otras vanidades , y costumbres vi- 
ciosas, porque habia mucha licencia en tales fiestas. Per- 
feccionó la policía de la ciudad y puso wasires de bar- 
rios , y uno para el zoco que asistía siempre en la alcana 
y cuidaba del buen orden en los mercados. Estableció, 
que se cerrasen y atajasen de noche los barrios , y que 
hubiese en cada uno ronda nocturna , con horas señala- 
das para cerrar y abrir las puertas , y lo mismo las prin- 
cipales de la ciudad. Escribió ciertas ordenanzas sobre la 
guerra , y mantener frontera , y el modo y orden de las 
cabalgadas. Puso pena de muerte al caballero que huyese 
de los enemigos , cuando no fuesen mas de dos tantos 
mas que los muslimes , á no ser por orden de sus caudi- 
llos que saben los secretos y estratagemas de la guerra , 
y cuando retirarse de la pelea : prohibió que los cam- 
peadores ó almogávares , ni otros cuerpos de gente de 
guerra matasen á los niños , ni á las mujeres , m á los 
viejos sin fuerzas , ni á los enfermos , ni á los frailes de 
vida apartada , salvo cuando estuvieren armados y ayu- 
dasen á los enemigos por sus manos. 

Mandó que los despojos y presa se repartiesen con jus- 
ticia , sacando el rey su qumto , de las cosas de comer 
3ue cada uno tome lo que necesite , y lo demás se divi- 
iese con orden , al caballero dos partes , al de á pié 
una , y á los que trabajen en la hueste de cualquiera tra- 
bajo , el rey usará de albedrio para premiarlos por las 
relaciones de los caudillos : que al que se tomare muslim 
en la villa ó fortaleza conquistada sé le restituya todo io 
suyo , y si ya estuviere repartido se le abonará su justo 
precio : prohibió que los hijos de familia pudiesen salir en 
cabalgada sin licencia de sus padres , ftiera de un caso 
de necesidad ó defensa del pueolo : y eso roisoio el que 
no pudiesen hacer su alhije ó peregrinación á la 



I. 



331 

santa de Meca ó de Alaksa , sin espresa Ucencia dg pa •« 
dre y madra , y en su falta de sus abuelos ú lialies : or- 
denó que en los delitos de adulterios y homicidios y otros 
que se cdstigan con pena de muerte , si los cómplices y 
reos no confiesan , no se les pueda dar la pena de muerte 
sino hay cuatro testigos de vista que depougan de una 
obra y de un mismo tiempo. Los adúlteros tenian pena 
de morir apedreados , y los solteros que acometen forni- 
cio tienen pena de cien azotes , el varón desnudo y la 
mujer sobre su alcandora , y después el varón un año 
de destierro : y el rey Juzef ordenó que hubiese en estos 
delitos albedrío de juez y los pusiese en prisión . y sien- 
do iguales los obligase á casar y pagar azidake á la mu- 
jer, y también mandó que á los que por justicia fuesen 
muertos se les lavase y canforase, y se les enterrase con 
las azaleas y en los mismos cementerios que á los otros 
muslimes. También estableció que hubiese albedrío de 
juez en las penas de los hurtos. La ley era, que cuando 
alguno hurtare de casa , huerto , ó término cercado de 
señorío ageno , que no sea en valdio , yermo y casa sin 
guarda , que sea su valor cuarto de dobla de oro, ó peso 
de tres adirhames de plata , ó de ahí arriba le corten la 
mano derecha , sea varón ó hembra , siervo ú libre, si 
el varón tiene ya quince años y la hembra trece , por 
el primer hurto la mano derecha , por el segundo el pié 
izquierdo, y por el tercero la mano izquierda, por el cuar- 
to el pié derecho : y por el quinto se le atormentaba y 
ponia en prisión perpetua. Quiso el rey que por el primer 
hurto se le azotase y encarcelase , por el segundo se le 
cortase la mano izquierda ó el pié , y ordeno otras mu- 
chas cosas para el buen gobierno. 

Acabó las obras comenzadas en Granada, y las mez- 
quitas las mandó pintar , y adornar de hermosas labores, 
Y asimismo su alcázar, y á su ejemplo los señores do 
Granada hicieron también obras en sus nM^v^^^-,^^*^ 



.132 

tlenó la ciudad de casas altas y bien hechas eon mucha» 
torres de madera de alerce maravillosamente labradas, 
y otras de piedra con lucientes capiteles de metal, y den- 
tro de las casas grandes salas frescas con zaquizamis de 
menudas labores , y las paredes y techo de oro y azul, y 
también los suelos de las casas labrados de piezas menu- 
das de azulejos al estilo de obra mosaica : y en las de los 
grandes señores con hermosas fuentes de agua dulce que 
las hace mas frescas : lodo este esmero de arquitectura 
era de moda en su tiempo , y asi fué Granada en sus dias 
como una taza de plata llena de jacintos y esmeraldas. 
Mientras vivió conservó amistad con los reyes de Fez y 
en especial con Abuy Hasan , y con su hije Fares el que 
. se apoderó del estado de su padre después que pasó der-^ 
rotado de Algecira y de Tarifa , y que filé coDOcido por 
Almotuakil. 

GAPTÍULO XXIIL 

MUERTE D£L REY ALFONSO. LUTO DE LOS MUSLIMES^ 

ASESINA UN LOCO AL REY DE GRANADA. SUCÉDBLE 

SU HIJO MUHAMAD. 

Pasados los años de la tregua con los cristianos que 
observó por su parte bien , aun hubiera querido prolon- 
garla hasta quince años ; pero no quiso el rey Alfonso ben 
Fernando de Castilla, nieto de Sancho, el cual envaneici- 
do con la fortuna de sus victorias cuando rompió y des- 
hizo á los muslimes en la batalla grande de Tarifa, y con 
la conquista de Algecira Alhadrá , pensó continuar sus 
prósperas espediciones contra los muslimes , y con gran 
poder vino á cercar la ciudad de Gebaltaric , que tenia 
gran pena de haberla perdido en su tiempo , y quería re- 
cobrarla. Allegadas sus gentes acampó en el arenal cerca 
del mar entre la ciudad y Algecira . en la prima- 



333 

vera del año 750, y luego la combatió con inge- 4349 
nios y máquinas; pero como la ciudad es tan for- 
tifícada por naturaleza , y tenia buena y esforzada guar- 
nición no hacia cosa de provecho , y cesó de combatirla 
y cuidó de tenerla bien cercada esperando tomarla por 
hambre ; pero quiso Dios que este esforzado rey enemieo 
acérrimo del Islam , que pensaba apoderarse de tocK) 
cuanto poseían los muslimes en España, murió de 
peste á 10 de muharram del año 751 ( 1 }, en el 1350 
jiuma. Su ^estatura mediana y bien proporcionada, 
de buen talle ; blanco y rubio, de ojos verdes , graves, de 
mucha fuerza, y buen temperamento, bien hablado y gra- 
cioso en su decir , muy animoso y esforzado, noble , 
franco y venturoso en la guerras para mal de los musli- 
mes. 

El rey de Granada hacia sus correrías y cabalgadas 
desde Ronda , Zahara , Estepona y Marbella , y tenia 
buenas compañías de caballos contra los cristianos que 
cercaban á Gebaltaric , y cuando entendió la muerte del 
rey de Castilla , como quiera que en su corazón y por el 
bien y seguridad de sus tierras holgó de su muerte, con 
todo eso manifestó sentimiento , porque decía que había 
muerto uno de los mas exelentes principes del mundo ^ 
que sabia honrar á todos los buenos , asi amigos como 
enemigos, y muchos caballeros muslimes tomaron luto por 
el rey Alfonso, y los que estaban de caudillos con las tro- 
pas de socorro para Gebaltaric no incomodaron á los 
cristianos á su partida cuando llevaban el cuerpo de so 
rey desde Gebaltaric á Sevilla. 

Pocos años adelante estando el rey de Granada en la 
mezquita en el día Id-Alfitra primero de xawaldel año 755 
un hombre vil , furioso é imtado se arrojó al rey que es- 

( 1 ) En este año murió en Almería el príncipe F«s«&% 
hermano del rey Muhamad de Granada eu\a vrá\cvti^^«vaR. 
le tenían 

\9* 



laba en su azala en la postrera arraka , y le hirió ecm 
el puñal que llevaba , el rev gritó herido ,. ae mtarmm- 

Sió la oración , se alborotó la mezquita , oorrimos y acó- 
irnos todos con las espadas desnuaas, y hallamos al rey 
espirando . le llevamos en nuestros braiÉos al alcázar, y 
allí muñó al punto que llegamos : el traidor fué despe- 
dazado y quemado su cuerpo delante del pueblo, y en 
el mismo dia de esta desgracia fué proclamado rey su 
hijo mayor. El cuerpo del rey fué sepultado á la tarde 
entre dos luces en magnifico sepulcro en el cementerio de 
su alcázar , y se le puso un epita6o en prosa y verso 
que compuso Sadir hea Ama , y se grabó en mármol con 
letras de oro y azul que dice : 

« Aquí yace el rey mártir y de noUe linaje , gakiil, 
docto , virtuoso , cuya clemencia y hoadad y demás ex- 
celentes virtudes publica el reino de Graoada , y hará 
época en la historia la felicidad de so tiempo '."Sobenno 
príncipe , ínclito caudillo , espada cortante deü pucUo 
muslime , esforzado alférez entre loa mas valientes nyea 
que por la gracia de Dios aventajó á todos en el gobier- 
no de la paz y de la guerra, que defendió con su pruden- 
cia y valor al estado , y que consienió sus deseados 6nes 
con la ayuda de Dios, el principe de los 6eles Juzef Abnl 
Hagiag hijo del gran rey Abul Walid , y nieto de exce- 
lente rey Abul &úd Farag Ben Ismail de la familia Na- 
zari , de los cuales el uno fué león de Dios . invencible 
domador de sus enemigos y sojuzaador de los pueblos, 
mantenedor de los pueblos en justicia con leyes, y de- 
fensor de la religión con espada y lanzas, ydi^dela 
memoria eterna de los hombres : el otro á quien Dios 
haya recibido por su misericordia entre los bienaventura- 
dos ; pues fué columna y decoro de su familia, y gobernó 
con loable felicidad y paz el reino mirando por la pública 
y privada prosperidad: que en todas las cosas hacia no- 
'^r^fi pniaencia . justicia y benevolencia, hasta queDic 



335 

todo poderoso , colmado ya de méritos le llevó del mundo 
coronándole antes con la corona del martirio , púas ha- 
biendo cumplido la obligación del ayuno cuando numilde- 
mente oraba postrado en la mezquita pidiendo á Dios per- 
don de sus debilidades y deslices , la yiolenta mano de 
un impío , permitiéndolo asi Dios justísimo , para pena 
de aquel malvado , le quitó la vida cuando mas cerca- 
no estaba de la gracia del todopoderoso : lo que acaeció 
el dia 1.** dexawal año de 755. ¡ ojalá esta muerte que 
hizo ilustre el lusar y á la ocasión le haya sido de galardón ^ 
y haya sido recibido en las moradas deliciosas del parai- 
so entre sus felices mayores y antepasados! 
Principió á reinar miércoles 4 4 de dylhagia año 
733. Habia nacido dia %S de rabié postrera año 4333 
748 , alabado sea Dios único v eterno queda la 4348 
muerte á los hombres^ y galardona con la biena- 
venturanza. 

Muhamad ben Juzef ben Ismail ben Farag sucedió á 
su padre , y fué proclamado la tarde del dia de 
alfítra del año 755. Era de veinte años de edad; 4354 
hermoso de cuerpo , de inalterable^ condición , de 
apacible trato , muy humano , liberal y franco : tan com- 
pasivo que muchas veces sus légnmas manifestaban 
cuanto sentia su corazón las aflicciones y calamidades 
que le referian , y asimismo tan. benéfico y liberal que 
^naba el amor de cuantos tenian la fortuna de tratarle: 
negó ia entrada de su alcázar á los aduladores y minis- 
tros de lujo inútil y de vana ostentación , y estableció en 
su casa un arreglado número de sirvientes y cuanto con- 
venia á la decente magnificencia de la casa del rey , die 
un estado ni opulento y vicioso, ni pobre ó malangante. 
Con estas virtudes solo era aborrecido de los malos y vi- 
ciosos cortesanos ; pero los principales y gente noble del 
reino le estimaban, y todo el pueblo le miraba con respe- 
to , amor y confianza : sus principales etretenimieotoí!» x^ 



336 

diversiones eran ios libros y los ejercicios de cali^lería. 
torneos y gentilezas á caballo. 

Puso sus avenencias con el rey de Castilla y con Abu 
Salem de Fez , y gozaba el reino de bonancible calma. 
Luego que subió al trono cedió á su hermano Ismail , y 
á sus hermanos y madrastra el alcázar vecino al principal 
palacio de su padre , donde él moraba , casa magnifica 
y llena de comodidades para que la habitasen con toda 
su familia. La sultana madre de Ismail habia sacado in- 
mensas riquezas el dia de la muerte del rey Juzef , y 
desde luego trató de destinarlas en facilitar el camino del 
trono á su hijo Ismail : esta ganó á su hija aue habia ca- 
sado su padre con uno de los principes de la sangre lla- 
mado Abu Abdala que amaba perdioamente á su esposa, 
y por sus persuasiones entró en las intenciones de ¡a rei- 
na madre de Ismail y de su mujer , y por este príncipe 
y derramando riquezas formaron un numeroso púrúdo de 
conjurados. 

CAPÍTULO XXIV. 

CONJURACIÓN CONTRA MUHAMA1). LE USURPA EL TRONO 

SU HERMANO ISMAIL. MUERTE DESGRACIADA DE 

ÉSTE. SUCÉDELE ARU SAID. 

Kn el año 756 á 6 de dylcada se alzó con titu- i 355 
lo de rey en Gibraltar el walí de aquella fortaleza Izá 
ben Alhasan ben Abi Mandil Alascari , y oprimió á los 
ciudadanos fíeles que intentaron oponerse á su rebelión; 
pero su avaricia y crueldad le hizo tan aborrecible á sus 
vecinos , que desamparado de todos , como se levantase 
contra él todo oí pueblo se vio forzado á encerrarse con 
su hijo en el castillo el dia veinte y seis del mismo mes, 
y allí cercado se entregó y le enviaron preso á Cebta con 
su hijo , y alli acabaron en cruelísimos y singulares tor- 
mentos que les mandó dar el rey Abu Anan en pena de 



3S7 

5^11 rebelión y deslealtad. En este tiempo envió el rey 
Anan sus cartas al rey cristiano de Sevilla , y poco des- 
pués le envió sus parientes y sobrinos , y al nijo del rey 
A bul Hasan Ibrahim'para que permaneciesen en la corte 
del rey de Sevilla : este les envió una nave á la costa de 
Gomera para que pasasen y los recibió con mucha hon- 
ra , y los hospedó como á tales personas convenia. 

Entre tanto no cesaban las ambiciosas tramas de Ismail 
y de su madre , y de su cuñado Abu Abdala , y creyén- 
dose ya en estado de dar el golpe que meditaban , esco- 
gieron cien valientes de los mas osados del partido, los 
cuales escalaron de noche la parte mas alta del alcázar 
de Muhamad , favoreciendo las tinieblas esta escalada 
se ocultaron hasta la media noche al canto del gallo del 
día 28 de ramazan dal año 760 , y dada la señal acome- 
ten con armas y teas encendidas , dando grandes voces 
alropellando y matando á cuantos se les presentaban. Al 
mismo tiempo rompieron otros y quebrantaron las puertas 
de la casa del visir y le mataron á él y á su hijo , y 
muchos de su familia , robando las casas como enemigos, 
y lo mismo hacían los que habian entrado en palacio , y 
cebados codiciosamente en el robo no hicieron lo que se 
les había encargado. Abu Abdala con el principe Ismail 
y otros revoltosos acudieron al palacio aclamando por 
rey á Ismail , y no dudaban que ya habrían muerto al 
rey Muhamad ; pero los encargados como se vio eran 
mas codiciosos que crueles , y solo atendian al saqueo. 
Estaba el rey Muhamad en una secreta estancia del al- 
cázar con una hermosa doncella del harem que le vistió 
como una esclava y salieron ambos disfrazados entre la 
confusión y ruido de las gentes , bajaron á los jardines en 
donde hallaron al hijo del rey Juzef que asimismo estaba 
asustado del ruido y alboroto , y saliéndose de los jardi- 
nes], en ligeros^caballos que la fortuna les propo^cionó^ 
huyeron aquella noche y llegaron á Guadis l\w^ ^<áv ^- 



ligro; los ciudadanos le recibieron como á su rey y señor, 
y le pusieron escolta en su palacio. 

El usurpador del reino, Ismail, fué proclamado en Gra- 
nada , llevándole á caballo por las calles su cuñado Abu 
Abdala y sus parciales , y sin perder tiempo envió sus 
cartas al rey de Castilla para que le favoreciese y le tu- 
viese por su vasallo y apazguado , lo que consiguió fócil- 
mente , por que el rey de Castilla estaba en guerra con 
los de Barcelona. El rey Muhamad aunque confiaba en 
los de Guadis que estaban muy á su favor , quiso valerse 
del poder y autoridad del rey de Fez , y le envió sus 
mensajeros el primero de xewal , y también al rey de los 
cristianos , que viendo que no le socorrían partió acom- 
pañado de numerosa compañía de caballeros y de peones 
el 40 de dvlhagia á Marvolla , y de allí se fué ¿ Fez el 
dia miércoles 6 de mubarram del año 761 con bríiíante 
acompañamiento de la nobleza de Andalucía. Ajocibióle 
el rey Abusalem con mucha honra , y le salió á recibir 
en un hermoso caballo muy acompañado de la flor de su 
caballería , todos con preciosos vestidos , le hospedó en 
la casa real , y le obsequió con nunca visto ap^arato y 
opulencia , y le prometió su auxilio , y con tanta genero- 
sidad que luego mandó allegar dos ejércitos que fuesen en 
su ayuda , y aUí se detuvo hasta ellS de xawal del 762: 
que el rey Muhamad se embarcó con ellos y pasó á Espa- 
ña j escribió al rey de los cristianos el estado de sus cosas, 
y lo que le habia obligado á buscar en África aquel so- 
corro de tropas. Toda España tembló á .la asonada de 
este desembarco , y mas el partido de Ismail que recelaba 

Í^ sabia contra quien iba á descargar esta tempestad. Sa- 
ieron los partidaríos de Ismail á estorbarles el paso y no 
osaban presentarse contra estos ejéncitos ; pero quiso la 
suerte de Muhamad y la fortuna, que ya se habia declara- 
do contra él , c]ue estas huestes recibieron nueva de la 
iníñuí^tB muerte do %\iTeN[ Ab» 8alem, que estando aobr» 



. 339 

Fez la antigua , por sugestiones de sus enemigos akaron 
por rey á su hermano Abu Ornar Tasfín el loco , y le 
abandonaron todos los suyos , y cayó en manos de sos 
contrarios ; que al otro dia le mataron delante de Fez 
la nueva dia 20 de dylcada del año 7621 , y. P^'* ^^ 
causa se mandaba á los caudillos tomar á África desde 
el lugar en que esta noticia les alcanzase. Con esta vuelta 
de aquellas tropas cayeron las esperanzas del rey Muha- 
mad : los ejércitos se embarcaron para África , y Muha- 
mad se vino á Ronda que estaba declarada por él. Repi- 
tió sus cartas y súplicas al rey de los cristianos para que' 
le amparase y defendiese , y viendo que los cristianos no 
le ayudaban escribió al nuevo rey de Fez Muhamad Abu 
Zeyan nieto del rey Abul Hasan , rogándole encarecida* 
mente que le ayudase á recuperar su reino , que le en- 
viase tropas , que el rey de los cristianos permitia que 
pasasen por tierras de su obediencia , y el visir del rey 
de Fez facilitaba y favorecia estas tropas auxiliares. En- 
tretanto su hermano Ismail ben Juz^ ocupaba en Gra- 
nada el trono ; era de buena estatura y de muy hermoso 
semblante , que parecía mujer hermosa ; pero también el 
ánimo era afeminado ; débil y dado á los deleites y al 
amor de las mujeres , y por lo mismo poco á prop&ito 
para la gravedad del soberano poder , y para llevar los 
grandes cuidados del imperio, uomo debía la corona á 
las tramas infames de Abu Said pariente suyo, y al favor 
de otros malvados ambiciosos , estos le dominaban , y en 
especial este Abu Said le trataba con desprecio , y como 
si fuese un esclavo hacia de él cuanto se le antojaba , 
sin respeto á la dignidad y autoridad real , por lo cual 
poco tiempo le duró el gobierno como ahora diremos. 

Ismail, el mismo dia que fué proclamado, eligió por bu 
visir á Muhamad ben Ibrahim Alfat Alfahri , que sobre- 
vivió poco á su señor. Dioese pues que Abu Said ^ o^ 
todo lo mandaba despóticamente , Ci(yi^t\!Oib «^ ^«v «wi^«^ 



i 



340 

al visir Muhamad, y poco después le calumnió que había 
escrito ciertas cartas de traición al rey de Fez , y por 
mas que el infeliz Muhamad procuró librarse de esta 
falsa acusación que se le hizo , le condenó á muerte á él 
^ á su primo , y los llevaron de su orden á Almenkel y 
os ahogaron en el mar. Era secretario de Ismail Abdel- 
hak ben Atia Almaharabi que lo fué hasta su muerte, y 
sus cadies Abu Bakar ben Giazi , que era de la nobleza 
de Granada , y después Abul Casem Salmun ben Aly , y 
caudillo de sus tropas el mismo que tenia su hermano. 

£1 ambicioso Abu Said no contento con el despótico 
influjo que tenia en todo el gobierno , quiso tener tam- 
bién lo único que le faltaba^ que era el nombre de rey. 
Asi que , procurando hacer oaioso al rey IsmaiJ j y ga- 
liando á los caudillos , cosa que no le fué diñcil , siendo el 
arbitro de las mercedes y galardones del ealado en todas 
las clases , propuso á los mas osados é insdleiiVes su ior- 
tención , y se la aplaudieron : en especial le ayudó con 
su mdustna y política de falsía y engaños el visir Mauro, 
con quien comunicaba todos sus pensamientos , y acor- 
daron el suscitar un motin , y en la revuelta pedir la de- 
posición del rey Ismail , y que le proclamasen á él. Es- 
cosieron para apoyar su intento una numerosa tropa de 
valientes caballeros y peones, los cuales el sába- 
do 26 de xaban del año 761 cercaron el alcázar 4360 
y comenzaron el alboroto pidiendo la deposición 
del rey Ismail y su cabeza. El infeliz Ismail huyó 
como pudo , y se acogió á la fortaleza que está en 
lo mas alto de la ciudad con unos pocos guardias y 
algunos ciudadanos : desde allí hacia sus proclamas 
al pueblo que le socorriese ; pero las disposiciones de 
sus contrarios, y la reciente injusticia suya hizo inú- 
tiles sus diligencias Sin embargo; &lto de esperíencia y 
confiando en la juventud que le rodeaba, salió contra los 
i«5iirsfenles y los dio hiUalla. en (^uc sus enemigos pelea- 



I 



341 

roa prósperamente , y los suyos fueron desbafatados y 
vencidos , y él mismo cayó en manos de sus enemigos^ 
El cruel y pérfido Abu Said le trató con despreció, 
le acusó de los delitos que él mismo le habia inspirado^ 
y le mandó despojar de sus preciosos vestidos , y poner 
en una prisión con otros facinerosos , y antes de llegar á 
la cárcel mandó á los soldados que íe llevaban que le 
matasen , y luego sin tardanza fué despedazado de aque- 
llos sangrientos satélites. Cortada sus cabeza la presen^ 
taron á los conjurados y al bárbaro y atónito populacho 
que estaba delante : luego trajeron á su hermano menor 
Gays y le degollaron al punto , y despedazaron horrible- 
mente su cuerpo. Los soldados tomaron al hombro las dos 
cabezas asidas de la guedeja larga que ambas tenian , y 
las llevaron por las calles , y sus cuerpos despedazados 
no hubo quien osara recogerlos, y se pudrieron al aire ; 
horrendo é inhumano espectáculo 1 y en el dia de estos 
horrores fué proclamado por el ejército y por la gente 
menuda y balaia del pueblo el rey Abu Said , que luego 
trató de premiar á los malvados que le auxiliaron para 
entronizarse. 

CAPÍIULO XXV. 

CONCIERTO ENTRE MUHáMAD Y EL REY DE CASTILLA. 
HEROICA DETERMINAaON DEL PRIMERO. ASESINA 
EL REY PEDRO Á ABU SAID. . 

El rey Muhamad hizo tantas instancias al rey de Gafr^ 
filia para que le ayudase á recuperar su reino , antes que 
los de Granada se acostumbrasen al despotismo del usur- 
pador , que el rey le ofreció su ayuda , y luego puso en 
marcha una poderosa hueste de mfantería y caballería 
con mil quinientos carros cargados de máquinas de güe- 
ra que usaban los cristianos , y vlwo «sNfc «^\«N» 



34i 

á Ronda el primero de jiumada primera año 763. 1 36i 
Guando llegaban á Hism Gasjara salió el rey Mu- 
hamad con bus gjentos y se juntó con el rey de Castilla. El 
pérfido Abu Said por estorbar este auxilio habia salido á 
correr la frontera de ios cristianos , y envió sus cartas al 
conde de Barcelona , y se hizo su aliado. £1 ejército de 
Castilla y el rey Muhamad continuaron sus marchas mez- 
clados como si fuesen de una sola gente , los soldados con 
los soldados, y los caudillos con los caudillos, entraron en 
Hisn Atara , y la ocuparon y cuantas fortalezas y pueblos 
hay en su comarca yfque luego se entregaban al rey Muha- 
mad: no quedaba alli mas por tomar que la Alcazaba vie- 
ja; pero viendo el rey Muhamad las inevitables vejaciones y 
estragos que causaba en sus muslimes el ejército vencedor, 
no lo pudo sufrir su paternal corazón , y. rogó a¡ rey de 
Castilla encarecidamente que se quisiese tomar con sus 
gentes , porque no podia ver sin dolor las calamidades 
que causaba la guerra en sus pobres pueblos , y que por 
toda la riqueza y poderío del mundo no quería hacer á 
sus muslimes tanlo mal y daño El rey de Castilla apro- 
bó la resolución del rey Muhamad , y ofreciéndole con 
buen ánimo y sincera voluntad su auxilio cuando quier 
que le necesitase , se tornó á sus tierras que asaz revuel- 
tas andaban : y el virtuoso Muhamad quiso mas ser pri- 
vado de su reino contra razón , que recobrarle haciendo 
mal á sus vasallos , incurriendo por aquel camino en su 
odio y aborrecimiento. Así pues fué que se tomó á Ronda 
el día 8 del mismo mes, y en ella pasaba muy contento, ha- 
ciendo felices á los que vivian en los límites de su juris— 
dicion justa y paternal , visitaba sus pueblos y requena 
el estado de sus fortalezas y fronteras. 

Las insolencias y tiranías de Abu Said le hacian abor- 
recible á sus vasallos á pesar de alonas ventajas que al- 
canzaron sus armas contra los cristianos ^ y como en uoa 
sangnenta algara hubiese desbaratado á loe fronteros da 



343 

Andalucía hicieron sus caudillos pasioneros á muchos no- 
bles de Castilla y al maestre de Calatrava, y los lleva- 
ron á Granada en triunfo ; y sabiendo Ábu Said que el 
maestre era hermano de la reina de Castilla, le pareció 
buena ocasión para ganar al rey la voluntad y apartarlo 
de la alianza que tenia con el rey Muhamad enviárselo 
sin rescate , y asi lo puso por obra con consejo de Mauro 
su wisir , y junto con la libertad dio al maestre y á otros 
caballeros muchos ricos dones para que obligados de su 
liberalidad intercediesen con el rey de Castilla , y le dis- 
pusiesen á su favor , y estos caballeros asi se lo prome- 
tian. 

En este tiempo vino nueva de como su enemigo Mu- 
hamad habia sido proclamado en Málaga , cosa que no 
esperaba , y que le perturbó y llenó de cuidado , y co— 
menzó á desconfiar de su fortuna que hasta entonces le 
habia sido muy favorable. Aumentaban sus recelos las 
continuas deslealtades de sus mas privados y fovorecidos, 
que le adandonaban y se iban tras los que le seguían viento 
próspero de la buena fortuna , y asimismo le estrechaba 
la falta extrema de sus rentas recaudadas por manos poco 
fieles. Asi que , apurado por todaí^ partes tomó una de- 
terminación fatal y perniciosa , pero asi lo quiso 0ios. 
Creyó Abu Said que le convenia pasar á Castilla y ponerse 
en manos del rey D. Pedro , y valerse de su favor , espe- 
rando de su generosidad que repararia los reveses de su 
infausta suerte , y que por esta via se aíirmaria en el mal 
seguro y delesnable trono ; pero nunca prosperan los que 
buscan amparadores y auxilios y no de Dios. £stos son 
como la araña que se labra sus moradas { ó cuan débiles 
moradas las de la araña 1 Partió pues de Granada el mal 
aconsejado Abu Said con aparato real y gran compañía 
de nobles caballeros , llevando consigo las mas ricas joyas 
y preciosas alhajas que tenia, asi en pedrería de es- 
meraldas y balajes , aljófar y tejidos d^ wc» >i ^\^^ 



3U 

ricos paños, y no pequeña cantidad de doUas de oro, 
caballos y jaeces. Gnas y bien labradas armas, pensando 
con esto ganar el ánimo del rey y de los ministros de su 
consejo para que le diesen ayuda contra sus enemigos , y 
dejar asentada su alianza con el rey de los cristianos. Llego 
á Sevilla y fué recibido con mucha honra del rey , que en- 
cargó á sus ministros que le sirviesen y obsequiasen como 
á un rey convenia. Después hubo su consejo con los prin- 
cipales de su casa y acordaron que para tranquilidad y 
bien del estado convenia matarle por usurpador del trono 
de Granada y enemigo del rey Muhamad su apazguado y 
buen amigo , y asi contra el seguro que le habian dado, y 
contra las sagradas leyes de la hospitalidad por apoderar- 
se de sus riquezas , deslumhrado del resplandor de lasba- 
lajes , jacintos y esmeraldas , olvidando Ja nobleza de sus 
mayores convino el rey en esta maldad , y ordenó que 
aquella noche matasen á los nobles caballeros de\a comi- 
tiva en el alcázar en que los tenian hospedados, y asi lo 
hicieron los ministros ae su tiranía. Cuando venido el dia 
se divulgó en la ciudad la muerte de ios caballeros de 
Granada, toda la gente de la ciudad se horrorizó y tembló 
de pavor de tan alevosa perfidia y crueldad ; pero su rey 
les ofreció aquel mismo dia otro espectáculo todavía roas 
inhumano, ^có aun campo fuera de la ciudad al infeliz 
rey Abu Said , y por su propia mano le alanceó y mató, 
y se dice que al verse herido por el rey de Castilla le dijo: 
j oh Pedro , qué torpe triunfo alcanzas hoy de mi ! ¡ qué 
ruin cabalgada hiciste contra quien de ti se fiaba 1 Amon- 
tonaron los cadáveres, ¡horrible espectáculo I y pusieron 
sus cabezas en un lugar alto que de toda laciudad se desr- 
cubria. Tal fin tuvo el infeliz Abu Said , ejemplo eslraño 
para que los hombres entiendan, que no hay seguridad ni 
poder , que libre al malvado de la justicia de los eternos 
aecretos. 



345 

CAPÍTULO XXVI. 

VUELVE MUHAMAD AL TRONO DÉ GRANADA. HACB TRE- 
GUAS CON EL RBT DE CASTILLA. MUEREN LOS DOS. 

• 

Voló la nueva de la muerte de Aba Said , y llegó á 
Málaga donde á la sazón estaba el rey Muhamad . qoe 
holgó de ella como de la muerte de so enemigo ; pero le 
estremeció la perfidia y traición de los cristianos. Al pun- 
to acompañado de la nobleza de Andalocfa partió para 
Granada , y entró en ella entre popalares aclamacíoDes, 
y todas las clases de la sociedad le dieron la enhoraboeoa, 
basta los parientes de los malhadados que habían ido con 
A bu Said temerosos demavores desYenturas, sí no prevo- 
nian con su pronta y rendida sumisión el ánimo del rey 
Muhamad ; todos se "presentaron y le besaron la mano fe- 
licitándole de que hubiese recuperado sa reino ▼ so ciu- 
dad : fué su entrada á la hora de adobar del sá- 
bado 20 de jiumada postrera del ano 763 , qoe 1362 
Dios le ayudó y fayoreció : dicen algonos que en- 
vió el rey de Castilla al rey de Granada la cabeza (kt Abu 
Said canforada en una preciosa caja , y el enviado que la 
llevaba cuando entró á la presencia del rev Muhamad la 
arrojó á sus pies diciéndole : asi veas . íncíito S'jl'lan de 
Granada todas las de tos enemigos: y que el rey Muha- 
mad holgó ihucho de aquel presenté . y envío al rey de 
Castilla veinte y cinco caballos hermo¿js áfs la yf;gúada 
real , criados en riberas del Jenil , v los diez con precio* 
sos jaeces y ricos alfanjes guamecrdos de <prt* y piedras 
preciosas , y asimismo dio siís dones al mensajero. Pocos 
meses después le sucitaron una rebelión algunos descon- 
lentos , y con auxilio de ciertos soldados ineolenUA procto- 
marón al walí Aly ben Aly Ahmed ben Nazar d¿ WVftr 
milia real ; pero con el favor de 1)íq« , \^\(k n \«Kw.v^SK^ 



S46 

de sus caudillos le venció en diferentes batallas , y h for- 
zó á huir y vagar errante y sin asilo , y felizmente sojuz- 
gó á todos sus enemigos, y reinaba tranquilo el 
año 765 , en que escribía el autor de estas memo- 4 365 
rías su alcalib y leal ministro Abdala Alchalib 
Assalami, conocido por el wisirLizan-Eddin. Agradeci- 
do el rey Muhamad al cruel beneficio del rey de Castilla, 
envió líores sin rescate todos los cristianos cautivos que 
habia en Granada , y le escríbió sos cartas de amistad y 
perpetua alianza que fué fírmada por ambos reyes, 
¿on las revueltas que andaban en Castilla oo tuvo 

Suerras el rey de Granada ; pero le «dvió á pedir auxilio 
6 tropas el rey de Castilla contra el de Arason, y contra 
su hermano que intentaba destronarle, y toooB sus pue- 
blos le fallaban , porque este rey era moy aborrecido por 
so crueldad y tiranía. Asi que , el rey de Granada le en- 
vió seiscientos caballeros , senté muy eaoMpd^ \a üor de 
la caballería , y por caudillo de estos 4 Farag Bedaan , 
ilustre y esforzado arráez que le sirvieron con admirable 
valor , y como instase el rey de Castilla por nuevos aoxi- 
Hos para sojuzgar las ciudades rebeldes que seguían el 
partido de su nval , envió el rey de Granada siete mil ca^ 
Dallos y mucha infantería , y estas tropas de Muhamad 
cercaron la ciudad de Córdoba , y la pusieron en gran es- 
trecho , tanto que estuvo ya casi en poder de los musli- 
mes , que subieron á escala vista en sus muros y tomanm 
el alcázar viejo ; pero los cordobeses los rebatieron y fer^ 
zaron á salir de la ciudad , y al tomarse el ejército á Gra- 
nada saqueó y robó las ciudades de Ubeda y de Jaén, y 
los campos de Andalucía y de Matrara , y trqeron graa 
número de cautivos. 

Gomo las suerrasde Castilla fuesen poco ventorosaa al 
i^ don Pedro , envió suscartas á Granada para que el 
rey Muhamad le socorriese con el mayor poder que lovieee: 
y el rey Muhamad huesos llamadas y allegó onlbrmkia- 



> 



347 

ble ejército para ir en su ayuda ; pero no quiso Dios que 
llegase á tiempo esta hueste para socorrer al rey de Cas- 
tilla, que murió á manos de su propio hermano en el cam- 
po de Montiel , y todo el reino se declaró por el 
nermano : esto acaeció año 774 . Esta nueva sus^ 4 369 
pendió la marcha del ejército de Granada. Por no 
perder la ocasión de estas guerras civiles en que se ocu— 

Eabati los cristianos , determinó el rey Muhamad hacerles 
Á guerra con pretesto de su amistad con el desgraciado 
rey de Castilla , y aunoue el nuevo rey Enrique le ofreció 
la paz. se desentendió de su propuesta , y con excelente 
cabalgada entró en la frontera y corrió la tierra libremen- 
te , robando y cautivando cuanto hallaban de muros á 
fuera que no entró ninguna fortaleza. Al año siguiente fué 
con todo su poder sobre Algecira Alhadrá que estaba mal 
defendida , y la tomó por fuerza de armas , y recelando 
que no la podria mantener , para que no aprovechase á 
los cristianos , la quemó , arruinó y arrasó sus 
muros : esta jomada fué en el año 772. 4 37 O 

El nuevo rey de Castilla le envió sus cartas con 
el maestre de Calatrava y le ofreció su amistad , para 
atender mas libremente á fas guerras que le ocupaban, y 
el rey Muhamad holgó mucho de ello por proveer á la 
justicia y gobierno de su estado, que mucho lo necesitaba, 
y quedaron concertadas treguas. En el tiempo de estas pa- 
ces mandó el rey Muhamad edificar la casa de Azake para 
recogimiento de pobres y alivio de sus enfermedades: 
principió la obra á 20 de muharram del año 
de 777 , y se acabó á 20 de xeVval del año 778 , i 375 
edificio magnifico con todas las comodidades aue 
sabe proporcionar la sabia arquitectura y la riqueza 
de un generoso príncipe , con fuentes y espaciosos 
estanques de pulidos mármoles para recreo de loe 
melaDcóiicoB : también bermejeó con edificios la ciudad 
de Guadis á donde pasaba una buena temii^t^4a^ ^»^ 



S48 

año. Durante la larga paz que tenia con todos ios princi- 
pes vecinos , fomentó las artes y manufacturas , el co- 
mercio y la agricultura , y venian á Granada traficantes 
de todas las partes de Siria, Egipto, Afnca é Italia, y Al- 
mería era la escala célebre de España. Andaban en 
Granada gentes de diversas naciones , asi muslimes como 
cristianos y judíos , y parecia la patria común de todas 
las naciones. En este tiempo propuso la jura de su hijo 
Abu Abdala Juzef que fué muy celebrada , y se concertó 
el casamiento con la hija del rey de Fez , y poco después 
vino á traer la esposa el príncipe de Fez , y se caso en 
Granada con la hermosa Zahira hija de Abu Ayan , ca- 
ballero rico de la principal nobleza de Andalucía. Con es- 
te motivo se celebraron justas y torneos y muchas eenti/c- 
zas de caballería , y en ellas entraron cabaJIeros de Afri- 
ca , de Egipto y de España y de Francia , que todos tenian 
seguro del rey Muhamad , y eran honrados enaa cort^, y 
estaban hospedados en el fondaf de los genoveses , y otros 
en casas particulares de caballeros. 

Envió el rey Muhamad ricas joyas y preseas al roy do 
Castilla con ocasión de prolongar el tiempo de la tregua 

3ue se acababa , y como poco después acaeciese la muerte 
el rey de Castilla, hubo mal intencionados que atribuian 
su muerte á maldad del rey de Granada , como que let 
hubiese enviado unos borceguies preciosos inticionadoB de 
veneno mortal ; pero nunca fué traidor ni asesino el noble 
rey Muhamad , y la muerte fué natural , y porque susdias 
eran cumplidos según la divina voluntad. 

No pasaron muchos años cuando también el rey Muha- 
mad dejando los palacios del mundo pasó á morar eterna- 
mente en los alcázares del paraíso , falleció con 
general sentimiento de todos los buenos año 794. 1394 
Fué lavado su cuerpo y enterrado en Gene Alari- 
fe al amanecer : poco después de la azala del alba se hizo 

oración por él, y ;\cou\^añaron su alchaneza todas las cía- 

í^ del estado. 



349 

Sucedióle en el trono su hijo Abu Abdala Juzef, que 
fué proclamado con la solemne proclama besándole la 
mano toda la nobleza de Granada , y los principales al- 
caides y walies de todas las Taas del reino. Imitaba las 
virtudes de su padre : era asimismo muy amante de la 
paz j y acabadas las fiestas de su proclamación escribió 
sus cartas á losreyescristianos, ofreciendo mantener las 
treguas y amistad que habia heredado de 'su padre. Para 
obligar mas al rey de Castilla puso en libertaa sin rescate 
algunos cautivos que habian tomado sus campeadores en 
la guardia de la frontera , y los envió con el alcaide de 
Málaga y juntamente seis caballos muy hermosos con ri- 
cos jaeces y armas para el rey, cubiertos de paños de oro 
preciosos. El rey de Castilla estimó mucho estos presen- 
tes , y honró como á enviado de tal príncipe al wali de 
Málaga , y concertadas las treguas envió con el de Má- 
laga sus mensajeros para que asentasen sus treguas con el 
rey de Granada. 

CAPÍTULO XXVII. 

REINADO T MUERTE DE JÜZEF. SUCÉDELB SU HIJO SE- 
GUNDO MUHAMAD* PASA Á TOLEDO DE INCÓGNITO 
i TERSE CON EL RET DE CASTILLA. 

Tenia el rey Juzef cuatro hijos , el mayor se llamaba de 
fiu propio nombre Juzef, el segundo Muhamad , Aly el 
tercero y Ahmed el cuarto : el segundo era de genio vio- 
lento , ardiente y en estremo ambicioso , y como viese que 
asi por la naturaleza como por afección de su padre era 
preferido Juzef, y presuntivo sucesor del trono , concibió 
contra él un odio inplacable, y olvidando los respetos pa- 
ternales, intentó levantarse contra su padre y destronarlo, 
si la fortuna le ayudaba. Valióse para esto del falso pre- 
testo del celo al Islam. Murmuraba el pueblo al c^h ^^^- 

Tomo III. ^^ 



3ftO 
zef su amistad y trato con los cristianos, porque favorecia 
en su corte á muchos caballeros refugiados en ella , y los 
trataba con mucha familiaridad : asi fuéqueMuhmnad fá- 
cilmente dió valor y bulto, y acreditó por industria de sus 
parciales la opinión popular de que su padre era mal 
muslim , que en su ánimo era cristiano y favorecedor pú- 
blico de infieles. Cundió esta mala censura , y se deseo— 
írenaron los maldicientes y descontentos contra el rey Ju- 
zef , hasta tanto que incitados los mas insolentes por los 
parciales de Muhamad se atrevieron cierto dia á peair pú- 
blicamente su deposición : principió el alboroto delante del 
alcázar , y el rey Ju zef estaba á punto de renunciar su so- 
beranía y ponerse en manos de su rebelde hijo, cuando 
el embajador de Fez que estaba con él en palacio , y era 
hombre de mucha autoridad , sabiduría y etocueocia , sa- 
lió á caballo á la plaza y habló á los aUxMTOtedos con tan- 
ta sracia y energía, que persuadió á los del bando de 
Muhamad á la debida obediencia y sumisión á su se^r y 
rey. Les manifestó los horrores de la guerra civil , laven- 
taja que de ella resultaba á sus enemigos , y como siem- 
pre aquellas divisiones y bandos habian redundado en da- 
ño y empobrecimiento de ios muslimes : que la decadeqcia 
del imperio de los omeyas , de los almorávides , almoha- 
des y Aben Hudes en España , habia provenido siempre 
de la guerra civil : que como buenos muslimes reuniesen 
6US fuerzas y aprovechasen la ocasión que les ofrecían las 
revueltas de Castilla , y entrasen contra los cristianos que 
eran sus naturales enemigos : que ahora no les hacían 
guerra porque no podian , y que sin pérdida de tiempo hi- 
ciesen entrada en las fronteras : que su buen rey Juzef los 
acaudillaria , y verian qué principe tan esforzado y tan 
noble habian ofendido. Las aclamaciones popularea pu- 
sieron término al discurso del egiibajador que luego entró 
á palacio , y se dispusieron las tropas para una entrada 
de algazia en tierra de cristianos : corrieron los campos 



351 

de Murcia y Lorca , lalando viñas y huertas , robando ga- 
nados, quemando aldeas y matando y cautivando á los m- 
felices moradores. Salieron contra ellos los fiponteros y pe- 
learon con varia fortuna , y los muslimes entraron con 
parte de su presa en Granada ; y como el rey Juzef hacia 
la guerra contra su voluntad admitió fácilmente la tregua 
que le propuso el rey de Castilla , y algunos dicen que el 
mismo la pidió temeroso de las prevenciones que contra 
él se hacian en Aragón y en Castilla , y para evitar ma- 
yores males la concertó con acuerdo de sus ministros y de 
sus caudillos. 

Durante esta tregua acaeció que un temerario maestre 
do Alcántara entró en la vega de Granada acaudillando 
una buena hueste de gente baldíay allegadiza , y puso 
cerco á la torre de Hasn Egea , y como esto supo el rey 
Juzef envió contra él las tropas de caballería que había 
en Granada y la infantería que de presto se pudo juntar. 
Kl maestre levantó el cerco y tuvo osadía para venir á 
batalla con los muslimes , en la cual fué muerto con 
toda su caballería que peleaban como desesperados y 
vendieron bien caras sus vidas , de manera que fué san- 
grienta la pelea ; pero de los cristianos que entraron en 
batalla no quedó hombre á vida. Poco después llegaron 
cartas del rey de Castilla y de sus fronteros, escusándo- 
se del rompimiento temerario de aquel maestre que ha- 
bia entrado la tierra sin licencia de su señor el rey de 
* Castilla ; pero bien pagó su loco atrevimiento. Fué esta 
victoria el año 798 , y con las cartas y satisfacción de 
los fronteros se sosegáronlos ánimos, que el pueblo aca- 
lorado con aquella próspera batalla pedia guerra contra 
cristianos. El rey Juzef falleció poco después, y se decia 
que su muerte habia sido por maldad y falsía del rey de 
Fez Ahmed ben Amir Zelim que se preciaba de may 
su amigo , y le habia enviado con otros ricos presentes 
una aljuba intícionada de ponzoña tan eficaz . á{iA Vasfc— 



352 
go que la vistió , como hubiese corrido nú caballo y 
con la agitación hubiese sudado , luego sintió grave^ 
dolores , y jpasó muy atormentado poco mas de treinta 
dias , y al cabo muñó , si bien otros dicen que muñó de 
otra dolencia que mucho antes padecia. 

Las intrigas y mañocas artes de Muhamad hijo segun- 
do del rey J uzef valieron tanto con la nobleza y caballe— 
ría de Granada , que atrepellando el derecho de su her- 
mano mayor y la disposición de su padre que le encar-^ 
gaba el reino á Juzef, se declararon todos porMuhama^i, 
y le proclamaron con solemnidad antes de sepultar á su 
difunto padre , y al día siguiente de orden del nuevo rey 
se hicieron las debidas exequias á su padre y se le sepul- 
tó en Genealarife cerca de su padre y abuelo. La prime- 
ra providencia de Muhamad fué prender á su hermano 
que contento con la vida privada no ealia de su casa ni 
pensaba en novedades ni alborotos; pero «a Winano 
quiso asegurarse de su persona y le envió preso á \a 
fortaleza de Jalubania , con orden de que se le tuviese 
bien guardado ; pero que nada faltase para su comodidad 
y regalo : envióle con buena escolta y le permitió llevar 
su harem y la necesaria familia. 

Era Muhamad hermoso de cuerpo, de ingenio vivo, de 
grande ánimo y valor, con mucha afabilidad y gracia pa« 
ra grangear la voluntades del pueblo. Temeroso de venir 
á rompimiento con el rey de Castilla , con incomparable 
resolución , sin comitiva ni aparato real partió de Grana- 
da con protesto de recorrer las fronteras , y de secreto 
fingiendo ser embajador de su corte , acompañado de 
veinte y cinco esforzados caballeros pasó ¿ Toledo y se 
presentó al rey de Castilla , que le honró y trató con 
muestras de íntima amistad , y comieron juntos, y asen- 
taron sus paces y renovaron los conciertos pues- 
tos por su padre. Esto acaeció el aik) 800, y muy 4 397 
rontento y pagado del rey de Castilla tornó á su 



353 

reino , en donde no se sabia de su atrevido viaje. Antes 
de su partida habia escrito sus cartas al rey de Fez es~ 
cusánaose de la determinación que habia tomado de en- 
cerrar á su hermano por bien de paz y para asegurar la 
tranquilidad de su reino. 

Poco tiempo después los fronterizos de Andalucía en- 
traron y corrieron la tierra de Granada contra lo asenta- 
do en las treguas. El rey Juzef que era tan político como 
soberbio , no quiso quejarse al rey de Castilla de este 
rompimiento, smo tomar por su mano la del:»da venganza: 
asi que , allegando un buen ejército entró la tierra de 
cristianos por el Algarbe talando los campos , quemando 
ias alquerías y aldeas, y robando y cautivando ganados y 
pastores , y por fuerza de armas entró la fortaleza de 
Ayamonte y volvió á Granada triunfante llevando rica 
presa de aquella aleara. 

Vinieron luego á Granada enviados del rey de Castilla 
pidiendo al rey que cumpliese las condiciones de la tre- 
gua y restituyese la fortaleza de Ayamonte y aunque la 
respuesta del rey de Granada fué comedida, diciendo que 
solo habia sido aquella algara para castigar la insolencia 
de los fronteros , no trató de entregar entonces aquella 
fortaleza , sino propuso que se considerasen los daños de 
las talas que habian hecho en su tierra los fronteros, pri- 
meros transgresores de la paz. Poco satisfecho el rey de 
Castilla de su respuesta mandó á sus caudillos de fronte- 
ra que hiciesen guerra al reino de Granada para reducir 
al rey Muhamadá cumplir lo acordado. El rey de Graoa- 
da salió con todo su poder contra los cristianos y peleó, 
con ellos con próspera fortuna , aunque las victorias cos- 
taban mucha sangre , y los mas valientes caballeros que- 
daban en el campo de batalla. Suspendió el invierno con 
sus muchas aguas la principal guerra y el rey de Castilla 
faleció : cuando el de Granada esperaba que viaiea^ ^^ 
su persona á invadir sus tierras caw Y^^«tQ's».>K!Ofi^J^-k^'^ 



354 

muerte atajó sus pasos , y le sucedió su hijo Yahye que 
era muy niño, y gobernó por él su lio D. FerDando , va- 
liente y sabio caudillo , que luego hizo guerra al reino 
de Granada , y pasó con poderosa hueste contra Zahara, 

Íf la combatió y tomó por avenencia , y cercó y tomó la 
brtaleza de Azeddin , y luego fué contra Setenil y la cer- 
có , y los muslimes la defendian bien ; y viendo que se 
alargaba el cerco j envió parte de su poderoso ejército á 
correr la tierra , y tomaron durante el cerco de Setenil la 
fortaleza de Ayamonte , Priego , Lacobin y Ort^'car. El 
rey Muhamad no quiso oponerse á este ejército vencedor, 
y para dividirlo y fatigarlo entró en lo de Jaén bacieixlo 
grandes talas , y asi los cristianos por acndir á contener- 
le levantaron el cerco de Setenil en donde percfieroo mo- 
cha gente. 

CAPÍTULO XXVIII. 

MtJERE MUHAMAD T LE SUCEDE JUZBF GOirDENADO i 

MUERTE TA. HACE TREGUAS CON LOS CRISTIANOS. 

MUERE. 

Al año siguiente el rey Muhamad fué sobre Alcabdat con 
siete mil caballos y doce mil de infantería , y tuvo este 
llorido ejército varios encuentros con los cnsüanos en 
(][ue unos y otros pelearon con estremado valor y con 
igual varia fortuna : y como los muslimes y los cristianos 
hubiesen perdido los mejores caudillos y soldados, de co- 
mún acuerdo trataron de apazguarse y concertaron tre- 
guas por ocho meses , y envió el rey Muhamad sus men- 
sajeros al rey de Castilla , y firmaron las treguas en sa 
nombre. En el tiempo de esta tregua el rey Muhamad sé 
sintió enfermo y de tan grave dolencia que sus físicos des- 
<x)o/iaron de su salud y conocieron que el término de so 
mal era la muerte. Ea te^ ^xi^iasiv^^ cmvietrachai repog— 



355 

nancia lo creyó asi , y itauy al cabo de sos días, y por 
asegurar la sucesión en su hijo al reino de Granada orde- 
nó dar muerte á su hermano Juzef que estaba preso en 
Jaiubania. Asi que, cierto de su cercana muerte, que 
solo Dios es eterno, escribió al alcaide de Jaiubania una 
carta en que decia : (fAlcaide de Jaiubania mi salidor, 
luego que de manos de mi arraiz Ahmad ben Xarac re- 
cibirás esta carta quitarás la vida á Cid Juzef mi herma- 
no , y me enviarás su cabeza con el portador : espero 
que no hagas falta en mi servicio.» A la llegada del ar- 
raiz á Jaiubania con esta orden jugaba al ajedrez el 
príncipe Juzef con el alcaide de la fortaleza, sentados so* 
bre preciosos tapizes' bordados de oro , y en almohado- 
nes de oro y seda > que en comodidad y tratamiento vi*-* 
vía alli Juzef como principe. Luego que el alcaide leyó la 
orden se inmutó y turbó sobremanera , porque la bondad 
y exelentes prenda de Juzef tenian puados los corazones 
de cuantos le rodeaban. El arraiz daba pnsa al cumpli- 
miento de su mandaderia, y el alcaide no osaba dar par- 
to al príncipe de tan cruel é inhumano decreto ; pero 
conociendo la importancia de la orden y su cuidado en 
su turbación y semblante : le dijo Juzef, ¿qué manda el 
rey ? ¿ trata de mi muerte ? pide mi cabeza ? entonces el 
alcaide le dio la carta , y dijo Juzef al verla , permíteme 
algunas horas para despedirme de mis doncellas y disr- 
tribuir mis alhajas entre mi familia. Replicó el arraiz que 
no podia detenerse la ejecución , que por horas estaba 
tasado el tiempo de su vuelta. Pues á lo menos acabe- 
mos el juego , y acabaré perdiendo. La turbación del al- 
caide era tanta que no mudaba pieza con tino ni concier- 
to , y el rey Juzef le avisaba sus inadvotencias , cuan- 
do en aquel punto lleg9ron dos caballeros de Granada 
aclamando al Juzef y pregonando la muerte de su bermft- 
no Muhamad. Dudaba de su fortuna y apénAS» ^t^^ V» 
que pasaba, cuando la venida de o\xoe»e?bt&«rai^ Y^^osv- 



356 

palos aseguraron á los dos y partieron á Granada muy 
apresuradamente : su entrada fué magnifica y le salió á 
recibir toda la caballería , las calles estaban adornadas 
de arcos do triunfo , cubiertas de flores calles y plazas al 
paso , y las paredes cubiertas de ricos paños de seda y 
oro , entró rodeado de aclamaciones populares , y paseó 
la ciudad dos dias manifestando su agradecimiento y 
amor á los vecinos: su afabilidad y virtud era muy cono- 
cida y todos esperaban en él un rey cumplido que renova- 
se la memoria de Nazar, de Abu Abdala, y de sus ín- 
clitos abuelos. 

Luego envió sus cartas y embajada al rey de Castilla 
con su amigo y privado Abdalah Akmin , para comu- 
nicarle su entronizamiento por voto general dei pueblo , 
y para manifestarle sus pacíficas intenciones , y cuanto 
aeseaba vivir en paz y amistad del rey de CastiWa. Re- 
cibieron bien los cristianos al embajador y concertaron 
las condiciones de las treguas como las que tenían con 
Muhamad hermano del rey , y enviaron su mensajero 
para que las aceptase el rey Juzef , y las fírmase. Envió 
el rey do Granada ricos presentes al de Castilla de bue- 
nos caballos con preciosos jaeces , espadas y nobles pa- 
ños de oro y seda , y se prorogó la tregua por dos años. 

Pasado este tiempo el rey de Granada que era muy 
amante de la paz envió á su hermano Aly para que con- 
certase la próroga de la tregua , y los señores de Castilla 
proponian que el rey Juzef se declarara vasallo del rey 
de Castilla , como otros sus mayores lo habian sido , y 
que pagasen ciertas parias cada año en señal y recono- 
cimiento do vasallaje. El infante Cid Aly so negó á esta 
humillación, y dijo que no tenia licenciado su hermano el 
rey para tan estraña obligación , y se retiró sin concertar 
las treguas. Así que, luego que acabó el tiempo de las ante- 
riores el infante ü. Fernando entró con gran poder en el rei- 
nodo Granada , \ \>w§o ccvc.cn v^\^c.\\\daddc Antoquora: 



losmuslÍQies que la defendían hicieron sangrientas salidas 
y rebatos contra los cristianos y trababan cada dia muy 
reñidas escaramuzas , tanto que para evitarlas , é impe- 
dir el socorro de gente que enviaban los hermanos del 
rey de Granada Cid Ahmad , y Cid Aly que habían ve- 
nido al socorro de la ciudad con mucha caballería y peo^ 
nes , mandó levantar el infante D. Femando una fuerte 
cerca muy alta que rodeaba toda la ciudad y no dejaba 
'salida libre ni entrada. Durante el largo cerco los dos 
hermanos Cid Aly y Cid Ahmad hicieron muchas proe- 
zas por socorrer la plaza ; pero los de la ciudad fatiga- 
dos de hambre y estrechados de los cristianos hicieron su 
avenencia y entregaron la ciudad , salieron salvos los 
moradores con todos sus haberes: asimismo se rindió 
Hasna Hijar y otras fortalezas de la comarca. 

En este tiempo los muslimes de Grebaltaric oprimidos 
de su sobemaaor , y cansados de la sujeción al rey de 
Granada, escribieron al rey de Fez, y se ofrecieron por 
sus vasallos sí les socorría , y se pusieron bajo su fe y 
amparo. El rey de Fez Aba Said holgó mucho de esta 
embajada , y encargó ¿ su hermano Cid Aba Said que 
pasase con dos mil hombres á ocupar aquella importan- 
te fortaleza , que es la llave de España. No tanto lo ha- 
cia por su posesión como por apartar de su lado con esta 
ocasión á su hermano que por sus excelentes prendas era 
muy estimado del pueblo , y temía que le alzasen por su 
rey y le depusiesen á él , si bien el infante Abu Said era 
tan virtuoso que estaba bien lejos de tan ambiciosos pen- 
samientos. Pasó con aquella gente á Gebaltaric , y los de 
la ciudad le abrieron las puertas y se apoderó de ella. 
El alcaide se retiró á la fortaleza , y viendo que no le ve- 
nia socorro de Granada trató de avenencia con Abu 
Said. En esta sazón Ileso el infante Cid Ahmed con un 
gran escuadrón de caballería y de infantería , y cercó la 
ciudad y socorrió al alcaide que ya estaba para entren- 



358 

garse. £1 infante do Fez pidió auxilio á su hermano, que 
deseoso de su pérdida lo envió alguna provisión en pe- 
queños barcos y muy poca gente «El infante de Granada 
estrechó el cerco , y viéndose perdido Abu Said se eor- 
trcgó al de Granada y puso en su poder la ciudad : el in- 
fante perdonó por su intercesión á los rebeldes , dejó 
guarnicionen Gehaltaric.y llevó prisionero á Granada 
al infante Abu Said al cual trataban como á huésped 
con mucha honra y regalo. Luego vinieron al rey de' 
Granada embajadores del rey de Fez en que le ofrecia 
su amistad y le rogaba que hiciese atosigar á su her- 
mano Cid Abu Said , que asi le convenia para seguri- 
dad y quietud de su estado. El rey de Granada que 
había padecido mucho por la injusticia y tiranía de su 
hermano , sabia cuan dignos son de compasión ¡os que 
asi S3 hallan perseguidos , y lejos de consentir á la trai- 
ción , le manifestó aquellas cartas ^^ y Ib ofreció su au- 
xilio y tropas y tesoros para la venganza, y «i no quería 
tomarla , le aseguró su amistad y le señalo casa y jar- 
dines para su habitación y recreo. 

El infante Abu Said concibió tal aborrecimiento al 
rey su hermano, que propuso pasar en África y vengar- 
so. Así que, aceptó los ofrecimientos del rey Juzef de 
(iranada , y con escogida caballería, y muchas riquezas 
que le dio el rey Juzef, pasó desde Almería , y cuando 
i^u hermano le contaba por muerto y sacriíicado á su des- 
confianza y crueldad, supo que venia con poderosa hues- 
te , que de todas las tribus se le juntaban los mas valien- 
tes , y que llegaba cerca de Fez. Salió contra él y peleó 
desgraciadamente y huyó á la ciudad y le cercó en ella 
Abu Said : la mayor parte del ejército del rey habió 
(juedado tendida en el campo de batalla. Asi que , dis- 
f^ustada la plebe , proclamó al infante Abu Said y lo 
abrió las puertas , y se apoderó de la ciudad y du su 
hermano á quien encerró, y poco después murió do pesar 



y despecho.- Agradecido al rey de Granada le envió ri- 
cos presentes y le pagó sus beneficios ofreciéndole per- 
petua amistad. 

Receloso el rey Juzefde los sucesos de la guerra con- 
certó sus treguas con el rey de Castilla al principio del 
año 1 417 , y le ofreció y envió sin rescate cien cauti- 
vos cristianos, y dio á los embajadores y ministros de es- 
tas treguas que se hicieron por dos años muchas preciosas 
alhajas, como acostumbraban los reyes de Granaaa. Mien- 
tras vivió el rey Juzef hubo siempre paz con los cristianos, 
y su corte era el asilo de los caballeros agraviados de 
Castilla y de Aragón: allí iban á tratar de sus desave- 
nencias y lo hacian su juez , y les daba campo para sus 
desafíos y combates de honor , y era tan pacificador que 
solia darles campo , y apenas principiada la lid dábalos 
por buenos caballeros y los hacia tornar amigos y salir 
juntos y honrados de su corte : por lo que de propios y es- 
trañosera muy amado el rey Juzef, y en especial de la 
rema madre de Castilla con quien mantenia corresponden- 
cia muy familiar , y se hacian mutuos presentes cada año; 
y por consejo de la madre cuando el rey de Castilla estu- 
vo en edad de gobernar por si, prolongo la tregua que ha- 
bia con el rey Juzef, y le aseguró de su amistad. Asi pues 
se mantenia floreciente el estado con las comodidades de 
la paz , y los granadinos gozaban con ella las anticipadas 
delicias del paraiso en sus amenas huertas y casas de 
campo : y como el rey Juzef hubiese llegado al plazo que 
le señalaba la tabla de los hados, falleció de un súbito ac- 
cidente sin haberse antes sentido de ninguna indisposi- 
ción. 



360 

CAPÍTULO XXIX. 

ES PROCLAMADO HULET WJHAMAD , DEPUESTO LUEGO T 

ElfTRONIZADO HUHAMÁD EL ZAQUIR. US DEPONE 

T MATA MULET. 

En el mismo día fué proclamado so hijo Muley Muba- 
mad Nazar Aben Jazef conocido peo* el Hayzari ó ¡z- 

r'wáo j á causa de que lo era , si bien algunos quieren 
ir que tenia este nombre no por el defecto natural do 
las manos , sino por su aviesa y serosa fortuna. Después 
que cumplió con las exequias debidas á su padre, que fué 
sepultado en Grenealarife con sus mayores, ¡ue^ eovió 
sus cartas á todas las ciudades y pueblos príncipa/es do 
cada Taa, para que celebrasen su inangnncKm con la so- 
lemnidad acostumbrada , y los walfes y skaídBseaKviafien 
sus protestas de Yeconocimiento y sumisión. Debiéndose 
haber propuesto por modelo de buen gobierno la pollüca 
de su padre , cuidó solo de imitarle en una parte de ella, 
oue fué en- procurar la amistad y alianzas de los principes 
ae África y de España , y para esto envió sus embaÍMo- 
res para asentar las treguas que habian de mantener la fe« 
ticiaad del estado ; pero descuidó del todo el cultivar la 
benevolencia y amor de sus pueblos , que en esto consiste 
el mas seguro y firme apoyo de la soberanía. Era vano y 
soberí[>io , y trataba como esclavos á sus ministros y á los 

grincipales caudillos. Su altanería era cada dia mas insu* 
ible , y se pasaban semanas enteras y meses en que no 
daba audiencia á ningún vasallo , sin exeptuar á los vva- 
lies que le buscaban para consultar con él los mas graves 
negocios. Toda su atención era no quebrantar las treguas 
con los cristianos , ni dar ocasión de rompimiento por su 
parte. Con el mismo esmero conservaba la amistad del 
rey de Túnez MnV^^ >^iv^^x \ movismo desdeñaba el 



361 

irato de sus ciudadanos , y no permitía justas ni torneos, 
ni las otras usadas diversiones de la nobleza y caballería, 
por lo cual comenzó á ser malquisto con todos , nobles y 
plebeyos le aborrecían , y solamente privaba con él sa 
wisir y cadi de Granada Juzef Aben Zeragh , caballero 
ilustre de la mas noble y poderosa familia del reino , que 
por su autoridad contuvo algún tiempo á los infinitos des- 
contentos que meditaban la deposición del rey Muhamad; 
pero ni su prudencia ni autoridad bastaron , que al Gn sus- 
citada una popular insurrección , proclamaron por su rey 
á Muhamad el Zaquir primo del rey , y entraron violenta- 
mente en el alcázar , y el rey Muhamad favorecido de al- 
gunos leales guardias salió por los jardines y escapó de 
las manos de los alborotados. El depuesto rey Muhamad 
pasó disfrazado como pescador en una pequeña barca á 
África , y se acogió á su amigo Abu Faris rey de Túnez, 
que le recibió y honró en su palacio ofreciéndole su favor 
si la fortuna se manifestase algún dia favorable á sus co— 
sas. 

Muhamad el Zaquir fué solemnemente proclamado en 
Granada y en las otras ciudades principales del reino: dio 
fiestas al pueblo , torneos y justas , él mismo que se pre- 
ciaba de gentil caballero , entraba en las parejas y con- 
tiendas , y hacia notables gallardías arrojando las cañas 
con acierto y ligereza , y evitando los tiros con facilidad, 
volviendo y revolviendo con sin igual destreza su caba- 
llo. Gomia muchos días con sus caballeros , y les hacia 
ricos presentes , y discurría ingeniosas invenciones para 
honrarlos y distinguirlos. Al mismo tiempo no se descui- 
daba en destruir el partido de su antecesor el depuesto 
Muhamad : así fué forzado á salir de la ciudad el wisir Ju- 
zef Aben Zeragh y muchos de los de su linaje , caballeros 
muy estimados en Granada , porque no so acomodaban á 
la nueva corte del rey Muhamad el Zaquir, y oí rey rece- 
loso de algunas inquietudes ó bandoH (\im conta%vw««v^ 

Tomo III. 'IN 



362 

reino trató de perderlos , y como estos caballeros tenia/i 
tan intimas relaciones con toda la nobleza fueron avisadas 
á tiempo , y se retiraron de secreto al reino de Murcia. 
Algunos mas confiados que se detuvieron en Granada es- 
l^erimentaron el rigor del tirano que iba ya perdiendo el 
temor y descubriendo su condición dura y cruel. Salieron 
cx)n el wisir Juzef Aben Zeragh cuarenta caballeros prin- 
cipales que fueron muy bien recibidos en Lorca del alcai- 
de de aquella ciudad , y lo mismo en Murcia , y de allí 
habido seguro del rey de Castilla ñieron á besarle las ma- 
nos , y los trató con mucha honra , y le pesó mucho de 
la desgracia de su aliado el rey Muhamad , y entendiendo 
por la relación de Juzef Aben Zeragh como estaba en Ta- 
nez en la corte del rey A bu Faris , y como habían huido 
de Granada mas de quinientos caballeros principales unos 
á África , y otros habian venido á sus reinos , el rey de 
Castilla que era joven , compasivo y generoao, y d© cum- 
plida nobleza ofreció al wisir restituir al tn»o a\ depues- 
to rey Muhamad el Hayzari , y castigar al tirano usurpa- 
dor. Para asegurar la empresa acordó que en conuMñia 
del alcaide de Murcia pasase Juzef Aben Zeragh á Túnez 
con sus cartas, para que el rey A bu Faris ayudase ¿ co- 
brar el reino de Granada y restituir al trono ¿ su legllimo 
soberano : pedíale el rey de Castilla al de Túnez que le 
enviase al despojado Muhamad el Hayzari que él baria 
como fuese restituido. 

Estos embajadores fueron bien recibidos del rey do 
Túnez , y luego dio orden para que pasase á España con 
quinientos caballeros y muchas riquezas el rey Muhamad 
el Hayzari , y con el alcaide de Murcia envió para el rey 
de Castilla telas de seda y oro , y linos muy delicados, 
aromas y muchas preciosidades , y una cria de Iconcilloi^ 
domos! irados , y otras rarezas , y con esto se despidieron 
los royos con mucho amor. Pasó á Oran aquella compa- 
ñía , y allí se embarcaron y pasaron el mar , y sallaron 



363 

en la tierra do Granada y llegaron á la ciudad de Vera^ 
(|ue luego recibió á su rey Muhamad el Ha^ari , y par- 
tieron sus gentes á Almería ^ que luego envió á llamar ¿ 
su rey y señor , y le recibió con gran pompa , amor y re- 
verencia. 

Como el rey Muhamad el Zaquir tuviese esta noticia se 
alborotó y apesadumbró mucho de ella , y con gran bre- 
vedad envió á su hermano con setecientos caballos, gente 
muy escogida, para desbaratar y prender si fuese posible 
al rey Muhamad el Hayzari ; pero mas de la mitad de 
esta gente desertó de sus banderas y se pasó con los del 
rey el Hayzari , y el infante no se atrevió á pelear con la 
gente que le había quedado, y se volvió á Granada. Esto 
facilitó el paso á los del rey Muhanciad el Hayzari , entra- 
ron en Guadis , y esta ciudad abrió sus puertas y le reci- . 
bió como á su señor , y le juro obediencia en el mismo 
dia. Vinieron á esta ciudad muchos caballeros de Grana- 
da y le animaron á pasar á ella asegurándole tan buena 
acogida como en Guadis y Almería. Así que, aunque con 
algún recelo confiando en la fortuna , partió á Granada 
llevando ya consigo innumerable gentío qae de todas par- 
tes le seguia á su venida de África , daba grande auto- 
tidad y peso con el populacho á su pretensión , y sin otra 
causa ni motivo le aclamaba aquella muchedumbre. El 
rey Muhamad el Zaquir se vio abandonado de toda la no- 
bleza y con pocos soldados para oponerse á su rival : hsí 
que , de noche se paso á la fortaleza de la Alambra y se 
fortificó en ella. Entró al dia siguiente el rey Muhamad 
el Hayzari , y le recibió la ciudad con general aclama- 
ción , y luego cercó la fortaleza con tanto denuedo y ar- 
dor de los soldados , que los del rey Muhamad Zaquir 
acobardaron y no quisieron esponerse al rigor del asalto, 
y ellos mismos entregaron á su rey , que luego ñié des- 
cabezado , y sus hijos puestos en rigurosa prisión , eon 
lo cual quedó pacificamente apoderado de «Ql ^ssa^aa^^^ 



364 

• reino de Granada , y tal fué el 6n del infeliz Mubamad 
el Zaquir , digno de mejor fortuna por su valor, habiendo 
reinado dos años y pocos meses. 

CAPÍTULO XXX. 

GUERRAS DE GRANABA , T MUERTE BE JUZBF AREN 
ALAHMAR. 

£1 rey Muhamad Hayzari cuando hubo allanado las 
cosas y sosegado los ánimos del temor que les daba la 
incertidumbre de su manera de ^bemar , puso en su 
empleo de wasir del reino á su privado Juzef Aben Ze- 
raen que siempre le habia servido con tanta lealtad ; en- 
vió sus embajadores al rey de Castilla para darle gracias 
por sus buenos auxilios , y comunicane el estado de su 
reino , pidiéndole treguas ó mas bien perpeUia paz y 
amistad ; y como entendiese que el rey de CastiQa anda- 
ba en guerra y revueltas con sus parientes , envióle sos 
cartas con Abdelmenam . noble caballero de Grranada , y 
privado suyo , ofreciéndole auxilio de tropas contra sus 
enemigos. Llegó este embajador á Burgos donde á la sa- 
zón estaba el rey de Castilla y le recibió bien y agrade- 
ció y no aceptó los ofrecimientos del rey de Granada, y 
solo se trató de treguas y de que el rey de Granada le 
pagase cada año cierta cuantía de doblas de oro á fuer de 
su vasallo ; pero no vino en esto el rey de Granada , con- 
fiado que hallándose el de Castilla metido en guerras, se 
contentaria con lo que de su voluntad quisiese darle. Asi 
fué que sin concertar ninguna cosa se tomó Abdelmenam 
á Granada , y al mismo tiempo el rey de Castilla envió 
sus cartas al rey de Túnez , quejándose de la ingratitud 
del rey Muhamad Hayzari , y asimismo rogándole que 
no le ayudase en la guerra que pensaba hacerle para 
obligarle á cumplir lo que debia : prometiólo asi Abu Fa- 



365 

ris de Túnez , y no le envió las galeras y gente que le 
tenia ofrecida , y le escribió aconsejándole que pagase al 
rey de Castilla , á quien debia la corona , la concertada 
suma de doblas que le pedia , y que de no hacerlo, no 
esperase su ayuda mientras viviese , y al rey de Castilla 
escribió suplicándole que tratase su venganza con mode- 
ración , y no llevase al estremo de rigor el castigo de Mu- 
bamad Hayzari su pariente. 

El rey de Granada no temia lo que le amenazaba ,, y 
como el de Castilla hubiese' hecho sus paces con los in- 
fantes , envió orden á sus fronteros para correr la tierra - 
de Granada , y entraron en ella y talaron los campos de 
Ronda , y por otra parte entró el adelantado de Cazorla 
con buena hueste de caballería , y el rey Muhamad salió 
contra este y peleó con tan buena fortuna, que le rompió 
y deshizo su escuadrón, que casi todos los cristianos 
quedaron muertos en el campo de batalla. No era i^al 
la suerte en todas partes, que al mismo tiempo que triun- 
faba Muhamad de los valientes campeadores de Ca- 
zorla , le tomaron los cristianos la fortaleza de Jimena , 
y le llegó nueva de como el rey de Castilla venia con 
gran poder contra él , por lo cual recelando que con el 
temor ya sonado de la venida del rey de Castilla se sus- 
citase en Granada alguna sedición , dejó el mando del 
ejército á sus caudillos , y se vino á Granada con cinco 
mil caballos , y lue^o armó veinte mil hombres de la 
ciudad para que hiciesen guarnición y la defendiesen. 
Entre tanto los cristianos corrían y talaban las tierras de 
Illora , Taxaxar , Alora , Archidona y otros lugares , y 
con rica presa se tornó el rey de Castilla á Ecija , y de 
allí á Córdoba. 

Como Muhamad se recelaba se suscitó en esta coyun- 
tura una terrible conjura y poderoso bando contra él. 
Un caballero de la sangre real llamado Juzef Aben Al^K- 
mar, hombre rico y «mbicioso, se pto^w^ «^ «áv3^ ^sw^- 



366 

sion derribarle del trono , y apoderarse del reino valién- 
dose del rey de Castilla. Comunicó su peosamiento con 
sus amigos y parciales , y de común acuerdo enviaron 
por embajador á Córdaba á un caballero de los Bene- 
gas llamado Gelil ben Geleil esposo de la infisuita Ceti 
Merier con quien casara por amores. Era muy noble y 
esforzado aunque de linaje de cristianos , el rey le tenia 
desterrado en Alhama. A este pues , como que sabia 
bien la lengua castellana , se encargó la embajada para 
que tratase con el rey de Castilla de esta rebelión. Ofre- 
cia Juzef Aben Alanmar que luego que el rey de Casti- 
lla entrase en la vega se le juntaria con mas de ocho 
mil hombres, gran parte de caballeros de la mayor noble- 
za del reino , y que si con el favor y ayuda del rey de 
Castilla, como esperaba, se apoderase oel reino, fe se- 
ria fiel vasallo. Fué bien oida esta propnesla por los 
cristianos, como quiera que siempre pensaba e\ rey 
de Castilla entrar á correr la vega. Volvió Aben Lu— 
ke , y llevó de palabra también la respuesta del rey 
de Castilla , sus promesas y seguridad á los que se fuch 
sen á su ^ército. Animados con esto los del bando do 
Juzef se Uieron retirando pocos á pocos de la ciudad 
con protesto de ir al ejército de la frontera. £1 rey do 
Castilla con gran poder entró en la vega , Juzef Aben 
Alahmar so le presentó y le besó la mano , y después 
llegaron los caudillos y gente de su bando que serian 
ocho mil hombres , gran parte muy lucida caballería. 
Acampó el rey de Castilla en un recuesto á la falda do 
sierra Elvira , y desde allí se deleitaba en mirar las her- 
mosas torres de Granada , y le informaba de sus princi- 
pales edificios y fortalezas Aben Alahmar , y se le se- 
ñalaba la Alambra , torres bermejas , y el Albaycin. Los 
caudillos do Granada y su caballería ^ente valiente y 
iiguerrlda salieron contra el ejército cristiano , y habiu 
iHíic/jas esc4\ramvua6 ^MvVtc Xo» ^«ssi^^^^xos ^ hasta que 



367 

cierlo (lia ambos ejércilos vinieron á batalla campal que 
fué muy reñida , y así los muslimes de Granada cchk) 
los cristianos pelearon con admirable valor , y principal- 
mente la caballería que hizo lo mas cruel y sangriento 
de la pelea. La matanza fué horrible de ambas partes y 
se mantuvo igual la batalla todo el dia, hasta que á la 
tarde comenzaron á ceder los muslimes , y favorecidos 
de la venida de la noche, dejaron el campo aue estaba 
cubierto de despedazados cadáveres , y regado ae sangre . 
Nunca el reino de Granada padeció mas notable pérdida 
que en esta batalla ; pues* así en el bando vencido como 
en el vencedor murió la flor de lí> caballería , y si aque- 
llas lanzas muslímicas entro sí contrapuestas hubieran 
estado , como debian, juntas contra sus enemigos, hubie- 
ran dado á los de Castilla un dia tan sangriento y detes- 
tado como el de Alarcos. 

£1 suceso do esta batalla llenó de tristeza y luto á los 
do Granada ; pero la presencia del rey Muhamad Hay- 
za:i y que no perdió ánimo por este desmán no les dejaba 
tomar otro partido que el de la defensa. La tierra misma 
manifestó conmoverse y tomar parte en el sentimiento de 
sus moradores , y tembló y se estremeció con grandes 
vaivenes y subterráneos bramidos y truenos que en sus 
entrañas se oian, atemorizaban á los mas valientes, y to- 
dos esperaban y temían graves cosas. Taló el rey de Cas- 
tilla la vega y levantó su campo , y bien á pesar de Aben 
Alahmar se tornó á Córdoba. Allí para consolar á Juzef 
de su despecho y á los suyos de la descontianza que to- 
maron, viendo quo el rev de Castilla contento con lo que 
había hecho los quería al)andonar perdidas sus haciendas 
y su patria , mandó proclamar rey de Granada á Juzef 
Aben Alahmar, y delante de toda su corte y de las tropas 
que solemnizaban la proclama le ofreció de nuevo el po- ■ 
nerle en el trono de Granada . y allí mismo encargó á los 
adelantados de sus fronteras que le a^ud^^w Vi^d&Va. ^nec- 



seguirlo. Esta declaración fué de gran efecto , porque 
luego tomaron su voz muchos pueblos del reino de Gra- 
nada ^ y se le entregó Montefrio, y con su gente y auxi- 
lio de los cristianos se le dieron los pueblos de Illora , 
Cambil , Alhabar , Ortegiear , Taxarxa , Hisnalloz, Ron- 
da y la ciudad de Loja de donde se le juntaron cuatro 
cientos caballeros. En Árdales hizo su carta de recono- 
cimiento de señorío al rey á*i Castilla , obligándose á 
servirle cada año con cierta cuantía de doblas de oro , y 
en tiempo de guerra con mil quinientos caballos , y de 
acudir á sus cortes cuando las celebrase de acá de los 
montes de Toledo , ó enviar alguna persona de su casa 
la mas considerable , y otras condiciones de alianza y 
reciproca amistad. Luego partió con poderoso ejército 
hacia Granada, y envió contra él Muhamad Hayzari á 
su visir Juzef Aben Zeragb, y trabaron bataWa muy san- 
grienta , y en ella murió peleando como un león e\ esfor- 
zado visir Aben Zeragh , y luego su ejército fué desba- 
ratado y huyó con gran espanto, y llego á Granada pon- 
derando la innumerable hueste que los habia vencido , y 
como la mayor parte había quedado muerta , que no da- 
ban cuartel los unos á los otros. Con esta victoria que 
hizo mayor la fama y el temor de los pueblos , casi to- 
das las Taas del reino tomaron su voz, y para evitar las 
talas y males de la guerra, salían á porfia á presentarse 
los pueblos y á jurarle obediencia , y Juzef Aben Alab- 
mar desde Illora se encaminó con ejército innumerable ¿ 
Granada. La nueva de su cercanía alborotó los áninnos, 
intimidó al menudo pueblo , y se suscitó una conmoción 
popular en la ciudad. Los nobles y principales vecinos 
representaion al rey que no era posible detenderse, que 
se pusiese en salvo , y no quisiese esponer la ciudaa ¿ 
las violencias de una entrada por fuerza. Entonces Muha- 
mad Hayzari acompañado de sus mas íntimos y par- 
ciales , tomando \o& Vxs&otq& del alcázar , su harem , y 



^ 



369 

los dos hjos del rey Muhamad el Zaquir que tenia pre- 
sos huyó á Málaga en donde tenia gran partido. 

Juzef Aben Alahmar entró en Granada con solos seis 
cientos caballeros de guardia para quitar todo temor de 
violencia á los ciudadanos, recibióle la nobleza y le acom- 
pañó hasta el alcázar de la Alambra: hizo su ayunta- 
miento de los jeques , alcaides , walies , y alcadis del 
reino y fué solemnemente jurado el rey , y paseó la ciu- 
dad con gran pompa. Asi consiguió el trono después de 
tres años que le habia ocupado por segunda vez Muha- . 
mad Hayzari. Envió Juzef Aben Alahmar sus emba- 
jadores al rey de Castilla con las protestas y reconoci- 
miento de agradecido vasallo suyo , ofreciéndole pagar 
Jas doblas de oro que sus mayores habian pagado : y es- 
cribió al rey de Castilla la siguiente carta: «Juzef Muha— 
mad Aben Alahmar rey de Granada, vuestro vasallo be- 
so vuestras manos y me encomiendo á vuestra merced , á 
la que suplico digne saber como partí de Illora y fui á 
mi ciudad de Granada , y me salió á recibir toda la ca- 
ballería de ella y me befaron las manos por su rey y 
señor, y me entregaron la Alambra, y todo esto señor por 
la sracia de Dios y por vuestra fortuna. El rey Hayzari 
se huyó á Málaga y llevó consigo al hermano del alcaide 
Ahnaf su sobrino , y dos hijos del rey Muhamad Zaquir 
que dicen han mandado degollar , y antes de partir robó 
estos alcázares y se llevó cuanto en ellos habia. Ahora 
señor , con la ayuda y gracia de Dios , y con el auxilio 
de vuestra grandeza , que Dios prospere , vá contra éi 
vuestro adelantado don Gómez Rivera , y mis caballeros 
llegarán á Málaga donde él está y espero en Dios que 
con el favor de vuestra alteza yo le habré en mis manos.» 

Envió Juzef Aben Alahmar esta carta con un noble 
caballero que fué bien recibido del rey de Castilla que 
holgó con estas nuevas. Al mismo tiem^^ V\ft^ ^\sln\^^^ 
de Túnez al rey de Castilla , on que X\wv^^.xvfe ^^ví^**^ 



370 

rey que mirase por su pariente el rey Muhamad y no 
quisiese arruinarle ni despojarle de su reino. Venían es- 
tas quejas del rey de Túnez por mano de un tratícante 
genovés y el rey de Castilla envió sus escusas al de 
Túnez. Seis meses habia que Juzef Aben Alahmar rei- 
naba felizmente en Granada cuando le asaltó la muerte 
que asalta y turba la tranquilidad y delicias de los hom- 
bres. Era ya anciano y achacoso y no pudo resistir los 
cuidados del reino , que tomó sobre si con demasiado 
fervor. Su muerte acabó los vandos y desavenencia que 
dividía á los ^nadinos , y unos y otros proclamaron al 
retirado y fugitivo Muhamad Hayzari , que volvió tei^ 
cera vez á ocupar el trono. Llególe esta nueva á Málaga 
Y holgó de ella como de la muerte de su enemigo. Prac- 
ticó sus diligencias para asegurarse de la fidelim y sin- 
ceridad de los que le proclamaban , y pasó á Granada 
muy contento. Hizo su visir á un caballero muy noble y 
estimado en Granada llamado Abdelbar , que le aconse- 
jó enviase sus mandaderos á Castilla y a Túnez para 
apazguarse con el rey de los cristianos , y asi lo hizo de 
buena voluntud , y se concertaron treguas por un año , 
y después se prorrogaron por otro mas. Pasado el tiem- 
po de las treguas entraron los cristianos en la tierra de 
Granada y tomaron la fortaleza de Beni Maurel después 
de haber combatido reciamente sus muros : por la parte 
de Murcia entró la caballería de aquella frontera acau- 
dillada del esforzado Fayard , y le salió al encuentro el 
visir de Granada Abdelbar con escogida caballería de 
Algarbo y de Granada. Avistáronse los dos escuadrones 
y trabaron sangrienta batalla , en que los cristianos fue- 
ron vencidos , y quedó muerto su esforzado caudillo que 
so em))eñó en mantener la batalla cuando ya la mayor 
])arte de los suyos iban huyendo. Al mismo tiempo en- 
Irdtvn por fuor/.a de «smwds los cristianos la villa de llues- 
ir , f|iip Hofo!\(\"»orou \•.\\oTv^í««vv^w\^ W t^vv^\tM¡ft ^ \ al 



371 

cabo con gran mortandad fué tomada la villa , y los va- 
lerosos defonsores se acogieron á la fortaleza y donde fue- 
ron cercados por los cristianos. Vino en su ayuda el ar- 
raiz de Baza Alcawmi que metió alguna gente en el cas- 
tillo rompiendo por enraedio de los cristianos ; pero como 
se les acabase la provisión y faltasen mantenimientos hi- 
cieron su avenencia y rindieron el castillo saliendo todos 
los muslimes libres. 

CAPÍTULO XXXI. 

liüERRAS ENTRE MOROS Y CRISTIANOS, Y DESTRONA- 
MIENTO DE MUHAMAD LL UAYZARI POR MUBAMAD AREN 
OZMIN. OTRO PARTIDO PROCLAMA Á AREN ISMAIL. 

En el año 840 el caudillo y visir de Granada i 436 
Abdelbar venció á los cristianos en unas angos- 
turas y los siguió y hizo en ellos cruel matanza en térmi- 
no de Archidona. Habian intentado sorprender la villa y 
caminaban con gran cautela por estraviados caminos; 
esperólos Abdelbar en un paso estrecho y allí les acome- 
tió y los desordenó y les causó horrible destrozo, y tomó 
las banderas del maestre de Alcántara, y casi toda su 
gente fué cautiva ó muerta , y el maestre se libró á uña 
de caballo con unos pocos. Desde allí pasó Abdelbar y 
acometió á los cristianos que tenian puesto cerco á la 
fortaleza de Haelma , y los forzó á levantar el campo, y 
se retiraron á Jaén que no osaron venir á batalla con el 
ínclito Abdelbar. 

En el año siguiente de 841 hubo varias batallas con 
los cristianos en que peleó con próspera fortuna en las 
campiñas de Guadis y vega do Granada , y en ellas mu- 
rieron los mas valientes caudillos de las Castillas. Al año 
siguiente los fronteros de Murcia acaudillados del adelan- 
tado Aben Fayard entraron la tierra y tomaron ^^o^ v^^- 



378 

nencia las fortalezas de Valad blanco y Valad rubio, y 
los moradores quedaron por mudejares ó mercenarios 
del rey de Castilla por evitar las talas y vejaciones que 
aquellos fronteros los causaban con sus continuas ala- 
ras. Con el mismo intento solicitaron rendirse al rey de 
Castilla los de las ciudades de Guadis y Baza ; pero pre- 
tendian quedar libres y no sujetas á sus adelantados, 
y no tener parte en las guerras que se hiciesen ; pero 
el rey de Castilla queria que le apoderasen en sus forta- 
lezas , para desde allí hacerla guerra á los de Granada^ 
y esto no se concertó , ni se evitaron aquel año las talas 

Ír correrlas que fueron muy crueles , y se apoderaron 
08 cristianos de Galera y otros fuertes con las condicio- 
nes de quedar por mudejares de Castilla, asimismo 
fueron los cristianos contra Gibraltar y la cercó ei señor 
de Niebla , y salieron los de la ciudad contra él ^ te die- 
ron un rebato que pusieron en desorden su campo, y éi \a 
retirada como nuyesesin orden, muchos se ahogaron en el 
rio Palmones que estaba crecido con la marea , y allí pe- 
reció el señor de Niebla y muchos de los suyos que na- 
bian escapado de las espadas de los valientes muslimes 
que defendian la fortaleza ; pero no fueron tan fe- 
lices en el año siguiente Sh-^ los de Huelma , que 4 438 
se rindieron á los cristianos que acaudillaba el se- 
ñor de Buitrago , gran soldado y excelente poeta , que 
dejó salir salvos á los moradores. 

En este mismo tiempo el valeroso caudillo Aben Zeragh, 
hijo de Juzef Aben Zeragh , salió contra los cristianos que 
corrían la tierra acaudillados del adelantado de Cazorla. 
Encontráronse ambos escuadrones en una espaciosa llanu- 
ra, y con gentil denuedo se acometieron y pelearon lodo el 
dia con tanta animosidad y constancia , que no parecían 
hombres sino fieras que se apedazaban ; pero el esforza- 
do Aben Zeragh hizo tantas proezas y apretó tanto á los 
cristianos que los (\c!S.WrAVó *. ^ «ucendido en la nmtanza 



37á 

y horrofes de la pelea murió desangrado por muchas he^ 
ridas que hábia recibido : y también murió en aquella ba- 
talla el adelantado de Gazorla D. Fulan Perea , que era 
valiente caballero , y casi todos los suyos que muy pocos 
se libraron de la muerte. 

Con esto suceso perdieron ánimo los de Castilla y no 
osaron entrar mas en tierra de Granada. La muerte del 
ínclito Aben Zeragh fué muy llorada en todo el reino , y 
en especial fué sentida de la noble juventud de Granada, 
y de las damas de quien era muy favorecido por su hermo- 
sura y gentileza. Gomo en Castilla se hubiesen suscitado 
nuevas revueltas y parcialidades, parece que el contagio 
habla pasado á Granada , y muchos caballeros de esta 
ciudad ofendidos del rey Muhamad dejaron el reino y se 
fueron al servicio del rey de Castilla , y el principal de es- 
tos descontentos fué Muhamad Aben Ismail sobrino del rey, 
que se dio por ofendido porque Muhamad le negó un casa- 
miento que solicitaba , y prefirió á otro caudillo privado 
suyo. Ni fué esta la única inquietud que se suscitó en el 
remo. Otro sobrino del rey llamado Aben Ozmin 
que estaba en Almería este año de 848, como en- \ 444 
tendiese las desavenencias y disgustos de los ca- 
balleros de Granada con su tio , se vino de secreto á la 
ciudad con muchos parciales que tenia ^ y derramando mu- 
cho oro entre la gente menudfa , y animando las pasiones 
y descontentos oe los nobles , en poco tiempo conmovió 
los ánimos , y con su industria y política movió un albo- 
roto, y se apoderó de la Alhambra y de todas las fortalezas 
de la ciudad , y tomó preso á su tío Muhamad el Hayza- 
ri , y le puso á buen recaudo : y fué este azoróse prínci- 
cipe tercera vez depuesto de su trono después que reinaba 
trece años. 

Muhamad Aben Ozmin el Ahnaf fué proclamado rey 
aunque no con general aplauso , que muchos le dfiiá^^t^sc».^ 
y enire otros el poderoso partido d©\Vt\cX\VQN^\svc ^^A*^'»^^ 



374 

uue se reliró á Montefrio con todos sus parientes y amigos. 
Acaeció esta súbita é inesperada revolución el 
año 849. El wisir Abdelbar viendo que no era fá- 1 445 
cil restituir al rey depuesto en su trono , y que el 
tomarse su voz seria apresurar su muerte , escribió al in- | 

fante Aben Ismail que estaba en Castilla ofreciéndole el . 

reino de Granada , y para que pudiese salir do Castilla | 

sin que fuese estorbado por el rey de los cristianos, le en- i 

vio sus cartas escritas con cierto secreto , y las llevaron 
disfrazados dos nobles caballeros parientes suyos. Entre- ' 

garónselas y hablaron al infante sobre la manera de salir i 

de Castilla sin ser conocido. Pero Aben Ismail confiando ' . 
en la generosidad del rey de Castilla no quiso partir sin 
su licencia , y le comunicó abiertamente el uegocio que 
trataba, y la pretensión en (|ue se metia. El rey de Casti- 
lla no solamente le concedió licencia, sino que \e o^rec'iú 
su ayuda , y lo dio cartas para que sus fronteros \e auxi- 
liasen para conseguir su intento. 

Partió el infante Aben Ismail con los caballeros quo es- 
taban en su compañía en servicio del rey de Castilla , y j 
desde la frontera le acompañaron los adelantados con I 
muy escogida caballería. Llegó á Montefrio, y le salieron á | 
recibir Abdelbar y los de su bando , y allí le proclamaron / 
rey de Granada. Entre tanto el rey Mubamad Aben Oz- 
min que estaba en Granada , sabiendo que los cristianos 
favorecian á su primo Aben Ismail , determinó vengarse 
de ellos , y con poderosa hueste acometió á las fronteras, 
aprovechando la ocasión de las guerras y revueltas que 
andaban en Castilla. Con maravillosa diligencia llegó sobre 
Bcnamaurel , la cercó , combatió y entró i>or fuerza de 
armas , y mató y cautivó á los cristianos que la defen- 
dían , y entre ellos á su alcaide Herrera , y los fronteros 
de Andalucía no osaron esperar la batalla . ni estorbar el 
paso al victorioso rey Muhamad AbtínOzmin, escarmen- 
tados de la vio\t>uVi\ íítvVxvv^vv v\c >i«i\\^\\\«.urtíl : luego sin 



375 

que nadie se le opusiese llegó á la fortaleza de Aben Za- 
lema que defendia buena guarnición de cristianos. Pro- 
púsoles el conquistador Aben Ozmin por medio del al- 
caide Herrera que se rindiesen y no quisiesen probar la 
suerte miserable de los de Benamaurel , y los cristianos 
despreciaron sus amenazas. Acometieron los muslimes 
con tanto ardor , que tomáronla fortaleza á escala vista, 
y no dejaron hombrea vida de cuantos hallaban en ella, 
y se tornó el rey Aben Ozmin triunfante á Granada , y 
con ricos despojos de ganado , armas y cautivos. 

CAPÍTULO XXXII. 

HUYE ABEN OZMIN DE GRANADA , Y ES PROCLAMADO 
ABEN ISMAIL. 

En el año siguiente dividió Aben Ozmin sus tropas en 
diferentes cuerpos , unos entraron la frontera , y otros 
fueron contra su primo Aben Ismail. El trozo prmcipal 
que acaudillaba el rey por su persona corrió la tierra do 
Andalucía , y tomó las villas ae Huesear , Veladabiad y 
Veladalahmar , y ocupó sus fortalezas , taló y robó la 
tierra , y cogió muchos cautivos hombres y mujeres y gran 
cantidad de ganado , presa inestimable , y contento y rico 
se tomó á Granada. Gomo supiese el rey Aben Ozmin 
que los reyes de Aragón y Navarra estaban desavenidos 
con el rey de Castilla, les envió sus cartas y con los men- 
sajeros muchos ricos presentes , paños de oro , armas y 
caDallos enjaezados , y concertó con ellos alianza contra 
el rey de Castilla , y que mientras los de Aragón y Na- 
varra le hacian euerra por sus fronteras entraría el rey 
Aben Ozmin por las suyas. 

Venido el año siguiente allegó Aben Ozmin sus gentes 
y entró en tierra de Murci#y taló sus campos , y '^^^ ^ 
quemó aldeas y alquerías , y como i^v^\\ci?<^ c.wvV^^ ^\ ^^^ 



376 

Tellez Girón con sus gentes pelearon cerca de Chinchilla, 
y el esforzado Aben Ozmin venció á los cristianos , v mató 
y prendió muchos que trajo en triunfo á Granada. Al año 
siguiente de acuerdo con los de Aragón y Navarra entró 
el rey Muhamad Aben Ozmin por tierra de cristianos y taló 
los campos de Andalucía , y puso en gran temor ¿ toda la 
tierra que temian que iba contra Córdoba, y á cercar aque- 
lla ciudad ; pero se contentó con talar la tierra de Arcos y 
robar ganados , matar y cautivar á los infelices morado- 
res. 

Al año siguiente envió á su caudillo Muhamad hijo de 
Abdelbar á correr la tierra de Murcia. Este mancebo en- 
tretenido en unos amores no habia querido seguir el bando 
de su padre el wisir Abdelbar , y con esperanzas de con- 
seguir en premio de sus buenos servicios aa deseado ca- 
samiento, permaneció en Granada , y el rey Aben Ozmin 
le estimaba por su valor , y le encargaba las mas honro- 
sas y difíciles empresas : así que , entrada la primavera 
de este año envió Abdelbar á lo de Murcia, y en ella hizo 
muy venturosa algara , y como ya tuviese ¿ran presa de 
ganados y cautivos , por consejo de algunos temerarios 
alcaides que iban con él se propusieron correr la tierra de 
Lorca , y llevando antecogida su presa caminaban ha- 
ciendo mal y daño en la vega de Lorca. Los de la ciudad 
salieron con escogida caballería , y los nobles muslimes 
esperaron la batalla que por ambas partes fué muy san- 
gnenta y murieron allí muchos valientes caballeros , y les 
quitaron los cautivos que llevaban : pero Aldelbar después 
de haber peleado como un bravo león tomó por bien la 
vuelta por la prosa , y llegó con pocos de los suyos ¿ Gra- 
nada . y el rey Aben Ozmin sabiendo su mal recaudo le 
dijo olvidando todos sus buenos servicios : « puesto que 
no has querido morir como bueno on la lid , yo quiero que 
mueras cx)mo cobarde «u la prisión , » y le mandó ma- 
íar. 



3?7 
£1 rey Aben Ismail que estaba en Montefrio defendia 
sus pueblos y los aseguraba de algaras por su alianza con 
los cristianos , y esperaba que el rey de Castilla desemba- 
razado de sus guerras le pudiese ayudar contra su primo, 
y entre tanto no cesaba de animar á sus parciales con 
ofrecimientos y buenas esperanzas. Los que meditaban la 
conjuración contra Aben Ozmin tenian á su favor el ge^ 
neral descontento que causaba la crueldad del rey , que 
ufano de sus triunfos contra los cristianos se habia hecho 
altanero y soberbio , y tan sanguinario que todos tembla- 
ban á su presencia , y con el mas leve motivo y sin causa 
mandaba matar á los hombres mas principales del reino, 
despojaba de sus alcaidías y empleos á los leales y viejos 
caballeros que las tenían , para premiar á los«arrayaces 
companeros de sus venturosas algaras : asimismo hacia 
los matrimonios de la juventud á su antojo , y forzaba á 
los padres á dar sus hijas á quien él queria contra la vo- 
luntad de ellos j y sin atender á las inclinaciones de ellas. 
De aquí resultaban grandes disgustos y justas quejas, y 
era por esta razón aborrecido de la nobleza , y por su 
crueldad temido y no amado de sus vasallos. Estas cosas 
facilitaron y abrieron camino á sus enemigos para ade- 
lantar sus mtenciones , y como el rey de Castilla hubiese 
hecho sus avenencias con los de Aragón y Navarra , de- 
seoso de castigar al de Granada envió un ejército de es- 
cogidas tropas al rey Aben Ismail y con este auxilio y sus 
gentes partió contra Aben Ozmin que salió al encuentro á 
su primo, y avistados ambos ejércitos se dieron una san- 
grienta batalla en que ambos primos -pelearon con he- 
roico valor ; pero al cabo fué vencido Aoen Ozmin de los 
cristianos y muslimes que acaudillaba su primo Aben Is- 
mail , y fué forzado á huir con las reliquias de su caba- 
llería á Granada. Hizo llamada de sus gentes, que hos- 
tigadas de su crueldad vinieron en corto número , y co- 
nociendo que su fortuna so habia mudado traV.4 <k^ ^^^s.- 



378 

garse de cuantos recelaba que no eran en su servicio , y 
llamando á muchos principales caballeros ala Alambra jos 
hizo matar y se fortificó allí ; pero viendo que toda' la 
ciudad se aliwrotaba y proclamaba á su primo Ismail antes 
que llegase , no se creyó seguro en aquella fortaleza , se 
salió de ella antes de ser cercado ^ y le acompañaron en 
su fuga algunos caballeros sus mas privados y porque de 
todos desconfiaba , por el poco amor que todos le tenían, 
y desapareció y se metió en las sierras el año 
859. 4454 

Entró Aben Ismail en Granada y le recibió la 
caballería y nobleza , y con gran pompa fué proclamado 
rey asi en aquella ciudad como en las otras mas principa- 
les del reino. Envió sus cartas y mensaje al rey de Casti- 
lla y se declaró su vasallo , y manifestó su agradecimien- 
to enviando muchos ricos presentes de pa&)B de oro y 
seda y caballos y jaeces preciosos ; pero como A rey don 
Juan de Castilla que le ayudó á subir al trono hubiese fo- 
llecido poco después , no renovó la tregua y amistad con 



su hijo don Enrique, por no descontentará sus granadinos 
Que llevaban á mal su amistad con los cristianos. Asi que, 
dio licencia á sus caudillos para entrar en las fronteras y 



talar la tierra , y así lo hicieron , y fué grande la presa 
de sanados y cautivos que de esta vez hicieron por el des^ 
cuido y confianza que los cristianos tenian. No habiendo 
ocasión para este rompimiento , el rey D. Enrique se ma- 
ravilló de esta violencia y mandó apercibir gran hueste y 
vino contra Granada con catorce mil caballos y peones 
sin cuento , y entró por tierra de Granada llevándolo todo 
á sangre y fuego , quemó las mieses , arrasó los árboles y 
cuanto hallaban de muros afuera. El rey Aben Ismail do 
se quiso esponor al riesgo de una batalla de poder á po- 
der , y solamente permitió salir muchas compañías suel- 
tas de campeadores, que intrépidos se presentaban á gine- 
tear y escaramuzar cou los cristianos , en que los hacían 



379 
mucha ventaja y las mas veces salían vencedores , y en 
tanto en la ciudad todos estaban listos y sobre las mura- 
llas y torres , y en las plazas todos sobre las armas para 
lo que se ofreciese. Viendo el rey de Castilla que los mus- 
limes no salian á batalla , y solo querían escaramuzas ^ co- 
nociendo que los caballeros de Granada eran mas ligeros 
y mañosos para aquellas lides y arremetidas , mandó que 
no saliesen sus gentes contra ellos , poroue en aquellas li- 
geras peleas habian muerto y herido á los mas esforzados 
de Castilla, lo cual llevaban muy á mal sus caballeros, y 
muchos se desmandaban y salian. Contento el rey Enri- 
que con las talas se retiró , y al otro año volvió a correr 
la tierra , y como saliesen los campeadores de Granada á 
estorbar el daño que hacían, se fué trabando tan recia 
escaramuza que sin que lo pudiera escusar el rey de Cas- 
tilla toda su caballería peleaba en trozos y pelotones con 
los de Granada con varia fortuna , y en estas escaramu- 
zas murió Garcilaso de la Vega su privado , y en ven- 
ganza hizo mas cruel tala en lo v^a , y pasó á cuchillo á 
ios vecinos deJimena y ocupó la fortaleza. 

CAPÍTULO XXXIII. 

AVENENCIA DE ISMÁIL CON EL REY DE CASTILLA. AL- 
GARAS DEL PRÍNCIPE HULET ABUL-HACEN. SUCEDE 
Á SU PADRE. 

El rey Aben Ismail por evitar los daños que con sus 
talas hacían los cristianos, envió sus cartas de avenencia 
al rey de Castilla , y aun que con mucha repugnancia so 
concertaron treguas por cierto tiempo y con ciertas con- 
diciones , y no se comprendió en la tregua la frontera de 
Jaén, que por allí era abierta la guerra a las dos naciones. 
Aprovechando esta proporción los esforzados caudillos 
de Granada entraban en lo de Jaén y hacvavi wxi<¿^^ ^^^ 



á los cristianos , y en una algara los desvarataron y 
prendieron al adelantado Castafíeda y le llevaron en trinn- 
K) á Granada. Gobernaba Aben Ismail con mucha pru- 
dencia y justicia y era amado de sus vasallos , plantó 
arboledas , y mejoró los edificios y casas de campo que 
las guerras habian maltratado , gustaba de justas y tor- 
neos , y entraba algunas veces en sus parejas, que era 
muy diestro en el manejo del caballo : tenia dos hijos ; 
el mayor ya era mancebo y se llamada Muley Abul Ha- 
cen , muy buen caballero , valiente y animoso ; el menor 
Cid Abdalah. El principe Muley Abul Hacen deseoso de 
manifestar su valor en alguna jornada contra crístianos, 
sin respeto á la tregua que su padre tania con ellos, tomó 
un escogido escuadrón de caballería y entró Ja iierra de 
Andalucía robando en las comarcas de Estepa ganados, 
y cautivando y matando á los moradores y g^nte del 
campo y de las aldeas. Salieron contra é\ u» (renteros 
de Osuna y hubo con ellos reñida batalla en que murieron 
muchos de ambas partes , y le fué forzoso dejar la presa 
por la vuelta. 

Al año 865 en el otoño hizo otra terrible al&a- 1 460 
ra que le fué mas útil y menos peligrosa ; y los 
cristianos acaudillados del duque de Sidonia cercaron la 
fortaleza de Gebaltaric y la tomaron , pérdida grande 
para los muslimes : y por otra parle D. Pedro Giren cer- 
có y combatió la fortaleza de Archidona , que se rindió 
por avenencia como la de Gebaltaric. 

Estas pérdidas obligaron al rey Aben Ismail á suplicar 
al rey de Castilla le otorgase treguas , y el rey de Casti- 
lla las concedió , y vino el rey de los cristianos desde 
Gebaltaric á la veea para verse con el rey Aben 
Ismail que le salió á recibir año 868 con mu— 1 463 
cha grandeza , y comieron juntos en un masnítíco pabe- 
llón , y concertaron sus paces , y el rey Aoen Ismail le 
dio un rico pregenVe^ ^ <il de Castilla asimismo le dio una 



381 

preciosa joya de inestimable valor , y se despidió el rey 
de Castilla , y le acompañaron hasta la frontera muchos 
principales caballeros de Granada , y algunos fueron con 
él á su corte, y era esta paz y avenencia recíproca, que 
en Granada entraban y salian libremente los cristianos y 
eso mismo los muslimes andaban en la corte de Castilla 
tan favorecidos y seguros como en la corte de Granada. 
Así fué que vivió en paz Abeja Ismail todo el resto de su 
vida hasta que le asaltó la muerte estando en su alcázar 
de Almería con su suegro Cidi Yahye Aluayar en 
la primavera del año 870. i 466 

Después de la muerte del rey Aben Ismail 
sucedió en el reino su hijo mayor Muley Abul Hacen: 
llamábase Aly Abul Hacen : era magnánimo y esforzado, 
amante de la guerra y de los peligros y horrores de ella , 
y por esta ocasión , causa de la pérdida de su reino , y 
de la ruina de Islam en Andalucía. Tenia dos mujeres 
muy hermosas en su harem á las cuales amaba mas que 
á las otras , la principal era su prima en quien hubo al 
infante Muhamad Abuabdilah , y la otra Zoraya hija del 
alcaide de Martes , de linaje de cristianos , en quien tubo 
dos hijos , que fueron en mal punto y hora menguada 
nacidos , pues ayudaron al acabamiento de su patria , 
como veremos adelante. Los primeros años de su reinado 
fueron tranquilos , y cuando se disponia para acometer 
la tierra de los cristianos y buscaba ocasión para su rom- 
pimiento f se rebeló contra él en Málaga el alcaide de 
aquella ciudad , hombre de mucha autoridad y valor , y 
de gran reputación en el reino de Granada. Llególe la 
nueva de esta rebelión , y luego procuró Aly Abul Hacen 
i sujetarle y privarle de la alcaidía : nombró por alcaide á 
un pariente suyo y caudillo de mucha esperiencia y valor^ 
I que con escogidas tropas partió contra el rebelde. Sin 
i perder ánimo por esto el alcaide de Málaga envió sus 
i cartas al rey de Castilla para que le ayudase coniso. ^V 



I 



86S 

rey Abal Hacen enemigo acérrimo de los cristianos, como 
|)odian entender de haberles quebrantado sin razón la 
tregua que con ellos había. El rey Enrique llegó á Ar- 
chidona el año 874 ( 1 ), y el alcaide de Málaga fué á 
visitarle y le llevó ricos presentes de hermosos caballos 
enjaezados y con armas finas , y el rey Enrique le recibió 
bien , y el alcaide se puso bajo su fé y amparo, y le pro- 
metió auxilios contra el rey de Granada. Sopo Abul Ha- 
cen estas vistas y se ofendió mucho del prometido favor, 
para vengarse salió por su pereona a correr la tierra 
e cristianos haciendo en ella grandes talas y daños » y 
penetrando sus campeadores dentro del reino de Gónioba 
y hasta lo de Sevilla , que todos los pueblos estaban ate- 
morizados , y los fronteros no les podian defender de la 
pujanza de sus algaras esparcidas bbremente por (oda 
Andalucía. 

Lo mismo hizo el rey Abul Hacen A a&o 816 ( % ) y 
puso gran espanto en los cristianos que nunca se vieran 
tan acosados de los muslimes; pero contento con talar y 
robar la tierra no ocupó ninguna fortaleza. En este año 
pidió campo al rey de Granada D. Diego de Córdoba 
contra D. Alonso de Aguilar con quien eáaba enemista- 
do , y habiéndolo pedido al rey de Castilla su sdk)r no 
se lo habia concedido. Recibióle bien Abul Hacen y le 
señaló campo on la vega , y como detenido por su seRor 
el rey no vmiese el dia aplazado D. Alonso de Aguilar. 
el rey de Granada le declaró por vencido. Estaba pre- 
sente cierto caballero pariente del rey, amigo del cristiano 
Aguilar , y se ofreció á tener campo por el ausente y 
pelear con su contrario, aseaurando que D. Alonso ert 
tan buen caballero que no faltaba por su voluntad á la 
aplazada lid , y que no consentiría que se le declarare 

(i) li69 según Mariana. 
{%) lili se^un Mariana. 



por vencido ni por cobarde. El rev Abul Hacen no le 
permitió salir á pelear diciendo que nabia dado seguro á 
D. Diego de Córdoba , y como aquel caballero porfiase, 
el rey le mandó prender ; y como se resistiese le mandó 
matar por su falla de respeto , y por intercesión de D. 
Diego á quien el rey Abul Hacen estimaba mucho le 
peraonó. 

El año 876 envió el rey de Granada sus cau- 4 471 
dillos á correr la tierra de los cristianos, y entra- 
ron por diferentes partes en la frontera haciendo mucho 
mal y daño , y tomaron á Granada con ricos despojos de 
ganados y cautivos : pero no pudieron evitar que P. Roy 
Ponce de León frontero de Andalucía les entrase la tier- 
ra y tomase por sorpresa la villa de Montejicar. Volaron 
los esforzados caudillos y campeadores de Granada al 
socorro y la entraron por fuerza echando de allí á los 
cristianos. En los tres años siguientes se ocupó en la 
guerra contra su hermano el rebelde alcaide de Málaga 
Abdolah, y pelearon con varia fortuna , siguiéndose mu- 
cho mal á los muslimes que perdian la ocasión de hacer 
mal á sus naturales enemigos los cristianos. Cesaron las 
continuas y venturosas algaras que contra ellos hacia 
Abul Hacen , y ellos por su parte tampoco acometian ni 
dañaban en el reino por atender á las grandes revueltas 

Í^ alteraciones en que sus cosas estaban : asi fué que en 
as fronteras hubo cuatro años de sosiego. 

CAPÍTULO XXXIV. 

MUERE ElfRIQIIX Y 8B HaCEK TREGUAS. DISCORDIA EN 
GRANADA. RETES CATÓLICOS EN SEVILLA. ALGARAS. 

El año 879 murió el rey Enrique de Castilla , i 474 
y por consejo ó industria de don Diego de Córdoba 
que pasaba macho tiempo en la corte de Granada ^ ft'c^ 



384 

muy estimado en la casa del rey, se concertaron treguas 
con los cristianos , las cuales fueron bien guardadas por 
ambas partes: y asimismo se hicieron avenencias con 
Abdala alcaide de Málaga , aunque no fueron sinceras 
como el estado necesitaba. En este tiempo se ocupó 
Abul Hacen en acabar algunas obras de su alcázar , y 
labró torres y casas en los jardines con grande hermosu- 
ra , y entre tanto su hijo Abdalah se entretenía en ejer- 
cicios de caballería y otras gentilezas : y no faltaban 
discordias en su harem entre sus mujeres. Amaba el rey 
en estremo á la hija del alcaide de Martes en quien te- 
nia dos hijos Gidi Yahye y Cidi Almayar , y la sultana 
Zoraya madre del príncipe Abdalah no solo aborrecia de 
muerte á su combleza la madre de estos infantes , sino 
que trataba de perderla y perderlos. Esta enemistad do 
quedaba encerrada en los limites del alcázar ^ sino que 
se difundid en toda la ciudad y ocupaba los ánimoa de la 

Srimera nobleza. El genio duro y cruel del rey Abul 
facen perdía cuanto ganaba la afabilidad y graciosos 
modales de su hijo Abu Abdalah. 

Gomo espirase ya el tiempo de las treguas envió el rey 
Abul Hacen sus embajadores á los reyes de Castilla para 
prorrogar las treguas : llegaron á Sevilla el año 
883 donde á la sazón estaba la reina Isabel y el \ 478 
rey Fernando su esposo : recibieron bien á los 
embajadores y concedieron las treguas ; pero con la con- 
dición de que el rey de Granada pagase ciertas panas 
cada año á los do Castilla , como otros sus mayores las 
habían pagado. Respondieron los embajadores que no 
traían facultad para otorgar las treguas en tales términos. 
Los reyes de Castilla enviaron con ellos sus embajadores 
para que en Granada las concertasen y fírmasen: presen- 
táronse al rey Abul Hacen , y cuando oyó aquella pro- 
puesta les dijo : « Id y decid á vuestros soberanos que 
» ya murieron los reyes de Granada ; que pagaban tn- 



», 



38K 

» buto á los cristianos , y que en Granada no se labra 
» sino alfanjes y hierros de lanza contra nuestros ene- 
» migos. » Con esto los despidió , y luego mandó preve- 
nirse para hacer la guerra , sin embargo de que los cris- 
tianos concedieron la tregua sin otra condidon. 

Entrado el año de 886 como tuviese noticia del des- 
cuido de los cristianos en la frontera, allegó so escogida 
caballería y fué con gran diligencia sobre Zahara , for- 
taleza que está entre Ronda y Sidonia , y la lenian los 
cristianos bien defendida. Llegó á elJa una noche obs- 
cura , tempestuosa y de lluvias y grandes huracanes , to- 
da la naturaleza se oponia á este improviso rompimiento; 
pero pudo mas el ánimo y reda condición del Abul Ha- 
cen j que las saludables reconvenciones y consejos de sus 
walies j y que la aciaga y amenazadora faz del cielo. 
Acometió con bárbaro ardimiento á las puertas de la 
fortaleza , y escaló por diferentes partes sus bien tor- 
reados muros. Los cristianos atemorizados y sin saber á 
donde mas debían acudir no padio'on resistir el ímpetu 
de los muslimes , gran parte de ellos fueron muertos á 
filo de espada , y los demás cautivos fueron llevados en 
triimfo á Granada. El rey Abul Hacen mandó fortificar 
el pueblo , dejó en él buena guarnición, y se volvió á Gra- 
nada muy satisfecho y contento del venturoso fin de su 
empresa. Acudieron los jeques y alfakies de la ciudad, 
y toda la nobleza á dar al rey la enhorabuena de su con- 
quista , y se dice que el jeaue Macer anciano alfakí dijo 
con mucho valor al salir del alcázar. <k Las ruinas de este 
» pueblo caerán sobre nuestras cabezas , ojalá mienta 
» yo , que el ánimo me dá que el fin y acabamiento de 
» nuestro señorío en España es ya llegado ». Sin em- 
bargo el rey Abul Hacen no hacia caso ni de las señales 
del cielo, ni de los avisos y amenazas supersticiosas de 
los alimes y vanas observancias de los aliakies , todo lo 
despreciaba, y con protesto de cabalgadas "«^ ^^:- 

ToMO HL ^^ 



386 
garas al principio del año siguiente de 887 acó- 4 482 
metió á Castellar y Olbera ; pero no las pudo 
tomar, que los cristianos avisados con la sorpresa de Za- 
hara estaban con mayor cuidado y vigilancia ; pero con 
buena presa volvió á Granada. Al mismo tiempo los 
fronteros de Andalucia Ruy Ponce y los cristianos de 
Sevilla fueron con poderosa hueste de caballería y peo- 
nes contra Alhama : ocultáronse de dia en unos prohm- 
dos valles rodeados de recuestos y collados muy altos 
que están á media legua de Alhama , y de noche sin ser 
S3ntidos se adelantaron, y como hallasen qae todo e^aba 
en gran sosiego en el castillo, pusieron con silencio esca- 
las y subieron á la muralla muy denodados y animosos , 
mataron los centinelas que hallaron dormidas y d^lla— 
ron á los que pudieron , abrieron las puertas de la for~ 
taleza de parte del campo , y dieron entrada á sos gan- 
tes. Los muslimes espantados con el sobresalto tmos cor- 
rieron á las armas ammosos, y los mas huyeron cerrando 
las puertas del pueblo. Procuraron defenderle con pali- 
zadas y barreras , y á la venida del dia se comeiuó el 
asalto del pueblo : acercaron escalas por diferentes par- 
tes , defendíanle en todas valientemente , y con gran 
mortandad lograron entrar en él los cristianos , en las 
calles se atrincheraban los valerosos muslimes, y en 
ellas se peleaba coo admirable constancia. Duró la pe- 
lea todo el dia sin un instante de reposo , y cuando con 
la obscuridad de la noche parecia que habria tregua tan 
atroz matanza , se renovó la bataüa por la llegada de 
nuevas tropas de cristianos. Los muslimes fueron venci- 
dos y muertos , y las mujeres y niños que se habian 
acogido como débiles é inermes á la mezquita, fueron in- 
humanamente degollados : así se perdió Zahara, y sos 
muros , calles y templo quedaron llenas de cadáveres y 
Jíañadas en sangre. 

Cuando Ue^ó la nueva de esta pérdida á Granada, 



387 

toda la ciudad fbé^muy espantada ; pero A bul Hacen sin 
tardanza salió la vuelta de Alhama con tres mil caba- 
lleros y cincuenta mil soldados que juntó de presto. Por 
marchar tan apresuradamente no llevó artillería: asi que, 
no pudo recolnrar la fortaleza , dividió su ejército y le 
envió á tomar los pasos y atajar los socorros que envia- 
ban los cristianos , y hubo muchas y reñidas batallas con 
ellos con varia suerte, y como hubiesen reunido grandes 
fuerzas, levantó el campo y se tornó á Granada. 

Pocos meses después tomó el rey Abul Hacen al cer- 
co por acallar las murmuraciones populares y hablillas 
que le culpaban de aquel mal suceso y de la ocasión de 
tan brava guerra : y al mismo tiempo envió ciertas ban- 
das de calmllería á robar los campos de Andalucía : y 
puso apretado cerco á Alhama con propósito de no le- 
vantar su campo hasta tomarla , y cuando mas adelan- 
tado tenia el cerco, le avisaron que le convenia irá Gra- 
nada porque se tramaba contra él cierta conjura. Partió 
el rev Abul Hacen , y halló que el principal motor de 
aquellas alteraciones era su hijo Abu Abdalah , y con 
gran disimulo le prendió , y le puso en una torre con su 
madre la sultana Zoraya que fomentaba su bando. 

En este tiempo los cristianos pusieron nueva guarni- 
ción en Alhama, y con poderoso ejército fueron á cercar 
la ciudad de Loja de las mas fuertes y principales del 
reino : defendíala el esforzado alcaide Aly Atar con tres 
mil caballeros , gente muy aguerrida. Hacia este vale— 
roso alcaide muchas salidas y daba fuertes rebatos á los 
cristianos , entrando espada en mano hasta sus mismos 
reales , y en una de las diferentes salidas desordenó y 
puso en fuga ¿ los cristianos , y mató muchos de ellos , 
y se apoderó de sus reales causándoles terrible espanto , 
y entre ios cristianos que perecieron peleando murió el 
maestre de Calatrava don Ruy Tellis Girón herido de 
saeta con yerba, en la flor de su edad , y muchos vm»>^ 



I 



388 

irincipales fueron muertos con él : esto en 43 de julio 
le 1482. 

CAPÍTULO XXXV. 



ALBOROTO EN GRAI^ADA. SALE ABULniACSlV A SOGOBKEll 

Á LOIA. ENTRETANTO OCUPA EL TRONO ABDALAB SU 

HIJO, Y SE RETIRA Á BIÁLAGA. VICTORIA 80BRB 

LOS CRISTIANOS. 

Disponíase el rey Abul Hacen para ir sobre Alfiama, 
y envió sus cartas á África pidiendo auulio al rey de Mar- 
ruecos , cuando una terrible rebelión dividió abiertamen- 
te los ánimos de los granadinos. La sultana Zoraya te- 
miendo de la crueldad del rey Ahul Hacen que quitase la 
vida á su^hijo que tenia encerrado en la torre de Comaros. 
valiéndose del favor é industria de sus doncéUas , ^ ipre- 
parando á los de su bando que formaban una poderosa 

f>arcialidady le sacó de la torre con cuerdas descolgándole 
as doncellas , le recibieron los caballeros de so partido, 
y le aclamaron rey alborotando la ciudad, que toda se pu- 
so en armas. Las espediciones desventuradas de Abul Ha- 
cen , y sus crueles procedimientos con la nobleza dieron 
mucha gente al bando de Abdalah. Al ruido acudió la 
guardia del wall de la ciudad y el visir , y hubo reñida 
pelea con los rebeldes que se apoderaron del Albaycin , y 
se fortifícaron en aquella parte de la ciudad. Acudió allí 
mas tropa venida la mañana . y se renovó la sansrienia 
pelea. La gente menuda del pueblo que siempre sigue la 
novedad se aplicó al bando de Abdalah y los que intenta- 
ban mantener al rey Abul Hacen fueron desbaratados v 
echados de todas las plazas en que hacian gente por éf. 
Muchos nobles caballeros de ambos partidos murieron 
aquel dia , y el rey Abul Hacen viéndose inferior acuüdíó 
á su hernmno o\ \mvy\\V.o Zelim de Almería , y con su ayu- 



389 
da y la dü sus caballeros se apoderó do la fortaleza de la 
Alambra , menos de una de sus torres que defendia el al- 
caide Aben Omixa , que estaba por el rey Abdalah el Za- 
auir , que asi le apellidaban para distin^irle de su pa- 
dre , á quien llamaban el Jeque por distinción d despre- 
cio en aquellas revueltas. Con esta ventaja del partido do 
Abul Hacen y de sus secuaces osaron bajar á lo llano do 
la ciudad á pelear con los del rey Zaquir; pero por el nú- 
mero fueron vencidos y desbaratados. En medio de tanta 
confusión algunos nobles caballeros que no querían sino la 
paz procuraban desarmar al pueblo y á los ae ambos ban- 
dos ; pero trabajaban en vano , tal era el odio de estos 
partidos que se aumentaba con las muertes y venganzas 
que se iban ocasionando á cada hora, que no oían razón ni 
atendían sino ofenderse y destruirse. Encastillados los re- 
yes el Zaquir en su Albaycin y el Jeque en su Alhambra 
suspendieron los horrores de la guerra civil , cansados do 
matarse , mas que persuadidos ni concertados por los no- 
bles , alimes y alfakíes. El peligro de Loja que estaba 
cercada por los cristianos llamó la atención del rey Abul^ 
Hacen, y con cuanta gente y caballería pudo aligar par- 
lió de Granada al socorro. Luego que salió de la Alam- 
bra el alcaide Aben Omixa se apoderó de toda la fortale- 
za , y la entregó al rey Abdalah el Zaquir que con ella so 
creyó dueño de todo el reino de su padre. 

Abul Hacen llegó á las cercanías de Loja con sus gen- 
tes , y como animoso y diestro guerrero los animó al com- 
bate. Por la llegada de los campeadores del ejército , y 
por las señales que se hicieron para avisar á los cercados 
conocieron los cnstianos la tempestad desoladora que les 
amenazaba: así que, sin tardanza levantaron el cerco y se 
dispusieron ¿ la retirada y á la batalla. Acometióles Abul 
Hacen con la caballería con tanto denuedo , que los pu- 
sieron en desorden , y se les aumentó el espanto y la tur- 
bación con la salida del alcaide Aly Atar, c^^ife^vci^Rs^^^ 



390 

tiempo les acometió con buen número de caballos en 1^ 
mas recio de la batalla , y por el valor é industria del 
animoso rey y del esforzado Alv Atar , fueron desbarata- 
dos y vencidos los cristianos delante de Loja, y persegui- 
dos por los olivares hiriendo y matandq á toda sa infante- 
ría, y muchos de sus caballeros que los querian defender. 

Con este venturoso suceso volvió Abul Hacen sobre Al- 
hama ; pero viéndola muy defendida partió con su campo 
volante , y sorprendió y tomó la villa de Cañete , y mató 
y cautivó á los que se hallaban en ella , quemó las casas, 
y arrasó todos sus edifícios. 

Cuando tornaba triunfante de esta espedicion le partici- 
paron que Granada estaba toda por Abdalah su hijo : así 
que , de consejo de su hermano Abdalah se retiro á Má- 
laga , que esta ciudad que era de su alcaidía , y ias do 
Guadis y Baza quedaban fieles todavía a\ rey Abnl Uacen 
y á su hermano. 

£1 año 888 entraron tres divisiones de tropas asi de in- 
fantes como de caballería en la Ajarkia de Málaga, acau- 
dilladas del maestre de Santiago , del marqués de Cáliz. 
y del conde do Cí fuentes, valientes y esforzados capitanes; 
llegaron talando y robando la tierra , quemando las míe- 
ses y arrasando árboles y viñas : los de Málaga veían 
desde sus torres el fuego y las columnas de humo que obs- 
curecían el aire. £1 rey Abul Uacen no lo podia sufrir, y 
queria salir contra ellos ; pero por sus años y fatigas pa- 
sadas no le permitieron salir Abdalah su hermano ni Re- 
duan Benegas. £stos dos valientes caudillos con la gente 
de guerra dividida en dos escuadrones salieron contra 
ellos , llevaba la mayor parte de la caballería Abdalah 
el hermano del rey , y fué por las llanuras á buscar al 
enemigo. Reduan Benegas con la mayor parte de los ba- 
llesteros y alguna caballería fué por los montos encubier- 
tamente: los cristianos avisados Je sus atajadores querian 
pvi'ar la ha\v\\V*v \ *^wv\w\\Vvc> Av abdalah por sacar hi 



391 

presa de cautivos y ganados que habian hecho ; pero la 
diligencia del infante fué tanta que los alcanzó en el va- 
lle al medio dia, y luego fué á todo tropel á herir en ellos. 
El ímpetu de esta escogida caballería desbarató y desor- 
denó á los cristianos que acaudillaba el maestre , que 
huyeron á la montaña llenos de espanto : allí los acome- 
tieron los de Reduan Benegas y se renovó el combate con 
atroz matanza. Llegaron los vencedores caballeros musli- 
mes al segundo escuadronado los cristianos, que ya estaba 
medio vencido con el miedo y espanto de los fugitivos del 
primero , y sin mucha dificultad los atrepellaron y desva- 
rataron haciendo horrible matanza en ellos. Descendió al 
valle Reduan Benegas y se completó la victoria , los cris- 
tianos fueron destrozados y perdieron la presa y sus pen- 
dones : el esforzado Reduan libró de la muerte al conde 
Gifuentes que peleaba cercado de seis caballeros , entró á 
la rueda y les dijo: « esto no es de buenos caballeros, » y 
lo dejaron solo , y á la primera arrremetida le derribó y 
le hizo su prisionero. 

CAPÍTULO XXXVI. 

CONTINÚAN LOS BANDOS EN GRANADA. ALGARA DES- 
GRACIADA DEL ZAQUIR, QÜB QUfiDÓ PRISIONERO. 
PACTO DE LIBERTAD. 

Esta ventajosa empresa puso mucho espanto en los cris- 
tianos y animó á los muslimes, se renovaron los bandos y 
parcialidades , y gran parte del pueblo aplaudia y pro- 
clamaba al hermano de Abul Hacen , y decia que solo 
Abdalah el Zagal podía remediar los males de la infausta 
guerra : ya murmuraban de Abdalah el Zaquir , y le ie— 
nian por mas inútil que su viejo padre , que aunque ago- 
viado de años no esquivaba los peligros y horrores de la 
«norra. Kslas hablillas eí»o¡taron el pnndowN^ ^ to^ssSSís^ 



302^ 
ül Zaquiv , y quiso hacer alguna hazaña quo le dioso re- 
putación entre los de su bando. Gomo entendiese que La- 
cena estaba mal guardada quiso hacer entrada hacia ella, 
é intentar su conquista : alleeó su caballería que era la 
flor de la nobleza de Granada , y dicen que al salir con 
gran acompañamiento por la puerta Elvira se rompió su 
lanza en la bóveda de la puerta , cosa que los supersticio- 
sos tuvieron á mal agüero y aciaga señal del suceso do 
esta jomada , y algunos se lo dijeron ; pero Abdalab no 
creía ni temia agüeros ni vanas observaciones , y pensa- 
ba que iba á una cierta victoria. D. Diego de Córdoba 
que estaba en Lucena fortificó la ciudad y avisó á los 
fronteros D. Alonso de Aguilar , y al alcaide de los 
Donceles que viniesen con su caballería, qae tenia noticia 
por sus espias de la algara del rey Zaquir. Entró este con 
sus gentes por tierra de Aguilar , y témúno de Lueana 
haciendo mal y daño , y tomando gran presa de cauúvos 
y ganados , y llegaron delante de Lucena , amenazaron al 
alcaide que si no la entregaba que la tomárian por fuerza 
de armas , y seria degollada la suamicion. El alcaide ó 
por temer la entrada , ó por malicia propuso que se tra- 
tase do avenencia , y para esto pidió hablar con el arrayaz 
Ahmed Aben Zeragh que ora amigo suyo y venia en la 
cabalgada. Con propuestas y difícultades se pasó gran 
parte del dia , y no se concluyó nada , cuando de súbito 
aparecieron los campeadores de la fronteiá que venian en 
socorro de Lucena : luego la infantería se llenó de espan- 
to y comenzó á retirarse sin orden hasta pasar el río. La 
caballería no cuidó de los peones que no eran la fuerza de 
la cabalgada , y les dieron lugar de retirarse con la presa, 
mientras dispuestos para la pelea ordenaron sus haces y 
salieron contra los cristianos. La acometida fué muy im- 
petu(^ y la batalla quo se trabó de las mas roñidas y 
sangrientas , los mas esforzados y diestros jinetes de An- 
da/ucia peleaban ou «le^w^V q»\!cv^ , !^>ro como fuese au- 



\ 



393 

mentándose el número de los cristianos y saliesen de la ciu-^ 
dad en lo mas recio de la batalla los que la defendían en- 
trando con tropel en la refriega, principiaron á ceder los 
muslimes y á irse retrayendo en la otra parte del rio. 

Un segundo tropel y socorro de caballos de don Alon- 
so Aguilar puso en fuga á los granadinos que huyendo y 
revolviendo los caballos peleaban con maravillosa cons- 
tancia. £1 esforzado caudillo A(y Atar alcaide de Loja, 
que estaba al lado del rey cayó pasado de lanzadas , ha- 
biendo hecho a^el día proezas de valor superiores á lo 
que sus muchos años prometían , y en aquel sangriento 
campo de batalla logro la corona que sus heroicas haza- 
ñas merecian. Con la muerte de este valeroso alcaide y de 
otros cincuenta caballeros que defendían al rey peleando 
como leones, quedó solo y cercado de sus enemigos: quiso 
salir de la pelea ; pero su caballo estaba tan cansado que 
conoció que no le podia poner en salvo : entonces al paso 
del rio se dejó caer de su caballo y se escondió en los 
sauces y arbustos del rio : seguíanle de cerca tres cnstia- 
nos , y viéndose acometido de ellos , temeroso de perder 
la vida , el infeliz declaró que era el rey , y le prendieron 

llevaron ¿ sus caudillos que bien le conocian , los cua- 
les le trataron con amor y respeto como á rey , aunque 
desgraciado , con venia. Voló la fama de este infausto su- 
ceso á Granada , toda la dudad se llenó de aflicción y de 
luto , la flor de la caballería habia perecido , en anas ca- 
sas lloraban al padre , en otras al hermano , en esta los 
hijos , y en aquella el amante ú esposo : decayeron los 
ánimos del bando del desventurado rey , y muchos de 
sus secuaces se pasaron al rey Abul Hacen , que siempre 
los hombres siguen el partido de aquellos á quier favorece 
la fortuna. Si el rey Abul Hacen se alegró de este desmán 
acaecido á su rebelde hijo , eso no me lo pregunte ningu- 
no. Luego de acuerdo de su hermano Abdalah partió á 
Granada y se apoderó de la fortaleza de la Alswctet^'^^ 



I 



394 

que los del bando de su hijo se lo estorbasen. La sultana 
madre del rey Zaquir envió luego sus embajadores ai rey 
de Gcfitilla para tratar del rescate del rey su hijo , y en- 
vió gran tesoro para ello , y ¿ su hijo para consolarle y 
animarle en su desventura aconsqábale que ofreciese al 
rey de Castilla cuanto quisiese, que atendiese á conseguir 
prontamente su libertad , y todo lo demás lo pusiese en 
manos de su fortuna , que tal vez aquella que parecía 
desgracia era el camino mas seguro de consc^goir Jo que 
deseaba , que bien sabia como su abuelo Ismail subió al 
trono de Granada con ayuda del rey de Castilla , y que 
muy mas fácil cosa seria en esta ocasión en que ti tenia 
tan poderoso bando en todo el remo. 

El rey Zaquir prometió por su rescate al rey de Castilla 
perpetua sumisión y vasallaje , y en reoonoc/m/ento de 
señorío pagarle cada año doce mu doblas de oro , ademas 
de una gran cuantía de presente y trescienioa cauüvos 
cristianos de ios que estañan en Granada , k» que el rey 
de Castilla escogiese : que vendría á su servicio como le 
mandase , y cuando quisiese , así en paz como en guerra , 
y en rehenes y seguridad ofreció dar su hijo único here- 
dero ; pero que el rey de Castilla le habia de ayudar ¿ 
cobrar los pueblos que estaban fuera de su obediencia j y 
seguían el partido de su padre. 

El rey de Castilla tuvo su consejo sobre esto , y en él 
había diversos pareceres : unos querían que no se le diese 
libertad , y otros por el contrarío decían que luego se ad- 
mitiesen sus ofrecimientos y se le enviase libre para con- 
tinuar la división , bandos y desavenencia en el reino do 
Granada , y así aprovechar la ocasión de estas revueltas 
y arruinados , y apoderarse de sus tierras. Este consejo 
como el mas astuto y fatal para los muslimes fué seguiao 
del rey de Castilla , y se acordó que con las ofrecidas 
condiciones se le diese libertad y se le ayudase ¿ cobrar 
su reino , mo'^T dvmu ^ ÍQnvQcitar las horrorosas guorras 



I 

k 



civiles que habían de hartar de sangre las vegas y ame- 
nos campos de Granada. Llevóle el alcaide de Porcana ¿ 
Córdoba y fué presentado al rey de los cristianos qne le 
trató muy honradamente y con mucho amor , y no quiso 
que le besase la mano , antes le abrazó y llamó de ami- 
go. Firmaron sus conciertos muy favorables para los cris- 
tianos , y fatales para los muslimes , y entonces la ene- 
miga estrella del Islam esparció malignos influjos sobre 
España , y se concertó el acabamiento del imperio muslí- 
mico en Andalucía. 

CAPÍTULO XXXVII. 

ENCARNÍZANSE LOS BANDOS BN GRANADA. NOTABLE DIS- 
CURSO DEL ALIME HACER. PROCLAMAN Á ABDALAH 
EL ZAGAL. 

Luego fué enviado el desventurado rey Zaquir á Gra- 
nada con buena compañía de caballeros cristianos , y 
avisada la sultana su madre envió los principales de su 
corte para que le recibiesen y escoltasen. Su bando esta- 
ba muy disminuido por sus de^racias , y cada dia se iba 
apocando mas el número de sus secuaces , sabiendo- sus 
conciertos con los cristianos. Sin embargo , los suyos le 
introdujeron en la ciudad , y por industria de ciertos ca- 
balleros de su mesnada lograron que se apoderase del 
Albaycin , tomando de noche un postigo por el cual se 
introdujo con notable valor con algunos caballeros , que 
luego le llevaron á las torres de la alcazaba , y á la 
mañana se divulgó por toda la ciudad que el rey Zaquir 
estaba en la alcazaba, y como el pueblo es tan amigo 
de novedades , unos al hilo de la gente , y otros por sus 
particulares intereses se juntaron en las plazas , y dando 
oídos á los que tenian su voz le volvieron á proclamar , 
diciendo viva nuestro fey Muhamad Abdalah ^ aoa C&^ 



Granada con osle nuestro rey Zaquir. Los tesoros de la 
sultana Walida derramados oportunamente entre el pue- 
blo menudo acrecentó su bando , y el rey Zaquir , que 
en el mismo dia decretó muchas mercedes , y prometió 
alcaidías y otros empleos ganó también á muchos codi- 
ciosos , y s^i todos tomaron las armas por él. 

El rey Ábul Hacen su padre que estaba en la Alam- 
bra , en la misma noche fué avisado de la entrada de su 
hijo , y de como le habian apoderado en ia alcazaba , y 
tenía gran partido y ayuda de cristianos. Juntó sos con- 
sejeros y principales caudillos , y todos resolvieron que 
convenía echarle de la ciudad por fuerza , y quitar las 
alcaidías á los que las tenían por el rey Zaquir. Tratóse 
de la humillación y vileza á que redncia la majestad 
real la sujeción del tributo y vasallaje , y sobre todo 
se ponderaba su poca fortuna y su debilidad. El rey Abul 
Hacen , como quier que sentía los horrores de \a guerra 
civil no podía llevar el verse despreciado y despojado del 
trono por su hijo , y tenia presentes ciertos aciagos anun- 
cios que le pronosticaron los astrólogos el dia infausto en 
que su hijo naciera , y así se resolvió á que á la mañana 
se acometiese al Albaycin , y se diese batalla á los del 
contrario bando. 

Amaneció el triste y horroroso dia, y toda la ciudad 
se estremecía con el estruendo de los atambores y trom- 
petas . Los vecinos no osaban abrir sus puertas , por las 
calles corrían en tropel las gentes armadas, unas procla- 
mando al rey Zaquir , otras al rey Jeque , y en las pla- 
zas se dividían para disputar la sangnenta querella. Los 
de Abul Hacen acometieron primero á los rebeldes , que 
eran ya mas en número ; pero gente allegadiza y del 
menudo pueblo que luego huyó á las calles fortificadas y 
barreadas : allí fué mayor la resistencia y mas reñida y 
sangrienta la porfía : todo el dia duró la matanza con 
enemiga rabia , ^ la venida de la noche puso tr^uas á 
tantos horrores. 



39? 
Aparejábauáe aiiíbos partidos aquella noche para re- 
novar la palea , y como el rey Abul Hacen taviese jun- 
tos sus alimes y los jeques y caballeros do la principal 
nobleza, y se lamentase de lasmuerles de tantos buenos 
caballeros, la defensa y esperanza del reino, y manifestase 
cuanto sentía aquellas desventuras, un alinie llamado Ma- 
cer se ofreció á proponer á los dos partidos una concor- 
dia que el mismo Abul Hacen aprobó aquella noche en 
su consejo, especialmente le persuadió su hijo el infante 
(]idi Alnayar diciéndole, que dejase las inquietudes y tur- 
baciones del peligroso mando , que el trono de Granada 
tUictuaba en un tempestuoso y alborotado mar , quu 
ya sus muchos años pedían tranquilidad y reposo , que 
pusiese aquellos cuidados en hombros mas robustos , y 
se retirase á vivir quieta y sosegada vida adonde quisie- 
se , que nadie turbaría la paz en el asilo que escogiese 
para pasar sus restantes dias. 

Venido el día el ronco son de las trompetas v tambores 
anunciaba á los infelices moradores de Granaba el prin- 
cipio de las horrorosa» batallas cívíle» que los despeda- 
zaban : los ánimos encendidos en el deseo de las vengan- 
zas estimulaban á los valientes caballeros á presentarse á 
la defensa de su parcialidad , todos estaban en armas, y 
al punto de acometerse , cuando el alime Macer , hom- 
bre de grande autoridad en las juntas populares, con alta 
voz les habló así : «¿Qué furor es el vuestro ciudadanos? 
hasta cuándo seréis tan desacordados y frenéticos que 
por las pasiones y codicias de otros os olvidéis de voso- 
tros mismos y de vuestros hijos , de vuestras mujeres , y. 
de vuestra patria ? | cuan grave locura y ceguedad es la 
vuestra ! ¿ o^mo así queréis servir de víctima á la ambi- 
ción mjusta de un mal hijo los unos , y todos de dos 
hombres sin valor, sin virtud, sin ventura y sin pren- 
das reales ? ambos pretenden y se disputan el imperio 
qae ninguno merece , ni sabe ni puede Ací^wi^^t. ¿^^ ^s,^ 
Tomo Ilf. ^?!. 



398 

vergüenza vuestra mataros por estos? así que , ó ciuda- 
danos , si no os mueve la infamia , muévaos el peligro en 
()uo todos estáis. Si tanta indita sangre se oerramara 
peleando contra nuestros enemigos, y en defensa de 
nuestra cara patria , llegarían nusstras vencedoras ban- 
deras al Guadalquivir y al apaptado Tajo. ¿ Esperáis 
que el nombre del Zaquir y la vana sombra del Jeque, 
reyes sin fuerza ni poder os defienda y ampare ? dejad 
vuestra demencia, que sino muy cercano veo vuestro aca- 
bamiento. No falla en el reino algún héroe y varou es- 
forzado , nieto de nuestros ilustres y gloriosos reyes que 
con su prudencia y gran corazón pueda gobernanios y 
acaudillarnos á la victoria contra nuestros enem/eos : ya 
entenderéis que os hablo del infante Ahdaiah elZagaly 
walí de Málaga , el terror de las fronteras cristianas. Al 
decir estas últimas razones , todo el bando dfil rey Abu\ 
Hacen alzó la vos y gritaron, viva el infonte Abdálab él 
Zagal , viva el walí de Málaga , y sea nuestro caudillo y 
señor. La voz se propagó y todos los principales de am- 
bos bandos acordaron enviarle á Málaga embajada ro- 
gándole quisiese tomar el gobierno del reino ; -porque su 
hermano Abul Hacea estaba ya viejo y para poco , y de 
su voluntad cedia el mando eu él, y su sobrino Abdalab 
el Zaquir era malquisto y aborrecido de la nobleza del 
reino por su amistad con los cristianos , de quienes ee 
habia necho vasallo y tributario. Los embajadores par- 
tieron á Málaga y á su llegada ya Abdaiah estaba infor- 
mado de su venida por cartas que pocas horas antes ha- 
bla recibido enviadas por su hermano Abul Hacen , en 
que le prevenía de lo concertado en su consejo. Asi que. 
los recibió muy bien , y oída su embajada , manifestó sn 
agradecimiento á los que le hacían tanta honra y y dijo 
que aceptaba la corona que le ofrecían. Luego puso en 
orden su partido y salió de Málaga bien acompañado 
i/pvando com\?^o k^e^wwu Y«iw<?i^^<> , á c^uien ofreció el 



399 

gobierno de Granada. En el camino como al entrar en 
sierra nevada avistasen sus gentes noventa caballenos 
cristianos, que habian salido de algara desde Alhama, 
dieron sobre ellos y los mataron á todos que no se salvó 
ninguno de ellos , y con este suceso entró mas contento 
en Granada en donde fué recibido como en triunfo. Fuese 
á hospedar derechamente á la Alambra , abrazó allí á. 
su hermado el rey Abul Hacen que se avino en cuanto 
su hermano le propuso , y luego partió con su harem y 
riquezas á lllora , llevando consigo á los infantes sus hi- 
jos Gidi Yahye y Cidi Alnayar : así de su volun- 
tad dejó el reino Abul Hacen año 889. 1 184 

CAPÍTULO xxxvni. 

CONQUISTAS DE LOS CRISTIANOS. CONTINÚA LA GUBRRA 
CIVIL ENTRE LOS MUSLIMES. 

La composición hecha no era de todos bien admitida, 
y menos de Abdalah el Zaquir , que no quiso allanarse 
á ninguna condición que fueáe privarle del reino , ó dis- 
minuir su autoridad. Propúsole su tio Abdalah que am> 
bos reinasen en Granada , y partiesen las Taas del rei- 
no , . que él estaría en la Alambra , y el otro viviría en 
el Álbaycin : que lo que importaba era atajar las con- 
quistas de los cristianos y atender á la felicidad del rei- 
no , ó á lo mellos á impedir su acabamiento que estaba 
muy cerca si continuaba la guerra civil. Por aparentar 
celo del bien común manifestó aquietarse con estas pro- 
puestas ; pero no cedió ni se allanó á cosa de provecho. 
Escríbió Abdalah el Zagal al infante Zelim su. cuñado , 
que era walí de Almería para que le ayudase contra el 
rey Zaquir , y á defender la tierra de los enemigos : eso 
mismo nizo con su sobrino el infante Yahye hijo de Ze- 
lim , que era walí de Guadis , y ambcA (^ ^TOicsd^^st^s^ 
estar de su partido y contra el re^ Xaic^vc, 



400 

Este desventorado rey escribió por su parte ¿ los cris- 
tianos de la frontera ; que le ayudasen ponjue se veía de 
muchos principales abandonado, y en nesgo de ser 
echado de Granada. Los cristianos por mantener las des- 
avenencias y guerra civil, que tanto les convenia para 
adelantar sus conquistas , luego le enviaron socorro de 
caballería y ballesteros , con lo cual tanto como se forta- 
lecia de gente infiel y socorros enemigos, le iban faitando 
los nobles y principales caballeros. Al mismo tiempo 
que los cristianos auxiliaban al rey Zaquir para mante- 
ner la discordia que arruinaba á los muslimes en lo in- 
terior del reino , allegaron poderosa hueste y fueron con- 
tra Alora , villa muy fuerte asentada sobre peñas á ¡a 
orilla del mar Zaduca , y la cercaron y combatieron con 
jartillería que derribó sus torreadas murallas , y /os ino- 
radores espantados de tanto aparato y estaroénoo hicie- 
ron sus avenencias , y entregaron la villa saliendo Vibres 
con todas sus alhajas. Era alcaide de esta villa de Alora 
el muy honrado caballero Cide Aly el Bazi. También se 
les rindió Cazara-Bonela y otros pueblos comarcanos , 
y cerca de Cazara-Bonela salieron los campeadores de 
Antequera , y pelearon con los cristianos , y, ^"^ ^^y 
sangrienta aquella escaramuza , que costó la vida ¿ mo- 
chos esforzados caballeros : pero los muslimes cedieron 
el campo á la muchedumbre, y se retiraron á las sierras. 
El ejército de los cristianos llegó aquel verano á la vega, 
y en ella hizo grandes talas, quemando las mieses y ar- 
rasando las arboledas. Al otoño de este año volvieron 
los cristianos á correr la tierra y cercaron y combatieron 
la fortaleza de Setenil con todo el espantoso estruendo de 
la artillería , y también esta fortaleza no siendo socorrida 
se rindió saliendo salvos los moradores con sus bienes y 
alhajas. 

Los reyes de Granada no cesaban de destruirse , y 
por sus parl\eu\ate» '\Ti\iec^»e& ^«^^Wk^^rder todo el rei-^ 



401 

no. Los que seguían el partido del rey Zaquir se creían 
harto venturosos con estar libres de las armas de los 
cristianos ; pero cada día veían talados sus campos y ar- 
rasadas sus arboledas por sus mismos aliados , que sola-» 
mente atendían á empobrecer y acabar el remo con cual- 
quiera pretesto. El rey Abdalah el Zagal envió sus cartas 
á los reyes de África y al Soldán de Egipto , para que le 
enviasen auxilio contra los cristianos, que le iban ocupan- 
do las tierras , y pensaban acabar con el imperio de los 
muslimes en Andalucía ; pero ya el decreto eterno es- 
crito en la tabla de los hados estaba en su plazo y tér- 
mino , y de ninguna parte fué socorrido el reino de 
Granada. 

Los cristianos corrían la tierra de Loia , y si no fuera 
socorrida por la caballería de Granada , que envió el 
rey Abdalah el Zagal la hubieran tomado los cristianos, 
que la tenían muy apretada sin embargo del temporal 
riguroso del invierno y muchas aguas. Después de esta 
jornada trató el rey Zaquir de echar de Granada á su 
tio el rey Abdalah , y hubo entre ambos partidos varias 
peleas en las plazas y calles de la ciudad con gran es- 
cándalo de toáoslos honrados y buenos muslimes. En Al- 
mería por industria del infante Zelim, y en Guadis por su 
hijo Yahye se levantaron aquellas ciudades contra el rey 
Zaquir, y tomaron la voz del rey Zagal llamando al Zaquir 
renegado y mal muslim . En estemismo tiempo ocuparon los 
cristianos la fortaleza de Cohín, y arrasaron sus muros, de- 
gollaron en aquel pueblo á los defensores por su resistencia: 
luego pasaron sobre Cártama que asimismo se rindió, y des- 
de allí fueron sobre Ronda , ciudad y fortaleza inaccesible 
puesta entre ásperos y altos montes , y rodeada del rio y 
de enriscados peñascos. La defendían los mas valientes 
muslimes del reino , y todos sus moradores eran esfor— 
zados y aguerridos , diestros en las armas , y de mucl 
constancia en los trabajos. Cercáronla los cnaúanfi^ 



40i 

atajaron todos los caminos para que uo pudiesen ir so- 
corros de los pueblos comarcanos ; pero la ciudad estaba 
bien bastecida de todo género de vituallas y de armas : 
asi que , los cristianos adelantaban poco , y el cerco iba 
muy á la larga. Los reyes de Granada dejaban pasar ei 
tiempo , y no ponian atención á socorrer aquel muro del 
reino. Durante el cerco hicieron los valientes de la ciudad 
muchos rebatos y salidas , y los cristianos para estar mas 
listos á defenderse pusieron cinco reales, y asi tenían en 
cinco sitios al contorno su ejército. Los combates no cesa- 
ban de diani de noche, que no dejaban reposará Jos infe- 
lices moradores , los cuales viendo que no los socorrían 
y el grave riesgo en que estaban de ser entrados por 
fuerza de armas , movidos de los ruesos y lágrimas de 
sus mujeres , y de sus pequen uelos nijos, trataron de 
rendirse por avenencia , y entregaron la éudad con bue- 
nas condiciones el dia Sl3 de mayo del año 4tó&, [h) 
y los cristianos pusieron guarnición y repararon los adar- 
ves y torres que habian destruido. También tomaron en- 
tonces la ciudad de Marbalia , que está cerca del mar. 
£1 rey Zaquir con a\ uda de los cristianos se mante- 
nía en el Albaycin , y tenia harta gente menuda y la- 
briega en su partido , que no miraban mas que la co- 
modidad presente que ofrecía la cautelosa alianza del 
rey de Castilla con su Señor. Los alimes , alfakies , al- 
caris y alcadies del reino todos le aborrecían y miraban 
como instrumento de la pérdida y ruina del reino. Los 
principales alcaides y arrayazes estaban en el bando de 
Abdalah el Zagal y por sus intereses y parcialidades da- 
ban fomento a la continua y cruel guerra civil , que 
af)ocaba las fuerzas del estado. Llegó nueva de que los 
cristianos estaban sobre la ciudad de Velez Málaga , y 
conociendo los arrayaces y alfakies de Granada de cuan- 

i I ; Según Moimii^. 



403 

la importancia era la conservación de aquella ciudad , 
rogaron encarecidamente ai rey Zagal que fuese á socor- 
rerla , y olvidase por entonces la guerra civil , que en 
esto haria su servicio , y daria gran autoridad á su pre- 
tensión y partido. Deseaba el rey Abdalah concluir al- 
gún convenio con su sobrino el rey Zaquir antes de su 
partida ; pero esle desconfiaba de cuanto le proponía , y 
no quiso venir en nada. Con todo eso el rey Abdalah 
viendo el escándalo que andaba en la ciudad porque no 
se enviaba socorro á los de Velez Málaga se resolvió á 
salir en persona con mucha y escogida caballería : divi- 
dióla en dos trozos , y la delantera iba acaudillada de 
Reduan Benegas su primo , y el otro le conducía el rey. 
Los primeros llegaron al campo que los cristianos tenían 
en Moclín que tenían cercado este fuerte pueblo y se de- 
fendía bien asi por la fortaleza de sus murallas y sitio 
como por el valor de los cercados : acometió Reduan 
Benegas á este campamento un día á la hora del alba, y 
dio sobre ellos con tal furia, que los desbarató y rompió 
matando toda su infantería y los mejores caballeros . y 
los mas huyeron precipitadamonle. 

Así mismo el rey Zaquir quiso manifestar que tomaba 
interés en la defensa y amparo de sus pueblos , y allegó 
sus gentes y se dispuso para ir en defensa de los de Le- 
ja. Entre tanto los cristianos que no perdían tiempo se 
apoderaron de Albahar y Cambil , dos fortalezas aue s^ 
para el rio Frío , que las gentes que las guardaban no 
fas defendieron como debían. Partió pues el rey Zaquir 
con sus gentes, y entró en Loja rompiendo el campo d« 
los que la cercaban que no era mucha gente. Luego que 
los cristianos supieron que había ido allí el rey Zaquir 
se prometieron tomar la ciudad , y fueron á reforzar el 
sitio nuevas tropas. Salió el rey Zaquir con quinientos 
caballeros esc(^ídos á impedir el paso á los cristianos 
•n unos parajes ásperos y fragosos ; pero aquello eva.TN&- 



404 
px^.io de infanlíTÍa y uo de caballos , y no hizo cosa de 
provecho , volvió á la ciudad á liempo que los cristia- 
nos llegaban á los arrabales de ella , y tuvo una san— 
^rienla escaramuza con ellos y entró dentro forzado de 
los enemigos , rompieron los crislianos el poente [de la 
ciudad y estorbaron el hacer salidas á )a caballería que 
ostaba en ia ciudad que era muy buena. Comba lieron Jos 
muros y derribaron un gran lienzo de ellos. £1 rey Za- 
quir viéndose en peligro d*^ caer segunda vez en manos 
de sus enemigos y aliados mandó que se tratase de ren- 
dir la pl'riza |>or con\enios . y se concertaron saliendo 
lodos los muslimes salvos y llevando consigo cuanto pu- 
diesen de sus bienes. Asi se entregó aquella preciosa ciu- 
dad. El rey Zaquir se escusó con los cristianos que ie 
daban quejas de haber quebrantado sus paces y alianza, 
y les protestó que aquello habia sido hecno por necesidad 
y fuerza . que su ánimo era siempre el mismo , y que no 
iTa desleal el que faltaba contra su voluntad. Como los 
• ristianos tenian interés en creerle, le disculparon y disi- 
mularon con él para fomentar las discordias que des- 
truian aquel reino. Desde allí pasaron los cristianos á 
«ítros pueblos de la comarca , y el rey Abul Hacen, 
([ue oportunamente se habia retirado con su familia de 
Ulora á Almunecab por huir de la proximidad de los 
enemigos, falleció allí antes de ver el acabamiento de su 
reino. Algunos dicen que le procuró la muerte su her- 
mano el rey Zagal : pero Dios lo sabe , que es el único 
«lornoé inmutable. Las ventajas de los cristianos fueron 
est''. año muy grandes : tomada la ciudad de Loja se 
iipoderaron do Moclin y de 1 llora , los dos ojos de Gra- 
nada , y poco después de Zagra, Baños, y otros. 

£1 rey Zaquir , aprovechando la ocasión en que su lio 
el rey Za^al estaba ocupado en la guerra, y en contener 
á los cristianos que se encaminaban á Yolez Málaea, (or- 
lu) á Granada y ocu^ó lodos los fuertes de la ciudad . y 
.^í' finownló en\a M^wWa. 



405 

CAPÍTULO XXXIX. 

TOMAN LOS CRISTIANOS MUCHAS PLAZAS Á LOS MOROS. 

Después de la victoria que consiguió Reduan Benegas 
de los cristianos cerca de Moclin^ pasó de orden del rey 
Abdalah el Zagal á socorrer á los de Velez Málaga que 
estaban muy apurados , que les habían entrado los arra- 
bales y les combatian los adarves con gran estruendo 
de artillería , y él mismo siguió con sus tropas para ayu- 
darle como conviniese , porque consideraba que en el 
peligro de aquella ciudad se arriesgaba todo el reino. £1 
ejército de Abdalah se componia de veinte mil caballos, 
y con la gente aldeana y allegadiza componia otros veinte 
mil peones. Acometió Reduan Benegas al campamento 
de los cristianos con su caballería y atropello y rompió 
cuanto se le puso delante ; pero la distancia y lenta mar- 
cha del ejército de Abdalah fué causa de no completar 
aquel día con una venturosa batalla : no lo quiso Dios, y 
cuando llegaron los caballos de Abdalah ya los cristianos 
que tonian numerosa hueste repartida en diferentes partes^ 
se habían reunido y puesto en ordenanza^ y á su llegada 
ie acometieron con tanto denuedo , que fué desbaratado 
y vencido, y aquella muchedumbre de gente poco aguer- 
rida huyó por donde pudo salvarse , sin osar \olver la 
cabeza á sus enemigos. El esforzado Reduan que en la 
batalla andaba como león sañudo , viendo la gente mus- 
lime desordenada , entró en la ciudad con buen golpe de 
valientes caballeros. 

El rey Abdalah el Zagal después de este desmán tomó 
á Granada con algunos caballeros , reliquias del destro- 
zado ejército , y como muchos fueilívos de la pelea se le 
adelantasen á entrar en Granada con la infausta nueva 
de su derrota , alborotado el pueblo maldo^NasL "^l^ ^^^ 



vencido , y hasta los mas adheridos á su bando le de- 
jai-on y se unieron al parlido de su sobrino el rey Zaquir, 
y cuando llegó le cerraron las puertas al desventurado: 
y todos de común consentimiento dieron obedimcia al rey 
Zaquir. As( siempre los hombres desamparan ¿ los per- 
seguidos de la fortuna. El rey Abdalah el Zagal con sos 
gentes se retiró á lo de Guaais que estaba por él , y lo 
mismo Almería y Baza que tenian su voz , y donde fué 
bien recibido del infante Zelim y de su hijo Y ahye , que 
las tenian como >yalies de ellas por heredad. 

Defendióse Yelez Málaga con mucha constancia ha- 
ciendo rebatos y salidas el esforzado Rednan contra loa 
cristianos en que les hacian notable daño; pero perdida 
ya la esperanza de poderse mantener mas tiempo por- 
suadió el esforzado neduan Benegas á los de la cíadad á 
tratar de avenencia y por su mediación con c\ oonde de 
Ci fuentes , con quien tenia amistad desde que fué fin cau- 
tivo en Granada , se concertó la entrega con condición de 
salir libres á donde quisiesen llevando todos sus bienes. 
Rindióse esta ciudad en 27 de abril de \ 487 

Poco después á ejemplo de esta ciudad se dio también 
á los cristianos la fortaleza de Dentóme, y con estas pér- 
didas vieron los de Málaga mas cerca la terrible tempes- 
tad que les amenazaba. 

La hermosa y antigua ciudad de Málaga está asentada 
á la orilla del mar que la baña , y la proporciona puerto 
y atarazanas : está la mayor parte en llano sino por la 
parte en que se levanta un recuesto donde tiene dos 
fortalezas , la mas alta Gebalfaró , y la otra mas baja 
la Alcazaba : por la parte de tierra tiene hermosos 
montes y collados llenos de viñas y huertas , y casas de 
recreo de los ciudadanos. Con el temor de los enemigos, 
habia procurado aumentar su guarnición el alcaide Aben 
Muza caballero ilustre , pariente del rey Abdalah el Zagal, 
y Aabia traído k 6ue\&o ^«üVi^ ^ kvñca feroz y brava. 



i07 
Luego que los cristianos pusierou cerco á la ciudad, por 
evitar los daños que padecería si fuese combatida, trató 
primero de avenencia con los cristianos , y andando en 
estas pláticas los albarbares de Afríca creyendo que so 
trataba de venderlos y entregarlos á los enemigos , y por 
eso se les ocultaban las negociaciones , se alborotaron y 
acometieron de inproviso á la fortaleza de la Alcazaba y 
se apoderaron de ejla , degollando la guarnición. El her> 
mano de Aben Gonija que era el arraiz de aquella fuerza 
fué muerto por ellos en el primer ímpetu de la subleva- 
ción ; asimismo se apoderaron de las murallas y de las 
puertas y no permitian salir ni hablar con los cristiano-j 
á ninguno de la ciudad , y el que lo intentaba moría por 
ello : con gran dificultad consiguió tranquilizarlos Aben 
Conija ; pero entretanto los cristianos adelantaron su 
campo , y principiaron á cercar la ciudad de mar á mai- 
con valladares y fosos ; saliau cada dia los muslimes á 
estorbar el trabajo , y entraban espada en mano al rea i 
de los cristianos , hiríendo y matando con admirable va- 
lor , que los tenia n en continuo sobresalto , y así fu ó 
siempre durante el cerco ; pero como la ciudad estaba 
muy poblada y no entraba provisión se comenzó á sentir 
falta de mantenimientos , y los ciudadanos ricos y rega- 
lados no podian sufrir el hambre : asi que , de secreto 
procuraban tratar de rendición. El principal de estos fué 
un caballero noble y muy rico de la ciudad llamado Aly 
Dordux, que salió determinadamente á tratar de esto"^; 
pero el rey de Castilla dijo c^ue se le entregasen á su vo- 
luntad , y esta respuesta dio al pueblo ; pero de secreto 
ofreció grandes mercedes á Aly Dordux si facilitaba la 
conquista. Este mirando mas á sus particulares intereses 
que al bien y utilidad común de sus ciudadanos , dio en- 
trada á los enemigos en el castillo , y toda la ciudad in- 
cierta y llena de confusión no sabia si era traición ó en- 
trega pacííica; pero presto los sacó 4^ ^w ^>\^'í.^váwss«s>sí¿^ 



408 

que saqueó y robó la ciudad , y cautivó á los defensoresí 
que no pudieron huir por el mar , por donde muchos se 
salvaron. Los infelices vecinos de Málaga vieron por sus 
ojos enfardelar sus riquezas , y que los dejaran pobres y 
esclavos : solo libró bien Aly Dordux que fué nombrado 
wali de la ciudad para que ajuslara y cobrara el rescate 
de sus infelices conciudadanos : así se perdió aquella her- 
mosa y antigua ciudad de Málaga , y quedó sujeta al rey 
de castilla : fué entrada en 18 de agosto de 44^7 (i)\ 

El rey Abdalah el Zagal se retiró como dijimos á Gua- 
dis; y desde allí procuraba hacer cuanto mal y. daño pe- 
dia en las fronteras de Murcia , y le ayudaba desde Al- 
mería el infante Zelim ; pero con bien diferente óiiimo. 
El rey Zaquir desde Granada envió sus cartas y ricos 
presentes , caballos hermosos y jaeces al rey de Castíiia, 
y preciosas telas de oro y seda , cajas de aromas oneniar 
les para la reina , dándoles la enhorabuena de la toma 
da Málaga y de sus venturosas conquistas , esperando 
|)or esto tenerlos gralos , y que no le perturbasen la po- 
sesión de su reino. Los reyes cristianos tuvieron gran 
placer con su embajada ; pero prosiguieron con mayor 
esfuerzo la comenzada empresa del acabamiento de los 
muslimes en España. 

Ufano el rey de Castilla con la rendición de Málaga y 
de los otros pueblos , deseoso de llegar al fin de sus de- 
seos y apoderarse de las demás ciudades del reino de 
< jrranada , salió con un campo volante á correr la tierra 
de Almería y contener las algaras de los muslimes de 
aquella ciudad. Salió contra él con escogida caballería 
el infante Zelim y su hijo^ y le obligaron á retirarse. El 
rey Abdalah el Zagal hizo una venturosa entrada en la 
frontera de Alcalá Yahseb, y taló y quemó los campos, 
y robó mucho ganado y volvió triunfante con esta rica 



409 

[)Fesa á lá ciudad de Guadis. Toda la atención de lo» 
cristianos era entonces hacer la' guerra por lo de Alme- 
ría. Pusieron cerco á Vera que está á la ribera del mar, 
y los moradores se entregaron fácilmente por evitar el 
rigor de los vencedores. Asimismo se dieron á los cris- 
tianos Mujacras y Velad Alahmar , y otras fortalezas de 
la comarca que estaban sin guarnición bastante, ayudan- 
do á los cristianos el temor y espanto que los muslimes 
tiabian tomado de saber la pérdida de Málaga y de Ron- 
da , asi también porque los naturales desconfiados de ser 
socorridos de sus reyes , no querían defenderse por evitar 
que les d^truyesen sus campos. Pusieron luego cerco á 
la fortaleza de Taberna ^ sitio inespugnable^ y le comba- 
lían de dia y de noche los cristianos. Acudió á socorrerla 
el rey Abdalah el Zagal desde Guadis con mil caballos 
y gran hueste de infantería , gente allegadiza de las sier- 
ras, mal armada ; pero animosa y endurecida. Púsose el 
rey con aquella gente en los bosques , y desde allí hacia 
mucho daño á los cristianos , y les forzó á levantar el 
cerco haciendo en ellos gran matanza con arremetidas y 
escaramuzas , y les echó de la frontera y recobró los pue- 
blos perdidos. Lo mismo les sucedió en Huesca y en las 
vegas de Baza , en que la caballería de la ciudad salió 
contra los cristianos y los vencieron y pusieron enjuga, y 
en una sangrienta escaramuza mataron al maestre de 
Montosa , sobrino del rey de Castilla. 

CAPÍTULO XL. 

ENTREGA DE GU/kDIS Y ALMERÍA. . 

Conociendo los cristianos que en la discordia y desa— 
nion de los reyes muslimes consistía el buen suceso de sus 
armas , procuraron encender mas la división , y para es- 
te fín enviaron sus cartas y condiciones de alianza con el 
rey de Granada Abu Abdalah Zaquir , y le pro\^usii«6^^ 



408 

que saqueó y robó la ciudad, y cautivó á los defoDSore» 
que no pudieron huir por el mar , por donde muchos se 
salvaron. Los infelices vecinos do Málaga vieron por sus 
ojos enfardelar sus riquezas , y que los dejaran pobres y 
esclavos : solo libró bien Aly Dordux que fué nombrado 
wali de la ciudad para que ajustara y cobrara el rescate 
de sus infelices conciudadanos : así se perdió aquella her- 
mosa y antigua ciudad de Málaga , y quedó sujeta ai rey 
de castilla : fué entrada en 18 de agosto de 1487 (1). 

El rey Abdalah el Zagal se retiró como dijimos á Gua- 
<lis j y desde allí procuraba hacer cuanto mal y.daño po- 
dia en las fronteras de Murcia , y le ayudaba desde Al- 
mería el infante Zelim ; pero con bien diferente ánimo^ 
El rey Zaquir desde Granada envió sos cartas y ricos 
presentes , caballos hermosos y jaeces al rey de Castilla, 
y preciosas telas de oro y seda , cajas de aromas orienta- 
les para la reina , dándoles la enhorabuena de la toma 
de Málaga y de sus venturosas conquistas , esperando 
por esto tenerlos gratos , y que no le perturbasen la po- 
sesión de su reino. Los reyes cristianos tuvieron gran 
placer con su embajada ; pero prosiguieron con mayor 
esfuerzo la comenzada empresa del acabamiento de los 
muslimes en España. 

U£ano el rey de Castilla con la rendición de Málaga y 
de los otros pueblos , deseoso de llegar al fín de sus de- 
seos y apoderarse de las demás ciudades del reino de 
Granada , salió con un campo volante á correr la tierra 
de Almería y contener las algaras de los muslimes de 
aquella ciudad. Salió contra él con escogida caballería 
el infante Zelim y su hijo , y le obligaron á retirarse. El 
rey Abdalah el Zagal hizo una venturosa entrada en la 
frontera de Alcalá Yahseb, y taló y quemó los campos, 
y robó mucho ganado y volvió triunfante con esta rica 

(I) Spgun Maviawa, v^tvilw^'üX^'*. 



40» 

[)resa á la ciudad de Guadis. Toda la alencion de los 
cristianos era enlónces hacer la' guerra por lo de Alme- 
i'ía. Pusieron^ cerco á Vera que está á la ribera del mar, 
y los moradores se entregaron fácilmente por evitar el 
rigor de los vencedores. Asimismo se dieron á los erife- 
tianos Mujacras y Velad Alahmar , y otras fortalezas de 
la comarca que estaban sin guarnición bastante, ayudan- 
ck) á los cristianos el temor y espanto que los muslimes 
Irabían tomado de saber la pérdida de Málaga y de Ron- 
da , asi también porque los naturales desconfiados de ser 
socorrides de sus reyes , no querían defenderse por evitar 
que les d^truyesen sus campos. Pusieron luego cerco á 
la fortaleza de Taberna ^ sitio inespuguable , y h comba- 
lian de día y de noche los cristianos. Acudió á socorrerla 
el rey Abdalah el Zagal desde Guadis con mil caballos 
y gran hueste de infantería , gente allegadiza de las sier- 
ras, mal armada ; pero animosa y endurecida. Púsose el 
i-ey con aquella gente en los bosques , y desde alli hacia 
mucho daño á los cristianos , y les forzó á levantar el 
cerco haciendo en ellos gran matanza con arremetidas y 
escaramuzas , y les echó de la frontera y recobró los pue- 
blos perdidos. Lo mismo les sucedió en Huesca y en las 
vegas de Baza , en que la caballería de la ciudad salió 
contra los cristianos y los vencieron y pusieron en^a, y 
en una sangrienta escaramuza mataron al maestre de 
Montosa , sobrino del rey de Castilla. 

CAPÍTULO XL. 

ENTREGA DE GUikDIS Y ÁU^RÍá. . 

Conociendo los cristianos que en la discordia y desu- 
nión de los reyes muslimes consistía el buen suceso de sus 
armas , procuraron encender mas la división , y para es- 
te fín enviaron sus cartas y condiciones de alianza con el 
rey de Granada Abu Abdalah Zaquir , ^ ^^ v^v^^á^^^v^^ 



408 

que saqueó y robó la ciudad , y cautivó á los defoDSore» 
que no pudieron huir por el mar , por donde muchos se 
salvaron. Los infelices vecinos do Málaga vieron por sus 
ojos enfardelar sus riquezas , y que los dejaran pobres y 
esclavos : solo libró bien Aly Dordux que fué nombrado 
walí de la ciudad para que ajustara y cobrara el rescate 
de sus infelices conciudadanos : así se perdió aquella her- 
niosa y antigua ciudad de Málaga , y quedó sujeta ai rey 
de castilla : fué entrada en 18 de agosto de 1487 (1). 

El rey Abdalah el Zagal se retiró como dijimos á Gua- 
djs 7 y desde allí procuraba hacer cuanto mal y^daño po- 
día en las fronteras de Murcia , y le ayudaba desde Al- 
inería el infante Zelim ; pero con bien diferente áiiimo. 
El rey Zaquir desde Granada envió sus cartas y ricos 
presentes , caballos hermosos y jaeces al rey de CastiJJa, 
y preciosas telas de oro y seda , cajas de aromas orienta- 
les para la reina , dándoles la enhorabuena de la toma 
de Málaga y de sus venturosas conquistas , esperando 
por esto tenerlos gratos , y que no le perturbasen la po- 
sesión de su reino. Los reyes cristianos tuvieron gran 
placer con su embajada ; pero prosiguieron con mayor 
esfuerzo la comenzada empresa del acabamiento de los 
muslimes en España. 

Ufano el rey de Castilla con la rendición de Málaga y 
de los otros pueblos , deseoso de llegar al fin de sus de- 
seos y apoderarse de las demás ciudades del reino de 
Granada , salió con un campo volante á correr la tierra 
de Almería y contener las algaras de los muslimes de 
aquella ciudad. Salió contra él con escogida caballería 
el infante Zelim y su hijo , y le obligaron á retirarse. El 
rey Abdalah el Zagal hizo una venturosa entrada en la 
frontera de Alcalá Yahseb, y taló y quemó los campos, 
y robó mucho ganado y volvió triunfante con esta rica 

(I) Según MaviftT\?k,\mvi^vi^'ii\^'*» 



4d0 

presa ala ciudad de Guadis. Toda la alenclon de los 
crístiaBOS era enlónces hacer la' guerra por lo de Alme- 
i-ía. Pusieron^ cerco á Vera que está á la ribera del mar, 
y los moradores se entregaron fácilmente por evitar el 
rigor de los vencedores. Asimismo se dieron á los crfe- 
tianos Mujacras y Velad Alahmar , y otras fortalezas de 
la comarca que estaban sin guarnición bastante, ayudan- 
do á los cristianos el temor y espanto que los muslimes 
líabian tomado de saber la pérdida de Málaga y de Ron- 
da , asi también porque los naturales desconfiados de ser 
socorridos do sus reyes , no querían defenderse por evitar 
c)ue les d^truyesen sus campos. Pusieron luego cerco á 
la fortaleza de Taberna ^ sitio inespugnable , y h comba- 
lían de dia y de noche los cristianos. Acudió á socorrerla 
el rey Abdalah el Zagal desde Guadis con mil caballos 
y gran hueste de infantería , gente allegadiza de las sier- 
ras, mal armada ; pero animosa y endurecida. Púsose el 
rey con aquella gente en los bosques , y desde allí hacia 
mucho daño á los cristianos , y les forzó á levantar el 
cerco haciendo en ellos grao matanza con arremetidas y 
escaramuzas , y les echó de la frontera y recobró los pue- 
blos perdidos. Lo mismo les sucedió en Huesca y en las 
vegas de Baza , en que la caballería de la ciudad salió 
contra los cristianos y los vencieron y pusieron en fuga, y 
en una sangríenta escaramuza mataron al maestre de 
Montésa , sobrino del rey de Castilla. 

CAPÍTULO XL. 

ENTREGA DE GUikDIS Y ALMERÍA. . 

Conociendo los cristianos que en la discordia y desu- 
nión de los reyes muslimes consistia el buen suceso de sus 
armas , procuraron encender mas la división , y para es- 
te fín enviaron sus cartas y condiciones de alianza con el 
rey de Granada Abu Abdalah Zaquir , ^ V^ ^vs^>5s«^^'^ 



410 

que le ayudarían contra sus enemigos y le defeuder.'an su^ 
tierras ; pero que en apoderándose el rey de los cristia- 
nos de las ciudades de Guadis , Baza y Alnieria, que es- 
laban por el rey Abdalah el Zagal su tio , y por el infan- 
te Zelim , ó fuese por fuerza de armas ó por avenencia y 
conciertos , el rey Zaquir les habia de entregar la ciudad 
de Granada y ponerse á su merced , de que debia espe- 
rar grandes riquezas y señorío pacifico y seguro en el rei- 
no de Granada, siendo vasallo del rey de los cristianos. El 
desventurado rey Zaquir apocado y envilecido , ciego y 
sin razón firmó estas paces y alianza , y quedó asentado 
todo lo -propuesto por sus enemigos que trataban de ser 
sus defensores , y le cebaban para devorarle. El misera- 
ble rey se veía cada día mas aborrecido de los suyos, así 
por su poco valor , como por su enemiga fortuna. Como 
le vdan tan en amistad con los cristianos le llamaban mal 
muslim, y si estos últimos tratos hubieran sido entendidos 
del pueblo, le hubiera depaesto y quemado vivo ; pero 
eran secretea que solo los sabian su madre y su visir Muza 
ben Almelic. También le incitó á firmarlos el temor de su 
tto y competidor* Abdalah el Zagal , y receloso de que 
le vmiesen á echar de Granada después de sus victonas 
en lo de Baza y Huesca dio' oidos á las falsas y enemi- 
gas propuestas de los cristianos para que divirtiesen ásu 
tío eon asoladora guerra en lo de Guadis , Baza y Al- 
mería. 

Estaba el rey Abdalah el Zagal en Guadis, cuando tu- 
vo nueva de como el rey de Castilla habia asentado sus 
paces con su sobrino , y que puesto en el triunfante car- 
ro de la esperanza que tan fácil le presentaba aquel des- 
venturado rey , venia con doble fervor y ánimo á renovar 
la guerra contra él . y supo que hacia alarde de sus gen- 
tes en Jaén . y entral>a con cincuenta mil hombres y do- 
ce mil caballos , gente muy escogida , y llegaban á la for- 
(áhta de Cujar , y se encamvoabwví cercar su ciudad de 



411 

Baza. Escribió luego al infante Cidi Yahye hijo del infan- 
te Zelim de Almería que acababa de morir: ¡Feliz princi- 
pe que no vio por sus ojos las calamidades y acabamiento 
de su patria! El infante Yahye tomó luego diez mil mus- 
limes de los mas esforzados del reino, y se fué á meter en 
Baza para defenderla : está la ciudad puesta en la lade- 
ra de un collado ^ y por la parte llana pasa un río , por 
lo demás está rodeada de unas cuestas y pendientes ; na- 
bia en ella harta provisión y la gente que la guarnecia lle- 
naba de confianza los ánimos de los vecinos. 

Luego que los cristianos asentaron su real salió contra 
ellos el infante Yahye con escogida gente , y acometió á 
los crístianoB con grande ánimo, la pelea fué brava y san- 
grienta, y arredró y desordenó el campo de los cristianos, 
llenándole de espanto y de despedazados cadáveres. No se 
pasaba dia en que los muslimes no saliesen á dar rebatos 
y escaramuzas en el real dé los cristianos, y estos se va- 
gaban con talarles los sembrados y arrasar las huertas. 
Ordinaríos daños dé la guerra que no podian mirar sin do- 
lor y lágrimas los pobres dueños y laoradores. Viendo los 
cristianos la resistencia de los cercados y el gran daño 
que recibian con sus salidas y rebatos , acordaron de ro- 
dear todo su campo , y asimismo las avenidas y entradas 
á la ciudad con hondo foso y valladares , y levantaron á 
trechos algunas torres , y de esta manera estorbaron las 
salidas de los valientes muslimes que durante el cerco hi- 
cieron admirables proezas contra los cristianos, que los te- 
nian acobardados , que no osaban escaramuzar ni salir á 
contenerlos. Seis meses habían pasado de continuos com- 
bates cuando el Cidi Yahye escribió al rey Abdalah el 
Zagal, que estaba en Guadis diciéndole que si no le ayu- 
daba que era forzoso entregar la ciudad, y al mismo tiem- 
po envió al real de los cristianos al jeque Hacen goberna- 
dor de la ciudad para que moviese plática de avenen- 
cia con los cristianos. El rey Abdalah tomó ^w\r»».- 



412 

dumbre con tas cartas, de su primo el infante Yahye , á 
(]uien asi por su parentesco como por su mucho valor es- 
timaba y tenia gran respeto , y como viese el valor y es- 
fuerzo con que habia mantenidío la ciudad, y que sus tro- 
pas-no bastaban para socorrerle, ni de Granada podía es- 
perar socorro por la alianza de su sobnno con los cristia- 
nos , escribió al infante conformándose con su parecer, y 
permitiéndole hacer la entrega de la ciudad con las condi- 
ciones que pudiese. Llenó de confusión y de pena esta res- 
puesta á los de la ciudad , todo era tristeza y desespera- 
ción en los hombres , llanto y gemidos en las mujeres. El 
alcaide Hacen trató con D. Gutier Cárdenas , y ajustaron 
las condiciones de la entrega : el infante Cidí Yahye y 
otros principales caballeros salieron al campo de los cris- 
tianos , y estos le presentaron á sus reyes que le hicieron 
erando honra, y trataron como á tan noble principe y es-> 
lorzado caudillo se debia. Las caricias y agrado paternal 
que estos reyes manifestaron al infante Yahye , le gana- 
ron el corazón en términos, que juró no sacar nunca la es- 
pada contra tan nobles reyes. Hiciéronle grandes merce- 
des , y le dieron cuantiosas rentas , y la reina de Castilla 
muy pagada de su gentileza le dijo: que teniéndole en su 
partido creía ya felizmente acabada la guerra que asola- 
ba el reino de Granada. Por su parte prometió el infante 
Cidi Yahye Alnayar Aben Zelim procurar con todas sus 
fuerzas que su pnmo el rey Abdalah el Zagal entregase 
pacifícamente las ciudades de Guadis y Almería, evitando 
la desolación de la tierra y las muertes y calamidades de 
la horrorosa guerra : en agradecimiento ofrecieron los re- 
yes de Castilla á este infante y á sus hijos grandes here- 
damientos en el reino , y desde luego la taa de Marchena 
con villas , tierras y vasallos. Dicen algunos que á per- 
suacion de la reina de Castilla se hizo cristiano de secre- 
to para que no le aborreciesen y abandonasen los de 
fiu bando , hasta compkV^r la c<^nQ\uÍRta y acabamien- 



il3 

io del reino que por sU industria coníiabaii hacer. 

El infante Cidi Yahye Alnayar partió á verse con el 
rey Abdalah el Zagal que estaba en Guadis , y le habló 
del mal estado y caída de las cosas en el reino de Grana- 
lla j propúsole que se aviniese con los cristianos; pues tan 
infausta guerra no podia acarrear sino la desolación del 
reino y muerte de sus moradores : que confiase en la jus- 
ticia y generosidades de los reyes de Castilla , y espera- 
se de ellos mas que de la enemiga fortuna que tan clara- 
mente les habia vuelto las espaldas , que se acordase de 
los fatales anuncios que su hermano el difunto rey Abul 
Hacen habia tenido cuando los astrólogos miraron el oró&- 
copo del nacimiento del rey Zaguir , que si bien es ver- 
dad se habian creido ya cumplidos cuando fué preso en la 
algara de Lucena ; pero que ciertamente las estrellas mas 
(]uo pasajera périida del reino amenazaban: que él creía 
que aquella era la voluntad de Dios , y que todos los su- 
cesos iban manifestando que la corona de Granada habia 
de caer en manos de aquellos poderosos reyes á quienes 
Dios habia dado antes otro poderoso reino en España. Ca- 
lló en diciendo esto , y el rey Abdalah que le oia con mu- 
cha atención y sin mover pestaña , después de haber es- 
tado gran espacio pensativo y sin responder , dando un 
profundo y triste suspiro le dijo: «Alahuma Sabahana Hu: 
ya veo , primo mió , que así lo quiere Alá y que cuanto 
le aplace se hace y cumple , que si Alá Azza Wajal no 
tuviera decretada la caida del reino de Granada esta ma- 
no y esta espada la hubieran mantenido.» Con esto acorda- 
ron hablar al rey de Castilla , y salieron juntos y fueron 
á su campo que estaba en tierra de Almería. Recibiólos 
con gran honra y concertaron la entrega de Guadis y de 
Almería, las dos mas preciosas joyas de la corona de Gra- 
nada , y también gran parte de la serranía de Granada 
que llega hasta el mar y estaba por él. Ofreció el rey de 
Castilla su favor y amistad perpetua á Abdala el 'L^\^^ 



4U 
y que serian suyas en heredad la taa de Audaraz^ el va- 
lle de Alhaurín con todas las alkerías, aldeas y posesiones, 
y la mitad de las salinas de Maleha , pequeño y vil pre- 
cio del vendido reino. Los moradores de las ciudades en- 
tregadas quedaban libres y dueños de sus bienes y posesio- 
nes, francas como ¿ntes las tenian; pero como vasallos 
del rey de Castilla y sujetos á su señorío pagarían lo mis- 
mo que solian dar á sus reyes por Zunna y Jara. Publi- 
cáronse estas avenencias el dia en que fueron ocupadas 
aquellas ciudades. Asi los muslimes como los cristianos 
no creían lo mismo que estaban viendo , y pensaban qu« 
todo era en sueños : los de los pueblos comarcanos se esr 
pautaron de la entrega maravillosa de estas fuertes ciuda- 
des , y apenas se aseguraban de que fuese cierto : los in- 
felices vecinos de ellas ayudaban al engaño de todos Jos 
de la comarca , y contentos y á su parecer mas venturo- 
sos que antes , sin los sobresaltos y temores de la desola- 
ción de la guerra les aconsejaban que siguiesen su ejem- 
plo. Así fué que se rindieron de su voluntad las fortalezas 
de Taberna y Serón , y las grandes é inespuena- 
bles que están sobre el mar de Almunekab y i 490 
Jalubania. Todas estas grandes pérdidas sucedió- v 
ron el año de 896 en las lunas de maharram y 1 491 
de safer. 

GAPTÍÜLO XLI. 

COiNTINLAN LOS ALBOROTOS DE GRANADA. 

En Granada se oyeron estas nuevas con espanto. El 
pueblo que cada dia estaba mas desabrido y descontento 
de su rey Muhamad Abu Addalahel Zaquir , á quien mi- 
raba como el odioso causador de los males y ruina del 
reino , con estos últimos sucesos acabaron de detestarle, 
y no temian de llamarle públicamente traidor , cobarde y 
enemigo de s u palna ^ de ^vx M\^\q\i : v de unos en otro'» 



41» 

Dtada la ira y el encono se alborotaron contra él , y 
n de tropel al alcázar amenazándole y bramando que 
sia que no des^tiesen hasta tomar venganza y prí- 
\ de la vida y del reino. Los jeques y venerables al- 
8 de la ciudad no cesaban de amonestar al inquieto y 
■otado pueblo que se sosegase , qpe atendiese que el 
3r mal de las repúblicas y de todos los hombres es la 
km y desavenencia : que las calamidades del reino 
in provenido de sus inconsideradas sediciones y ban- 

que asi como la ruina y acabamiento del estado na— 
le la división , su bien y su único reparo era la unión 
xm su enlace y concoraia le conservase y robustecie- 
j» parciales del rey enviaron á pedir socorro á los 
ianosde la frontera como aliados y amigos de su rey: 
erdieron esta ocasión los cristianos de entrar en la 

de Granada , y talar sus campos. La nueva de esta 
ida hizo mayor efecto en el populacho que las razo- 
f consejos de los alfakíes , el ver sus campos talados 
bizo tratar de salir á defenderlos , y cesó el albo- 

on ocasión de este suceso escribió el rey de Castilla al 
kbu Abdalah Zaquir de Granada , recordándole el 
enio y capitulaciones que tenian hechas , en que ha- 
ofrecido ser su vasallo , y entregarle la ciudad de 
lada luego que el rey de Castilla por avenencia ó por 
as fuese dueño de Guadis , Baza y Almería. El mi- 
ble y desgraciado Abdalah conoció ya tarde su incon- 
ración y debilidad , y respondió escusándose de poder 
plir como quisiera aquellas postura^ : que había en 
nada mucha gente principal y gran caballería , que no 
[lañaban ni consentían á que las cumpliese : asi que, 
Iteza le perdonase y fuese contento con las venturo- 
Donquistas que Dios le había dado. 
l1 mismo tiempo se rebelaron los de Guadis porque 
cristianos les forzaban á salir de la ciudad ^ é. q^% 



^ 416 

morasen en los arrabales , y les privaban de llevar ar- 
mas recelosos de que se levantasen contra ellos. Y como 
los cristianos tenian buena guarnición y eran dueños de 
las fortalezas sosegaron á los revoltosos : eso mismo acae- 
ció en la taa de Andarax que se alborotaron contra su se- 
ñor Abdalah el Zagal , y le querían matar ; pero se ocul- 
tó y vino al rey de Castilla que le ofreció su ayuda para 
que sujetase sus vasallos; pero. Abdalah entendió que le 
conveoia pasar á África y dejar la desgraciada patria. Asi 
lo propuso al rey de Castilla que le dio licencia para que 
hiciese lo que mejor le estuviese : renunció parte de sus 
bienes y las salinas de Maleha en so primo y cuñado Cide 
Yahye Alnayar , hijo del infante Zelim., y las veinte y tres 
villas y aldeas que le pertenecían en Andarax y valle de 
Alhaurin vendió al rey de Castilla que se los había dado, 
por cmco millones de maravedises , y habiendo recibido 
muchas riquezas y tesoros de los reyes de CafttiUa se em^ 
barco y pasó á África. 

No satisfecho el rey de Castilla de las escusas del rey 
Zaquir , determinó obligarle por fuerza á cumplir lo que 
necia y torpemente había ofrecido : allegó grande y pode- 
rosa hueste , y declaró la guerra al rey de Granada. 

Confiando Abdalah que desechos sus competidores si 
reunía todo su poder se defenderia de los cristianos , en- 
vió sus alímes y venerables alfakies á predicar la concor- 
dia y reunión para la guerra sagrada. No fué inútil dili- 
gencia j que luego se rebelaron contra los cristianos ma- 
chos pueblos: toda la serranía se juntó y tomó su' voz, y 
entre otros puel^os Adra que está en la costa del mar , y 
Castil-Ferruh y otros varios. Salió con mucha caballería 
y peones á cercar Jalubania , y otro cuerpo de sus tropas 
cercó Al hendí n , y le tomó y arrasó la fortaleza degollan- 
do la guarnición : fué este acaecimiento en el otoño 
del año 896. Los cristianos enviaron á socorrer la 4 494 
tierra de Granada ^ i^r Neníese talaron los pa- 



41t 

nizos y Hiijo , única cosecha que se esperaba hacer aquel 
año , paes en la primavera y verano quemaron los sem- 
brados y las mieses ánles de la siega. Asimismo fué un 
poderoso socorro de gente á Jalubania ' y con armada 
naval fué contra los de Adra el infante Alnayar , hijo de 
Gde. Yahye que seguian las banderas del rey del Castilla 
ayiukndo á la ruina y acabamiento de su patria. £1 pa- 
dre era caudillo de un ejército de muslimes sus vasallos, 
que andaban sojuzgándolos pueblos del rio de Almanzora 
y de la laa deMarcnena, lo que consiguió mas por industria 
y persuasión, que por fuerza de armas. El infante Alnayar 
asimismo sujetó á los rebelados de Adra disimulando que 
las naves que mandaba eran de cristianos : vistió de 
muslimes á los marineros y tropa , y puso banderas de 
África : los de Adra que esperaban socorros de África 
los creyeron muslimes , y así se apoderaron del puerto, y 
entre tanto su padre con sus tropas llegó de parte de tier- 
ra : los moradores conocido el engaño quisieron defender 
el pueblo , y se trabó sangrienta batalla en que hubo gran 
matanza y fueron vencidos los de la ciudad de Adra , y 
86 acogieron y fortificaron en ella. El rey Abdalah el Za- 
quir que iba á socorrerlos desde Jalubania como tuviese 
noticia de la victoria de los enemigqs , y también de que 
á su llegada ya se habria dado al enemigo , se tornó so- 
bre Jalubania que tenia muy apreti^da : en Adra se supo 
que el rey no hdbia osado I'egar de miedo , el vulgo así 
lo publicaba , y con esto perdida toda esperanza de socor- 
ro así por mar como por tierra se rindió por avenencia co- 
mo otras fortalezas. 

Los cristianos que defendían la fortaleza de Jalubania, 
avisaron de su peligro , y el rey de Castilla mandó que 
partiese un poderoso ejército á socorrer aquella plaza. 
Antes que los campeadores de esta hueste llegó la fama 
al ejército de Abdalah el Zaquir , y sin querer aventurar-- 
06 á una batalla levantó el cerco aquel tímido y desvon- 



418 

turado rey ; pero antes de volver á Granada corrió la 
taa de Marchena , salieron contra él los adelantados qae 
la defendían por su tío el infante , y el principal era alcai- 
de de Moratalla , peleó con ellos venturosamente y los 
rompió y deshizo sus tropas forzándoles á entregar las 
fortalezas , y las arrasó , taló y quemó las poblaciones 
en odio de los infantes enemigos de su patria : y con esta 
venganza entró victorioso y ufano en Granada. 

CAPÍTULO XLII. 

SITIO Y CAPITULAaON DE GRANADA. 

Venida la primavera del año 897 se renovaron los 
horrores de la guerra , los cristianos entraron con cua- 
renta mil peones y diez mil caballos en la vega de Gra- 
nada , y asentaron su campo en las fuentes de Guetar , 
dos leguas de la ciudad. Llenó de espanto ¿ los mora- 
dores esta nueva , y hasta los mas esforzados caudillos , 
aunque tan avesados y aguerridos, temblaron en esta 
ocasión con desusado miedo. El rey Abdalah tuvo su 
consejo en el alcázar de la Alambra , y acordaron alli 
sus alcaides y jeques lo que mas convenia para la defen- 
sa. El wasir de la ciudad Abul Cazim Abdelotelic pre- 
sentó el estado de las provisiones de la ciudad , sin con- 
tar lo que tuviesen los vecinos ricos y comerciantes en 
particular: se presentaron matrículas y nóminas délos 
varones en edad de tomar armas. « La gente es mucha , 
» pero la muchedumbre de los ciudadanos, decia el wa- 
tt sir , ¿ qué nos puede prestar sino cuidados ? bravean 
)>y amenazan en la paz , y tiemblan y se esconden en 
y> las ocasiones de la guerra. » El esforzado caudillo Mu- 
za ben Abil Gazan dijo : « no hay que desconfiar en 
» nuestras fuerzas , si se dirigen con valor y con inteli- 
»gená9í : ademas de la gente de armas asi de á pié co- 
»mo de á caballo , qoe^ e^ \^ ^^t ^a kxid«Aacia ^ muy 



419 
» endurecida y acostumbrada á la guerra , tenemos vein- 
» te mil mancebos en el fuego de su juventud que en la 
)> presente guerra , en defensa de su patria harán tanto 
» como los soldados veteranos , y de mas esperiencia en 
» las armas. » El rey Abdalah les dijo á sus caudillos y 
jeques. « Vosotros sois el amparo del reino , y los que 
» con ayuda de Alá Azza Wajal vengarán las injurias 
}) hechas á nuestra religión . las muertes do nueslroH 
)) amigos y parientes , y los ultrajes hechos á nuestruH 
» mujeres : disponed lo que convenga en esta guerra, quo 
» en vuestras manos y valor está la salud común , la m- 
» guridad de la patna y la libertad de todos. /> Luf*^o 
repartieron sus órdenes , el vasir se encargó de la» pro* 
visiones y armas , y de alistar las gent<Mi : el caudillo 
Muza de la defensa y salidas de la ciudad contra !oh 
cristianos con la caballería : Naim Heduan y Muhamfld 
Aben Zaide eran sus ayudantes . Abdel Kerim Zegri y 
otros arra yaces guardaran las murallas : y los alcaide 
de la Alcazaba , y de torres bermejas cuidaban do f^us 
fortalezas. Los primeros meses de este afto no se cer- 
raron las puertas principales de la ciudad , y todos esta- 
ban se^ros por el valor y prudencia do Muza. Cada 
día salian tres mil caballos á escaramuzar con los cam- 
peadores cristianos , y á defender la recuas de provisión 
que de la serrada venian á Granada , y para solo esto 
se destinó á Mnhamad Zahir ben Atar , que con qui- 
nientos caballos andaba en los montes , y hacia mucho 
mal y daño en los cristianos que talaban y coirian aque- 
lla tierra. Cerca de Padul tuvo una reñida refriega en 
que murieron muchos valientes muslimes , y muchos mas 
de los enemigos. Muchas aldeas fueron saqueadas y que- 
madas por los cristianos para impedir la provisión quo 
de ellas se sacaba. El esforzado caudillo Muza con sus 
valientes caballeros daba continuos rebatos al campo de 
los rrif^tianos , y se trababan muy reñidas csc^t^t^^ona»^ 



420 

que dejaban el campo bañado en sangre y cubierto de 
cadáveres : acometía el valeroso Muza con tanta intrepi- 
dez y denuedo que tenia espantados á los cristianos : lle- 
gaba muchas veces jineteando y metia á lanzadas á los 
cristianos dentro de sus reales. Asimismo los otros cau- 
dillos y caballeros de Granada hacian muy señaladas 
proezas. Las continuas escaramuzas y arremetidas de los 
caballeros que salian de la ciudad eran tantas y tales , 
que los cristianos para defenderse cercaron sus reales d(^ 
fosa y de valladares como buenas murallas , en que* 
manifestaron mas su resolución de no levantar el cam- 
po, que su valor para defenderlo. Como viese Muza aque- 
lla obra dijo al rey que queria cercar ¿ los cristianos en 
sus reales , y cierto dia á la hora del alba salió con toda 
la caballería , y peonaje de la ciudad , y con gran es- 
truendo de tambores y trompetas salieron al campo. Los 
cristianos no reusaron el salir al encuentro como otras 
veces , y se trabó una recia batalla en que la caballería 
hizo maravillas de valor ; pero la infantería no sufrió el 
acometimiento de los cristianos y huyó desordenada á U» 
ciudad ) y los cristianos se apoderaron de la artillería y 
llegaron persiguiendo á los muslimes hasta cerca de lar' 
murallas de la ciudad. El ínclito caudillo. Muza desespe- 
rado y lleno de rabia volvió bramando como un agar- 
rochado toro ) ú herido león hacia Ja ciudad ^ y juró de 
no salir mas al campo con la infantería. En esta ocasión 
se apoderaron los cristianos de las torres de las atala-^ 
yas , y pusieron en ellas arcabuceros y guarnición. 

Mandó Muza cerrar las puertas de la vega , descon- 
fiando de la defensa de los peones y ballesteros aue las 
guardaban. Las talas y robos de los cristianos habían 
cerrado d paso á las provisiones que de las sierras solían ^ 
entrar en la ciudad ; así fué y que se principió á notar 
falta de mantenimientos. La inmensa muchedumbre dt- 
gente no acostumbra^da, ^ ccvkn^t ^q<!0 ^ v>uso en scuno 



iil 
cuidado al rey y al wasir Abul Caziiu : luihieron su con- 
sejo , y los jeques y principales cíudadunos que asistie^ 
ron manifestaron que ya no podían llevar los incesantes 
trabajos de la guerra , que ya se veía el propósito de los 
cristianos , que no pensaban apartarse de allí hasta ren- 
dirlos : ¿qué remedio nos queda , decían , sino la cierta 
maerie ? El rey Abdalah Zaquir se acuitó con eslo y no 
podo responder nada. Todos los del consejo se inclina- 
ron á tratar de avenencia c^n el rey de Castilla. Solo el 
valiente Muza decía que todavía era temprano . que no 
estaban aparados todos los recursos , ni habia el pueblo 
hecho ningún esfuerzo , ni habia tomado las armas de la 
desesperación , que en ocasiones valen las victorias y 
mas cumplidas venganzas. Sin embargó se acordó que el 
wasir Abul Cazim Abdelmálec saliese á proponer ave- 
nencia con los cristianos. 

Salió este noble anciano, y fué bien recibido de los 
reyes , y después de muchas y graves propuestas so 
acordó, que el rey de Granada no siendo socorrido por 
mar ni por tierra en dos meses de aquel dia contados en • 
tregase las dotf fortalezas de la ciudad , torres y puertas 
de ella : que el rey y sus caudillos jurarian obediencia y 
lealtad al rey de Castilla , y todos los moradores de 
Granada le tuviesen por su señor y rey : que se pusie- 
sen en libertad sin rescate todos los cautivos cristianos 
que hubiese en la ciudad ; y que entre tanto que todo eslo 
se cumplía diesen en rehenes quinientos nobles mancebos 
de los principales de Granada : esto á los doce días de 
firmadas las condiciones : que al rey se dejasen ciertas 
laas y lugares para poder vivir como rey ; las que se- 
ñalase de la Alpujarra : que todos los muslimes sean y 
queden libres en sus casas y posesiones como al presente 
las gozan , y eso mismo con sus armas, caballos y demás 
bienes que tengan ; que vivan sin estorbo ni impíedimen- 
to público ni secreto en su ley ; que tengan sus mezqui- 

ToMO III. V\ 



422 

fas con libertad de sus ceremonias , usos , costumbres , 
vestidos y lengua ; que sean gobemadps por sus propias 
leyes por alcadíes de su secta, que servirán de conseje- 
ros para hacerles justicia los gobernadores que pusieren 
los cristianos ; que no se les impongan mayores tributos 
que los que por Sunna y Jara pagan á sus reyes : y que 
por tres años de ahora en adelante no se les pida nin- 
gún tributo : así se concertó esto por Abul Cazim Ab- 
delmalec , wasir de Granada , y Gonzalo de Córdoba 
capitán del rey de Castilla , y el Catib Fernando de Za- 
fra , y sOffirmó por todos y se juró cumplimiento á 25 de 
Boviembre del año i 491 , que convenia con el 22 de la 
luna de nvuharram déla año 897. 

CAPÍTULO XLIII. 

CÓMO FU£ RECIBIDA LA CAPITULACIÓN. NOTABLE DIS- 
CURSO DE MUZA. FIN DEL IMPERIO MUZLIM EN 
ESPAÑA. 

f-Cuando el wasir presentó las capitulaciones en el con- 
sejo no pudieron contenerse las lágrimas da los presentes, 
solo el intpépido Muza 'les- dijo: «dejad, señores, ese inútil 
llanto á los niños y á las delicadas hembras : seamos 
hombres y tengamos todavía .corazón, no para derramar 
tiernas lágrimas , sino hasta la úllicpa gota de nuestra 
sangre : hagamos un esfuerzo de desesperación , y pe- 
leando contra nuestros enemigos ofrezcamos nuestros pe- 
chos á las contrapuestas lanzas : yo estoy pronto á acau- 
dillaros para arrostrar con denuedo y corazón valiente la 
honrosa muerte en el campo de batalla. Mas quiero que 
nos cuente la posteridad en el glorioso número de los que 
murieron por defender su patria . que no en el de los que 
presenciaron su entrega. Y si este valor nos falta , oiga- 
mos con paciencia y serenidad estas mezquinas condicio- 
iicfi , y f)ajemos el cue\Vo ^\ dviro y perpetuo yugo de en- 



4i3 
vilecida esclavitud : veo tan caídos los áoioios del pueblo, 
c[ue DO es posible evitar la pérdida del reino ; solo queda 
un recurso á los nobles pechos, que es la muerte, y yo pre- 
fiero el morir libre , á los males que nos aguardan. Sí pen— 
sais que los cristianos serán fíeles á lo que os prometen, y 
que el rey de la conquista será tan generoso vencedor co- 
mo venturoso enemigo, os engañáis ; están sedientos de 
nuestra sangre , y se hartarán de ella : la muerte es lo mé^ 
nos que nos amenaza. Tormentos y afrentas mas graves 
nos prepara nuestra enemiga fortuna, el robo y saqueo de 
nuestras casas , la profanación de nuestras mezquitas, los 
ultrajes y violencias de nuestras mujeres y de nuestras 
hijas, opresión, mandamientos injustos, intolerancia cruel 
y ardientes hogueras en que abrasarán nuestros míseros 
cuerpos : todo esto veremos por nuestros ojos , lo verán 
á lo menos los mezquinos que ahora temen la honrada 
muerte , que yo por Alá que no lo veré. » 

«La muerte es cierta y de todos muy cercana ¿pues por 
qué no empleamos el breve plazo que nos resta donde no 
quedemos sin venganza? vamos á morir defendiendo 
nuestra libertad ; la madre tierra recibirá lo que produjo, 
y al que faltare sepultura que le esconda, no le faltará cíele 
que le cubra. No quiera Dios que se diga que los grana- 
díes nobles no osaron morir por su patria.» 

Calló Muza y y callaron todos los que allí estaban , y él 
viendo el abatimiento y silencio de los jeques , arrayaces. 
y alfakíes que estaban presentes , se salió de la sala muy 
airado , y dicen que habiendo tomado armas y caballo sé 
partió déla ciudad por puerla Elvira y nunca mas pare- 
ció. Después de largo y triste silencio el rey Abu Abda- 
lah el Zaquir , les dijo , que en la ciudad y en todo el roi- 
00 había faltado á un tiempo el ánimo y las fuerzas para 
«•esislir á tan poderosos enemigos. Que no estrañaba que 
4os que á duras penas habían escapado la vida en las 
í)casiOBes de batallas , no se ofreciesen con gusto á nuevos 



424 

peligros , perdida Ja esperanza de mejor ventura : que 
todos los recursos faltaban y los habían llevado tras si la 
avenida y tempestad de su mala fortuna. El wisir y los 

f)rincipales jeques temiendo que el pueblo se amotinase en 
os dias que restaban hasta el plazo señalado con los aca- 
lorados discursos de Muza y de otros valientes caballeros, 
aconsejaron al rey que escribiese al de Castilla que para 
evitar alborotos y novedades quería entregarle la ciudad 
sin dilación , que no hallaba otro medio para atajar revo- 
luciones y desgracias , que pues tal era la voluntad de 
Dios^ al dia siguiente quería entregarle las fortalezas y la 
ciudad. Con esta carta salió Aben Tomixa su wisir con un 
presente de caballos castizos con ricos jaeces y alfanjes. 
Recibióle el rey de Castilla con mucha honra , y holgó 
de su aviso , y respondió al rey que así se haría todo bien 
al dia siguiente, como el rey de Granada decia , al cual 
aseguró de nuevo sus promesas de seguridad , y amistad 
y la propiedad de la taa y valle de Purchena , Versa, 
Dalias , Marchena, Volodui, Luchar , Andaras , Juviles, 
Jijar , Jubilem , Ferreyra , Poqueira y Orgiba , con lodos 
los heredamientos , pechos y derechos de las dichas taas 
y lugares, y grandes rentas con que viviese , y lo mismo á 
Juzef Benegas , á Ben Tomixa , y á todos los vecinos la 
propiedad y seguridad de todos sus bienes : y que estas 
cartas de seguro quedasen en poder del rey Abdalah , ó 
de quien su alteza mandase para satisfacción de los musli- 
mes. Esto se concertó el día 4 de rabié primera 
del año 897. Ordenó el triste rey Abu Abdalah 4 492 
que al dia siguiente á la hora del alba partiese su 
familia la vía de la Alpujarra con todas las riquezas y te- 
soros mas preciosos del alcázar : y encargó la entrega de 
las fortalezas al wisir Aben Tomixa. Venido el fatal dia 
se oyó el estruendo de clarines y tambores del ejército 
cristiano que en orden de batalla venia á la ciudad. El rey 
^/;í/ Abdalah con c\uc\icivta caballeros principales y sus 



4So 

wisíres salió á recibir á los crisiiaaos : y el rey de Ca^til!a 
se adelantó acompañado de sus caudillos y de mucha ca- 
ballería , y el rey Abu Abdalah cuando llegó á su pre- 
sencia hizo ademan de quererse apear , como lo hicieron 
sus caballeros , mas el rey de Castilla no se lo permitió y 
acercándose ambos á caballo el rey Abu Abdalah le besó 
el brazo derecho y bajando sus ojos con profunda tristeza 
le dijo : «tuyos somos , rey poderoso y ensalzado , esía 
ciudad y reino te entregamos , que así lo quiere Alá , y 
confiamos que usarás de tu triunfo con clemencia y gene- 
rosidad » y le entregó las llaves el wisir. El rey de Casti- 
lla le abrazó y le consoló diciéndole que en su amistad 
ganaba lo que la adversidad y suerte de la guerra le ha- 
ia quitado , que viviese seguro de su protección y amor. 
£1 rey Abu Abdalah no quiso volver hacia la ciudad y 
tomó el camino délas sierras para alcanzar á su familia. 
Los caudillos cristianos acompañados de los wisires en- 
traron en la ciudad y se apoderaron de las fortalezas, pri- 
mero de Torres Bermejas, luego do la Alcazaba y Albai- 
ciff. Entraba la caballería de los cristianos sin que pare- 
ciese nadie en las calles de la populosa ciudad , que todos 
sus vecinos gemian encerrados en sus casas. Luego que 
pusieron sus banderas y cruces sobre las altas torres en- 
tró mucha tropa de infantería , y los principales caballe- 
ros de Granada se presentaron al conde de Tendilla , al- 
caide nombrado de la ciudad , y fueron muy honrados, y 
paseáronla ciudad en compañía dolos caudillos cristianos 
como vasallos de un mismo príncipe : entraron los reyes 
de Castilla en su conquistada ciudad, y dieron el gobierno 
de los muslimes en ella al infante Cide Yahyo í^lnayar, y 
á su hijo el mando de la costa de Granada : premio de su 
infidehdad y de los servicios con que ayudaron á la ruina 
de su patria ; asimismo fueron muy bien heredados los hi- 
jos del rey Abul Hacen. El triste rey Abu Abdalah al Ho- 
gar á Padul volvió los ojos á mirar por la postrera voz sti 



426 

ciudad de Granada , y no pudo contener sus lágrimas, y 
^dijo: « AlaKuakbar. . . y dicen que la reii^a su madre le dijo* 
« razón es que llores como mujer pues no fuiste para ae- 
fenderla como hombre ; » y este sitio se llamó desde en- 
tonces Feg Alah huakbar , y su wisir Juzef Aben Tomi- 
xa que les acompañaba le dijo : «considera , señor , que 
las grandes y notables desventuras hacen también famo- 
sos á los hombre» como las prosperidades y bienandan- 
zas , procediendo en ellas con valor y fortaleza:» y el cui- 
tado rey llorando le dijo : ¿ pues cuáles igualan a las es- 
traordinarias adversidades mias ? 

Así acabó el imperio de los muslimes en Espa- 
ña el dia 5 de rabié primera del año 897. 4 49^ 

El rey Abu Abdalah vivia triste y despechado 
no pudiendo llevar la condición de particular á que su for- 
tuna le tenia reducido , y sin noticia ni espreso consenti- 
miento suyo su wisir vendió al rey de Castilla la iaa de 
Purchena , y le presentó la suma ae ochenta mil ducados 
de oro de su precio en Andarax aconsejándole que partie- 
se luego á África, y se apartase de aquellas tierras en que 
antes habia reinado : lo mismo le persuadia Juzef ben 
Egas caballero noble , pariente y gran privado suyo , asi 
que e\ rey Abu Abdalah viendo que ya era cosa acabada 
y que no tenia remedio, pasó con su familia á Áfri- 
ca año 898 , y el infeliz que no tuvo ánimo para 4 493 
morir en defensa de su patria y reino , murió pe- 
leando en batalla por conservar el de su pariente Muley 
Ahmed ben MeriniFez, en la batalla del vado Bacubaen 
el rio Wadilswed peleando contra los dos Jarifos, que tal 
destino le estaba preparado en el libro de los eternos de- 
cretos : alabado sea Dios ensalzador y humillador de los 
reyes ; que dá el poderío y la grandeza como quiere , y el 
abatimiento y la pobreza según su divina voluntad , y el 
cumplimiento de ella es la eterna justicia que rige loe 
acontecimientos humanos. 



427 

ANÉCDOTA CURIOSA. 

En el tiempo que Antequera estaba ya en poder de 
cristianos y frontera contra el reino de Granada , babia 
en ella an caballero alcaide de aquella ciudad que se lla- 
maba Narvaez. Este, como era costumbre, hacia entradas 
en tierra de Granada algunas veces, otras enviaba gente 
suya que las hiciese : el mismo estilo tenian los Granadi- 
nos en todas aquellas fronteras. Acaeció una vez que 
Narvaez envió ciertos caballos á correr , los cuales par- 
tiendo á la hora que conviene partir para aquel efecto, 
entraron bien dentro de la tierra de Granada : y yendo 
por su camino no hallaron otra presa sino fué un esfor- 
zado mozo, el cual venia de la manera que aquí se dirá; 
y por ser de noche no pudo escaparse porque sin pensar 
dio en los caballos de Narvaez , y ellos también en él:, y 
viendo que no habia otra cosa en que ganar y avisados 
del joven que toda la campiña estaba limpia, otro dia de 
mañana se volvieron á Antequera y presentáronle á Nar- 
vaez. Era este mancebo de hasta veinte y dos á veinte y 
tres años , caballero y muy gentil hombre : traía una 
marlota de seda morada muy bien guarnecida á su modo, 
una toca corla muy una sobre un bonete de grana , en 
un caballo muy excelente, y una lanza y una adarga la- 
brada como suelen ser las de moros principales. Narvaez 
le preguntó quién era , y él dijo que era hijo del alcaide 
de Ronda , oien conocido entre los cristianos por ser 
hombre de guerra. Preguntándole donde iba , no respon- 
dió palabra, porque lloraba tanto que las lágrimas le im- 
pedian el habla. Narvaez le dijo : maravillóme de tí, 
que siendo caballero é hijo de un alcaide tan valiente 
como es tu padre, y sabiendo que estos son casos de cuer- 
ra , estés tan abatido y llores como mujer , pareciendo en 
tu disposición buen moldado y buen caballero. A esto res- 



428 
pondió el raoro : no lloro por verme en prisión , ni por 
ser tu cautivo , ni estas lágrimas son por la pérdida de 
mi libertad , sino por otra muy mayor, y que me duele 
mas que verme en la fortuna que me veo. Oídas estas 
palabras , Narvaez le rogó mucho que le dijese la causa 
de su llanto y el mancebo le dijo : sábete que ha mochos 
dias que yo soy servidor y enamorado cíe una hija del 
alcaide de un tal castillo, y hela servido con mucha leal- 
tad , y muchas veces he peleado por su servicio contra 
vosotros los cristianos , y ella ahora viendo la obligación 
que me tenia era contenta de casarse conmigo , y había- 
me enviado á llamar para que la sacase y venirse en mi 
compañía á mi casa , dejando la de su padre por amor 
de mi , y yendo yo con este contentamiento esperando 
alcanzar cosa tan deseada , quiso mi mala fortuna que 
me tomasen cautivo tus caballos , y perdiese mi libertad 
y todo el bien y buena ventura que pensaba tener: 
si esto te parece que no merece lágrimas , yo no sé con 
que mostrar la miseria en que estoy. Fué tanta la piedad 
que Narvaez tuvo , que le dijo : tú eres caballero , y si 
como caballero , me prometes de volver á mi prisión, 
yo te daré licencia sobre tu fé. El moro lo aceptó , y 
dándole palabra se partió , y aauella noche llegó al cas- 
tillo donde estaba su dama, donae tuvo muy buena forma 
de hacerla saber que estaba allí , y ella se dio tan buena 
maña que le dio hora y lugar donde la pudo hallar á 
solas ; mas todo el razonamiento del moro fueron lágrimas 
sin poderla hablar palabra : y maravillada la mora de 
esto le dijo : cómo es esto ; ¿ ahora que tienes lo que de- 
seas pues me tienes en tu poder para llevarme , muestras 
tanta tristeza ? el moro le respondió : sábete que vinien- 
do á verte yo fui cautivo de los caballos de Antequera, 
y me llevaron á Narvaez, el cual como caballero sabiendo 
mi mala fortuna me tuvo lástima , y sobro mi fé me dio 
licencia que le viniese á ver , y así yo vengo á verle. 



428 
pondió el moro : no lloro por verme en prisión , ni por 
ser tu cautivo , ni estas lágrimas son por la pérdida de 
mi libertad , sino por otra muy mayor, y que me duele 
mas que verme en la fortuna que me veo. Oidas estas 
palabras , Narvaez le rogó mucho que le dijese la causa 
de su llanto y el mancebo le dijo : sábete que ha muchos 
días que yo soy servidor y enamorado cíe una hija del 
alcaide de un tal castillo, y hela servido con mucha leal- 
tad , y muchas veces he peleado por su servicio contra 
vosotros los cristianos , y ella ahora viendo la obligación 
que me tenia era contenta de casarse conmigo , y había- 
me enviado á llamar para que la sacase y venirse en mi 
compañía á mi casa , dejando la de su padre por amor 
de mí , y yendo yo con este contentamiento esperando 
alcanzar cosa tan deseada , quiso mi mala fortuna que 
me tomasen cautivo tus caballos , y perdiese mi libertad 
y todo el bien y buena ventura que pensaba tener: 
si esto te parece que no merece lágrimas , yo no sé con 
que mostrar la miseria en que estoy. Fué tanta la piedad 
que Narvaez tuvo , que le dijo : tú eres caballero , y si 
como caballero , me prometes de volver á mi prisión, 
yo te daré licencia sobre tu fé. El moro lo aceptó , y 
aándole palabra se partió , y aauella noche llegó ai cas- 
tillo donde estaba su dama, donae tuvo muy buena forma 
de hacerla saber que estaba allí , y ella se dio tan bueno 
maña que le dio hora y lugar donde la pudo hallar á 
solas ; mas todo el razonamiento del moro fueron lágrimas 
sin poderla hablar palabra : y maravillada la mora de 
esto le dijo : cómo es esto ; ¿ ahora que tienes lo que de- 
seas pues me tienes en tu poder para llevarme , muesAras 
tanta tristeza ? oí moro le respondió : sábete que vinieD- 
do á verte yo fui cautivo de los caballos de Antequeit 
y me llevaron á Narvaez, el cual como caballero sabiend 
mi mala fortuna me tuvo lástima , y sobro mi fé me d' 
ucencia que le vin¡eí>e á ver , y así yo vengo á vert 



430 

SERIE DE LOS REYES ÁRABES DE ESPAÑA 

T ANOS DE SU FALLECIMIENTO. 

Reyes de Córdoba, 

Años de la Hegira , 

Abderahman I 471 . 

Hixóml 480. 

Alhakem 1 206. 

Abderahman II 238. 

Muhamad 1 273. 

Almondhir 275. 

Abdala 300. 

Abderahman UI 350. 

Alhakem II 366. 

Hixém II, preso 399. 

Muhamad II , el Mohdi Bila 400. 

Suleiman Almostain Bila 400. 

Hixém II , segunda vez ; . . . 403. 

Suleiman Almostain Bila, segunda vez. 407. 

Aly ben Hamud 408. 

Abderahman IV 442. 

Alcasim ben Hamud 443. 

Yahye ben Aly 443. 

Abderahman V. Almostadir Bila... 444. 

Muhamad III, ben Abderahman... 445. 

Yahye ben Aly, segunda vez 447. 

Hixém HI , el Motad Bila 422. 

Jehwar 435. 

Muhamad ben Jehwar 452. 

Reyes de Málaga. 

Aly Aben Hamud 408. 



431 

Aleasen ben Hamud 445. 

Yahye ben Aly 447. 

Edris ben Aly. 
Alhasen ben Aly. 
E^ris ben Yáhye. 
Mubamad Almahdí. 

Aleasen Almoztali 445. 

Zagut ben Muhamad 479. 

De Sevilla. 

Abulcasin Muharoad ben Abed 433^. 

Abu Amru 461 . 

Muhamad Almolamed 4-84. 

De Toledo. 

Tsmail ben Dyinun. 

Yahye ben Ismail. 469. 

Alcadir Bilah 474 . 

Yahye Adofar 478. 

De Zaragoza, 

Almondar ben Yahye 430. 

Solimán Algiuzami 438. 

Ahmed ben Solimán 474. 

Juzef ben Ahmed 478. 

Ahmed Abu Giafar 503. 

Abdelmalek Abu Meruan 512. 

Ahmed Abu Giafar ben Abdelmalek. o40. 

De Granada, 

Abus ben Maksan ^^ . 



43S' 

Habus , su sobrino 429. 

Badis ben Habus. . .' 465. 

Abdalah ben Balkin 483. 

De Badajoz, 

Sabor, persa. 

Abu Baker Abdala. 

Muhamad Almudafar. 

Ornar Almetuake! 487. 

De AzMIa y Aben Razin. 

Abu Meruan 404 . 

Muhamad Gesan Daula 476, 

Abelmalek ben Gesan. 

Yahye ben Gesan 483. 

De Almería y Denia. 

Cairan Eslabo. 

Zoair Eslabo 444. 

Muhamad ben Man 484. 

Obeidalah Moez-Daula 484. 

De Carmona y Ecija. 

Muhamad ben Abdala. 

De Huelva y Libia, 

Abdelaziz Albecri 456. 

Abdala ben Abdelaziz 487. 



433 

De Larca. 

Abu Muhamad Abdala iSk. 

Abul Hasan bea Elisa 647. 

De Tadmir y Murcia. 

Muhamad Abu AbderramaD. 
Abderraman ben Taher. 

Ahmed Abu Abdala bOS. 

Aben Ayad « . • 540. 

Muhamad ben Juzef 540. 

Alwatik ben Muhamad 540. 

Abu Abdala Muhamad 569. 

Abdalah Althogri 541 . 

Abul Hasan ben Abid 542. 

Aben Hemsek 560. 

De Valencia. 

Mudafas , Eslabo 400. 

Mubarik, Eslabo. 

Lebib , Eslabo 452. 

Abdelaziz ben Abderraman. 

Abdelmalek ben Abdelaziz 469. 

Abu Bakar Abdelmalek 478. 

Yahye Adofar 508. 

Abu Abdala Muhamad 569. 

Aben Hemsek 569. 

Giomail ben Zeyan 569. 

De Segura. 

Aben Hemsek ^^^. 

Tomo IIL <i¥i 



434 
Reyes Almorávides. 

Abu Beker ben Ornar 453. 

Juzef ben Taxfin 500. 

Aly ben Juzef 534. 

Taxfin ben Aly. 541. 

Reyes Almohades, 

Ahmed ben Abdala Almahadi 5214. 

Abdelmumen ben Aly 558. 

Juzef Abu Jacub 580. 

Jacub Aben Juzef 595. 

Muhamad ben Jacub 610. 

Juzef ben Muhamad 620. 

Abdelwaid 621 . 

Abdala Abu Muhamad 624. 

Almemun 629. 



435 

SERIE DE LOS REYES MOROS. 

Sevilla. 

Años de Cristo. 



Aben Hud. Perdió la corona conquis- 
tada Sevilla 1248. 

Valencia, 

Giomail ben Zeyan , que la perdió. 1238. 

Murcia. 

Abdala Aladel. 

Muhamad ben Juzef Aben Huz. 

Granada. 

Muhamad Aben Alahmar 1 4273. 

Muhamad II 1302. 

Abu Abdala Muhamad III , destronado 

en 1308 1314. 

Nazar. Depuesto en 1313. Murió en. 1322. 
Abul Walid y Abul Said Ismail , que 

murió en 1 325. 

Muley Muhamad IV 1333. 

Juzef Abul Hagiag 1354. 

Muhamad V. Destronado por 1359. 

Ismail destronado por 

Abu Said , que murió á manos del 

Rey don Pedro \^^\ • 

Muhamad VI N^^K . 

Aba Abdala Juzef. N^^'^- 



436 

Muharaad VII 1399. 

Juzef. U20. 

Muley Muhamad VIII. Depuesto. 
Muhamad Zaquir IX. Asesinado. 
Muhamad Hayzari , depuesto tres 

veces. 
Juzef Aben Alhamar , destronado... 1433. 
Muhamad Aben Ozmin , huyó en... 1454. 

Aben Ismail 1 466. 

Abul Hacen 1484. 

Abdalah el Zagal , y Abdalah el Zaquir 

acabaron con el imperio 1492. 



437 

DECLARACIÓN DE ALGUNOS NOMBRES 

DE ESTA HISTORIA. 

Acidaque. Dote. 

Afranc. Francia. 

AiN. Fuerte. 

Alah. Dios. 

Alcadi , Cadi. Juez de Aljama. 

Alcadi , Alkabir. Gran juez , presidente del Consejo. 

Alcaide. Caudillo , Gobernador de ciudad , fuerte 6 

frontera. 
Alcalá. Castillo. 
Alcarria. Pueblo , villar. 
Alcatib. Secretario. 
Alcocer. Palacio pequeño. 
Alcolea. Castillejo. 

Alcorán. Leyenda por excelencia : la ley de Mahoma. 
Alcudia. Alcaldía, territorio y jurisdicción de un alcalde- 
Aldea. Lugar corto. 
Alfaki. Doctor. 

Alfaraz. Caballero de lanza y espada. 
Alférez. El que lleva la bandera. 
Algacia. Conquista , expedición de guerra. 
Algara. Correría, cabalgada. 
Algarbia. Parte occidental. 
Algazazes. Batidores y espías. 
Algufia. Parte norte. 
Alhace. Mandato de tutoría. 
Alhaci. Tutor. 
Alhageb. Ministro principal de palacio. Primer ministro 

en Córdoba. 
Alhafit. Doctrinero. 
Alhali. Autorizador de casamiento. 
Alhige. Peregrinación santa. 



438 

Alchatib. Predicador de la mezquita. 

Aligbt. Guerra santa. 

Alimam. Prefecto de la oración en la mezquita. 

ÁLiME. Sabio. 

Alislan , ó Islam. La religión mahometana. 

Aljama. Consejo , ayuntamiento. 

Alkibla. Parte meridional. 

Almimbar. Pulpito. 

Alminar. Faro , torre de mezquita. 

Almocri. Lector demezquita. 

Almogaraybs. Campeadores. Caballería de lanzas y 
ballestas. 

Almucadeh. Capitán , adelantado de frontera. 

Almueden. Sacristán , muñidor de mezquita , que pre- 
gona y llama á la oración desde el alminar. 

AlnahibC. Capitán de caballería. 

Alwacir. Alguacil. Ministro principal de ciudad ó de 
palacio. 

Amelia. Provincia , gobierno de ella. 

Amir. Gefe , Capitán , General , Príncipe. 

Amir Amumenin. Príncipe de los fieles. 

AxARQUÍA. Parte oriental. 

AzALA. Oración. Eran cinco. Azohbi , del alba : Ado- 
bar , del medio dia : Alabar , de la tarde : Alma- 
GRiB , al ponerse el sol : Alatema , al anochecer. 

BORG. Torre. 

Cadi. Juez. Catib. Escribano. 

Cid. Señor. Cidi. Señor mió. 

Chotera. Oración pública por el Rey 

Gacira. Isla. 

Gebal. Monte. 

Güadi , Guada. Rio. 

Hans. Castillo. 

Medina. Ciudad. 
MumMES. Fieles. 



439 

Naib. Capitán. 

Said-almgdina. Prefecto de las ejecuciones de justicia. 
Taa. Obediencia, territorio jurisdiccional. 
Wacir. Ministro principal , Gobernador de ciudad. 
Wala. Por Dios , juramento. 

Wali. Prefecto , caudillo principal, Gobernador de pro- 
vincia , General de ejército. 
Wadi , y Wada que se pronuncia Guadi. 



440 



INDI€E 

DEL TOMO PRIMERO. 

Noticia de la vida y escritos de D, José Antonio 

Conde v 

Prólogo XIII 



Cap. I. De los antiguos Árabes 2 

Gap. II. Del principio del Islam 4 

Cap. III. De las expediciones militares de los pri- 
meros Califas , contra Griegos' y Persas. . . 6 

Gap. IV. Entrada de los Árabes en África , y 
conquista de la Cirenaica 10 

Cap. V. Conquista de Berbería, y fundación de 
Cairvan i\ 

Cap. VL Conquistas de Muza en Almagreb , ó 
Mauritania 17 

Cap. VII. Imperio del Califa WalidbenAbdel— 
melic 18 

Cap. VIII. Propuesta ¿intentos de pasará Es- 
paña 20 

Cap. IX. Entrada de Taric en España 22 

Cap. X. De la batalla de Guadalete 25 

Cap. XI. Déla entrada de Muza en España , y 
conquistas de Taric en Andalucía 28 

Cap. Xll. De la conquista de Toledo , y de sus 
comarcas 32 

Gap. XIII. De la conquista de Mérida , y venida 

de Abdelaziz á Espatía 33 

Cap, XJV. De la «cuida de Mu%a d, T^Mq ,>^ 



441 

desavenenciade ambos caudillos 37 

Cap. XV. De las conquistas de Abdelaziz en tier- 
ra de Murcia 40 

Cap. XVI. Conquistas de Tarto en la España 
Oriental , y de Muza en tierras del Norte de 
España 44 

Cap. XVII. De la partida de Muza, y de Torio 
de España para Damasco 45 

Cap. XVIII. Del imperio del Califa Suleiman. . 46 

Cap. XIX. De la muerte de Abdelaziz , y go- 
bierno de Ayub 51 

Cap. XX. Del imperio del Califa Ornar ben Ab- 
delaziz , y gobierno de Alhaur en España, . . 54 

Cap. XXI. Del imperio del Califa Jezid ben Ab- 
delmelic , y gobierno de Alsama 56 

Cap. XXII. Del imperio del Califa Hixém , y 
gobierno de Abderahman, y de Ámbisa en Es- 
paña 60 

Cap. XXIII. Elecciones, y destitu>ciones de va- 
nos Amires de España 64 

Cap. XXIV. Gobierno de Abderahman ben Ab- 
dala , y muerte de Otman ben Abi Neza, . . 67 

Cap. XXV. Expedición de Abderahman á las 
Galios 69 

Cap. XXVI. De la elección de Abdelmelic ben 
Cotan para Amir de España, y su venida á 
ella. ^ : . . .^ 72 

Cap. XXVII. Gobierno de Ocba ben Alhegag. . 74- 

Cap. XXVIII. De la vuelta de Ocba á España j 
y de su muerte 77 

Cap. XXIX. De la rebelión de los Berberíes en 
África contra los Árabes , y entrada de Baleg 
en Andaluda 78 

Cap. XXX. Guerra civil de Baleg ^ Abetw CoUwcv 
en España. . ^ '^^ 



442 

Cap. XXXl. Del imperio del Califa Walid hen 
Jezid , y del Califa Jezid ben Walid 84 

Cap. XXXII. Dé las revueltas de África , sose- 
gadas por Hañtalaben Sefuán 86 

Cap. XXXIII. De la elección de Husam ben Mi- 
rar , Amirde España , y su gobierno en ella. . 88 

Cap. XXXIV. Del imperio del Califa Ibrahvm, 
y de la guerra civil en Siria 92 

Cap. XXXV. De la guerra civil entre los caudi- 
llos Samail, Thueba y Husam ben Dhirar. . 93 

Cap.. XXX VI. Gobierno de Thueba , y elección 
de Jusuf el Fehri 97 

Cap. XXXVII. Gobierno de Jusuf el Fehri, ff 
división de las pr(yvincias de España ^00 

Cap. XXXVIII. Del imperio del Califa Meruan, 
último de los Omeyas en Oriente i 02 

Cap. XXXIX. De otros sucesos trágicos de los 
JBeni Omeyas después de la muerte de Meruan, \ 08 

Cap. XL. Ve la guerra ci^il de los caudillos 
Árabes de España i 10 



la 



Cap. I. De Abderahman ben Moavia errante 

entre los Árabes del desierto. : 119 

Cap. II. Del consejo de los jeques de Siria y 

Egipto , establecidos en España 122 

Cap. III. De la embajada de los jeques á Abde- 
rahman 124' 

Cap. IV. Del fin de la guerra contra Alabdari. 126 

Cap. V. Déla venida de Abderahman á España, 1 28 

Cap. VI. De la guerra contra Jusuf y Samail. 129 

Cap. VII . Del alíianamiefito y entrega de Córdoba. 1 32 
Cap. VllL De la conlmuo/cxou de (a guerra, y 

avenencia de Jusuf *^*^^ 



U3 
Cap. IX. De la entrada de Abderahman en Me- 
tida, y nacimiento ae Hixém 136 

Cap. X. De la insurrección de Jusuf, y iu muerte, 138 
€!ap. XI. Del tributo impuesto á los de Castilla, 

y entrada en Toledo 1 40 

Cap. XII. De los movimientos de Barcerah , y 

del h^o de Jusuf. 1 42 

Cap. Xin. De la prisión y muerte de SarnaU, . 1 43 
Cap. XlY. De la insurxeccion de Ben Adra en 

Toledo 145 

Cap. XV. De la venida del walí de Cairtan con- 

Ira Abderahman 1 47 

Cap- XVI. Del levantamiento del alcaide de St- 

donia 150 

Cap. XVn. De la venida del Meknesi contra 

Abderahman 1 5i 

Gap. XVin. De la expedición á Galicia , y 

guerra contra el Meknesi y Sekelebi 154 

Cap. XIX. De la entrada de Meknesi en Sevilla, 

y de su muerte 157 

Cap. XX. Del levantamiento de Huseim el .46- 

dari en Zaragoza , y de la educación de los 

hijos de Abderahman 161 

Cap. XXI. De la fuga del k^o de Jusuf de la 

prisión de Córdoba 164 

Cap. XXII. De la guerra contra Abulaswad, 

sus aventuras y muerte 166 

Cap. XXUI. Del viaje de Aberahman á Lust- 

tama y Galicia 169 

Cap. XXIV. De la construcción de la Mezquita 

mayor de Córdoba : jura solemne de Hixém, 

y muerte de Abderahman 170 

Cap. XXV. Del Rey Hixém , y duraciones de 

sus hermanos 173 

Cap. XXVl. De la batalla de BiilcW , ^jdlUt- 



Ui 
namiento de los principes 477 

Gap. XXVII. De la rebelión y guerra en Espor- 
ña Oriental 480 

Cap. XXVIII. De las obras del Rey Bixém. . 482 

Gap. XXIX. De la jura del principe Alakem , 
y muerte de Hixém 485 

Cap. XXX. Del rey Alhakem ben Hixém , y de 
las alteraciones que suscitaron sus tíos , y vic- 
tirrias en España Oriental,^ 487 

Gap. XXXI. De las nuevas victorias de Alhor- 
kem , muerte de Suhiman , y avenemÁa con 
Abdala. 490 

Gap. XXXlIi De las entradas de los de Afranc 
en España Oriental 4 92 

Gap. XXXIII. De la venganzi de Amru en To- 
ledo , y alboroto de Mérida 495 

Gap. XÍXXIV. De los movimientos de los de 
Afranc , tregua con los de Galicia , y conspi- 
racix>n en Córdoba 498 

Gap. XXXV. De la guerra contra cristianos en 
las fronteras 499 

Gap. XXXVI. De la jura del principe Abde- 
rahman , y batalla del arrabal de Córdoba. . . 202 

Gap. XXXVIl. De la guerra en las fronteras y 
en el mar , y muerte del rey Alhakem .... 206 

Gap. XXXVIII. Del reinado de Abderahman 
ben Ahakem , y movimientos de su tio Abdala. 209 

Gap. XXXIX. De la expedición del rey á Bar- 
celona 242 

Gap. XL. De las expediciones á las fronteras, 
y educación de los principes 243 

Gap. XLI. De varios sucesos , y conmoción del 
pueblo de Marida 248 

Cap, XLII. De la sedxcíou \) alboroto del pueblo 
en Toledo ^< 



un 
Cap. XLIII. De la entrada de los rebeldes en 

Mérida «24 

Gap. XLIV. De la guerra en las frontera, y 

por mar en las costas de Marsella. . . . . ^ 227 
Cap. XLV. De la venida de los Novtmanos á las 

costas de España 228 

Cap. XLVI. De varios sucesos y obras del rey 

Abderahman , y de su muerte 229 

Cap. XLVII. Del reinado de Muhxmwd, hijo de 

Abderahman 231 

Cap. XLVIII. De la guerra en las fronteras de 

Galicia, y en Toledo 233 

Cap. XLIX. De la venida de los Magiojes á las 

costas de España 236 

Cap. L. De la guerra en Galicia , y origen del 

rebelde Hafsun 238 

Cap. LI. De la perfidia de Hafsun 240 

Cap. LII. De la entrada de Álmondhir en Ro- 

talyebud 242 

Cap. Lili. De las eocpediciones á Galicia, y á 

los montes 244 

Cap. LIV. De la entrada de Álmondhir en Za- 
ragoza , y del rey en Toledo 246 

Cap. LV. De nuevas entradas en Galicia, y de 

varios acontecimientos y calamidades 249 

Cap. LVI. De la entrada de los de Afranc con 

Hafsun , y batalla de Aybar 252 

Cap. LVH. De la declaración de sucesor del reino 

en el principe Álmondhir , y muerte del rey. . 254 
Cap. LVIII. Del reinado de Álmondhir , hijo de 

Muhamad 257 

Cap. LIXi De la muerte del rey en batalla. . . . 262 
Cap. LX. Del reinado de Ábdala, hijo de Muha- 
mad 264 

Gflp. LXI. De la guerra de (os príncipe* , >^ Aa\ 



446 

rebelde Aben Hafsun 266 

Gap. LXII. De la continuación de los bandos y 

guerra civil 268 

Cap. LXIII. De la victoria de Almudafar , y pri- 
sión de los principes Muhamad , y Alcastm. . 274 
Cap. LXIV. De la entrada de los rebeldes en 

Galicia , y batalla de Zamora 277 

Cap. LXV. De las treguas con el rey de Galicia, 

y otros sucesos , ; 279 

Cap. LXVI. Del retiro del wali Abu Otman^ y 

otras ocurrencias en Córdoba 284 

Cap. LXVII. De la educación del principe Aft- 

derahman , y muerte del rey su abuelo 287 

Cap. LXVUI. Del rey Abderahman Anasir Le- 

dinala 290 

Cap. LXIX. De la expedición del rey Abderali- 

man Anasir al mediodía de España 293 



447 



TOMO SEGUNDO. 

CONTINUA LA SEGUNDA PARTE. 

Cap. LXX. Da las disposiciones del rey para 
guardar las costas de España 5 

Cap. LXXI. De la visita del rey Abderahman á 
sus ciudades de Murcia, Valencia y Zaragoza. 7 

Cap. LXXII. De las expediciones á sierra El- 
vira 9 

Cap. LXXIII. De la rendición de Toledo. ... 15 

Cap. LXXIV. De las cosas del Magréb, y esta- 
do de los Beni Edris eñ Fez. . . • 20 

Cap. LXXV. Del estado de los Beni Aglab en 
África 25 

Cap. LXX VI. De los reyes, Xiyeis, que apare- 
cieron en fin de este centenar en África. ... 37 

Cap. LXXVII. De la guerra auxiliaren Álma- 
gréb . 40 

Cap. LXXVm. De las algaras en Galicia. ... 44 

Cap. LXXIX. De la fundación de Medina 
Ázahrá 46 

Cap. LXXX. De la entrada en Gcdiday batalla 
de Álhandic 49 

Cap. LXXXL De la vuelta del rey Ánasir á 
Córdoba , y de varios sucesos 54 

Cap. LXXXII. De la4)atallade Gormaz , y tre- 
guas con los cristianos 57 

Cap. LXXXIIL De la conspiración de Ábdala , 
hijo del rey 61 

Cap. LXXXIV. De la venida de los mensajeros 
de Grecia, y otros sucesos ^^ 

Cap. LXXXV. De la presa de uiva twk'oede M*^^*" 



448 

ca . y Otros sucesos 69 

Cap. LXXXVI. De la venida de Ahu Alayxi á 

España y otros sucesos. . . , 72 

Cap. LXXXVII.. De varias obras del reyAbde- 

rahman , y de su muerte 75 

Cap. LXXXVIII. Del reinado del rey Alhakem 

Almostansir BUah 79 

Cap. LXXXIX. De la entrada del rey en las 

fronteras de Galicia, 82 

Cap. XC. De varios acaecimientos y providen- 
cias del rey Alhakem 86 

Cap. XCI. Délas nuevas guerras en Magréb, . 89 
Cap. XGII. De la venida del Amir de África á 

Córdoba, y otros sucesos 93 

Cap. XCIII. De la jura del principe Hixem , y 

memoria de los sabios de Andalucía 98 

Cap. XCIV. De cosas notables del gobierno del 

rey Alhakem , y de su muerte 403 

Cap. XCV. Del reinado de Hixem el Muyad 

Bila 107 

Cap. XCVI De las primaras expediciones de Al- 

manzor \\\ 

Cap. XCVII. De otras entradas de Almanzor en 

Galicia 115 

Cap. XCVIII. De como Almanzor honraba á los 

doctos, y de otros sucesos 121 

Cap. XCIX. De las bodas del hijo de Almanzor, 

y de sucesos de Magreb 130 

Cap. C. Déla entrada de Almanzor en Galicia, 

y prisión del rey Garda , . 1 40 

Cap. Cí. De varios sucesos de África, y deEs- 

paña 144 

Cap. CU. De la batalla de Calat Anosor, y 

muerte de Almanzor 149 

^ap. CIU. JDel gobienw) de A.\)dd'«\dVfc> VxYidA 



U9 

Almanzor 155 

Cap. CIV. Del gobierno de Abderahman, hijo de 

Almanzor, y de su muerte 161 

Cap. CV. Del reinado de Muhamad el Mohdi 

Bila 166 

Cap. CVI. DeSuleimanAlmostainBila 168 

Cap. CVII. Déla batalla de Guadiaro, y muerte 

de Muhamad 171 

Cap. CVIII. De otros sucesos del cerco de Cor- 

dobüj y entrada de Vadha en Toledo , y de Su- 

leiman en Córdoba 176 

Cap. CIX. Del gobierno del rey Suleiman , y 

nueva guerra civil y otros sucesos 1 82 

Cap. ex. Del reinado de AlybenHomud. ... 190 

Cap. CXI. De Abderahman Almortadi 194 

Cap. ex II. De Alcasim ben Hamud 196 

Cap. CXIII. De YahyebenAly 198 

Cap. CXIV. De Abderahman Almostadir Bila, . 202 

Cap. CXV. De Muhamad Moslacñ Bila. ... 204 

Cap. CXVI. De YahyebenAly 207 

Cap. CXVII. Del reinado de Hixém el Motad 

Bila 210 



Cap. I. Elección de Jehwar , su gobierno , y es- 
tado de las provincias 217 

Cap. II. Guerras civiles de los muslimes, , , 229 

Cap. III. Muerte del rey de Córdoba Jekwar, y 
le sucede su hijo Muhamad, Continúa ¡a guer- 
ra entre los muslimes 236 

Cap. IV. Guerra entre los reyes de Toledo y 
Córdoba, Traición negra del rey de SevUla 
para tomar á Córdoba, . W^ 

Cap. V. Despoja el rey de Toledo di de Vokcw- 



480 

da y y muere el rey de Sevilla 250 

Cap. VI. Guerra entre el rey de Toledo y el de 
Sevilla con auxilio de cristianos por las dos 
partes . . 255 

Cap. VII. Toma ¿I rey de Toledo á Córdoba y 
Sevilla, Muere en esta ciudad recobrada por 
AbenAbed. 259 

Cap. VIII. Tratado entre Aben Abed y Alfonso 
de Galicia, Este entra en el reino de Toledo, y 
se retira por venir contra él el rey de Badajoz, 
que muere luego. Tómase á Toledo, Muerte de 
Ornar 265 

Cap. IX. De los Almorávides y sus guerras en 
África 275 

Cap. X. Califazgo de Juzef ben Taxfin. , , 282 

Cap. XI. Continúan las conquistas del Almora- 
vide Juzef 292 

Cap. XII. Concierto de los muslim^es de España 
y Juzef contra el rey Alfonso. Este, tomada 
Toledo , escribe al rey de Sevilla 299 

Cap. XIII. Respuesta de AbenAbed al rey Alfon- 
so, y conversación de aquel con su hijo, . . 306 

Cap. XIV. Embajada de AbenAbed á Juzef, . 312 

Cap. XV. Viene el rey Juzef á España^ y reú- 
nense los Amires contra Alfonso 319 

Cap. XVI. Batalla de Zdaca 326 

Cap. XVn . Relación de la victoria de Zalaca en- 
viada por Juzef ala otra banda, y por Aben 
Abed á Sevilla 334 

Cap. XVIII. Vuelta de Juzef á África. Correrías 

de los almorávides y de Aben Abed. Toma de 

Huesca por los cristianos después de la victoria 

de Alcozara. Seyunda venida de Juzef. , , 340 

Cap. XIX. Desavenencia entre (os muslimes, y 

marcha de Juzef á Afiuapot Ufwwr d* k\\wv%^. 



481 
Vuelve á España, llega á Toledo yváá Córdo- 
ba, Los almorávides dominan en España, . 347 

Cap. XX. Conquistas de los almorávides sobre 
los muslimes de España, Ejército del rey Al- 
fonso en favor de Aben Abed vencido. Toma de 
Sevilla, Suerte y muerte de Aben Abed, , . 352 

Cap. XXI. Toma de Almería por los almorávi- 
des. Entran en Valencia. Tratado del rey de 
Zaragoza con Juzef , . . . . . * . . 358 

Cap. XXII. Algaras de los cristianos en tierra de 
Fraga. Conquista de Badajoz por los almorá- 
vides. Union del Cid con los moros contra ellos, 
y les toman á Valencia, Los almorávides ¿o— 
man las Baleares 363 

Cap. XXllI. Vuelta de Juzef á España. Jura de 
su hijo Aly. Muerte de Juzef en África. . . 371 

Cap. XXIV. Entra á reinar Aly ben Juzef. Viene 
dos veces á España. Batalla de Uklis en que 
murió el infante D. Sancho 376 

Cap. XXV. Tercera venida de Aly, que sitia á 
Toledo y no pudo tomar. Victorias del rey 
Radmir. Correrías de Mezdeli 383 



458 



TOMO TER€ERa 

CONTINUA LA TERCERA PARTE. 

Cap. XXVr. Insurrección en Córdoba contra los 
almorávides. Alboroto en África. Origen de Ab- 
dala ó el Mehedi 5 

Cap. XXVII. Gnerra entre los almohades y at- 
moravides i 4 

Cap. XXyUÍ. Continúa la materia del articulo 
precedente 20 

Cap. XXIX. Entrada de Aben Radmtr en An- 
dalucía 23 

Cap. XXX. Viene á España Taxfin hijo de Ju- 
zef. Sus victorias. Otras de los almohades en 
África, y muerte natural de su jefe 31 

Cap. XXXI. Origen de el Mehedi. Elección de 
Abdelmumen 37 

Cap. XXXII. Victoria del rey Alfonso sobre los 
muslimes. Epístola consolatoria de locaría á 
Taxfin qae se libró de la muerte 44 

Cap. aXXIII. Guerras entre los almohades y al- 
morávides en África , y en España entre musli- 
mes y cristianos. Elogio poético de los almoror 
vides y de sus jefes 53 

Cap. XXXIV. Levantamiento en Algarbe, en Se- 
villa, en Valencia y atrás partes 59 

Cap. XXXV. Continúan los alborotos de los mus- 
limes en España 66 

Cap. XXXVI. Guerras en África entre almorá- 
vides y almohades. Muerte desgraciada de 

Aly 69 

Cap. XXX Vil. Continúan los ^[^»mo&wftXtaW 



i53 

almorávides de España 76 

Cap. XXXVm. Prosiguen las guerras entre los 
musliimes de España 82 

Cap. XXXIX. Guerra en África entre almoram-- 
des y almohades 87 

Cap. XL. Pasan los almohades á España, Sus 
primeras conquistas. Fin del imperio de los al- 
morabes 91 

Cap. XLI. Continúan los cristianos sus conquis- 
tas sobre los muslimes, Victorias de los almo- 
hades en África, Máquinas prodigiosas. . . 401 

Cap. XLII. Toman los almohades á Córdoba , 
y otras ciudades de Andaluda 109 

Cap. XLIII. Colegios y escuelas fundadas por Ab- 
dehmimen. Júrale por sucesor suyo á su hijo 
Cid Muhamad, Guerras en África y en Espa- 
ña 114 

Cap. XLIV. Conquista de los almohades en Áfri- 
ca. Su ejército y orden demarchas .... 120 

Cap. XLV. Acción heroica. Pasa Abdelmumená 
España, y se vuelve luego 128 

Cap. XLVI. Guerra entre almorávides y almo- 
hades. Trata de venir á España otra vezAb- 
delmumen y muere 133 

Cap. XLVII. Califazgo de Amuminin Juzefj hijo 
deAbdelmumen . 138 

Cap. XLVni. Desavenencias entre los almoha- 
des de España- Envian embajadores á Amumi- 
nin, y viene á Sevüla 1 43 

Cap. XLEX. Entradas de los almohades en tierra 
de cristianos. Vencen á Sancho Alburbarda. 
Toman á Tarragona. Se casa Amuminin en 
España^ y vuelve á África. , , . . . 14T 

Cap. L. Vuelve Amuminin á España, Sitio de 
Sant—Aren. Singular ocurrencia y mu&tU it 



iSi 

Arntrniinm, Sucédele Jacub Almanzor, . . i 51 

Cap. LI. Pasa á España Jacub Almanzor, tala la 
tierra y se vuelve á África, Le desafia el rey de 
los cristianos, y él responde 1 57 

Cap. LII. PasaJacúbAilmanzorá España, Dis- 
posiciones para la batalla de Alarca, . . 461 

Cap. Lili. Batalla de Alarca, Vuelve Almanzor 
á Marruecos y muere 165 

Cap Liy. Califazgo de Amuminin Muhamad, 
Viene á España con un ejército formidable. . 1 73 

Cap. LV. Batalla de Alacah, y muerte de Muha- 
mad en Marruecos 180 

Cap. LVI. Califazgo de Almontansir Bila. Des- 
gobierno en su menor edad. Su muerte. Guerras 
sobre la sucesión 187 

Cap. LVII. Elección de A Imemun, Reprime á los 
jeques y vence á los cristianos. Pasa á África, 
y muere, y se acaba el imperio de los almoha- 
des 193 

Cdiip, L\IU. Imperio de los BeniMerines. . . 202 

Cap. I. Guerras civiles de los muslimes en Espa- 
ña 210 

Cap. II. Continúan las guerras de los muslimes. 
El rey Jaime toma las islas de Mayorca Me- 
norca éJbiza. Muere Almemum 216 

Cap. III. Entrada del rey Ferdeland hasta Je- 
rez. Batalla de Gnadalete. Campañas en Ara- 
gón v Andalucía. Témanse Ubeda y Cárdoba. 219 

Cap. ÍV . Desavenencuis entre los muslimes. To- 
ma el rey Jaims á Valencia. El principe Alonso 
beti Ferdeland llega á Mutcvol \j hace conve- 
nto*. ífoWerno del re^ 4e GtqiwjA^» . . . "il^ 



455 

Cap. y. El rey Caewn toma á Denia, y Ferd^ 
land á Jaén y otras plazas 232 

Gap. VI. Cerca el rey Perdeland á Sevilla y la 
toma después de diez y ocho meses de sitio. Su 
muerte. El rey Alfonso conquista varias ciuda- 
des 237 

Cap. yil. Concierto de los muslimes contra Al- 
fonso. Se le rebelan y matan su gente; pero los 
acomete luego 244 

Cap. VIII. El rey Gacum y el rey Alonso solici- 
tan cada uno la conquista de Murcia. Intrigas 
y avenencias sobre esto, desavenencia entre 
Alonso y Aben Alahmar 249 

Cap. IX. Muere Aben Alahmar , y le sucede su 
hijo Muhamad 11. Vence á los rebeldes. En-- 
irevista de Muhamad y Alfonso en Sevilla. . 254 

Cap. X. Escribe Muhamad á Abu Juzef el es- 
tado de las cosas, y este viene á España. Su 
primera victoria, muere el infante don Sancho 
después de la batalla. ....... 259 

Cap. XI. Treguas de Abu Juzef con Alfonso. 
Pone este sitio á Algeciras con infeliz éxito. 
Nuevas treguas entre Alfonso y Aben Juzef. 
Concierto entre el rey de Córdoba y el principe 
don Sancho. Armase contra él su padre. Mue- 
re este 264 

Cap. XII. Congreso de los reyes y walies musli- 
mes, Muerte de Abu Juzef Toma D. Sancho á 
Tarifa después de quemar la escuadra de Abu 
Jacub 270 

Cap. Xni. Defensa de Tarifa por Guzman y 
ocurrencia de su Mjo. Toma D. Sancho á Que- 
sada yAlcabdat, y muere en daaras. . . ^£S\ 

Cap. XÍV. Guerras enEspaña y AfrVca. Twmi. 
de Gebal-Taríf por los cristianos. . . - "^^ 



456 

Cap. XV. Rebelión en Granada y renuncia de 
Muhamad, Le sucede Nazar, muerte del rey 
Herandoen Alcabdaty de Muhamad, . .284 

Cap. XVÍ. Retnaypierde luego el reino Nazar, 
Algaras del rey D. Pedro de Castilla* . . 5189 

Cap. XVII. Délos reyes de su tiempo, , . . 

Cap. XVIII. Reinado de Ismail. RaJtalla de For- 295 
tuna. Correrías del rey D, Pedro que gana 
varias plazas. Muerte de los dos principes de 
Castilla, , 298 

Cap. XIX. Reinado de Muhamad hen IsmaU. 
Sus guerras con cristianos y africanos. Toma 
de Gebaltarif 307 

Cap. XX. Continúa Muhamad sus campañas. 
Socorre á los africanos de Gebaltarif y le ase- 
sinan. Le sucede Juzef, 343 

Cap. XXI. Reinado de Juzef. Ratalla de Wa- 
dacelito ganada por los cristianos, , . , 317 

Cap. XXII. Toman los cristianos á Algecira, 
Treguas, Policía y ordenamientos religiosos de 
Juzef. 323 

Cap. XXIII. Muerte del rey Alfonso, Luto de 
los muslimes. Asesina un foco al rey de Gra- 
nada. Sucédele su hijo Muhamad. . . . 332 

Cap. XXIV. Conjuración contra Muhamad, Le 
usurpa el trono su hermano JsmaiL Muerte 
desgraciada de este, Sucédele Abu Said, , , 336 

Cap. XXV. Concierto entre Muhamad v el rey 
de Castilla, Heroica determinación del pri- 
mero. Asesina el rey Pedro á Abu Said. . 341 

Cap. XXVI. Vuelve Muhamad al trono de Gra- 
nada. Hace treguas con el rey de Castilla. 
Mueren los dos 345 

Cap, XXVII. Bcinado t| muerte de Juzef. Su- 
cédele su hijo segundo MiukiamoA.l^^^o.'^^- 



.457 

ledo de incógnito á verse con el rey de Casti- 
lla 349 

Cap. XXVIII. Muere Mukamad y le sucede Ju- 
zef condenado ya á muerte. Hace treguas con 
los cristianos. Muere 354 

Cap. XXIX. Es proclamado MuleyMuhamad, 
depuesto luego y entronizado Vuhamad el 
Zaquir. Le depone y mata Muley, . . . 360 

Cap. XXX. Guerras de Granada y muerte de 
Juzef Aben' Alahmar 364 

Cap. XXXI. Guerras entre moros y cristianos , 
y destronamiento de Muhamad el Hayzari, 
por Muhamad Aben Ozmin. Otro partido pro- 
clama á Aben Ismail. . 371 

Cap. XXXII. Huye Aben Ozmin de Granada 
y es proclamaao Aben Ismail 375 

Cap. XXXIII. Avenencias de Ismail con el rey 
de Castilla. Algaras del principe Muley Abul 
Hacen. Sucede á su padre 379 

Cap. XXXIV. Muere Enrique y se hacen tre- 
guas. Discordia en Granada. Reyes católicos 
en Sevilla. Algaras 383 

Cap. XXXV. Alboroto en Granada. Sale Abul 
Hacen á socorrerá Laja. Entretanto ocupa el 
trono Abdalah su hijo, y se retira á Málaga. 
Victoria sobre los cristianos. 388 

Cap. XXXVI. Continúan los bandos en Gr Or- 
nada. Algara desgraciada del Zaquir que 
quedó prisionero. Pacto de libertad. . . 391 

Cap. XXXVII. Encarnizanse los bandos en 
Granada. Notable discurso del Alime Macer. 
Proclaman á Abdalah el Zagal 395 ' 

Cap. XXXVIII. Conquistas de los cristianos. 
Continúa la guerra civil entre los mu&l\me%. • ^íí^ 

Cap. XXXIX. Tornan los cmi%am%Tmi^%'^-